Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte VI)

Hola a la comunidad! Como siempre, muchas gracias por sus comentarios y puntos.

A los que se están incorporando recién a la historia, les recomiendo que revisen el perfil y lean los capítulos anteriores.

Sin más que decir, les dejó el sexto capítulo:

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Capítulo 6

Me había cogido a Jessi. Me había cogido a Betty. Me había cogido a mi hermana. Me había cogido a Jessi. Me había cogido a Betty. Me había cogido a mi hermana. Me había cogido a Jessi. Me había cogido a Betty. Me había cogido a mi hermana.


Mi cabeza repetía las mismas palabras una y otra vez. Había entrado en un ciclo infinito del que no podía escapar. Si hubiera sido una computadora, la habría apagado y vuelto a encender de inmediato, pero esa opción no existía para mí.
¿Cómo carajo no me había dado cuenta? Ya el miércoles las había visto, ahora no tenía la menor duda al respecto. En el cumpleaños de Clara les habían mentido a mis viejos. ¡Ni en pedo que les iban a contar que habían ido las tres a coger con un desconocido y que el regalo había sido dejarse meter una buena verga!
Y ahora resultaba que no sólo había sido una buena verga, ¡sino que era mi verga! Mi verga. La puta madre que lo parió. Me había cogido a mi hermana.
Minutos antes la idea de hacerlo con ellas me habría calentado a más no poder, pero saber que había ocurrido en realidad era chocarme de frente con una pared que ni siquiera sabía que estaba ahí.
El ringtone del teléfono retumbó en mis oídos para devolverme a la realidad. Miré la pantalla: Clara Trabajo. Era el número que había agendado hace unos minutos. El número con el que me había comunicado a través de mi otro celular y por el cual había recibido aquellos videos tan excitantes de mi hermana y sus amigas tragando mi semen.
Quería bajar del auto y lanzar el teléfono a la mierda, volver a subir y ponerme a manejar hasta quedar a diez mil kilómetros de distancia. ¿Con qué cara podía ir en ese momento a pasar a buscar a mi hermana después de semejante descubrimiento?
Pero no podía dejarla tirada con sus amigas por algo de lo que ellas no tenían la culpa. Ellas no sabían quién había estado del otro lado del panel todo ese tiempo. Golpeé mi cabeza contra el volante un par de veces, traté de controlar mi respiración, que estaba muy agitada, y atendí la llamada.

-¿Hola? –Me costaba horrores que mi voz no temblara. Necesitaba tranquilidad, pero era evidente que no iba a conseguirla esa noche.
-¿Dónde te metiste? –La voz enojada de mi hermana se escuchaba por encima del ruido de la gente y los autos. -¡Te estamos esperando hace 10 minutos!
-Sí, ya voy para allá. Pasa que tardaron una bocha en sacar el auto del estacionamiento. –De pedo me salió inventar esa mentira. Al menos mi cerebro funcionaba para algo.
-¡Uh, bueno! ¡Está bien, acordate que estamos en la esquina del monumento! –Su voz sonaba menos enojada, parecía haberme creído.
-Ahí arranco, no te preocupes.

Colgué de inmediato. No quería escuchar la voz de mi hermana más de lo estrictamente necesario. Puse en marcha el auto y fui lo más rápido posible a buscarlas. Había una multitud dando vueltas por ahí. Parecía que muchas de las fans que habían ido al recital también habían elegido ese punto como lugar de encuentro. Pero ahí estaban, inconfundibles a pesar de la multitud. No pude evitar pensar que se veían hermosas las tres.
Un cosquilleo volvió a hacerse presente en mi entrepierna y casi me doy un puñetazo en la pija de la bronca que tenía por no poder evitar calentarme al ver a mi hermanita.
Me las ingenié para acercarme lo más posible a ellas y les hice señas para que subieran rápido antes que el semáforo se pusiera en verde de nuevo. Estaban tan sonrientes, realmente debían de haberlo pasado de maravillas. ¿Habrían tenido la misma sonrisa cuando terminaban los turnos conmigo?

