Viajé de un jubilado a la argentina 22

                         A mi hijo le habían salido las cosas muy bien, la zona de Mendoza es muy importante para todo, la economía y la expansión de negocios y cultura demostró que el internet interesa que llegue con toda su potencia, en un momento que estuvimos a solas Javier me había dicho.
La idea de colocar el repetidor y la publicidad en el hotel ha sido una idea genial, me apunté el punto aunque no creo que te sepa mal, voy a hacer algo grande allí, espero que estés contento.
                                                 Ya me imaginaba yo a Rosario, agobiada por albañiles, pintores y decoradores, saliendo en los periódicos de más tirada y preparando la reapertura, también pensaba en Susa, seguramente pensaría independizarse del negocio y ofrecer una flota nueva de coches “ranita”, ella era el alma del negocio y era su oportunidad. En una cosa no pensé y era en el marido de Rosario, ese era un lastre que podía tener varias vertientes o vivir a lo grande gastando el dinero que ganaran sin preocuparse de nada o fiscalizar a la pobre chica intentando quedarse con el negocio para luego jugárselo al póker, me tuvo preocupado dos días, hasta que ojeando el periódico en las noticias con un breve comentario en sucesos decían que en Mendoza un “respetado”empresario de la hostelería había sido encontrado muerto en un callejón, todo hacía indicar que era un problema de ajuste de cuentas por temas del juego, aunque decía el nombre, yo nunca había oído cómo se llamaba pero la foto con el parche en la nariz no me dejó dudas, en otro periódico pusieron simplemente la foto de la fachada del hotel, no debí hacerlo pero me alegré por Rosario.
                                                 Le di un abrazo a Javier, yo no estaba muy convencido que tomara en serio mis palabras, creí que lo dijo para quedar bien pero cuando se dirigió a Susa directamente ya vi que tenía otros intereses añadidos, no me importó demasiado, la chica ya me conocía a mí y confiaba en su amiga y en el viejito de su huésped.
                                                 Ya parecía que en casa los nubarrones habían pasado, las mujeres estaban contentas y nosotros también, se notaba en el ambiente las ganas de todos en hacer borrón y cuenta nueva, incluso mi hijo estaba más pendiente de su hijo de lo normal, parecía que quería enmendar errores.
                                                 A Corina se le notaba melosa con su marido, todo eran caricias y sobeos y más de una vez descubrí a Javier subir una mano por debajo de la falda de su mujer, sin que ella se quejara lo más mínimo, Elena era más comedida, estaba cariñosa pero más formal, cuando nos acostamos, quiso volver a las “viejas”costumbres de cruzar las piernas y mantener largas charlas mientras hacíamos el amor pero yo quería redimirme y olvidar todo lo pasado, bueno todo no, me gustaba la parte donde Elena se había desmelenado y había hecho el sexo de lo más atrevido por eso cuando quiso ponerse en la postura habitual, le besé y después me volví, me levanté y ella se quedó decepcionada ¿ni eso quería? 
                                                 Me fui al cuarto de baño, saqué el pastillero y me tragué otra pastilla azul, no quería que Elena fuese menos que Corina y apagando la luz volví a la cama, cuando mi mujer notó que estaba totalmente desnudo y con la polla como un poste me abrazó y se olvidó de charlas, fue directa a la barra de carne y la besó y la lamió dejándola más pelada que un calabacín, se quedó parada un momento, debía haber pensado que volverían los fantasmas a mi mente si se comportaba tan fogosa pero la tranquilicé.
Olvídate de todo Concha y vamos a disfrutar sólo de lo bueno.
                                                 Se abalanzó sobre mí y me llenó la cara de tetas, mis labios no podían absorber tanto pezón mientras ella se mojaba con saliva la entrada de la vagina y se incrustaba la polla, estuvo saltando sobre ella, hacía remolinos con la polla adentro y se cambiaba dándome la espalda, para que yo le acariciara las tetas por detrás, sin tabúes ni frenos se corrió las veces que quiso, no esperaba a llegar al máximo de placer, se corría cuando ya le parecía bastante y buscaba otro orgasmo, atendió todos mis caprichos, muchos de ellos ya no los recordaba, eran de cuando éramos jóvenes y me hizo volar entre nubes, me corrí varias veces con mi polla “trucada”, no había forma de bajarla y ella quería tenerla así siempre, al final tuvimos que desistir y dejarlo, ya era de madrugada y la polla seguía tan dura como al principio.
                                                 Concha se durmió enseguida agotada, le dolían las caderas y los riñones de tanto agitarlos, en cambio yo no podía conciliar el sueño, al principio pensé en todo lo que había pasado, también pensé en el viaje a Mendoza así recordé hasta el día que vinimos, ya no sabía en qué entretener mi cabeza para poder dormirme, a las siete de la mañana mi mujer se volvió hacia mí y me besó.
