Deseo Prohibido. Capítulo Xll:

“Verdad”

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Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4495911/Deseo-Prohibido-Capitulo-Xl.html

Eduardo llegaba bastante cachondo a su casa, solo quería entrar en ella, llevar a Gabriela a su habitación y comerle el coño, para después embestirlo, igual que lo hizo con ese culito estrecho. No obstante, todos sus planes cambiarían cuando al abrir la puerta, observa a Romina. –“¿Y tú?”- preguntó extrañado, la muchacha al verlo acompañado de la rubia se molesta un poco, pero de un brinco se arrima a sus brazos, –“Mamá dijo que podía quedarme a vivir aquí y ser tu mujercita”- contestó rozando sus labios.

Antes de que él o Gabriela dijeran algo, golpean la puerta, Romina deja de abrazarlo y va a abrir alegre. Una figura se asoma en la entrada, era Belén quien había sido invitada por su amiga, para hacer una pijamada. La morocha que vestía con un pequeño top celeste, unos vaqueros y unos tacones blancos, se abalanza a los brazos del maduro y le da un beso en la mejilla dejando marcado sus labios. Esa actitud llamó mucha la atención, tanto en la rubia como en la hija de Lorena.  

Belén: Vaya que te eche de menos, Eduardo. 

Dijo apartándose de él y mordiendo su labio inferior. Romina se acerca confundida, Belén al verla, le da un abrazo. –“A ti también te extrañé, amiga”- le susurró para disimular su atracción por el hombre. Eduardo quedaba pasmado, mirando con ojos grandes a esas tres jovencitas a las cuales por lo menos una vez, había hecho suya. Había tantas cosas que aclarar, pero sin duda, la más urgente era saber ¿por qué Lorena decidió dejar a Romina y no haberle dicho nada? 

Romina: Tío, ¿pasa algo?

Consultó la chavalita, al verlo tieso. 

Eduardo: No, no me pasa nada.

Respondió, todavía asimilando las cosas. 

Eduardo: Pero tú y yo debemos hablar en privado. 

Concluyó, tomando del brazo a la muchacha. Disculpándose con las otras dos adolescentes, el maduro lleva a la hija de su amiga hasta su habitación. Encerrados en ella, la queda mirando fijamente y le pide que le explique con más detalles el motivo por el cual no se fue con su madre. –“Si te soy sincera, a mí también me pilló de sorpresa, cuando bajé con mi maleta ya lista, mamá no estaba y dejó una carta sobre la mesa”- aclaró la tetoncita. 

–“¿U-una carta?”- expresó él titubeando, –“Sí, una carta. En donde dice que se dio cuenta de que yo estaba enamorada de ti y que me apoya”- agregó cortando la distancia con Eduardo, –“¡¿Qué?!”- exclamó el hombre sin creer lo que oía. –“Yo tampoco podía creerlo, es decir, renunció a ti porque yo no le hablaba, en su lugar no hubiera hecho eso”- aseveró rodeando el cuello del maduro con sus brazos, –“Pero le agradezco mucho, porque no te imaginaba como la pareja de mi madre, tí… Digo, mi amor”- sentenció.

La joven abre su boca e intenta besar esos labios que temblaban en dudas, antes de que se conecten, él se separa de ella. –“Pe-perdón Romina”- manifestó, saliendo del cuarto, baja las escaleras de manera rápida y sin mirar a las otras dos, se encierra en su despacho. Abrumado, se cuestionaba la decisión de su amiga, él por una parte estaba feliz de que Romina se haya quedado, pero por otra desconcierto por no saber los motivos de la ida de Lorena. Romina baja y con una sonrisa maquillada, invita a su habitación a Gabriela y Belén. 

Las tres se miraban de forma incomoda, como la rubiecita era una desconocida para las otras dos, Romina le pidió que de forma breve, les contada sobre su vida, sus gustos y sus pasatiempos. Gabriela accedió con el fin de dejar de sentirse desacomodara, la tetoncita escuchó detenidamente cada una de las palabras que expresó su rival. Cuando la rubia terminó, fue su turno de hablar, de manera astuta guardo varias cosas de su vida y solo menciono lo superficial.  

Al finalizar, le tocaba a la morochita exponer sobre su vida, pero Belén andaba distraída, había pasado cerca de un mes de esa maravillosa cogida con el hombre. Solo pensaba en saborear esa polla madura y tenerla dentro de ella. –“Eehh, Belén, te toca”- murmuró Romina moviéndola con su mano, sin embargo, la morochita no reacciona y se queda en silencio, ya que se encontraba imaginando que tenía al lado el miembro de Eduardo, el cual devoraba. 

Deseo Prohibido. Capítulo Xll:


Romina algo confundida, vuelve a hablarle a su amiga, no obstante, era inútil, sus palabras solo eran para el aire. Algo preocupada, comienza a mover a la morochita con desesperación, hasta que esta deja de fantasear con el maduro y le pregunta a su amiga, qué ocurría.

Romina: ¿Qué ocurre? Ocurre que te estaba hablando, porque era tu turno de hablar sobre tu vida y tus gustos, pero tú parecías estar en otro mundo, ya que no me respondías ni reaccionabas. 

Belén: Perdón, ando algo dispersa... Si no les molesta, voy a ir al baño a mojarme la cara...

Romina: Claro, creo que es lo mejor que puedes hacer, para despertar.

La morochita se levanta y entra al baño, mojando su cara, trataba de sacarse esos pensamientos obscenos. Sin embargo, por más que se esforzada, no podía hallar la calma y sacarse de la cabeza, esa verga blanca que la había hecho gozar de una manera maravillosa. Miro hacía la bañera y recordó, cuando se filtró al baño del piso de abajo, mientras el hombre se duchaba, chupándole la pija y luego recibiendo toda esa tranca en su culito que era virgen.  

Su coñito se humedeció tanto que sentía que se había orinado. Sale del baño, antes de sentirse más cachonda, al ver que su amiga parecía estar hablando con mucha confianza y tranquilidad con la rubiecita, baraja una opción para salir de ahí sin que Romina sospeche algo. Se aproxima a ellas con una sonrisa, antes de que su amiga abriera la boca, le comunica que iba a salir un momento, para tomar aire, ya que se sentía agitada  y distraída. 

Romina: Ok… Pero dime, ¿te encuentras bien Belén?, ¿no hay algo que te esté molestando? (Mirando a Gabriela)

Belén: No, nada… Creo que es por el calor que hay. 

Contestó, abanicándose con sus manos. 

Romina: Ya veo, entonces ve amiga, tomate el tiempo que quieras, que yo voy a aclarar unas cosas con la Gabi. 