-¡Gracias, hermanito! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! –Apenas se subió al auto, mi hermana se lanzó sobre mí para colgarse de mi cuello mientras no paraba de repetir esa palabra. Su voz sonaba a punto de quebrarse de la emoción.
- De nada, hermanita. –Intenté sonreír a pesar de que me sentía miserable. –Pero ahora soltame que tengo que arrancar, por favor.
Jessica y Betty se subieron en los asientos de atrás justo cuando estaba poniéndose en verde el semáforo. Arranqué tan pronto como me lo permitió el tránsito.
Las chicas no pararon de hablar emocionadas durante todo el viaje de vuelta. Me daban las gracias una y otra vez y me contaban con lujo de detalle todo lo que habían vivido, las canciones que habían cantado, los bailes, los saludos, las luces, y cómo las demás chicas compartieron el momento con ellas en las primeras filas.
Yo sólo tiraba alguna palabra cada tanto, tratando de sonreír, pero realmente sin escuchar una mierda de lo que habían dicho. No paraba de recordar todos los momentos que habíamos pasado en esa pequeña habitación separados por un panel. Esas tres chicas que llevaba conmigo en el auto me habían provocado orgasmos muy buenos. Tenía el cerebro hecho un quilombo, y no iba a encontrar la calma mientras ellas siguieran en el auto conmigo.
-¿Estás bien? –No sabía qué cara tendría yo en ese momento, pero Clara me miraba con preocupación. –Te ves pésimo.
-Creo que me cayó mal lo que comí mientras esperaba afuera. –Considerando la calidad de la comida que vendían en la zona donde se hizo el recital, no era una mala mentira de mi parte.
-Bueno, ahora cuando llegamos a casa te doy algo para eso, ¿sí? –Mi hermana se había puesto en modo maternal y yo no podía soportar que fuese tan amable conmigo.
Apenas sí me giraba para ver a mi hermana. Cada vez que me encontraba con su cara, no podía evitar imaginarla chupándome la pija de todas las formas posibles, tal y como lo había hecho durante tantos miércoles al mediodía. Sus labios me recordaban todas las veces que me había dado un tierno beso de despedida en el glande cuando terminaban su turno conmigo.
Tenía la cabeza en cualquier lado, apenas era consciente de lo que hacía mientras manejaba, lo cual era un peligro enorme para todos los que estábamos en el auto. De casualidad no habíamos chocado con nada durante el viaje.
Finalmente llegamos a la casa y las chicas me insistieron para que esperara ahí un minuto mientras mi hermana se iba adentro a buscar algún remedio para mi ficticio malestar estomacal.
Me bajé del auto para tomar algo de aire mientras Betty y Jessica volvían a darme las gracias por el regalo que les había dado.
-¡Fue el mejor día de nuestras vidas! –Decía Jessica, abrazándome, todavía emocionada.
-¡Uno de los mejores, seguro! –Agregó Betty, lanzando una mirada cómplice a su amiga. Sus grandes pechos se aplastaban contra mi cuerpo. Moría de ganas de hundir la cabeza en su escote y al mismo tiempo me odiaba por pensar en eso.
-Bueno sí, tenés razón… ¡También hay que contar el día de spa! ¡Los dos mejores momentos de nuestras vidas en menos de diez días! –Jessi le devolvió la mirada cómplice, mientras sonreía pensando que yo no había captado la referencia.
No sabía si tenía más ganas de mandarlas a la mierda y decirles que me tenían que dar las gracias por esos dos momentos de sus vidas, no sólo por el recital, o de subirme al auto e irme directo al departamento. Pero no me quedaba otra opción más que jugarla de callado, cerrar el culo y poner cara de que el intercambio de palabras entre ellas me había pasado por arriba.
-Acá tenés, tomá eso que te va a ayudar. –Mi hermana se había acercado con una pastilla y un vaso de agua.
-Gracias. –Le respondí sin mirarla y me tomé la pastilla de inmediato.
-¿No querés quedarte a dormir acá en casa por las dudas? –Ella seguía en modo maternal, y me hacía sentir aún más culpable. -¿Llegás bien al departamento?
-Sí, no te preocupes. -¡Qué ganas de sacarla cagando! No pensaba quedarme en esa casa ni de casualidad, al menos esa noche era la peor idea de la historia.
-Bueno, está bien. –Se acercó para abrazarme una vez más antes de dejarme subir al auto. –De verdad, gracias por todo. Me diste el mejor regalo del mundo.
¿Por qué carajo tenía que ponerse tan sentimental conmigo en ese momento? Lo que menos quería en ese momento era sentir su cuerpo pegado al mío y la otra no paraba de abrazarme. ¡Me cago en mi puta suerte! Pero no podía rechazarla, así que simplemente la rodeé con mis brazos unos segundos, esperé a que me soltara, me despedí de ella y de sus amigas y me subí al auto.
Era de madrugada cuando llegué al departamento, pero lo único que me importaba en ese momento era la botella de vodka que tenía guardada en una alacena. Generalmente la usaba para preparar algún trago, pero esa noche era la única bebida que me haría compañía.
Para cuando finalmente me acerqué tambaleando a mi cama, ya había desaparecido la mitad del contenido de aquella botella. Todavía tenía puesta la ropa que había usado durante el día, pero no me importó. Me quedé dormido apenas apoyé la cabeza en la almohada.

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Los días siguientes fueron los más difíciles que me habían tocado hasta ese momento. Tuve muchos problemas en los turnos durante la semana, aunque había logrado zafar porque las clientas que tuve que atender no eran tan exigentes como otras. Por suerte ninguna queja llegó a oídos de Erica.
Para cuando el domingo llegó, me había planteado seriamente inventar alguna excusa para no tener que ir a la casa de mis viejos. Sabía que tenía que hablar con mi hermana, debía hacerlo antes que me llegara un mensaje de mi jefa avisando que me tocaba atender algún turno un miércoles al mediodía.
Pero no lograba animarme. ¿Cómo carajo hace alguien para decirle a su propia hermana que estuvo chupándole la pija durante un par de años sin saberlo?
A pesar de todo, una cosa estaba clara para mí: ella tenía que saberlo, no podía ser de otra forma. Si yo todavía ignorara quiénes eran mis tres clientas favoritas (todavía me costaba creer que fueran realmente ellas, pero no había dudas al respecto), sería otra la historia. Pero no era así, y no podía mantener escondido eso.
Resignado, pero decidido, estacioné en la vereda de la casa de mis viejos con un plan formado en la cabeza. Al menos ya se me había pasado la angustia que sufrí durante los días anteriores, y no necesité forzar tanto una sonrisa al encontrarme con mi familia.

