Mi timidez y las mujeres de mi familia 46

Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes







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Al entrar en la cama la vi toda desnuda de espaldas, desde su nuca hasta los talones, tenía un cuerpo menudo, pero muy armonioso, no había cambiado para nada, si acaso las caderas un poco más anchas, por el otro lado sí que era todo diferente, el rostro le había cambiado, los labios, los pómulos, las tetas eran espectaculares, ahora eran tan grandes como la que más, bueno las de Raquel eran mucho más, pero me acordé de las suyas de antes, luego volverían a su tamaño y es que eran las suyas, no tenían que ser grandes ni gordas, eran sus tetas de siempre.


Su tripa, era el mayor misterio de la naturaleza, sobre todo para mí, yo había ayudado y eso no me lo podía quitar nadie, cuando había sentido los golpes del crío dentro de Ana noté como se alegraba de sentirme cerca, ya empecé a quererlo, cuando le metí la polla a Ana, no solo quería follar con ella, quería hacerla feliz, darle placer, pero también “visitar” al peque, que me sintiera lo más cerca posible.


A pesar de que estaba en la cama, desnudo, al lado de una mujer desnuda, y que acababa de hacer el amor con ella, la polla no se inmutó, pensaba por ésta vez lo mismo que yo, estaba feliz, caída sobre mi vientre, con el capuchón puesto, me miraba a la cara, como mi mejor amiga, siempre se había portado muy bien conmigo, pero ahora mi polla estaba de mi parte, era feliz también.


No sé ni cómo ni cuándo pero me dormí, cuando me desperté fue al sentir unos labios sobre los míos, Ana se había levantado, se había puesto mi camisa y había hecho la cena, ya era de noche, tenía solo abrochado el primer botón del cuello, las tetas asomaban y el vientre estaba completamente fuera, el vello púbico escondía sus labios, me levanté soñoliento, había dormido como un bebé, tranquilo conmigo mismo.
Ana había hecho una cena rápida,  


Acababa de hablar con Jorge y le había contado que casi se había solucionado el problema, al día siguiente tenían que hacer unas gestiones en los bancos, pero que haría por venir lo antes posible y que le avisaría, preguntó por mí y se tranquilizó al saber que estaba en casa, le dijo que me cuidara mucho y le deseo buenas noches, mi tía también me dijo…


-        Se nota que ha follado.


-        Es un buen hombre, perdónalo.


-        Siempre lo hago, y ahora que es feliz, más aún, va a tener un hijo y es niño, ya 
no se tiene que preocupar de la corrida temprana, gracias a ti estuvo un tiempo corriéndose dos veces, la primera enseguida pero en la segunda ya aguantaba bastante, ahora se ha tranquilizado mentalmente y la primera la retrasa mucho más.


-        Me alegro por Jorge y… por ti, claro.


-        Sí, ya hace tiempo que no finjo, ahora cuando me corro es de verdad y lo hago casi siempre.


-        Ah! Y conmigo no te corres de verdad?


-        No, contigo me corro siempre.


Cuando nos sentamos en el sofá ya le había recogido la mesa a mi tía, ella me notó mas diestro en el manejo de los platos y me agradeció que incluso los fregara, se sentó en un lado y me indicó que lo hiciera con ella, al sentarse le tiraba la camisa y despasándose la se la quitó con la excusa de no arrugarla, le puse el brazo sobre su hombro y ella se vino hacia mí, estuvimos mirando la tele sin verla, solamente con los dedos nos acariciábamos la piel, estábamos sumidos en un letargo que nos hizo resbalar hasta caer inclinados sobre el sofá, la cabeza de Ana resbaló sobre mi pecho y se posó en mi vientre, aunque mi polla estaba a escasos centímetros de su cara no la toco, pero el aliento tibio que salía de su boca hizo que se fuera levantando incluso se apoyó contra su frente, yo vi como en su vientre se movía algo, le salían bultos que se desplazaban de momento, le puse la mano para que se calmara, parece que el niño me hizo caso, noté un rato el bulto bajo mi mano y luego se aflojó y desapareció.


Ana lo estaba notando y cuando se fue me dio un besito en mi capullo en agradecimiento, él también le correspondió con un golpecito en la frente.


