Espiando a mi mujer 1

Mi mujer y yo nos llevamos muy bien en el sexo. Si bien no somo una pareja abierta, no nos controlamos mucho el uno al otro. Tenemos la confianza suficiente para hablar de cualquier tema, incluso la infidelidad.
Yo he tenido mis noches locas con gente conocida. Alguna despedida de soltero que se fue de las manos. Un trío que no pude dejar pasar. Pero jamás recibí una acusación de mi esposa y jamás mezclé sentimientos con placer.
Hace poco menos de un año yo trabajaba desde casa. Me aburría un montón. Mi esposa es fisioterapeuta y tenía un consultorio con 2 socios. Uno era un viejo mala onda que apenas me saludaba cuando asomaba por ahí. El otro era un preparador físico de 30 años y rescatista. Está de más decir que tenía un cuerpo privilegiado, alto, musculoso y todo tostado por el sol. En fin, tenía mucha facha.
Emilio era muy copado. Siempre me daba charla y consejos cuando nos cruzábamos.
Un día me cuenta mi esposa que Esteban, el mala onda, había dado covid positivo, por lo que después de realizar todas las precauciones, me dijo que sus pacientes los iba a atender ella. Eso involucraba más dinero, pero también más horas de trabajo.
Yo me sentí apenado por ella y decidí ir a llevarle una sorpresa. Cuando llegué al consultorio me extrañó verlo cerrado. Yo tenía una torta en los brazos y pensé en entrar y dejarla en la heladera antes de llamar a Virginia, mi esposa. Busqué entre mis llaves la del consultorio que tenía para emergencias y entré.
Ni bien puse un pie adentro escuché gemidos de mujer... de mi mujer!
Me acerqué sin hacer ruido y los vi en un box. Sobre la camilla estaba desnuda ella, con las piernas abiertas, mientras Emilio le comía la concha y la manoseaba por todos lados con las manos aceitadas.
Me quedé duro... en todo sentido. Quise moverme, interrumpir, decir algo, pero estaba petrificado y excitado.
Cuando Vir acabó en su boca, él la dio vuelta y empezó a pasarle las manos por el culo y jugaba con un pulgar en su agujero. Ella levantaba las caderas y lo dejaba hacer como una gata mimosa. Emilio la culeaba con ese dedo hasta que no pudo más, se trepó a la camilla y la penetró desesperadamente. Hacían tanto ruido que podría haberme pajeado a su lado y no me hubieran notado.
Él le taladraba la concha con la energía y la concentración de un deportista y ella gemía con la dedicación de una puta cara.
Unos pocos minutos después el dijo:
- Voy a acabar!
- Dámela en las tetas!
Virginia se arrodilló en el piso y él se la sacudió hasta largar unos gruesos chorros de semen en sus tetas, cuello y cara. Ella no tuvo reparos en chupar y limpiar esa gran pija aun dura con placer.
E- Ufff... Que bueno que estuvo!
V- Sí! Sos un potro Emi! Y tenés una pija divina! Me cogiste muy duro!
E- Y vos sos una diosa! Que pena que no me dejes comer esa cola hermosa!
V- Perdón señor, pero yo no entrego la cola en la primera vez!
E- O sea que va a haber una segunda?
V- Mmmm... puede ser! Jajaja
Los dejé seguir hablando y vistiéndose. Aproveché ese momento para escapar. Con mucho cuidado salí, cerré la puerta y me fui hasta mi auto. Me pajeé furiosamente, me limpié y le escribí un mensaje a mi mujer: "Puedo pasar a llevarte una torta para merendar?" Unos minutos después me llegó su respuesta: "En unos 15 minutos me libero amor!"
Sí, sacate el olor a leche, pensé.
Cuando me bajé del auto cumplido el plazo, me di cuenta de algo... Había dejado la torta adentro!

Fin de la 1ra parte

3 comentarios - Espiando a mi mujer 1

fernand77
Muy bueno!! Vamos con la segunda capo
Shiwwo1
Interesante final¡¡¡¡ buen relato ¡¡