Intriga Lasciva - El Instituto [03]

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Intriga Lasciva - El Instituto [03]



Capítulo 03.

Inicia la Investigación.


Erika entró al cuarto de Siara y lo primero que hizo fue acercarse a la repisa en la que su mejor amiga almacenaba los pocos mangas que tenía. Apartó algunos tomos y detrás de ellos se encontró con la pequeña escultura que le había regalado meses atrás a Siara. Se trataba de una chica estilo anime japonés, de unos quince centímetros de alto. Era una pieza de excelente calidad y había sido traída directamente de Japón. Erika tenía más de una docena de esculturas similares a ésta, pero a Siara parecía incomodarle que la chica representada estuviera prácticamente desnuda. La pequeña mujer de plástico tenía el cabello corto, de un tono azul claro, grandes pechos, una cintura de avispa, caderas anchas y piernas muy largas y tonificadas. Su ropa daba la impresión de haber sido destruida casi por completo, apenas tenía dos retazos deshilachados, uno le cubría los pezones y otro la zona púbica, aunque solo con lo justo y necesario, como si el fabricante no hubiera querido gastar recursos en la ropa de la pobre chica. 
Desde que la chica anime llegó a ese dormitorio había iniciado una guerra silenciosa entre las dos amigas. Siara intentaba mantenerla oculta, detrás de los tomos de manga, y Erika, cada vez que venía, se encargaba de colocarla justo al frente de la repisa, donde fuera perfectamente visible.
Siara no quería pasar otra hora explicándole a su madre por qué tenía una escultura de una chica semidesnuda en su cuarto. La madre de Siara hasta llegó a pensar que se trataba de algún extraño fetiche erótico de su hija. Para Siara lo mejor fue decir la verdad: que se la había regalado Erika y que no había ningún mensaje sexual o erótico detrás de ese gesto. 
―¿Ya le pusiste nombre? ―Preguntó Erika, luego de dejar la chica anime frente a los tomos de manga.
―Todavía no. No soy buena poniendo nombres, menos para personajes japoneses. 
―Todas las que tengo yo tienen nombre. Esta también debería tenerlo. Si no le ponés nombre, nunca más te regalo una ―Erika lo dijo como si a Siara realmente fuera a molestarle el dejar de recibir chicas en paños menores inmortalizadas en plástico. 
―Está bien, te prometo que esta semana voy a pensar un buen nombre. 
Siara no siempre entendía las pasiones de Erika, a pesar de eso, las aceptaba… porque para eso están las mejores amigas. Aunque no compartieran los mismos niveles de afición, cada una podía contarle a la otra todo lo que le gustaba o disgustaba, sin miedo a ser juzgada. Así, con el tiempo, fueron descubriendo que tenían pasiones en común, como las historias de misterios. 
―Bueno, vamos a empezar con la investigación ―dijo Siara, con cierto tono profesional―. Ya tengo todo listo ―señaló el gran televisor que tenía colgado en la pared, justo frente a su cama, y el teclado que descansaba en el colchón. Desde allí manejaría la computadora y verían todo el material que fuera necesario.
―Está bien ―dijo Erika―, pero antes…
Se acercó a la biblioteca de Siara, ese estante de madera de roble en la que se almacenaban todos los libros, en su mayoría policiales. Erika agarró algunos al azar y los fue intercambiando de lugar con otros, puso unos cuantos tomos sobre la mesita de luz, otros sobre la parte superior de la biblioteca e incluso dejó varios tirados en el piso. Siara contempló la acción con la misma resignación que vio aparecer a la chica anime detrás de los tomos de manga. Esa era otra de las malditas costumbres de Erika, llegar y desordenar la biblioteca que tanto trabajo le había costado organizar.
Erika estaba convencida de que esto hacía que el cuarto pareciera el de una chica de dieciocho años normal… y no el de una obsesiva compulsiva con potenciales brotes psicóticos. Erika siempre desconfiaba de la gente demasiado ordenada… y no quería que su amiga terminara convirtiéndose en una psicópata homicida. 
Además le divertía ver la cara que ponía Siara cada vez que ella le reorganizaba el cuarto. 
―Bueno, amiga ¿tenés algo en mente para la investigación? ―Preguntó Erika, mientras se acomodaba justo detrás de Siara, en la cama. 
―En esta parte de la investigación vamos a tener que hacer mucho trabajo rústico. Mi idea es revisar internet buscando el video que supuestamente es de Dalma… y algún otro parecido.
―¿Seguís pensando que puede haber más videos?
―Es una buena posibilidad, si los números realmente significan eso, quiere decir que en internet puede haber hasta siete videos distintos de la misma chica.
