Como mi madre y yo hicimos incesto

Mi madre Asun ha pasado a ser mi mujer. No se el tiempo que va durar nuestra relación, nadie lo sabe, es mas, ningún conocido sabe donde vivimos. Por mi parte estoy muy cómodo, nunca he sido de relacionarme mucho con la gente, hoy en día estoy mas bien centrado en el trabajo, y mi madre aparte de encargarse de la casa me da sexo. Ella por su parte recibe el cariño y el sexo que nunca le dio mi padre.
 
Somos familia de pueblo, mi madre quedo embarazada muy joven de mi padre a los 14 años, el tenia diez años mas y creo que se aprovecho de ella. La obligaron a casarse con el y al de nueve meses nací yo. Es la típica mujer de pueblo con costumbres antiguas, viviendo a la sombra de mi padre que siempre le ha dado mala vida. Yo en cuanto pude hui de allí, termine mis estudios y me vine a vivir a la capital.
 
Un día me llamo angustiada que no podía mas, que tenia miedo de vivir con mi padre, así que fui a recogerla y se vino a vivir conmigo. Yo tenia la vida perfecta, vivía solo en un ático, la mayoría del tiempo dedicada al trabajo, de vez en cuando salia a tomar algo con algún compañero o hacia deporte. Pero la presencia de mi madre lo cambio todo, solo tenia una habitación, el ático no era muy grande, lo justo para una persona o pareja. Desde el primer día dormimos juntos, sin ningún tipo de cosa rara, si que es verdad, que cuando la veía un poco ligera de ropa me gustaba fijarme en sus curvas, era una mujer jamón, con sus generosos pechos e interminables curvas.
 
Desde el primer momento cogió el rol de la mujer de casa, nunca habia hecho otra cosa. Así que se dedico a limpiar, planchar y cocinar. La verdad que puso orden en casa, y cuando llegaba a la tarde noche siempre tenia la cena en la mesas, la ropa planchada y la casa limpia. Ella nunca habia sido la típica madre cariñosa, se que me quería, pero rara vez lo habia demostrado con mi padre en casa. Tengo un buen trabajo con un muy buen sueldo, suficiente como para mantenernos a los dos, pero la convencí para que se buscase un trabajo, así se mantendría ocupada y ganaría dinero. Mediante algún contacto le conseguí un empleo en una empresa de limpieza, el sueldo era una mierda, pero para empezar a cotizar a la seguridad social estaba bien.
 
Vino con la ropa justa y ademas era vieja, así que fuimos un sábado a comprar ropa. Nunca he sido muy entendido en el tema, pero la convencí para que no comprase el tipo de ropa que usaba en el pueblo, sobre todo aquellas bragas y sujetador horribles de vieja. En todo lo que le decía me hacia caso, para ella yo era en ese momento el hombre de la casa, aunque me parecía una cosa antigua me sentía cómodo. Tras el cambio de imagen, ella también cambio de actitud se sentía mas segura, incluso se maquillaba un poco, cosa que nunca le habia visto. Hasta me resultaba sexy, me llamaba la atención el contoneo de sus caderas, como le marcaba la ropa la silueta y le realzaban los enormes pechos.
 
Una noche cenando, cuando se levanto a retirar el plato se dio cuenta que la miraba sin despegar ojo a su cuerpo, se me quedo mirando sin decir nada. No se por que, o en que estaría pensando que la dije que estaba mas guapa y que la veía mejor, la adule un poco y eso creo que le hizo sentirse bien. Le dije que se desabrochara la bata, escusandome en que no le habia visto con la ropa interior nueva, no dijo nada y obedeció. Estaba espectacular, el sujetado y la braga eran blancas, nada del otro mundo, pero ver sus enormes pechos su tripa y las rollizas piernas me excito sobremanera. El sujetador a duras penas mantenían las tetas en su sitio y la braga se hundía entre sus ingles resaltando el vello bajo la tela. La piropee, no la mentía me parecía sexy y no dejaba de ser una mujer joven de 45 años, la invite a que siguiera en ropa interior, a lo que accedió sin comentario alguno y continuo actuando normal. Mientras terminaba de cenar no pare de observarla mientras fregaba y contoneaba el enorme culo.
 
