La puta madre con el puto amo (1) La ducha

((( Gracias a @ParejaF por sus fotos para ilustrar el relato)))

*♪ primo atto ♪*
*♫ overture ♫*

Soy Raúl, el vergudo, el puto amo.
Y sí, nací bien dotado.

Aunque crean que es una bendición, por mucho tiempo fue un problema tener una bestia entre mis piernas. De chico tenía complejos, me sentía anormal. Cualquier juego de niños o interacción con adultos era una tortura para mí. No importaba dónde o con quien, siempre terminaban hablando de mi monstruosa pija para mi edad. Era blanco constante de burlas y apodos de mis amigos.

Hasta que de adolescente pude sacarle provecho y aprendí a transformar esas situaciones en una herramienta de poder y dominación, primero hacia mis pares del colegio y luego a maestras o cualquier adultos, sean madres, vecinas, etc., estén solteras, casadas o divorciadas.

De muy joven supe que mi debilidad eran las casadas, a las que sus cornudos maridos no podían satisfacer, por lo que ellos mismos me ruegan que sea yo quien las haga gozar al extremo con mí pija descomunal y mis morbosas ideas.

Entendí que es mi responsabilidad liberar a las mujer de la angustia de vivir una vida sexual de insatisfacción, fingiendo orgasmos que sus parejas no pueden provocar.

*♫ introduzione ♫*

Recuerdo la primera vez que un esposo impotente me propuso cumplir su fantasía de ver gozar a su mujer.

Tenía 16 años cuando Fernando Fernandez, nada más ni nada menos que el papá de mi amigo Luis Miguel, Luismi como le llamábamos, nos propuso a mis amigos y a mí que nos cogiéramos a María, su mujer, la mamá de Luismi.

Fernando tenía 42 años. Tenía una pequeña veterinaria en el edificio de al lado de su casa, con la que apenas les daba para vivir. Siempre fue un perdedor. Estudió veterinaria porque no pudo entrar en medicina, no tiene grandes amigos y nunca tuvo éxito con las mujeres, quizás por su falta de hombría y complejo de inferioridad que le provocaban sus escasos 10 cm de máxima plenitud eréctil. Lo más curioso era que su mujer le tenía alergia a los gatos por lo que nunca fue a su veterinaria.

La puta madre con el puto amo (1) La ducha

María tenía 39 años en aquel momento. Ama de casa, trabajaba de voluntaria en una asociación cristiana para ayudar a pobres de las villas de emergencia cuando Fernando la conoció, ya que es muy religiosa, y considera que es el deber de todo cristiano ayudar a sus semejantes. Fernando se había metido en esa asociación porque estaba una chica que le gustaba, naturalmente no la consiguió. Fingiendo ser un hombre muy espiritual, se puso de novio con María y a los dos años se casaron.

Ella es una mujer hermosa, rubia, ojos azules, piel suave y muy clara como una perla y de labios finos. Tiene los pechos bastante grandes y un culazo divino. Se conservaba muy bien ya que trabajaba mucho para tener la casa siempre perfecta, además es vegetariana y no come demasiado. Aunque no saca partido a su físico y lo oculta porque siempre va con ropa amplia para no provocar.

Luismi era menor que nosotros. Tenía 15 años y era el único hijo de Fernando y María. Consentido por su mamá, le concedía todos sus caprichos. Era nuestro compañero en el mejor colegio de la ciudad, tenía siempre toda la ropa que quería, la computadora y celular de última generación, la play con todos los juegos que se le antojaran y un perro pastor alemán que se llamaba Toro, al que por supuesto su padre Fernando lo sacaba de paseo y se encargaba de alimentar y limpiar todas sus necesidades.

La vida sexual de Fernando y María era bastante escasa. Con el tiempo descubrí que ellos no tenían sexo, hacían el amor y solo cuando ella no tenía riesgo de quedar embarazada, ya que por sus creencias no usaban preservativo, y un nuevo hijo los llevaría a la quiebra. No lo hicieron hasta estar casados, ya que eso sería pecado mortal. Y las pocas veces que lo hacían era con la luz apagada. Ni siquiera lo dejaba verla desnuda, ella se cambiaba en el baño y para hacer el amor ni se quitaba el camisón.

