La cerda de mi madre (2)

Cuando creía que podría recuperar a mi madre de siempre, Lucas vuelve para asegurarse de que mi madre permanezca como "la reina de las pollas"
Saludos a todos. En el relato anterior narré cómo fui testigo de la primera infidelidad cometida por mi madre Marta , y aquí estoy para contaros los hechos que ocurrieron a continuación.

 

Me levanté como si tuviera una resaca de quince copas encima y no precisamente de champán. Cuando abrí los ojos todavía no daba crédito a lo ocurrido. Hace apenas unas horas, allá abajo en la cocina, con buen parte de mi familia, padre incluido, mi madre se había convertido gustosa en el postre anticipado de Lucas, un capullo pagado de sí mismo al que esperaba no tener que volver a ver jamás. Claro que ella también había recibido postre de sobra ¿Qué cojones había pasado allí abajo anoche?

Miré el reloj. Era las 12:30 pasadas. A estas horas mis padres ya estarían despiertos y preparados para darme la brasa sobre sí dormía en exceso, que si era un vago, que si otros chicos de mi edad se levantaban a horas tempranas para hacer algo productivo, etc… Me desperecé y medio zombi me arrastré como pude hasta el baño de mi piso. Mi casa es un chalet de 3 pisos mas sótano-garage. En el primer piso estan principalmente la cocina y el salón. El segundo piso es el de los dormitorios; el mío, el de mis padres y tres más para invitados. En el piso de arriba tenemos una buhardilla a modo de trastero y una amplia habitación con baño sin amueblar al que suelo subir con mis amigos a fumar.

Me aseé tomándome mi tiempo y bajé a desayunar sin saber muy bien cómo reaccionaría al ver a mi madre. De repente recordé el preservativo lleno de leche que Lucas había depositado encima de la mesa de desayuno y se me revolvieron las tripas. Iba dar media vuelta cuando oí los buenos días de mi padre. Tarde. Ya me había oído.

-Hola buenos días papá – dije

-¿Has dormido bien? Porque tu madre sigue arriba en la cama – informó mi padre mientras pelaba una manzana – No recuerdo que tu madre bebiera tanto ayer, pero por lo visto está pasando una resaca brutal.

-Ya – contesté sin saber muy bien que decir. "Beber no sé, pero si vieras todo lo que comió ayer…" – Bueno voy a subir a ducharme.

-¿No desayunas hijo?

-Me acabo de despertar, no tengo apetito – "y no pienso desayunar sobre esa mesa hasta que venga la chacha y lo limpie" pensé.

Entré en mi habitación para coger ropa limpia y me dirigí al baño pero cuando llegué ya estaba ocupado. Estaba a punto de ir al baño de arriba cuando se abrió la puerta y apareció mi madre con cara somnolienta pero llena de felicidad. Encima llevaba un top a modo de pijama que enseñaba algo de cintura y marcaba sobremanera sus tetas. Hasta ahora no me había fijado en ello desde un punto de vista sexual, puesto que era mi madre, pero al ver sus pechos no podía evitar volver a ver las manos de Lucas agarrándolas y estrujándolas. Lo que me sacudió de encima el sueño que me quedaba aún de despertarme fue comprobar que la pieza que complementaba al top en el conjunto del pijama no era otra cosa que las mismas bragas que había llevado ayer. Todavía se podían distinguir en la tela una gran mancha de una tonalidad negra diferente al resto, que correspondía a la leche del hijo puta de Lucas. ¡Y la muy guarra había dormido con las bragas manchadas de semen toda la noche!

-Buenos dias cariño –dijo dándome un beso en la mejilla

-B..buenos días mamá –acerté a contestar

Me quedé como atontado, sin saber como reaccionar, ni qué decir, si es que debía decir algo en esas circunstancias. Tratando de evitar la mirada de mi madre me fijé en que el lavabo estaba salpicado de agua por todas partes y cuando volví a mirar a mi madre desde luego no tenía la pinta de haberse lavado la cara. Observé que tenía en las manos algunas gotas de agua, y cuando irremediablemente me volví a fijar disimuladamente en su entrepierna deduje que la muy cerda se había estado limpiando el chochete.

-¿Ibas a ducharte? –inquirió lanzándome una mirada maternal

-Eh…n.no no, qué va. Sólo quería mear –necesitaba escapar de ahí – Me voy a mear arriba.

-No te preocupes hijo mio. Yo sí me voy a duchar pero tengo que ir al cuarto a por ropa limpia así que puedes aprovechar para mear aquí.

Dicho esto se fue tan feliz por el pasillo, echó un vistazo a mi cuarto cuando pasaba por él y se dio la vuelta para sonreirme. Después continuó andando hasta el fondo del pasillo donde se encontraba el cuarto matrimonial. Hasta ahora no me había fijado en sus andares, con mucha clase, pero contoneando el culo de forma que cualquier cromosoma XY no podría evitar fijarse en él. No me extrañaba que Lucas hubiera ido a saco a por….¡Pero qué coño estaba pensando! Si, puede que mi madre tuviese un cuerpazo, pero era mi madre. Y en cuanto a lo de que un capullo como Lucas, el que hubiese forzado la infidelidad de mi madre le convertía en un hijo de puta, por muy apetecible que fuese ésta a ojos de los demás.

Meé todo lo rápido que pude y me metí en mi cuarto cerrando la puerta, pensando que la pesadilla no se había acabado anoche. De hecho no había hecho más que comenzar.