―Nos serviría mucho encontrarlos, con un solo video es difícil hacer un análisis profundo. Bueno, empecemos a buscar.
Erika abrazó a Siara desde atrás, apoyando sus grandes pechos en la espalda de su amiga, tenía puesta una remera sin mangas, bastante escotada, que solo usaba si estaba en su casa, o en el cuarto de Siara. Antes de salir se pondría otra vez la blusa que cubría sus voluminosos pechos. El atuendo de Siara era muy similar, solo que la remera de ella era negra, y la de Erika de un turquesa chillón. Ambas tenían shorts calza deportivos. Obviamente el de Siara era negro, como su blusa, porque a ella le gustaban los tonos discretos. En cambio el short de Erika era de un naranja aún más chillón que el turquesa de su blusa. Siara pensó que su amiga habrá llamado mucho la atención en la calle y habrá atraído muchas miradas de babosos… y por qué no, babosas. Ella le había aconsejado a Erika que no debía usar ropa tan llamativa, especialmente al tener un cuerpo tan voluptuoso. La gente podría hacerse una idea equivocada de ella. Sin embargo a Erika eso parecía no importarle en lo más mínimo, ella era feliz con su ropa escandalosamente colorida y demasiado vistosa para su anatomía.   
A Siara no le molestó la proximidad de Erika, sabía de la afición que tenía ella por los abrazos y si bien a Siara no suele gustarle tener gente cerca, con Erika se acostumbró. 
―¿Por dónde empezamos? ―Preguntó Erika―. ¿Vos sabés algo de páginas porno?
―No mucho. Nunca me meto en páginas porno. El material que tienen es muy exagerado. Distorsionan mucho la realidad.
―Yo tampoco las uso. 
―Vos porque te pasás el día mirando animes cochinos ―dijo Siara, con media sonrisa en los labios.
―Hey, no miro tantos de esos. Prefiero los animes más… normalitos.
―¿Hay animes normales?
―Bueno, depende de lo que vos consideres normal. 
Las manos de Erika subieron hasta encontrarse con las grandes tetas de Siara, las apretó a las dos juntas, como si estuviera midiendo la resistencia de dos globos de agua. Siara no dijo nada, esto formaba parte de “la rutina de abrazos” de Erika. Al principio se sintió un poco incómoda, pero luego comprendió que su amiga no lo hacía con ningún fin sexual.
Con el tiempo Siara aprendió que Erika a veces se comporta como si fuera el personaje de un anime, pero esto solo lo hace cuando se siente cómoda con las personas que la rodean. Por eso Siara empezó a tomarlo como un halago, como una señal de que se estaban haciendo muy buenas amigas. 
“Apretar tetas me ayuda a aliviar el estrés”, había dicho Erika más de una vez. Siara debía darle la razón en eso, si bien ella no acostumbraba apretar las tetas de Erika, sí encontraba muy relajante que su amiga le masajeara las suyas. Hasta la ayudaba a pensar con más claridad, algo que para esta circunstancia venía muy bien.
―Voy a buscar las páginas porno más visitadas. Si los videos de Dalma se hicieron tan virales, seguramente estarán en esas páginas.
―Tiene sentido. También deberías buscar esas que suben mucho material amateur. Esas páginas en las que la gente puede subir sus propios videos.
―Pero el video de Dalma no parece muy amateur, sino todo lo contrario.
―Es cierto, pero en caso de que esa chica sea realmente Dalma, no creo que el video lo haya subido una empresa profesional de porno. 
―Ah, tenés razón. En ese caso lo habrían subido a esas páginas donde cualquiera puede publicar. Bien pensado.
Siara abrió seis páginas web distintas. Las primeras tres se centraban más que nada en porno profesional. En cambio las otras eran páginas repletas de porno amateur, donde cualquiera que se creara una cuenta podía subir material. Siara escribió las palabras “mujer con tres hombres” en el buscador de cada una de esas páginas webs. 
―Agradezco que existan las miniaturas ―dijo―, así al menos tenemos un pantallazo general de qué contiene cada video. Me volvería loca si tengo que revisar uno por uno.
―Sí, solamente tenemos que mirar los que creamos que puedan coincidir. Como ese de ahí ―Erika señaló una de las tantas imágenes que aparecían en pantalla―. Es una chica medio rubia, de piel muy pálida… no se le ve mucho la cara. 
Siara abrió ese video y lo cerró casi al instante. Se trataba de una chica muy bonita chupando una gruesa verga de venas muy marcadas, pero la cara no era la de Dalma.
