Una grata recompensa...con mi vecina.

El tiempo que duré cogiéndome a Aliena fue de casi tres meses, algo así como quince veces sino mal recuerdo. Sin contar las veces de sexo oral. Cuando me mudé de casa, fue lo primero que extrañe: aquellas sesiones de sexo intenso espontaneo. Luego, solo una vez más cuando ella fue a mi casa.
Me mudé a un departamento pequeño con Gael, con mi anterior roomie con quien viví antes y a quien ahora llamaremos John, y un tercero compañero de la universidad. Ante el ambiente puramente masculino, volví a las pajas seguidas, deseando poder volver probar la deliciosa vagina de una mujer. Algo que no pasó por casi un año entero.
Por otro lado, mis roomies no carecían de lo mismo. John solía llevar a su novia de vez en cuando, y en ocasiones, se quedaba a pasar la noche, por lo que no era raro escuchar el rechinido del colchón a través de la delgada pared que dividía los cuartos. Ahora por mí ya presente urgencia, no podía evitar masturbarme a la par. Mi vecina de un piso superior, de repente comenzaba a gemir de una forma estruendosa, lo que me excitaba, me ponía duro el pene imaginando lo bien que se la estaban cogiendo.
Un buen día, una compañera de la universidad me pidió de favor cuidar a su perro, la llamaremos Maka. Entre acuerdo y acuerdo, quedamos que me daría las llaves de su casa y yo iría a alimentar al animal, y a cambio, ella me regalaría comida y bebida del bar que manejaba.
Si, cabe mencionar que a esta chica también le traía unas ganas horribles. Ella: 1.60 de altura, con unos senos jóvenes que incitaban a hacerle un hijo, pocas caderas y algo menudita. Unas nalgas redonditas que lucían paraditas en leggins. Unas piernas firmes y bien torneadas. Lo malo: su novio.
Más de una vez fui a su bar a recibir mi recompensa, pero, la verdadera recompensa yacía en su casa, en el cesto de la ropa sucia. Después de alimentar al perro, me dirigía a su cuarto, y sin prender la luz me ponía a husmear en su closet. De vez en cuando encontraba calzones tipo bikini, me sentaba en su cama y me masturbaba oliendo los juegos secos de su vagina. En otros casos, usaba sus brasieres.
La verdad era un 2x1, ya que en el mismo departamento vivía otra compañera de la universidad a quien también le traía muchas ganas. La diferencia es que esta tenía unas tetas grandes que me quedé con ganas de apretar, además de poner mi verga entre ellas. Nunca se dio, lamentablemente. Tuve que conformarme con masturbarme oliendo sus calzones y brasieres.
Y claro, el novio vivía en el mismo lugar. Un día por pura curiosidad, decidí meterme al cuarto del novio. Un lugar normal, clásico tiradero de hombre con cosas de hombre y colores de hombre. Un restirador de dibujo con una cámara réflex encima. Entonces se me ocurrió, ¿Qué hombre en su sano juicio no haría fotos de su novia desnuda? Así que tomé la cámara, la prendí y fui a la galería. OH DIOS MIO! BINGO! Alrededor de 150 fotos de Maka en diferentes situaciones de desnudez. Desde fotos cerradas de sus tetas, hasta poses en donde relucía su trasero en calzones. Mi favorita? Un pequeño video donde ella sale bañándose, dejando nada a la imaginación. Claro que corrí a mi casa por mi lap y volqué la galería a mi disco duro. A la fecha que hago este relato aún poseo ese “tesoro”.
Como ya pueden suponer, ya tenía buen material para mis sesiones de pajas. Y claro, no podía quedarme con las ganas de no cogerme a esa mujer sabiendo lo que tenía. Un día, ella regresó a mi casa por sus llaves. Yo estaba solo y decidí que si iba a hacer algo, ere ese día.
“¿Cómo se portó mi perro, bien como siempre?” comenzó la conversación. La invité a entrar, algo que nunca hacía. Cerré la puerta detrás de ella y fui por las llaves a mi cuarto. ”Pues ahí más o menos, como que comió algo malo porque hizo aguado. Me vas a deber algo más por eso, eh” Terminé con una risilla dando a entender que lo dije en broma. Ella río a la par, y me ofreció más papas a la francesa de lo normal. Entre risa y risa, chiste y chiste, soltaba la insinuación de que las papas ya no eran suficientes, ella me ofrecía otras cosas variadas.”…meh, y si mejor con cuerpo.” dije por fin terminando con una risa. Si el chicle no pegaba, al menos me podría zafar diciendo que era broma. No tenía más que perder, más que dejar de ir a su casa a cuidar al perro y oler su ropa interior. Al fin, ya tenía “mi tesoro” para mí solo.
