Historias de hotel - Historia 1

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No te vas a arrepentir!


HISTORIAS DE HOTEL

Quien en su vida no tiene una historia de hotel? creo que todos vivimos anécdotas y a nadie le llamaría mucho la atención lo que sucede en un cuarto, entre cuatro paredes.

Ahora bien, que pasa cuando existen historias que van mas lejos de lo tradicional, cuando se roza lo bizarro, lo extremo, lo prohibido, lo que muchos fantasean en realizar, pero son contados los que llegan a vivirlo?

A lo largo de HISTORIAS DE HOTEL, recorreremos diez vivencias diferentes, vivencias de personas que se animaron a ser contadas, sentados frente a frente con quien escribe, yo solo tomé esas historias para llevarlas a un papel.

Te invito a recorrer estas diez HISTORIAS DE HOTEL



LA NOCHE MENOS PENSADA
ISMAEL, 26 AÑOS


UNA MILF PELIGROSA
ANDREA, 58 AÑOS


LA FIESTA DE GABRIEL
JONY, 32 AÑOS


ANCIANOS DEPRAVADOS
JOSE, 72 AÑOS - ANTONIA 78 AÑOS


PRESTIGIOSO INGENIERO
TIFANNY, 19 AÑOS


MI MARIDO!
SANDRA, 46 AÑOS


SOR ANGELICA
MARIANELA, 29 AÑOS


AMORES QUE MATAN
ALAN, 47 AÑOS


MI HERMANA
MIA, 23 AÑOS


MI PROSTITUTA PERSONAL
MARTINO, 39 AÑOS





LA NOCHE MENOS PENSADA
ISMAEL, 24 AÑOS

La primera impresión que me llevé al dialogar con Ismael fue que era un chico sano, inocente, de familia, esas personas que no tendrían demasiadas ambiciones en la vida, simplón, de conformarse con lo que tenían, salvo que acertara un billete de lotería jamás tendría un futuro con demasiado dinero.
Se notaba su esmero en el gimnasio, sin embargo era de contextura normal, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco.
Su nariz era prominente y su mirada un tanto esquiva, se avergonzaba de hablar conmigo lo que tenía por hablar, me costaba sacarle las palabras mientras con una birome se rayaba los dedos de su mano izquierda, en líneas delgadas y azules, que muchas veces se cortaban por la transpiración nerviosa que emanaba de sus poros


No hacía mucho tiempo que trabajaba en la recepción del hotel, tenía en esos mas de veinte años y en mi hogar un poco que me empujaron a tomar un empleo, después de tres años de estudiar abogacía me dí cuenta que eso no era lo mio. Pasé un año de vagancia, solo perdiendo mi tiempo, yendo al gimnasio para trabajar mi cuerpo, saliendo con chicas, rubias, morenas, pelirrojas, corriendo picadas clandestinas con el coche de papá, dándome la buena vida.

Claro, toda esa fiesta no era gratis, el dinero para pagar todo eso salía del bolsillo de mis padres, quienes trabajaban todo el día para darnos los gustos tanto a mi como a mis tres hermanos menores.
Una noche, después de cenar, mi padre me pidió hablar conmigo, el como siempre acostumbraba sentarse a la cabecera de la mesa, como en las viejas épocas de patriarcado, me miraba con gesto adusto, acariciándose su largo bigote, empezamos a hablar de la vida y me hizo notar sin ser directo que yo era un mantenido, que ya era grande, y que las cosas deberían cambiar rápidamente o se cerrarían poco a poco los grifos de dinero que el mantenía abiertos.
Yo no estaba en posición de discutir, honestamente era algo que íntimamente me avergonzaba, mis padres trabajaban de sol a sol y yo solo hacía... 'nada', ni siquiera era responsable por cosas básicas, como hacerme la cama, mi aseo personal, mis ropas, mis cosas.

Decidí tomar el toro por las astas como quien dice, motivado por un tío empecé a estudiar hotelería, nada que ver con abogacía y si bien no era algo que me deslumbrara, pronto empecé a tomar gusto por todo ese mundo desconocido para mi.
En esos días mi papá se enfermó, el fumaba mucho y empezó con complicaciones de circulación, venas tapada y esas cosas, empezó a perder días en su trabajo y a gastar fortunas en medicamentos.
Así fue como ese grifo que había amenazado cerrar lentamente si yo no encarrilaba mi vida, empezó a cerrarse por necesidad, la vida se hizo cuesta arriba y una vez mas decidí que debía poner mi parte.