Cuando bajé a la cocina mi madre ya estaba desayunando como si nada, vestida con unos vaqueros ajustados y una camiseta blanca de tirantes al estilo militar teniente O´neill aka Demi Moore. Por un momento creí que lo de anoche había sido un desliz de mi madre, que tal vez la ducha la se había llevado a la madre furcia para volver a dejar a la querida madre de siempre. Allí charlaban mis padres como cada mañana, con mi madre animando a mi padre en sus nuevos proyectos y dedicándose palabras de cariño y amor.

Cuando terminó de desayunar mi padre se fue a trabajar y mi madre salió a despedirle como siempre. Al ver que todo volvía a la normalidad yo también me animé a salir a despedir a mi padre. Cuando cogió el Audi y desapareció al fondo de la calla mi madre sacó algo de los vaqueros y lo tiró rápidamente en el contenedor de fuera. Yo ya me imaginaba lo que sería pero cuando mi madre se metió dentro de casa pude confirmarlo. Al levantar la tapa del contenedor pude ver tanto las bragas manchadas como el condón que Lucas le había metido entre el escote a mi madre. Entonces escuché un coche que se acercaba y cerré el contenedor de golpe.

Era el coche de Manuel, el vigilante de la urbanización, al que todos llamaban Mani. Al contrario de lo que la gente pensaba, Mani no era diminutivo de Manuel, sino de "Manitas", xq todo el mundo sabía que se ganaba un dinero extra haciendo de canguro, ayudando a mover muebles o limpiando las piscinas de los chalets. Todos lo sabían pero nadie decía nada porque casi todos usaban sus servicios. Cobraba menos que un profesional y además estaba disponible todo el día. Y los que no usaban sus servicios simplemente les daba igual porque caía bien en general. A excepción de mis padres. Cuando llegamos a la urbanización el Mani no paraba de lanzarle piropos a mi madre y hasta se le insinuó en broma. A mi padre no le hizo ni puta gracia y le echó en cara que lo que tenía que hacer era velar por la seguridad de los residentes de la urba y no dedicarse a sacar calderilla haciendo chapuzas de aquí para acá. Tuvieron una fuerte discusión que acabó con varios hogares que dejaron de solicitar la ayuda del Mani y uno de los maceteros favoritos de mi madre destrozado. Fue imposible demostrar que había sido el Mani pero bastaban dos dedos de frente para saber que había sido él. Mi madre se contuvo la rabia porque no quería empezar otra pelea entre mi padre y el vigilante, pero un día que él no estaba fue a recriminárselo. Éste le dijo que si creía que había sido él que lo demostrara, y si no que se la podía chupar como buena puta rica que era. Mi madre se puso blanca y con los labios temblando de ira le mandó a la mierda y desde entonces nunca se han llevado nada bien mis padres y el vigilante.

Cuando el coche del Mani pasó por delante mío echó un vistazo lleno de asco a la casa y luego otro a mi. Me pregunté si me había visto urgando en el contenedor. No tuve tiempo de adivinarlo ya escuché la voz de mi madre llamándome desde casa.

La mañana pasó tranquila y hasta ayudé a mi madre en algunas tareas domésticas. Lo cierto es que mi ayuda le vino muy bien porque hacía poco que había dejado de trabajar y se había dedicado por entero a la vida familiar. Antes se dedicaba en exclusiva a proyectos y obras sociales, respaldada por el dinero de mi padre. Pero unas irregularidades que descubrió en las cuentas de cierta ONG en la que había puesto mucha confianza le hizo replantearse su colaboración con éstas. Así que decidió arreglar las cosas bien en su hogar antes de lanzarse a arreglar el mundo. Desgraciadamente su "hogar" era un chalet enorme de varios pisos más un jardín con pistas de deporte y piscina. Así que con mi ayuda empezamos a ordenar la casa un poco.

Lo más divertido fue a la hora de recoger el jardín, donde desempolvamos una vieja mesa de pinpon que mis padres me habían regalado hace unos años. Mi madre me propuso jugar un rato y yo feliz de ver que mi madre volvía a ser la misma de siempre me animé. Aunque no soy como los chinos jugando al pinpon sí que soy infinitamente mejor que mi madre y con cierto reproche por lo de ayer la hice sufrir de lo lindo. Le mandé los tiros cruzados haciéndola moverse de un lado a otro de la mesa con la fuerza justa para que pudiese llegar a devolverlas. No pude evitar sertir cierto morbo con remordimientos al ver cómo las tetas de mi madre botaban escalando por el escote en cada lance del juego. Al cabo de un rato mi madre estaba rendida y sudorosa. Yo apenas tenía un poco de calor y un poco de sudor en la frente. Me fijé en que uno de los tirantes se le había resbalado por el hombro y aumentaba el hondo del escote, ahora perlado por algunas gotas de sudor. En esos momentos se oyó la verja de casa abriéndose junto al sonido de motores. Mi madre y yo rodeamos la casa y entrando en la casa vimos el Audi de mi padre y el Focus de mis tios salmantinos detrás.

Saludé a mi padre que bajaba del lujoso automóvil y me disponía a saludar a mis tíos cuando una de las puertas traseras del Focus se abrió y apareció la figura de Lucas. Me quedé sin habla. Encima hoy venía de chuloputas, con unos pantalones negros ajustadisimos marcándole el paquete y una camiseta de manga corta también negra tan ajustada a los músculos de su torso que parecía que se la habían pintado encima.

