En el cine

En el cine
¿Mecreerían si les digo que conocí a mi novia mediante un correo del corazón?

Pues tendrán que creerlo porque así fue. Nos presentó un aviso en una revistade internet y ya hacía dos semanas que salíamos. Pero sólo como amigos, seentiende. Estaba claro que íbamos a terminar noviando porque era evidente quenos gustábamos el uno al otro. Ella a mí, me tenía loco. Claro que yo debíaanimarme a dar el primer paso.

Había elegido para semejante evento el anonimato del cine. Allí podría decirlelo que pensaba sin que me vea enrojecer. Se llama Brenda y es una de esaschicas llamativas, sin prejuicios para mostrar su cuerpo ni ningún trauma porel estilo. Eso me gustó de movida, si bien a veces me traía algún dolor decabeza.

Nos encontramos en el cine y ya de verla comencé a excitarme. Se había vestidopara impactarme, con esas botas negras de cuero hasta las rodillas y esaminifalda negra que me encantaba. Arriba se iba cubierta apenas con un top delycra que contenía difícilmente sus enormes tetas. El escote que llevaba eraincreíble y le dejaba ver casi hasta los pezones; pero por eso, Bren se habíapuesto un chalequito negro que cada tanto la cubría un poco.

Nos saludamos afectuosamente. Ver semejante mujer a mi lado me puso un poquitínnervioso. Se movía segura y fatal, atrayendo la mirada de todos y sinimportarle nada. Me sonrió contenta y me pregunté qué cosa sería la que nosatraía tanto a dos personas tan distintas. Al final, los chismes de viejatienen razón cuando dicen que los polos opuestos se juntan.
Pasamos a la sala. Yo ya le había dicho a Bren que le iba a hacer unaproposición importante y ella se había mostrado entusiasmada y receptiva, yhabíamos acordado vernos primero en un cine para ablandar nervios (los míos,claro; ella ya me conocía bien)

Era un sábado trasnoche y la película era una de esas eróticas y supuestamente"serias" que atraen tanto al público. Se me había ocurrido llevarlaallí para ir entrándola en tema, pero no había contado con la cantidadimpresionante de gente. La sala estaba llena. Completamente llena. Como nopodía ser de otra manera, y en línea con mi suerte habitual, nos tocó unasiento donde los espectadores de adelante eran altísimos. No podríamos verbien la película cuando apagaran las luces; pero aquella noche eso no era tanimportante.

-Después me tienes que explicar por qué me trajiste a ver esta película,picarón...

Iba a seguir hablándome pero nos interrumpieron. Era un muchacho joven y buenmozo que se quedó de pie junto a nosotros, mirándonos. Estaba solo. Se miraroncon Brenda un segundo. El flaco la devoró con la vista. Sin mostrar ningún tipode prejuicios ni respeto por Bren o por mí, le clavó la mirada en los pechosque parecían escaparse del escote. Como estaba de pié, calculo que vio bastante.Incluso bastante más de lo que yo le vería por un tiempo. Cuando Bren volvió sucabeza hacia mi, su rostro estaba sonriendo. Igual que el del flaquito.

-Están sentados en mi butaca... -concluyó el muchacho.

Miramos los números y comparamos. El boleto de Bren tenía la misma ubicaciónque la que tenía el flaco. El problema era que en el cine no entraba unalfiler. No podíamos corrernos unos asientos ni podíamos cambiar de lugar. Elmuchacho reclamó nuevamente su lugar y la situación se tornó embarazosa.

-Mira... -atiné a decir. -Nosotros estamos en pareja y vos estás solo... Seríamás fácil conseguir un solo asiento.

Pero realmente no había, y el flaco no aceptó. Así la noche se me estabaarruinando y ya veía que Bren y yo nos íbamos a tener que ir de allí sin ver lapelícula. La velada iba a comenzar mal. Pero afortunadamente a Bren se leocurrió aquella idea maravillosa.

-Y bueno, ya que los dos tenemos la misma butaca... -le sonrió de una forma quehasta entonces no le había visto hacer. -¿Por qué no nos sentamos los dos...?No comprendí al principio.

-El se sienta en la butaca y yo me siento arriba de él... -me explicó mientrasme guiñaba pícaramente un ojo -Así vos no cargas con mi peso y yo estoy unpoquito más alta para ver la película...

¡Genial!, pensé. El flaco iba a tener que soportarla encima durante dos horas,soportando el peso y los pelos de ella; y esquivando a cada rato su cabeza parapoder ver algo. Si el flaco aceptaba, Bren podría ver la película y quizá seerotizara un poco. Y eso me convenía aún más. El flaco sonrió lobunamente yBren le devolvió la sonrisa. Había un toque de sadismo en ese cruce de miradasque yo no capté. Apenas el flaco aprobó diciendo "bueno", se apagaronlas luces.