Manifestó con una sonrisa sínica y abrazando a la rubia, entretanto, Eduardo se había sentado en su silla. Su cuerpo seguía caliente y esa voz impulsiva comenzaba a molestarlo. Diciéndole que tenía tres muchachas disponibles para él y podía divertirse con cada una de ellas. Belén se retira de la habitación, cierra los ojos y suspira, sabía a dónde iba a terminar yendo. Aun así, trataba de resistirse a sus lujuriosos deseos sexuales, sin embargo, esto era en vano. 

Cuando estaba a unos metros de la oficina del maduro, una vez más suspira, resignada va y toca la puerta, escucha unos pasos acercándose, el hombre abre la puerta y al verla queda algo sorprendido. 

Eduardo: ¿Pasa algo, Belén?

La muchacha sentía que sus piernas temblaban, que su cuerpo ardía y que su vulva explotaba en pasión. Ya no aguantaba más, necesita coger con él en ese mismo momento, dando unos pasos hacía el hombre, entra al despacho. 

Belén: Ya no resisto más...

Eduardo: ¿Ya no resistes más?

Belén: Te juro que lo intente, que trate de aguantar, de sacarte de mi cabeza, pero me es imposible... Necesito de tu gran y jugosa verga ahora mismo. 

Sentía un gran alivio al confesar aquello, Eduardo en cambio, estaba en un dilema, pero esa voz traviesa, domaba su cuerpo y lo incitaba a complacer a esa jovencita, que la miraba lascivamente. Cayendo en el control de su lado lujurioso, suelta una pequeña risita, a la vez que cerraba la puerta y coloca el cerrojo. Su verga que no había perdido su dureza desde que estaba en su coche, imaginando las cosas que iba hacer con Gabriela, aunque en ese instante se le hizo más grande, al mirar ese cuerpecito de chocolate.

Eduardo: Sabes, me alegro que hayas venido.

Belén: Ah, ¿sí? ¿Y se puede saber el motivo?

Consultó con una sonrisa coqueta dibujada en su rostro.

Eduardo: Porque desde que te vi entrar, no he dejado de pensar en tu cuerpo ébano y en esos lindos agujeritos que posees.  

Belén: Joder y yo pensaba que ya no querías jugar conmigo.

Eduardo: (Sonríe) ¿Y por qué no querría disfrutar otra vez de tu cuerpo?

Belén: Por la cara que andabas trayendo y esa actitud confusa, imagine que no estabas de ánimo y tal vez te arrepentía de lo que paso hace un mes, pero veo que me equivoque.  

Eduardo: Ja, jamás me arrepiento de las mujeres con las he estado, menos de una con la que tuve un buen revolcón. 

Él termina de cortar la distancia con la muchacha y la besa, mientras sus manos se van directo a las nalgas de ella. Belén, por su parte le desbrochaba el cinturón, para poder quitarle el pantalón y tener entre sus manos aquella polla por la cual estaba ansiosa. No tardó en retirarle el pantalón, introduciendo sus dedos dentro del bóxer, aprieta la polla del maduro y la pajea. Apartándose de la boca de la jovencita, Eduardo sube sus manos y le retira el topcito que llevaba la morochita. Dejando esas tetas redondas disponibles, para él. Las manosea y saboreando su boca, le dice. 

Eduardo: Me encantan tus tetas de chocolates...

Belén: Y a mí tu paleta de carne blanca...

Contesta con picardía.  

Eduardo: (Sonríe) Déjame jugar con tus tetas y después yo te dejaré comer mi polla. 

Belén: Ok... 

Sentándose en el escritorio del hombre, se quita el vaquero que llevaba puesto, quedándose solo con su tanguita. Abre sus piernas y Eduardo se acerca a ella, para jugar con sus senos, mientras soba ligeramente su miembro erecto en la vulva húmeda de la jovencita. Belén se quejaba suavemente, y cada vez que el hombre rozaba su pene con los labios vaginales de ella, aumentaban sus ganas de ser penetrada. 

Belén: Ooooohhhh, mierda... Me chupas las tetas con muchas ganas...

Eduardo: Echaba de menos tu cuerpo, putita...

Murmuró mordiendo esos pezones duritos.

Belén: Hhhhhmmmm... Entonces, ¿por qué no me coges todavía?

Eduardo: Porque me gusta provocarte y que me ruegues para que te folle... 

Belén: Mmmmmhh... Eres malo... Pero tú terminarás rogando por coger mi coñito.

Refutó con seguridad.

Eduardo: ¿Quieres apostar?

Belén: Hmmmm... Pones interesante las cosas... Si yo gano, tendrás que cogerme adelante de Romina y si tú ganas...

Eduardo: (Interrumpe) Tendrás que pasar dos semanas sin ver y tener mi polla... Es decir, dos semanas sin sexo conmigo. 

Belén: ¡¿Estás loco?!

Exclamó con sus pupilas dilatadas. 

Belén: A duras penas resistí un mes, después de esa follada increíble que me diste. Dudo que soporte dos semanas, ahora que voy a volver a tener este troncazo en mi interior.

Eduardo: Tú estás jugando con fuego, es lo mínimo como castigo por retarme.

Belén: Dios... Bien, pero espero que cumplas si yo gano. 

Eduardo: Soy un hombre de palabra.

Era un juego, bastante peligroso para los dos, pero a la vez divertido, ¿cuál de los dos resultaría cómo ganador? Al principio era algo difícil de adivinar, pues ambos se mostraban concentrados y con la intención de ganar. Pero luego de unos minutos, la morochita comienza a tomar cierta ventaja, ya que el miembro del hombre había quedado dentro de la tanguita de la joven y cada roce con esa vagina adolescente lo calentaba más y más. 

Sin embargo, Eduardo no cayó a la tentación y aprovecho aquello que parecía ser ventajoso para la muchacha. Los roces comenzaron a ser más frecuentes, tanto que Belén soltaba nuevamente unos gemidos, perdiendo la concentración y rindiéndose a la lujuria. La morochita confiesa su derrota, sin pensar lo que significaba eso. 

Belén: Tú ganas... Ya no puedo más... La necesito toda adentro de mí...

Eduardo: Sabía que ibas a terminar rogándome, putita. Pero dímelo de nuevo, porque no me convencieron del todo esas palabras.

Belén: (Ríe) Eres malo… 

Ella se allega a la boca del maduro, le muerde suavemente y provocativamente su labio inferior. 

Belén: Por favor mi semental… Coge mi coñito con esa gran herramienta que tienes y llénalo con tu deliciosa leche.  

