Mi hermana subía la escalera con una intención firme. La musculosa, por detrás, apenas le cubría la mitad de la cola. Daba la sensación, a la vista, de que no llevaba nada debajo, aunque sabía que tenía puesta una tanguita muy calada.
Yo seguía con la pija dura y la vista clavada en ella.
"Te espero arriba..." Fue lo último que me dijo.
Me había planteado repetir una situación que se había dado entre nosotros unas noches atrás. Aquella vez había aprovechado que ella dormía, para frotar mi pija erecta metiéndola entre sus piernas. Y lo había hecho hasta acabar, dejándola manchada con todo mi esperma.
Se lo había confesado y ella, enojada, pero no por lo que hice, sino por no haber estado despierta cuando lo hice y por no haber podido disfrutarlo, me pidió que repitamos la situación. Pero solo como algo que ya pasó, no lo tenía que entender como una oportunidad de empezar una nueva búsqueda entre nosotros...
Pero... ¿Podía ser así?
Realmente.¿Podría, solamente, hacerlo esta última vez y no desear que la cosa siguiera su rumbo, que nos llevara a donde nos llevara?
¿Y ella...? ¿Realmente tenía la sensación de que nada más pasaría después de esto? ¿Estaba equivocada o era su manera de animarse a ir por más?
Yo estaba dispuesto.
Pero iba a respetar su límite. A pesar de la gran calentura contenida, sentía por ella algo muy fuerte. Jamás podría hacerle daño.
Mientras reflexionaba estás cosas, la escuché entrar en la habitación. Me la imaginé acostándose en la cama, tirando la cola un poco hacia atrás, como esperando a que llegara, la abrazara en cucharita y le pagara lo que ella consideraba una deuda mía.
El tronco de mi verga, aprisionado bajo el boxer, me dolía del tiempo que llevaba duro.
Subí las escaleras lo más rápido que pude y llegué a su puerta, que estaba entreabierta.
Ella, acostada en la cama, en la posición que me había imaginado, me daba la espalda.
Entré y empecé a decir: "Romi. ¿Puedo pasar...?" Pero ella me interrumpió y me dijo: "Shhh. No hablemos mejor. Creo que va a ser más fácil así..."
Estuve de acuerdo.
Me arrimé a ella y la abracé desde atrás, acostados. Mi bulto se acomodó bajo su cola buscando el espacio para acobijarse.
No pude evitar decirle: " Me voy a sacar el boxer, mejor...". Ella volvió a responderme, bajito, como en secreto: "Shhh... Hacé lo que tengas que hacer, pero no hablemos, por favor..."
Me costaba un poco eso. Quería hablarle, decirle cosas. Quizás, irle pidiendo permiso, para no equivocarme. Pero decidí atenerme a su deseo.
Me saqué el boxer y también le saqué la bombacha a ella. Acaricié la suave piel de sus piernas al hacerlo. Noté que su piel se erizó. Después, Romina, adelantó un poco la pierna que quedaba arriba, para que yo pudiera acomodarme bien, apoyándola por detrás.
Subí mi pierna sobre la de ella. Acoplando cada una de las mías con las suyas, como si estuvieran pegadas. Apoyé la verga, dura y caliente, entre sus nalgas. La abracé desde atrás y empecé a menearme mientras le besaba el cuello. Ella gemía, con los ojos cerrados, apretando los labios, excitandose a cada roce de mi pija en su entrepierna, pero reaccionando también a cada beso que le daba.
De a poco los labios, en su vulva, fueron cediendo a la búsqueda que hacía con mi poronga.
Sentí, de a poco, cómo se abría.
Sentí surgir su humedad y su ardor, lenta, pero continuamente. Hasta que esa sensación, que a ella tambien le llegaría desde mi pija, fué una única calentura que nos unía.
Ella gemía más fuerte ahora.
Con mis manos busqué sus pequeños pechos y se los acaricié. Los tomé enteros en mi mano y los apreté, con fuerza. Como exprimiéndolos.
Sentía, ya, el deslizarse de todo mí miembro, sin freno, en su vagina, que se lubricaba más y más a cada caricia.
Yo también gemía en sus oidos, tratando de controlar la calentura que me sobrepasaba.
Mi lengua, sin control, rozaba su cuello, sus orejas... Me sentía un perro alzado sirviendo a una perrita. Me sentía animal, dominado por una pasión pura, instintiva.
En algunos empujes, mi pija, quedaba atorada en la entrada de su concha. Al principio la movía hacía atrás, sacándola suavemente, y empezaba a empujar más adelante para no traicionar la confianza de mi hermana. Pero cuando sucedió dos o tres veces y Romi no se quejaba, decidí explorar ese límite.
En un embiste fuerte, la cabeza buscó albergue en ella. Fue algo mínimo. Solo la puntita, apenas, habrá entrado. Pero la sensación fue muy fuerte. Para mí y para ella.