―¿Qué hacés? ―Preguntó Erika―. ¿Por qué lo sacaste?
―Porque no es Dalma. 
―Pero la chica se parece mucho a la del video que vimos. ¿Y si es la misma? Eso descartaría definitivamente a Dalma.
―Mm.. bueno, pero no podemos estar diez horas con cada video. Tenemos que comparar… em… no sé… algo… 
―¿Las conchas? Es lo único que tenemos de la chica del video original. 
―Todas las conchas se parecen.
―No es cierto. La mía es preciosa ―dijo Erika, con orgullo―. Como si fueran dos pancitos recién horneados puestos uno al lado del otro.
―Demasiada información, amiga.    
Érica se rió y apretó una vez más las tetas de Siara.
―A lo que voy es que puede haber muchas diferencias entre una concha y otra. El tamaño de los labios, la forma, el clítoris… hasta el vello púbico puede ayudar. 
―Bien, bien… ya entendí. Voy a poner los dos videos juntos, el que creemos que es de Dalma, y el que encontramos recién. Comparamos las conchas, si no son iguales, seguimos con otro video. Tenemos que usar un proceso ágil y rápido, sino podemos estar toda la vida mirando videos porno sin llegar a nada.
Continuaron con la revisión de material. Cada vez que veían una chica que, más o menos, se pareciera a Dalma, comparaban ese video con el que tenían. Aunque terminaron descartando todas estas posibles coincidencias, porque era obvio que no se trataba de la misma persona. 
―Con este método no vamos a llegar a nada ―dijo Siara―. Es como buscar una aguja en un pajar.
―Quizás tengamos que ser más precisas en la búsqueda. 
―¿Cómo más precisas? 
―Y… si yo estuviera buscando porno similar al de video que tenemos, no lo haría usando términos como “mujer con tres hombres”. Estamos en una página porno, amiga. Cuando la gente busca porno, suelen usar términos soeces. 
―¿Y vos cómo sabés tanto del tema?
―Porque sí, nena. Hay cosas que simplemente se saben, por usar internet. No seas tan estructurada, Siara ―Erika presionó dos veces las tetas de su amiga―. ¡Bonk, bonk! ―Exclamó, imitando el sonido de una nariz de payaso―. Tenés que relajarte un poco y pensar como un pajero que busca porno. Quizás con eso tengamos más suerte.
―¿Y vos qué pondrías en el buscador?
―Mm… a ver… poné: “Pendeja puta se deja coger por tres pijudos”.
―Upa, bastante explícita la frase.
―Y sí, es lo que buscaría cualquier persona que tuviera alma, amiga. Sé que podés hacerlo, ¿qué otra cosa sugerís para la búsqueda?
―Em… bueno, siguiendo con esa terminología tan soez… pondría: “A la pendeja le llenan la concha de vergas”. ―Siara se puso roja y agradeció que Erika no estuviera mirándole la cara. 
―Así me gusta, estás aprendiendo ―la recompensó con dos apretones más en las tetas. 
Usaron estos términos y la pantalla volvió a llenarse de miniaturas, algunas eran las mismas que ya habían visto antes, pero muchas otras eran nuevas. Fueron por esas y siguieron con las comparaciones. 
―Al menos en estos videos sí hay tres tipos… o más, cogiendo con una chica ―dijo Erika.
―¿Te pusiste a pensar que quizás fueran más de tres los que participan en el video de la supuesta Dalma?
―¿Más de tres? Ya me parece una locura que una chica se deje coger por tres tipos. 
―Yo solo puedo entenderlo en el contexto del porno, porque es un trabajo. Te pagan por hacerlo. Sin embargo me cuesta imaginar cómo una chica normal accedería a dejarse coger por tres tipos a la vez.
―Es una locura ―dijo Erika, asintiendo con la cabeza―. Yo no pasaría de dos.
―¿Qué? ¿Te dejarías coger por dos tipos? ¿Lo decís en serio?
―No, tarada. Era un chiste ―Erika le dio un suave mordisco en la oreja, todo el cuerpo de Siara se estremeció―. Aunque a veces me pregunto cómo se debe sentir que te la metan por los dos agujeros. No es que quiera probarlo, es solo que… me genera curiosidad. 
―Bueno, sí… alguna vez me pregunté lo mismo. Y desde que vi el video de Dalma no puedo dejar de pensar qué habrá sentido la chica en ese momento. A ver, si se trata de una actriz porno seguramente ya estará acostumbrada a esas cosas, y lo habrá hecho pensando en la plata. Pero ¿y si es real? ¿Si realmente filmaron a una chica que tuvo sexo con tres tipos? ¿Y si de verdad es Dalma? ¿Cómo se habrá sentido en ese momento?