Eduardo sonriendo, perfila su miembro y la embiste con furia, provocando que la jovencita soltara un grito de placer. Él no deja de taladrar ese chochito hambriento y ella seguía gimiendo con fuerza, mientras trataba de agarrarse de las esquinas del escritorio. 

Eduardo: Hhhhmmmm... Me encanta tu coñito insaciable... 

Belén: (Mordiendo sus labios) Uuuuuhhhmmm... Siempre lo está, por tu polla... 

Eduardo: (Sonríe) Es una lástima que tengas que pasar dos semanas sin térnelo adentro tuyo...

Belén: Oooooohhh, mierdaaa... ¿No podemos anular la apuesta?

Eduardo: No... Sin embargo, podemos cambiar las condiciones...

Belén: Oooooohhh, síííí... Sí, sí, sí, sí, sí... Por favor... Hhhhhhmmmm... Porque no voy a poder soportar dos semanas sin tu maravilla vergotaaaaa.... 

Mientras Eduardo le explicaba a Belén cuál sería la nueva apuesta que ella tenía que cumplir, Romina interrogaba a la rubiecita. No obstante, por más que trataba de sacarle alguna declaración, en donde confesara si había tenido sexo con Eduardo, ella no reveló nada. Gabriela fue astuta y no cayó en las provocaciones de la tetoncita, de hecho solo le causaba más incertidumbres, al admitir que si había estado con un hombre, pero durante sus vacaciones.

La joven rubia al ver el rostro de confusión de Romina, se le acerca y con una sonrisilla traviesa le susurra en el oído, –“¿No me crees? Pues mira esto”-, Gabriela reproduce en su móvil aquel fragmento de su cogida con Tomás. La joven tetona queda atónita al ver que su rival montaba una gruesa polla madura, la cual se le hizo conocida. –“No puede ser”- murmulla pensando en el padre de su amiga, –“A mí también me impresiona que toda esa verga haya cabido en mí”- le comentó Gabriela cachondeándose con el metraje.
  
–“Como puede ver, ya no me interesa Eduardo, quédate con él y cásate si quieres, yo solo quiero ser la perrita de mi papito”- añadió mordiéndole sutilmente su oreja. Al ver que Romina parecía anonadada por ese grueso tronco, Gabriela empezó a maquinar un plan maquiavélico para apartarla de Eduardo. –“Veo que quedaste sorprendida con ese pollón, si quieres puedes acompañarme este viernes y conocer al hombre que posee ese gordo trozo de carne”-

Romina excitada y con su vulva chorreando, no dice nada, separándose de la rubiecita corre hacía el baño. Apenas cerró la puerta, se desbrochó el pantalón para meter sus dedos dentro su coño. –“Ooohh”- exclamó de placer, para luego mover sus dedos en forma circular, jugando así con su clítoris e imaginándose que era follada por Tomás. Que ese grueso pene entraba en su estrecho coñito mientras él le mordía las tetas y con sus dedos penetraba su culito. 

–“S-se-se-ñor… To-To-Tomás”- balbuceo, en un largo suspiro, Gabriela apoyando su oído en la puerta escucha el chillar de la su contrincante, sin duda tenía la oportunidad de oro entre sus manos, para deshacerse de ella. Regresando con el hombre y la morochita, él carga a la muchacha, sin dejar de penetrar su chocho adolescente. Embistiendo con violencia hace que la jovencita grite de placer, Eduardo parecía no importarle que Romina y la hija de su jefe los escuchen. Solo quería satisfacer a esa morochita y su ajustado chochito que cada vez le gustaba más coger. 

Belén: Ooooooohhhh, mierdaaaaaaaa... Me corrooo... Meeee corrooooooooooo...

La muchacha explotaba en un grandioso orgasmo, dejando impresionado a Eduardo, que veía la cantidad de jugo que se encontraba en el suelo y que aún seguía cayendo de esa vagina. Belén que tenía sus manos en la espalda del hombre, comienza a retirarlas lentamente por lo débil que se sentía, pasando sus uñas a rasga levente al maduro. Él decide dejarla descansar en una de las sillas, ella recuperando el aliento, observaba que esa polla seguía erecta y muy dura. 

Belén: (Tomando aire) Es increíble, me acabo de correr de una forma extraordinaria, pero tú todavía no lo has hecho. 

Eduardo: Ya sabes que no me corro tan rápido, pero eso no significa que no lo esté disfrutando.

Afirmó acercándose a ella y dejando su miembro entre sus senos.

Belén: Lo sé mi semental... Por eso haré cualquier cosa que me pidas con tal de coger contigo...

Respondió la muchacha, agarrando sus tetas y apretando el pene de hombre con ellas. De forma paulatina, comienza a pajear el mástil del maduro con sus pechos y a chupar la glande como si fuera un caramelo. 

Eduardo: Ooohhh... Hhhmmm... Ya sabes qué tienes que hacer para que te siga cogiendo, putita...

Belén: (Retirándose el miembro de su boca) Aaahh, no tengas duda que voy a terminar con ese idiota. Apenas mañana regrese a mi casa, me voy a juntar con Rafael y le diré que ya no quiero estar más con él. Aunque podemos hacerlo ahora, me tomó una foto con tu pene y se lo envío con el mensaje, "Lo siento, ya encontré a un verdadero macho que me satisfaga".

Eduardo: Ooohhh... Te dije que no quiero que lo lastimes de esa manera... Solo termina con él, diciéndole que necesitas tiempo para ti y pensar en el futurooo... Una ruptura en buenos términos y no algo que le destroce el corazón.

Belén: Se me va a hacer difícil, no decirle que ya no quiero estar con él, porque encontré un hombre que me coge como nunca lo había hecho otro y que tiene una grandiosa polla...

Eduardo: (Sonríe) ¿Estás lista para continuar?

Belén: Sí… Creo que ya descansé lo necesario, así que hazme tuya de nuevo.

El maduro se aparta de la jovencita y busca entre los cajones de su escritorio un lubricante. Al encontrarlo se acerca a la muchacha con una sonrisa picará.

Eduardo: Quiero coger tu culito, ahora. Espero que no te moleste. 

Belén: (Sonríe coquetamente) Para nada, me encantó cuando me cogiste por el culo... 

Eduardo se agacha y abre el frasco, la morochita se da vuelta y levanta su trasero, el cual mueve de forma provocativa. El hombre admirando esa colita, deja caer lentamente el líquido sobre ella. Luego comienza a masajearla y sentía la suavidad de esas nalgas morochas, estuvo así por unos minutos, hasta que decidió introducir sus dedos dentro del ano. Fue preparando bien ese culito para que reciba su gran mástil, ella entre gemidos le manifiesta que está lista para soportar sus estocadas. 