Buenos días amor… ¿cómo has dormido?
Pues aún no he podido dormirme.
¿Y por qué, si estábamos rendidos?
Quizás sea por esto…
                                                 Aparté la sábana y le enseñé la polla, estaba hinchada y tan morada que parecía una berenjena, Elena se sentó de golpe en la cama y me dijo.
Pepe eso no es normal, nunca te había visto así.
Me siento mal, me duele, tengo la piel que me va a estallar.
                                                 Elena se levantó corriendo y entró en la habitación de Javier, sólo se notaba un bulto, bajo la sábana se notaba a Javier que estaba encima de Corina moviendo el culo rítmicamente.
Mamá por favor, que estamos…
Ya lo veo Javier pero es que tu padre se ha puesto muy mal, debería verlo un médico.
Voy enseguida.
                                                 Javier entró en mi habitación pensando que me había dado un infarto o algo así pero cuando Elena levantó la sábana se quedó helado, detrás de él Corina también había acudido alarmada.
Lo siento, no quería mirar pero eso no es normal, llévalo urgente al hospital Javier.
                                                 Entre todos me mal vistieron y me metieron en el coche, el hospital estaba cerca y entramos por Urgencias, cuando preguntaron que padecía ninguno sabía que decir, por todas palabras Javier me abrió el pantalón y la doctora que estaba de guardia simplemente dijo.
Priapismo agudo… ¡urgente a la sala de urología!
                                                 A partir de ahí se quedaron afuera y entró mi hijo para entenderse mejor con los doctores, sólo recuerdo las luces del pasillo pasando a toda velocidad sobre mi camilla, en un momento estaba en la sala sin ropa, me habían puesto un camisón ridículo y estaba rodeado de médicos y enfermeras.
Desde cuando le ha pasado esto.
Desde anoche.
¿Le había pasado alguna otra vez?
No, nunca.
Qué raro, y tan exagerado, muy raro ¿generalmente tiene erecciones normales?
Si, para mi edad sí, claro.
Es que si no lo veo no lo creo, que pene… está deforme.
                                                 Yo no veía nada, sólo la punta del capullo que sobresalía como una pelota de tenis del tronco también hinchado casi negro y con la piel tirante hasta casi reventar.
¿Padece usted de alguna enfermedad crónica?
Bueno… lo normal, algo de colesterol, hipertensión pero poco de todo.
Y.. ¿no se habrá tomado usted nada, verdad?
No, yo no bebo ni fumo.
No, me refiero a alguna pastilla para…
No sé a qué se refiere…
A alguna pastillita de esas azules…
¡Ah! no…
Uff, menos mal…
Perdone no me he tomado una, me he tomado dos.
¿DOS? ¿Ha dicho dos? Pero usted no está bien de la cabeza, podía haber tenido un problema irreversible, habrá que bajar esa erección como sea.
                                                 Rápidamente se movieron todos y me pusieron un gotero en el brazo.
Ahora lo tendremos en observación esta noche y mañana lo subiremos a planta si está mejor.
                                                 No dije nada ni opiné, mi hijo esperaba afuera nervioso y cuando la médica le dio el informe daba puñetazos en la pared.
Papá, ¿qué has hecho? Eso es peligroso, si ya sé que la ocasión lo requería Mendoza y todo eso, que barbaridad.
                                                 Ya más tranquilos se fueron todos a casa yo me quedé en cuidados intensivos, me pusieron un armazón como los que colocan a los que se rompen una pierna para que no le roce, la polla vertical me sobresalía por debajo del camisón.
                                                 De vez en cuando se me acercaba alguna enfermera y levantaba la sábana y miraba, aunque hacía un gesto de profesional los ojos se le abrían como faros de coche y siempre murmuraban.
Madre mía que pene, que barbaridad.
                                                 Yo creo que pasaron todas las médicas y enfermeras de los dos turnos, a veces se juntaban dos o tres a la vez opinando cada vez, alguna en plan jocoso,
Quien lo pudiera tener, debe ser una delicia.
Yo no me atrevería con eso.
Yo sí, aunque me partiera en dos.
                                                 Por la mañana nuevamente la médica vino a visitarme, ella misma me cogió la polla y la estuvo apretando, ya no estaba tan tirante aunque estaba el doble de su natural grosor.
Señor Pepe esto va mejor, aún tiene el pene demasiado hinchado pero poco a poco irá bajando, le vamos a subir a planta y le tendremos en observación.
                                                 Mi hijo vino temprano y le dijeron que no había cuidado, ahora simplemente era esperar a que la hinchazón remitiera y que realmente no hacía falta que se quedara nadie cuidándome fuera las horas de visitas porque ya había pasado la gravedad.
