El mecanico

El mecanico
Mi nombre es Guillermo y tengo 36 años. Soy un gran aficionado de los autos. Decir que los amo es poco. Vivo por ellos. Me gusta manejarlos, cuidarlos, repararlos y más que nada restaurarlos. Hay magia encerrada en los autos clásicos. Si pudiera tuviera una colección. Pero desgraciadamente solo soy el mecánico. Trabajo en un taller en Marbella, España. Nuestra obra tiene una buena reputación y nos visitan clientes ricos con autos de lujo que cuestan más que mi casa. Cuando estoy trabajando me sumerjo en una zona de trance donde soy solo yo y el coche. La excelencia es un requisito. Incluso tengo clientes fijos que me solicitan por nombre y tienen mi número de teléfono. Una tarde estaba trabajando tarde en un Jaguar E-Type de una celebridad. Era común que me quedara a cerrar solo en el taller cuando quería terminar algo en lo que estaba enganchado. En ese instante suena mi móvil. Era uno de mis mejores clientes con un gusto exquisito por autos antiguos. Al principio no podía dicernir que estaba diciendo. Estaba evidentemente cabreado. Según pude entender entre todas las maldiciones que echaba alguien había chocado su coche. Me paso en un mensaje la dirección donde estaba para irlo a buscar con el remolque y fui sin pensarlo dos veces. El lugar era un poco lejos. El auto se había salido de la carretera y chocado contra un poste de electricidad. No era mi coche y hasta yo estaba molesto. Seguro que había sido uno de sus hijos. Adolescentes y coches caros no ligan. Parqueo y me acerco a evaluar la situación.
- Ya era hora. - Dice una mujer saliendo del coche. Mi predicción había sido errada.
- Buenas noches. - Le dije y fui directo a ver el nivel de los daños. 
- No ha sido para tanto, cierto?
- Una luz destrozada, el parachoques, carrocería abollada... 
- Eso es una tontería, no?
- Este no es cualquier coche señora.
- Me has dicho señora?
La dejé hablando sola y fui a una enganchar el coche para llevarlo al taller. Me había olvidado completamente de ella cuando arranco el coche y ella se sienta el el asiento del pasajero y cierra la puerta de un portazo. La miré serio y emprendí mi camino. Era toda una malcriada. Cruzó sus manos y miraba por la ventanilla hacia afuera sin decir una palabra. Al tener un rato ya de camino la temperatura empezó a descender. Yo llevaba mi mono de trabajo de mangas largas pero ella solo traía un vestido corto de terciopelo y unos zapatos de plataforma. Debía de haber encendido la calefacción en ese momento pero fingí no darme cuenta para hacerla sufrir un poco. Ella se frotaba sus manos y las calentaba con su aliento. Frotaba sus muslos unos con otros y se encongía un poco. Su vestido poco a poco se iba subiendo con el movimiento. Yo fingía mirar a la carretera y la veía de reojo. Tenía unos muslos anchos y tonificados que se unían en unas bragas rojas. Aunque se veía tan poco tela que seguro era una tanga. Sus pezones comenzaron a ponerse duros por el frío y a notars mucho por encima de la ropa. No traía brasier. Intentó disimular cruzando los brazos en pero fue inútil. No aguantó más y juntando sus manos las metió entre sus piernas llevándolas al punto de más calor en su cuerpo, su coñito. Mi vista se trasladó a sus manos y se concentró en ellas. Al parecer ella se dio cuenta porque tosió como llamada de atención. Eso me sacó de mi estado de embobado y volví a concentrarme en la carretera aunque la imagen de sus bragas y sus manos no salía de mi mente. Su respiración agitada por el frío también era de lo más sensual pero decidí dejar de torturarla y encendí la calefacción.
- Pero tenías calefacción? Que no veías que me estaba congelando aquí?
Decidí ignorarla. Fue un viaje silencioso y largo pero al fin llegamos. En la puerta del taller esperaba mi cliente ansioso. Entré el coche y la muchacha se bajó para ir hacia él. Imagino que tendrían algún tipo de relación aunque fácilmente pudiera ser su hija. Él la pasó de largo totalmente ignorándola y fue directo a ver el coche. Pero ella lo siguió implorándole con voz fina.
- Papi, lo siento. Estaba muy oscuro... Me distraje por un momento.
- Hay... Mi preciosa... Que te ha hecho esta mujer estúpida. - Le dijo al carro y se viró hacia la chica. - Ahora no puedo ni verte.
- Pero papi si es el más viejito que tienes... Fue un choquecito bobo.
- El más viejo dices? Ese coche cuesta más que tú! - Comenzó a gritarle y ella solo bajaba la cabeza. Por suerte se separaron del auto así que pude acomodarlo en el elevador y meterme debajo para verlo más detenidamente. - Bien que me lo dijo mi madre... No te cases con una mujer solo por su culo. Y he terminado contigo... Que no tienes ni dos dedos de cerebro. 
- No digas eso mi papi... Yo te quiero... - Dijo ella empezando a llorar.
- Ahora mismo no puedo di verte... - Dijo y se dirigió a mí. - Ernesto?