Bren se puso de pie. Se bajó un poco la minifalda de cuero y se acomodó lospechos y el escote. Los puso más parados y el top dejó entrever el comienzorosado de los pezones. El flaco se sentó. No daba crédito a lo que estabaviviendo. Bren era una mujer escultural y estaba a punto de apoyar su estupendacola sobre su bulto (porque en la zona de los genitales ya tenía un bultoenorme) Bren se puso delante de él, aún de pie. Lo miró y sonrió, igual que elflaco. El flaco se acomodó la pija dentro del pantalón con poco disimulo, perocomo las luces ya estaban apagadas casi nadie lo advirtió. Bren comenzó asentarse sobre él.

Mientras bajaba, el flaco la tomó de los muslos y se ocupó de que la colaperfecta de la que sería mi futura esposa diera justo sobre su pija totalmenteal palo. Bren se sentó un tanto exageradamente. Se inclinó tanto antes desentarse que prácticamente le puso la cola sobre la cara. La minifalda de cuerose le levantó y dejó los cachetes al aire. La bombachita de encaje blanca se leenterraba entre las nalgas y el flaco tenía todo aquello a escasos quincecentímetros de su rostro.

Mientras comenzaban los títulos el flaco apoyó las dos manos en cada muslo. ABren le encantó. Yo estaba mirando la pantalla y no podía darme cuenta. Cuandola película empezó, el flaco también. Movía las manos suavemente, acariciándolelos muslos y respirándole sobre el cuello. Las manos del flaco iban cada vezmás atrás, buscando poco a poco aproximarse hacia la cola. Ya se estabanmetiendo bajo la minifalda de cuero sin encontrar ningún tipo de oposición.

Subida al flaco, Bren podía ver bastante bien. A veces se le escapaban algunosdiálogos del subtitulado y debía estirarse un poquito. La muy mimosa, cada vezque se estiraba se apoyaba en mí; lo que el flaquito aprovechaba y le metía unamano furtiva en la cola. Trataba de hacerlo disimuladamente pero cuando Bren selevantó cuatro o cinco veces las manos del flaco comenzaron a quedarse mástiempo y a meterse más adentro. Terminó enterrándole el canto de la mano entrelas nalgas y serruchando para alcanzar zonas más adelante. Cada vez que lemetía la punta de un dedito en la puerta del ano, Bren me agarraba del brazo yme miraba contenta. Me sonreía de una forma rara y decía que la película laestaba poniendo un poquito excitada.

Yo pensaba que no estaba viendo la película. El flaco se movía debajo de ellacada vez con mayor insistencia y mayor intensidad; y Bren me agarraba cada vezmás seguido.
Las manos del flaco comenzaron a explorar otros terrenos. Por la cintura fueronsubiendo lentamente hasta hallar la base de los pechos. Entraron por debajo ycomenzaron a acariciar las tetas. Bren empezó a suspirar cada vez más seguido.Otra mano del flaco seguía curioseando por debajo y ya estaba llegando aadelante. La bombachita de mi futura novia y esposa se estaba mojando todamientras me agarraba y me apretaba el brazo.

Cuando el flaquito le puso un dedo en la concha y comenzó a acariciarla, Brenme apretó tan fuerte el brazo que me hizo girar hacia ella. La vi medio ida.Tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior. -Bren, ¿qué te pasa...?Bren se sorprendió como si la hubiese pescado "in fraganti" de algo.El flaco le besaba el cuello por detrás y le manoseaba las tetas y los pezones,y abajo le estaba haciendo una paja fenomenal. Bren no sabía bien qué decirme.Tenía toda la intención de "engancharme" y formalizar conmigo y no mequería perder.

Ella solo atinó a decir: -Es... es la película... -me miraba como quien esperaque no le crean nada. -... me excita mucho y... -el flaquito le había sacadolos dedos de la concha y le estaba metiendo uno en el culo. -...y... mepongo... rara... -y agregó como para ver si yo por fin me animaba a tirarme ellance. -... me descontrolo y... soy capaz de hacer... cualquier cosa...

Lógicamente, eso me animó. Yo seguía siendo tímido hasta la estupidez pero almenos le declararía mi amor.

-Bren, yo...

Había comenzado pero Bren justo se estaba acomodando. Se había levantado paraver un poco mejor y se había corrido la bombacha para un costadito. La raya delas nalgas y la concha le quedaban expuestas a cualquier cosa. El flaquito yase había bajado el cierre en un movimiento anterior y aprovechó que Bren separó un poquito para sacar la pija dura y parada hacia afuera.