- Ay. No, no, no.... ¡Que lindo! Pará, pará. - me decía mi hermana, sin terminar de decidirse, pero excitada de más por la situación.
Llevó sus manos abajo y empezó a acariciarse, mientras yo mantenía esa posición, estático. El roce de sus uñas me estimulaba el tronco a mí también.
Estaba fuera de control. Con la puntita de la cabeza así metida, medio adentro, medio afuera, decidí dejarme llevar por la sensación tan dulce, tratando de contener la eyaculación. Sentía mi pija explotar.
Como ya no me movía, ella siguió el juego...
Meneándose y tocándose hasta que sintió la contracción y la descarga de mi pija...
Todo ocurrió en un instante ínfimo. Las primeras tres descargas, como disparos furtivos, fueron directo a su clítoris, ella se los esparció, mientras se entregaba al orgasmo, superada por la sensación del semen caliente en su sexo, pero después...
En el vaivén de su meneo y por la viscosidad intensa que embadurnaban nuestros miembros, sumado a la ciega locura que nos gobernaba, la mitad de mi pija entró, de un empujón dentro de ella, descargando el resto de mi excitación en el interior de mi hermana...
Ella gritó fuerte.
Gritó: "Si. Si. ¡Síiiiiiiiii...!"
Yo también grité...
Sentir esa unión con Romi fue la sensación más fuerte de mi vida.
..
Gracias por leer.
Esta historia tiene una continuidad de 2 o 3 fragmentos a la semana. Disculpen si queda en momentos de tanta intriga.
La historia continúa... Abajo el link
Ahora vos podes expresar tu opinión:
Puntuar mi labor de 1 a 10.
Dejarme un comentario, bueno o malo.
Seguirme si te gustó la historia. (Subo material propio todas las semanas)
Acá la continuación:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3924375/Solos-en-casa-Vacaciones-con-mi-hermana-4.html
El principio de esta parte:
https://poringa.net/posts/relatos/3915614/Solos-en-casa-Vacaciones-con-mi-hermana.html
El origen de esta Historia, acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3893443/El-primer-secreto-con-mi-hermana-1.html
Otras historias:
https://poringa.net/posts/relatos/3730621/Noche-secreta-en-la-casa-de-mi-tia.html
https://poringa.net/posts/relatos/3848759/Cuernos-O-amor.html
https://poringa.net/posts/relatos/3767844/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-0.html
Más en:
https://poringa.net/martinfcd/posts
Yo seguía con la pija dura y la vista clavada en ella.
"Te espero arriba..." Fue lo último que me dijo.
Me había planteado repetir una situación que se había dado entre nosotros unas noches atrás. Aquella vez había aprovechado que ella dormía, para frotar mi pija erecta metiéndola entre sus piernas. Y lo había hecho hasta acabar, dejándola manchada con todo mi esperma.
Se lo había confesado y ella, enojada, pero no por lo que hice, sino por no haber estado despierta cuando lo hice y por no haber podido disfrutarlo, me pidió que repitamos la situación. Pero solo como algo que ya pasó, no lo tenía que entender como una oportunidad de empezar una nueva búsqueda entre nosotros...
Pero... ¿Podía ser así?
Realmente.¿Podría, solamente, hacerlo esta última vez y no desear que la cosa siguiera su rumbo, que nos llevara a donde nos llevara?
¿Y ella...? ¿Realmente tenía la sensación de que nada más pasaría después de esto? ¿Estaba equivocada o era su manera de animarse a ir por más?
Yo estaba dispuesto.
Pero iba a respetar su límite. A pesar de la gran calentura contenida, sentía por ella algo muy fuerte. Jamás podría hacerle daño.
Mientras reflexionaba estás cosas, la escuché entrar en la habitación. Me la imaginé acostándose en la cama, tirando la cola un poco hacia atrás, como esperando a que llegara, la abrazara en cucharita y le pagara lo que ella consideraba una deuda mía.
El tronco de mi verga, aprisionado bajo el boxer, me dolía del tiempo que llevaba duro.
Subí las escaleras lo más rápido que pude y llegué a su puerta, que estaba entreabierta.
Ella, acostada en la cama, en la posición que me había imaginado, me daba la espalda.
Entré y empecé a decir: "Romi. ¿Puedo pasar...?" Pero ella me interrumpió y me dijo: "Shhh. No hablemos mejor. Creo que va a ser más fácil así..."
Estuve de acuerdo.
Me arrimé a ella y la abracé desde atrás, acostados. Mi bulto se acomodó bajo su cola buscando el espacio para acobijarse.
No pude evitar decirle: " Me voy a sacar el boxer, mejor...". Ella volvió a responderme, bajito, como en secreto: "Shhh... Hacé lo que tengas que hacer, pero no hablemos, por favor..."
