Mi timidez y mis tías 37

Cuando volví a la barra, mi madre y Benito me estaban observando, pero no opinaron nada, al revés mi madre muy contenta me dijo.
-       Mira Manu, Benito te ha traído una cosa, espero que te guste.
Lo miré esperando alguna nueva “misión”, pero sacó del bolsillo de la chaqueta un sobre y me lo dio, estuve dándole vueltas sin abrirlo, era de color azul pálido y olía muy bien, yo diría que a violetas, pero lo que más me gustó era que llevaba como un sello de correos, y no estaba pegado, me fijé más y vi que estaba dibujado directamente sobre el papel e imitaba perfectamente a un sello de verdad, incluso el valor y las marcas de los márgenes, pero en el centro se veía la cara de un gatito con ojos suplicantes, con letra muy cuidada estaba mi nombre, solo Manu, pero antes había puesto “a la atención personal de”
Le di la vuelta y en el remite solo ponía “poco a poco hacia el cielo” no me atrevía a abrirlo, desprendía tanta ilusión cuando lo habían escrito que era como vulnerar una obra de arte, ya iba a abrirlo bajo la atenta mirada de Clara y Benito cuando cogí un cuchillo de cocina y me volví de espaldas, se me quedaron mirando un poco alarmados, pero me separé de ellos dos pasos, metí la punta del cuchillo en un margen del sobre y muy despacio para no hacerle el daño más que preciso lo fui abriendo.
Dentro había una hoja de cartulina también azul, solo ponía lo justo, pero de forma que no dejaba lugar a negarse “mi cumpleaños es el sábado y puede ser el más feliz de mi vida si estás conmigo, te invito a cenar y si quieres te quedas a pasar la noche conmigo”
P.D. nuestros padres también están invitados.
Cerré el pliego y lo volví a meter en el sobre cuidando de que no se doblara, cuando me volví reconozco que tenía mis ojos un poco húmedos, mi reacción inmediata fue estrecharle la mano a Benito y darle un piquito a mi madre.
Ellos también estaban un poco emocionados, quizá por otros motivos, para ellos era como la confirmación de mi aprobación respecto a su relación.
Me guardé el sobre en mi pecho bajo mi camisa, no quería que se arrugara y lo sentía pegado a mí, la pareja se quedaron con las ganas de saber lo que ponía pero no se lo dije.
Claramente le dije que sí, que iría al cumpleaños, mi madre me enseñó otro sobre que le había hecho para ella, pero tampoco me la enseño.
Benito casi saltaba de alegría, enseguida empezó a hacer planes, yo por mi parte empecé a pensar qué regalo le podría hacer lo más adecuado pare ella, lo primero que pensé fue en flores, lo desestimé enseguida, se marchitaban y al final iban a la basura, luego pensé en un gatito de una raza que no tuviera, seguro que le encantaría pero tenía muchos y al final de mezclaría entre todos y sería uno más, no se me ocurría nada, pero sabía que tenía que hacer algo que le gustara y allí en el pueblo no había mucha variedad de ideas, pensé en escaparme a la ciudad y patearme los escaparates buscando algo original para ella.
Benito en cuanto se enteró de mis intenciones me buscó a escondidas, como arrastrándose para pedirme un gran favor me pidió que le comprara algo para hacerle un regalo a su hija y a Clara, a mi me complicó bastante, no tenía idea para el mío y me pedía dos más, pero antes que me diera cuenta me había metido en la mano un montón de billetes para comprarlos, le dije que ya se lo diría, pero se puso serio y no tuve otra opción.
Por la mañana me dirigí a la estación, iba corto de tiempo y compre el billete en la ventanilla, cuando pedí un billete para la ciudad una voz desde detrás del empleado dijo.
-       Un billete para Estambul, ida y vuelta?.
Desde detrás del chico apareció Vicenta, la chica del tren, con su uniforme impoluto, estaba revisando horarios cuando reconoció mi voz y quiso intervenir.
El chico de la ventanilla sonrió y me dio los billetes a la ciudad de ida y vuelta.
Me senté en un banco bajo el reloj de la estación, cuando el altavoz anunció la llegada del tren todos nos levantamos tranquilamente y nos acercamos al andén, a los pocos minutos apareció por la curva de la estación el tren de cercanías, era una composición de tres vagones con cabina de conducción delante y detrás, cuando se abrieron las puertas apenas bajaron un par de personas, nosotros éramos media docena o algo más, a esas horas no viajaba casi gente, no era hora punta.
