Viaje de un jubilado a La Argentina (51) FINAL

Ya era tarde cuando nos levantamos y nos duchamos, con el libro debajo del brazo y la maleta en la mano nos despedimos de Malena, Corina había encontrado a una amiga incondicional, unidas por mí, yo sabía que sería una amistad larga y sincera.
                                      Al llegar a casa le dimos una excusa a Elena, entre los dos fue más creíble, culpamos a Malena de habernos entretenido con el libro, se lo enseñamos y le gustó mucho, le enseñé algunos de los sitios donde había estado, el tren de Salta, los Andes…
                                      Pero el tiempo no se detiene y el día de la partida llegó, fue el día más triste que habíamos pasado en La Argentina, sabíamos que era inevitable, que seguramente volveríamos a reunirnos pronto, todo lo sabíamos pero siempre quedaba el temor a que algo fallara aún así después de comer nos abrazamos todos, hasta el chiquitín entró en el abrazo, los cinco llorando, el niño al vernos tan tristes también se unió al llanto pero la cordura se tuvo que imponer, las maletas estaban reunidas en el pasillo y el coche de Javier aparcado en la calle, fuimos bajando todo, muy justo pero pudimos acomodar el equipaje, ya estaba sentado en el coche, sólo faltaba por bajar Corina que estaba cerrando la casa, me dio un impulso y subí, ya había cerrado pero le rogué que volviera a abrir, ella extrañada pensó que se me había olvidado algo pero yo recorrí toda la casa intentando memorizar cada rincón, en todos ellos tenía algo bueno que recordar, en la habitación de Corina me paré frente la cama, ella a mi lado me dio la vuelta y me miró, comprendió lo que me pasaba y me dio un beso que no se me olvidará nunca, la sentía abrazada a mí, todo su cuerpo pegado me rodeaba por el cuello y yo por su cintura hasta que oímos la bocina del coche de Javier, bajamos y aún en el ascensor nos dimos el último beso solos, subimos al coche y salimos los cuatro hacia el aeropuerto, el trámite gracias a Javier fue breve y sin contratiempos, facturamos todas las maletas hasta el destino en Valencia, el avión nos llevaría a Madrid y desde allí alguna compañía regional nos dejaría en casa.
                                      Agradecimos que la despedida fuera breve porque si no hubiera sido un tormento después de infinitos abrazos nos separamos, aún al desaparecer por el túnel del finger que nos llevaba directamente al avión mi nieto nos despedía dándonos besos al aire, Corina tenía sus bonitos ojos rojos de llorar y mi hijo tragaba saliva como podía, de nosotros no digo nada porque hasta después de estar un rato en el aire no se nos pasó la llorera.
                                      Mi hijo se había encargado del embarque y nos había conseguido dos asientos de ventanilla, íbamos al lado izquierdo y según subíamos le explicaba a mi mujer lo que sabía del río de la Plata, se veía a lo lejos la Isla Martín García, vi el pueblo de Colonia, me acordé de la tía y la prima de Corina, me habría gustado mucho celebrar la fiesta que me habían prometido, sospechaba que no sería nada para olvidar, pasamos sobre Montevideo y luego el Océano Atlántico.  Como habíamos salido por la tarde íbamos en contra del sol y pronto se hizo la noche, mi mujer después de un refrigerio que nos ofrecieron las azafatas se tomó la pastilla para dormir, se recostó sobre la ventanilla cerrada con la cortinilla y se durmió, yo me entretenía mirando a los pasajeros y a la pantalla que nos indicaba la ruta, ahora tenía libertad para levantarme cuando quisiera, vi a los más expertos viajeros que se habían descalzados e incluso se habían puesto unos calcetines gruesos para estar más cómodos.