Me costaba un poco eso. Quería hablarle, decirle cosas. Quizás, irle pidiendo permiso, para no equivocarme. Pero decidí atenerme a su deseo.
Me saqué el boxer y también le saqué la bombacha a ella. Acaricié la suave piel de sus piernas al hacerlo. Noté que su piel se erizó. Después, Romina, adelantó un poco la pierna que quedaba arriba, para que yo pudiera acomodarme bien, apoyándola por detrás.
Subí mi pierna sobre la de ella. Acoplando cada una de las mías con las suyas, como si estuvieran pegadas. Apoyé la verga, dura y caliente, entre sus nalgas. La abracé desde atrás y empecé a menearme mientras le besaba el cuello. Ella gemía, con los ojos cerrados, apretando los labios, excitandose a cada roce de mi pija en su entrepierna, pero reaccionando también a cada beso que le daba.
De a poco los labios, en su vulva, fueron cediendo a la búsqueda que hacía con mi poronga.
Sentí, de a poco, cómo se abría.
Sentí surgir su humedad y su ardor, lenta, pero continuamente. Hasta que esa sensación, que a ella tambien le llegaría desde mi pija, fué una única calentura que nos unía.
Ella gemía más fuerte ahora.
Con mis manos busqué sus pequeños pechos y se los acaricié. Los tomé enteros en mi mano y los apreté, con fuerza. Como exprimiéndolos.
Sentía, ya, el deslizarse de todo mí miembro, sin freno, en su vagina, que se lubricaba más y más a cada caricia.
Yo también gemía en sus oidos, tratando de controlar la calentura que me sobrepasaba.
Mi lengua, sin control, rozaba su cuello, sus orejas... Me sentía un perro alzado sirviendo a una perrita. Me sentía animal, dominado por una pasión pura, instintiva.
En algunos empujes, mi pija, quedaba atorada en la entrada de su concha. Al principio la movía hacía atrás, sacándola suavemente, y empezaba a empujar más adelante para no traicionar la confianza de mi hermana. Pero cuando sucedió dos o tres veces y Romi no se quejaba, decidí explorar ese límite.
En un embiste fuerte, la cabeza buscó albergue en ella. Fue algo mínimo. Solo la puntita, apenas, habrá entrado. Pero la sensación fue muy fuerte. Para mí y para ella.
- Ay. No, no, no.... ¡Que lindo! Pará, pará. - me decía mi hermana, sin terminar de decidirse, pero excitada de más por la situación.
Llevó sus manos abajo y empezó a acariciarse, mientras yo mantenía esa posición, estático. El roce de sus uñas me estimulaba el tronco a mí también.
Estaba fuera de control. Con la puntita de la cabeza así metida, medio adentro, medio afuera, decidí dejarme llevar por la sensación tan dulce, tratando de contener la eyaculación. Sentía mi pija explotar.
Como ya no me movía, ella siguió el juego...
Meneándose y tocándose hasta que sintió la contracción y la descarga de mi pija...
Todo ocurrió en un instante ínfimo. Las primeras tres descargas, como disparos furtivos, fueron directo a su clítoris, ella se los esparció, mientras se entregaba al orgasmo, superada por la sensación del semen caliente en su sexo, pero después...
En el vaivén de su meneo y por la viscosidad intensa que embadurnaban nuestros miembros, sumado a la ciega locura que nos gobernaba, la mitad de mi pija entró, de un empujón dentro de ella, descargando el resto de mi excitación en el interior de mi hermana...
Ella gritó fuerte.
Gritó: "Si. Si. ¡Síiiiiiiiii...!"
Yo también grité...
Sentir esa unión con Romi fue la sensación más fuerte de mi vida.
..
Gracias por leer.
Esta historia tiene una continuidad de 2 o 3 fragmentos a la semana. Disculpen si queda en momentos de tanta intriga.
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Puntuar mi labor de 1 a 10.
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Acá la continuación:
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El origen de esta Historia, acá:
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15 comentarios - Solos en casa. Vacaciones con mi hermana. 3
Lo otro de acabar adentro me pasó con ""mi prima segunda"" su familia vino a comer un asado y a la hora de la siesta me tire en la cama a ver tele. Al rato vino ella. Te la hago corta, hablamos y se puso de costado, me pidió que la abrace, yo ya me di cuenta lo que quiería por eso fui directo. Ella estaba en pollera, me empezó a acariciar pito hasta que se puso al palo y lo sacó del pantalón introduciendolo dentro de su pollera. Fue todo muy simple. Fuimos subiendo la intensidad de a poco y me dijo que si quería que podía lechearle la concha, que no había problema ya que tomaba la pastilla del día después. Y eso fue lo que hice.
Todos en el patio y nosotros cogiendo jaja
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