Cuando subí me senté en un asiento trasero, me pegue a los cristales para ver si se distinguía el coche cama del otro viaje, pero estaba oculto entre tanto vagón retirado y lleno de pintadas, me gustó ver el surtidor de agua, ya tiempo inactivo, para llenar el tender de las locomotoras de vapor, la hierba se lo estaba comiendo por los pies, me resigné con impotencia.
Vi pasar rápidamente a Vicenta por mi lado, había subido seguramente por la última puerta y se dirigía hacia adelante, desapareció en la cabina del conductor.
Al momento salió con prisa hacia atrás, al pasar por mi lado, me dijo escuetamente.
-       Sígueme!
Me levanté y recogí mi chaqueta y fui detrás de ella, ya no quedaba mucho tren así que no sabía dónde íbamos.
Al final del vagón abrió una puerta estrecha y pasó diciéndome que entrara rápido, lo hice a ciegas, pero enseguida me di cuenta de que era el puesto de mando del conductor cuando iba en sentido contrario.
Rápidamente cerró por dentro y bajó las cortinillas parasol, por debajo ya se veía alejarse la vía cada vez más veloz.
Me besó a la vez que me aprisionaba contra la pared de la cabina, dejé la chaqueta en uno de los asientos y la cogí de la cintura, su cuerpo delgado desaparecía entre mis brazos, los subí por debajo de la chaqueta de su uniforme y sentí bajo su camisa su espalda lisa hasta el cuello, sus músculos se movían cuando sus brazos me sujetaban mi cara para buscar mi boca, la sujeté por debajo de sus brazos, se notaba el calor de su cuerpo en mis manos, cuando no noté más que piel bajo de su camisa busqué los tirantes del sujetador, no los encontré en toda su espalda, tiré de su camisa sacándola de la falda, y metí las manos bajo de ella, su espalda estaba lisa y caliente, pasé mis manos bajo sus brazos otra vez, pero noté como según avanzaba hacia adelante se hinchaba la piel hasta ir formando unos bultos con forma de tetas, las cogí desde debajo y apretándolas las junté en un movimiento ascendente, cuando junte casi los pezones le llegaban casi al cuello, ella abrazada seguía comiéndome la boca.
Con los movimientos pendulares del tren mi polla rozaba la vientre de Vicenta, ella cada vez se pegaba más a mí, tuve suerte de que mi polla eligiera el camino vertical pues así rozaba limpiamente su barriga.
Le saque la camisa sin desabrocharla por la cabeza, ella ayudó levantando los brazos para que salieran las mangas, las dos tetas seguían pegadas a mi pecho cuando la chica sin despegar sus labios de los míos buscó el cierre de su falda y lo soltó, la prenda cayo el suelo, unas braguitas rojas destacaban sus nalgas blancas, me aferré a ellas cogí una nalga con cada mano y las apreté contra mí, mi polla estaba pegada como una calcomanía a su vientre, casi no podíamos respirar pero se separó y me ordenó.
-       Siéntate en ese asiento.
Era el asiento del conductor, era cómodo y tenía apoyabrazos, me abalanzó sobre mí y me quitó los pantalones a estirones, yo me solté el cinturón para facilitarle la tarea y me abrí la camisa, ella me sacó la camisa con dos movimientos y me quedé frente a ella con la polla como el asta de una bandera, la cogió y la apretó para comprobar su dureza, no necesitó ponerla más dura, se quitó las bragas y se sentó sobre mi pasando las piernas sobre los reposabrazos del sillón, se cogió a mi cuello y se levantó hasta comprobar que estaba alineada y se fue soltando, yo mantenía mi polla vertical y ella se fue metiendo el trozo de carne en su coño mojado.
No hablamos nada, no dijimos nada del anterior viaje, este era un nuevo recorrido y fue ella la que cogió el mando, estábamos en su terreno y lo demostró.
Tocó un botón bajo el asiento y mi respaldo se abatió hacia detrás, por un momento mi polla dentro de su vagina cogió un ángulo peligroso para mí con la dureza que soportaba no podía doblarse tanto hacia detrás, ella lo solucionó, se sentó verticalmente sobre mi polla sostenida con sus piernas en los apoyabrazos, se columpiaba metiéndose la polla que quería, unas veces solo el glande y otras sin previo aviso se sentaba hasta clavársela toda, el vaivén del tren contribuía a que su culo oscilara lateralmente proporcionando un placer opcional.