                                                 Elena vino a verme a la hora de visita y estuvo conmigo lamentando mi “travesura”, le dije que lo había hecho para impresionarla, ella me lo recriminó, con lo que tenía normalmente ya se conformaba, no le dije que una de las pastillas se la había dedicado a Corina. Mi nuera me mando recuerdos y ánimos pues no podía venir por el niño pero se lo agradecí igual.
                                                 Cuando se apagaron las luces yo estaba despierto todavía, tenía ganas de dormir después de la noche y el día pasado, estaba sólo en la habitación y la polla había bajado algo aunque era bastante más grande de lo habitual, de vez en cuando notaba cómo me levantaban la sábana y “admiraban” mi polla con comentarios al uso.
                                                 Casi todas las enfermeras y médicas que se pasaban (se había corrido la voz) no resistían la tentación de tocarla, unas la apretaban simplemente otras hacían como si la pajearan, otras ponían el antebrazo para comentarlo con las demás, ya a media noche por enésima vez sentí como la sábana subía otra vez, abrí un poco el ojo harto ya de tanta “revisión” eran dos enfermeras pero una iba vestida diferente.
¿Está segura de que quiere verla?
Claro mujer.
Mire Sor Encarnación… que usted es de pediatría y no debería estar aquí.
Ya lo sé pero hágame ese favor, sólo verla.
Bueno pero ya sabe, ni una palabra a nadie.
De eso puede estar segura.
Mire usted misma.
                                                 A la tenue luz que entraba por la ventana y la luz piloto que estaba cerca miró, casi metió la cabeza y exclamó.
Dios mío que maravilla, que pene, ¿dije pene?, ¡qué pija!
¿Qué le parece hermana? De esas verá pocas ¿eh?
No había visto ninguna como ésta bueno… ni otras. ¿Pero puedo pedirle un favor?
A ver… ¿qué favor?
Déjeme tocarla, debe ser una sensación …
Me está comprometiendo… pero sólo un poco y ya.
                                                 La sor pasó la mano con toda delicadeza, yo miraba con los ojos entornados como si estuviera durmiendo pero la enfermera vio que parpadeaba y me sonrió, la monja enfermera seguía pasando la mano recorriendo todo el perímetro de mi falo, el capullo lo tocaba como adorándolo y el tronco lo recorría apreciando las venas hinchadas, a los huevos los palpaba notando el testículo dentro de la bolsa del escroto.
Se lo ruego déjeme sentirla, es una ocasión única además del tamaño gigante.
¿Qué quiere decir Sor?
Pues… no sé cómo decírselo, para mí es muy importante estar tan cerca de algo así.
Pero ya lo ha tocado, no sé qué más quiere.
Usted es mujer, yo también, para usted es mucho más fácil tener algo así.
Pero usted ha hecho el voto de castidad…
Claro y lo mantengo, soy virgen y lo seguiré siendo.
Pues no lo entiendo.
El himen no lo he roto pero se pueden hacer otras cosas.
Usted sabrá pero dese prisa, ya estuvimos mucho tiempo aquí.
Vale pero, por favor, manténgame el secreto, ya sabe el escándalo que habría.
                                                 La enfermera me miró, yo la miraba preguntándole lo que quería la monja, ni ella lo sabía pero cuando se subió a la cama sobre mi y se levantó el hábito enseñando las medias opacas me temí lo peor, la enfermera sacó del cajón de la mesita un tubo de crema hidratante y rápidamente me untó la polla, me puso una capa cubriendo todo el miembro, la monja se mojó con un poco de crema también, noté cómo ponía la polla en la entrada de la vagina y la metía sólo un centímetro, creí que ese era su límite pero en un arranque la cambió a su culo y se dejó caer, no gritó, sólo sopló mientras que la otra enfermera observaba cómo el glande se aplastaba contra el culo de la monja, cogió aire dos veces y a la tercera se dejó caer otro poco y el glande entró no sin dificultad.
Vamos Sor Encarnación que no tenemos toda la noche.
 
                                                 La monja obedeció y se dejó caer hasta el fondo pese a lo hinchada que todavía estaba, el esfínter tuvo que adaptarse ayudado por la crema y el miembro se metió hasta adentro, se levantó y se sentó varias veces hasta que quiso levantarse pero no podía, tuvo que ayudarle la enfermera cogiéndole las manos, se oyó un ¡plop!, cuando salió de encima y bajó al suelo se estiró y acomodó el hábito, debajo de él se notaba que andaba mal, no podía juntar las piernas pero estaba contenta, todavía se volvió a mí, se besó la mano y me tocó la polla.
