Una noche de Jueves

(Me gusta la escritura, son relatos basados en la ficción, como escritora trans amateur sus comentarios son de mucha utilidad para mejorar día a día)



Era un jueves, un jueves distinto, esos que tienen olor a viernes, la ansiedad por descansar al otro día deja perplejo hasta al más atrevido frente a un espejo, que nos dice no salgas, mira tus ojeras, tenés la piel seca, tenés que maquillarte, y que te vas a poner.

Dentro mío las cosas no eran diferentes, aunque debo confesar que un calor dentro de mi me decía dale una oportunidad a este día, eran las 19:30 horas, afuera el día era templado, y los primeros días de la primavera retardaban la oscuridad.

Me acosté desnuda en la cama, luego de un baño de agua caliente, y retocarme algunos pelitos indeseados de mi pelvis, fue cuando en mi cuerpo la humedad y la crema le daban brillo, que tome ese instinto y me dirijí a mi closet a endiosarme, aunque, como toda mujer, efectué una parada obligada, planchita en mi pelo y maquillaje.
Mi pelo rubio y mis ojos verdes necesitan un poco de corrector de ojeras, sombras oscuras, delineado negro, largo, unas pestañas medianas, uñas, retocarme las cejas, base y rubor, finalizando con mi polvo incoloro, para poner mis labios con un rojo fuerte.

La ropa no fue algo diferente, tome mis medias oscuras de Lycra, con puntilla y borde de silicona, una bombachita diminuta y el corpiño haciendo juego, tome un vestido, elegante, pero no tanto para una fiesta, si no más casual, de falda corta, eso provoca que quien me viera de piernas cruzadas podría observar parte de mi pierna, y mis medias.

Tome un collar liviano, discreto, pero que genere detalles, unas pulseras, aros tipo argolla medianos a chicos, retoque de pelo y maquillaje por lo que pudo moverse.

Busque mis stilettos de taco alto, negros, tome mi cartera, el celular, llame un Uber y me fui.

Llegue a esa fiesta a la que quería esquivar de aceptar la invitación, estaban mis amigas, compañeros de trabajo, era un apartamento grande, con un buen balcón terraza, de arquitectura parisina, de principio de siglo, la noche trajo algo de brisa que inundo todo el apartamento, los olores a perfume no dejaban de excitarme.

Sentada sobre el apoya brazos de un sillón tipo Chesterfield de cuero, con mis piernas cruzadas, y un vaso de vino blanco ,lo veo a él, me estaba mirando con los ojos escondidos tras el hombro de su compañero. Estaba vestido con un pantalón de jean ajustado, zapatos marrones, camisa celeste y saco marrón, su tez era clara, pero tostada, como su hubiera venido de algún lugar donde el verano pasó hace poco, su pelo era corto, algo de gel, ojos marrones, su contextura era normal, y una altura de 1.85, con mis tacos llego a 1.77 y él era más alto.

Cuando nuestros ojos conectaron, sonreí, algo que para nosotras es como una invitación de al menos conversar, bastaron tres intentos para que se acercara, su hola fue un todo, su voz grave, su olor despertaron infinitas sensaciones, la conversación se hizo amena, y el entorno desapareció de mi vista; Basto una invitación al balcón terraza, para dejar el vaso sobre la mesa, una leve brisa fría, y lo tenue de la luz, lo provocaron a tomarme de la cintura, mis piernas casi débiles, hicieron que apoye mi cuerpo sobre él, cuando sus labios se fundieron con los míos, un beso de segundos que duro horas, y la conversación dejó de ser la misma.

La noche terminaba temprano, eran las 2 de la mañana, y se ofreció a llevarme a mi casa, subí a su auto, la música de los 80 podía dejarme ver que era un tipo perfecto.

Llegué a casa, el auto se detuvo, nos dimos unos besos, medios distantes porque no sabía si invitarlo a pasar, mis ganas atrapaban mi pensamiento de niña, y sus brazos no dejaban de estimularme, fue cuando me dijo, si podía acompañarme, y tomar, al menos, un café, debido a que los momentos perfectos mientras el cuerpo lo permita deben continuar.

Asentí, con dudas, intentando no pensar en mañana, si no, disfrutando lo que pudiera pasar hoy.