                                      Al rato ya no sabía cómo ponerme, en la clase turista las estrecheces eran notables, las azafatas pasaban de vez en cuando ofreciendo algún zumo, me fijé la buena selección de personal todas eran bellísimas, me leí los prospectos que habían en el respaldo del asiento de adelante y me propuse ir al baño, en la cola del avión habían dos servicios pero estaban ocupados, decidí pasearme y fui hacia adelante, la mayoría de personas ya se estaba durmiendo y las luces habían bajado de intensidad, seguí las luces del suelo del pasillo y llegué a las cortinas que separaban las clases de asientos, mi intención era preguntar si habían más lavabos, allí estaban los armarios del catering y demás servicios del personal de vuelo, ya iba a preguntarle a la chica que vi y que se había presentado como la sobrecargo cuando me di cuenta que estaba inclinada apoyada sobre un armario de pared, lo más sorprendente fue que se volvió y entonces me di cuenta de que cubierta casi por ella había una azafata delgadita con una melena morena y corta, por el sitio donde tenía las manos la sobrecargo comprendí que estaban en un momento “delicado” y me giré.
                                      Personalmente no tengo prejuicios sobre la sexualidad de las personas pero sin esperarlo seguro que hice una cara de sorpresa que a las chicas les alarmó un poco, la encargada con más experiencia se repuso con más rapidez y se separó de la chica que parecía azorada, debía de ser novata y el asedio que le estaba aplicando la tenía un poco acorralada pero al verme a mí pensó que aún era peor, las había sorprendido en una actitud que a lo mejor a la compañía no le gustaba, la encargada enseguida me preguntó muy amable que deseaba y yo azorado balbuceé si había un servicio cerca, ellas me lo indicaron y cuando salí me esperaban con una botella de champan del mejor que servían en clase Bussines, muy amables me ofrecieron una copa o lo que me apeteciera como gratitud por mi amabilidad “y mi silencio”, la verdad es que no me apetecía champan, por bueno que fuera acababa de tomarme un zumo de piña y estaba saciado, ellas abrieron las cajas de catering, me enseñaron los mejores pasteles y licores que habían en el avión, yo les dije que lo agradecía pero no me apetecía tomar nada.  La sobrecargo no se rindió y tuvo una idea, con una dulzura exquisita me cogió del brazo y me llevó por una puerta con apariencia de armario, había una pequeña sala para el descanso del personal auxiliar durante los vuelos transoceánicos y cuando pasó la azafata cerró tras ella.
                                      El uniforme que llevaban era muy elegante pero debajo de él lo que había era una mujer preciosa, con una lencería exquisita y que se me ofrecía en compensación a mis molestias, yo estaba cortado, el premio era de primera era una mujer joven aún aunque con muchas millas a su espalda y un cuerpo de escándalo pero yo estaba tan cortado que no supe cómo reaccionar, ella lo interpretó como si yo esperara algo más de ellas y sin más le ordenó a la azafata que se arrodillara delante de mí, me abrumaba la vergüenza, creí que quería pedirme perdón pero cuando me bajó la bragueta y metió la mano buscándome la polla, ya fui entendiendo, con las caricias que me daba la jefa poniéndome las manos sobre sus tetas y la mamada que me daba la azafata la polla se puso a tope, la chica de rodillas también se quitó el uniforme, apenas tenía tetas pero los pezones se le trasparentaban por el sujetador blanco de blonda, cuando me puso la polla con peligro de estallar la mujer mayor se había quitado el sujetador y me había puesto sus pezones en la boca, los estaba mordiendo cuando noté en el capullo la humedad de algo familiar.
                                      La azafata se había quitado la falda y las bragas y se había puesto con el culo pegado a mi polla, no tuve que hacer nada, la jefa le dijo que reculara y mi polla le entró en el coño a la azafata sin apenas resistencia lo tenía ya tan lubricado que resbaló como jabón, la sobrecargo al oler los jugos de la azafata pasó la mano por mi polla cuando salía y se la mojaba de flujo de la chica para luego lamerlo, me ofreció si yo quería también pero preferí que los lamiera ella sola, el silbido de las turbinas del avión sólo se disipaban por los gemidos de la azafata, ya estaba en las últimas y le dije a la sobrecargo sacando la teta de mi boca y mi mano de su coño.