―Tendríamos que preguntárselo.
―Nos va a decir que la chica del video no es ella, sea cierto o no.
―Me refiero a que habría que preguntarle qué piensa ella sobre ese tipo de prácticas sexuales. ¿Cómo imagina que se sentiría una chica en esa situación?
―¿Y por qué haríamos eso?
―¿No te acordás nena? Lo vimos en la serie Mindhunter. Cuando interrogaban a los asesinos seriales… ¿qué técnica usaban?
―Ah, sí. Ahora entiendo. Algunos no hablaban de los crímenes como si ellos fueran los que los cometieron. Pero sí hablaban de ese tema cuando se les preguntaba como si lo hubiera hecho otra persona. Entonces ahí hablaban del crimen en tercera persona: “En esa situación el asesino habrá pensado esto, o aquello”.
―Sí, a pesar de que “el asesino” era él mismo. Quizás Dalma hable del tema si no la tratamos de culpable. Además, hay que darle el beneficio de la duda. Me sentiría muy mal al acusarla de algo, si después resulta que es inocente.
―¡Qué buena serie Mindhunter! ―dijo Siara, con melancolía.
―Sí, todavía no encontramos otra que llene el vacío existencial que nos dejó esa serie. Espero que algún día hagan la tercera temporada.
Siara dio inicio a un nuevo video, porque la miniatura mostraba una escena bastante parecida al video original. La secuencia inició con una chica muy bonita, de pelo negro y labios pintados de un rojo intenso. Ella comenzó a chupar una verga de buen tamaño. Sus grandes pechos aparecían completamente desnudos, colgando frente a la cámara. Estaba en cuatro patas y un hombre se ubicó detrás de ella. 
―No creo que sea la misma ―dijo Siara―. Mirá las tetas que tiene.
―Sí, son como las tuyas ―Erika volvió a estrujar los pechos de su amiga entre los dedos―. ¡Y mirá cómo rebotan! 
A la chica del video empezaron a darle duro y esto provocó que sus tetas se balancearan y saltaran para todos lados. Erika, intentando imitar esos movimientos, comenzó a darle golpecitos a las tetas de su amiga, desde abajo. Con cada salto, las tetas de Siara amenazaban con saltar fuera del escote, para colmo no tenían ningún corpiño que las contuviera. 
―En el video que tenemos no se ven mucho las tetas de la chica… y no son tan chiquitas.
―Sí, ya sé. Pero te digo que estas son mucho más grandes. 
―Puede ser… igual me gustaría ver la concha de esta chica.
―Cochina ―Erika soltó una risita.
―Tarada. Más cochina serás vos, que no me dejás las tetas en paz.
―Es que tus tetas son terapéuticas. 
Erika volvió a morder la oreja de su amiga y siguió con su jueguito de hacer rebotar tetas. Esta vez los melones tomaron tanto impulso que uno de ellos saltó fuera del escote. Tres saltos después, lo siguió el otro. Siara miró hacia abajo y se encontró con sus pezones apuntando a la pantalla. Erika le había tocado las tetas antes, pero esto nunca había pasado. En lugar de enojarse con su amiga, sintió vergüenza porque pensó que a Erika la asustaría ver que las tetas habían saltado fuera del escote y que eso terminaría con el inocente juego. Sin embargo no fue así. En cuanto Erika notó que las tetas de Siara estaban en libertad, llevó sus dedos hasta los pezones y los pellizcó. Luego empezó a retorcerlos, como si fueran las perillas de una radio antigua. 
Siara pensó que quizás ya era momento de ponerle fin a ese juego, porque su cuerpo ya estaba sintiendo los efectos. Sin embargo, en ese momento apareció en pantalla la concha de la chica del video… y era muy similar a la de la supuesta Dalma. Puso los dos videos en pantalla dividida y los comparó.
―¿Qué pensás? ―Le preguntó a Erika.
―Uy, se parecen un montón ―dijo ella, sin dejar de jugar con los pezones de su amiga.
―Sí… fijate la forma de los labios, es prácticamente idéntica.
―La verga también se parece a la del video.
―¿A esta? No la veo tan parecida.
―No, a otra… no me acuerdo si la segunda o la tercera que le meten a la chica.
Siara adelantó el video de la supuesta Dalma y encontró la verga a la que se refería Erika. Sí que era parecida… pero no idéntica.
―No es la misma. Fijate que la del video que nosotros tenemos es bien recta… y la otra se dobla un poco en la punta.