“aaaay /&#%&$, ¿Cómo crees?” Dijo incrédula mientras yo levantaba los hombros. Se me quedo viendo seriamente. Yo estaba calmado, a pesar de mi urgencia por coger, mi poca experiencia en el sexo me permitió no emocionarme, y mantener mi pene en su lugar. Digo esto, porque ella volteaba a ver mi entrepierna como considerando la propuesta. Recordemos que ella tenía novio.
Sin mediar palabra, se acercó a mí de una zancada poniendo su mano sobre mi verga. Ya era mía, sino lo había decidido, ya estaba más cerca de considerarlo posible. Y ahora sí, la sangre comenzó a fluir por mi pene, endureciéndose al instante que lo tocó. Comenzó a sobarlo sin decidir qué hacer, solo mirándome a los ojos preguntándose. “OK” No dijo más, a la vez que ponía de rodillas sin separar sus ojos de los míos. Bajó mi pantalón y comenzó a mamarme la verga, como si de una pornstar se tratara.
Ella sencillamente no era un angel: tatuajes discretos en algunos lados, piercings temporales en la nariz u ombligo, fiestera de diario gracias al bar que poseía y, vamos, estaba engañando a su novio conmigo; en definitiva era una niña mala que disfrutó de una buena cogida desde muy pequeña. Y su trabajo oral demostraba lo sucia que era. Solo me dedique a observar como su lengua recorría la cabeza de mi verga, como sus labios perdían el tronco, y como su mano rodeaba mi verga estimulándolo de arriba abajo.
A la primera urgencia de terminar, separe mi pene de su boca. “Ven.” Le indique mientras le daba la mano para levantarla. “Ay &%”$&# no sabía que fueras tan pervertido, eh.” Yo en el salón era el niño bueno, el estudioso, el que nunca salía de fiesta. Mucho menos me iban a conocer de pervertido en el sexo. “Ponte en el sillón.” Le ordené.
Ella se bajó el short que traía puesto, dejando ver su calzón tipo bikini que alguna vez ya había olido cuando me colaba a su cuarto. También se lo bajó, y subió las rodillas al sillón, apoyando las manos sobre el respaldo y poniendo la cara contra la pared. “Ya mételo, rápido, que mi novio no tarda en llegar.” Aquella frase solo logró excitarme aún más, y yo ya estaba listo. Saque el condón de una alacena. Me lo puse. La tome por la nalgas y penetré aquella deliciosa vagina.
La posición y la forma de mi pene ayudaban a estimular su punto G, por lo que soltaba un gritillo cada que arremetía contra ella, empujándola contra la pared y moviendo todo el sillón. Con ambas manos separé sus nalgas poniendo al descubierto ese delicioso ano que algún día debía probar. Al fin y al cabo, no creo que fuera virgen.
“$%&”$”#, nalgueame.” Dijo mientras me veía a los ojos con una lascividad que nunca había visto. Una!. Dos! “Como si fueras hombre, cabron! Si me vas a coger hazlo bien!” No podía creer lo que escuchaba. UNAAA! DOOOS! Tan fuerte como pude sin querer lastimarla. “Así!, MAS!” Continué nalgueando su redondo trasero a la vez que la intensidad y fuerza de mi penetración aumentaba.
“uuuf, así!así!” Ya no podía aguantar más. Solo quería reventar. Deje que nalguearla, puse una de mis manos en sus nalgas apretando tan fuerte como podía, y la otra en su cuello, halando de ella para arquearla, de tal forma que la penetración alcanzara más su punto G. Arremetí tan fuerte y rápido como pude. Ella solo gritaba y gemía con más fuerza.
Eyaculé tanto que temí que se saliera del condón. Fue un orgasmo tan intenso que de inmediato saque mi verga de su vagina y me tendí sobre el sillón.
“Quién te viera, %&#$. Tan niño bueno pero un salvaje en el sexo.” Decía mientras se levantaba y se comenzaba a vestir. Siguió por un rato burlándose de mi “inocencia” y “santidad”. Que más daba, ya me la había cogido. Tan pronto como se fue, me vestí y me fui a morir directo a la cama.
Lamentablemente nunca pude probar ese culito. Fue la única vez que me cogí a tremenda mujer. Debo admitir que me quede insatisfecho al no poder haberle acabado en la cara, o probar su culo, o lamer esa vagina depilada, introducir mis dedos o mi lengua. Pero claro, mi inexperiencia me decía que me la iba a volver a coger seguido como a Aliena. Una lástima, aunque fue una delicia de cogida, y eso, junto a su galería de fotos, nadie me lo quita.
Si les gustó, háganmelo saber. Recuerdan a Natasha. Ella fue la siguiente, y fue aún mejor.

1 comentario - Una grata recompensa...con mi vecina.

keops3312
tremenda pendeja comparte algo de tu galeria te dejo 5