Abrí la puerta, encendí las luces, corrí al baño a ordenar algunas cosas sueltas, higienizarme,  retocarme, luego acomode el dormitorio, no tanto, ya que soy ordenada, y volví a sus brazos.

El corcho de una botella de vino aceleró nuestra sed, el me tomo de la cintura y sobre el sillón de mi living comenzó a besarme y rozarme con su cuerpo, su manos tomaron mi pechos, levantaron mi falda y corrieron mi bombacha, acorralada, le quite el saco, y su camisa, sus tatuajes discretos, pequeños y bien delineados, eran el marco perfecto para el cuadro de mis ojos, nos separamos, me quité el vestido pero me dejé las medias, quite mi bombacha, el se quitó toda la ropa, volvieron nuevamente los besos.

Sus dedos me estimulaban, rozaban mis labios vaginales, mi clítoris, lo tocaba suave, beso mis pechos, y bajó a mi pelvis, no podía de dejar de sentir estímulos, era como pulsos eléctricos, pero de placer, su lengua se metía dentro mío, podía sentir el calor de su aliento sobre mi entre pierna, sus dedos no dejaban de jugar buscando mi clítoris interno, no podí acreer tener a un hombre hermoso y servicial dándome tanto placer.

Sus juegos bajaron mis miedos, quitaron mi vergüenza, fuimos al dormitorio.

Entre mis cosas, tome mi plug (pequeño), me gusta usarlo porque al penetrarme empuja al pene hacia mi pared frontal donde tengo mi punto de estimulación (Punto G).

Sus ojos, querían preguntar, querían saber, pero su hombría y quizás orgullo se lo impedía.

El estaba acostado boca arriba, yo desnudita con mi plug ,baje a su cintura, y tomé su pene, empecé a chuparlo despacio, para que sintiera en forma lenta el calor de mi boca, lo miraba con cara de nena, lo que hacía que suspirara cada vez más, con mi boca le hacía vació para estimular su sangre, me gusta ver un pene con las venas hinchadas; Me tomo por mis piernas, y en un abrir y cerrar de ojos quedamos en un perfecto 69, aunque corría mi plug y con su lengua me estimulaba mi ano.

Gire mi cuerpo, para que su pene tocara mi vagina, con amagues, y caricias no dejaba de gozar.

Fue en ese momento que empuje con mi mano, haciendo presión sobre mí, cuando mis labios se abrieron y dejaron entrarlo, ambos casi al unísono gemimos, los movimientos eran lentos, pero se aceleraron, frotaba mi clítoris sobre su cuerpo, mientras sentía la presión sobre mi punto G, se inclinó hacia mí, y con besos de lengua, me giro boca arriba con mis piernas abiertas, podía ver l apunta de mis stilettos, con mis dedos presionando la plantilla de placer, si bien es una posición muy clásica es la que más me agrada, porque puedo sentir el peso del cuerpo sobre mí, los brazos, su cara, y los golpes de su vientre contra el mío.

Tomo distancia, me giró nuevamente, me puso en cuatro, quitó mi plug, y con un timido puedo? Comenzó a dilatarme con su pene mi ano, lo sentí entrar, primero su cabeza, luego mi ano interior dio lugar a que me ingresara todo, despacio, y dilatándome, su pene comenzaba a entrar y salir, hasta que la resistencia perdió ante el placer, me cogía como si fuera el último día, no podía dejar de acabar una y otra vez, la transpiración era parte hegemónica de nuestros cuerpos, su pulso y el mío iban a la par, le pedí acabarme en mi abdomen o mis tetas, y así fue, de un agarrón me giro, me abrió de piernas y comenzó a acabarme, pude ver su pene hincharse, y sacar todo ese semen sobre mí, con mis dedos lo untaba en mis pezones, quizás el no podía notarlo, pero seguía acabando, y luego lo probé, rico y caliente como a mi me gusta.

Quedamos fundidos en abrazos, luego de asearme, fue cuando sentí su voz anunciar su retirada, tome un remerón, y lo acompañe a la puerta, lo besé y partió, maldito despertador que hizo tan corto el sueño de una noche de Jueves.        

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