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El Abismo de Dolores

Dolores (aclaremos que no es su nombre real) era una chica de veintipocosaños, cabello color castaño oscuro lacio hasta un poco mas abajo de los hombros, de carita redonda con expresión de inocencia, cuerpo tirando a rellenita pero sin llegar a ser excesivo; con pequeños pechos redondo-alargados que parecían limoncitos; de cola redonda y un poco voluminosa pero entre esta, su rostro y una sensual pancita blanca que esporádicamente lucía, la hacían ver bastante atractiva; de poco hablar pero en las escasas veces que lo hacía, evidenciaba una madurez que se contraponía con su apariencia aniñada.
La conocí en una clase de asistencia a una materia de la carrera que cursaba, a pesar de la parquedad de su hablar, pude sacarle conversación pero cuando se intentaba ahondar en su vida, rápido evitaba el tema cambiándolo por algo más trivial.
Una noche en una fiesta en la que fortuitamente coincidimos, vodka con jugo de durazno de por medio, finalmente se abrió y me contó la historia de su vida, hasta de su iniciación a cargo de un hombre casado, el mismo que le abriera los ojos a un mundo de desenfreno sexual en el que se movía como pez en el agua con una discrecional conducta. No lo podía creer, me di cuenta que estaba viendo a un demonio insaciable que reinaba en un mundo de lujuria camuflado bajo esa fachada de señorita inocente.
Como todo hombre, yo también quería una probadita de ese fruto exótico y explotar al máximo a esa “Harley Quinn” que tenía enfrente.
Llegamos a mi casa, tardé segundos en desvestirla, quedando ella solo en ropa interior ya que me gusta disfrutar quitando despacio las dos últimas prendas que franquean el paso a su completa intimidad, entrando en ella lenta y dulcemente para ir sacando poco a poco esa hembra salvaje que decía contener.
(Ooopssss!!!Bombacha de algodón color rosa chicle con motivos infantiles, “Bue… sigamos adelante” pensé).
Fiel a mi costumbre, las caricias y besos comenzaron a recorrerla pero ella visiblemente excitada se coloca boca arriba con las piernas estiradas y más con un tono de orden que de suplica me pide que la penetre. Me pongo el preservativo, me coloco encima de ella, deslizo mi miembro entre sus piernas aun cerradas y lentamente voy entrando en su vagina ya bastante mojada, pero… “Oh Sorpresa!!!”, no la sentía, apenas podía sentir leves roces contra sus paredes, percibía mas su calor interno que un contacto propiamente dicho. Para evitar perder erección, comencé a moverme con todo el ritmo que pudiera dar, estaba enfurecido dándole bomba, creo que la única parte en la que plenamente hacían contacto nuestros cuerpos era cuando la base de mi pene chocaba directa y violentamente contra la zona de su clítoris. Quería disfrutarla y jugar como era mi gusto pero ella solo me pedía que siguiera como estaba, que no parara.
No sé cuánto tiempo habremos estado así, yo aún enloquecido dándole con todas mis fuerzas, cuando ella me pide que pare, y me pregunta si había acabado, a lo que le contesto que no y ella me dice que ya había tenido cinco orgasmos, que comenzaba a irritarse su vulva y que por favor me saliera. Por supuesto yo no había acabado, le dije que me dejara penetrarla por el ano para acabar y me contestó que nunca lo había hecho y que no quería probar, le pedí entonces que me haga un pete para descargar y me contesta que no chupaba pijas(literal), que yo me hiciera una paja porque quería ver cómo me saltaba la leche. Obviamente no me quedó más remedio que hacerlo ya que sentía como que mis testículos iban a reventar. Expulsé choros tremendos de leche a lo que ella solo exclamó algo de sorpresa.
Se quedó a dormir, hicimos cucharita y despertamos a la mañana siguiente en la que su prisa por llegar a su casa denotaba más un escape que otra cosa.
