Noche de Verano

PREAMBULO

La primera vez que quedaron, tomaron unos vinos y después fueron a cenar. Durante la cena estuvieron charlando de cosas triviales y típicas de una primera cita, como los sitios más raros y extraños en los que habían follado o cual era su postura favorita. Después de cenar fueron a tomar unos Martin’s Miller con tónica y la conversación fue subiendo en intensidad. A Lola le encantaba que le ataran las muñecas, le vendaran los ojos y que la desnudaran lentamente; esa sensación de indefensión y de incertidumbre la volvía loca y hacía que su coño se empapara. A Pedro le gustaba dominar, pero también le gustaba que ellas llevaran la voz cantante y sentirse dominado. Algo que le volvía loco a él era que mientras se la chupaban le metieran un dedo por el ano. Sin embargo esa noche no follaron Lola le dejó muy claro que esa noche no iban a follar, por lo menos el uno con la otra ya que en su primera cita nunca follaba y que esa noche no iba a hacer una excepción, y le advirtió que de él dependía conseguir dejarla totalmente arrepentida por no haber cometido una excepción para quizá en otra ocasión hacerlo. Así que al llegar a casa Pedro no pudo hacer otra cosa que cualquiera habría hecho en su lugar después de una velada plaga de sexo “oral”: masturbarse.

I

Esa primera cita fue en invierno y bueno parece que nuestro buen amigo la dejó arrepentida de no haber cometido una excepción porque siguieron en contacto, aunque por h o por b, hasta ya metidos en verano no volvieron a verse. Decidieron hacerlo en el mismo sitio que la primera vez. Él se presentó puntual, pidió un vino, pidió otro, y volvió a pedir otro...pero no ella aparecía, así que decidió irse a casa pensando que algo le había pasado. Al llegar... se conectó pero no la halló, la puso un correo que no tenía respuesta…ya estaba a punto de meterse en la cama cuando...recordó que en una de sus charlas le había dado su dirección. No vivía muy lejos de él -a unos 15' en coche- así que...ni corto ni perezoso se fue a su casa. Eran casi las 00:00 cuando la llamaba por el telefonillo -¿Sí?- respondió una voz algo seria. Soy Pedro, dijo, y sonó el ruidillo típico de abrirse la puerta. Llamó al ascensor, pulsó el octavo -último piso- buscó su puerta, llamó al timbre y ella abrió. Estaba muy guapa, con un bonito vestido de gran escote y de colores llamativos que le sentaba realmente bien. Le preguntó qué si me parecía bonito dejar colgada a una chica -¿Eh? ¿qué te he dejado colgada? respondió- He sido yo el que te ha esperado durante más de una hora en el sitio de nuestra primera cita y tú no has aparecido ¿Cómo qué no? -dijo- ¿entonces, para qué me he vestido así? Al principio no recordaba muy bien en que garito nos tomamos los Gin-tonics y estuve fuera, pero...espera un momento -la cortó- ¿no me digas que has estado en Villaviciosa? Sí claro, ¿no me habías dicho que ibas a ir a Villa y que luego quedábamos dónde la primera vez? ¡ja, ja, ja! me reí. Sí efectivamente, le dijo que iba ir a Villa a ver a un amigo, pero cuando pensó en el lugar de su primera cita, pensó en el bar en el que se vieron por primera vez, no donde fueron después de cenar a tomar las copas y ella, lo pensó justo al contrario. Bueno supongo que todo ha sido un mal entendido. Ya sabía yo que debía venir a verte.

III

¿Quieres tomar algo? -le preguntó; un vaso de agua fresca. Tenía la boca seca, a pesar de la hora que era hacía mucho calor y no quería tomar una copa por miedo a los controles de alcoholemia
Salieron a la terraza y se sentaron en el suelo, hacía calor, mucho, mucho calor.
¿Qué tal el trabajo? Bien, muchísimo no paramos ¿el tuyo? Bien, también mucho, hay compañeros de vacaciones y estamos preparando la nueva temporada así que…una vez más el horario de verano es imposible de cumplir, pero bueno ya estoy acostumbrado.
Bájate las bragas -fueron las palabras que rompieron un instante de silencio- Lola se quedó parada y tan solo una tímida sonrisa se dibujó en su cara, no sabía que decir ni hacer; vamos bájate las bragas repitió con una voz cálida y firme. La había descolocado, ella estaba esperando ser besada y sin embargo en su cabeza se colaron esas palabras que la desconcertaron por completo. Se puso de pie se alzó un poco la falda del vestido y obedeció se las bajó a la altura de los tobillos se acercó a él y cubriéndole la cabeza con la falda le puso su coño en la boca. Pedro la agarró por las nalgas y apretó su sexo contra su cara aspirando todo su aroma. Se dio cuenta que sus palabras habían causado el efecto deseado y a pesar de dejarla paralizada su coño se había empapado. Comenzó a hozar con delicadeza en semejante manjar hasta que se dio cuenta que le temblaban las rodillas, la tumbó en el suelo no sin antes despojarla del vestido y dejarla solo puestos los bonitos zapatos de tacón. Se acomodó entre sus piernas y su lengua se puso a hacer de las suyas en aquel sexo húmedo y caliente, ora subía y bajaba, ora se desbocaba alrededor de su clítoris. Otras veces se llenaba la boca con todo el coño y lo aspiraba y absorbía y notaba como el cuerpo de ella era invadido por múltiples espasmos. Vamos dentro, a la cama balbuceaba Lola, pero Pedro absorto no la escuchaba y menos ahora que un par de dedos suyos buscaban el nacimiento de su clítoris a la vez que su lengua giraba como loca alrededor de su clítoris. Los dedos de Lola hasta ahora enredados en su pelo dejaron paso a sus manos que apretaban la cabeza de Pedro para que no se separara ni un ápice. Los tímidos gemidos se transformaron en jadeos cuando no pudo aguantar más y un profundo e intenso orgasmo se apoderó de ella.

IV

Se quedaron jadeantes, tumbados boca arriba, mirando las pocas estrellas que el cielo de Madrid te permite ver y las palabras de ellas fueron las que ahora rompieron el silencio has estado fantástico, esas palabras –bájate las bragas- me pusieron cachondísima y bueno tu lengua, tus labios y tus dedos han superado con creces mis expectativas. Hacía tiempo que no me corría en la boca de nadie porque no había dado con nadie se lo mereciera. Ven vayamos dentro que ahora me toca a mí.

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