Sin cortarse un pelo se dirigió hacia mi madre. Yo intenté cortarle el paso e hice como que trataba de darle la mano pero el muy gilipollas me dio una palmadita en el hombro y diciendo un corto "que tal" me apartó de su camino.

Mi madre no sabía dónde mirar. La ví mirando de reojo a mi padre que estaba hablando con mis tíos y luego a Lucas que se dirigía hacia ella con paso confiado y una sonrisa enorme en los labios. Al final sin saber que hacer agachó la vista con las mejillas coloradas. Estó no cortó mucho a Lucas que agarrándola más del culo que de las caderas le estampó dos húmedos besos en las mejillas, tras lo cual se relamió.

-Vaya, ¿qué es este sabor? Estás sudando – dijo mirándola por encima de las gafas de sol - ¿A qué me recuerda eso?

Mi madre sonrió pero lo hacía no como señora que era sino como una colegiala a la que está cortejando el chico más popular de clase. Su contestación quedó cortada por mi padre que se acercaba con mis tíos.

-Cariño –dijo mi padre – Estaba saliendo de la oficina y adivina con quién me he encontrado; estos tres pillos tomándose unas cervezas en "El Barril", jaja. Ya que no me iban a invitar a sentarme con ellos he decidido que sería yo el que les invitase a sentarse en nuestro salón.

-Ah….estupendo cariño – respondió mamá no muy convecida – Pero no saabía que venían y no tenemos nada que ofrecerles para cenar.

-¡Ah bueno pero no te preocupes! Si yo sólo decía de tomar algo y luego a cenar cada uno a su casa. Además estos dos se vuelven a Salamanca esta noche – dijo refiriéndose a mis tíos – Vaya estás empapada, ¿qué diablos te ha pasado?

-Nada, he estado jugando al pinpon con Juan – me acarició el pelo con complicidad.

-Así me gusta, madre e hijo vida sana. No como su padre, jajaja – rió tocándose la incipiente barriga.

-Gracias por invitarme otra vez señor Ruiz. La verdad es que tiene una casa preciosa – interrumpió Lucas.

-Te gusta nuestra casita, ¿eh? – dijo dándole una palmada en la espalda – Marta amor mío, ¿porqué no le guías por la casa un poco? Enséñale la mesa de pinpon y de paso os echais un par de peloteos. Nosotros vamos para dentro. No te preocupes. Me las puedo apañar yo solito para sacar de la nevera un par de cervezas.

Mi padre me cogió de los hombros en un gesto paternal y junto a mis tíos andamos hacia la entrada de casa. Yo intentaba por todos los medios zafarme y continué mirando hacia atrás. Lucas había puesto gentilmente su mano en la espalda de mi madre invitándola a encabezar la visita guiada mientras le decía algo al oído y ésta no podía evitar sonreir con algo de vergüenza. Sin ni siquiera volver la cabeza en nuestra dirección mamá giró la esquina con Lucas siguiéndola mientras observaba su soberbio culo al cual se pegaban sus vaqueros del sudor.

Ambos desaparecieron de mi vista y mi desesperación creció. Por suerte al llegar al interior de la casa mi padre desapareció por la cocina en busca de cervezas y mis tios se sentaron en los sofás del salón a charlar entre ellos. Ni que decir tiene que me faltó tiempo para salir echando leches de la casa y seguir los pasos de mi madre y Lucas. Recorrí la pared lateral del chalet y cuando estaba a punto de entrar en el jardín trasero me paré en seco y contuve la respiración. Un poco más y me hubiera estampado contra ellos. Por suerte no me oyeron llegar y continuaron andando mientras yo les espiaba desde la esquina. Delante de ellos se extendía el ancho y enorme pasillo en el que a los lados estaban colocados los famosos maceteros tamaño gigante que tanto le gustaban a mi madre. Continuaron caminando por el pasillo hablando de cosas que no parecían muy importantes que acababan en risas estúpidas hasta llegar al límite con la casa de los vecinos y se pararon al lado de la mesa de pinpon. Yo les seguí con facilidad ya que estaban demasiado ocupados en reírse las gracias el uno al otro como para mirar hacia atrás, y me oculté detrás de un macetero que había a un lado de la mesa. Era el macetero que el Mani había roto y cuya reconstrucción a base de superglue nos había llevado dos semanas. Su descomunal tamaño me permitía ocultarme detrás pues era del tamaño de un cubo de basura pero más grueso y algo más alto.

-Vaya sigues empapada de sudor – dijo Lucas clavando sus ojos en las perlitas de sudor que adornaban aún la piel de mi madre, en especial el escote.- ¿Es que no hay duchas en esta casa? – preguntó tratando de provocar a mi madre

-Es que estaba jugando con mi hijo antes de que llegases, tonto – contestó sin entrar al trapo.

-Así que esta mesa es la culpable. Eso tiene solución – con una sonrisa se plantó delante de mi madre

Pasando el dedo índice por justo encima de las tetas de mi madre recogió algunas gotas de sudor y acto seguido se chupó el dedo.

-Hmm….no es champán pero a mí me vale

Posando sus manos sobre los hombros de mi madre se agachó ligeramente y empezó a pasar su lengua por donde había pasado el dedo, provocando un fuerte suspiro que se tradujo en un fuerte movimiento torácico que meció las redondas tetas de mi madre.

