Tu novia va a ser mía

Con Luciana cursábamos juntos desde 2do. Teníamos 23 y después de dos caminos universitarios bastante distintos, nos tocó cursar juntos en una anual un primer cuatrimestre de medicina y de ahí pegamos buena onda. Nos empezamos a juntar para estudiar, para tomar una birra, para hacer alguna que pintara, en fin, construimos rápidamente una muy buena amistad. 

La verdad es que si bien creo en la amistad entre el hombre y la mujer, a mí en lo particular me pasa que si a una mina con la que pego buena onda le doy, me cuesta mucho no intentar algo si veo que hay una oportunidad clara. También me ha pasado alguna que otra vez que intenten antes ellas, pero tampoco la pavada, acá con complejo de Brad Pitt no eh. Por suerte tengo buen autoestima, pero se mis límites, superficialmente hablando (?).

 En este caso puedo decir que es de esas pocas excepciones. Ella era muy linda la verdad. Para empezar era rubia. Si me preguntas de frente que prefiero, capaz te digo que me da lo mismo. Si miro al pasado, veo un porcentaje muy superior de rubias. Y la verdad es que puede ser una prueba más a favor para decirle al que me escucha o lee: haz lo que digo, no lo que hago. 

Cuestión, Luciana era un minón. Una rubia de 1.74 aprox, o al menos lo suficientemente alta para que me guste más, pero no tanto como para que -aunque no lo quiera admitir- hiera mi masculidad a veces frágil. Era linda de cara, con unos ojazos, tenía un cuerpo muy lindo cuerpo y proporcionado, y una linda voz. 

Capaz alguno diga ¿qué onda esta última aclaración?, pero la verdad es que la voz es algo que en mi criterio tiene un peso pesado. No es lo primero en que me fijo, OBVIO, porque tan extravagante (por no decir raro) no soy, pero es importante. Diría que es algo que si no está no baja muchos puntos, pero si está suma mucho. Low floor high ceiling haciéndome el que se inglés. El tema que marca un poco la diferencia quizás es que muchas veces (aunque no siempre), una linda voz equivale a un lindo gemido, ¿y hay algo más lindo que el de un gemido de una mina que encima tiene una voz linda para gemir? ¿Una mina muy caliente que te dice lo mucho que te quería chupar la pija? ¿Una mina que te pone voz de nena y te pide que te la cojas mientras se te abre de piernas sentada en el escritorio ? ¿o el de sus gritos mientras te la coges contra la mesada de su cocina sin siquiera haberse sacado el vestido? ¿O el de sus gritos entrecortados por los golpes de tu cuerpo contra el suyo, diciéndote totalmente entregada que es tuya y que te la podés coger cuando quieras sin forro? ¿O que te diga -mientras salta poseída sobre tu verga- que te la garchas mucho mejor que el novio?

El punto es que Luciana era muy linda en todo sentido. Principalmente por su personalidad, claramente, ya que si me hago amigo de alguien es por su personalidad, sea hombre, mujer, perro o abogado.
Desde temprano me di cuenta que me gustaba más como amiga que como garche. Si bien me calentaba, tenía otras minas y otras oportunidades por explorar. Tampoco que me voy a intentar coger a cualquier mina con la que intercambie más de 10 palabras jajaja y menos si, como en este caso, tienen novio. Nunca intento levantarme minas con novio. Tampoco me pongo en un pedestal moral porque hay minas que si me dan el pie (y yo no tengo relación con él) me compran. Además cuando sabes que te quedan como 10 años entre facultad y residencia si todo sale bien, siempre está bueno estar en busca de amigos/as piola. La facultad acompañado por gente copada es mucho más liviana.

Ya en tercero nos anotamos en casi todas las materias del año juntos así que seguimos entablando una amistad más profunda. Nos llevábamos muy bien, cada vez pegábamos más confianza. Confianza nivel que después de un día de estudio zarpado cualquiera de los dos se podía llegar a quedar a dormir en la casa del otro. Su vieja me conocía, la mía la conocía; a veces hasta parecía una relación posta, salvo que sin los besos o el sexo jajajaja. La verdad es que yo estaba muy contento y ella también lo parecía. Teníamos todo muy claro todavía.

Jamás tuve una amistad muy seria con una mina. En la primaria estaba muy con esa onda de tratarlas mal (incluso hasta 7mo grado), especialmente a las que me gustaban. No se, supongo que era un mecanismo de defensa para evitar pasar un momento de nervios hablando con la chica que me gustaba.
Después en la secundaria me pasaba que no sabía mantener amistades muy largas con las minas. Capaz me hacía amigas pero como en mi colegio cada año mezclaban los dos cursos, siempre terminábamos dejando de hablar.

Es por eso es que me gustaba tanto la relación que teníamos. Nunca pensaba en coger con ella, o al menos lo pensaba lo mínimo que un pajero como yo puede llegar a pensarlo, que es bastante poco en circunstancias normales digamos.

Incluso ya conocía a un par de sus amigas/os y ella a los míos. Nos llevábamos bastante bien. Yo había estado una vez con una de sus amigas en una fiesta en una casa, y fue un gran polvo. Después salimos 1 vez más pero no hubo mucha onda. Por suerte quedó todo re bien.