Ya en aquel entonces era famoso por imponer mi tamaño, y no solo por la altura y lo musculoso por el gimnasio jejeje. Las chicas del colegio y mi club alimentaban mi fama en el sexo con historias que no siempre eran ciertas, ya que la mayoría tenía miedo de ser partidas al medio. Todos mis amigos me seguían siempre en mis ideas creativas con tal de estar a mi lado. Era el puto amo.

*♫ cori ♫*

Con mi grupo de amigos de aquél entonces, Nacho, Juan y Tincho, la pasábamos muy bien a costa de Luismi. Era tan inocente. Recuerdo el día en que se pasó horas buscando su play por todo el colegio:

-Nacho: ¿dónde está Luismi?

-Tincho: ¿está en el curso buscando su play nueva?

-Yo: ¡que siga buscando! - Dije mientras sacaba de mi mochila la play.

Todos nos reímos a coro.

-Juan: qué pelotudo el Luismi. El otro dia me lleve de su casa un par de juegos de PC, ni idea tiene.

Todos volvimos a reír.

*♫ aria colorare ♫*

Mi intención era que se pase toda la semana buscando su play. Le dimos pistas falsas con rumores de dónde la habían visto y recorría cada rincón del colegio. Pero al día siguiente, su madre ya le había comprado otra nueva play a Luismi y se nos acabó ese chiste.

La pasábamos en su casa merendando, jugando a la play o haciendo lo que se nos ocurra porque siempre nos atendían como reyes. Su mamá hacía lo que fuera para que su hijo estuviera a gusto con nosotros, sus amigos.

*♫ recitativo accompagnato ♫*

Uno de esos días de juegos en la play, Fernando le pidió a su hijo que fuera a la casa de sus abuelos a buscar unos libros, para motivarlo prometió comprarle un nuevo videojuego y él accedió a ir.

-Luismi: ¿me acompaña alguno que tengo que hacer un mandado?

-Yo: ¡No seas jodido! Ya empezado el campeonato, andá vos y después te sumás.

Luismi se fue sin protestar por la puerta mientras su madre entraba con unas galletas recién horneadas y unos matecocidos, los dejo en la mesa y se fue con una sonrisa. Como siempre, mi fascinación por las mujeres, en aquella época principalmente las milf, me volvían loco sin medir las consecuencias de zarparme:

-Yo: ¡Mierda, que buena esta la vieja del boludo!

-Nacho: ¿se imaginan cómo será desnuda?

-Yo: es la típica beata, mi abuela dice que la ve todas las mañanas en misa.

-Tincho: no me extraña. Cuando sale a la calle parece una monja.

Todos nos reímos de ese comentario sin notar la presencia de Fernando que se quedó escuchando detrás de la puerta.

-Juan: ¿y que me dicen del esposo? ¿me parece a mí o es igual o más pelotudo que Luismi? Se mata trabajando para comprarle cosas a su hijo y nosotros nos quedamos la con mitad. Es un boludo.

-Yo: Seguro que la tiene chica. No se cojerá bien a su mujer y por eso se comporta como una monja. Esa puta reprimida lo que necesita es una buena poronga.

-Tincho: ¿y quién se lo va a dar? ¿vos?

-Yo: No he dicho que se la vaya a dar, he dicho que seguro que está necesitada. Pero si el deber me llama...

-Todos: ¡AQUÍ ESTÁ EL PUTO AMO NENA! 


Todos nos reímos a carcajadas entre abrazos y palmadas en mi espalda.

*♫ aria di bravura ♫*

Al escuchar todos esos comentarios, le provocaron sentimientos encontrados a Fernando. Por un lado, le hicieron hervir la sangre que cuatro mocosos estén hablando así de su familia y de él mismo en su propia casa. Por otra parte, sabía, en su minúsculo, desvalorizado y oprimido interior, que yo tenía razón. Y al reflexionar su cruda realidad con esos sentimientos de culpa y bronca, reconocía que todo lo que habíamos dicho era verdad: Se mataba trabajando por un niño consentido, para que sus amigos se aprovechan de él. Con su mujer apenas hacían el amor y, cuando se producía el milagro, nunca pudo arrancarle ni un gemido de placer con su ínfimo pene.