-Aaahhhh….-suspiró mi madre observando como esa lengua ya había empezado a limpiar su sudor.

Lucas interpretó el suspiro apagado de mi madre y levantando la cabeza buscó la boca de su guía. El contacto entre las dos bocas hizo volver a suspirar a mi madre con más fuerza mientras apretaba su cara contra la de su amante, abriendo la mandíbula para dar acceso a mayores placeres. Lucas bajó sus manos hasta las tetas sobándolas con fuerza y pronto comenzó a meter su mano por debajo de la camiseta, subiéndola hasta dejar las tetas de mi madre al aire. La rapidez de la maniobra debió de asustar a mi madre, que apartando la cara del beso se dio la vuelta y se bajó la camiseta ocultando sus pechos de nuevo. Mi madre intentó apartarse pero Lucas la agarró de la cintura por detrás y la aprisionó así con sus fuertes brazos y comenzó a mordisquear su oreja.

-¿Qué te ocurre Marta? – continuó babeándole la oreja.

-Yo…no sé si es buena idea – tartamudeó ella.

-Pero ¿cómo que no? ¿Acaso ayer no lo pasaste bien? – empezó a subir sus manos hasta las tetas de mi madre de nuevo y comenzó a sobarlas suavemente

-S…sí, pero esto es peligroso…¿y si nos descubren? – dijo poniendo sus manos sobre las de Lucas que amasaban sus pechos.

-¿De verdad es eso lo que te preocupa?

-Uhnnng….aahh…¿C..cómo? – mi madre intentaba resistirse pero se notaba que Lucas sabía pulsar los botones de una mujer. Sentí deseos de ayudar a mi madre pero el mismo miedo del día anterior me paralizaba de pies a cabeza.

Lucas bajó una de las manos que sobaban a gusto las tetas de mi madre y comenzó a desabrochar los vaqueros.

-Creo que lo que te preocupa y te asusta es que ya estas mojada – con los vaqueros desabrochados intrudujo su mano por dentro arrancándole un gritito a mi madre que doblándose un poco puso sus manos encima de la de Lucas pero por encima de la tela vaquera – Lo que yo decía. Fíjate. Estás chorreando.

-Aaahhngggg…..oooh Lucas…yo….yo…. – gimió mi madre removiéndose con la mano de Lucas en su entrepierna.

-¿Si? – dejó de mover la mano que estaba metida en los pantalones de mamá, dándola un respiro.

-Yo…soy una mujer casada. Quiero a mi Juanillo(así llama mi madre a mi padre), soy su mujer. Y soy feliz así, quiero seguir siendo la esposa de mi marido.

-Y me parece bien – los movimientos de la mano que estaba en la entrepierna de mamá reanudó sus movimientos lentamente - No quiero que dejes de ser la esposa de tu marido. Quiero que seas mi reina, mi reina chupapollas.

-Uhhngggg, diosssss…..ahhh….ahhhhhh…ah…ah..- el lado zorrón de mi madre volvía a aflorar y para dejar constancia de ello se frotaba ella misma las tetas con ansiedad.

-Nunca te he pedido que dejes a tu marido. Para él serás su esposa. Para mí serás mi reina chupapollas.¿Crees que podrás compaginar ambas actividades? – dicho esto aceleró el movimiento de su mano obligando a mi madre a abandonar su automasaje de tetas para volver a poner sus manos sobre la de Lucas.

-Aaaahhhnnnnnnngg….sssiiiiiiiiiiii….por ti por supuesto que puedo ser las dos cosas…..ahhhhh……siiiiii….si, Lucas, seré tu reina chupapollas…..ahhh siiii… - aceptó mi madre fuera de sí.

-Pues actúa como tal – liberando sus zarpas del esbelto cuerpo de mi madre comenzó a desabrocharse sus pantalones que cayeron al suelo junto a sus boxer, dejando a la vista su enorme falo que ya había alcanzado todo su esplendor.

-Siii mi Rey…¡Glup! Ungggmmpfff…slurp…slurp....¡slurp! ¡mmhhnn!

Mi madre se agachó con los ojos fijos en aquel enorme aparato. Lo agarró suavemente por debajo con dos manos como si fuera un objeto muy preciado y sacando la lengua lamió desde el cabezón del pene hasta la base, volviendo a hacer el camino inverso hasta volver a tener ese cabezón frotándola la nariz. Entonces cerró los ojos y abriendo la boca todo lo que pudo se metió el pedazo de carne que tenía entre manos con una cara de felicidad que hacía tiempo no veía en mi madre. Igual que la noche anterior, no consiguió introducir todo ese manubrio dentro de su boquita, pero por sus gemidos y la expresión de su cara, se notaba que estaba disfrutando cada centímetro de polla que bailaba con su lengua dentro de su boca. Lucas acariciaba la cabeza de mi madre, recogiéndola el pelo para que no la molestase en su tarea.

-Ummmffff….chuuppp…chuuup…slurrrrp…..me encanta tu sabor Lucas…me pone cachonda – decía en los escasos momentos en que sacaba la polla de su boca.

-Oh..ohhhh.uoooohhh…aggh…eres una auténtica reina…¡joder que boca! – la animaba Lucas mirando hacia el techo de gusto.

Los suspiros que daba Lucas de gusto parecían ser una especie de combustible que alimentaba el cuello de mi madre, pues cada vez sus vaivenes a través del pene de Lucas eran más rápidos y podía oir la respiración de mi madre por la nariz ya que por la boca era incapaz de hacer otra cosa que chuparle el nabo al hijoputa que se la iba a volver a follar.

