Humillando a una mujer de clase

Humillando a una mujer de clase
Esa mañana al despertarme lo primero que oí fue a Mercedes cantando en la cocina, cuando me levanté estaba radiante, me recibió con un beso y me puso el desayuno. Se notaba que hacía tiempo que no tenía a nadie que la acompañase a desayunar. No estuve mucho tiempo, me tenía que ir a seguir con mis cosas, pero le asegure que habría más mañanas como esa.
El resto de la semana fue transcurriendo con calma, estuvimos dos días pintando el sótano que quedó bastante bien, otra cosa que descubrí es que Rafa era un genio con el Photoshop, viendo los carteles que había hecho para anunciar el concierto, la cantante parecía recién sacada de una revista.
A partir de este momento seguiré contando el viernes y sábado de Alfonso, que por lo que me contó fue bastante interesante.
Alfonso y Regina
El viernes estuve hablando con Iván, yo le había pedido que nos quitase de encima al marido de Regina, dado que el tipo parecía todo un sumiso y que bebía los vientos por Iván, me pareció que podría hacerlo sin demasiados problemas.
— No te preocupes le he organizado el sábado completo, te puedes olvidar de él, Regina va a estar solita todo el fin de semana.
— Muchas gracias Iván, te debo un favor y además grande.
— Anda olvídate, no me cuesta nada y creo que me voy a divertir bastante con el capullo ese.
Después de hablar con Iván ya me acerqué a Regina.
— Hola guapa ¿Cómo estás además de buenorra?
— Jajajaja, muy bien gracias.
— Venía a invitarte mañana a comer, he pensado que podemos pasar la tarde juntos y luego ir al concierto que ha organizado Rafa.
— Imposible, no se qué contarle a mi marido para poder irme todo el día.
— Ya verás que no es imposible, te recojo mañana a la una a la puerta del Gimnasio.
— Que no voy a poder.
— Ssshhhttt, a la una se puntual.
Regina no había llegado a enterarse de lo que le habíamos hecho a su maridín y todavía le tenía miedo. Si hubiese visto como berreaba mientras Iván le rompía el culo, no tendría tantas preocupaciones.
El sábado a la una estaba esperándola, me hizó esperar casi un cuarto de hora, pero en ningún momento dude que viniese. Venía guapísima, un vestido con cinturón de no se que diseñador francés, unas sandalias con cuña que estilizaban sus piernas y unas gafas de sol exclusivas, vamos rezumaba pijerío y posición económica por todos los poros de su cuerpo. La primera prioridad tenía que ser bajarle los humos.
— Llegas tarde bonita y no me gusta esperar.
— Lo siento mucho, no pensé que pudiese venir y no me enteré de los horarios de los autobuses.
— Procura que no se repita, monta y vámonos.
Arranqué el coche y nos pusimos en marcha, ya tenía previsto el recorrido que íbamos a hacer.
— Pues mi marido no puso ninguna pega, me dijo que este fin de semana tiene un congreso y que haga lo que quiera, se fue temprano por la mañana, que casualidad más afortunada.
Sí, sí casualidad, no sabía que le tendría preparado Iván para “el congreso”, pero casi me daba pena.
— Espero que se lo pase bien, a lo mejor acaba aficionándose a los congresos.
— ¿Tú sabes algo? Estabas muy seguro de que iba a venir.
— Estaba seguro de que tú querías venir y eso es suficiente.
Entré con el coche en un polígono industrial y tras callejear un poco aparqué al lado de una nave enorme, era la tienda china más grande de la ciudad, allí tenían todo lo que se te pudiera ocurrir y más.
— Hemos llegado, vamos a hacer unas compras.
— ¿Aquí? Regina arrugaba la nariz se notaba que no estaba acostumbrada a este tipo de tiendas.
— Vas demasiado elegante, te voy a vestir un poco más acorde a lo que me apetece hoy.
