Un crimen perfecto (I)




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(Nota de Marco: Siento alargarme tanto por algo que pasó hace una semana. Pero fueron tantos detalles que ocurrieron antes, durante y después de esa primera vez, que me ha costado resumirla, por lo que me he visto en la necesidad de cortarla en 2 partes. Les ruego mis disculpas si les causa inconvenientes)
Volvía casa pasadas las 8pm, donde me esperaba un torbellino de emociones.

+¿Cómo te fue? ¿Qué hicieron? ¿Dónde fueron?

Sonreí satisfecho al verla tan animada.

Nuestras hijas estaban ya acostadas y durmiendo, por lo que podíamos darnos más libertades.

-         No puedo contarte ahora.

Mi esposa hizo uno de sus tiernos pucheros.

+¿Por qué no?

-         Porque quedé caliente.- respondí, con una sonrisa tímida.

Y lo que siguió después, debe ser una de las mejores sesiones amatorias que hemos tenido durante nuestro matrimonio.

Marisol me arrastró al dormitorio. Estaba desbocada. Literalmente, en celo.

En 2 tiempos, me bajó los pantalones y tomó su juguete más preciado entre sus manos.

Lo palpó, lo olió y no convencida con ello, se lo metió en la boca de una manera sin igual. Sus preciosas esmeraldas me miraban con cautela, como tratando de detectar trazos de efluvios de mujer sobre mi falo.

Y todavía sin convencerse, la deslizó hasta la base de su garganta de una forma suave y continua, cerrando los ojos en una clara expresión de regocijo.

“¡Increíble!¡Marisol sí es una puta!” pensé en mi momento de mayor gloria.

Cuando notó que ya estaba armada y lista, la agarró entre sus dedos y empezó a apretarme los testículos, mientras me besaba lascivamente y me trataba de desnudar.

+¿Por qué no me dices?- me gimió en una voz tan lastimera, besándome el lóbulo de la oreja.

-         Porque no puedo ahora...- respondí yo, en parte, resistiéndome a su tentativo interrogatorio y en parte, porque era parte de mi plan.

Y una vez más, uno de sus pucheros sensuales.

+¡Eres malo! ¿Te besó? ¿Hubo besos?

Y luego de asentir, sus chupones buscaban sacarme la lengua.

Desnudó mi camisa y se enfocó en mi pecho, lamiéndome las tetillas, mientras manoseaba sin perder el ritmo de mi herramienta.

+¡Por favor, dime! ¿Te besó así? ¿Te tocó?

No podía responderle. Me contenía con todo y es que Marisol conoce bien cómo tocarme. Sus caricias estaban reencendiendo ese placer no disipado un par de horas atrás.

Pero Marisol no daba su brazo a torcer. Sus “técnicas de interrogatorio” eran inigualables: se sentó entre mis piernas, sin dejar de menearse en lo absoluto y para añadir infamia a su interrogatorio, se sacó rápidamente la blusa, quedando con sus ondulantes flancitos bajo el sostén.

E incluso, para asegurarse que yo no había perdido la emoción, sacudió a un ritmo quemante mi falo, a modo de compensar esos breves segundos de distracción y  deslizó sin miramientos su lengua ardiente sobre él.

+ ¿Por qué no me dices? ¿Por qué no me dices? ¡Eres malo!- me decía entre infartantes chupadas.

Eventualmente,sacó sus “armas mayores” y se desprendió el sostén, quedando sus flanes rebotando completamente desbocados.

+¿Por qué no me dices? ¿Por qué no me dices nada? ¿Se la metiste? ¿Se la metiste sin condón? ¿Es eso?- insistía de forma desesperada.

Y aparte de elevar su excitación al siguiente nivel, cuando se ubicó sobre mí,era un bocado: estaba mojada completamente, pero ardiendo y apretada.

Sin olvidar, por supuesto, ese suspiro que la abandonaba como si se llevara su alma.

+¡Eres malo! ¡Eres malo! ¿Por qué no me cuentas?- demandaba apetitosa, con poderosas sacudidas de cintura que buscaban castigarme y que me tenían casi en ascuas.

No quería eyacular pronto y cerré mis ojos.  Es increíble el parecido que Marisol ha tomado con mi suegra.

Pero mi esposa me conoce bien y tomándome las manos, me lamió los dedos y las ubicó sobre sus ardientes flancitos, que vibraban con cada poderosa embestida.

+¡Por favor, dime! ¡Por favor, dime! ¿Se la metiste adentro? ¿Se la metiste muy, muy adentro?- preguntaba, afirmándose del respaldo de la cama, cuyos pilares se azotaban con la pared con gran fuerza.

+¿Por qué no me dices nada? ¿Por qué no me dices?- empezó a gemir lastimeramente,casi poniéndose a llorar, a medida que le venía un intenso orgasmo.

-         ¡Ahora, Marisol! ¡Grítalo!- dije, a segundos de venirme.

Mi esposa se contrajo de regocijo y obedeció.
+¡Síiiiii! ¡Qué riiiico! ¡Ahhhh! ¡Dame más! ¡Dame más! ¡Dámela toda! ¡Por favoooooor! ¡Ahhhhh! ¡Te siento veniiiiir! ¡Ahhhh! ¡Ahí justito! ¡Sí! ¡Síiii!¡Calientito! ¡Síiiiiiii! ¡Quéee riiiiiico! ¡Ahhhhh!

Y me descargué con fuerza, al punto que la cabeza de mi pene me dolió.