―Qué detallista. Se me hace raro que las vergas se doblen así, siempre creí que eran todas bien derechitas.
―Aparentemente, no. 
―Levantá las manos ―exigió Erika.
―¿Por qué?
―Por comodidad.
Siara no comprendió, pero aún así hizo lo que su amiga le pidió. En cuanto sus brazos estuvieron extendidos por encima de su cabeza, Erika le quitó la blusa.
―¡Hey! Si yo me quedo en tetas, vos también ―protestó Siara.
―Ufa, está bien. 
Erika se quitó la blusa, exponiendo un par de tetas que eran incluso un poco más grandes que las de Siara, aunque la areola de los pezones era más tenue, más similar al color del resto de la piel. Los pezones de Siara eran más marrones. 
Erika apoyó sus voluminosos pechos en la espalda de su amiga. Siara pudo sentirlos a la perfección. No era la primera vez que las amigas se quedaban con las tetas al aire la una frente a la otra, eso ocurrió en varias ocasiones, cuando Erika usaba a Siara como modelo para los cosplay que le gustaba diseñar. Siara siempre pensó que Erika hubiera sido más feliz si compartieran la misma madre, porque la madre de Siara era diseñadora de modas, y a Erika le encantaba hacer diseños… aunque con estilos más próximos al anime japonés.
Cuando las dos estuvieron con las tetas al desnudo, Erika volvió a su jueguito de pellizcar los pezones de Siara. Ella se estremeció ante el contacto de los dedos. No quería decirle a su amiga que tanto toqueteo ya estaba haciendo mella en su libido. A Siara no le gusta que su libido se asome, prefiere tenerla bien controlada y encerrada, y solo dejarla salir un poquito cuando la situación lo amerita… pero solo un poquito.
Pensó que aún estaba dentro de esos márgenes aceptables, sin embargo a Erika se le ocurrió humedecer con saliva la punta de sus dedos, lo que hizo que el contacto con los pezones sea más suave… y placentero. 
Quizás ya era el momento de ponerle fin a ese jueguito. Estuvo a punto de abrir la boca cuando Erika dijo:
―¿No vas a cambiar el video? Ya sabemos que no es la misma persona.
―Ah, sí… ahora busco otro. 
Un nuevo video porno comenzó a reproducirse, esta vez se trataba de una chica de cabello castaño que estaba chupando dos vergas, mientras un tercer hombre se la cogía por detrás. La imagen saltaba de un plano de la cara de la chica, a otro de su vagina.
―Esta se parece bastante ―dijo Erika, pellizcando los pezones de su amiga al unísono―. Las vergas no tanto... y menos la del morocho. Pero la concha de la chica es muy parecida… bien rosadita, con una depilación perfecta, y labios finitos.
―Sí, la verdad es que eso se parece mucho…
―¡Ay, no! ¡Qué asco! ―Exclamó Erika. En la pantalla se pudo ver a la chica del video recibiendo una abundante descarga de semen en toda su cara, incluso dentro de su boca―. ¡Ay, no! ¡Y se lo tragó! Para colmo se nota que lo está disfrutando ―después de tragar el semen, la chica del video sacó la lengua y sus ojos se bizquearon, la cámara tomó un primer plano de su cara cruzada por varias líneas irregulares de semen―. Parece esas caras ahegao que veo en algunos mangas subiditos de tono.
―Y a vos te encantan los mangas “subiditos de tono” ―dijo Siara, con media sonrisa.
Erika se encogió de hombros.
―Son solo dibujitos… fantasías. Son representaciones artísticas. No es lo mismo que mirar porno. El porno, con personas reales, me da mucho asco… especialmente cuando alguna chica se pone a tragar semen. Sacá de una vez ese video, me da mucho asco.
―No creo que sea para tanto, Erika. Además, si vamos a quitar un video porno cada vez que a una chica se le da por tragar semen, no vamos a poder revisar nada. 
―Pero… pero… ¿no te da asco?
―La verdad es que no. Una vez lo hice… y no fue para tanto.
―¿Qué? ―Erika pegó más sus tetas a la espalda de Siara y agarró con más fuerza los pechos de su amiga―. ¿Tragaste semen? ¿Me estás hablando en serio?
Siara se lamentó de su maldita bocota. Le echó la culpa de esto a su libido, que estaba asomando, solo para traicionarla. Si no se encontrara en ese estado tan raro entre confusión y excitación, no hubiera confesado tal cosa, ni siquiera a su mejor amiga.
―Como te dije, no fue para tanto.
―Pero… pero… somos las mejoressuperamigasdeluniversomundial ―dijo Erka, hablando a toda velocidad, casi chillando―. Me tenés que contar. 