Mis manos disfrutaban con sus tetas, la vez anterior apenas las vi, pero ahora las tenía a la vista y a mi alcance, las acaricié de todas las formas posibles, ella cerraba los ojos saboreando todos los estímulos que sentía, mi polla dentro, su movimiento giratorio, mis manos en sus tetas y sus pezones en mi boca, se corrió sin avisar, simplemente empezó a gemir y a susurrar cada vez más seguido, y cuando sus manos se apretaron clavándome las uñas en los brazos, saltó y se sentó violentamente sobre mi polla vertical, la vía del tren pasaba rápida escapando por detrás del vagón, no pude calcular los cientos de metros que recorrimos mientras gozaba de su orgasmo, pero la cara de felicidad que radiaba me decía que estaba gozando de un buen trayecto.
Se inclinó sobre mi y se sentó dándome la espalda, estaba descansando de su esfuerzo orgásmico, solo entonces dijo.
-       Ha sido un polvo maravilloso Manu, gracias, haces que mi trabajo sea una ilusión por si te veo aparecer.
-       Gracias Vicenta, solo siento que no sean más frecuentes.
-       Y es para mucho tiempo este viaje?, oí que pedías ida y vuelta.
-       Pues un viaje un poco improvisado, solo voy comprar unos regalos y lo peor es que no tengo ni idea que comprar aún.
-       Eso depende a quien vaya dirigido el regalo.
-       Pues realmente son dos personas.
-       Las dos mujeres?
-       Pues sí, las dos mujeres
-       Una tu novia seguro.
-       No, te equivocas, no tengo novia pero sí, es una persona muy especial.
-       O sea, será una mujer joven no?
-       Si es una chica.
-       Y tienes una relación especial con ella?
-       Muy especial, si
-       O sea que te le follas.
-       Pues… no, no me la follo, de momento.
-       Vaya que complicado, no te la follas pero puede que lo hagas, pero no es tu novia ni parece que lo vaya a ser.
-       Si, algo así.
-       Y que años tiene?
-       No sé, unos veinte y alguno.
-       Y está buena?
-       Mucho.
-       Y le gustan los hombres mucho?
-       Pues… no
-       Entonces es lesbiana?
-       Pues… tampoco.
-       Me pica la adivinanza, no será monja o algo así.
-       No, nada de eso.
-       Y… os habéis besado por lo menos?
-       Pues… si.
-       Ah! Ya es algo, pues si no habéis follado por lo menos le habrás tocado las tetas.
-       Pues… si.
-       Vaya vaya, y tal vez ella te haya tocado o visto la polla.
-       Pues… si
-       Pues me lo pones difícil, os habéis besado tocado la polla y las tetas ah! Y tú le has tocado el coño?
-       Pues… si
-       Me rindo, pues parece que no me lo quieres contar, pero bueno lo he intentado.
-       Te lo contaré pero si me prometes que no saldrá de aquí.
-       Me cogió la polla todavía dura y la chocó como si fuera mi mano cerrando el trato.
-       Pues es una amiga muy especial, pero es asexual, o sea que no siente atracción por el sexo en general, ni con hombre ni mujeres, simplemente que no se siente atraída por el sexo.
-       Y tú quieres convencerla poco a poco.
-       Chica lista.
-       Bueno, ya es un principio… ya lo tengo y no falla nunca.
Buscó en su bolso y sacó plegado su sujetador rojo, lo extendió sobre sus tetas y me explicó.
-       Nada más que te vi sacar el billete me lo quite y lo guardé.
Se lo puso solo por delante colocándose bien las tetas dentro de las copas, pero sin abrochárselo.
-       Esto le gusta a cualquier mujer, además que le gustan a los hombres te hacen sentirte a gusto, guapa por dentro aunque no te vea nadie y mira…
Se puso los tirantes, y me los enseño, luego se los quitó, se plegó las copas haciéndolas de balcón, se las escondió dejando las tetas fuera, solo sostenidas desde debajo por el sujetador, infinidad de posiciones.
Yo abobado viendo las muchas posibilidades e imaginándome las tetas de Alba con un sujetador así, seguro que nunca había tenido nada igual, estaba decidido.
-       Me has convencido, y que material te gusta más?
-       Eso va a gustos, el encaje es precioso, el tul, una pasada, la seda, en fin eso es cuestión de que lo veas, ya sabes dónde comprarlo?
-       Ni idea, en algún gran almacén preguntaré.
-       Ni se te ocurra, estos modelos solo los tienen las tiendas especializadas, te daré la dirección de una amiga que tiene una tienda preciosa.
-       Gracias será de gran ayuda.
-       Y los otros regalos?