Señorita me voy a correr ya, ¿dónde quiere que lo haga?
Donde quiera, llénele la concha de leche, como guste.

                                      Yo estaba un poco molesto, por el trato que la chica estaba recibiendo, no creo que estuviera molesta del todo pero las forma de hablarle la superior me indignaba por lo que le dije.

Perdone otra vez señorita pero me gustaría correrme en otro sitio.
¡Ah!  No se preocupe, si quiere correrse en su boca, hágalo.
No me ha entendido, me voy a correr en usted.
¿En mí?  Ni pensarlo, a mi no me gustan los hombres, ya lo ha visto.
Pero no se preocupe, así que dese la vuelta o me va preparando una hoja de reclamaciones y no le digo el comentario que voy a escribir en Internet.
No se ponga así, creo que siempre hay formas de solucionarlo, la azafata estará dispuesta a lo que usted quiera.
No, la azafata ya ha hecho bastante, la quiero a usted, así que dese la vuelta y… no quiero oírla protestar, solamente gemir de gusto.

 
                                      La chica apretó los labios y los puños y se volvió de espaldas quedándose de pié.

Agáchese y apóyese en la ventanilla.
No pretenderá…
Shiiit.  Silencio y usted señorita azafata haga el favor de mamármela otro poco.

                                      La sobrecargo estuvo agachada esperando a que la azafata me pusiera la polla al cien por cien, con la mirada le dije que le lamiera el culo a su jefa y ella me sonrió sin decir nada, apena se separó dejándole el culo mojado de saliva me apoyé yo y empujé, no le di tiempo a nada, por la ventanilla sólo se veía la noche pero ella vería hasta la estrella Polar o la Cruz del Sur, me daba igual pero no paré hasta meterla hasta el fondo, le atrapé las tetas que colgaban al ritmo, ella hacía como si gimiera para complacerme y la azafata me acariciaba los huevos para que me corriera más a gusto, lo hice a 10.000 m. de altura, literalmente fue una corrida de “gran altura” pero me quedé más satisfecho que si me hubiera invitado a ir en primera clase, cuando salí me llevé la botella de champaña y una copa a mi asiento, me la bebí entera sorbo a sorbo hasta que me dormí.
                                      Me desperté cuando sonaba el aviso de abrocharse los cinturones y al poco rato ya estaba pisando tierra española, después de un tiempo otro avión y en poco más de media hora estábamos en destino, recogida de maletas y taxi, oyendo la radio del taxi me di cuenta del cambio de acento al hablar, me emocioné un poco, mi mujer se había dado cuenta y más cuando el taxista nos preguntó si era la primera vez que veníamos a Valencia porque nos había confundido con argentinos.

¿Tanto se nos ha pegado el acento?
La verdad es que no parecen valencianos.
Jajaja, que curioso, tendremos que ponernos al día.