―Esa frase no tiene sentido…
―¡No me importa! ¡Contame!
―No quiero hablar de eso.
―¿Te tragaste la leche de tu ex novio? ¿Cómo se llamaba? ¿Diógenes? ¿Máximo? ¿Ernesto?
―Sebastián.
―¡Ese!
―No, no fue con mi ex novio. 
―¿Qué? Pero… pero… si me dijiste que solo te habías acostado con él. ¿Con quién más estuviste, Siara? ―Habló parodiando a una madre autoritaria―. Contale a Erika. Erika merece saberlo. Ella es tu mejor amiga del universo mundial. 
―¿Cómo puede ser mundial un universo?
―Dejame la sintaxis en paz. Contame… ―apretó con fuerza las tetas de su amiga y empezó a sacudirlas―. Contame… contame… contame…
Siara sintió cómo las tetas de Erika se deslizaban contra su espalda, lubricadas por las pequeñas gotas de sudor que se acumularon entre el cuerpo de ambas. Y allí no fue el único sitio en el que sintió humedad. 
La mente de Siara se vio asaltada por imágenes y sensaciones que prefería mantener bien archivadas en lo más profundo de su memoria. Recordó el contacto de su lengua con esa verga erecta y el tibio semen deslizándose hacia el interior de su boca. Recordó cómo lo saboreó y tragó todo, hasta no dejar ni una gota. 
―Prefiero no hablar de eso, amiga. Ahora mismo no. Te lo cuento otro día, ¿puede ser?
―¡Ufa! ―Erika hizo puchero, como si fuera una nena pequeña―. Está bien, podés contarme otro día. Te lo permito solo para demostrarte que somos buenas amigas… ¡pero me tenés que contar! ¿Cómo es eso de que anduviste tragando semen y yo no sé nada? ¡Es inadmisible!
―Y seguramente vos me contaste todo sobre vos, sin ocultar nada.
―Em… ¿y si miramos otro video? Es obvio que esta chica no es la misma que la de nuestro video. 
―¡Ajá! ¡Lo sabía! ―Esta vez la que pegó el grito fue Siara. 
Haciendo uso de toda su agilidad, consiguió dar media vuelta y se arrojó sobre Erika. Las grandes tetas de las dos amigas se encontraron por fin y se deslizaron una contra la otra, por culpa de la acumulación de sudor y de la saliva que había usado Erika para lubricar pezones. Siara sujetó a Erika por las muñecas y acercó tanto su cara que las puntas de sus narices se tocaron. Parecía enojada, como un perro rabioso a punto de morder. Erika, en cambio, solo parecía confundida. 
―¿Qué es lo que me estás ocultando? ―Preguntó Siara.
―Nada, amiga. Lo juro. 
―Te estoy viendo cruzar los dedos, tarada.
―¡Mentira!
―No me mientas, Erika. Si querés que yo te cuente toda la verdad, vos tenés que hacer lo mismo conmigo. Sé que tuviste tres noviecitos, y me dijiste que no hiciste mucho con ellos, porque te aburriste rápido. 
―¡Y eso es verdad! Te lo aseguro, amiga: no es buena idea buscar novio en una convención de manga y anime. Está lleno de puros otakus vírgenes que no saben nada del sexo, ni la de vida.
―Como vos.
―Bueno, sí… y el sexo con ellos fue de lo más aburrido. Nada que contar.
―Ajá… te creo. Pero… ¿hubo alguien más? ―Erika mantuvo los ojos muy abiertos, intentó sacudir su cuerpo, para apartarse, pero solo consiguió que sus tetas se pelearan contra las de Siara―. ¡Lo sabía! Hubo alguien más. ¿Quién fue? Ni siquiera voy a tirar opciones, porque no se me ocurre nadie. No conozco a tus amigos virgos de las convenciones otakus. ¿Fue otro de ellos?
―No, no tiene nada que ver con otakus ni con convenciones.
―Bien… acabás de admitir que sí hubo alguien más.
―La puta madre. 
―Te tengo justo donde te quería, Erika, y voy a hacer lo que sea necesario para que me cuentes.
Siara soltó las muñecas de Erika, las bajó hasta la cintura de su amiga y se aferró a la calza naranja. Con un tirón y una buena cuota de envión, acompañado por el movimiento de su propio cuerpo, consiguió quitarle el short a Erika.
―¡Hey! ¿Qué hacés? ¡Degenerada!
―¿Me decís degenerada después de que me dejaste las tetas llenas de tus huellas dactilares? Si no me contás, te saco la tanga… y ahí vamos a averiguar si es cierto que tu concha parece dos pancitos. 