Bren comenzó a bajar. Se iba a sentar nuevamente sobre la falda del flaquito,pero el flaquito había antepuesto la verga antes que la falda, y Bren sesentaba mientras se abría disimuladamente las nalgas.

La penetración fue limpia, perfecta. Bren se enterró la verga hasta la base deun solo saque y se sentó. Lanzó un fuerte suspiro mientras me preguntaba:-¿Qué... de...cías...? -Decía que... -yo la miraba y miraba la pantalla a lavez. Tenía mucha vergüenza. -... bueno, que ya hace dos semanas que salimos...

El flaquito había puesto sus manos bajo las nalgas de Bren y se movía muylentamente. La idea era disimular que se la estaba gozando. Bren sentía cómo lapija le rozaba por dentro y se le metía y le salía. Me veía a mí agarrándole lamano y a todo el mundo viendo la película y se excitaba.

-...dos semanas viéndonos y conociéndonos... -el flaco comenzaba a bombear conmenos disimulo. Bren se perdía segundo a segundo y ya comenzaba a jadear. Unamano del flaquito fue a las tetas y le agarró los dos pechos llenos y parados.Los pezones duros se juntaban en sus manos excitando a Bren más y más. -creo...-yo estaba encontrando las palabras justas mientras Bren encontraba la vergajusta.

La guacha largó mi brazo y se aferró con violencia a los muslos del flaquito.Yo seguía tímido y miraba a la pantalla. Los movimientos del flaco ya erancategóricos. Los de Bren, también. El flaco tenía las manos bajo la mini decuero y la agarraba de la cintura, subiendo y bajando el cuerpo de ella que sebalanceaba al compás suyo como si hubiesen cogido toda la vida. Bren ya nodisimulaba un carajo. Jadeaba como una endemoniada y se sacudía como siestuviese bailando. La pija le entraba y le salía limpia, y eso la ponía cadavez más caliente. Los que estaban detrás no se quejaban porque estabandemasiado entretenidos mirando. Y yo le hablaba sin apartar la vista de lapantalla.

-... quería decirte que... -a Bren se la estaban moviendo fenomenalmente. Cadavez jadeaba más fuerte. -...que me parece que vos y yo... bueno...

-... ¡Dale...! ¡Dale, por favor...! -Bren me animaba entre jadeos. ¡Qué dulce!-... bueno, que me gustaría que nos pusiéramos... ¡ejem! ...de novios...

-¡Más fuerte! ¡Más fuerte, hijo de puta! -Bren se movía ya salvajemente.

El flaco casi no aguantaba más. Podía irse en cualquier momento.

-¿Más fuerte? ¿Querés que grite nuestro amor...? El flaco sacó la pija. Con unamano levantó la cola de Bren.

-¡Quiero que seamos novios! -grité como en las películas.
Pero Bren me sorprendió: -No... No seas hijo de puta... -el flaquito le estabaapoyando la punta de la pija en la puerta misma del ano. Y el ano de Brenestaba excitado y dilatado, y húmedo de sexo y de sudor. -¿No...? -medesilusioné.

Justo iba a darme vuelta para verle la cara pero la negativa me puso más tímidoaún. Seguí sobre la pantalla. El flaco empujó la verga un poquitito. La cabezase le metió lentamente.

-¡A-h...! -un quejido seco, cortado. Bren me estaba volviendo loco La pijacomenzó a entrar lenta pero inexorablemente. Bren abría la boca y lanzaba unquejido ahogado. La pija se le estaba metiendo de a poco.

-¡Ahhh...! ¡Hijo... de puta...! ¡Oh...! -Bueno, no es para tanto... Si noquerés salir conmigo...

El flaco dejó de empujar. Bren comenzó a bajar solita, enterrándosela a lamisma velocidad que venía el flaco. La pija le iba entrando y ya había pasado l


a mitad y amenazaba con ir hasta la base.

-¡Sí...! -dijo Bren, y me sorprendí.

-¿Qué? Se estaba metiendo la pija hasta el fondo. La muy hija de puta tenía laverga casi hasta la base y gozaba como una yegua.

-¡Sí...! Sí... sí...
Fue como si volviese a vivir. Bren me estaba aceptando.

-¿Entonces... somos novios...?

Bren tenía los ojos cerrados pero el culo bien abierto. Y se le estaba abriendomás. Se había tragado la pija hasta la base prácticamente sin chistar. El flacoestaba en el cielo. Comenzó a sacarla lentamente sólo para volver aenterrársela de nuevo. Bren deliraba. La enorme pija se la estaba cogiendo deida y vuelta y bombeándola como se debe.