                                     
                                      Al entrar en casa tuvimos una fuerte impresión aunque habíamos cubierto todos los muebles con plásticos y sábanas nos encontramos en nuestra casa, aunque nos habían tratado de maravilla, éste era nuestro hogar.
                                      Sólo habíamos descubierto la cama de matrimonio y abierto las maletas para que no se arrugara las ropas y nos acostamos, pensábamos hacer el amor emocionados pero sólo llegamos a entrelazar las piernas, ni la polla le pude meter porque nos dormimos agotados del viaje, nos despertamos ya muy avanzada la mañana con el ruido de la ciudad y sobre todo el paso por encima de mi casa de los aviones a poca altura al ir a aterrizar al cercano aeropuerto, abrí las ventanas, el bullicio era mucho mayor que en casa de mi hijo, el hospital cercano aportaba el ulular de las sirenas de las ambulancias y el jardín de enfrente daba una amplitud de verde que llegaba en dirección del mar Mediterráneo.
                                      Mi mujer después de destapar los muebles bajó a saludar a la vecina de abajo, además para advertirle que si oían ruidos éramos nosotros que estábamos de vuelta, nos llevábamos muy bien tenían una casita en el campo y en su garaje me habían guardado mi coche todo este tiempo, nos invitaron a pasar el domingo con ellos, haríamos una paella de marisco y recogería mi coche, según mi vecino lo había cuidado con esmero y funcionaba igual que cuando lo dejé.
                                      Hablamos con el vecino jubilado del primero había sido arquitecto y conocía albañiles que nos harían la reforma de las habitaciones, a mi mujer se le ocurrió que de paso cambiaríamos el baño y lo haríamos todo nuevo, me esperaba una temporada de reformas, luego subimos al sexto piso donde vivía un chico joven que era carpintero y nos haría los armarios empotrados, acababa de ser padre y su mujer nos recibió con el niño en brazos, le estaba dando de mamar y yo me acordé de Corina.
                                      Las cosas ya estaban encarriladas y parecía que iba a ser breve, queríamos tener todo dispuesto para cuando vinieran, hablamos con ellos por Skipe, aquella imagen no era ni parecido a lo que habíamos visto, mi nieto nos reconoció enseguida.  No fue la única vez que abrí el programa, cuando se iba mi mujer al mercado y calculaba el horario argentino llamaba a Corina, ella estaba en la cama aún pero se destapaba para que la viera, no llevaba nada, yo le correspondía enseñándole cómo me ponía la polla y terminábamos masturbándonos juntos, luego la dejaba seguir durmiendo.
                                      Cuando tuve mi coche decidí acercarme a casa de la hermana de la panadera Amparo, vivían a 25 Km. en Sagunto un pueblo milenario con mucha historia, les llamé y cuando llegué estaba su marido, me interesaba que estuvieran los dos para entregarles los regalos, me abrió Pepe el marido y la primera impresión ya no me gustó, vestía un poco descuidado y conociendo la mala pasada que le había hecho a Amparo me alegré que la hubiera dejado, detrás de él asomó María la hermana de Amparo ésta sí que me causó muy buena impresión era muy guapa, aún los años no le habían quitado demasiada hermosura, además era exactamente igual que su sobrina Pepita, me hicieron pasar al salón y me presenté, se alegraron mucho de saber que había estado con Amparo, él un poco menos pero cuando le entregué su regalo se alegró por él detalle, no sabía lo que era el mate pero con la ilustración que me había dado mi amigo argentino se quedó contento, luego le saqué el estuche, al abrirlo se quedó extrañado y luego al ver la foto de su “sobrina” Pepita le cambió el color de la cara, vio la maraña de vello del pubis de Pepita, aunque no le dije de donde era y menos que se lo había cortado yo se puso nervioso y con la excusa de que había quedado con unos amigos en el bar para jugar al dominó se esfumó con mala cara.
                                      Su mujer en cambio se puso a llorar, me pidió disculpas de los malos modos de su marido pero me hizo sentar en el sofá, abrió la caja y sacó el vello, no hizo falta decirle de donde era, ella lo tocaba y se lo pasaba la mejilla, sabía que era del coño de su sobrina pero era más que eso, significaba que su sobrina Pepita era ya una mujer, si me lo hubiera preguntado a mí se lo habría confirmado y la foto que le había mandado le demostraba que tenía exactamente su cara de joven.  María me contó entre sollozos lo arrepentida que estaba de lo mal que se había portado con su hermana Amparo, sabía que era muy estricta con Pepe su novio y no le dejaba llegar más que a las caricias, a ella le encantaba la osadía de Pepe, por aquel entonces era un galán atrevido y le gustaban las insinuaciones que siempre le hacía, él un día harto de que Amparo lo frenara intentó con la joven María lo que no le dejaba Amparo y lo consiguió, se acostó con él y follaron sin miedo pero él seguía intentándolo con Amparo hasta que por fin lo logró prometiéndole cosas que luego no fueron verdad.
                                      El caso es que a la primera y única vez que follaron Amparo se quedó embarazada y ante la negativa de Pepe no se lo dijo a nadie, para más desgracia el día que fue a casa de Pepe para anunciárselo con alegría María estaba con él en la cama y apareció en el preciso momento que Pepe se negaba a reconocerlo, ahora estaba muy arrepentida y lloraba, Pepe no había salido como ella esperaba, una vez conseguido se casó con él, la facilidad que tuvo Amparo en preñarse no la tuvo ella y aunque lo intentaron mucho tiempo no tuvieron suerte, ella tenía problemas y no tuvo hijos, Pepe dejó de interesarse por ella y ahora sus amigos y posiblemente alguien más ocupaban su tiempo.
                                      María lloraba, por sus ojos almendrados caían torrentes de lagrimas, se me abrazó en un movimiento reflejo buscando apoyo moral, le sequé sus lagrimas con mi mejilla primero y luego con mis labios, rocé los suyos pero me esquivó, su cuello blanco era una tentación y recordé lo que me había dicho Amparo, una serie de besos suaves recorrió su cuello, cuando llegué a medio hombro María ya me abrazaba con fuerza apretándose contra mí, entonces era ella la que buscaba mi boca, no le hice esperar y la besé, con una mano me cogió la mía y se la llevó al corazón y le dije.