Carlos era un compañero de estudios en la carrera de hotelería, y estaba el tanto de la situación por la que atravesaba, su padre, en sociedad, tenía un prestigioso hotel alojamiento en las afueras de la ciudad, uno de los mas renombrados por su calidad, de los mas buscados y prestigiosos.
Fue así que me tendió una mano, necesitaban un recepcionista que en verdad debía hacer un poco de todo, como un supervisor de turno que era un poco responsable por las habitaciones, por los horarios, por la discreción, por el servicio, por la seguridad, y por sobre todo, por el dinero.
Así empecé a trabajar en turnos rotativos y fue como que la historia me cerraba por todos lados, me pagaban bien, tomaba experiencia con mis estudios de hotelería, podía ayudar a mi familia y ya no me sentía un gusano en la sociedad.

Y tengo muchas historias para contar, risueñas, locas, increíbles, pero la que me quedó grabada la situación que viviría un primero de enero, en pleno año nuevo, si amigos, la gente coge siempre, en todo momento, a toda hora, incluso, para empezar el año.
Ese día estaba que me llevaba el mismo demonio, el hotel abría a las dos de la tarde, primer turno después de las fiestas y me tocó en suerte estar presente, había zafado antes, pero ahora no.
Recuerdo que maldije mi suerte, mi propuesta era abrir al turno siguiente, a las diez de la noche, pero yo era solo un empleado.
Mientras mi familia celebraba y se aprestaban para degustar un rico lechón, yo solo tuve que quedarme con las ganas, mamá como siempre me preparó una porción en un taper, una lonchera, para que no me quedara con las ganas. Tomé una bebida cola y algunas frutas, mi celular, el cargador y algunas revistas para pasar una tarde de puro hastío.

Y así empecé esa tarde, solo como loco malo, de vez en cuando pasaba a charlar la señora Adela, una veterana que también estaba de guardia pasiva y era una de las personas que generalmente limpiaba los cuartos, también estaba Enrique, un viajo amargo que estaba de guardia de seguridad, era un don nadie, un engreído que contaba historias de héroe que jamás había vivido.
Y nada pasaba, quien vendría a un hotel en un cambio de año? a quien se le ocurriría?
Ya había terminado mi almuerzo, había leído las revistas, empezaba a atardecer, comía una fruta mientras perdía el tiempo con mi celular, y si, llegó una pareja, mierda, - pensé - las personas no tiene limites...

Pasaron a una de las tantas habitaciones, podían elegir, estaban todas disponibles y todo parecía ser solo una pareja mas.
El teléfono sonó entonces, el tipo de la 203 estaba al otro lado.

-Buenas tarde señor, mi nombre es Ismael, en que puedo servirle - dije en tono cortes -
-En que puedes servirme? - dijo en tono visiblemente molesto - vengo con mi esposa al mejor hotel a recibir el año, pago la mejor habitación, y esto es un asco, está lleno de cucarachas! exijo que alguien se haga responsable y me de una rápida respuesta

Honestamente, el reclamo tan airado me dejó sin respuesta, no esperaba escuchar algo así, y solo quedé balbuceando, corté la comunicación diciéndole que en segundos alguien se haría presente para darle una respuesta. Ante tal situación medité unos segundos, no podía mandar a Adela, ella era solo la mujer de la limpieza, tampoco al viejo Enrique, un tipo mal hablado y de fuerte carácter, el mantenimiento de guardia estaba en forma pasiva, y yo era el encargado de turno.
Le avisé a Enrique para que me cubriera por unos minutos, y me dirigí a la habitación 203

Al llegar golpee la puerta con discreción, temiendo la reacción al otro lado. La misma no tardó en abrirse, un tipo cuarentón me recibió, lucía cabellos engominados bastante desprolijos, de cara redonda y ojos marcados, nariz prominente, tenía una habano en la boca y despedía un fuerte olor a tabaco que me resultaba repulsivo, de mediana estatura, bastante regordete, envuelto en una bata roja que no lograba disimular una exagerada panza, unas pantuflas negras cubrian sus pies y en su mano izquierda tenía un vaso con wisky, donde en su dedo anular resaltaba una gruesa alianza de oro.