Y no me bastó con una. Sentí como entre 3 y 5 disparos y después, todavía podía sentir mi pene derramándose dentro de ella.

Mi esposa, dichosa, me acariciaba por las costillas.

+¡Qué rico! ¡Qué rico! ¡Por eso, me gustas tanto!

Y mientras recuperaba el aliento, finalmente respondí.
-         ¡Ahora te puedo contar!

***
Esa mañana, creo que fue una de las pocas que se me quedó mirando con tristes ojitos verdes y una expresión de pena de “¿Ya te vas?”.

Pero a pesar que me encanta probar el sexo de mi amada las mañanas de los sábados,tenía otro programa en mente.

Durante la semana, tuvimos un desenfreno sexual maravilloso.

Por lo general, soy yo el que anda manoseando a mi esposa cada oportunidad que tengo. Pero esta semana, la situación se revirtió.

Marisol siente un tipo de ansiedad cuando sabe que me voy a encontrar con otra mujer y su libido se dispara de manera exponencial.

Incluso, llegó a tal punto que, durante una de las reuniones con la junta y en pleno horario de sus clases, se escabulló a mi escritorio y me dio una mamada increíble.

Y es que ella deja su imaginación fluir cuando hacemos el amor, pensando en las cosas que haré con la otra mujer.

Quizás,la duda de si usaré preservativos o no, pasa a ser una asíntota para ella, ya que independiente de lo que responda, no me presta atención y sus movimientos pélvicos los siento más profundo que de costumbre.

Pero lo que pude descubrir esta semana fue algo que sospechaba de hace bastante tiempo…

En vista que sus planes eran exacerbar mi desempeño en el dormitorio desde la noche del martes en adelante, tuve que someterla poniendo dedos en su boca, o bien, besándola…

Y cuando eventualmente entendió mis deseos, nos dimos cuenta que le gusta sentirse dominada.

Por lo que esa noche, hasta el jueves, la hice sentir un libidinoso martirio, azotándola con mi movimiento de cadera y manteniendo su boca callada.

Sin embargo, es el viernes que me deja jugar a mis anchas y le dejé que gimiera a su placer, lo cual disfrutamos gratamente, sin preocuparnos de los azotes quedaba nuestra cama en la pared o de sus gritos de satisfacción.

Pero volviendo a la tarde del sábado, alrededor de las 2 y media, llegó un mensaje solitario por Whatsapp…

S : Hola. Quería saber si necesitarás ayuda más tarde, con las compras.

A lo que respondí con un “inocente”…

M: Lo siento. Las compras las hice por la mañana.

Para agregar, tras unos 15 segundos de “silencio aparente”…

M: Esta tarde, quiero concentrarme solo en ti.

Y luego de ver las 2 notificaciones azules de “leído”, borré ambos mensajes.

En efecto, mis vecinos se notaron sorprendidos al verme llegar antes de las 11 con sus respectivos encargos. Pero por otro lado, ellos empiezan los fines de semana incluso más temprano que Marisol y yo.

Como fuese, a medida que se aproximaba la hora, también crecían los nervios. Para mí, esto no es una ciencia exacta y nunca sabes si vas a errar.

Marisol insistía que me cambiara de ropa y que me vistiera más elegante. Sin embargo,debía mantenerme casual, con mis Jeans y polerón de manga larga.

Bajé pasadas las 5 de la tarde al estacionamiento. Cuál sería mi sorpresa al ver a Sarah ya esperándome, al lado de mi auto.

·        ¡Te tardaste!- fue su saludo.

Pero tras revisarla de pies a cabeza, solo sonreí.

·        ¿Qué? ¿Qué pasa?

-         Nada. Solo sube al auto.- le dije, sin parar de sonreír.

·        ¿Qué? ¿Qué pasa?- preguntó confundida de nuevo, pero no le respondí.

No quería responderle en pleno estacionamiento que parecía una chica de un video musical de hip hop o reggaetón, si hubiese llevado más joyas.

A decir verdad, el error fue mío, porque no le dije que se vistiera como siempre.
·        ¿Cómo sabes que no me visto así cuando salgo?
-         ¡Oh, Sí sabemos!- respondí, dándole contacto al motor.- ¡Créeme, Marisol y yo te hemos observado y nunca te hemos vestida así!

Como se quedó callada y perdió parte de su garbo, empecé a bromear con ella.

-         Tienes que verlo como un robo.

·        ¿Un robo?- preguntó, más interesada con la idea.

-         Sí, como un robo de un banco o algo así.-respondí, más feliz que cambiara la cara.- Uno no llega vestido con la máscara.Se la pone dentro del banco.

 Mi símil le agradó, y al poco rato, espetó:

·        Entonces… ¿Eres el chofer de huida?

Y es aquí donde debo reconocer que su actitud me pareció atractiva: Sarah es de esas mujeres como Pamela (mi eterna “Amazona española”) o como Sonia (Mi jefa y madre de mi hijo Bastián) que aparte de ser atractivas, tienen una personalidad chispeante, de pensamiento  rápido y una mayor autoconfianza, bordeando en la arrogancia.

Con los ánimos renovados, preguntó a donde iríamos. Le fui sincero y le dije que lo más seguro, que a un motel, a lo que por poco me grita por su molestia.

-         ¿Qué prefieres? ¿Que vayamos al Hyatt?


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2 comentarios - Un crimen perfecto (I)

pepeluchelopez
tiempos sin leerles chicos, un saludos y feliz año