Eduardo deja de jugar con el culo de la jovencita y esta aprovecha para volver a la posición que tenía antes. 

Belén: Ven acércate y dame ese lubricante. 

El hombre le hace caso a la muchacha, ella con cierta ansiedad y con rapidez, le lubricaba el miembro, ya que no quería perder ni un segundo más. Eduardo, también quería continuar lo antes posible. Al terminar, ninguno dice nada, sabían muy bien lo que tenía que hacer. Él se aleja unos centímetros de la joven, para que ella pudiera levantar y abrir sus piernas. Al ver eses culito pomposo, no tarda en penetrarlo, al principio lo hacía lento y Belén suspiraba en voz baja.

–“Que vergota más rica... Mi culo la ama, así que métemela toda de una vez...”- manifestó ella, no obstante, Eduardo no le hizo caso, continuaba cogiéndola a un ritmo lento y solo metiendo la mitad de su pija. Sin embargo, al paso de unos minutos él aumenta el ritmo sin darse cuenta. Los gemidos de Belén también incrementaban y él no quería parar, pensaba que ese culo cada vez era mejor. 
Morocha


Belén rendida al placer, trataba de callar sus gemidos. No porque ella quisiera, sino porque Eduardo se lo solicitó, para que Romina no se enteré de lo que ellos hacían. A pesar de intentarlo, todos sus esfuerzos parecían ser nulos, ya que el hombre le insertaba la polla como si fuera un animal salvaje. La morochita si bien estaba acostumbrada al ritmo de Eduardo, se cuestionaba por la intensidad que usaba, aun así, no iba a quejarse, ya que le encantaba lo que estaba sintiendo. 

Y no estaba equivocada al pensar que había algo extraño en el hombre, él mismo reflexionando mientras embestía con fuerza y furia ese culo moreno, se decía, –“Es increíble este culo, ¿pero por qué no lo disfrute así antes?, ¿por qué ahora me siento loco por él? No, no es solo su culo, siento que me encanta todo de ella, ese par tetas, su chocho hambriento, su culo lujurioso, su cuerpo sensual y su boca adictiva. Siento que ahora, puedo escaparme con ella y formar una vida juntos en otro país”- 

–“Tal vez no es una mala idea después de todo, ya que siento que esta putita me satisface mejor que nadie, aunque... Pensándolo bien, también está Gabriela...”- añadió confundido.  

Belén: Ee... E... Ed... Eduar... dooooooooo... 

Balbuceaba la joven, el maduro deja de pensar y la mira. 

Eduardo: ¿Qué sucede putita? ¿Quieres que lo haga más rápido? Porque puedo hacerlo si tú lo deseas amor. 

Belén: Nnn... Nooooo... Eeeestán... Tocando el timbreeeeeeeee...

Sin embargo, Eduardo no se detenía con su cogida, Belén sorprendida, le pregunta. 

Belén: Hhhhhhmmm... ¿No vas a ir a abrir?...

Eduardo: No... ¿Para qué?... ¿Para interrumpir esta follada? Dejemos que toque todo lo que quiera, si es algo importante, van a esperar hasta que terminemos...

Aquella situación colocó más cachondo a Eduardo, provocando que sus estocadas fueran más fuertes y profundas. La muchacha no resistió por mucho, volviendo a experimentar un orgasmo. Gabriela al escuchar que tocaban el timbre sin parar, decide bajar al primer piso e ir abrir. Por otro lado Romina continuaba jugando con su sexo, como Eduardo que seguía cogiendo ese culo morocho, parecía que entre más tocaban el timbre más se prendía el hombre y Belén gozaba de aquello. 

–“Eduardo, ¿por qué no has abierto la puerta? Están tocando, ¿qué no escuchas?”- expresó la rubia bajando las escaleras. Tras oír aquello, el hombre lleva sus manos a la boca de Belén, quien ya no podía ahogar sus gritos de placer. De esta forma, él algo nervioso pudo responder, –“Es que estoy ocupado mi Gabi”-, la muchacha abre la puerta y observa a una impaciente Piero, quien tenía la intención de pasar e ir donde Eduardo, pero no puede hacerlo, ya que queda sorprendido al ver a la hija de su jefe. 

Gabriela: ¿Piero? ¿Tú qué haces aquí?

Piero: E-eso mismo me pregunto de ti, Gabriela, ¿qué carajos haces aquí?

La muchacha suelta una pequeña risilla que confunde más al hombre, luego le dice que estaba en una pijamada. –“¿Pi-pijamada? ¿Con Eduardo?”- señaló titubeando, –“No, solo se coló a la mía”- se escuchó de lo lejos, Piero al ver a Romina, queda embobado y totalmente liado, ya no comprendía absolutamente nada. Romina al darse cuenta que él, no le sacaba los ojos de encima, le preguntaba con inocencia e ingenuidad, si le ocurría algo. 

Piero trata de hablar, pero no le salían las palabras, Gabriela aprovechando la presencia de la tetoncita, decide dirigirse hasta la oficina del hombre, dejando a solas a Piero con Romina. Ella nuevamente mira al hombre y esta vez le pregunta si quería pasar o quedarse ahí afuera esperando. El ex amigo de Eduardo cierra los ojos por unos segundos y le responde que le gustaría pasar y si le podía traer un vaso de agua, la jovencita lo deja pasar y dándose vuelta camina a la cocina, mientras le comenta que iría por el vaso con agua. 

Piero abre sus ojos y contempla la cola de la muchacha, diciéndose a él mismo, –“Madre de Dios, esta pendeja no deja de colocarme nervioso, con solo ver su voluptuosa figura ya se me ha parado”-, Gabriela llega al despacho, trata de abrir la puerta, para avisarle a Eduardo, que Piero andaba buscándolo, pero se da cuenta que estaba cerrada. Ella quería tocar, sin embargo, antes de hacerlo unos ruidos, llamaron su atención. 

Acerca su oído a la puerta y escucha el sonido que se producía cuando el pene del hombre entraba y salía del culo de la morochita, la silla moviéndose y además de unos gemidos que a pesar de ser ahogados, se escuchaban levemente. 

Eduardo: Dios... Estoy cerca...

Belén: Mmmmhh... Mmmmhhh... Nnnnggghh...

Gabriela algo extrañada, golpea la puerta. 

Gabriela: Eduardo, ¿estás ahí?