El almuerzo pasó de manera normal, y durante la sobremesa comencé a ejecutar lo que tenía planeado.
-Clara… ¿me escuchás? –La llamé, mientras ella estaba pendiente de su teléfono.
-¿Qué pasa, hermanito? –Me preguntó de manera amistosa. Estaba mucho más amable conmigo desde que había recibido las entradas la semana pasada.
-¿Te parece si venís conmigo al departamento? Necesito que me ayudes con un tema allá, y me pareció que me podías dar una mano. –Cruzaba los dedos en mi cabeza para que me dijera que sí. Para ser honesto, era un plan de mierda, pero no había sido capaz de idear algo mejor.
-¡Dale! Me cambio y salimos en un rato. –Respondió sonriente.
En cualquier otro momento de la vida ella se hubiera negado y me hubiera dicho que esperara a otro día, o que pasaría al salir del trabajo, obligándome a llevarla con el auto de regreso a la casa. Sin embargo, era obvio que todavía se sentía muy en deuda conmigo después de su regalo de cumpleaños.
Un rato después ya estaba en el sofá del living, esperando que mi hermana bajara de su habitación, cuando la vi descender por las escaleras. Estaba con una remera suelta y con un jean ajustado. Me daba pánico tener que ir detrás suyo porque sabía que irremediablemente iba a tener la vista clavada en su perfecto culo, así que fui por delante y me metí primero en el auto.

Ya empezaba a caer el sol cuando llegamos a mi departamento. Hacía tiempo que ella no entraba en ese lugar, así que se sorprendió al verlo tan bien amueblado.
-¡Boludo! ¡Este lugar se ve genial! –Exclamó, escaneando todo el departamento con la mirada.
-Sí, me gusta cómo quedó. –Repliqué, mientras la invitaba a sentarse en un sillón y yo ocupaba el que estaba frente a ella.
-¿Y qué querías que viera? -Paseaba sus ojos por todas partes, buscando el motivo por el que la había llevado hasta allá.
-Nada, eso fue una excusa para que vinieras conmigo. –Mis manos estaban empapadas de los nervios, mientras buscaba la mejor manera de encarar el tema. –Tenía que hablar con vos de algo sin que nos escucharan papá y mamá.
-¿Qué pasó? –Me miraba con preocupación, como si estuviera a punto de anunciarle que me quedaban seis meses de vida. -¿Estás bien?
-No. No estoy bien. –Me obligué a mirarla a los ojos. -¿Te acordás de tu cumpleaños?
-¡Sí, obvio que me acuerdo! –Sonreía, a pesar de su preocupación. –Con semejante regalo que nos diste, ¡no me voy a olvidar nunca!
-Sí, bueno… No quería hablar de ese regalo, sino del que te hicieron las chicas. –No encontré otra forma de llegar al punto, ser más directo que eso me parecía imposible. Mi hermana estaba sorprendida por el tema de la charla. Guardó silencio unos segundos antes de hablar.
-¿Del día de spa? –Me miraba algo más nerviosa, su sonrisa se había esfumado.
-Spa las pelotas. No fueron a ningún spa.
-¡Sí que fuimos a un spa! –Intentó sonar convincente, pero los nervios la traicionaron.
-No, no fueron a un spa. –Repetí con firmeza, no tenía ganas de darle más vueltas al tema. -Fueron a un lugar especial que queda en el centro, un lugar donde las mujeres van a chupar vergas y a coger con gente desconocida. Ese fue el regalo de cumpleaños que te hicieron Jessi y Betty: una buena verga para que se las coja a las tres.
Mi hermana me miraba horrorizada, como si se hubiera encontrado con un cadáver descuartizado en su cama luego de despertarse de un placentero sueño.
-¿Cómo carajo te enteraste de eso? –Me preguntó con un hilo de voz.
A modo de respuesta, le acerqué el teléfono que había comprado para comunicarme exclusivamente con ellas, con el Whatsapp abierto en el único chat que tenía.
Mi hermana lo tomó y pasó los pocos mensajes que había allí a la velocidad del rayo. No le costó mucho entender lo que eso significaba.
-Porque el que se las cogió ese día fui yo. –Dije, eliminando cualquier esperanza que pudiera tener ella de que había llegado a una conclusión equivocada.
No sabía si había entendido lo que le dije, porque tenía la mirada completamente vacía, como si su cerebro hubiera abandonado su cabeza y se hubiera ido volando por ahí, lejos del departamento. Pasó una eternidad hasta que habló.
-La puta madre… Sí eras vos… -Susurró, mirando la pared.