Y empezó a trabajar su mente cornuda. Y sus sentimientos de culpa le ganaron a la bronca, de la angustia pasó a la aplastante inferioridad, para finalizar en la morbosa excitación liberadora de tanta humillación. Se excitaba imaginándonos a los cuatro mocosos encima de su mujer, y ella gozando en nuestras degeneradas manos. Fantaseaba con por fin ver gozar a su mujer después de tantos años.

**♪ secondo atto ♪**
**♫ aria cantabile ♫**

Pasaron unos días y Luismi nos invitó a cenar a todo el grupo. Fue a pedido de su padre pero él omitió decirnos ese dato y lo expresó como iniciativa propia.

Fuimos sin conocer las intenciones de Fernando.
Resulta ser que había gastado toda la plata que recibió de una herencia, de la que su familia desconocía, en un sistema de cámaras ocultas instaladas en todas las habitaciones de su casa, para espiarnos desde su veterinaria en secreto, sin que su mujer ni su hijo lo sepan.

*♫ recitativo accompagnato ♫*

Al llegar para la cena, y como siempre, entré primero:

-Yo: buenas noches, gracias por invitarnos a cenar.

-María: gracias a ustedes por venir.

-Luismi: vamos a jugar a la play hasta que esté la cena.

Los cinco fuimos a su cuarto a jugar.
Fue cuando le tocó jugar a Luismi contra Juan que aparece Fernando:

-Fernando: chicos ¿conocen en resto de la casa?

-Luismi: papa... ¿que resto de la casa?, solo queda tu habitación.

-Fernando: bueno lo digo porque a lo mejor quieren conocerla

-Luismi: que van a querer si es una mierda.

La situación se ponía tensa y tuve que seguirle la corriente para descomprimirla un poco.

-Yo: bueno, bueno, vamos a verla.

**♫ aria da capo ♫**

Les hice un gesto con la mirada a Nacho y Tincho para que acompañemos a Fernando a conocer su cuarto. Tenía el morbo de conocer dónde cogían los padres de Luismi y, quien sabe, las cosas que podría descubrir en el cuarto matrimonial.

Ya adentro, mientras Fernando hablaba y hablaba mostrando el baño y cuanta cosa había, aproveché que Nacho me cubría para revisar los cajones de la ropa interior de María en las narices de su esposo. Tal como lo imaginaba, ella usaba unos calzones gigantes como los de mi abuela.

Estaba en esos pensamientos cuando Fernando nos dice muy alegre mientras señala un agujero en la puerta del baño:

-Fernando: miren lo que me pasó esta mañana intentando colgar una percha. ¡Ja, ja!

Reía el boludo ante el producto de su inutilidad, atravesando el agujero con un dedo que pasaba de un lado al otro de la puerta

-Yo: cualquiera le pifia. ¡Seguro que es usted tiene grandes habilidades manuales!

-Fernando: hago lo que puedo, pero no es lo suficiente por lo que se ve.


A esto nos llama María para cenar.
La cena fue tranquila. Contábamos cosas del colegio, María reía de mis gracias y Fernando sonreía nervioso. Al terminar la cena María recogió la mesa, y yo insistí en ayudarla. Y es que no me perdía oportunidad para admirar el grandioso culo a la madre de Luismi sobre todo cuando se agachaba sin flexionar las rodillas para meter los platos en el lavavajillas. Fue en ese preciso instante de gloria cuando fui interrumpido por Fernando que me pilló mirando a su mujer, él sentado desde el comedor, se ahogó, tosió, nos miramos y se hizo el boludo.

Una vez ella recogido todo:

-María: me voy a duchar antes de acostarme.

Entendiendo la indirecta, me estaba levantado con intención de irnos cuando Fernando me pide que me siente:

-Fernando:¿No les apetece quedarse a ver una peli?. Mañana es domingo y no hay que madrugar.