El maduro agitado, le hace la señal a Belén para que siga guardando silencio, sin dejar de ensartar su polla en el ano de ella. 

Eduardo: S-sí, Ga-Gabriela.

Gabriela: Puedes abrirme por favor. Tengo que decirte algo que de seguro no te va a gustar. 

Eduardo: Hhhmmm... Es... Espera unos minutos... Estoy terminando un trabajito... Ve al salón que salgo de inmediato. 

Gabriela: Ok...

Eduardo piensa que Gabriela le había hecho caso, pero la muchacha no mueve de donde estaba. Belén jadeando, le dice al hombre.

Belén: Me encanta sentir la adrenalina de ser atrapados teniendo sexo... Y yo sé que a ti también... Ya que tu verga se hace más dura y grande... Hhhhhmmm...

Eduardo: Oooohhh... Claro que me encanta sentir el morbo de ser encontrado cogiendo contigo... Solo saber que están a unos metros de verme ensartando mi polla en un coñito o culo de una jovencita, me vuelve loco...

Finalmente, el hombre da sus últimas estocadas y se corre dentro de ese culo. Dejándolo bien lleno, él se acerca a la boca de la muchacha y le da un beso muy apasionado, ella sabía que él podía seguir embistiéndola con esa pija que tanto le encantaba. 

Belén: A pesar de correrte, aún la tienes dura... 

Eduardo: Putita... Hoy me tienes hipnotizado y podría cogerte todo el día, sin embargo, creo que hay un asunto que debo atender.

Belén: Olvídate de eso y solo cógeme, mi semental.

Eduardo: Cómo me gustaría hacerlo, pero no puedo. Entiéndeme, por favor.

Belén: (Suspira) Una lástima.

Ella se agacha y se mete en la boca esa polla, limpiando el resto de semen que quedaba en ese tronco maduro. Luego ambos se visten, para salir, sin embargo, al abrir la puerta los dos quedaron sorprendidos al ver a Gabriela parada en frente de ellos. Aunque rápidamente el rostro de la morochita cambio a uno travieso, la idea de pensar que esa muchacha los escucho teniendo sexo, la excitaba. Por otra parte, Eduardo sentía algo de miedo por la reacción que podría tener la hija de su jefe y tartamudeando dice.

Eduardo: Ga... Ga... Gabriela, ¿qué haces aquí? Creo haberte dicho que me esperes en el salón. 

Gabriela: Sí, pero quise esperarte aquí.

La rubiecita se acerca al maduro e ignora a Belén, ella sabía lo que habían hecho ellos dos, pero no era tonta para armar una escena de celos. Aunque estaba molesta y dolida, supo controlar sus emociones, limitándose a susurrarle en el oído al hombre.

Gabriela: Más te vale no haber gastado toda tu energía en esta puta. 

Eduardo: N... No te preocupes, tengo energía para trabajar contigo...

La morochita sonriendo se acerca donde Gabriela, las dos se quedan mirando con una sonrisilla burlesca. Eduardo interrumpe aquella escena que le era algo incomoda y a la vez divertida y placentera. Los tres caminan hasta el salón, donde encuentran a Romina hablando con Piero. La muchacha al ver a Eduardo, acompañada por su amiga y la rubia, no pudo evitar sentirse celosa, así que se levantó del sofá en el que estaba sentada y va a abrazarlo. 

Piero al ver a Eduardo rodeado por tres muchachas bellas, se queda en silencio y perplejo. Por un lado sentía envidia y por otro, admiración, pues aquellas chicas parecían estar completamente seducidas y atraídas hacía su ex amigo. 

Eduardo: ¿Tú qué quieres ahora?

Piero: Tú dijiste que podíamos hablar a la salida y como supe que te dejaron salir antes, vine a verte. 

Eduardo: (Confundido) ¿Yo dije eso?

Piero: Sí... ¿Acaso lo olvidaste? 

Entonces Eduardo, comienza a recordar y se daba cuenta que Piero no mentía, él había dicho aquello, mientras Gabriela le comía la polla en la oficina. 

Eduardo: Bien, dijiste que ibas hacer breve, así que espero que cumplas con eso. 

Piero: Descuida, lo seré. Aunque me gustaría discutir en privado contigo. 

Eduardo mira a las jovencitas, ellas comprendían que debían irse, así que se apartaron de él y sin decir nada, subieron las escaleras para encerrarse una vez más en la habitación de Romina. Tras oír la puerta cerrarse, él mira a Piero y le pide que sea directo.  

Piero: (Suspira) Lo primero lo que quiero decirte, es perdón... Perdón por haberme metido con Victoria y no haber sido sincero contigo, confesarte que ella me volvía loco. Bueno, hasta que conocí a tu amiga, Lorena hizo que me olvide totalmente de Vicky, sin embargo, ya te había traicionado. Sé que va sonar hipócrita pero yo creo que ya he pagado suficiente por haberme metido con Victoria. 

Eduardo queda confundido con los dichos de Piero. Poco a poco fue recordando que Lorena había estado muy cerca de Piero los primeros días y que ella descubrió que Vicky le era infiel, porque estaba precisamente con él, en ese instante todo se le hizo más claro y conectando ciertas piezas, preguntó algo cabreado.  

Eduardo: ¿Tú y Lorena?

Piero: Supongo que no te lo dijo, ella y yo, tuvimos una corta pero linda relación, jamás había sentido eso por una mujer. Ya sabes, siempre había sido un mujeriego... 

Eduardo: ¡Mientes!

Enunció molesto y cerrando sus puños.

Piero: Bueno, quizás exageré con decir que tuve una relación con ella, pero cogimos y para mí ha sido la mejor de todas.

Sin que él se lo espere, Eduardo le da un golpe en el rostro.

Piero: E-E-duardo…

Tartamudeó sorprendido.  

Eduardo: Hijo de puta, no te bastó con Vicky, sino también querías aprovecharte de Lorena. ¡No te quiero ver nunca más aquí y olvídate de ella!, una basura como tú, no merece ni siquiera verla. 

Piero: Pe-pe-pero… 

Eduardo: Cállate y vete.

Piero: E-Edu…

Eduardo: Que te largues, si no quieres que te saque a patadas. 

Piero sin más opción, obedeció y salió de la casa, todos los gritos habían sido escuchados por las jóvenes. Las tres estaban asombradas y ninguna rompía el silencio abrumador del ambiente. Eduardo estaba hecho una furia, pero justo entonces otra visita inesperada recibiría, esta vez era nada menos que su hermano mayor. –“A… ¿Álvaro?”- balbuceó atónito, –“Vaya hermanito, veo que aun sigues peleándote con todo el mundo por Lorena”- contestó el otro sonriendo.
 