Que se cure pronto pero que pueda disfrutar de ella como yo lo he hecho.
                                                 La enfermera me miró y me guiñó un ojo, se inclinó a mi oído y me dijo.
Considérelo como una obra de caridad, ahora a dormir, ya no vendrá nadie.
                                                 Yo se lo agradecí y como estaba inclinada sobre mi rodeé con la mano la teta que tenía más cerca, ella se estuvo quieta hasta que la monja abrió la puerta y salió silenciosamente.
                                                 
                                                 Aún tuve que padecer la revisión de mi polla durante los días que estuve en el hospital, hasta las estudiantes pasaron con la excusa de ver el proceso de curación, poco a poco se quedó en el tamaño normal hasta que se bajó, se doblegó cómo humillada pero contenta por la “guerra” que había presentado, como última comprobación la médica quiso saber si todo estaba en orden y cuando ya tenía la polla desmayada se sentó en mi cama y con otra enfermera al lado cerraron la puerta de la habitación y me descubrieron el pene, con suavidad y paciencia estuvieron masajeándola intentando ponerla erecta otra vez a su punto normal la enfermera fue la que más se aplicó en la tarea pero ni aún así podía ponerse a un nivel que se podía considerar erecta, la misma enfermera sugirió que posiblemente tendrían más éxito si tenía un estímulo y la médica se ofreció acercándose a mí.
                                                 En principio mi mano buscó debajo de la bata blanca y pude encontrar el sujetador de la doctora, la decepción mía fue que por debajo el pecho era tan plano que si no hubiera sido por la ayuda del relleno del sujetador no habría abultado nada, entonces busqué debajo de la bata, entre las piernas de la doctora tuve más fortuna, unas bragas escuetas guardaban un pubis bastante abultado, con vello, no completamente depilado, lo suficiente para que no molestara a los dedos para separar los labios y atrapar al clítoris que rápidamente hizo que las piernas se separaran hasta obligar a despasar los botones que impedían la apertura total de la falda, la médica se inclinó sobre mí en la cama disfrutando mis caricias mientras que la enfermera comprobaba los progresos en mi polla.
                                                 La médica se abrazaba a una de mis piernas apretando su cara contra ella, gimiendo y jadeando se corrió convulsionando contra mí, la enfermera consiguió su objetivo y después de estar pajeándome la polla en su grosor normal hizo que me corriera, le acercó el capullo a la cara de la médica y ella con la lengua iba recogiendo la leche que manaba mansamente. Una vez cumplida la prueba las dos se marcharon y al rato volvió con los papeles del alta, a partir de ahora ya estaba listo para volver a casa. Les llamé por teléfono y tuve que convencer a Elena para que no viniera a por mí, ya tomaría un taxi y llegaría en un momento.
                                                 
                                                 Al llegar a casa mi mujer me abrazó llorando de alegría, Corina esperó para abrazarme también en sus brazos llevaba a Javi, me emocioné mucho, sobre todo por el niño, no se había enterado de nada pero muchas veces había pensado que no volvería a verlo.
                                                 Cuando vino mi hijo celebramos una cena que Corina confeccionó al estilo argentino, hizo unas milanesas que estaban para chuparse los dedos, en la sobremesa me hicieron prometer que no volvería a tomarme ninguna pastilla azul.
                                                 Entre todos me llevaban en volandas. Elena se creía responsable por que yo me había saltado todas las reglas de la prudencia para “celebrar”el tratado de paz y demostrarle hasta que punto estaba enamorado de ella, realmente no me hacía falta nada para eso pues realmente estaba “colado” por mi mujer. Procuraba que no me faltara nada y que estuviera cómodo y descansado en cualquier lugar, le habría contado a gusto que había pasado con éxito el test de calidad para que me dieran el alta.
                                                 Corina también me cuidaba como si fuera otro bebé pero más grande, no me daba teta porque sabía las consecuencias, además también se sentía responsable porque sabía que por muchas vueltas que diera la lavadora a mi no me hacía durar tanto y claramente sabía que había tomado algo para cerrar las “crisis”, procuraba cubrirse el escote cuando se agachaba para evitar malos pensamientos aunque sabía que yo tenía rayos X en la vista y la estaba viendo con zoom y todo, me la sabía de memoria. Notaba que me miraba con disimulo la pernera del pantalón para comprobar si había vuelto a su estado natural, también le habría contado cómo me habían hecho una cura de urgencia una enfermera y otra precisamente novata y con hábito que me había dado el visto bueno aunque se había ido andando escocida.