Cuando mi madre dejó de chupar polla durante un momento para coger un poco de aire Lucas la hizo levantarse y la puso apoyando las manos contra la mesa de pinpon, con el culo en pompa, dándole la espalda. Con cierta brusquedad le bajó los vaqueros y se le escapó una sonrisa al ver que ese día mi madre había elegido llevar puesto un tanga azul oscuro, muy simple y sencillo, en el cual se podían distinguir manchas húmedas que yo sabía que no eran únicamente de sudor. Se lo sacó deslizandolo suavemente por las piernas y tras tirar la pequeña tela sobre la mesa de pinpon la hizo abrirse de patas, brindándole una magnifica visión tanto del ano como de la raja. Su cabeza se incrustó en el ángulo superior que formaban las piernas de mi madre y comenzó a recorrer cada esquina con su lengua mientras con los dedos aumentaba la ya de por sí agitada excitación de mi madre introduciéndolo tanto en su vagina como en el ano. Muriéndose de gusto sus brazos ya no pudieron mantenerla apoyada contra la mesa y apoyó todo su torso, aplastando sus tetas contra el aluminio de la mesa, mientras con las manos estrujaba su sucio tanga mojado.

Yo, a escasos dos metros de allí podía escuchar el sonido que hacía la lengua de Lucas al pasar por el mojado coño de mi madre, sorbiendo y tragando a ratos para poder continuar con su trabajo sin ahogarse en ese mar de jugos.

En esto le vino el primer orgasmo a mi madre que se dio la vuelta para mirar a los ojos al hombre que la estaba haciendo gozar de este modo. Me quedé pasmado con la cara de mi madre. Tenía los ojos entrecerrados y no paraba de relamerse los labios de forma obscena. Lucas soltó una carcajadae introdujo un dedo en la vagina de mamá, haciendo que exclamase un gritito de placer y se volviese para adelante.

Con el dedo todavía en su vagina, rebuscó en un bolsillito que tenía en su camiseta super ajustada y sacó un preservativo igual que el de la noche anterior. Lucas se levantó y se lo puso en un abrir y cerrar de ojos. Despues comenzó a apuntar hacia el ojete de mi madre pero por lo visto no conseguía hacerla entrar.

-Oh no mi Rey, por ahí no por favor…yo…por ahí…nunca…te lo suplico…- pidió mi madre

-Tranquila, seguro que te gusta – dijo colocando el capullo sobre el esfínter para intentar el asalto de nuevo.

Cuando mi madre notó cómo esa cosa comenzaba a abrirse camino por su ojete apretó la cara contra la mesa y apretó los puños empezando a lanzar gemidos que casi parecían lloriqueos. Me fijé en Lucas y parecía que la cosa no iba a estar sencilla. Sus continuos intentos y fracasos iban acompañados de momentos de pura tensión en mi madre seguidos de relajamiento pero llenos de temor. Mientras observaba atontado la escena escuché unos ruidos parecidos a chasquidos y observé a mi alrededor. Miré detrás de mí y sólo se abría el inmenso pasillo. A mi derecha estaba la pared, a mi izquierda se extendía el jardín hasta los campos de tenis y delante de mí, o más bien de mi madre y Lucas etaba la verja con matorral que delimitaba nuestro jardín del de los vecinos. Temí que hubieran sido descubiertos pero recordé que estaban de viaje y que no había nadie en la casa. Dios mío, me estaba volviendo paranoico. Esos chasquidos serían lo más seguro la polla de Lucas al retozar con los jugos de mi madre. Volví a concentrarme en la escena, que me tenía prisionero, ya no sólo de rabia e impotencia sino también de fascinación por la nueva madre que estaba conociendo.

La cadera de Lucas se arqueó un poco más hacia delante, aumentando la profundidad de penetración anal que mi madre recibía en esos momentos aterrada. Estaba presenciando una tremenda lucha entre la estrechez anal de mi madre y el poderío del pene de Lucas en un constante intento de penetración que rápidamente quedaba frustrado a otro intento.

-Uuuuuuhhhh……-se aquejaba mi madre mientras el pollón trataba de invadirla. Cuando Lucas desistía y la sacaba jadeaba del esfuerzo y la tensión – Arf…arf…

-Joder, mierda, en mi vida había visto un culo tan prieto. Parece que el culito quiere pelea, ¿eh, reina? – preguntó Lucas sudando.

Pero mi madre ya no podía ni hablar. Sólo podía concentrarse en intentar aguantar el siguiente asalto lo mejor que pudiese. Lucas, harto de tanta resistencia se escupió unos buenos gapos en la mano y los untó sobre el condón. Hecho esto apuntó bien en el ano de mi madre y esta vez usó el peso de su cuerpo para penetrarla. Y funcionó. A cada segundo una porción más del nabo del "Rey" iba desapareciendo entre los cachetes de mi madre, y Lucas sonrió triunfante. Pero no habían avanzado más que unos centímetros cuando mi madre comenzó a soltar alaridos de dolor. Eso no eran gritos de placer. Ese tremendo pollón estaba desgarrando el esfínter de mi madre y la estaba matando de dolor. Lucas trató de calmarla por todos los medios, incluso le metió el tanga en la boca para ahogar sus gritos pero aún así no fue posible. Resignado se sacó la polla del culito de mamá y la miró disgustado.

