Terapia sexual en la escuela: II

Qué tal a todos, primero que nada quiero agradecer el buen recibimiento que tuvo la primer parte de esta historia, sinceramente no esperé recibir más de 100 puntos en los primeros días.
He estado escribiendo bastante y por fin conseguí terminar la segunda parte, así que la dejo a continuación. Al final creo que quedó bastante breve, así que no tardaré demasiado en continuar el relato.
Una vez más, muchas gracias por el apoyo, pronto tendrán tercer capítulo. Saludos!


- A N T E R I O R M EN T E -

Entonces tragué saliva, quité mis manos del barandal donde me había apoyado y las puse sobre sus hombros, tocando ligeramente los tirantes del bra.
Los tomé firmemente y bajé lentamente, dejando descubierta una buena porción de tetas, justo antes de dejar salir los pezones…

TERAPIA SEXUAL EN LA ESCUELA
CAPÍTULO II: UN AVANCE ES UN AVANCE

Sara miraba atentamente mis manos, después pasaba a mirarme a los ojos y así sucesivamente. Intenté disfrutar aquel momento de gloria lo más posible, la vista era increíble. En unos cuantos segundos hice los movimientos finales: sus pezones habían saltado al aire, y en un último movimiento, había dejado fuera en su totalidad el par de inmensas tetas de Sara.
Cubrían por completo su pecho, los pezones no eran demasiado grandes y eran morenos, ligeramente más oscuros que el resto de su piel. A pesar de no tocarlas, sabía perfectamente que eran suaves y duras. 
Sentía que el pene me estallaba de excitación: había empezado a sudar por todo rincón del cuerpo. Contenía con todas mis fuerzas el impulso de tocar las tetas de Sara, sabía que no debía hacerlo, así que me contuve. 
Llevaba más de un minuto con las tetas de Sara desnudas frente a mi, no quería ni parpadear, únicamente deseaba mirar lo más que pudiera, guardar la suficiente información de esas tetas en mi cerebro, para poder pajearme como un demente en cuanto tuviera oportunidad.
Durante todo ese tiempo, ni Sara ni yo soltamos una sola palabra, el único ruido que provenía de nosotros era nuestra respiración, que ya era algo agitada.

-No... no puedo... -Dije torpemente, intentando romper el silencio incómodo.

-Lo sé, sabía que no sería fácil para ti controlarlo, pero es necesario tener este avance ¿no? Jajaja. -Dijo ella mientras posaba orgullosamente su mirada sobre su tremendo par.

La pija me dolía ya de lo erecta que estaba, no podría aguantar una sorpresa más o iría a correrme en todo mi calzón tipo boxer.

-Necesito... ah... -Dije mientras frotaba levemente mi pene por encima del pantalón

-Si, me doy cuenta, que cabrón jajajaja. -Dijo Sara, sin quitar la mirada de mi erección.

Continué frotando mi pene por encima de la ropa, cada que pasaba la mano por la cabeza de la pija, sentía como daba un saltito de excitación, no podía aguantar más.

-Sa...Sara, no... ahh.... no puedo...

Estaba vuelto loco, había perdido la razón y lo único que quería era acabar mientras veía las tetas de Sara a unos pocos centímetros de mi. Sin pensar, sin entrar en razón, me quité rápidamente el cinturón y bajé mi pantalón hasta los muslos, dejando mi pene únicamente cubierto por mi ropa interior.

-Qué estás....? -Dijo Sara, sin terminar la frase.

El bulto que hacía mi pene en el boxer era enorme, iba a estallar si resistía más, así que comencé a frotarlo más rapidamente, aún dentro de la ropa.

-Lo... lo siento, ya no puedo más Sara, no puedo... aaaah!.....

Froté a máxima velocidad, sintiendo como mi pene se iba tensando cada vez más.

-Sara... no... voy a.... acabo... acaboo.... ahhhh...aaaaaahhhhhh!!!!... ufffffff.... Diosss.....

Sin haber sacado mi pija del boxer, comencé a venirme: era una explosión de semen disparándose con violencia contra la tela de mi prenda. Dejé manchada de esperma una gran parte de mi ropa interior, la había empapado por toda la parte del frente.

-En serio… acabas de… hacer eso!?

Sara no apartaba la mirada, se quedó con una expresión rarísima en la cara: estaba caliente, sorprendida, asustada y creo que decepcionada por mi triste desempeño al intentar resistir.