Había esperado una reacción mucho más dramática. Y definitivamente sus palabras me tomaron por sorpresa. Ahora el que estaba sorprendido era yo.
-¿Cómo que “sí era yo”? ¿Lo sabías? –Ella rehuía mi mirada. –Clara, mirame a los ojos. ¿Sabías que era yo?
-No, no lo sabía. –Finalmente respondió después de unos segundos de tenso silencio. –No estaba segura, pero lo sospechaba.
-¿Me estás cargando? ¿Por qué no lo dijiste antes? ¿Desde cuándo lo sospechabas? ¿Sabías que me estabas chupando la verga y no dijiste nada? –Las preguntas salieron amontonadas, peleándose por ser las primeras en formularse.
-Desde que te la vimos en lo de Charly. –Dijo, comenzando su relato. -Estábamos hablando sobre lo que había pasado, y a Betty se le escapó decir que la tenías casi tan grande como la que habíamos visto en el local, y yo pensé tenía razón, que se parecía demasiado. Y después que te pasamos mi número, vi la foto que nos mandaste y me entraron dudas. Y te la vi de nuevo cuando entré en tu pieza y noté similitudes en la forma, en el tamaño, todo. –Se había puesto roja de vergüenza por verse obligada a hablar de mi miembro, pero yo no la frené, necesitaba saber.
-¿Y por qué no me dijiste nada? –Estaba desesperado por saber esa respuesta.
-¡Porque no estaba segura! –Estalló, levantando su voz. -¿Qué se supone que te iba a decir? “A ver hermanito, sacá tu verga que necesito confirmar algo”. Claro, re fácil de explicar. ¿Y si estaba equivocada? ¿Te iba a tener que explicar que íbamos con Jessica y Betty cada tanto a un local del centro a chupar una pija? Todo normal, ¿no? Total, todos los hermanos tienen una charla así todos los domingos al mediodía.
Tenía un punto. Habría sido muy jugado si me preguntaba algo así y resultaba que no era yo. Trataba de buscarle la vuelta, de encontrar algo que pudiéramos haber hecho para no encontrarnos en esa situación de mierda, pero no, nada se me venía a la mente.

Nos quedamos en silencio un buen rato, cada uno absorbido por sus propios pensamientos. Cada tanto cruzábamos alguna mirada, pero no sabíamos qué decir después de semejante revelación.
-¿Cómo carajo llegamos a esto? –Preguntó mi hermana en voz alta, mirando al techo.
-Eso quisiera saber yo. ¿Cómo se enteraron ustedes de ese lugar? –No estaba seguro de querer saber esa historia, pero igual hice la pregunta.
- ¿Yo? ¿Cómo mierda estás laburando VOS ahí? –Me retrucó mi hermana, bajando la vista hasta clavarla en mis ojos.
-Me cogí a la dueña. –No pensaba darle muchas vueltas a esa historia. –La conocí una noche que había salido con unos conocidos, y me llevó a su departamento. La hija de puta me dio vuelta como una media. –Recordaba esa noche como si no hubiera pasado ni un día. Uno de los mejores garches de mi vida, junto con el que había tenido una semana atrás, con mi hermana y sus amigas. –Le gustó el tamaño que tenía y me ofreció laburo. Cuando me dijo lo que podía ganar, ni lo dudé.
-¿Tan bien te pagan? -El comentario sobre mi sueldo hizo que su tensión se aflojara un poco.
-¿A vos qué te parece? –No pude contener una sonrisa de satisfacción, mientras con mi mano le señalaba lo que había en mi departamento.
-¡Encima que laburás dejando que te chupen la poronga, te pagan de maravillas! –Mi hermana dejó salir un resoplido de indignación. -¿Más culo no podías tener?
-No me pagan por tener mucho culo, hermanita. Me pagan por tener mucha poronga. –No era el comentario más apropiado, pero me la había dejado picando y nunca fui de dejar pasar esas chances.
-¿En serio me decís eso? –Me preguntó, asombrada ante el hecho de que me tomara el atrevimiento de hacer un chiste así.
Me empecé a reír a carcajadas. Ella se quedó mirándome durante un segundo y luego empezó a reír también. Era todo tan absurdo que era imposible no reírse. Éramos dos hermanos que charlaban un domingo a la tarde sobre cómo había comenzado una historia que terminó desembocando en incesto.
Así estuvimos un buen rato hasta que empezamos a calmarnos. No sabía por qué, pero me había servido de maravillas eso. Supuse que era la forma que tuvo mi cerebro para dejar salir toda la angustia que tenía acumulada durante esos últimos días. Mejor eso que llorarme la vida delante de mi hermana.

-Todavía no me contaste cómo es que ustedes terminaron ahí. –Dije, luego de que ella también hubiera recuperado la calma.
-¿De verdad querés saber? –Miró cómo asentía y empezó a contarme su historia. –Jessica se había enterado de boca de una vieja amiga de su mamá. Esa es una tipa de guita, que nunca había sido de tener muchos filtros en su vida, y tenía bastante confianza con Jessi como para decirle. Después vino ella y nos lo comentó a mí y a Betty. Un par de meses después fue el cumpleaños de Jessi y nos dijo de ir a ese lugar a ver qué onda un miércoles al mediodía, aprovechando la hora de almuerzo. Y ahí fue cuando nos atendiste por primera vez.
Se quedó en silencio un instante mientras me miraba, analizando mi reacción. Yo recordaba ese momento muy claramente. Era la primera vez que me tocaba atender a más de una chica al mismo tiempo, me había costado horrores no acabar de inmediato porque me provocaba muchísimo morbo saber que tres chicas se turnaban para chupármela. Pero no hice ningún comentario al respecto, sólo esperaba a ver si continuaba su historia.
-Jessi nos había dicho que, según la amiga de su vieja, las vergas que habían ahí eran espectaculares, pero nunca nos imaginamos encontrarnos algo así. Casi que nos daba miedo tocarla, pero Jessi fue al frente y arrancó, y después nos fuimos animando Betty y yo. Cuando terminamos el turno estábamos re mojadas. Cuando llegué de vuelta a mi laburo tuve que ir al baño a masturbarme porque no daba más. Seguro que Jessica y Betty hicieron lo mismo.
Miraba a mi hermana y no podía creer que estuviera contándome que se había masturbado pensando en mi verga. Sólo guardaba silencio, por miedo a que cualquier interrupción cortara el momento.
-Y bueno, después de eso ni lo dudamos en ir de nuevo. No muy seguido, porque los turnos son caros, pero para nosotras era un gusto que nos dábamos cada tanto. Era como cualquier grupo de amigas que se junta para ir al cine, sólo que nosotros nos juntábamos para chupar una tremenda pija. Hace unos meses tuvimos la idea de pasarte ese número, porque ni se nos ocurrió en la vida que podría ser alguien que nos conociera. –Se me quedó mirando con una expresión extraña, que me empezaba a incomodar.