Me debí quedar dormido pues me dio frío, sentí fresco y abrí los ojos, el frío no era de la noche, era el efecto de sacar la polla de la boca de mi tía, se había despertado hacía un momento y le dio pena ver como la tenía pequeña, arrugada y escondida, parecía un gusano, ella simplemente le descubrió el glande, la metió en su boca y esperó, en un primer momento no tuvo reacción, solo cuando con la lengua la apretaba contra el paladar fue cuando empezó a despertar, fue progresivo, longitud, grosor y dureza aumentaron en su boca hasta obligarle a tener que ir dejando que saliera, pues no había sitio para toda, ya la tenía dura cuando mi tía a gatas se tumbó sobre mí, agradecí el peso de sus tetas contra las mías, pero me preocupo la presión de su vientre sobre mí, ella estuvo poco rato pues abriendo las piernas se sentó sobre mi polla, ahora no se veía bajo la maraña de vello, pero yo notaba su clítoris rozando mis venas, el vientre siempre precedía los movimientos de mi tía, sus labios rodeaban mi tranca y mis pelos se liaban con los suyos, cuando se levantó un poco apenas se veían los labios, el vello mojado de flujo se pegaba goteando, me hizo mirar entre sus piernas, bajo la curva de su vientre la oscuridad del pelo moreno y en la sombra mi polla vertical, sin cogérmela se fue dejando caer despacio, iba recolocando su anatomía a mi polla, cuando le hizo sitio acabó de meterla del todo, me la enseño, había desaparecido toda, no se movió, solo se movían sus músculos, sentí como si me estuviera dando una mamada o una paja, me dijo que le acariciara las tetas, las miré desde abajo, me habría gustado que ya tuvieran leche y beber de ellas, apenas movía las caderas pero estaba con los ojos cerrados, concentrada, apretó los párpados.


-        Manu me corro, acaricia las tetas por favor.


Las cogí las dos, desde los lados hacia el centro, los pezones con el pulgar y el índice los giraba, las apretaba y las subía, las separaba y las estiraba, se corrió encima de mí, sentí todas las contracciones de su vagina, estuvo como una estatua, vibrando toda, 
cuando se calmó empezó a subir y bajar, despacio hasta notar mis palpitaciones en el glande, puso sus manos en mis tetas, también sabía darme placer en ellas, le llene el coño de leche, por la vagina le rebosaba y se salía cayendo sobre mí, cuando se dejó caer con la polla dentro aún chapoteaba de líquidos.


Pasamos la noche juntos, claro, yo feliz no quise ni tocarla, me sentía más pareja que amante, el tenerla desnuda a mi alcance me llenaba más que tener sexo con Ana, el despertar fue como yo quisiera que fuera siempre, mi tía me besó, recordé los besos que me da mi madre después de pasar la noche follando, eran de mujer ardiente pero agradecida y feliz, yo le correspondí, tardamos mucho en levantarnos, nuestros cuerpos calientes, pegados no ansiaban sexo, simplemente la compañía, el saber que estábamos allí, cuando nos levantamos nos vestimos, invité a mi tía a comer fuera, ella se apoyaba en mi brazo, con la otra mano se cogía la tripa o los riñones, parecíamos una pareja de verdad, por la tarde recibió la llamada de Jorge, volvía esta noche, todo resuelto felizmente.


Cuando se oyó la llave de la puerta estábamos esperándole para cenar, mi tía había hecho una cena especial, incluso champaña, ella un sorbito solo me advirtió, Jorge se notaba pletórico, cuando se sentó a la mesa le dio un beso a mi tía, ella por detrás de él me señalo con los dedos que había follado dos veces.


Cuando me fui a dormir mi tío se asomó a mi habitación, me dio las gracias y el regalo, unas gafas de sol de marca.


Al rato ya casi dormido, sonó mi teléfono móvil, había recibido un mensaje, era de mi madre que me mandaba una foto, la abrí y apareció en un primerísimo plano su coño abierto, bajo una nota, “Esta noche le lo has perdido, pero te lo guardo para cuando vuelvas.”