Después de tremendo pedazo de orgasmo, mi cerebro volvió a encenderse y me di cuenta de lo que había hecho.

-Mi…¡Mierda!. En serio, yo… disculpa… lo siento mucho en serio, no pude controlarme y…

-En vez de ofrecer disculpas sin sentido, deberías ponerte a pensar en como solucionar tu problema, porque las clases comienzan en unos minutos y yo no sé como carajo planeas cruzar toda la escuela y llegar a clase así. -Dijo Sara, esta vez sin la sonrisa que la caracteriza.
Creí que esta vez Sara se había molestado realmente, sin embargo, después me tranquilicé pensando en que la ausencia de su sonrisa se debía a que se preocupaba por mi, por haber hecho aquello.

-Ah… eh… sí, creo que tienes razón… igualmente, lo siento… -Dije, avergonzado por lo que había hecho.

Mientras pensaba como solucionar mi asunto, no me percaté que Sara ya se había vestido y estaba lista para irse.

-Te veo en clase, si es que logras ir. Suerte… creo. -Dijo al mismo tiempo que una sonrisa muy leve volvía a su rostro.

Decidí no entrar a la siguiente clase, aproveché ese tiempo para pensar en una solución. Me dirigí a entrar en los baños de ahí, los del edificio 3, los que prácticamente nadie utiliza nunca. Entré a un “cubículo” y me senté en el baño, dispuesto a relajarme. Logré estabilizarme un poco y entonces recobré un poco el uso correcto de mi cabeza. Entonces recordé lo que había pasado hace unos minutos.

Todo el susto y arrepentimiento de haber hecho semejante cosa, no me permitió pensar en ese momento sobre el enorme paso que decidió hacer Sara sobre nuestra terapia. Vino a mi mente la imagen que vi durante varios minutos, las enormes tetas de Sara descansaban desnudas frente a mis ojos. En segundos tenía la pija dura como roca de nuevo.
Pensé en la ventaja que tenía en ese momento: restaba poco menos de una hora para la siguiente clase, todos los demás alumnos estaban en los salones en el resto de edificios, y yo estaba solo, en un baño prácticamente abandonado.
No lo pensé 2 veces y procedí a bajarme los pantalones y el boxer hasta las rodillas, dejando mi pene fuera.

La erección que tenía era igual de potente que la anterior, solo que esta vez ya no estaba apretada dentro de mi ropa interior, ahora tenía la pija apuntando al techo, con la cabeza toda brillosa por el líquido, y lista para ser ordeñada de nuevo.

Comencé a pajearme rápidamente dispuesto a correrme, sin embargo, recordé las “reglas” de Sara. Decidí respetar el ejercicio de detenerme cada que quisiera eyacular. Más que nada lo hice porque sentía que se la debía a Sara, me había comportado como un animal hace unos minutos, y en mi mente esta era una forma de compensarlo.
Había mejorado bastante en el ejercicio, pues pude prolongar la paja por más de 20 minutos, lo estaba logrando, había tenido un avance. Claro que, el hecho de que me había venido hace unos minutos, ayudaba a prolongar un poco el tiempo para acabar, aún así me sentí ligeramente orgulloso por mi progreso, también me senti agradecido con Sara.

Se iban los minutos y yo disfrutaba la sensación que daba aquel ejercicio, el detener la paja antes de venirme, provocaba una sensación que me encantaba: pues la excitación aumentaba con cada vez que frenaba, y eso me decía que el orgasmo sería fascinante. Créanme que pude haber continuado esa paja por una media hora más, pues ya me encantaba la sensación de frenarme, sin embargo, por un momento mi mente procesó algo más allá de la paja, y me di cuenta que ya casi era hora de irme a clase.
Me puse de pie rápidamente, mi pene no se movía un centímetro de lo firme y tenso que estaba. Me agarré la pija con toda la mano y me masturbé la parte inferior del glande, justo donde se siente mayor placer.
Lo hice por unos segundos y comencé a venirme, dejé de sacudir mi mano y dejé que mi pene solo escupiera la leche.
Sentía como chorros y chorros de semen fluían por dentro de mi pene y salían disparados con gran fuerza, ensuciando de esperma toda la puerta del baño en el que estaba. Las piernas me temblaban y los ojos se me pusieron en blanco del placer; eché la cabeza hacia atrás mientras me apretaba con la mano restante la pierna, sentía que si no sujetaba algo, iría a caer al suelo, gimiendo de placer.