— Eeeehhh
— A ver guapa, parece que no te quedó claro el otro día, tú eres mía y eso implica que yo decido por ti, yo te usaré como me dé la gana, pero te haré sentir cosas que nunca has sentido, te cuidare y te protegeré, pero exijo una obediencia total por tu parte.
Regina inclinó la cabeza, entramos a la tienda, tarde un poco en situarme, pero luego ya fui directo. Sección de calzado, unas sandalias negras con una suela de goma blanca de 5 centímetros de altura. Sección de ropa, unos leggins con estampado de leopardo y un top ajustado sin hombros de color rosa chicle. Sección de Lencería, un tanga de hilo. Sección de perfumería un cepillo de pelo, un bote de laca, lápiz de labios rojo intenso y sombra de ojos brillante. Regina me seguía con cara de espanto, cuando ya lo tuve todo, busqué un probador y le di todo.
— Póntelo todo, maquíllate y cárdate el pelo que quiero verte hecha una leona cuando salgas.
Regina entró con cara de resignación, cuando salió pocos minutos después parecía otra persona, fue como un programa de televisión de cambio radical, el top se pegaba a sus tetas marcándole los pezones una barbaridad, los leggins hacían que luciese su estupendo culo, las sandalias le daban un irresistible aire hortera, el maquillaje y el cardado eran el remate, había nacido “Regina la Choni”.
— Perfecto, tienes la imagen ideal.
— Estoy horrible así, no soy yo.
Fuimos a caja a pagar, el chino que nos había estado siguiendo cuando vio las pintas de Regina me habló en voz baja.
— Primo mío tiene sex shop, mucho grande, muchas cosas, muy barato.
— Ahora mismo no nos interesa, gracias.
— Muchas cosas para ella, ropa también, ropa muy puta.
— Otro día a lo mejor.
— Yo doy tarjeta descuento. — El buen hombre me dio un montón de tarjetas.
Pagué y salimos de la tienda, me guardé las tarjetas, nunca se sabe.
— O sea que te ves horrible ¿no?
— Sí.
— Vamos a comprobarlo, hoy comemos en un restaurante al final de esta calle, llegas hasta el final giras a la derecha y en cien metros está. Vas a ir caminando tú sola, a ver como te encuentras.
— Pero está muy lejos.
— Un paseíto de nada, yo te estaré viendo, ¡En marcha!
Regina me miró con cara de resignación y empezó a caminar, la verdad es que con esas sandalias al andar el culo se le movía bastante, la calle no estaba muy transitada, alguno que salía del trabajo y unos cuantos obreros que estaban arreglando un socavón en la calle.
Dejé las cosas en el coche, y cuando Regina estaba llegando a medio camino arranqué y me puse en marcha, gradué la velocidad para pasar a su lado cuando estaba al lado de los obreros y escuché algunas de las cosas que le decían.
— Que ese culito no pase hambre.
— Tráelo aquí que le vamos a dar de comer.
— ¡Ya quisiera la Guardia Civil tener ese cuerpo!
Regina seguía andando, aunque se la notaba nerviosa, la adelanté con el coche y me quedé a esperarla ya cerca del restaurante, de todas maneras la tenía controlada por el retrovisor en todo momento. Cuando me vio esperándola se le notó el alivio en la cara, seguro que pensaba que ya había pasado lo peor.
— ¿Qué tal el paseo, te han dicho que estabas horrible?
— No, me han dicho de todo, pero que estuviese horrible no.
— Te ha gustado pasearte, que te mirasen y se calentasen viéndote.
— Nooooo.
Me dio la impresión de que me estaba mintiendo, la sujete por la cintura, la acerque y metí la mano dentro de sus leggins para acariciar su coño directamente.
— Me has mentido Regina, tu coño dice que sí te has excitado.
— Pero es que he pasado mucha vergüenza.
— Te has ganado un castigo por mentirosa, al llegar al restaurante ve al baño y mastúrbate, cuando estés a punto de correrte para y vuelve conmigo.