Eduardo: ¿Qué carajos haces tú aquí?

Álvaro: Viene a visitarte hermanito, ¿Acaso no puedo?

Eduardo: Oh vamos, déjate de broma que no estoy de ánimos. Tú nunca vienes a visitarme y cuidosamente hoy te bajó el amor de hermano.

Álvaro se paró enfrente de Eduardo, ambos intercambiaban miradas después de mucho tiempo. –“Oí que te ibas a casar, Edu. Pero no debo ser adivino para darme cuenta que eso no va a pasar porque sigues enganchado a Lorena”- expresó el mayor de los hermanos. Eduardo perplejo se quedaba callado, en esos segundos de silencio, Romina bajó cautelosamente las escaleras, siendo así vista por Álvaro que quedó abrumado con la figura de esa joven. 

–“E-ella es…”- antes de terminar la frase, Eduardo le dice que era Romina, la hija de Lorena. Álvaro miró de pies a cabeza a esa muchacha y tras tragar un sorbo de su saliva, suspira. –“Vaya, está hecha toda una belleza la chica”- dijo mirando a su hermano, a pesar de la gran impresión que causó la chica en el hermano mayor de Eduardo, este no le dice nada y le pide a su hermano que lo acompañe por unas copas, ya que tenía que hablar algo delicado en privado. 

Ambos salen de la casa, Eduardo solo le sonríe a Romina, no entendía el motivo por el cual seguía a su hermano, pero por primera vez, veía en él una actitud madura y que quería hablar. Al llegar a un bar, Álvaro pide el trago más caro, tanto para él como para su hermano, Eduardo no dijo nada, estaba completamente en silencio, tratando de asimilar todo. Tras que su hermano mayor le sirviera, Eduardo rompe el silencio, preguntando por sus sobrinas, –“Mis niñas ya migraron de casa”- contestó entre risas. 

Eduardo no podía dejar de sentirse incomodo, por lo que el primer trago se lo bebe de una. Álvaro al verlo así, sonríe y luego de un minuto de silencio, le pide perdón por todos los años en que fue un idiota con él. Estas palabras dejaban más desconcertado al hermano menor, sin embargo, antes de que dijera algo al respecto, Álvaro continúa, –“Siempre busque la aprobación de papá y de mamá, porque pensé que era el único modo de triunfar y de ser feliz”- 


–“Ya sé, que fui un idiota y eso me quedó claro cuando mamá quería involucrarse en la educación de mis hijas. Soy consciente que no he sido el mejor padre, pero dejar que mamá les haga pasar el infierno que tú y yo pasamos, era para que me coroné como el peor padre del mundo”- cerró tomando su trago y sirviendo otro a los dos, Eduardo empezó a sentirse más relajado, veía sinceridad en los ojos de su hermano y en sus palabras. 

–“Fue cuando dejé de hablar y visitar a nuestros padres, no quería que se metieran con mis niñas. No obstante, hace poco les hice una visita, me trataron de lo peor, a pesar de aquello, soporté sus insultos, solo para que me aclaren algo”- afirmó, volviendo a tomar el vaso de alcohol y sirviéndose otro. –“Te preguntarás, ¿cuál era la intriga que tenía? Bueno hermanito, resulta que mi mujer encontró una carta entre en un álbum de foto que pertenecía a Alba”- expresó serio.

 –“¿A-Alba?”- dijo descolocado Eduardo, –“Sí, Alba. Mi compañera de universidad que murió junto a su pareja hace unos años atrás. Bueno esa carta fue escrita por la mamá de Lorena hacia la madre de Alba, y en ella se mencionaba nada menos que tu querida amiga, era hija de nuestro padre, por ende es nuestra hermana”- esa declaración dejó helado a Eduardo, quien dejó caer el vaso que tenía en su mano al suelo, quebrándose en mil pedazos.  

Eduardo: (Atónito) ¿Qué?

Álvaro: Como escuchas, Lorena, la chica que has amado desde niño, es nuestra media hermana. Sin embargo, ahí no paran las sorpresas, porque resulta que Alba, también era nuestra hermana. 

Eduardo: A… Alba… 

Dijo temblando y llevando sus manos a la cabeza, todo eso era una completa locura, Álvaro lo abrazó y le dijo que sabía que era difícil de digerir todo aquello, que a él también le costó, pero que no podía ocultarle esa verdad. Si bien esas noticias eran impactantes para Eduardo, en realidad lo que más lo acomplejaban en ese instante, es que él se había metido con sus dos hermanas. Alba fue la primera vez de Eduardo y con quien folló en un par de oportunidades más. 

Las horas pasaron y la noche floreció acompañada de estrellas y una luna llena, Eduardo que había estado toda la tarde tratando de comprender todo lo que le relevó Álvaro, finalmente tomaba el valor que le hacía falta y llamaba a Lorena. Tenía que decirle lo que se acababa de enterar, no obstante, no obtiene respuesta de su amiga. Él insiste y de tantas, ella le coge la llamada, tratando de sonar calmado, le pide que hablen por un momento, sin embargo, se percata que ella no estaba en condiciones de hacerlo, se escuchaba agitada y de fondo una especie de nalgadas.

Comprende que ella no estaba en condiciones de hablar, así que se despide de ella diciéndole que la llamaría al otro día. Tras soltar aquellas palabras, él regresaba a su casa. Al entrar, recuerda que tenía un trio de jovencitas en su hogar, pero no tenía ánimos para atenderlas ni hablar con ninguna de ellas, solo quería acostarse en su cama y cerrar los ojos, para poder sacarse ese sentimiento amargo en su boca de saber que su querida Lorena era su hermana. 

Y, eso hace, va directo a su dormitorio, en donde se quita los zapatos, para proceder a desvestirse. Colocándose su pantalón de pijama, se recuesta cayendo en los brazos de Morfeo. Eso hasta que empieza a sentir unas acaricias, no quería abrir sus ojos e interrumpir su sueño, sin embargo, algo suave y húmedo rozó cerca de sus glúteos. Asustado se sienta de golpe en la cama, entonces se percata que hay un bulto entre sus cobijas. 

Tirando las sabanas al piso, se da cuenta quien estaba debajo de ellas, era Romina, quien le lamía los huevos e iba allegando sus manos para sostener ese mástil erecto. Sin decir nada, ella continúa moviendo su lengua en círculos y comienza a pajearlo. Eduardo perplejo se queda solo observando el actuar de la muchacha, ella al no escuchar alguna queja, sigue y le da una lamida desde esas pelotas hasta la glande. Para finalmente introducirse toda esa polla en su garganta de forma lenta. 