Terminó la increíble paja, y por la prisa ni siquiera exprimí las gotas restantes de semen que quedaban en la punta de la pija, únicamente volvía a acomodarme la ropa mientras mi pene se hacía flácido lentamente, ya satisfecho después de semejante ordeñada. Le había dedicado una paja monumental a las tetas de Sara.

No se por qué razón, me dio mucho morbo el ver todo el semen en la puerta, así que me largué de ahí sin limpiarlo, dejé atrás mi creación y salí orgullosamente, pues el semen de mi ropa se había secado: estaba listo para volver a clase.

Al llegar al salón, noté que había llegado más tarde que todos, pues únicamente había un asiento libre, curiosamente en un lugar muy peculiar: a un lado de Sara.
Estoy seguro de que no fue una simple coincidencia, Sara dejó intencionalmente ese asiento libre para mi.

Me senté sin mirar a Sara, e hice como que miraba hacia la ventana.

-No me estarás evitando, ¿o si? -Escuché a mis espaldas.

Voltee y me encontré con la cara de Sara, que tenía una ligera sonrisa, me miraba esperando una respuesta.

-No… para nada. Al parecer tu haces lo contrario -Dije yo, refiriéndome al asunto de los asientos juntos.

-Eso es porque quiero hablar contigo, quiero que sepas que no estoy molesta, solamente me sorprendió que decidieras pajearte ahí mismo jajajaja.

-No hay otro momento para esto!? -Dije un poco molesto.
 
Sara estaba hablando como si fuera cualquier cosa, y me preocupaba que alguien escuchara, pues Fernanda estaba sentada frente a mi, y Diana se encontraba frente a Sara.

Sara ignoró mi molestia por su indiscreción y solo bajó un poco el volumen de su voz, aun suficientemente alto como para que alguien pudiera escuchar la conversación. Continuó:

-Sólo digo que entiendo tu sorpresa, yo tampoco había planeado enseñarte las tetas jajajaja.

-Shhh, que bajes la voz, alguien puede escuchar! -Dije yo, señalando con la mirada a las amigas de Sara.

-¿Y? ¿Realmente te avergüenza que la gente sepa que ahora tienes experiencia sexual? Jajaja.

-Está bien, continúa para que todo el mundo sepa realmente lo que eres. -Dije en tono agresivo, pues ya me había molestado bastante la actitud de Sara.

Ella inmediatamente cambió su expresión, su sonrisa desapareció y se mostró indignada.

-¿Lo que soy? ¿Qué insinúas hijo de puta? -Dijo Sara, sintiéndose ofendida.

-Oh, ahora te ofendes

-¿Insinúas que soy solo una puta que te muestra las tetas por placer?

Resoplé y no respondí, únicamente lancé una sonrisa sarcástica y desvié la mirada, fingiendo que prestaba atención a la clase.

Sara se giró, y continuó seria desde ese momento, y durante el resto del día, no soltó una sola palabra conmigo, ni con sus amigas.

Tiempo después de la “discusión” comencé a pensar en lo peor de nuevo: Esta vez prácticamente le había dicho puta a Sara en la cara, eso sería suficiente para hacerla enojar de verdad. Pensé en que esta vez Sara me mandaría a la mierda a mi y a la terapia, tal vez decía la verdad: realmente hacía esto para ayudarme y no porque le gustara mostrar las tetas por ahí. A pesar de ello, mi orgullo era suficientemente grande como para disculparme ese mismo día, así que continué normal.

Mis sospechas sobre la molestia de Sara se hicieron más grandes al final del día, pues en cuanto sonó el timbre de salida, Sara tomó sus cosas, se levantó y se fue directamente, sin soltar palabra, ni siquiera mirarme.

Todo el tiempo que estuve en casa, no dejaba de pensar en lo que había hecho, y en maneras en las que podía disculparme, pero lo encontraba imposible. “Siento haberte dicho puta, volvamos a las terapias, muéstrame de nuevo las tetas”, claro, eso suena perfecto, pero perfecto para que Sara me de un puñetazo en la cara.

El día transcurrió sin que Sara ni yo cruzáramos mensajes, era tanta mi culpa y arrepentimiento que no quise pensar en la terapia, por lo que no me masturbé en lo que restó del día, hasta me dormí más temprano de lo normal.