- Papiiiii! - Decía ella entre sollozos.
- Pues Don Lucio... Ha sido algo superficial. - Dije saliendo debajo del coche. - Solo unas abolladuras y una luz. 
- Gracias a Dios.
- Puede pasar al final de la semana a recogerlo.
- Perfecto. Se que lo dejo en buenas manos. Que tenga buena noche y gracias por todo.
- Es mi trabajo. - Le dije y nos dimos la mano. Él comenzó a caminar en dirección al coche en la entrada y ella comenzó a seguirlo.
- A donde te piensas que vas? - Se viró y le dijo. Ella paró de en seco y lo miró con cara de cachorra abandonada. - Mira puta... Tú nunca más te subes a ninguno de mis coches. Coje un taxi. - Le tiró al suelo unos billetes y se fue. Ella quedó desconsolada llorando con sus manos en su cara. Yo no sabía qué hacer o qué decir.
- Quieres que te pida un Uber? - Dije después de unos momentos de puro llanto.
- Estoy harta de aguantar al estúpido creído ese. Quiere a sus autos mas que a sus hijos. Dios... Ya no lo soporto. - Justo lo que me temía. Ahora estaba involucrado en sus problemas personales. - Me dan ganas de... Ahhh. - Su expresión se convirtió en rabia, impotencia y se abalanzó hacia el auto con intenciones de patearlo. 
- No, no, no... - Dije tomándola por la cintura y alejándola del auto. Luego me puse frente a ella y nos miramos. Yo le dije muy seriamente. - El coche no tiene la culpa de tus rollos, vale? Si no te gusta, lo dejas y punto. 
- Ya, claro... Tan fácil, no? Pues mira que no... Me ha costado mucho llegar hasta aquí. Pero ese imbécil me hizo firmar el acuerdo prenupcial y si lo dejo no tengo nada. Y ves estas tarjetas? Mi pelo, mi ropa cara, mis zapatos... - Comenzó a señalar todas su pertenencias. - Todo es gracias a su dinero. Vivo en la mansión de la colina. Cualquiera soñaría con algo así...
- Ya...
- No me estés juzgando, vale? Ya ni me reconozco... No se quién era antes de él. Esto también lo hizo él. - Dijo pasando sus manos por su cintura y sus caderas. - Y esto. - Dijo bajándose el vestido y dejando sus tetas al desnudo. Me daba un poco de pena. Estaba trastornada. Sin embargo sus tetas sí que eran perfectas y no dejaba de mirarlas. Fue hacia el auto y pasaba su mano por la carrocería mientras caminaba alrededor. - Soy solo otra posesión para él... y ni siquiera soy la más importante. La esposa trofeo. - Se detuvo y puso sus manos sobre el capó del auto y bajó la cabeza.
- Pues yo pienso que es un idiota... - Dije acercándome hasta estar justo detrás de ella. Se veía tan vulnerable... Habían caído todos esos muros de prepotencia que la rodeaban. Ella se volteó y nos quedamos viendo por unos momentos. - Eres perfecta... - Le dije.
Ella se abalanzó a mi cuello rodeándolo con sus manos y me dió un beso. Fue un beso suave y delicioso... Su sabor terminó de envolverme y algo se encendió en mí. El beso terminó y nos quedamos viendo con nuestros cuerpos pegados. Pasé mi mano por su rostro dibujando una caricia y coloqué un mechón de su pelo que se interponía en el camino detrás de su oreja. Ella movió su carita respondiendo a mi caricia y volvimos a mirarnos fijamente. Era como si un volcán en nuestro interior estuviera a punto de hacer erupción. Nuestros ojos estaban hablando un lenguaje propio. Su mirada decía "Tómame". La tomé por las nalgas y la senté en el capó. Ella abrió las piernas y me atrapó con sus manos en mi espalda. Esta vez fue un beso largo, ardiente y pasional.
- Si... tómame aquí mismo. Encima del auto... - Mujeres y autos. "Mi fantasía final", pensé. Mis manos comenzaron a sobar sus tetas al desnudo. Ella se detuvo y de un tirón se quitó el vestido. Solo llevaba una fina tanga que marcaba a la perfección los labios de su coño. La ropa comenzó a sobrar. Abrí mi mono y lo bajé hasta la cadera. Ella lo bajó un poco más tocando mi polla por encima del boxer. Sentía como se estaba poniendo levantando mi verga entre sus dedos. Volvimos a besarnos y de ahí me trasladé a su cuello y fui bajando hasta sus tetas. Mi lengua daba vueltas en sus pequeños pezones. Primero uno y después otro. Ella se inclinó hacia atrás apoyando sus manos en el auto para darme libertar completa sobre su cuerpo. Estaba obsesionado con sus tetas... Las apretaba y las chupaba y ella gemía de placer. Luego se inclinó hacia delante nuevamente y sus manos buscaron mi polla que ya empezaba a embarrar de líquido mi ropa interior. La sacó y su boca se hizo agua mirándola.
- Te gusta?