Entramos, pedimos mesa, mientras yo miraba la carta Regina se fue al baño a cumplir con su castigo, volvió agitada con los pezones intentando perforar su top, comimos bien, la comida casera que esperas encontrar en un sitio así. Regina fue sin duda el centro de atención, la inmensa mayoría de los comensales eran hombres y más de uno seguro se le cayó algo de comida encima por estar mirándola.
Cuando nos marchamos pase por la dirección que me había dado el chino del sex shop de su primo, allí no había ninguna tienda, era una nave tipo almacén bastante grande, desde luego parecía merecer la pena una excursión para conocerlo.
Todavía era pronto para ir al concierto, paramos en una heladería a tomar algo fresco y hacer tiempo, Regina tuvo que volver a pasar por el baño a masturbarse sin poder llegar a correrse, me gustaba dejarla caliente y sin poder desahogarse, aunque a ella no parecía gustarle tanto.
Pues ya tocaba ir al pub, llegamos pronto y la entrada de Regina causo sensación. Las camareras que la conocían la miraban extrañadas, tres chicos jóvenes que estaban hablando con ellas se la comían con los ojos. Luisa que tenía confianza con ella se lo preguntó directamente.
— Regi ¿Y este cambio de imagen?
— Alfonso ha elegido mi ropa hoy.
— Aaahhh, pues es un cambio impactante.
— Y eso que todavía no habéis visto el vestido que va a usar para servir copas en el sótano.
— Ya puedes pasar al baño a cambiarte y retocar el maquillaje. — Le pase una bolsa con el vestido para ponerse.
Cuando volvió de cambiarse creó que a todos los hombres presentes se nos caía la baba mirándola, el vestido de color verde claro era muy corto y ceñido y la espalda quedaba descubierta sujeta por unas tiras muy finas.
— Madre mía Regina no nos va a mirar a ninguna.
Regina se veía avergonzada, estaba acostumbrada cuidar muchísimo su vestuario, verse vestida todo el día como una macarrilla de polígono y por la noche con un vestido tan provocativo la tenía alterada.
Llegaba el momento de empezar, bajamos al sótano, se veía nuevo y luminoso, Rafa había colocado una pequeña barra de bar para servir bebidas, era publicitaria, pero la había forrado y quedaba bastante aparente.
Pronto empezaron a bajar los primeros espectadores, algunos se pidieron ya su consumición y otros simplemente se colocaron cerca del escenario para ir cogiendo sitio, no habíamos querido vender muchas entradas, siendo el primer concierto que se daba tampoco era plan de apurar el aforo, se veía lleno, pero sin agobios, desde el punto de vista del público ya era un éxito.
Al final salió la cantante, con una breve presentación un tanto exagerada de Rafa empezó, tengo que reconocer que cruce los dedos, cantaba bien de hecho cantaba muy bien, la calidad del sonido era buena y la gente empezó a disfrutar, los pocos comentarios que oí eran del estilo “está bastante mejor de lo que pensaba”. Cuando terminó le aplaudieron con ganas y hasta se atrevió a hacer un bis.
Terminado el concierto la gente se lanzó a la barra a por sus consumiciones, Rafa y Regina que estaban sirviendo tardaron un buen rato en poder atender todo lo que les llegó de golpe, poco a poco se fue normalizando y el resto de la noche funcionó con normalidad, al final solo quedaron cuatro tipos que ya iban bien cargados de copas y se dedicaban a apurar sus bebidas y a comerse a Regina con los ojos.
Sobre la una y media bajo Mercedes a ver como iba la cosa, la parte de arriba del pub ya se había vaciado y quería cerrar. Rafa le dijo que no se preocupase que ya se encargaba él de cerrar cuando se marchasen los que quedaban, ya tenían confianza, durante las obras le había dejado las llaves más de una vez, la acompañó para dejar la puerta de la calle cerrada.
— Señores ya se ha marchado la jefa, vayan terminando sus consumiciones que vamos a cerrar.
— Vaya faena a estas horas ya sólo podemos ir a un club de señoritas y allí las copas son carísimas y además te dan alcohol de garrafón.