 …


Llevo ya casi dos horas en clase, Sara está a unos asientos del mío. No se molestó en mirarme ni siquiera cuando entré al salón, no lo ha hecho y no lo hará, esta vez la he cagado de verdad. Tal vez estuvo esperando mi disculpa ayer en la tarde y no lo hice, ¡Mierda! Debí haberme disculpado. Entendí que las tetas de Sara me importaban más que mi estúpido orgullo, lamentablemente no pensé en ello el día anterior.

Llegó la hora del descanso, la hora de la terapia, Sara salió del salón mientras yo me quedé guardando mis cosas. Al salir, noté que Sara estaba en el pasillo, mirando hacia el jardín frente al edificio en el que estábamos, el edificio 5. Por mi mente pasó por un momento el pensamiento de acercarme a Sara y hablar con ella, con la intención de arreglar las cosas. Me ganó el miedo de la posible reacción de Sara, y no me atreví a hacerlo, así que pasé de largo, haciendo como si no la hubiera visto.
No di ni 2 pasos cuando escuché una conocida voz detrás mío.

-¿Y tú? ¿A dónde vas o qué? -Dijo Sara, con un tono en la voz de extrañeza.

-A descansar, pues es la hora del descanso. -Contesté, sin girarme completamente hacia Sara.

Me dispuse a continuar caminando cuando Sara me detuvo diciendo:

-¿Vas a faltar a terapia hoy?

En ese momento me sentía confundido y nervioso, pero a la vez aliviado y feliz de que nuestro secreto seguía en pie. Me giré para mirar a Sara y ella tenía una expresión muy relajada, una sonrisa muy sincera, y se mostraba ligeramente arrepentida, tal vez por la discusión del día miércoles.
Le sonreí sin decir nada, para después acompañarla hasta el edificio 3, a nuestro lugar.

Pensé entonces en disculparme, pero al parecer ya no había necesidad así que no lo hice. Un pensamiento muy malvado invadió mi mente, Sara no se había molestado, entonces realmente me mostraba las tetas por gusto, por morbo, por puta, porque eso le encantaba y calentaba. De todos modos no entendía el morbo en mostrar las tetas a un pajero virgen que se viene en segundos.
Mientras pensaba idioteces, no me percataba que Sara estaba quitándose la ropa como de costumbre.

-Está bien, continuaremos la terapia paciente, pues ayer me dejó claro que necesita mucha más atención, jajajaja.

Sara estaba frente a mi con un bra negro puesto, mirándome a los ojos. Dio un paso hacia adelante, dejando que sus tetas rozaran ligeramente mi pecho y dijo:

-¿Y bien?

No entendí a que se refería, cosa de la que se dio cuenta y rectificó, un poco desesperada:

-¿No vas a sacarlas? -Refiriéndose a sus tetas.

-Ah… claro.. eh, voy.

Esta vez lo hice rápidamente, bajé los tirantes del bra hasta que dejé completamente fuera las tetas de Sara. A pesar de no tener ya la prenda, a Sara no parecía molestarle que sus pezones desnudos siguieran rozando mi camisa en la parte del pecho. Sentí realmente que esta vez podía controlarme teniendo aquel par frente a mi.

-Dime que no estás ensuciando tu ropa interior de nuevo, jajaja. -Dijo Sara mientras buscaba con la mirada mi entrepierna, para verificar si ya tenía una erección o no.

Apreciaba cada pequeño segundo mirando esas tetas enormes, no podía ni imaginar el placer que tendría si pudiera pasar el pene entre ellas. Tenía ya la pija hecha una flecha.

-Creo que he aprendido a controlarlo… Se me erectó el pene casi inmediatamente pero, eso es normal… creo jajaja. -Estúpida oración que solté en un intento de romper el silencio.

Al escuchar eso, noté que Sara se había exaltado un poco, yo estaba seguro que la volvía loca el saber que sus tetas me ponían la pija como roca.

-Al parecer realmente has tenido un avance, al menos no estás actuando como un animal en celo jajaja. Tal vez debemos aumentar la dosis.