Estaba tratando de absorber todo lo que me había contado ella cuando su voz me devolvió al departamento.
-No te tenía comprando un celular aparte para hablar con nosotras. –Señaló mi segundo celular. –Fue buena idea. Ojalá yo hubiera pensado lo mismo. –Agregó.
-Y la semana pasada… -Empecé a decir, luego de unos segundos de silencio.
-La semana pasada nos hiciste mierda, pendejo… -Soltó de una. –Aunque lo digo en el buen sentido. –Mostraba una sonrisa medio triste, sabiendo que ese recuerdo no iba a ser el mismo después de la revelación que había tenido lugar en mi departamento.
-Sí, pero quería saber… -Intenté empezar, pero ella me cortó de una.
-No, no me hagas hablar de eso, por favor. –Me miraba de manera suplicante.
-Sólo una cosa, decime eso y no volvemos a tocar el tema nunca más. Te lo juro. –Era algo que ansiaba saber desde ese día, y por más que me arriesgaba muchísimo, había decidido presionarla.
-Está bien, ¿qué querés saber? –Volvía a fijar la vista en el techo, rechazando el contacto visual.
-La tercera chica, la que acabó tan a lo bestia… ¿cuál de las tres fue?

Si yo pensaba que alguna vez había visto a mi hermana muerta de vergüenza, no era nada comparado con el tono de rojo que había alcanzado su rostro al escuchar mi pregunta. Ni siquiera hacía falta que me dijera nada, ya con esa reacción entendí que era a ella a quien le había provocado ese orgasmo tan potente que terminó tirada en el piso sollozando.
-Y vos fuiste la que al final de todo se… -No sabía qué me impulsó a mencionar eso, pero igual lo hice. Posiblemente se tratara del morbo que me empezaba a dominar después de tantos días de culpa, o quizás no terminaba de caer en que era mi hermana la que me estaba contando todo. Capaz era porque justamente se trataba de mi hermana, y no podía evitar que me calentara esa idea.
-Era mi cumpleaños, ¿no? –Fue todo lo que alcanzó a responderme, ocultando su cara entre sus manos.
Otra vez nos dominó el silencio. Había escuchado de boca de mi hermana que ella y sus amigas no sólo llevaban un par de años yendo regularmente a chuparme la pija, sino que encima hace poco más de una semana había tenido sexo con ellas y mi hermana se había tragado todo el semen que había acumulado especialmente para esa ocasión.
-¿Y ahora qué mierda hacemos? –Hice la pregunta porque yo no tenía la más puta idea de cómo iba a seguir en el día a día después de eso.
-No lo sé. –Me respondió, con la vista clavada en el piso.
-Si mi jefa se entera de esto, me mata. –Era cierto, Erica nos tenía terminantemente prohibido que los empleados se conocieran con la clientela, aunque no estaba seguro de que ella se hubiera planteado la posibilidad de que las amigas de la infancia y la hermana de uno de sus empleados fueran parte de dicha clientela.
-¿Pensás seguir yendo a ese lugar? –Clara me miraba sorprendida.
-¿Y por qué no debería ir más? El que labura ahí soy yo, no ustedes... ¿O qué? ¿Me vas a decir que pensás ir de nuevo?
-No quiero ni pensar en eso ahora, ¡encima le tengo que contar a las chicas! –Se agarró la cabeza con las manos, como si intentara que no volara en pedazos. -¿Cómo mierda voy a hacer para contarles?
-No tengo la menor idea. –Sentía lástima de la situación en que se encontraba mi hermana. No sólo se había enterado que le chupó la pija y se dejó coger por su propio hermano, ¡sino que encima sus amigas también lo habían hecho! –Algo vamos a tener que pensar. –Agregué, aunque no se me venía ningún plan a la cabeza.
Mi hermana no me respondió. Todavía miraba hacia abajo, y noté que unas lágrimas caían al piso. Estaba llorando en silencio. Me acerqué a ella y me senté a su lado.
-¿Estás bien? –No podría haber una pregunta más estúpida en ese momento, pero era lo único que se me ocurrió decir.
-¡No, pelotudo! ¿A vos qué te parece?
-No, ya sé que no… Entiendo cómo te sentís, a mí también me pasa lo mis… -Clara me calló con una mirada llena de bronca, a pesar de sus lágrimas.
-No te pasa lo mismo. ¡Ni se te ocurra decir que te pasa lo mismo! No te das una idea de lo que es saber que la verga que me hizo calentar tanto desde el primer momento, con la que estuve fantaseando durante años con poder tenerla para mí sola, que me hizo llorar de placer de tan bien que me sentí cuando la tenía metida hasta el fondo, resulta que es la verga de mi hermano. ¿Cómo mierda hago yo ahora? Jessi y Betty no tienen ese problema, te pueden hacer lo que se les cante el orto, vos podés hacer con ellas lo que quieras, pero ¿yo qué carajo hago? ¿Me mato a pajas el resto de mi vida mientras ellas gozan con vos? ¿Te das cuenta de lo injusto que es eso?
El silencio me presionaba los tímpanos cuando mi hermana terminó de hablar. Tenía razón. No sabía si iba a pasar algo con Jessica o con Betty, pero ellas no tenían el mismo conflicto moral que tenía Clara. Para ella yo era la fruta más prohibida del mundo, no así para el resto. Tenía la comida servida para ella en bandeja de plata, pero no podía probar ni un bocado por mucho que estirara su brazo.
-¿De verdad te pensás que yo les tocaría un pelo mientras vos tenés que aguantarte las ganas? Para mí ellas están tan prohibidas como vos. ¿Te pensás que no fue un golpe para mí saber que las tres chicas con las que disfruté tanto tiempo y con las que fantaseé desde el primer día que las atendí eran ustedes tres? ¡Me dan ganas de cortarme la chota en este preciso momento! –No era del todo cierto, yo sí tenía vía libre con Jessi y Betty, pero decirle que me iba a coger a sus amigas no era la mejor forma de consolar un poco a mi hermana.
Nos quedamos mirando una vez más en silencio. Mi cabeza trabajaba a mil, y una molestia en la entrepierna me hizo dar cuenta que estaba al palo a pesar de todo. ¿Hace cuánto tiempo que estaba así? Casi seguro que desde que mi hermana me empezó a contar cómo había sido la primera vez que tuvieron un turno conmigo.
-Te cago a trompadas si te la llegás a cortar. Sería un crimen contra la humanidad. –Mi hermana lo dijo con el mismo tono que usaba años atrás para decirme que no tocara su equipo de música cuando ponía a los Backstreet Boys al palo. Hablaba completamente en serio.
Me empecé a cagar de risa una vez más por el comentario, y mi hermana no pudo evitar unirse a mis carcajadas ¿Qué carajo nos pasaba? ¿Cómo habíamos llegado a una situación en la que mi hermana hablaba casi con cariño sobre mi verga?
-Ya se está haciendo tarde –Comenté, una vez que nos calmamos un poco. Miré por la ventana, el cielo se veía anaranjado. –Mejor te voy llevando a casa.
-Sí, vamos. –Dijo mi hermana, levantándose del sillón.