-L…lo siento Lucas, cariño. Pero tu polla tiene la cabeza muy gorda y…lo siento – dijo con un tremendo tono de culpabilidad.

-Joder…Está bien. Me vale con tu coño de reina. Pero tendrás que compensar de alguna forma.

Mi madre sin rechistar se volvió a dar la vuelta agradecida, en una posición similar a la anterior, y abriéndose todo lo que pudo de piernas se separó los labios vaginales invitándo a Lucas a entrar. Pero Lucas no se movió. Cogiéndola del brazo con cierto brusquedad, la apartó de la mesa y apoyó su desnudo culo en el borde de ésta y se sentó. Mi madre estaba confusa pero Lucas se lo aclaró enseguida.

-He dicho que tendrás que compensar. Mi polla está dolida porque se ha sentido rechazada – dijo con tono serio – Ahora tendrás que demostrarle a mi nabo lo mucho que te gusta. De momento no te voy a follar. Tu te follarás mi polla, ¿entendido?.

-Por supuesto, mi Rey – dijo como si de verdad la polla tuviera sentimientos y necesitase compensación.

Cuando se acercó a Lucas algo cambió en ella. Ya no era la mujer aterrada que había estado a punto de ser partida en dos. Ahora era una cerda dispuesta a compensar a su Rey su ineptitud anal. Su mirada era pura determinación y deseo. Eso lo debió de notar Lucas porque cuando la tuvo delante la agarró del cuello y la acercó hasta él para darle un buen beso, comiéndole toda la boca de una forma bestial, cómo si estuviese vertiendo su frustración en ese beso por no haber podido follársela por detrás

Cuando terminó el beso los dos estaban sin aliento pero se miraban fijamente a los ojos sin decir palabra. Mi madre cogió el nabo de Lucas y a la vez que lo pajeaba se dio la vuelta poniéndose de espaldas a su Rey. Se acercó al regazo de Lucas pero sin sentarse, frotándose la polla contra el coño. Cuando se lo hubo frotado lo suficiente introdujo la cabeza guiándola con los dedos y tras darse la vuelta un segundo para mirar a Lucas, se sentó de golpe clavándosela hasta el fondo. El clavadón pilló a Lucas de sorpresa, al cual parecía que no le llegaba bien el oxígeno por un momento. Mi madre echó la cabeza hacia atrás al sentir ese empalamiento y sin moverse, con el palo hundido hasta el fondo, comenzó a respirar hondo y con lentitud. Ambos estaban extasiados tratando de recuperarse, aunque fue mi madre la que lo hizo primero. Apoyando sus manos en el borde de la mesa se levantó dejando en el interior de su vagina sólo el capullo del nabo. Tras darse media vuelta para sonreír a Lucas volvió a sentarse de golpe para volver a sentir esa polla incrustándose hasta el fondo de su coño, y de paso arrancó un suspiro de placer a Lucas. Esta vez, sin necesitar reponerse volvió a semilevantarse y repitió el proceso mientras Lucas le había subido la camiseta de tirantes por encima de las tetas para poder sobarselas a gusto. Poco a poco las clavadas se fueron haciendo más rápidas aunque también menos profundas pero por lo que estaba viendo el placer no hacía más que aumentar. Mi madre continuaba saltando sobre ese enorme trozo de carne sin disminuir el ritmo, animada por los brutales apretones que Lucas le estaba proporcionando en las tetas, preso del placer que le estaba dando ésta.

-¡Ahhh, siiii, joder! Aaaaahhnngg….dios vaya pedazo de polla que tienes, mi Rey – decía sin parar de jadear – oh Lucas….la siento…¡la siento hasta el fondo!

-¡Arrgghh! ¡Tú no te preocupes! ¡Sigue así, siéntela hasta el fondo todo lo que necesites, reina! ¡¡Oh dios vaya coñoooo!! –lo decía con rabia, como si las palabras de mi madre sobraran en esa conversación vagina-polla que estaban teniendo a saltos.

Así estuvieron un buen rato, con mi madre follándose el palo de Lucas y éste preso de la locura por la follada que le estaba dando ese chocho rico. Mi madre comenzaba a sentirse tan cachonda que volvía a estar al borde del orgasmo, y sus saltos se intensificaron junto a sus gritos, tanto que Lucas tuvo que taparla la boca y hundir la suya en la espalda de mi madre para evitar que los gritos de ambos alertaran a toda la casa. Con el clímax de mi madre hubo tal movimiento que temí por la integridad de la mesa de pinpon. Cuando mi madre llegó al punto álgido se quedó como paralizada, sentada sobre esa enorme polla mientras lamía los dedos que hasta hace unos segundos habían evitado que sus gritos retumbasen a un kilómetro a la redonda. En su estado de total relajación se giró como pudo con la polla iniesta de Lucas todavía en su interior y tomando la cara de Lucas con sus manos le plantó un beso extra largo, y cuando separó sus labios de los de su hombre un hilillo bastante denso unía los labios de éste y la punta de la lengua de mi madre que la mantenía fuera de la boca con gesto lascivo.