Creí que no sería capaz de sorprenderme más, pero me equivoqué. Sara no me dejó ni procesar esa frase, cuando tomó mis manos y las colocó sobre sus tetas desnudas, dejando toda la palma de cada una de mis manos tocando una parte de ellas, incluyendo los pezones, los cuales sentía duros con la parte baja de mi mano.
Sara no dejaba de mirarme a los ojos, mientras detenía mis manos con las suyas, impidiendo así que las quitara. Estuvimos así unos 10 o 15 segundos hasta que soltó mis manos, y acaricié muy levemente la piel de sus tetas. Finalmente pasaron unos 20 o 25 segundos en total y retiré mis manos, poniéndolas a los costados de mi cadera.
Sara soltó una risa nerviosa y bajó la cabeza, la levantó casi inmediatamente y dijo:

-Bueno, hemos aumentado la dosis, ¿Qué tal? Jajajaja.

Aún seguía intentando asimilar lo que acababa de pasar, había tenido mis manos sobre sus tetas, las había acariciado suavemente y había sentido sus excitados pezones. Sentí como unas gotas de líquido pre seminal comenzaban a brotar de mi pene, que ya se sentía listo para una paja más en honor a Sara.

-Eh… Sara, yo tengo que…

-Lo imaginé, solo no lo hagas aquí y así como ayer, jajaja.

Mi mente se apagó nuevamente y se activó únicamente mi lado sexual, así que pensé en una idea muy loca para poder llevar a Sara al siguiente nivel ahí mismo.
La tomé del brazo y la llevé hasta la puerta del baño, el mismo donde me había hecho una paja increíble el día anterior.

-Ayer yo… cuando te fuiste… estaba tan excitado que tuve que hacerlo de nuevo, me metí a pajearme al baño, por esa razón falté a la clase.

Sara me escuchaba con atención, parecía ligeramente asustada. Continuó mirándome sin decir nada, esperando a que terminara de decirle lo que quería decir.

-Mira, este puto baño, es más, el puto edificio entero está vacío y casi abandonado, nadie puede vernos aquí. Podemos entrar y puedes verme como me hago la paja, no te pido que hagas nada… solo acompañarme… me calienta mucho pensar en pajearme mientras me miras… además siempre te ha impresionado cuando te muestro el resultado de mis pajas en fotos…

Sara estaba extrañadísima, al parecer no entendía una mierda de lo que estaba pasando, cambió su expresión de vuelta a la sonrisa y dijo:

-Estás loco, has progresado una mierda con el control eh? Jajaja. No haré eso, peeero puedo ofrecerte mi ayuda y vigilar la puerta para que no venga nadie y te vaya a encontrar masturbándote aquí, jajaja.

Me sentí como un completo idiota, pues Sara se había burlado de mi estúpida propuesta, mi plan había fallado y no me quedaba otra más que aceptar su plan.
Estúpidamente Sara estaba aún con las tetas al aire, parada en la puerta “vigilando”. Como mierda vas a estar vigilando si traes las tetas fuera, en fin, me metí al mismo baño del dia anterior y comencé.

Esta vez no me importó el ejercicio de detenerme, me pajeé lo más rápido posible para venirme cuanto antes, y ejecutar mi último intento de lograr que Sara cediera.
En menos de 2 minutos comencé a tensarme, todo mi cuerpo empezó a estremecerse y de la cabeza de mi pija salieron los primeros disparos de semen, seguidos de chorros, chorros y más chorros bien cargados de blanco esperma, pues el día anterior no me había pajeado durante la tarde ni la noche.
Toda mi acabada fue a parar a la pared derecha del baño, que tenía un tono azul. Pegué la punta de la pija a la pared y la sacudí, exprimiendo las últimas gotas de leche.
La pared estaba cubierta de un montón de líquido viscoso blanco producto de mi orgasmo.

Me acomodé los pantalones y el resto de la ropa, y salí por Sara. Ella estaba parada en la puerta, mirando hacia afuera, ya había levantado su ropa y se había vestido nuevamente.
La tomé por detrás, del brazo, y la arrastré hacia adentro de las paredes donde me había pajeado.

-Pero qué?.... -Dijo ella sin oponer resistencia.

Solté a Sara, dejándola de frente a la pared azulada, donde los disparos de semen aún continuaban escurriendo lentamente. Ella se quedó mirando el espectáculo sin decir nada, tenía una expresión de sorpresa.

-Wow!... Jajajaja. Eh… ¿no era suficiente con una foto y ya? Es decir, no tenías que traerme a…

-Quiero que lo veas -Interrumpí. – Quiero que veas lo que me provocan tú, tus tetas, las terapias, todo esto. Siempre me has dejado claro que te impresiona esto. Lo que te dije hace un rato sigue en pie, con lo excitado que estoy fácilmente puedo hacerme otra paja y sacar la misma cantidad de semen… puedes mirarme en acción, pajeándome hasta que comienzo a disparar leche como loco… Aún queda una pared limpia, jajajaja. ¿No crees que puede ser un buen paso para avanzar? Jajaja.