                                                 Hasta tuve que aguantar las miradas reprobatorias de mi hijo, creía que todo venía de la noche pasada en Mendoza con el par de veinteañeras, al fin decidí salir a la calle a que me diera el aire que tanto presumen de bueno los porteños, me acordaba lo mal que lo había pasado, ahora andando normal ni me notaba lo que llevaba colgando, era una sensación rara debía ser como a las chicas que las operan de las tetas y les ponen dos tallas más.
                                                 Los pasos me llevaron al parque, ya casi lo consideraba mío, bueno compartido con mi amigo el “filósofo”canoso, cuando me vio se levantó con una agilidad inusitada, él que por sus problemas respiratorios se lo pensaba dos veces ahora vino y con cara cómplice me dijo.
Hoy tengo noticias.
Pues yo también.
Las mías seguro que serán mejores.
De eso estoy seguro, primero las buenas.
Anteayer vino a buscarme Magda, me dijo que ya lo tenía todo preparado, incluso había quedado con su hermana, un poco mayor que ella, para que viniera a llevarse a los chicos, está casada pero no tiene hijos y adora a sus sobrino y siempre está esperando que se los deje. Me dijo que fuera por la tarde que su hermana vendría a llevárselos después del colegio, quedamos que iría en calidad de agente de seguros por si me veía algún vecino y se extrañaba, yo tomé una carpeta de cuando hacía unos cursos de Literatura para mayores y la llené de papeles... hasta facturas del gas, de todo había y me fui recién duchado y perfumado, llegué justo cuando salía la hermana con los dos niños, muy simpáticos por cierto. Magda le contó que iba a pedir presupuesto para hacer un seguro de la vivienda y que yo iba a peritar el inmueble y el contenido, yo creo que la hermana no creyó nada de esto pues me hizo una radiografía de arriba abajo que me dejó en pelotas, me gustó la sonrisa socarrona que hizo y aunque asentía como convencida, sabía que el peritaje que le iba a hacer a Magda era completo y minucioso.
Esta chica es extraordinaria, sabe cómo hacer las cosas.
No tienes idea, cuando se fue por fin la hermana con los niños, me enseñó la casa por si acaso y luego me llevó directamente al dormitorio, me quedé asombrado, la mujer había pensado en todo, había preparado la habitación como si fuera la noche de bodas pero lo que más me alucinó es que en una mesita tenía un frasco de Ventolín para los bronquios y pásmate, hasta una botella pequeña de oxígeno con su mascarilla y todo, luego me contó que se la había dejado un antiguo compañero de una ambulancia, a partir de entonces no quiero aburrirte con detalles, jajaja, imagino que tú tendrás idea de lo que pasó, la chica se portó como una dama, fue suave y delicada para que no me fatigara, me hizo sentir todos los placeres con una sutileza casi oriental, yo hice mucho más de lo que me creía capaz y cosa curiosa no necesité ayuda, la mujer gozó como hacía mucho y a mí me hizo volar como una gaviota de cara al viento, no sé a ciencia cierta cuantos orgasmos tuvo o si fue uno muy largo, yo sí que acabé dos veces, ni yo me lo creía pero salí más contento que si me hubiera tocado la lotería, me compré un puro, no me atreví a fumármelo entero pero me supo a gloria, con el mate que me hice después quedé como en el cielo, no sabes lo que te agradezco que me presentaras a esta belleza.
Me alegro mucho, sobre todo por tu resistencia, me tenías preocupado, ahora podrás repetir sin miedo.
Pues… no te digo que no, además he pensado una cosa, cuando salí até cabos y se me ocurrió que su hermana no rechazaría una visita de un amigo de Magda, sea argentino o español, jajaja, tenemos que probar.
Jajaja, te veo eufórico, me alegro.
Si lo hacemos nos procuraremos de pastillas azules…
Noooo, eso no, esa era mi mala noticia, he estado en urgencias en el hospital, por ese motivo abusé de pastillas y casi “palmo” se me puso la pistola como un obús, me la han visto todos, empezando por mi mujer, claro, luego Corina y luego una fila interminable de enfermeras, hasta una monja de pediatría.
¿De pediatría, Y qué tiene que ver una pediatra?
Pues no lo sé pero una monja sí y además lo probó.
¡No seas boludo!, ¿de verdad?
Como te lo cuento.
Jajaja, Pepe eres incorregible, todos pensando que te iba a explotar la pija y una monja te ha calmado de golpe.
Tampoco exageres que se han portado todas muy bien, hasta la médica que me dio el alta después de ver que todo funcionaba correctamente.
¿Qué todo funcionaba correctamente? ¿Es lo que imagino? ¡Qué pedazo de hijo de… tu madre sos Pepe!