Me desperté pronto, realmente me despertó mi tía, al abrir los ojos me encontré la cara de Ana a unos centímetros de la mía, me dio un beso de despertar de los que a mí me gustan, me dijo…


-        Jorge acaba de irse a la oficina, quieres venirte a mi cama?


Yo salté de la cama y fui tras ella, me llevaba de la mano, cuando entramos en la habitación se quitó el camisón que llevaba, era cortito, apenas le tapaba las nalgas por detrás, pero por delante la barriga se lo subía, antes de subir a la cama se lo sacó por la cabeza, yo me quité el calzoncillo y entré también.


Ana tuvo el detalle de acostarse en el lado que había estado su marido, yo sentí en las sabanas de Ana el calor tibio y el olor a su suave perfume, cuando nos cubrimos con la sabana nos abrazamos estrechamente, me besó en la boca con un beso que lo decía todo, su lengua buscó la mía y las entrelazamos saboreando nuestro aliento, me di cuenta que nuestros cuerpos estaban pegados como un libro cerrado, noté que sus tetas presionaban las mías fundiéndose en un cuerpo, yo ya había sentido esta sensación, me había aplastado con tetas blandas, semi duras y duras o enormes grandes, pequeñas o solo con pezones como olivas, pero ahora era diferente, sentía latir el corazón de Ana junto al mío, lo que no había sentido nunca era un vientre duro, hinchado y voluminoso como el de Ana, se aplastaba también contra mí, la única diferencia era, que mi polla aunque dura no llegaba a rozar siguiera la entrepierna de Ana, cuando nos faltaba la respiración Ana se quedó mirando al techo, me cogió la cabeza y se la puso sobre su estomago, me dijo…


-        Escucha, vas a oír a tu primo.


Mi cabeza estaba encajada entre su vientre y sus tetas, pegué la oreja a su vientre y escuché unos latidos que parecían un burbujeo, sonaban fuertes y rápidos, Manuel debía estar al otro lado también pegado, estuve un rato, era consciente de que aquel momento quizá no se repetiría y lo saboreé, cuando volví la cara hacia la de Ana me sonreía, pero entonces por el otro oído escuche su corazón, este sonaba fuerte y claro y también acelerado, puse atención, a la altura de mis ojos crecían dos promontorios que parecían dos pasteles de nata coronados de chocolate, también pensé que esta visión también sería efímera, posiblemente cuando dejara de amamantar a Manuel volverían a su tamaño original, aunque no me despedía de chupar la leche cuando le saliera, la lengua se me salió sin pensar, le lamí el nacimiento de las tetas, ahora para mí era más importante que incluso el pezón, era como el renacer a la vida, estuve chupándole la carne dura, que aunque estando boca arriba no se aplastaban, querían cumplir su misión, aunque ahora se limitaba a dar placer a su dueña y a mí, las chupé con avaricia, cuando por último llegué a los pezones estaban tan duros que semejaban a una segunda teta, cada pezón era más grueso que una teta de las suyas de antes, mi tía con los ojos cerrados suspiraba, el pecho le subía y le bajaba empujando mi cabeza con él, me puse de rodillas, besé su ombligo, casi era como un pezón más sobre la tarta de bombo, me deslicé hacia abajo, una hilera apenas visible de vello le recorría hasta el pubis, allí se perdía en su maraña de pelo, con la lengua intenté abrirme camino, en mi paladar se me pegó uno y me hizo toser, mi tía me pidió perdón, no sé porqué, se separo los pelos en dos mitades y dejó abiertos los labios, eran de color rosado, sobre el promontorio del clítoris una leve piel lo escondía apenas, lo busqué y lo descubrí, estaba duro y sedoso, los labios morenos que me esperaban se abrían como un libro y guardaban una cueva de la que salía un calor y un olor húmedo, mi tía me susurró.


-        Manu, creo que tu primo te está llamando.