Luego de que Clara hubiera pasado unos minutos por el baño para arreglarse, salimos del departamento para bajar al auto. Mientras esperábamos el ascensor, mi hermana se apoyó de espaldas y agarró mis brazos para obligarme a abrazarla. Yo me dejé llevar y, sin pensarlo demasiado, le terminé haciendo sentir mi erección en su espalda.
-Así no vamos a terminar bien. –Dijo mi hermana riendo, al notar mi verga bien parada pegada a su cuerpo.
-Te juro que no lo hago a propósito, pero no puedo evitarlo. Ojalá no me calentara tanto pensando en ustedes. –Lo decía en serio, era mirar a mi hermana y que mi cerebro de inmediato pasara a recordarme todo lo que habíamos hecho en el local de Erica. –Pero no me lo puedo sacar de la cabeza.
El silencio se extendió por varios segundos, mientras yo trataba de que mis manos no empezaran a recorrer su cuerpo por completo.
-Yo tampoco me puedo olvidar. Estoy re caliente. –Respondió mi hermana en voz baja. Su mano me acariciaba el muslo, y subía lentamente hasta una zona muy peligrosa. -¿Por qué tenías que ser mi hermano? –Me preguntó, angustiada.
No pude decirle nada, porque justo en ese momento se escuchó el sonido del ascensor arribando al piso, cortando completamente el clima. Nos separamos en el momento exacto cuando se abrió la puerta y una señora mayor nos veía, esperando que subiéramos.
Me separé de Clara y avancé hacia el ascensor. Estaba a punto de subir cuando la mano de mi hermana me tomó de la remera para frenarme. Le hice una señal a la señora, que se había retirado de la puerta para dejarnos ingresar, y ella apretó el botón para continuar su camino hacia abajo.