María, tu corazón late igual que el de tu hermana y el de Pepita.

 
                                       La mano que me había dejado debajo de su pecho izquierdo me la llevó sobre todo el pecho entero, me demostró el efecto que le había dado mi información por la dureza de su pezón, mis besos se ampliaron a todo su cuello, ella giraba la cabeza para que siguiera besándole y poco a poco fue abriendo su camisa, las tetas fueron apareciendo, las tenía como recordaba las de su sobrina, bajó el tirante del sujetador y ella misma sacó de la copa su teta blanca, me la ofreció y se la acepté, sus manos fueron buscando frenéticamente mi entrepierna, haría mucho tiempo que debía estar abandonada de sexo porque no acertaba a abrir la bragueta, tuve que hacerlo yo pero le di la satisfacción de dejarle descubrir a ella lo que buscaba, de un tirón me bajó el bóxer y mi polla saltó frente a su cara, la miró como si fuera nuevo para ella, le retiró la piel y admiró la redondez de mi capullo, estaba brillante y la hipnotizó, abrió la boca sin decir nada y se lo tragó entero.
                                      María me demostró que era hermana y tía de las mujeres que traté en la panadería, me estuvo chupando la polla como si se fuera a acabar y a la vez se iba quitando la ropa, el sujetador lo quitó a estirones y la falda ni se la desabrochó, le pedí quitarle yo las bragas, para ella fue un halago algo que hacía mucho tiempo su marido, también Pepe como yo no le había pedido.  Se las quité lentamente descubriendo la mata de pelo que cubría su pubis, era ensortijado igual que el de Pepita, le pedí unas tijeras y me miró extrañada, de un cajón sacó unas de hacer la manicura y me las dio, le corte casi de raíz toda la melena que cubría su coño y lo fui dejando dentro del estuche junto al de su sobrina, no se notaba la diferencia, cuando estaba pelado le di un par de besos y ella entendió que quería comerle el coño, para ella eso era lo máximo y abrió las piernas como las hojas de un periódico, la polla se me puso más dura al saber que hacía mucho tiempo que Pepe no la tocaba y le chupé el clítoris a la vez que María chillaba tapándose la boca, me cogió la cabeza y se la apretó contra su coño, un río de jugos empezó a salir y cuando me soltó para que respirara le dije.

María es una pena desperdiciar esta maravilla, ¿me permites que te meta mi polla?
¡Por Dios…. creí que no me lo ibas a pedir nunca, lléname con ella, soy toda tuya!

                                      Le metí la polla de tres empujones, en el primero abrió los ojos asustada, ya no recordaba el diámetro de la polla de su Pepe y el Pepe que le estaba entrando era de bastante mayor calibre, al segundo empujón cerró los ojos concentrándose y resignándose a lo que le faltaba y al tercero abrió la boca como si le faltara aire pero suspiró aliviada, acababa de notar mi capullo empujándole el útero hacia adentro y mis huevos pegados a su culo.