— Hay que joderse, os vais a pagarles copas a precio de oro a unas putas y a nuestra preciosa camarera ni a un chupito le habéis invitado.
Todos empezaron a protestar y Regina que sólo había bebido agua toda la noche de repente se encontró con cuatro chupitos delante. Los dos primeros se los tomó de un trago, pero los siguientes los dejo aparte para ir con más calma.
En esto uno de ellos que estaba mirando el teléfono nos comentó.
— Acaban de escribir tres amigos que están aquí al lado ¿podrían venir a tomar una copa?
— Ya os dije que tenemos que cerrar.
— Qué más da, tampoco es tan tarde y mañana es domingo.
— También es verdad, diles que avisen cuando estén a la puerta para que suba a abrirles.
— Muchas gracias tío.
A los pocos minutos Rafa tuvo que subir, y bajo acompañado por tres hombres de mediana edad, uno de ellos de impecable traje negro y pelo gris destacaba entre ellos, parecía el tipo de persona acostumbrada a mandar, nada más llegar a la barra empezó a hablar.
— ¿Qué whisky reserva tenéis?
— Tenemos un Cardhu, escoces de Malta de 18 años sin empezar.
— Perfecto pon la botella, tres vasos y una cubitera.
— La botella le va a costar 250 Euros, no creo se la puedan tomar entera hoy.
— No te preocupes, cóbrate ya y de paso cobra lo de estos también. — Luego se fijó en los dos vasos de chupito que tenía Regina sin empezar.
— ¿Y eso que es?
— Han invitado a unos chupitos a la señorita y esos todavía no se los tomo.
— No vamos a ser menos, ponle otros tres de nuestra parte.
Regina quiso decir que no, pero Rafa la tranquilizó con un gesto y le llenó los tres vasos con un licor sin alcohol. El tipo saco la cartera y le dio trescientos euros.
— Quedaos con lo que sobre por las molestias.
— Muchas gracias.
— Veo que tenéis un escenario, ¿Se hacen espectáculos aquí?
— Sí, hoy hemos tenido nuestro primer concierto.
— A mí me gustan los espectáculos, le dan vida a un local, estar de copas con los amigos está bien, pero no está mal un poco de animación.
— Ya que estamos entre amigos seguro que Regina puede bailar un rato.
— Eso mejoraría mucho la noche.
Alfonso le dio una palmadita a Regina.
— Vamos guapa, con tanto trabajo hoy no has podido bailar, venga al escenario que te veamos bien
Regina primero pareció que iba a protestar, pero la decisión estaba tomada, se tomó otro chupito para darse ánimos y subió al escenario. Rafa atenuó las luces del local y puso los focos del escenario. La música latina empezó a sonar y Regina empezó a bailar siguiendo el ritmo. Empezó con timidez, pero a ella siempre le había gustado bailar y se fue animando, en un momento dado los clientes cogieron unas sillas de las que estaban apoyadas junto a las paredes y se sentaron frente al escenario, Regina no hizó caso y siguió bailando cada vez más animada. Las sandalias que llevaba eran incomodas para bailar, se paró un momento para quitárselas para seguir bailando descalza.
— Mucho mejor guapa, tienes unos pies preciosos.
Regina sonrió y siguió bailando, los ritmos cada vez eran más sensuales y el público apreciaba mejor los movimientos de Regina. El tipo del pelo gris la miraba con mucha atención y era el único que hablaba.
— Sigue quitándote cosas.
— Uy eso no.
— Yo se apreciar un buen espectáculo y te sabré compensar, sigue bailando y desnúdate.
Alfonso miró a Regina y le hizó un leve asentimiento con la cabeza.
— Creo que necesita otro chupito.