–“Uuufff, uuuuuhhhgg”- exclamaba en voz baja el maduro contemplando como esa jovencita tragaba su miembro completo y luego se lo retira. Sonriendo pícaramente, la joven se sienta en la cama, acerca sus labios a los de él y hace que se rocen con ternura antes de zampársela. Eduardo enroscando su lengua con la muchacha, olvida por completo esa verdad que lo estaba agobiando. Sus salivas se mezclaban, formando una melosa y estimulante combinación.   

El hombre de forma tímida allega sus manos a ese cuerpecito juvenil, tenía todavía dudas, no obstante, cada vez que sus lenguas se tocaban, él se daba cuenta que tanto Gabriela como Belén no era nada más que diversión pasajera y que Romina en cambio era capaz de lograr lo que era imposible, hacer que se olvide completamente a Lorena. Acariciaba con una mano su cabello y con la otra descendía por esa espalda lisa hasta llegar a ese pomposo trasero. 

Él empezó a morder la boca de la jovencita y a ella le brillaban los ojitos, a la vez que volvía agarrar ese miembro maduro. –“Oooohh, pa-pa-pi”- balbuceó la muchacha totalmente ida, Eduardo se sintió incomodo con esas palabras, así que le pidió que no lo vuelva a llamar así, Romina se disculpa y en sus pensamientos concluye, –“Dios mío… Estoy delirando de la calentura. Desde que vi ese vídeo de la zorrita rubia, no he sido capaz de sacarme de la mente esa verga que la empotraba y menos en dejar de pensar que era el señor Tomás”-     

El hombre estruja esas gordas tetas y pellizca sus pezones, entre tanto su pene que se escapa de esos finos dedos, se coló entre los muslos de ella y sutilmente fue sobándose con esos empapados labios vaginales. La joven no resistía más, necesitaba tener ese trozo de carne penetrándola y se lo susurra al maduro. Él acomodándose va introduciéndoselo de forma pausada, -haciendo que ella suelte unos tiernos y profundos suspiros-, sin dejar de jugar con sus pezoncitos.  

Romina: Jo-jodeeeerrr… Más, más, máááásss… 

Afirmó, teniendo casi la mitad de ese tronco dentro de ella. Eduardo la besaba una vez más y aquel intercambio de baba se sentía más excitante que el anterior, al grado de que no quería dejar de entrelazar su boca con la de chavala. En su desvarío, ella piensa que ese hombre que le devoraba cada centímetro de sus labios, no era otro que Tomás, su obsesión por él, no había dejado de incrementar. Revivía aquel momento en que le robó un beso y experimentó un gozo impresionante. 

–“Pe-perdóname tío… Pero no puedo dejar en pensar en el padre de mi amiga, lo deseo tanto como a ti, quizás más, porque aún no he sido suya y mi cuerpo anhela ser embestido por su gorda y hermosa polla”- expresó en su cabeza, soltando un gemido. Eduardo por su parte, comenzó a ir más profundo y, a aumentar el movimiento de su pelvis. La muchacha dejaba sus manos en los hombros del maduro y resistía con placer cada una de esas estocadas.

El deslizamiento de su tranca por esas estrechas paredes vaginales hasta chocar con la matriz era algo único, sin duda, el coño de Romina era el que mejor se adaptaba y se acoplaba a la verga del hombre. Los dos estaban entregados al frenesí del disfrute, cada movimiento y embestida era simplemente maravillosa. Olvidándose completamente de que Belén y Gabriela se encontraban en la casa, sus jadeos y aullidos fueron in crescendo, hasta ser percibidos por toda la vivienda.
 
–“Ro-Romi… Esto se siente mucho mejor que la vez anterior, ¿verdad? Eso se debe a que hoy estamos haciendo el amor”- susurró, mordiéndole el lóbulo. –“Así que sí, mi niña… Me tienes entre tus manos, me has enamorado con este cuerpecito sexy que tienes y esa boquita traviesa”- añadió coquetamente, sin importarle que esa muchacha fuera su sobrina y prima al mismo tiempo. La jovencita por su parte, despertó de su ilusión al escuchar esas palabras, llena de felicidad, sus labios no tardaron en volver a estar apegados en los de él y besándose como si el mundo se fuera a acabar.

Romina no se dio ni cuenta, cuando llegó al orgasmo, solo sintió que su mente se le nubló y su cuerpo se regocijó. Dejándola acostada en la cama y retirando su miembro de esa vagina, él decide darle un pequeño descanso. Él se levantó y al verla respirar agitadamente con su cabeza hacía el suelo, decide allegar su tronco donde ella. La muchacha gustosamente inicia a mamar ese pene que amaba comer, mientras que Eduardo amasaba sus senos. 

tetonas


Eduardo: Eso es, come mi verga, que es la única paleta de carne que comerás en tu vida.

Murmulló entre suspiros, la joven sin dejar de abrazar esa pija con sus labios, asegura en sus pensamientos que se equivoca, que ella ha tenido en su boca otra paleta, la que le enseñó a mamar y aunque ellos empiecen algo, sus ganas de saborear ese grueso caramelo de nuevo, no iba a desaparecer. Él seguía deleitado de esa garganta y cómo soportaba todo su trozo dentro, pero sin aviso previo, ella se retira toda esa tranca dejando solo hilazas de saliva y fluidos pre seminal. 

Eduardo confundido iba a preguntarle el porqué se había detenido, sin embargo, antes de que abriera la boca, la hija de su amiga, le dio una larga lamida a su tronco y luego fue jugando con esos huevos, tal como lo hacía antes de que él se despierte. Los chupeteaba, lamia y besaba sin parar, mientras con sus manos masajeaba ese tallo venoso que de poco inicia a palpitar. Dejando un delgado hilo colgado de sus labios, sonríe, a la vez que se relame los labios.

El hombre sentía una ligera pero agobiante desesperación, quería sentir esa boquita comiendo su tronco otra vez y estallar dentro de ella. No obstante, la joven se limitaba a darle unas largas lamidas, desde la base hasta la cabeza, provocándolo cada vez más. Él sin más opción, agarra del cuello a la muchacha, estrangulándola hace que abra su boca y así deposita su rabo dentro de ella. Romina en vez de estar molesta, le encantaba que la trataran de esa manera.