Su mujer lo miró con cara de asombro. No le parecía correcto que nos quedemos otras dos horas más.

-Yo: no sé, es que...

-Fernando: no se preocupen chicos que después los acerco a sus casa en auto.

Me pareció rara la actitud de Fernando. No veía sus intenciones pero ante su insistencia decidí quedarnos y ver que pasa. María se fue claramente molesta, no sin antes despedirse amablemente con un beso maternal en la frente de cada uno de nosotros, claro, con excepción de Fernando, a quien ignoró completamente. Se metió en su habitación y cerró la puerta.

-Fernando: voy a sacar al perro y ponemos la peli.

-Nacho: genial.

-Fernando: acompañame Luismi.

-Luismi: ahora papa,¡Que paja!

-Fernando: el perro es tuyo, además tengo que hablarte.

-Luismi: está bien, siempre tengo que hacer todo yo.

**♫ recitativo accompagnato ♫**

Con los chicos contemplábamos la escena con asombro. Tincho al ver mi cara advirtió que alguna maldad estaba planeando y Nacho le susurró al oído a Juan explicándole lo del agujero en la puerta del baño. Fernando se hizo el tonto y se fueron con el perro a dar un largo paseo.

-Yo: que imbécil, nos dejó a su mujer en bandeja.

-Juan: no perdamos tiempo.

-Nacho: ¿y si nos descubre la madre?

-Yo: el que no quiera venir, que no venga. Se la pierde. Mejor para el resto.

**♫ aria agitata ♫**

Encaramos los cuatro sigilosamente hacia la puerta del dormitorio de María. Puse la oreja en la puerta para escuchar cuando entrara a bañarse y al cerrarse la puerta del baño dí la señal al resto susurrando:

-Yo: vamos, yo miro primero.

Entramos al dormitorio y me dirigí directo al agujero que claramente había hecho Fernando en el lugar exácto para que tuviera una visión de todo el baño.
María estaba con el camisón y justo pude ver cuando se lo quitó. La verdad es que carecía de toda sensualidad, pero la imagen de la madre de mí amigo en ropa interior me resultaba altamente erótica. Aunque parecían prendas del siglo pasado, en verdad parecía una monja, pero una monja desnudándose a la que estaba espiando desde su propio dormitorio.

Cuando se quitó el corpiño dejando al aire sus enormes tetas casi golpeo la puerta con mi poronga al máximo que quería reventar mí pantalón.

La situación era súper morbosa. Era un espectáculo que seguro nadie antes había visto.

Después se quitó la bombacha y pude ver una espesa mata de pelo que cubría su sexo.


Voyeur


Ante la insistencia de los chicos tuve que ceder la "mirilla" y, mientras María se preparaba para entrar en la ducha, nos fuimos turnando para ver el espectáculo. Estábamos exitadisimos al ver cómo se enjabonaba cada parte del cuerpo. La espuma que se mantenía entre sus tetas gigantes. La forma en que se abría los cachetes del culo para que el agua se lleve todo.

En ese instante supe que sea como sea, esa puta reprimida sería mía.

Nos quedamos espiando a la madre de Luismi hasta que salió de la ducha y mientras se secaba con la toalla tuvimos que abandonar el dormitorio para no ser descubiertos. Sin decir ni una palabra cerramos la puerta del dormitorio y nos fuimos al living donde esperamos sentados en el sofá que llegarán nuestro amigo con su padre y el perro.

Estábamos comentando en secreto y conteniendo nuestras nerviosas risas la morbosa situación que les hice vivir cuando escuchamos la puerta de la calle abrirse entrando Toro a la carrera y ladridos.

No recuerdo que escusa tuve que improvisar para safar y rápidamente irnos con los chicos en ese instante para que no descubrieran las terribles erecciones que quedaban más que evidentes a simple vista.

Ya más tranquilo en casa, recordé todo lo vivido y entendí que Fernando no solo lo permitido, sino que hasta parecía ser nuestro cómplice silencioso. Y decí ir por más.

Continuará…

**♫ interludio ♫**

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