―¡Eso no es justo!
Siara se sentó sobre las piernas de Erika y miró hacia abajo. Allí estaba la ropa interior de Erika, una tanga en forma de “V”. Eran casi dos tiras que iban desde la vagina hasta la cintura. Era de color rosa y en varios lugares se podía ver estampado en blanco el famoso logo de Hello Kitty. 
―¡Apa! La tenés toda depilada ―puntualizó Siara.
―¡Mentira!
―¡Verdad! No mientas. Se te ve todo el pubis, esta tanga no te tapa nada. Apenas es un parchecito de tela sobre la cachucha, esto de acá es el pubis ―puso un par de dedos sobre la zona señalada y los deslizó lentamente formando un pequeño círculo. Erika se estremeció al sentir el contacto en una zona tan delicada. Siara estaba tocando apenas a unos milímetros de su clítoris, el cual, por poco, estaba cubierto por la tela de la tanga―. Y no se sienten rastros de vello púbico. ¿Te hiciste la definitiva?
―No te importa 
Erika estaba muy sonrojada. Ella nunca había mostrado su vagina frente a Siara y aún no se sentía preparada para hacerlo. Además ese toqueteo en una zona tan sensible la estaba poniendo incómoda. Por eso decidió contraatacar. 
Haciendo mucha fuerza con los brazos logró levantar a Siara. Solo tenía un segundo antes de que ella volviera a sentarse, por lo que aprovechó para bajarle la calza negra. No fue demasiado, pero sí lo justo y necesario como para que las nalgas de Siara quedaran completamente a la vista, junto con una tanga negra común y corriente, aunque quizás demasiado pequeña para la anatomía de Siara.
―Si vos me desnudás, yo hago lo mismo con vos ―amenazó Erika.
―¿Y qué problema hay? ―Siara se encogió de hombros, para hacer énfasis en su actitud desafiante, se quitó la calza por completo―. A mí no me da vergüenza quedarme en concha. Sabés la cantidad de veces que tuve que vestirme frente a mi mamá porque ella me usa como modelo para sus diseños. Hasta vos me usaste un montón de veces para probar tus diseños de cosplay, y ya me viste la concha varias veces. Pero la tuya… ―volvió a acariciar el pubis de su amiga, y esta vez llegó hasta la frontera delimitada por la tela―. La tuya sigue siendo todo un misterio para mí. 
Erika volvió a estremecerse. Notó cómo los pezones se le ponían bien duros. Sin sospecharlo, Siara había dado con uno de sus puntos débiles. Cuando lee mangas “subiditos de tono” le gusta acariciarse el pubis suavemente, justo como lo está haciendo su amiga. No siempre va más abajo con sus caricias, por lo general le basta con estimular esa zona. Sin embargo ahora el cuerpo comenzó a pedirle más. Le echó la culpa de eso a los turgentes pechos de su amiga. Quizás se había relajado demasiado al amasarlos y ahora su propio cuerpo la estaba traicionando. Para colmo Siara estaba sentada de forma tal que sus conchas podrían estar besándose, de no ser por las finas membranas de tela que las separaban.
En un acto de desesperación Erika atrajo a Siara hacia sí misma. Quedaron en la misma posición que antes, con los dos pares de tetas luchando por ocupar un lugar entre esos dos cuerpos cubiertos por una fina capa de sudor. Para colmo ahora ese contacto húmedo entre pieles también lo podían sentir en las piernas y en la zona del pubis. Especialmente cuando Siara luchó un poco por liberarse. Eso provocó que los Montes de Venus de ambas amigas se frotaran el uno contra el otro… y Erika fue la que se llevó la peor parte, ya que el suyo estaba completamente expuesto. 
“Maldita tanga ―pensó―. Tendría que haberme puesto una que me tapara un poquito más”. Sin embargo a Erika le encantaban esas tangas, no le gustaba que la vieran usando una, pero le parecían sumamente cómodas… y sensuales.
De todas maneras, ahora mismo lo único que importaba era responder a la amenaza de Siara de alguna manera. 
Erika se aferró a las nalgas de Siara, prácticamente hundiéndole las uñas en la carne. Pensó que el culo de su amiga era bastante firme, pero ese detalle era irrelevante y lo apartó rápidamente de su cabeza.
―Soltame, amiga ―dijo Erika―. No solo te lo pido yo, también te lo pide tu culo. ―Erika abrió y cerró las nalgas de su amiga, como si éstas pudieran hablar, y dijo con voz grave―. “No seas tan mala con Erika, ella es muy buenita. No se merece este maltrato”.