La siguiente noche le pedí otra vez que se quedara en ropa interior, la tercera ya no hizo falta, cuando estaba por casa se ponía en ropa interior para mi deleite y si tenia frio se ponía un camisón trasparente que compro por su cuenta. Seguimos actuando normal pero ella con menos ropa. Me atreví a comprarle un conjunto mas sexy negro con tanga y medias a juego, en cuanto se lo puso he de confesar que me dieron ganas de ponerla a cuatro patas y follármela. En vez de eso actué con mas tacto y la quise hacer participe del juego, mientras fregaba me puse detrás mi cuerpo contra el suyo, se asusto un poco pero quedo inmóvil, le acaricie el cuello y los hombros pase los dedos por la espalda. Estaba tensa pero al ver que solo la acariciaba se fue relajando, pose las manos sobre el culo y lo apreté. La gire y me miro inmóvil, sus mirada delataba sorpresa pero no estaba asustada. Le cogí la mano y la pose sobre mi paquete apretando, siguiendo mis indicaciones también apretó y fue masajeando hasta que la erección era evidente. Libere el pene erecto y le puse la mano sobre el, en silencio me masturbo de pies en la cocina, suave al principio hasta que empece a respirar con intensidad y subió el ritmo mientras le sobaba las tetas. Me corrí sobre la mano y parte del vientre.
 
Al día siguiente repetimos lo mismo pero en el sofá, la tercera noche le hice ponerse de rodillas mientras yo estaba sentado y mientras me pajeaba le agarre la nuca y la fui bajando hasta que se metió la polla en la boca y termino con una mamada. Intente correrme en su boca pero con la falta de experiencia se aparto. El clímax fue subiendo día tras día, mi madre gozaba y yo también, le encantaba chuparle la polla a su hijo, es decir... a mi, y tragar el semen. Desnuda entre mis piernas se deleitaba con mi polla mientras la observaba oliendo sus bragas. Ella no pedía nada a cambio solo cumplía con lo que le pedía el hombre de la casa, no habia ningún beso, ninguna caricia solo felaciones por su parte y sobada de tetas por la mía. Luego el resto del día actuábamos como de costumbre, ni en la cama que dormíamos juntos hacíamos nada.
 
Una tarde todo cambio, era época de navidades y las típicas comidas de empresa. Tuve una con los jefes y mi madre también donde trabajaba quedo con una compañeras a comer. Creo que fue el vino y el cuerpazo de una de mis jefas que me sentí excitado toda la comida, estaba deseando llegar a casa para recibir una mamada. A eso de las siete le envié un mensaje a mi madre avisando que iba a casa, le puse que se quedase tranquila con sus compañeras, pero al llegar a casa ya estaba allí. En la sala de pies recogiendo alguna cosa, nos saludamos e intercambiamos alguna palabra. Me puse frente a ella y le acaricie la cara, deslice la mano hasta el pecho y lo palpe obteniendo un gemido. Le desabroche la blusa y dejando las tetas con el sujetador a la vista, ella bajo la mano a mi paquete y lo manoseo, hizo amago de agacharse para la mamada diaria pero no la deje, me miro sin saber que hacer, la bese y fui correspondido tímidamente por sus labios, no se lo esperaba, en el segundo beso reacciono y nos besamos con intensidad apretando nuestros cuerpos uno contra el otro, pase a chupar el cuello mientras gemía.
 
Esta vez el que se agacho fui yo, entre sus piernas sentía la mirada de ansia que tenia, abrió las piernas y sujeto la falda mientras yo hundía la cabeza en el sexo y lo olfateaba. El gemido fue mas intenso, me agarro la cabeza y me la hundió mas contra sus sexo mientras gemía y contoneaba la cadera buscando el roce. Nos volvimos a besar y nos desnudamos el uno al otro. Quería hacer el amor con mi madre, disfrutar los dos, de la sala a la habitación nos fuimos besando apasionadamente, la tumbe sobre la cama y la acaricie el cuerpo, la beso y pase la lengua con dulzura. Le hice el amor con suavidad, despacio y en silencio entre sus gemidos, ver mi polla deslizarse dentro de su coño peludo fue lo mas excitante de mi vida, nunca habia estado con una mujer con tantos flujos vaginales, sobresalía un liquido blanco y espeso del sexo que recubría mi polla. Cuando se corrió gimió y grito sin control, yo fui tras ella y sentir como el semen recorría el pene y salia a borbotones dentro del coño de mi madre fue el mayor gozo.
 
Conseguimos tal instante de intimidad y contacto que nos pasamos la noche en la cama entre caricias y besos y contándonos cosas. Durante las siguientes horas hicimos un 69 y esta vez follamos, follamos bien, buen sexo. Mi madre descubrió que le encantaba que la follase a cuatro patas, le gustaba la sumisión y cumplir mis fantasías sexuales.
 
Vivimos como pareja, creo que estoy enamorado de ella, nos llevamos 14 años, no parecemos madre he hijo y ademas allí no nos conoce nadie. Gozamos del sexo sin tabús y no sabemos que nos deparara el futuro, mientras tanto disfrutamos

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