Del Glory Hole, a la gloria total!

Lo que voy a contar hoy está ceñido directamente con lo ocurrido, y por eso es que no abundaré en detalles ni en descripciones innecesarias.
No voy a contar cómo la conocí a ella, ni cuando fue que al fin concretamos su fantasía. 
Lo único que voy a decir es que el destino tiene esas curiosidades: su deseo más íntimo coincidía con el mío.
Siempre me gustó organizar eventos. Y este iba a ser muy especial.
Mi equipo, le dije, ya está listo. Ella no sabía que “mi equipo” eran mis socios, y que yo no les había dado demasiados detalles de lo que finalmente ocurrió el viernes por la noche. Ellos confían en mis sorpresas.
Acondicioné un cuarto del estudio. Para eso, tuve que llevar a un carpintero para que pusiera una especie de “falsa pared” con una abertura para que pudieran pasar los caballeros y quedarse detrás de ella. No le dí demasiadas instrucciones, excepto en los tres agujeros de unos diez centímetros de diámetro que debían estar alineados a la altura de mi cintura. 
Con el muro listo, los convoqué y cuando sonó el timbre les di lo que, digamos, era el libreto.
Ella llegó vestida muy sensual: una remera ajustada, sin corpiño y una pollera cortita, bastante suelta. 
En las charlas previas -por razones obvias, la llamaremos “A”- estaba convencida de lo que quería hacer, pero al llegar, temblaba como una hoja. Así que la tomé por la cintura, y le di un beso profundo en la boca, para que sintiera mi lengua dentro suyo. La apreté en un fuerte abrazo, con tres objetivos certeros: que perdiera el miedo, que empezara a encenderse y que no se echara para atrás, después de tanto trabajo.
“A” se dejó llevar por mis manos y por mi beso, y en silencio entró al cuarto vacío, vio las dos sillas, y la pared con los tres agujeros. 
-¿Y vos?, me dijo
-Yo me reservo para el final. Por lo pronto, sólo miro. Veremos qué ocurre más tarde. Ahora, sólo déjate llevar, y disfrutá de tu “glory-hole” exclusivo.
Di mis tres golpes de palmas, que era la señal preestablecida, y tres pijas asomaron por los agujeros de la pared.
La joven morocha me miró como pidiéndome permiso. Yo le susurré que disfrute del juego, sabiendo que nada de lo que dijera iba a detenerla. Tenía una mirada brillante, asesina. Era su momento.
Envolvió con sus labios el miembro que tenía delante suyo, el del medio, mientras con sus dos manos acariciaba los otros dos instrumentos. Era como una niña hambrienta, con sus juguetes nuevos, y empezó a besar con dedicación a su primer esclavo.
Las caricias y los besos lograron tres fabulosas erecciones, que “A” disfrutó con maestría. Chupaba, besaba, succionaba, mordisqueaba, con ritmo cadenciosamente, sin prisas, saboreando a sus tres ejemplares de hombres que tenía a su merced.
Sonreí con malicia por haberle puesto el sillón de escritorio: ella estaba cómodamente sentada, haciendo su “barrido” de aquí para allá: tenía una primera misión que era mantener las tres pijas erectas. Y tenía un deseo. Quería la leche de esos tres hombres en su cara.
Se dio cuenta de que debía esmerarse más, por lo que empezó a demorarse un poco más en cada uno de sus víctimas. Y empezó a mamar con fuerza, con ritmo, la que le pareció más hermosa: un hermoso miembro masculino, que por el calor de su boca, mostraba su punta morada, y las venas gruesas. Se animó un poco más, cuando sintió que detrás de la pared lograba arrancarle gemidos, cada vez que embestía con su boca, y dejaba que esa pija se hundiera en su garganta.
Yo disfrutaba del espectáculo sentado en mi silla. Gozaba con los sonidos, con la energía de esta morocha, sabía que su cuerpo estaba ardiendo, y voy a confesarlo, también disfruté mucho cuando se paró y se puso en cuclillas para terminar con la primera de sus faenas. 
La pendeja chupaba pija, y dejaba su culo en pompa, y pude ver ese culo redondo, firme, y la tanga bien metida en el orto.
Cuando estaba promediando la segunda chupada de pija, inesperadamente la soltó. Y me miró con cara de desesperada, diciéndome “quiero coger”.
Yo solo levanté las cejas, indicándole que hiciera lo que quisiera.
Fue suficiente como para que dejara abandonados a sus esclavos, y se subiera arriba mío y se clavara mi pija en su concha que chorreaba humedad.
-partime al medio, hijo de puta perverso mirón… haceme acabar por favor, dijo, en medio de gemidos, y contoneos. 
No tuve que hacer nada. Un orgasmo intenso y largo le recorrió todo el cuerpo y se dejó caer en el suelo. 
No había percatado por entonces que mis muchachos estaban rodeándola, y empezaron a decirle que no se acobardara, que tenía mucho trabajo por hacer, y se arrodillaron frente a ella, y les ofrecieron sus miembros, todavía erectos, deseosos de darle la ofrenda que merecía.
Mientras tanto, me dediqué con mucha suavidad, a acariciar sus muslos, mirando como volvía a chupar pijas, ya sin muros de por medio, y vi que no era suficiente para aplacar las ansias de esta jovencita, que gozaba de cuatro pijas a su disposición.
Me recosté en el suelo. La subí arriba mío, boca arriba, para que siguiera con sus menesteres. Y le clavé mi pija en el culo. Uno de mis socios aprovechó que la tenía servida, y la penetró por delante, mientras “A”, lejos de acobardarse, chupaba las dos pijas sabrosas, al unísono, una y otro, aferradas a ella, con la boca o con la mano.
Lo que había empezado como un “glory-hole”, se había convertido en la Gloria Total: cuatro hombres satisfaciendo a una hembra en celo, que estaba siendo triplemente penetrada, en todos sus orificios.
Uno de los muchachos no pudo soportar más la boca de “A” y le acabó en la cara. Esa fue la señal que desató un vendaval de orgasmos y leches. 
Los gritos de placer de “A”, sus contorsiones, y sus espasmos provocaron en mí una acabada que no pude contener, y que terminó embadurnando el culo de la señorita. Apenas me salí de su interior, mi socio le derramó toda su leche en el vientre, y el último de los muchachos dejó su ofrenda sobre los generosos pechos de la joven morochita.
Es realmente una pena no poder describir los olores de las cinco personas que participamos del juego del viernes por la tarde, pero yo creo que van a poder imaginárselos sin problema: cinco cuerpos sudados, ardiendo, exhaustos, radiantes. 
Uno por uno, fue despidiéndose con besos ardorosos de la joven, que por fin, pudo cumplir con su fantasía.