Pasados unos días nos encontramos nuevamente, charlamos largamente en el que el tema de la conversación se centró principalmente en su multiplicidad de orgasmos, que era la primera vez que le pasaba, al igual que el hombre no eyaculara en su interior y por lo que decía sentir como que tenía una deuda conmigo. Entonces, para saldar esa presunta deuda y (sobre todo) por volver a vivir la experiencia de la multiorgasmia, es que se le ocurrió una idea: “Cuando te avise, voy a tu casa para que lo hagamos de nuevo pero esta vez sin preservativo porque quiero que me acabes adentro, no te preocupes porque se cuidarme”, yo a pesar que me había sentido muy decepcionado porque en realidad no hacía nada de todo lo que decía, acepte con la esperanza que esta vez fuera diferente.
Pasados varios días recibo su llamada telefónica tan esperada y voy a buscarla, la llevo a mi casa a la velocidad de la luz ansioso por la revancha.
Llegamos, descubrí su parte superior y mientras disfrutaba de sus tiernos pechitos, le quité el pantalón y su bombachita (esta vez un poco mejor, algo más chico, sensual y provocativo). Su radical pedido dejó en evidencia que estaba tanto o más ansiosa que yo, “Ponemela yaaa!!!” me ordenó, no sin antes recordarme con insistencia que no hacía sexo anal (ni oral convengamos, donde quedó el huracán sexual me preguntaba).
Se tiró sobre la cama, nuevamente en la misma posición que la vez anterior, no me quedo otro remedio que hacer caso ya que la noté demasiado ansiosa. La fui penetrando lentamente, esta vez la sentía un poco más pero no era mucha la diferencia. Repetí la misma estrategia: Bombear rápido y con todas mis fuerzas haciendo especial empuje cuando mi cuerpo chocaba contra el de ella. A los minutos me pide que me salga,“Amor, decime que me acabaste, yo ya acabé seis veces y me está comenzando a arder la concha” me dijo, obviamente de nuevo yo no había logrado terminar pero esta vez le pedí que abriera sus piernas y me dejara chupar y jugar con su concha mientras me masturbaba, aceptó con pocas ganas ya que decía estar un poco sensible.
Comencé jugando con su clítoris mientras exploraba su vagina introduciendo un dedo, luego dos, luego tres y no paré hasta que holgadamente entró toda mi mano. Entre sus piernas TENÍA UNA CAVERNA ESTA CRIATURA!!!, no podía dar crédito a lo que estaba viendo, su vagina era tan amplia que era un abismo, mi mano se perdía con total facilidad en su interior, como iba a sentirla, ni ella parecía sentir nada, no expresaba nada, ni gusto ni disgusto; estuve un poco mal porque llegué a pensar que era yo el problema, aunque no soy un súper dotado, tampoco nunca nadie se había quejado, primera vez que pasaba por una situación de esa naturaleza. Me erigí sobre ella aun con mi mano completa en el interior de su vagina, largué todo mi semen sobre su blanca pancita sexy y sus tetitas, se enojó bastante porque no le gustaba el olor a esperma pero no me importó, al fin y al cabo luego de ese par de encuentros, la suerte estaba echada.
Mi decepción era grande para cuando volvimos a hablar, no demostraba lo que decía ser y la caverna que tenía entre sus piernas que difícilmente podría ser rellenada satisfactoriamente, facilitaban un poco mi elección, pero por otro lado, podría ser un “Diamante en Bruto” , sumado a que aseguraba que ella había cambiado, que quería tener una vida diferente a la que había llevado hasta ese momento porque sentía un enamoramiento hacia mi, me hacía dudar, así que no sabía que decisión tomar. Decidimos ver que pasaba con el correr de los días. Al fin de semana siguiente la descubrí in fraganti que seguía en sus andanzas, lo que hizo mas fácil las cosas y que los próximos encuentros fueran bastante incómodos.

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