-¡sí...! ¡Sí... ¡sí... ¡SIII...!

Entonces me di vuelta para darle un beso y la vi. Había nada de luz así que seveía mal. Parecía moverse rítmicamente hacia arriba y hacia abajo, siempresentada y con la boca entreabierta. El flaco de abajo parecía estarmoviéndosela o algo parecido. Bren tenía los ojos cerrados y el top de lycradesencajado y corrido, los pezones rojos y duros afuera y una mano del flacomanoseándoselos sin parar un segundo. -¡Bren! -le dije sonriendo, a esta alturamás de nervios que de contento.

Recién allí abrió los ojos. Me agarró del brazo y me besó. No pude ver queestaban haciendo. Ni ella ni el flaco. Tampoco quise averiguarlo. Habíaconseguido una novia espectacular y eso era lo único que valía. El beso fuealgo raro. Ella no me soltaba ni un segundo, como si no quisiese que yovolviera a mi posición habitual, y además se movía de una forma sumamenteextraña. Seguía subiendo y bajando a un ritmo cada vez mayor y jadeaba como unadescosida.

Yo estaba en la gloria. Había por fin conseguido que una mina me diese bola. ¡Yqué mina! El único aparente problema era que tenía la sensación de que se laestaban moviendo. Claro que todo aquello debía tener una explicación... ¿Y sino la tenía? ¿Si realmente se la estaban fornicando delante de mí mientras yome la estaba levantando...? ¿Iba a dejar pasar la oportunidad de enganchar aesa mujer porque me estaba poniendo los cuernos? No.

La besé con más fuerzas. Si estaba haciendo algo raro ya tendría tiempo deexplicarme todo. Y si no me explicaba nada, tendría sus razones. Yo lo únicoque quería era ponerme de novio con Bren y nada ni nadie me lo iban a impedir.Pero debí enfrentar una nueva prueba. Bren dejó de besarme y me miró a losojos. No dejaba de hamacarse mientras el flaco le daba desde abajo. Mi caradebió ser patética. Bren se dio cuenta de que yo me daba cuenta. Sonrió entreguacha y dulce y me agarró las mejillas. Las pellizcó con fuerza.

-Ahora... somos novios... -la pija del flaco le entraba y salía del culoarrancándole gemidos ahogados con cada sacudida. -... lo único... que te... voya pedir... -el flaquito hurgaba entre las tetas. Las manos iban y venían y lepajeaba los pezones. -...es que... en la intimidad... -Bren se relamía y sepasaba la lengua por los labios. -... me dejes... llamarte..."corni"...

Me quedé helado. Juro que dudé entre quedarme allí o huir de una corrida. Medioasustado, la miré de pies a cabeza. Era tan linda y buenita, y tenía un cuerpotan exuberante... que pasaron por mi cabeza las mil cosas que podría hacer conella.

-...cariñosamente, claro... "Corni"... -era evidente que ella yasabía mi respuesta. -... ¿me vas a dejar, corni...? ... ¿eh, mi amor...? Jalabay maltrataba mis mejillas. ¿Qué podía decir? O la mandaba a la mierda oaceptaba.

El flaco le acabó adentro mientras yo tartamudeaba un tímido "sí".Bren comenzó a moverse frenéticamente hacia arriba y abajo sin importarle uncarajo lo que yo había dicho. Estaba cabalgándoselo y acabando por el culomientras le tomaba la mano a su flamante novio. Estaba en el cielo.

Nos levantamos del cine a la mitad de la película. Bren, yo y, detrás nuestro,el flaco. Al flaco no volvimos a verlo jamás; y de hecho, huyó en cuentoatravesó la puerta. Mejor, pensé. No sabría cómo mirarlo. Bren se fue al baño yyo la esperé en el hall. Supuse que luego de todo aquello iríamos a un hotelpor horas.

-¿Estás loco? -me dijo entre sorprendida y ofendida. -No pensarás que soy unade esas... -yo no entendía del todo. Si bien nunca había cogido con ningunamina, sabía por mis amigos que a las mujeres se las llevaba a un hotel para hacerel amor. -No te enojes, mi amor... Pero... quiero permanecer virgen hasta elmatrimonio...

Me desmoroné. De todas las minas de Buenos Aires justo me había enganchado conuna virgen... ¡Que suerte la mía...! Y bueno, debería esperar un poco. Despuésde todo, cuando nos casáramos y la agarrara en la noche de bodas... ¡qué bienla iba a

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