¡Aaaah!  Pepe que gusto, muévete por favor, muévete y no pares aunque grite.

 
                                      Lo hice lentamente y no tardó nada en correrse, estaba tan concentrada en las sensaciones que no llegué a acariciarle las tetas ni el clítoris, sólo con el roce de mi polla en su vagina tuvo bastante, se abrazó a mí.

No pares Pepe, sigue entrando más fuerte ahora, quiero correrme otra vez y esta vez que me suba al cielo.

                                      Me aferré a sus caderas y me clavé hasta el fondo de una sola vez, ella gimió pero sonrió mordiéndose el labio, me moví como un loco, pretendía que ella se rindiera pero no lo conseguí cada vez me pedía más y más y yo se lo daba, por fin tuvo lo que quería se corrió en un ataque de espasmos que me zarandeaba en su interior, cuando se calmó me preguntó con cierta inocencia.

Gracias Pepe pero ¿tú no te has corrido?
No, he preferido mirarte, ha sido una gozada ver cómo gozabas con este orgasmo, te corres como tu hermana y como tu sobrina.
No me digas eso, ¿te has follado a las dos?
María no, yo no follo a nadie, si lo hago lo hacemos los dos juntos.
Eres un cielo Pepe, pídeme lo que quieras.
No te pediría nada, me has dado mucho gusto pero… para ser justo quisiera que fueras igual que tu familia.
Y a mí también, ¿qué te falta?

                                      No le dije nada, le di la vuelta y le puse de rodillas sobre el asiento del sofá y la cabeza agachada.  Ella cuando se percató de lo que pretendía se levantó enseguida.

A no, eso sí que no, no se lo he consentido a nadie, ni a Pepe cuando era novio de Amparo y menos cuando nos casamos.
Precisamente por eso, creo que soy yo quien se lo merece, tú hermana y Pepita me lo regalaron con agrado, no creo que tú querrás ser menos.
Mmm.  Me parece que tienes experiencia…  no sé, espera un momento.

 
                                      Se levantó y trajo un tarro de crema de las manos.

Por lo menos házmelo sin mucho dolor.
Ni te enterarás pero sigue mis consejos.

                                      Tengo que reconocer que María le puso voluntad, la unté con crema y le dilaté el culo con todos los dedos posibles, según iba aumentando el número le dejaba relajarse y le metía la polla en el coño para que calculara lo que le venía por detrás, cuando le apoyé en el culo mi capullo, le dije que respirara y aguantara el aire, empujé y se aplastó el capullo, el esfínter resistió hasta que la crema ayudó a mi deformado glande y se hundió en ella, un largo suspiro se le escapó.

Gracias Pepe, la verdad es que lo estaba esperando, sabía que alguna vez encontraría a alguien que mereciera meterme la polla en mi culo y ese has sido tú.

 
                                      Ya no esperé, la follé sin parar aunque me gritaba que tuviera cuidado y me corrí pegándome a ella desde afuera hasta el fondo de una tacada, se estuvo quieta mientras la llenaba de leche, notaba como le inyectaba sacudida tras sacudida.

¿Por curiosidad como me ha quedado el culo?
De maravilla, como un pozo sin fondo pero no te preocupes ahora ya puedes dejar a tu marido meterla, igual te lo vuelves a conquistar.
¡Una mierda!  Ese no me va a ver el culo en su… vida.
No te pongas así, ten paciencia.
No te preocupes ahora ya he probado lo que es joder, estoy bien follada gracias a ti y no me hace falta mi marido para nada, contigo me he corrido a gusto, ahora serán mis dedos o lo que encuentre.
Me alegro que te lo tomes así, yo ya he cumplido el encargo.
Y muy bien cumplido pero dime, ¿podríamos vernos otro día?
No, lo siento María, estás muy buena y eres muy guapa pero yo tengo mi mujer, mi vida y mi familia y no quiero estropearlo.
Gracias de todas formas, por lo menos lo he intentado.