Solo bastaron 3 embestidas hondas, para que él soltara sus descargas, rellanando esa boca hambrienta, bramé muy fuerte. Se separa de ella, retira paulatinamente su tranca, extendiéndose una gruesa hilaza de baba y esperma, que cae en lo largo del rostro de la muchacha. –“Uuufff… E-eso fue increíble, tío”- dijo con su voz entre cortada y degustando el semen entre sus dientes. –“Y lo mejor es que esto solo está comenzando”- murmuró él, aproximándose donde ella. 

Eduardo: Podrías levantar ese culo hermoso que tienes, para que me divierta con él. 

Romina: Tío, sí que eres guarro, al hablarle así a una señorita. 

Eduardo: Vamos, no te hagas la mojigata ahora, yo sé que te mueres por tener mi verga clavara en el culo.

Manifestó viendo como la jovencita se sentaba en la cama.
 
Romina: Sí, pero por más que quiera, no te daré mi culito hoy. 

Contestó arañando suavemente esa pija que tomaba fuerza nuevamente. 

Eduardo: ¿Por qué no? 

Romina: Es el castigo que te mereces por tener un romance con mi madre y jamás habérmelo contado. 

Eduardo: ¿Para qué te lo iba a decir? Cuando nos revolcábamos tú eras una niña.

Romina: Pero su último encuentro amoroso fue hace un mes, lo más fácil me hubieras dicho que te gustaba mi madre o que tuviste algo con ella, para que no los encontrada y me sintiera traicionara. 

Argumento algo molesta.

Eduardo: Lo sé preciosa, fue un gran error y lo que más me dolió es que tú te hayas alejado de tu madre, cuando ella siempre ha querido lo mejor para ti. 

Romina: Sí, por eso la perdone y también quiero que sea feliz. 

Eduardo: Eso me alegra y aunque sea incomodo al principio, ver a mi mejor amiga como suegra, sé que me acostumbraré. 

Susurró, dándole un piquito a la joven, que seguía saboreándose la boca. 

Romina: ¿En serio quieres que sea tu mujer? 

Eduardo: Sí. 

Romina: Entonces tengo que confesarte algo, para que no te pille de sorpresa como a mí, lo tuyo con mi madre. 

Eduardo al escuchar esas palabras queda inquieto, la joven guardo por unos segundos silencio haciendo que todo se vuelva algo más tenso y luego suspira. 

Romina: Quiero que sepas, que no eres el único hombre de mi vida.
 
Esas palabras fueron haciendo un déjà vu en la memoria de Eduardo. 

Eduardo: ¿Co-Co… Cómo?

Romina: Hace dos años atrás aproximadamente, conocí a Vanessa, mi amiga que me ayudaba con lo de Luxure, Ella llegó a París junto a su familia y aunque en ese tiempo yo ya te amaba con locura, me obsesione con el padre de Vanessa. 

Eduardo: Ro-Romina no jodas, no me vengas a decir que tú y ese tipo ahora son amantes.
Expresó cabreado. 

Romina: No, tío. Él y yo jamás hemos tenido sexo y no lo veo desde ese viaje, aunque… 

Eduardo: ¡¿Aunque qué?! 

Romina: Aunque, con él aprendí a dar mamadas. 

Respondió tímidamente, encogiendo sus hombros, como si de una maldad inocente hubiera hecho. Eduardo se quedaba pasmado en la cama, sentía cierta rabia, pero no podía enojarse con ella, porque estaba siendo sincera, no como él, que ha callado siempre, ya sea su amor y obsesión por Lorena o sus encuentros con Belén y Gabriela. 

Eduardo: (Suspira) Eso explica porque eres tan buena chupando, debo felicitar a ese cabrón por enseñarte tan bien. En fin, gracias por ser sincera, pero preferiría que nunca más toques este tema.

Comentó acercando su boca a la de ella y agarrando su cintura.

Romina: Tío… No te molestes, pero si te confieso esto, es porque quiero volver a ver a ese hombre, tener de nuevo entre mis labios su bella y gorda polla, finalmente, cabalgársela. 

Esa revelación, sí que molestó al hombre, quien se separó de ella. 

Eduardo: ¿Pero qué dices Romi? ¿Acaso no te basta conmigo? 
 
Romina: Sí tío, no obstante, por solo una vez, quiero ser empotrada por el padre de mi amiga. Porque por más que quiera, no soy capaz de sacármelo de la cabeza. 

Eduardo: Estas loca. 

Señaló, moviendo su cabeza frustrado, antes de que dijera algo más, su celular suena, lo coge y al ver que era Piero quien le hablaba, quedó desconcertado. –“Gracias, muchas gracias, hermano. Juro que te devolveré este favor, haciendo muy feliz a Lorena”- leyó en voz alta y dándose cuenta que alguien desde su móvil le había enviado la dirección de la Milf, acompañado de las palabras, –“No eres de mi agrado, pero reflexionando quiero que mi amiga sea feliz, solo por eso te ayudo, ve y recuperada”-    

Confundido levanta su mirada y ve que Romina se delataba sola con el nerviosismo que transmitía. –“Romina, ¿qué has hecho?”- preguntó enojado, la muchacha le explica que quería que su madre sea feliz y quizás Piero era esa persona. Eduardo molesto le pide que se vaya, la joven obedece, sin embargo, antes de que salga, él afirma, –“Creo que me precipité con decir que me había enamorado de ti, solo eres una pendeja caprichosa y malcriada. Jamás serás como tu madre”-

Esa declaración la deprimió, cerrando la puerta, la luz del sol iban asomándose en la ventana del hombre, sin que se dieran cuenta ya había amanecido. Él se levanta y camina hasta el baño, en donde toma una ducha. Romina por otro lado, se recuesta en su cama, al lado de ella dormía Belén, en la siguiente habitación estaba Gabriela, que al escuchar la puerta cerrarse, abre la suya y mirando al cuarto del maduro, sonríe.    
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¿Pensaban que solo la familia de Bruno ocultaba secretos? En esta recta final de Deseo Prohibido, muchas cosas saldrán a la luz. Espero que hayáis disfrutado del relato y muchas gracias a quienes apoyáis.

1 comentario - Deseo Prohibido. Capítulo Xll:

ClonAngeluzMage +1
Eduardo al final se convirtió en lo que más odiaba, en su tío. 😡
No me extrañaría que Tomas ponga en 4 a Bruno y se lo termine follando en alguna de sus sesiones. 😆
LyonF8 +1
Si esperas eso de Tomás y Bruno, lamento decepcionarte de inmediato 😂, algo va a evitar que ellos sigan hablando, solo puedo decir de adelanto. Sobre Eduardo, es como Anakin Skywalker😅se transformó en lo que juro destruir, aunque todavía hay una verdad que lo puede hacer recapacitar.