Del Glory Hole, a la gloria total!

7 comentarios - Del Glory Hole, a la gloria total!

Pervberto +1
Magnñifica la experiencia, excelente el relato.
Pervberto +1
Es una maravilla. Lo releí ahora y cada vez me gusta más. ¿ya no frecuenta la intimidad de esa muy satisfecha señora?
VoyeaurXVII +1
si presta atención, anda por este barrio... es una señorita muy joven, llena de fantasías -y ganas de concretarlas!-
Pervberto +1
¡Maravilloso! Tendré que estar alerta.
profezonasur
Comparto la opinión de mi amigo Pervberto.
VoyeaurXVII
se le agradece, profesor!
SweetDragonfly_ +1
Que seria de la vida sin esos besos que tranquilizan nervios y temblorosos cuerpos, no?

Tan genial como siempre ! 👏
VoyeaurXVII
raros esos besos que curan temblores...
SweetDragonfly_ +1
@VoyeaurXVII existen, aunque ud no lo crea.. y son de los mejores!
falana76 +2
yo quierooooo!!
VoyeaurXVII
si nos organizamos... podemos darle el gusto a @falana76
dejarla satisfecha y cumplir el sueño de tenerla...
TiziOeste666 +1
@VoyeaurXVII tmn quiero
andomoron +2
@TiziOeste666 ya te vamos a conseguir un buen negro
PicoCaballito +2
Hola soy Nadia, me gustó mucho tu relato. Me dejaste una buena idea para concretar si me animo.
PicoCaballito +1
@VoyeaurXVII mínimo
VoyeaurXVII
con poder cumplir el sueño del mirón, y ver gozar en semejante espectáculo a Nadia... me es suficiente @PicoCaballito

(cuenten conmigo para armarlo)
andomoron +1
Cual es tu idea?