- Qué grande es! Que gorda! - Dijo mientras se relamia la boca. - Mira como me tienes. 
La poca tela que separaba a mi polla de su coño se veía muy mojada. Ella tomó mi polla y empezó a frotarla de arriba abajo contra sus bragas. Mis ganas iban en aumento y la anticipación me estaba matando. Ella estaba loca porque tomara la iniciativa y la follara pero me gustaba como las ansias hacían que se excitara aún más... que se mojara aún más. Presionaba mi polla contra sus bragas y le daba pequeños toquecitos. Cuando decidí que había sido suficiente tortura aparté a un lado su tanga y pasé por su coño dos dedos... Bien despacio de arriba abajo empapandolos de todos sus jugos. Después se los di a probar. Ella los chupó como toda una zorra mirándome con cara de diabla. 
- Hazme tuya. - Me dijo con una voz seductora. 
- Ponla bien dura primero. - Le dije con polla en la mano.
Ella me miró con cara de puta y rápidamente se arrodilló ante mí. Manteniendo constante contacto visual comenzó a chupar mi polla hasta dejarla llena de su saliva. Nunca dudé de su habilidad de ponerla bien dura. Luego escupe entre sus tetas y comienza a hacerme una cubana espectacular. Mi polla se deslizaba con facilidad entre esas tetas perfectas que ella mantenía bien unidas con las manos. Lo estaba pasando fenomenal. Era toda una visión para mis ojos ver tanta mujer para un simple mecánico. Mi polla no podía crecer más ni estar más inchada.
- Suficientemente dura? - Me dijo mientras pasaba su lengua por mi glande cuando salía de entre sus senos.
- Ufff... Si sigues así voy a correrme.
- Nada de eso... No vas a dejarme así. - Se detuvo, se puso de pie y una vez más se sentó en el capó. Se quitó la tanga y la puso a su lado. Su coñito depilado y mojado hacia una invitación mientras abría bien las piernas. 
Yo llevando mi polla hasta la entrada de su coño comencé a penetrarla. Ella soltó un gemido mientras su vagina se acostumbraba a mi polla gorda y venosa. Pero despacio su vagina terminó por comérsela toda hasta el fondo. Entonces comencé a bombear manteniendo con mis manos sus piernas lo más abiertas posible. Mis embestidas eran cada vez más rápidas, más fuertes. Ella se inclinó hacia atrás y llenando sus dedos de saliva comenzó a frotarse su clítoris. Sus gemidos se hacían cada vez más fuertes. Tomé sus piernas y las levanté dejándola completamente acostada sobre el capó y seguí bombeando. Era adictivo el sonido que hacía mi polla al entrar y salir estando su vagina tan llena de fluidos. No paraba de frotarse y con la otra mano comenzó a tocarse los pechos. Ella cerraba los ojos y se dejaba llevar por tanto placer. Su gemidos fueron intensificándose y sentí las paredes de su vagina contraerse a la par de que soltaba un fuerte grito de placer. Me detuve por un momento. Era evidente que se había corrido y estaba desplomada jadeando sobre el auto. 
- Q delicia... - Dijo con aún con la respiración acelerada y volvió a sentarse. Saqué mi polla aún muy dura y la pajeaba despacio mientras la miraba. Ella se puso de pie y me dió un beso. 
Yo la tomé con mis manos y le di la vuelta forzandola a ponerse contra el capó. Ella acataban sin mostrar resistencia demostrando disfrutar muchísimo de menuda demostración de fuerza. Con una mano la mantenía sobre el capó y con la otra guié mi polla hasta inteoducírsela nuevamente, esta vez de golpe. Comencé a follarla sin piedad y le asesté par de nalgadas que la hicieron gritar. Le gustaba ser deseada a tal punto que sacara de mi mis instintos más primitivos. Estaba dándole lo mejor de mí cuando ella levanta su culo y comienza a moverse en mi polla. Lo hacía tan rápido, tan fuerte y tan rico que me falló la concentración y sentí que me corría. Fue imposible sacarla a tiempo y con un grito de placer eché toda mi corrida dentro. 
- Ahhh... Diooos... Ufff... Lo siento, lo siento... - Dije dándome cuenta de lo que había hecho y saqué mi polla. Ella se quedó así inclinada sobre el auto y vi como toda mi leche salía de su coñito y caía al piso. 
-Tranquilo... Un embarazo puede que sea justo lo que necesito ahora. - Ella limpió con su mano el resto de mi corrida que le quedaba dentro y lo esparció por la carrocería.
- Pero que haces?
- Cada vez que se monte en este estúpido carro recordaré lo que hemos hecho. - Dijo mientras volvía a vestirse. 
- Estás loca.
- Quizás... Pero a qué me prefieres a mi antes que al coche? - Dijo acercándose muy sensual y pegándose a mi cuerpo abrazada a mi cuello.
- Pues...
- Ufff... Todos los hombres son iguales! - Gritó enojada después de darme una cachetada. Acabo de perderme de la oportunidad de tener más sexo salvaje con ese pedazo de mujerón pero... Es un Mustang del 67 ... no pude evitarlo

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