Apenas perdimos de vista a esa señora, explotó todo lo que teníamos contenido.
Mi hermana rodeó mi cuello con sus manos, yo la subí tomándola de ese glorioso culo que tanto me había fascinado, y nos fundimos en un intenso beso en medio del pasillo del edificio. Su boca era la fruta más dulce que había probado en mi vida, y cada vez que nuestras lenguas se encontraban sentía un festival de fuegos artificiales en mi cabeza y en mi entrepierna. ¡Era increíble lo mucho que me calentaba esa chica!
Después de un tiempo, que podría haber sido par de minutos o un siglo, nos volvimos conscientes de que estábamos en medio del pasillo y prácticamente corrimos de regreso a mi departamento. La ansiedad hacía estragos con mis manos y me costó horrores embocar la llave en el agujero de la cerradura. Casi termino tirando abajo la puerta de tan desesperado que me encontraba.
Por fin pudimos entrar y, apenas cerré la puerta, empezamos a sacarnos parte de la ropa tan rápido como nos fue posible, mientras la guiaba directo a mi habitación.
Una vez ahí, la dejé caer de espaldas sobre la cama y me coloqué encima de ella. Ambos estábamos muy agitados, como si hubiéramos terminado de correr una maratón. Aquellos ojos verdes de mi hermana estaban cargados de lujuria, y una sonrisa cómplice se dibujó en nuestras bocas.
Volvimos a besarnos con la intensidad de una pareja de amantes que no se veía desde hace meses, mientras nuestras manos se paseaban por todos lados. Bajé hacia su cuello para lamerlo, lo que provocó que mi hermana emitiera un placentero suspiro. Sentía su perfume inundando mi nariz. Podría haberme quedado a vivir en ese rincón, pero tenía otras partes de su cuerpo por visitar.
Mis manos liberaron sus pechos de la prisión de su corpiño y comencé a besarlos. Con mi pulgar empecé a jugar con uno de sus pezones, que estaba duro como una piedra, mientras mis labios se divertían con el otro.
Dibujaba círculos con mi lengua y cada tanto presionaba suavemente con mis dientes. Clara no hacía más que gemir y jadear, sus manos apoyadas sobre mi cabeza, manteniéndome en esa posición para que ni se me ocurriera abandonar mi tarea.
Soltando su pecho, dejé que mi mano bajara por su vientre, y provoqué otro gemido en mi hermana cuando alcancé su entrepierna. Incluso por encima de su tanga podía notar lo mojada que estaba. Jugueteé un poco con mis dedos, corrí la fina tela a un costado, e introduje un dedo. Un eterno suspiro de placer brotó de sus labios.
-Así hermanito, así… -Le escuché decir entre gemidos, cada vez más alto mientras mi dedo exploraba su interior. Clara reforzó el mensaje con sus manos, guiando mi cabeza hacia abajo.
Sin hacerme rogar, mis manos la despojaron de su tanga, dejando su húmeda rajita al descubierto. Sonreí al ver que estaba completamente depilada, excepto por una fina franja de vellos pelirrojos que adornaban su entrada unos milímetros más arriba.
Finalmente acerqué mi cara y dediqué unos segundos a observar su rosada vagina que brillaba con sus jugos chorreando hasta alcanzar mi cama. Besé el interior de sus muslos, acercándome lentamente al centro.
Mi hermana estaba harta de esperar y cruzó sus piernas por detrás de mi nuca. La orden era clara, pero por si quedaba alguna duda también la expresó en voz alta.
-¡Chupámela de una vez, pendejo de mierda! ¡Me estás matandooooo!
La última parte del mensaje se estiró hasta que Clara largó todo el aire que tenía en sus pulmones. Había enterrado mi lengua en ella tan profundo como me fue posible. Por dentro y por fuera, mi boca y mi lengua se dedicaron a una sola tarea: provocarle todo el placer que pudiera.
Mientras Clara se retorcía y jadeaba, sus manos me tomaron la cabeza y presionaron aún más mi cara contra su cuerpo. Sus uñas se clavaron en mi piel, provocándome algo de dolor, pero podría haberme hecho sangrar, que así y todo no pensaba despegarme por nada del mundo. Mi boca se llenaba con su sabor, el delicioso sabor de una fruta prohibida.
Un largo gemido fue la señal de que ella había alcanzado un intenso orgasmo. Finalmente la presión que mantenía mi cara contra su cuerpo se aflojó y volví a acercarme a su boca para besarla, compartiendo sus propios jugos con ella.
-Gracias, hermanito… -Alcanzó a decir, cuando fue interrumpida por una nueva tanda de gemidos, que volvieron a llenar la habitación.
Había introducido mi dedo mayor dentro de su empapada cavidad. Sentía tanto calor ahí dentro que parecía hervir. Empecé a sacarlo lentamente para volverlo a introducir de golpe, arrancando otro gemido de boca de mi hermana.
-Más rápido… más… -Me instigaba Clara entre jadeos.
Si mi hermanita lo pedía, mi hermanita lo tenía. Aceleré el ritmo, movía tan rápido mi mano que parecía un pistón. Así estuve durante un minuto hasta que retiré mi dedo para lamerlo delante de los ojos de mi hermana. Su cara era la viva imagen del morbo, y ni dudó en lamerlo también cuando lo acerqué a su boca. ¡Pendeja golosa! ¡Cómo no iba a calentarme estar con ella!
Mi mano volvió a su entrepierna, pero esta vez fueron dos dedos los que se metieron en ella. Una vez que se acostumbró a tenerlos dentro, inicié mi ataque moviendo mi mano a toda velocidad. Un ruido de chasquidos inundaba mi habitación provocados por mi mano.
Mientras tanto, con la otra hacía lo posible para mantener a mi hermana en su lugar, cosa difícil de conseguir de tanto que se retorcía por el placer que le provocaba. Daba la impresión de que le estaba practicando un exorcismo, pero si el diablo estaba dentro suyo no pensaba pedirle que se fuera de ahí.
-Ya… casi… -Las sensaciones eran tan intensas que a mi hermana le costaba respirar, ni mencionemos que pudiera decir algo coherente.
Dejé mis dedos tan adentro como me fue posible y empecé a moverlos con furia. Estaba tan mojada que parecía que mis dedos se hubieran sumergido en un pantano. Mi mano no dejó de moverse a toda máquina hasta que finalmente ella dejó escapar un sonido casi animal, al mismo tiempo todo su cuerpo se curvaba y vibraba de placer. Retiré mi mano y un potente chorro de un líquido caliente salió de la cuevita de mi hermana.
Clara se retorció por unos segundos más, agarrada de las sábanas, mientras un segundo chorro, esta vez mucho menos potente, manchaba mi cama. Cuando eso terminó, su tensión se eliminó por completo y se colocó en posición fetal, como si tratara de defenderse de todas las sensaciones que invadían su cuerpo.
Yo me acosté a su lado y la rodeé con mis brazos, intentando confortarla. Una vez más parecía sollozar de tan fuerte que había sido su orgasmo. Ella se pegó a mí y apoyó su cola contra mi verga, que estaba lista para cobrar protagonismo.
-Supongo que eso te gustó, ¿no, hermanita? –Le dije al oído, mientras acariciaba su cintura.
-Hijo de mil putas… -Respondió con un hilo de voz, luchando por controlar sus lágrimas. –Es la segunda vez en mi vida que me hacen acabar así, y las dos veces fuiste vos. –Se dio vuelta, sonrió, y me dio un tierno beso en la boca. –Gracias, hermanito.
-De nada, hermanita. Ahora te toca a vos. –Anuncié, sacándome el boxer.