Rafa puso una pequeña mesa en el escenario y colocó los cuatro chupitos que le quedaban, ella tomó su último chupito con alcohol y se lo bebió de un trago, continuo bailando más despacio, cuando cogió el bajo de su vestido, empezó a subirlo y se oyeron los primeros silbidos, pronto su culo quedó a la vista, agitándose al ritmo de la música y cubierto por el minúsculo tanga, Regina siguió bailando sujetando el vestido un poco más de tiempo luego siguió subiéndolo hasta quitárselo por completo, se tapó las tetas con las manos y se giró mientras seguía moviéndose.
— Muy bien nena, fuera ese tanga.
Ella se dio la vuelta de nuevo y sin doblar las rodillas empezó a bajarse el tanga, Regina tenía un buen culo y en esa posición provocó rugidos entre el público, cuando lo desenredó de sus pies se lo quedó en la mano y siguió bailando.
— Dámelo.
Regina no dijo nada y le lanzó la diminuta prenda, él la cogió al vuelo y se la llevo a la cara para olerlas.
— Esto huele a putita caliente, te has puesto cachonda mientras bailabas.
— Siéntate en el suelo y separa las piernas que te veamos el coño.
Regina obedeció, Alfonso y Rafa estaban sorprendidos de verla tan dócil, pelo gris se levantó de su silla y se acercó a ella, le dio un trago directamente de su vaso, luego uso un cubito de hielo de su whisky para rodear sus pezones, ella jadeo.
— Mastúrbate para nosotros, despacito.
Ella empezó a acariciarse el coño suavemente mientras con la otra mano pellizcaba sus pezones.
— Esta zorra necesita que se la follen, burro enséñale la polla.
El que se sentaba a su izquierda se levantó como un resorte, bajó la cremallera y sacó una polla completamente empalmada, el tipo sabía que la tenía grande y sonreía con chulería.
— Creo que si no hay mejor candidato, mi amigo es la persona ideal para follarse a esta puta.
En ese momento Alfonso sonrío.
— Hay mejor candidato.
Cuando Alfonso se sacó la polla la sonrisita del burro se congeló en su cara, avergonzado se la volvió a meter en el pantalón.
— Jajajajaja, muy bien chaval, que empiece el verdadero show.
Alfonso se acercó a Regina que seguía tocándose, le puso la polla junto a la cara.
— ¡Chupa!
Se notó que Alfonso quería marcar territorio, la agarró por el pelo metiéndole la polla hasta la garganta, la hizó babear a pollazos follándole la boca luego se tumbó en el suelo con la polla mirando al cielo.
— Cabalga zorra.
Regina se puso sobre él y fue bajando poco a poco, empalándose ella misma, bajo lo que pudo y empezó a moverse, todos miraban como la enorme polla de Alfonso se clavaba cada vez más profundo, ella suspiraba y jadeaba, pelo gris vio como Rafa se colocaba la polla y sonrió.
— Creo que deberías ayudar a tu amigo, esa putita tiene hambre.
Rafa miró a Alfonso que le guiñó un ojo, se sacó la polla y se la metió en la boca a Regina sin mediar palabra, ella intentaba chupar sin dejar de moverse, Alfonso le sujeto las caderas y empezó a darle más rápido, Regina estaba medio ahogada y no pudo aguantar más ese doble tratamiento. Se corrió entre gemidos ahogados, ellos siguieron usándola hasta correrse y al terminar la dejaron desplomada sobre el suelo.
Pelo gris se puso de pie y empezó a aplaudir, pronto sus compañeros se le unieron.
— Muy bien, real, sin fingimientos. Creo que si siguen estos espectáculos me haré asiduo de este local.
— Esto ha sido algo imprevisto, no es algo que se vaya a hacer.
— Pensadlo bien, conozco gente que disfruta mucho de estas cosas y un poco más duras también. Nosotros nos marchamos ya, podéis cerrar el local.
Rafa les acompañó a la salida, cuando bajo se le veía pensativo. Al llegar al lado de los otros dos les enseñó cinco billetes de cien Euros y una tarjeta con un teléfono.
— Han estado una hora, se han bebido media botella del whisky más caro y nos ha dejado una pasta, me parece que sí que vamos a tener que pensarlo.

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