Sara no despegaba la mirada de la pared llena de semen. Entonces logró reaccionar y me respondió:

-Lo que creo… es que necesitas muuucha práctica para llegar a controlarte. Ya trabajaremos en eso en las siguientes sesiones, jajaja. Te veo en clase, jajajaja.

Sara me palmeó el pecho y me apartó ligeramente, de manera que salió del baño y se fue camino a clase. A mi no me importó dejar nuevamente todo el desastre ahí en el baño, así que me tomé unos segundos para relajarme y me fui a clase.

Esta vez no estuve sentado junto a Sara, así que el resto del día no hablé con ella sino hasta la hora de salida, únicamente nos despedimos el uno del otro de forma rápida y nos fuimos.

Creo que no hace falta aclarar lo que pasó esa tarde después de la escuela: durante la tarde y parte de la noche me reventé a pajas, debí haberme hecho unas 6 o 7.

En la segunda paja que me hice, decidí tomar foto al resultado y se lo envié a Sara. Pasaron las horas, y también las pajas, Sara no estuvo en línea, no miró mi mensaje y obviamente, no respondió. Estaba comenzando a asustarme, hasta que recordé algo: había empezado la temporada de exámenes.
Sara siempre ha sido una de las pocas personas de la clase que se toma muy en serio los exámenes, siempre se mata estudiando para sacar las mejores notas posibles, y suele lograrlo a menudo aunque claro, ni ella ni nadie supera a Mireya, la número 1 de la clase. El lunes era nuestro primer examen, y seguramente Sara ya había comenzado a estudiar, por esa razón su ausencia en messenger, y cualquier otra red social. 
Por si se lo preguntaban, pues sí, están en lo correcto: a mi solía importarme una mierda y casi nunca estudiaba para exámenes, tanto que había olvidado que ya empezaban la siguiente semana.
Me fui a dormir bastante tarde, pues pasé la noche desperdiciando el tiempo entre pajas y videojuegos.






Es otro día en la escuela de mierda, pero al menos es viernes de nuevo, si, viernes… ¡Mierda! ¡Es viernes!
Ese fue el momento en el que noté lo que pasaba: antes de Sara, la terapia y demás, vivía esperando el viernes para poder descansar de las clases de mierda durante el fin de semana. Ahora, con todo esto de las terapias, odiaba la idea de que fuera viernes, pues eso significaba soportar sábado y domingo sin Sara, sin tetas, sin buenas pajas.

Pensé todo esto mientras estaba sentado en la esquina de siempre, estaba tan distraído pensando, que no me había percatado que Sara ya había entrado al salón y no se había molestado en saludarme. Lo dejé pasar y continué como si nada.

Ya era la hora del descanso, y Sara salió rápidamente del salón, acompañada de Fernanda, Diana y otras 2 chicas. Por si no ha quedado claro durante la historia, Sara, Fernanda y Diana han sido muy buenas amigas desde hace bastante tiempo. Me pregunto si Sara ha guardado el secreto y no les ha dicho nada sobre nuestras aventuras en los descansos. ¿No les parecerá raro que Sara desaparece junto conmigo? Meh, da igual, qué importa.

Salí del salón y me percaté que Sara no estaba afuera, no estaba en los pasillos, cosa que me pareció rara, pues ya llevábamos varios días yendo juntos hasta el edificio 3.

Caminé hacia el fondo del pasillo, llegando a las escaleras. Antes de bajar, miré a Sara y su grupo de amigas abajo, conversando. Como si hubiera sentido mi presencia, Sara volteó hacia donde yo estaba, y discretamente salió de la conversación para ir conmigo. Subió las escaleras lentamente, como cuidando que sus amigas no se dieran cuenta que había escapado.

-Hola, discúlpame, te iba a avisar ayer por mensaje pero estuve muy ocupada estudiando todo el día y ya no pude hacerlo.

-¿Avisarme qué? -Pregunté, ya conociendo la respuesta.

-Pues, hoy tendremos que suspender la terapia. Las chicas y yo hemos quedado que tomaríamos el descanso para estudiar para el examen del lunes. Pero ese día continuaremos con nuestro próximo avance, jajaja. Lo siento.