                                                 Nos despedimos a carcajada limpia, los dos teníamos motivos para estar contentos, cuando volvía a casa todos me miraban intentando notarme fatigado o algo parecido, al verme tan contento se calmaron y volvieron a funcionar de forma normal, mi mujer estaba contenta había pasado unos días muy preocupada, mucho más que yo (porque apenas me veía la polla que la llevaba tapada) en una ocasión que Elena estaba con el niño en la cuna me crucé con Corina.
Cómo estás Pepe, lo he pasado muy mal.
Me lo imagino, yo también te he echado de menos.
No digas tonterías, mi conchita puede esperar, era por ti, no me habría perdonado causarte ningún daño.
No te preocupes, sólo ha sido un aviso a navegantes, a partir de ahora como siempre hasta donde llegue y si no ¿para qué tengo esta lengua?
Jajaja, Pepe no eres nada serio pero me gusta tu forma de ser, te prometo que esa lengua tendrá trabajo.
Pero sólo en caso de emergencia.
Por supuesto, lo primero es lo primero. ¿Sabes una cosa? Estoy convenciendo a Javier para ir unos días a ver las Cataratas de Iguazú, Elena se merece un respiro después de lo que ha pasado y tú también.
Pero eso está muy lejos y será caro, con lo bien que estamos en casa.
Nada, no se hable más, ya te diré algo, Javier querrá decir que es cosa de él, ya lo conoces.
                                                 Ya no comenté nada ni a Elena pero busqué en internet, con lo curioso que soy no tardé en enterarme de todo, es una maravilla y en la parte argentina se concentran la mayoría de saltos de agua que hay a decenas, el mayor de ellos de 80 metros de altura, lo llamaban Garganta del Diablo, me enteré que estaba en la provincia de Misiones y que era un parque Patrimonio de la Humanidad, no podíamos perdérnoslo, estaba en un sitio curioso, cruce entre varias fronteras o sea que podías pasar de un salto a otro país y a otro, una serie de canoas, caminos y hasta un tren turístico mostraba todo pasando por paisajes selváticos, matizado además con caminos sinuosos de tierra rojiza, eso sí, a las Cataratas había que ir previsto para no mojarse, había una niebla producto de las gotas del salto que mojaba por todos lados.
                                                 Como predijo Corina mi hijo se apuntó el tanto y lo dijo como cosa suya, yo me hice el ignorante y miré a Corina, ella aplaudía cómo todos nosotros y cuando me miró se mordió el labio, la cuenta atrás había comenzado. Javier sólo nos puso la condición que lo haríamos cuando por el trabajo tuviera un hueco, nadie puso objeciones.
                                                 Por la mañana vino Carla, la chica lo primero que hizo fue abrazarme cariñosamente preguntándome cómo estaba, sólo le habían dicho que era una bajada de tensión y mantuve el secreto. Elena y Corina estaban contentas por el afecto que me profesaban todas las personas que me conocían incluso cuando vino Viviana lo agradecieron aunque ante el comentario de que si ya estaba bien para hacerle alguna reparación Corina saltó como un puma.
Mamá, Pepe ha estado verdaderamente mal, no hemos querido alarmarte pero los médicos le han aconsejado reposo y nada de e s f u e r z o s.
 
                                                  Lo dijo deletreando para que no tuviera dudas y su madre que no era tonta comprendió que por ese camino no debía seguir, a quien verdaderamente tenía ganas de ver era a Malena, la chica me había demostrado un gran afecto y me había dado buenos consejos, recordé la propuesta que me había dicho respecto a una “reunión” familiar con su hermana y Marlene su madre, la verdad es que me apetecía muchísimo incluso había pensado en comentárselo a mi amigo del parque para darse un homenaje pero con la estancia en el hospital ya no confiaba en las pastillas y menos en el abuso y tres mujeres como aquellas era un suicidio si no quería quedar mal pero, aún así tenía ganas de hablar con ella para contarle mis cuitas familiares, seguro que a ella le gustaría saber cómo habíamos quedado. 
                                                 La llamé por teléfono y me dijo que no estaba en la ciudad, había salido con un grupo en autobús precisamente a la provincia de Mendoza, le dije que hacía poco que había estado allí y que me habría gustado ir en ese grupo, ella me aseguró que no habría pasado frio ninguna noche, yo estaba seguro de eso y me apetecía mucho pero un poco para salvar mi honra le dije que había pasado una noche que valía por dos, ella lo entendió a la primera.
¿Has dicho con dos, eso suena a que has “apretado” a maduritas empapadas de vino?
Pues no una de 24 y otra de 25 añitos, dos criaturas, ya ves.
No sé porqué te digo nada, no aprenderé nunca con vos, jajaja.
Me habría gustado hablar contigo, sobre el tema que te dije, la familia y demás.
¡Ah! sí… ¿Cómo va la cosa?
Pues ya está todo aclarado aunque me ha costado unos días en el hospital.