                                      Cuando llegué a casa mi mujer estaba hablando con Argentina, y estaba llorando, me asusté pero vi que lloraba de alegría, le habían contado que la venida sería antes de lo pensado en un principio, le dije a mi hijo que mirara en Internet una sillita del coche para el niño y que la enviaran a mi casa y que mi coche estaba a su disposición, el me lo agradeció mucho y me contó que ya había contratado una plaza de garaje para el suyo por muy buen precio.  Corina se había puesto bellísima y el pequeño Javi estaba de lo más cariñoso tocando la pantalla queriéndonos alcanzar.
                                      En pocos días frenéticos acabamos de pintar, poner cortinas y los muebles, mi mujer había corrido la voz y los viejos los había repartido por el vecindario, lo poco que quedaba de mi hijo de soltero lo metimos en cajas de cartón para que decidiera él.
                                      En la sala de Llegadas del aeropuerto esperábamos impacientes, por el cristal del piso donde estaba la cafetería vimos aterrizar el avión en el que venían Javier y la familia, la espera se hizo interminable hasta que vimos como Corina llevando a Javi en brazos salía por la puerta seguida de Javier con un carrito lleno de maletas, Concha cogió al niño enseguida que se abalanzó sobre ella y yo besé a Corina, pese a la fatiga del viaje estaba hermosa, muy hermosa, mi hijo me dio un abrazo que casi me rompe.
                                      Cuando llegamos a casa se la enseñamos, Javier apenas la recordaba ya y a Corina le gustó, extrañaba el barrio y los alrededores pero eso era cuestión de tiempo, era muy abierta y seguro que los vecinos los acogerían como ellos a nosotros.
                                      Cuando ya dejaron el equipaje en el suelo mi mujer se quedó helada mirando a Corina, la chica estaba sonriendo resplandeciente, yo estaba orgulloso de que no se sintiera extraña pero Concha con la boca abierta le dijo.

¡CORINA!… ¡TÚ ESTÁS EMBARAZADA!

                                      Yo me cogí a la silla que tenía detrás y me dejé caer, mi hijo tenía una sonrisa de oreja a oreja y Corina sonreía feliz, no sé porqué  pero las mujeres tienen un sexto sentido que notan enseguida el embarazo de otra mujer, como confirmación oficial Corina le cogió la cara a Javier y le dio un beso en la boca de agradecimiento.

¿Pepe, es que no te alegras?
¡Cómo no, es solo que me he quedado sorprendido, muy sorprendido con la noticia!
Pues es normal, los dos son jóvenes y hacen méritos para que se quede, ¿no Corina?
Si Elena, bastantes meritos.
Ahora aquí ya soy Concha otra vez… y ¿ya sabéis si es chico o chica?
Todavía es pronto pero nos es igual, chico o chica…
¿Ya habéis pensado cómo se llamarán?
Si es chica le llamaremos Concha, mejor pensado le llamaremos Elena porque concha allí suena mal.
¿Y si es chico?
Si es chico no hay duda ¡se llamará Pepe!

                                      Me subió un acaloro a la cara y el corazón se me puso a mil, si no me daba un infarto ahora ya estaba seguro que no me daría nunca, mi corazón estaba dividido, a mi me habría gustado que fuera chica y sobre todo que se pareciera a su madre y si pudiera ser más guapa todavía pero si fuera chico que no se pareciera a su abuelo… aunque mi hijo se me parecía mucho, mi cabeza ya pensaba de todo y la sonrisa de Corina no me despejaba las dudas, estaba muy cariñosa con mi hijo pero… y si…
FIN DE LA SERIE,
 
Espero que les haya gustado, si es así coméntenlo y valoren por favor.

4 comentarios - Viaje de un jubilado a La Argentina (51) FINAL

viejopna1949
largo el relato pero muy bueno,te felicito y agradesco que lo compartieras
TUT3LOKO
Excelente serie. Espero la proxima cn bastante ansias. +10
Sanmartinense
Para un libro o una película, muy buena la historia de Pepe
6gato7
seria bueno saber como sera la vida de pepe ahora que sera papa, jajaja, muy bueno, felicidades