No dije nada, únicamente me sentí un poco molesto, pues a mi no me importaba el examen. Al final decidí si responder:

-Ehm… está bien, no hay problema, todo bien jaja.

-Bueno entonces, jajaja. Espero no me extrañes demasiado, y que no pierdas tu avance porque no lo reforzaremos hoy, jajaja.

Se dispuso a irse, pero antes agregó:

-Ah! Por cierto, recién vi tu mensaje, ¡Qué hijo de puta! Diana estuvo a punto de ver la foto que me enviaste, por suerte no deje que sucediera, jajaja. Nos vemos luego.

Sara se juntó de nuevo con su grupo de amigas y desaparecieron por las escaleras.

Pasé el descanso solo, sentado en una banca, sumamente frustrado por lo que había pasado. Me jodía mucho el tener que pasar sábado y domingo sin terapia, y ahora tenía que agregar el viernes como otro día sin “avances”.
Terminó el descanso, y todos volvimos al salón. Sara estuvo con su grupo de amigas el resto del día, únicamente se acercó a mi al final de la última clase, para decirme que no me preocupara, que el lunes continuaríamos sin problemas.

Esa tarde, únicamente me hice 2 pajas, ambas mientras miraba la foto que Sara me había enviado hace algunos días. Nada más interesante sucedió ese día.

Al parecer tuve mucha suerte, pues el fin de semana lo tuve ocupado y eso me ayudó a no pensar tanto en la falta que me hacía la terapia. El sábado quedé de salir con unos amigos y el domingo salí de compras con mis padres. Cuando me di cuenta, ya casi era lunes de nuevo y no me había costado tanto trabajo el resistir a 3 días sin terapia.

Planeaba enviar un mensaje a Sara el domingo por la noche, planeaba preguntar si seguía en pie la terapia del lunes, pues no quería llevarme otra desagradable sorpresa, pero recordé que ella seguramente seguía estudiando y no iba a responderme. No envié ningún mensaje, y me fui a dormir.





Llegué a la primer hora de clase, la hora del examen. Sara y sus amigas continuaban en grupo, leyendo apuntes, hojas y libros. Mireya estaba sentada sola, en la silla frente al escritorio del profesor, estaba completamente tranquila, pues sabía que ya tenía una nota perfecta incluso antes de hacer el examen.

Del examen no recuerdo mucho, solamente que no supe una mierda y seguramente reprobé.
Al terminar la hora, todo el salón se vio más relajado, pues el examen más complicado se había terminado, a pesar de que aún restaban un par de exámenes por hacer en la semana.

Sara me miraba desde el otro lado del salón, haciendo señas y gestos que no entendí. Sara finalmente optó por levantar 3 dedos, indicando tal vez el edificio 3; después se llevó las manos a las tetas y las señaló discretamente.

Me sentí aliviado pues ya me estaba dando a entender que hoy no habría problema con la terapia, ya solo faltaban 40 minutos para que llegara la hora.

Una vez que sonó el timbre, me levanté rápidamente y salí del salón. Esta vez era yo quien esperaba a Sara. Tardó unos minutos, pero finalmente salió y fuimos hasta nuestro lugar “secreto”.

Sara parecía estar peculiarmente caliente, pues esta vez no se quitó la ropa normalmente, esta vez lo hizo más lentamente, como si estuviera intentando seducirme. Probablemente había pasado por lo mismo que yo, y estuvo ansiosa todo el fin de semana por continuar con la terapia.

Esta vez no fui yo quien le quitó el bra, ahora ella fue quien lo desabrochó por completo y lo tiró al suelo, junto con el resto de prendas.

-Ahhh… ya me hacía falta, jajajaja. -Dijo ella, mientras se estiraba ya con las tetas al aire completamente.
Esta vez no esperé sus indicaciones, pues había aguantado todo el fin de semana y estaba muy caliente. Me acerqué a ella, la pegué a mi tomándola de la cintura, y puse directamente mis manos sobre sus senos, acariciando levemente sus pezones que cada vez estaban más estimulados.

-Ah… -Sara soltó un pequeño gemido.

Ya tenía la pija como un rifle, después de 3 días sin haber tenido contacto, estaba de vuelta, acariciando los pezones de Sara, mientras ella me miraba a los ojos. Podía notar como Sara estaba excitadísima, tal vez hasta más que yo. Se mordía los labios y cerraba los ojos cada que yo apretaba ligeramente sus pezones.