Un sonido se escuchó afuera del dormitorio. Era una canción de los Backstreet Boys. Le iba a decir que no le hiciera caso, pero mi hermana me ignoró.
-¿Quién me puede estar llamando ahora? –Dijo Clara, levantándose de la cama y saliendo disparada hacia su teléfono.
Guardé silencio, atento a las palabras que llegaban a mi habitación.
-¿Mamá? ¿Qué pasó? – No podía escuchar lo que mi vieja le decía, pero sí las respuestas de mi hermana, que sonaba más preocupada con cada palabra que pronunciaba. –¿CÓMO? Pero qué… ¿Está bien? ¿Segura?... ¿Dónde están ahora?... Sí, ahí vamos para allá. Sí, sí, no te preocupes… Quedate tranquila que todo va a salir bien… Ahora vamos para allá.
Antes que pudiera decirle algo, mi hermana ya había aparecido de nuevo en mi habitación. Otra vez volvía a luchar por contener sus lágrimas, pero esta vez no eran producto del placer.
-¿Qué pasó? –La angustia que reflejaba la cara de mi hermana eliminó cualquier clase de excitación que sentía hasta aquel instante.
-Vestite rápido. Tenemos que ir a la clínica. Papá tuvo un infarto.

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Espero que les haya gustado la lectura.

Nos estaremos leyendo en el siguiente capítulo.

Hasta la próxima!

24 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte VI)

lumer +1
Uuuhh boludo! Por qué se puso tan dramático de repente! Jaja.
Son muy buenos los capítulos...
Justo que estábamos llegando a lo mejor... toca esperar de nuevo.
Los 10 son tuyos
Admin2222 +1
Capo total, no tengo más palabras para describir lo leído. Espero el próximo con muchas ansias
salvfe +1
Ufff tremenda calentura me deja la saga, q buenos relatos
jorvac164 +1
Si el reto o la intención es dejar a la audiencia en estado de calentura permanente,lo lograste !!!excelente saga,van10!!!!!
capitan_can
Qué intenso, a esperar que pasa en la próxima entrega!
pacificlupus
Excelente, con la carga de dramatismo justa para hacerlo mas denso. Más 10 y a esperar lo que sigue
ClonAngeluzMage
Cuanto drama viejo... Ojala la hermana no termine ciega o paraplejica 😂
Salen +10.
hadesoeste +1
Esto es ficción argentina. No sería lo mismo sin ciegos y paraplejicos 😂
Javier96KILL +4
SIMPLEMENTE INCREÍBLE. Es como si el gran @nickbendt hubiese inspirado a escritores talentosísimos a volcar su talento en tan hermosos relatos. El legado vive!!!
hadesoeste +1
Gracias por el halago. No sé si estoy al nivel de Nick todavía, pero siempre hago el mejor esfuerzo antes de subir un nuevo capítulo 👍🏼
Javier96KILL
@hadesoeste todo lo contrario, vos y otro usuario están escribiendo relatos con hermanas que están siendo sagas épicas.
El_Cochinoco
Perdón la intromisión pero no encuentro al usuario que mencionan, desaparecio o algo así? Tampoco sus post.
pilstuka
oime ...estas interessdo en filmar esto...es digno de una pelicula.........soberbio!!
DGE1976
Excelente como de costumbre...saludos
panchodechaca
Excelente lpm..... Aunque me hubiera gustado q llamen a Jessy y Betty y se lo cuente a las 3 juntas..... Muy ansioso no? Jajajajaj🙏👏👏👏 genioooo
ferij
muy buenoo!
Monstruo0501
Excelente mi Brother. Muy buena narrativa y obvio que nos quedamos con ganas de seguir leyendo. U. 10+ saludos. No te tardes con la continuación
Calyhernandez
Ufff excelentísimo lo estuve esperando ansioso 👍
gereleo
TREMENDO!!!!!!! sos groso ,,,
siga humillando con su pluma ..
van 10
barnum77 +1
Me has dejado más duro que al protagonista...por favor nunca dejes de escribir.
Tus palabras son fotografías para mi cerebro!!!😏
Angus_Young45 +1
Flaco sos un capo me hiciste poner, Nervioso, Ansioso, Al palo todas las emociones jajajajajanaj... +10 como siempre y pobre viejo jajajaja