Lucas la agarró de la cadera y la levantó, dejándola de frente. Pude comprobar que su polla seguía en plenas condiciones y que a mi madre todavía le quedaba polla para otro ratito. Agarrándola con ambas manos de las nalgas la elevó y comenzó a comerle las tetas a mi madre, mientras la depositaba sobre la mesa de pinpon. Mi madre, abierta de patas sobre la mesa, miró lujuriosa a su amante pero éste la empujó dejándola completamente tumbada. La cogió de las nalgas y le elevó la posición, tras lo cual se la introdujo sin más. Ante la embestida mi madre se retorció sobre la mesa, mordiéndose el labio inferior de placer, mientras se agarraba las tetas y las masajeaba al compás de la follada que estaba recibiendo.

Ahora era Lucas el que tenía el control, el que llevaba el ritmo, y ver(y sentir)cómo mi madre le había follado la polla le debía haber puesto a mil, porque martilleaba el coño de mi madre por lo menos al doble de velocidad a la que lo hizo la noche anterior. El cuerpo de mi madre era empujado al fondo de la red de pinpon a cada embestida, para luego ser traída otra vez hacia el borde de la mesa por los poderosos brazos del hombre que le estaba follando el coño a placer y con todas sus ganas.

-¿Qué reina? ¿Te gusta cómo te estoy follando el chochete?¿Eh, te gusta?¿Entiendes ahora porqué eres una reina de las pollas?

-¡Ay dios! Siiii….me gusta….ahh joder….me matas….siii…ayyy siii…oh dios como te adoro, mi Rey….te adoro a ti y a tu pedazo de pollón…¡ay…siii!

-¡Ah mierda! ¡Joder me corro! ¡¿Lo oyes?! ¡¡Me corroooo maldita cerdaaaa!!- aunmentó aún más la velocidad de sus pollazos hasta tal punto que mi madre comenzó a arquear la espalda contra la mesa, elevando cada vez más y más sus caderas dispuesta a recibir ese último placer.

-¡Ahhh! ¡Si cariño! Córrete….¡Córrete!¡Siiiiiiii! – se agarró a la red que tenía encima de su cabeza para recibir los últimos espasmos más poderosos producto del clímas másculino, y el ruido de la mesa al temblar con el folleteo de esos dos animales que tenía enfrente, de los cuales uno era mi madre, se hizo tan escandaloso que casi amortigüaba los gritos y jadeos de los dos amantes.

Dí las gracias a que mi padre había instalado cristales insonorizados después de varias noches en verano sin poder dormir por culpa de las fiestas que montaba el hijo de nuestros vecinos, porque en una casa normal se habría escuchado todo. Pero si estas ventanas eran capaces de amortiguar el sonido de System of a Down sonando al máximo volumen, también lo eran de amortiguar los sonidos de un polvo extramatrimonial como éste.

Los gemidos de ambos se fueron apagando poco a poco hasta llegar el silencio a excepción de los jadeos de mi madre y Lucas que trataban de recobrar el aliento. Lucas cayó rendido sobre la mesa, encima de mi madre, quedando su cara atrapada entre las tetas de ésta. Mi madre, con las piernas enroscadas en la cintura de Lucas, sostenía jadeante entre sus manos la red de pinpon que había arrancado en los últimos momentos de furia sexual. Al notar la lengua de Lucas recorriendo su canalillo soltó la red para hacerle caricias en el pelo mientras su viril amante aplicaba las últimas caricias sexuales post coitum sobre sus aún erectos pezones. Se quedaron así un rato, permitiendo que el sudor se secara y su respiración volviera a la normalidad. Cuando me quise dar cuenta tenía una erección enorme, y sin saber qué hacer traté de bajármela presionando con la mano, pero eso solo lo empeoró.¿Cómo podía ser tan depravado cómo para excitarme viendo a mi madre coger con otro tipo que no conocía apenas? En mi mente busqué todo tipo de excusas, que si era una reacción fisiológica, que nada tenía que ver con mi mente, que nada tenía que ver con el morbo de ver a una mujer como mi madre a la que creía santa follar como una descosida.

Estaba sumido en estos pensamientos cuando escuché la voz de Lucas.

-Ha sido estupendo. Eres genial. Una auténtica reina – dijo mientras terminaba de chuparle el pezón a mi madre y se incorporaba

-Hmmm….Siento lo de mi culo, mi Rey… - comenzó a disculparse mi madre mientras jugueteaba tratando de retener a Lucas.

-No te preocupes Marta, creo que tu pequeña "demostración" ha sido suficiente para compensar. – terminó de incorporarse.

Cuando se la sacó del coño a mi madre ya estaba en estado flácido, y el condón colgaba del pene que hace unos momentos había sido el arma definitiva en la penetración de mujeres; mujeres como mi madre.

Apoyo su lánguida polla sobre el vientre de mi madre y sonrió divertido.

-¿De que te ríes mi amor? – inquirió mi madre.

-Aquí tienes tu premio, reina. – dijo con tono travieso.

Dicho esto se tiró de la punta del preservativo hasta que éste salió del tirón, dejando un reguero de semen desde el abdomen de mi madre hasta su esternón. El resto de la leche la esparció entre las tetas de mi madre y sostuvo el condón encima del canalillo dejando que goteara sus restos.

Al principio mi madre se quedó un poco descolocada, pero enseguida sonrió, feliz de tener la leche de su macho sobre su piel, a pesar de que el semen no era algo que la agradaba en especial.

Cogió su tanga y fue a limpiarse pero Lucas la agarró de la mano y le negó con la cabeza. Ante la sorpresa de mi madre la levantó de las manos y le bajó la camiseta de tirantes que aún llevaba subida por encima de las tetas, quedando todo el semen que tenía desde el ombligo hasta sus tetas atrapado entre su camiseta blanca y su piel.