Ella intentaba controlarse y fingir que no pasaba nada, pero era inútil, yo me daba cuenta perfectamente de lo caliente que estaba. Pensé en que podría aprovechar esta situación y comencé con un intento más de convencerla.

-Ah… creo que ya estoy a punto de…

-Mhm… asintió Sara, intentando controlar su ansia sexual.

Decidí arriesgarme a intentarlo por completo, así que me bajé los pantalones, dejando el bulto de mi pene cubierto únicamente por mi ropa interior. Sara inmediatamente dirigió su mirada y la dejó fija en mi pene.

-Sara, tu puedes ayudarme… Se que lo quieres igual que yo…

-Q… qué? ¿De qué hablas?... -Dijo Sara, poniéndose cada vez más inquieta.

-Hazme una paja Sara, estoy como loco, estamos como locos, nadie puede vernos aquí…

-Pero… -Decía Sara, sin poder contener su deseo de hacerlo.

-Voy a terminar rápido, estoy muy excitado, solamente necesito que lo hagas por unos minutos… o hasta segundos…

-Pero cómo… yo…

Me comenzaba a desesperar que Sara siguiera resistiéndose, ¿cuál era el puto problema? ¿realmente le causaba tanto conflicto dejarse llevar por lo que sentía?
Tomé la mano derecha de Sara y la coloqué sobre mi pene, por encima de la ropa, de manera que su mano rozaba muy suavemente el tronco de mi pija.

-Ayyy…. -Gimió Sara mientras sentía mi erección dura como piedra.

-Sara…

Ella me interrumpió, al parecer no pudo resistirse más y finalmente cedió. Había logrado calentar a Sara hasta que no pudo controlarse.

-B… bueno pero, como hacemos?...

Sonreí feliz, mientras hice la seña a Sara de que fueramos más hacia la esquina, para evitar cualquier riesgo de ser vistos por alguien más.

Sara procedió a ponerse de rodillas frente a mi, mientras sus tetas descansaban desnudas sobre su pecho. Puso sus manos sobre mi cadera y tomó la tela de mi boxer. Comenzó a bajar la prenda lentamente sin perder detalle visual.
En unos segundos mi pija erecta saltó al aire como resorte, apuntando hacia el cielo, dando pequeños saltitos de excitación. Tenía el prepucio cubriendo buena parte de mi glande, lo poco que se notaba de la cabeza, estaba rojiza y brillosa, había soltado ya unas pocas gotas de líquido pre seminal.

Nunca he considerado tener un pene grande, o bueno, tal vez si era grande pero no enorme, era un buen tamaño. Al parecer Sara no pensaba lo mismo y no lo veía como cualquier cosa, pues literalmente se quedó boquiabierta mientras miraba mi pija dura, llena de venas y con la cabeza asomándose ligeramente.

-Eh… ah… no… imaginé… -Decía Sara, sin dejar de devorarme la pija con la mirada.

-Que… qué te parece… está bien? -Dije yo, como todo hombre preocupándose por el tamaño de su miembro.

Sara no respondió, logró cerrar la boca, controlar su sorpresa y procedió.
Primeramente puso su mano sobre la base de mi pene, tocando también una parte de mis huevos.

-Ahhhhh….. -Fue lo único que pude soltar al sentir tremenda excitación, mi pene daba pequeños saltos como loco, rogaba ser ordeñado ya.

Sara tomó la piel y comenzó a bajarla, hasta dejar la cabeza de mi pija completamente descubierta, en cuanto mi prepucio alcanzó el freno, no pude contener un gemido más de placer.
Sara estaba a punto de tomar mi pene con toda la palma de mi mano, pero repentinamente, del otro lado del muro, comenzamos a escuchar voces que venían del pasillo. ¡Alguien estaba subiendo las escaleras y se dirigía hacia nosotros!

Tanto Sara como yo nos miramos el uno al otro, estábamos muertos de miedo, pues Sara estaba con las tetas al aire y yo estaba con los pantalones hasta las rodillas, con la pija a punto de explotar.

Nos quedamos petrificados sin saber que carajo íbamos a hacer para salir de aquella situación…


C O N T I N U A R Á

2 comentarios - Terapia sexual en la escuela: II

Lucifer001 +1
Seguilo por favor, jaja justo cuando se ponía bueno
FEDETECOGE
Ufff estoy excitadisimo siguiendo este relato..