-Perdón señor, buenas tardes, soy Ismael, lo atendí unos minutos atrás y vengo por el reclamo

Se largó a reír socarronamente, puso su enorme mano libre sobre mi hombro y me tiró hacia su lado, como invitándome a pasar, algo me desconcertó en todo esto, yo esperaba un tipo enfurecido, destilando rabia por la boca, pero este hombre se mostraba afable y hasta tenía una relación amistosa.
Di unos pasos hacia adelante, ingresé al cuarto y vi la cama, sobre ella, una preciosa mujer, muy pequeña por cierto, si bien estaba acostada de lado en una posición muy sugerente estimé un metro cincuenta como mucho, de cabellos lacios, largos, castaños, cara oval, ojos inquietos. Tania - ese era su nombre - solo estaba vestida con un perfume embriagador que había llegado a mis fosas nasales. Tuve unos segundos para seguir sus líneas, para notar sus pequeños pechos con unos ricos pezones marcados, un piercing atravesaba el del lado derecho, y otro brillaba en su vagina completamente rasurada, sus piernas estilizadas, sus pies eran pequeños y sus uñas lucían pintadas en negro mate, al igual que las de sus manos, tenía muchos anillos, en especial una gruesa alianza de matrimonio en oro, idéntica al tipo que me había abierto la puerta y parloteaba sin que yo lo escuchara.

Tania era preciosa, pero faltaba un detalle más, el más importante, lucía una enorme panza de embarazo, no soy bueno con esas cosas pero estimé que no le faltaba mucho para parir, no se porqué pero esa situación me provocó una terrible erección, no tenía idea de que se trataba todo el juego, solo noté que el marido empezó a apretarme el biceps y a tocarme la espalda, me incomodó el hecho de que otro hombre me estuviera manoseando hasta que dijo a su mujer

-Mirá mi amor, te gusta el macho que te conseguí?

Y luego mirándome a los ojos, me abrazó como a un hermano de toda la vida y me dijo


Historias de hotel - Historia 1


-Tranquilo amigo, hoy es tu día de suerte, tratala bien, mirá que está embarazada...

Dicho esto me dio un empujón como animándome a avanzar hacia la cama, mientras el, largando humo del habano y bebiendo whisky, fue a sentarse a un constado

Tania se había sentado sobre la cama, con sus piernas colgando, fui sobre ella, me paré al medio, me miraba a los ojos mientras soltaba la hebilla de mi pantalón y buscaba bajar mis prendas, mi verga dura saltó como un resorte y le pegó en una de sus mejillas, se rió por la situación y solo empezó a chupármela, muy rico, sin quitarme la mirada de mis ojos, sentía que me quemaba, me pasaba la lengua por el glande, y en su lengua lucía otro piercing plateado atravesándola, jugando en mi cabeza, ella abría bien su boca de manera que yo viera hasta su campanilla y eso me enloquecía, ver mi glande apoyado en su lengua, sus movimientos, fue cuando recibimos una reprimenda de su marido, es que el no podía ver demasiado y esa no era la idea.
Nos acomodaos, y el le pidió a ella que lo mirara, el tipo había sacado su verga entre el medio de la bata, mierda, el bastardo tenía una pija enorme, gorda y cabezona, y a pesar de eso, buscaban placer con un extraño, un tercero, en afortunado, en este caso yo...

Tania cambió el juego, apoyó sus manos en mis caderas y metió mi sexo en su boca, empujo profundo hasta topar con su nariz en mi pubis, la tenía toda adentro y empezó a moverse muy rica, sentía mi glande desnudo rozando en su garganta, sus gemidos, poco a poco, sin prisa, sin pausa, me llevaba a un final previsible, era demasiado rico.
Solo la arranqué de mi lado, no quería terminar todavía y me arrodillé a sus pies, nos besamos entonces profundamente y fue el baso mas raro de mi vida, mi lengua jugando con la suya y el adorno metálico que la atravesaba, dejé su lengua, pasé por su cuello, fui a sus pequeños pechos que pronto tendrían leche, ella me acariciaba los cabellos y me dejaba hacer, mientras su esposo seguía siendo espectador de lujo de lo que sucedía.