Desconcertada fue a levantarse la camiseta para limpiarse de nuevo pero Lucas se lo volvió a impedir, esta vez agarrándola de la muñeca y besándola con ternura al tiempo que le arrebataba el tanga para evitar nuevos intentos de limpiarse.

Mi madre captó el mensaje. Lucas quería que entrase en casa con la leche de su Rey manchándola el cuerpo, impregnando su olor y viscosidad tanto en la piel como en su camiseta. Mi madre asintió y se dispuso a ponerse el tanga pero otra vez Lucas se lo impidió, indicándola directamente los pantalones. Una sonrisa complice cruzó los labios de ambos que tras fundirse en otro beso terminaron de vestirse. Yo esperé sentado a que se fueran y tras esperar cinco minutos salí echando leches por la puerta de atrás para llegar al baño del piso de abajo. Cuando llegué al salón le dije a mi padre que había estado hablando por móvil con un amigo y que había preferido hablar en mi habitación para no molestar. Así pues, mi madre entró en casa junto con Lucas con las tetas llenas de semen y sin nada bajo los pantalones, con el tanga escondido dios sabe dónde.

Cuando entraron al salón todos se quedaron mirándolos. Traían un aspecto deplorable; ambos sucios, con la ropa arrugada y rastros secos de sudor en sus caras.

-¿Ya le has enseñado la casa querida? Por dios pero qué habeis hecho, ¡si parece que os acaba de pasar un tanque por encima! – quiso mi padre saber todo inocente.

-El pinpon cariño. Tú mismo nos has sugerido que jugáramos una partida – dijo con voz de esposa angelical.

-¡Ahh! Cierto cierto. Bueno, ¿y qué tal?- preguntó dirigiéndose a Lucas – ¿Quién ha ganado?

-Lo cierto es que sólo ha habido peloteo, pero tengo que reconocer que su mujer se mueve muy bien en la mesa – bromeó mirando a mi madre.

Mi madre no pudo evitar que se le escapara una risita y Lucas se sentó en un sofá como si estuviera en casa. Mi madre fue a la cocina y volvió enseguida con una cerveza que ofreció a Lucas. Éste aceptó encantado y la invitó a sentarse a su lado. Ella lo hizo encantada, pero siempre con un ojo en mi padre para ver si se mosqueaba. No habían pasado cinco minutos cuando mi tía dijo:

-Madre mía, que raro huele. ¿No lo notais? – empezó a olisquear hasta llegar a mi madre- Por el amor de dios, dime que no eres tú la que huele tan mal, Marta.

-Jiji, perdón. Es qué he sudado mucho jugando al pinpon. De hecho ahora mismo estaba pensando en subir a ducharme.

-No…pero….no sé. Sí, es sudor, pero…no, huele a otra cosa, no se a qué me suena… - dijo tratando de recordar

Mi madre y Lucas sabían qué era lo que olía y apenas consiguieron retener una fuerte carcajada ante los comentarios de mi tía.

-Jajaja, no te comas la cabeza. Es que también he estado limpiando la casa toda la tarde con Juan, ¿verdad hijo? – me quedé en blanco y sólo supe asentir - y debo estar manchada con todo tipo de guarrerías. Bueno me subo a la ducha. No tardo nada.

Pero sí tardó. Después de lo presenciado, estoy convencido que limpiarse no fue lo único que haría. Cuando subió para la ducha juraría que todavía iba empitonada la muy cerda. Yo me subí a mi habitación porque no soportaba estar al lado de Lucas y cuando bajé a la cocina ví al pasar por el salón que los invitados se habían ido. Al cabo de un rato bajó mamá y preguntó donde estaba todo el mundo. Mi padre dijo entre risas que había tardado tanto en ducharse que habían decidido irse porque ya era tarde. Mi madre pareció decepcionada pero cuando mi padre dijo que Lucas había dejado algo para ella en la cocina se le iluminaron los ojos.

-¿Qué es lo que ha dejado? – preguntó sin pensar

-¿Cómo voy a saberlo mujer? Yo lo hubiera abierto pero creo que abriré el regalo contigo, jaja. – a mi madre se le puso la cara blanca y mi padre lo notó – Que es broma mujer, jajaja, si te digo la verdad, ni me interesa ni me importa. A menos que sea un fajo de billetes, jajajaja.

Tras dar un beso a mi madre se fue al salón a ver la televisión, como siempre hacía a aquellas horas. Mi madre se fue directa a la cocina y sobre la mesa encontró una bolsa de supermercado enrollada envolviendo algo. Ni siquiera miró a ver si había alguien, de lo contrario me habría visto asomando a la puerta de la cocina. Desenrolló la bolsa y agitó su contenido hasta que cayó sobre la mesa. Lo que vi a mi no me hizo mucha gracia, pero por lo visto a mi madre le encantó porque empezó a reír tapándose la boca con la mano. Allí sobre la mesa había un tanga azul oscuro arrugado y sucio de cojones y un condón del que todavía pendía un hilacho de semén pegado a la prenda íntima femenina.

Esa noche estuve sufriendo en mi habitación con una erección de cojones, sin poder dormir y pensando en las sucias imágenes de mi madre siendo poseída por el cabronazo de Lucas. En ese momento pensaba que tenía un problema gordo con lo de mi madre y Lucas, pero hasta más tarde no comprendería que eso no era más que la punta del iceberg de mis problemas.

 

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