¿Qué te ha pasado, estás bien?
Si ya ha pasado todo fue un susto, abusé de las pastillas azules…
¿En serio? Que atrevido, si tu sólo te bastas y te sobras.
Jajaja, eso quisiera yo, estaba sufriendo por no poder hacer la fiesta con tu madre y tu hermana.
¡Ah!, por eso no te preocupes, cuando estés bien ya lo haremos y te aseguro que no te hará falta ayuda de ninguna clase.
¿Tú crees?
Te lo juro, de todas formas podemos ir ensayando tu y yo a solas, jajaja.
Eso me parece bien, jajaja. Chau guapa.
Adiós Pepe. Un beso donde más te duela.
Auggg, jajaja
                                                 Solamente la voz de Malena me levantaba la moral, era la primera persona que había conocido en mi viaje y sin embargo le había cogido un aprecio y una confianza raramente explicable, acababa de colgar el teléfono y siempre me parecía que se me había olvidado contarle algo, no me cansaba de hablar con ella, estuve vagando por las calles que ya me conocía de memoria, me acordé de Cati, ella se alegraría de verme, era una mujer simpática pero yo no tenía ganas de reuniones protocolares, pensé en su hija Olga pero era muy peligrosa, su relación con Viviana era como ponerme bajo las patas del caballo, quizás cuando estuviera más en forma les hiciera una visita, a Magda me habría gustado visitarla, me gustaría oír su versión de la visita del “agente de seguros” le daría las gracias por su dedicación conmigo y mis amigos pero no quería coaccionarla, ella tenía su vida, ahora estaba bastante bien disponía de trabajo, sus hijos estaban bien atendidos y alimentados y eso era lo importante, yo me sentía orgulloso de haber ayudado un poco.
                                                 Sentía la necesidad de relajarme, de quitarme preocupaciones de encima pensando en los “daños colaterales” y sin darme cuenta estaba frente a la casa de Carla, me sorprendí de que mis pies me llevaran sin darles ninguna pista pero mi cerebro era más sensato que yo y sabía lo que me convenía. La muchacha joven, bonita sin ser una belleza una chica normal, a la que yo había abierto a la vida, era una persona que no me pedía nada a cambio, simplemente estaba a gusto conmigo y yo con ella, era como un remanso de paz. No pensé si sería buena hora o si estaría en casa o incluso si sería inoportuno o si no estaba sola, simplemente pulsé el timbre de su casa y por el telefonillo me contestó.
¡Qué alegría, sube Pepe!
                                                 Subí por inercia, evidentemente no esperaba visitas y tampoco estaba acompañada, iba vestida con lo que se podría calificar de saco sin mangas, sólo asomaba la cabeza y los brazos y le llegaba al suelo, incluso lo arrastraba, era de tela fina y al pasar por el trasluz del balcón vi su escueta figura, su pelo castaño apenas lo llevaba recogido en una coleta, no me dijo nada sólo me cogió de la mano y me arrastró a su habitación, el desorden más caótico reinaba por todos lados pero ella apartó un montón de papeles de una silla y me dijo que me sentara a su lado, frente a ella el ordenador del que sólo se veía el teclado y el monitor por debajo de varios papeles recién salidos de la impresora debía estar el ratón, me hizo fijarme en lo que estaba haciendo.
Fíjate Pepe, estoy loca con esto, por fin me han encargado un trabajo en serio, es una serie de presentaciones para un producto nuevo y depende mucho de mí que tenga éxito, me vienes al pelo para darme ideas, estoy bloqueada.
Ya veo, se nota que estás absorta en el trabajo.
¡Ah!, ¿lo dices por el desorden?, perdona, tengo que limpiar esto pero estoy así hace casi una semana, tengo que entregarlo pasado mañana y estoy en blanco.
A ver… ¿Qué es lo que quieres demostrar primero?... ¿Qué es lo primordial para llamar la atención del comprador?, creo que debes hacerte esas preguntas, hacer sentir la necesidad de tener este artículo, hacerlo irresistiblemente necesario comprarlo y explicarlo tan sencillamente y sin grandes tecnicismos, que lo entienda todo el mundo nada más verlo, ¿ves esta frase de aquí?, esa frase te confunde, debes encontrar un slogan para que se quede en la mente.
¡Aaaaah! Ya decía yo que eras mi ángel de la guardia y que vendrías a salvarme.
Jajaja, eres preciosa y encantadora pero ahora a trabajar y sin levantar la cabeza del ordenador, te estaré vigilando.