―¡Hey! Dejá mis nalgas en paz. Si mi culo hablara, no diría eso.
―¿Y qué diría? ¿Tu culo también tiene secretos? Digame, señor culo de Siara, ¿cuántas vergas entraron por este agujero? “Un montón ―dijo Erika, volviendo a usar su voz grave y caricaturesca―. Como mínimo una verga por semana… y de las grandes ―Siara comenzó a reírse a carcajadas―. Me maltrata mucho, esta yegua se sienta en tantas vergas que después ando todo dolorido”.
―¡Sos una tarada! ¡Yo no hago esas cosas! ¡Mi culo es virgen!
―Mentira ―Erika siguió con su pantomima de hacer hablar el culo de su amiga―. Es una vil mentira. Ni siquiera Dalma se comió tantas vergas como este culo ―Siara volvió a reírse―. Hay que ver cómo se abre de puro gusto cuando le arriman una verga bien cabezona.
―Ay, no… ¡qué dolor! Ni me lo quiero imaginar. ―Siara no quería admitir que el movimiento que su amiga estaba provocándole en las nalgas, también la estaba estimulando más abajo. Para colmo los dedos de Erika estaban muy cerca del centro―. Eso sí que no lo haría nunca.
―Está bien, te creo ―dijo Erika, volviendo a su voz normal―. Y también te digo que si vos me sacás la tanga, yo te meto un dedo en el culo. ―Siara miró a Erika con los ojos muy abiertos―. Sabés que lo digo en serio.
―Lo sé. Sacá las manos de ahí y yo no te quito la tanga 
Erika dudó, pero obedeció. Volvió a poner las manos junto a su cabeza. Para sentirse más segura, Siara la sujetó por las muñecas una vez más.
―¿Y ahora? ―Preguntó Erika.
Siara hizo una pausa, para pensar en una alternativa. 
―Vamos a tener que hacer un trato. Si yo te cuento sobre ese asunto con el semen, vos me tenés que contar lo que sea que estás ocultando.
―Está bien, trato hecho.
―¡Estas cruzando los dedos, pelotuda! ¡Que te puedo ver! 
―Está bien… está bien ―Erika abrió las manos y extendió sus dedos tanto como pudo―. Lo prometo. 
―Bueno, volvamos a los videos y dejemos de perder el tiempo ―dijo Siara.
Ambas se sentaron en la cama y se acomodaron en la misma posición que antes, con Erika apoyando las tetas contra la espalda de su amiga. 
La rutina de revisar videos se restableció. Erika volvió a jugar con las tetas de Siara mientras ésta iba pasando de un video a otro, intentando hacer click en aquellos que tenían mayor similitud. Vieron cuatro videos más y los descartaron rápidamente.
Entretanto a Erika se le dio por ir bajando una de sus manos, ésta se deslizó suavemente por el vientre de Siara.
Cuando inició el quinto video, la mano de Erika ya estaba metiéndose por debajo de la tela de la tanga. Siara se estremeció pero no dijo nada. ¿Hasta dónde pensaba llegar su amiga con esos jueguitos? A pesar de lo extraño de la situación, su cuerpo traicionero le pedía que no la interrumpiera, como si le dijera: “Veamos hasta dónde es capaz de llegar”. 
Los dedos de Erika siguieron deslizándose lentamente por el monte de Venus. Siara notó, más fuerte que nunca, la presión de los pezones de Erika contra su espalda. Además sintió cómo los suyos se ponían más duros. Al bajar la mirada se encontró con que sus tetas parecían más hinchadas de lo normal, y los pezones apuntaban firmemente hacia adelante. La mano bajó un poco más y justo cuando Siara pensó que ya era momento de detenerla, Erika quitó la mano, señaló la pantalla y gritó:
―¡Mirá! ¡Mirá!
―¿Qué? ¿Qué? ―Preguntó Siara, confundida.
En pantalla había una chica acostada boca arriba, la cámara enfocaba la escena desde el punto de vista de la verga que se introducía en su concha lampiña. 
―Sí, la chica es parecida a la del video que tenemos ―dijo Siara.
―¡No, tarada! Mirá abajo… en el rincón… 
Siara dio un salto tan brusco que su espalda chocó contra el mentón de Erika, ésta salió despedida hacia atrás.
―¡Ay, boluda! ―Se quejó Erika―. Casi me arrancás la cabeza.
―¡Perdón, perdón! Es que… no lo puedo creer… este video… tiene que estar relacionado. ―En la esquina inferior derecha se podían ver dos números: 4/7―. Tiene que ser el fragmento anterior al que tenemos nosotras. 

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