Me puse sobre mi tía, apoyando las manos en la cama a su lado, pero ella se acercó a la orilla del colchón y poniendo el culo en la misma orilla levantó las piernas, se cogió de los tobillos y me dejó el camino libre, le apunte la polla a los labios que se abrieron a mi paso, la cabeza entró suave y su vagina succionó el resto, mis huevos apoyados en su culo velludo, estaba suave como su coño, estuve metiéndole la polla lentamente, a cada metida Ana gemía y cuando la sacaba suspiraba, me llevó mis manos a sus tetas, le cogí de los pezones y los apreté, hubiese querido que manaran leche, pero aún era pronto.


Ana se soltó los tobillos, ya no tenía fuerzas, se cogí las piernas verticales, las abrí y le seguí metiendo la polla, sus tetas bailaban sobre ella, las intentó cazar y las pellizcó de los pezones, los estiraba con ardor, cuando unas convulsiones agitaron su cuerpo me acordé de lo que me había dicho, que conmigo se corría siempre, seguí metiéndola pero suavemente, no quería que fuera demasiado violento para su corazón, Manuel iría a tope.


-        Manu córrete dentro, quiero sentir tu leche, dale el biberón a tu primo.


Le seguí metiendo la polla más rápido, veía como las venas hinchadas desaparecían entre los labios de Ana, cuando noté que mis huevos ya no podían retenerme más salí de Ana, no quise llenarla de semen estando mi tío en casa y me subí a su estomago, metí mi polla entre sus tetas, ella comprendió que eso era un caso impensable no hacía mucho y apretó las dos tetas sobre mi miembro, casi no se veía más que el capullo, me moví entre la mullida piel, cuando me corrí los chorros mojaron todo el valle entre ellas, algún chorro llegó hasta su cuello y su mentón, cuando dejé de expulsar semen Ana con dos dedos repartió por sus tetas toda mi crema, se entretuvo más en los pezones, cuando acabó se lamió los dedos, luego me atrajo hacia ella y me besó, su boca sabía a mi leche, estaba rico.



Estuvimos tumbados casi abrazados hasta que nuestros corazones retornaron a su ritmo normal, le pregunté…

- Por curiosidad, que me quisiste decir ayer con dos dedos?

- Pues que le noté que había follado durante el viaje dos veces.

- Ana! Como puede ser?

- Pues porque cuando se acercó a mí para besarme el cuello le olía a un perfume y la camisa a otro.

- Tía… que mal pensada…

- Puede… pero luego lo confirmé, por la noche no quiso que le hiciera nada, estaba cansado, por la mañana de madrugada le saqué la polla y me la metí en la boca, estaba blanda pero pronto se puso en forma, se la estuve chupando hasta que se corrió, luego le enseñé su leche en mi boca y me la tragué, a él le gustó mucho verlo, pero lo que no le dije es que su polla sabía a su semen y al flujo vaginal de otra mujer.

- Yo no quise correrme dentro de ti por si luego te comía el coño y notaba mi sabor.

- Lo sé y te agradezco el gesto.

Nos levantamos bastante tarde, me duche y salí al centro, en unos grandes almacenes compré algunos regalos, a mi madre unas medias de verano para su nuevo vestido, eran grises y con costura, siempre me han encantado, a mi tía un perfume fuerte como a ella le gusta y a Lisa un lápiz de memoria para fotos y películas.

Después de comer mi tía me preparó en la maleta la ropa que me había lavado y me dispuse a volver.

- Manu, sabes que no quisiera que te fueras, pero no soy egoísta y comprendo que quieras estar también con tu madre, estaré pensando contigo hasta que vuelvas.

- Gracias Ana, me voy con dolor de corazón pero Jorge ya está contigo y te cuidará muy bien, yo también pensaré contigo y con Manuel.

Jorge se había ido a sacar el coche pera llevarme a la estación, mi tía se bajó la falda y dejó todo el vientre al aire, se lo besé y le dije…

- Manuel pórtate bien, no le des trabajo a mamá.

Ana se levantó también el suéter y descubrió las dos maravillas de tetas que lucía, me las ofreció, las besé ávidamente, chupé los pezones hasta ponerlos rojos, cuando los solté mi tía me cogió la polla por encima del pantalón y me dijo…

- Guárdamela y que te la cuiden bien mis hermanas.

Le di un último beso y me fui, bajo sonaba la bocina de el coche de Jorge.

Continuará.

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