                                                 La chica se sentó en el suelo, con el teclado entre las piernas cruzadas metida entre los pliegues del maxi vestido o lo que fuera aquello y puso manos a la obra, yo me dediqué a poner un poco de orden, clasifiqué los folios que estaban por todos lados, algunos arrugados por la furia del fracaso y otros aceptables, los fui clasificando y aún estaba con la cabeza pegada al monitor cuando la habitación había cambiado de aspecto totalmente.
                                                 Me senté detrás, dominaba bastante el programa de diseño pero desconocía algunos trucos que yo casi había olvidado ya y se los enseñé, le quité el ratón de la mano y desde atrás de ella fui dando algunas formas, sombreados y tonalidades que hacía más atractivo a la vista el anuncio, cuando estaba retocando detalles su pelo me molestaba en la cara y se lo apartaba para poder ver, ella echó la cabeza hacia atrás sobre mi hombro y me dijo.
Hueles bien, me gusta cómo hueles.
Pues tú no, hueles a tigre.
                                                 Ella se volvió rabiosa con cara de enfadada y salió de la habitación dando un portazo, me senté en el suelo donde ella estaba antes, me costó coger la postura, dudaba que luego pudiera levantarme sin ayuda y seguí retocando cosas. Cuando se volvió abrir la puerta de la habitación lo primero que noté fue el olor a agua de colonia fresca, olía a flores, no quise volverme, para hacerle sufrir pero ella se puso detrás de mí y me abrazó.
¿Qué te parece cómo huelo ahora, a tigre o a tigresa?
                                                 La pregunta tenía miga, no me volví pero pasé la mano izquierda hacia atrás, sólo noté sus muslos, no llevaba nada de ropa y según seguía hacia arriba estaban más húmedos, se había rociado de colonia prácticamente después de darse una ducha. Tiró de mí hacia atrás, tuve que soltar el ratón y el teclado y quedé tumbado entre los montones de folios, sobre mí en cuclillas estaba ella, con las piernas plegadas a los lados de mis hombros, sus muslos se juntaban justamente sobre mi cabeza y sobre mi cara su sexo perfumado brillaba medio abierto.
Me gustan las ideas que veo para el anuncio pero no sé si te gusta a ti lo que ves.
Me gusta, a primera vista me atrae y quisiera tenerlo irremediablemente, veo que has cogido de idea.
Entonces ¿te gustaría tenerlo?
Me haría muy feliz conseguirlo.
Pero… deberías probarlo primero…
                                                 Se agachó lo suficiente para que sus labios rozaran los míos y le di unos besos repartidos por la ingle y el pubis incluso por los muslos perfumados, Carla se movía orientándome para que la besara donde más le gustaba pero yo procuraba esquivarla al fin se hartó y se sentó sobre mi boca, con la lengua entera abrí sus labios separándolos en dos partes, lo hice despacio.
Eso es… cómeme, si te ha gustado cómeme toda, entera, no te dejes nada para luego.
                                                 Estuve repasando con la lengua sus labios abiertos, el clítoris me frenaba la lengua y yo lo forzaba descubriéndole la piel y hurgando alrededor, en los labios menores los abrí primero uno a un lado y luego el otro al otro y hundí lo que pude de lengua adentro de su vagina, ya no olía a flores silvestres, olía a mujer caliente, los flujos empezaron a manar y yo los recogía según salían. Carla se corrió sentada en mi cara, parecía que sufría un ataque, temblaba pero no cambiaba de postura, aguantó todo el orgasmo sentada mientras mi lengua seguía recorriendo del pubis al ano toda su sexualidad.
Gracias Pepe era lo que me hacía falta desde hace mucho, ha sido fantástico, ahora déjame que te corresponda.
Nada de eso, ahora a trabajar, que pasado mañana vas a dar el campanazo en la presentación, ya lo celebraremos.
Pero… ¿un poquito solamente no?
No, ni un poquito a trabajar y sin distraerse, bueno me podrías ayudar a levantarme, con mi edad ya no puedo hacer filigranas.
Sin embargo, a mí me has dejado nueva.
Alguna sí que puedo hacer aún.
                                                 Estuve sentado en el suelo detrás de Carla, su espalda marcaba las vertebras mientras trabajaba sólo le permití que, de vez en cuando, si algo de lo que diseñaba nos gustaba a los dos, volvía la cara hacia mí y me daba un piquito, yo me contuve de cogerle las tetas por detrás porque sabía que sería como el percutor para hacernos explotar, ya había anochecido cuando me ayudó a levantarme del suelo y me acompañó a la puerta, desnuda como estaba era como una ninfa pero sólo grabé en mi mente la figura juvenil de la chica.
                                                 
                                                 Cuando llegué a su puerta desde abajo por el telefonillo, le dije,
 
Suerte en el trabajo y gracias por la invitación.
Continuará
 
Agradezco sus valoraciones y comentarios.
 
Gracias

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