El único con el que no me llevaba muy bien era con su novio. El tenía un par de años más que nosotros dos y la verdad es que no es por ser quien soy en este relato, pero era un gil tremendo. Cualquier persona que conociera a Luciana terminaba preguntándose que hacía con semejante boludo. Era de esos tipos medio controladores, que si bien no llegaba a serlo a un punto que un ajeno tuviera que intevenir, era bastante pesado.
Este equilibrio lo lograba gracias a que disfrazaba el grueso de sus comentarios y reclamos en un tono de broma, lo que hacía que sumado a la ingenuidad de una piba buena y un poquito crédula, pasara de largo. Terminaba siendo algo que a ella ni le molestaba salvo algunas ocasiones, pero si era muy molesto con sus amigos o amigas. Obviamente que los reclamos o comentarios se intensificaban cuando el reclamo era un sobre algún sujeto masculino. Pero inclusive hablando con sus amigas en algún cumpleaños me habían contado más o menos lo mismo que yo. Ahí pensé que, aún siendo un salame total con miedo a ser cornudo -que lo único que logra es molestar al resto y hasta ser contraproducente para sí mismo-, con todos era igual de tranquilo, o mejor dicho, con nadie se volvía un enfermo. Es decir, era molesto, pero nunca notamos ninguna situación que pudiera considerarse violenta, por lo que estábamos tranquilos en ese sentido.


Los cuatrimestres fueron pasando, y a medida que nos acercábamos a eso que cada vez parecía más lejano, el estrés aumentaba. La carrera avanzaba y la dificultad se incrementaba. Quizás no era el tema de la dificultad de lo que estudiábamos particularmente, pero la carga horaria aumentaba y las horas de sueño disminuían.
Ya estábamos en cuarto año, en donde el modo de cursar cambia radicalmente. Pasamos de cuatrimestres de muy pocas materias pesadas, a materias con cursadas de apenas dos semanas. Eran más fáciles de aprobar, pero podías tener varios finales por mes, cada mes. Era bastante agotador mentalmente.

Con Luciana nos anotamos en el mismo hospital porque vivíamos relativamente cerca y era un buen hospital. Si bien nos habíamos hecho más amigos y teníamos un grupo medio armado en el hospital en el que estábamos, la amistad que tenía con ella era la más cercana. Nos juntábamos mucho a estudiar para los finales los dos solos, porque así nos concentrábamos mejor. Así fue durante todo el año.
Esto tenía dos resultados, o al menos dos resultados tangibles a mi conocimiento como narrador en primera persona que soy.

El primero es que el novio estaba peor que nunca. Entre lo que ella me contaba, él estaba insoportable y casi siempre que nos veíamos por fuera de la facultad le hacía una escena. A ver, yo lo entiendo un poquiiiiito. Nos veíamos casi más que a nuestras familias.

El segundo es el cansancio mental. Ya para arranque del segundo cuatrimestre, algunos podrán entender cuando digo que la nafta está al 30%. Uno arranca el año con 100% (en el mejor de los casos) pero para cuando llega el inicio de la segunda parte, se da cuenta que su yo del pasado no fue muy solidario con la energía mental. Esto hacía que los efectos que generaba en mí la fatiga universitaria se incrementaran.
Principalmente algo que yo llamo la calentura del estudio (?). Desde que terminé el secundario y empecé a estudiar más heavy, a veces me pasaba de estudiar, quemarme, y tener que cortar por la imperiosa necesidad de hacerme una paja. Si bien se que no es calentura real y es más una necesidad de liberar estrés, le tomé cierto gusto y me empezó a generar un poco de morbo. No sé por qué.

El tema es que ahora el estrés era muy grande, entonces la calentura era cada vez más frecuente y ni me importaba que estuviera con Luciana a 2 metros. A veces me tenía que clavar una paja express en el baño porque no daba más. Esto duró algunas semanas, hasta que terminó pasándome lo inevitable. Empecé a calentarme con ella, fuerte. Al principio podían ser pensamientos que pasaban y se iban, o alguna paja rápida sin pensar mucho y listo, pero con el tiempo me empezó a agarrar una calentura mucho más zarpada.
Empezaba a surgirme esa necesidad de sentirla, de tocarla. De sentir la calentura de su cuerpo. De darle un beso. De comerle la boca por 20 minutos sin parar un segundo. De agarrarle el orto bien fuerte, y dejárselo rojo de cachetazos. De que me chupe la pija y me la escupa mientras me mira a los ojos. De coger abrazados, con pasión, y enterrarle la verga hasta lo más profundo de su concha. De coger como enfermos encima de los apuntes, con ella gritando como si las paredes de su edificio nuevo no fueran de papel. De tenerla en cuatro y que me pida por favor que la agarre del pelo.
Y más que nada, de saber que estoy cogiéndomela como nunca se la cogió el novio, que no para de mandar mensajes.

4 comentarios - Tu novia va a ser mía

etimologia2
Crudo y real, muy bueno hasta ahora
poyon
Va lendo Che.. me imagino q viene segunda parte.. espero.. foto de lucianita
diegoprey
Excelente..van 10pts...sigue no?...😉