En la actitud mas tierna de mi vida seguí por su enorme vientre, empecé a besárselo y acariciárselo, y sentí la vida al otro lado, el bebé que estaba a punto de llegar al mundo se movía de un lado al otro, y podía notar sus extremidades buscando acomodarse en un espacio tan reducido.
Por unos segundos me abstraje de lo que sucedía en la habitación, del plano sexual y como un tonto solo me divertí con ese vientre materno y me sentí interactuar con la vida que estaba por llegar, incluso había perdido la erección.

Pero volví al juego, me perdí entre sus piernas y empecé a pasar mi lengua por sus labios depilados, su concha había chorreado sus jugos y habían bañado todo a su paso.
Sus labios eran suaves, apetecibles, gordos, su clítoris atravesado por otro piercing fue otra experiencia nueva para mi, como su lengua, pero ahora su sexo, que diablos tenía esta mujer con perforarse sus partes eróticas?.
Solo seguí chupando, metiendo mis dedos en su jugoso hueco, luego los apoyé en su esfínter y al no tener respuesta apoyé un poco, fui a lamérselo y noté con mi lengua y mis dedos cuan abierto lo tenía, adiviné que su marido con esa terrible verga se lo hacía cada tanto.
Volví a su conchita y seguí con mis dedos en su trasero, y casi sin darme cuenta le habían entrado dos hasta el fondo, quise mirarla a los ojos pero una enorme panza se cruzaba en nuestro camino.

La voz del tipo sonó en el fondo, aun se tocaba con cadencia, me pidió que la cogiera de una vez por todas, me paré entre sus piernas y se la metí con el temor de hacerle daño, yo nunca había pasado por algo así, era la primara vez que cogía con una embarazada a punto de parir y me sentí desbordado por la situación.
Lo hice lentamente, los gemidos tenues de la joven me hicieron saber que todo iba bien, así que poco a poco entre en confianza y fui por mas, se la di con mas fuerza y los gemidos pasaron a gritos contenidos, su enorme panza se movía de ladoa a lado y me sentí que estaba llegando, entre gemidos ella me pidió que lo hiciera en su boca.

Mierda, que pedido irresistible, me encantaba cuando una chica me pedía que llegara en su boca, fui con rapidez a su lado, y solo empecé a escupir semen caliente, por su lengua, por sus labios, por su rostro, fue demasiado sexual y provocativo, demasiado perverso, una mujer embarazada, su esposo, un extraño, no entendía demasiado el juego, pero menos entendería lo que seguiría.

Ella salió de la cama donde estábamos, con dificultad fue donde estaba su marido, empezó a besarlo profundamente y a compartir mis jugos, ella con su mano siguió masturbandolo con fuerza, y parecieron disfrutar entre ambos mi semen caliente, puesto que ella los besaba sin parar y el se encargaba de limpiarle el rostro.
En ese omento me sentí un extraño, quedé de observador de una situación en la que ya no era parte, podría haber ido por ella nuevamente, pero ya no sabía que pasaba con ese hombre, imagine una bisexualidad de su parte y eso ya puso un límite con la pareja.

Tomé mis cosas, me cambié a un lado, ellos seguían ignorándome, mi celular estaba cargado de reclamos del viejo Enrique, mierda, recordé que era el encargado al mando y ya era tarde.
Me retiré discretamente y volví a mi punto anterior, recibí todos los reproches del caso del viejo gruñón y solo seguí mi vida, jamas le conté esto a nadie, jamás, que sentido tendría?
Tampoco supe mas nada de esa pareja, ni que fue de su vida, como vinieron se fueron...

Esa fue la historia de Ismael, un chico común y corriente, que el destino lo había puesto en el lugar indicado en el momento indicado.


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1 comentario - Historias de hotel - Historia 1

1956loquillo +1
Sabes porque no me llama la atencion , once años trabaje en un hotel alojamiento en el turno noche de conserje en una zona de mucha trampa y se permitía todo y es una experiencia que me tocó vivir pero no con una embarazada sino con un tremendo gato jaja