-       Pues unos es para la misma chica de parte de su padre y otro para una chica pero de unos cuarenta años, pero de un admirador.
-       Vaya misión que te trae a la ciudad vaquero!
-       Jajaja lo mío son los problemas.
-       Para la chica más joven yo le regalaría algo que le haga ilusión, tiene alguna afición?
-       Es fanática de los gatos y las plantas, tiene un montón de los dos.
-       Ya es algo, pues se me ocurre una cosa, otro gato más igual se dispersa entre los otros, pero uno que pueda verlo a cada momento iría bien.
-       No dirás un peluche?
-       Noooo, hombre no.
-       Estaba pensando en una figurita de swarovski.
-       Perdona, eso que es?,
-       No lo sabes? Es un cristal especial, precioso que refleja la luz y la descompone en el orco iris, es muy apreciado, aunque muy caro.
-       No es ese el problema y donde se vende?
-       Puedes buscar sus tiendas en internet, pero seguro que le gustará también.
-       Y para mi madre?
-       Ah! La otra chica es tu madre, pues si que es joven.
-       Y preciosa, créeme, pero el regalo se lo hace el padre de la chica.
-       Pues eso ya es difícil, comprarle más lencería sería excesivo y ropa no es apropiado, quizá un perfume, que te parece?
-       No es mala idea, además sé cuál es el que más le gusta.
-       Pues perfecto eso sí que lo puedes comprar en cualquier centro o perfumerías. A todo esto estamos casi llegando y hablando y tú no te has corrido, he sido una egoísta imperdonable, déjame que te coma la polla, por lo menos.
-       En ese momento se encendió una luz roja en el tablero de mandos.
-       Vaya que lata, el conductor me reclama, me necesitará para algo, ah! Ya sé, es que en la próxima estación sube una viejecita en silla de ruedas y le tengo que ayudar, lo siento de veras Manu, te debo una y te prometo que no quedarás descontento.
-       Se vistió a la carrera, no se olvidó de ponerse el sujetador y las bragas lo primero y antes de salir me dio una tarjeta con la dirección de la tienda de su amiga, luego me dio un beso salvaje y salió corriendo.
-       Cierra bien la puerta, adiós.
Aún era pronto y me dirigí a lo más fácil, en la primera perfumería que encontré entré y dos chicas de acercaron a atenderme, eran guapísimas, además estaban maquilladas a la perfección, se notaba que unas a otras se ponían guapas, quizá con las muestras que les daban las marcas de cosmética, físicamente era muy parecidas, altas, delgadas, melenas rubias y largas y hasta creo que usarían la misma talla en todo, perecía que las elegían para atender.
Les explique lo que quería, realmente el perfume que le compré la otra vez le gustaba pero me parecía repetitivo, las chicas como no había nadie más en la tienda se entretuvieron conmigo, me preguntaron.
-       Como es la chica que le va a regalar la colonia?
-       Pues no es muy alta, ni tampoco corpulenta, es muy vivaz, muy simpática, unos cuarenta años muy poquitas tetas…
-       Jajaja, como muy poquitas tetas, menos que yo? Imposible.
La verdad es que la chica igual que su compañera apenas marcaba el suéter que llevaba de uniforme.
-       Huy, ya quisiera ella tener como tú, al lado de ellas sois Dolly Parton.
-       Jajaja, que exagerado, si yo soy una tabla y mi compañera más que yo.
-       Mas tabla o mas teta?
-       Jajaja, no te lo vamos a decir, adivínalo tú, te hago un descuento si lo aciertas.
-       Me va a ser difícil conseguir el descuento pero si vale la pena… ayudarme por favor, echar los hombros hacia atrás por lo menos.
-       Las chicas se pusieron una al lado de la otra con los hombros hacia atrás, los cierto es que ninguna marcaba nada, pero me arriesgué.
-       Pues tú me parece que tienes más, pero creo que el sujetador te lo resalta.
-       Jajaja, pues vas mal no llevo sujetador nunca, no me hace falta.
-       Pues a mí me gusta mucho la lencería, hace sentirse bien a las chicas por dentro, la otra dijo…
-       Parece que sabes mucho de chicas y lencería, tienes razón yo sí que llevo sujetador, me gustan y es muy bonito, pero no me aumentan.
-       Pues dadme más pistas, por favor.
-       Pues te diré que lo que a mí me sobra a mi compañera le falta.
-       Vaya ayuda, me lo ponéis muy difícil, si al menos me enseñarais un poquito de carne, perdón de piel.
-       Jajaja, que listo que eres, pero vale, nos vamos a bajar el escote un poco, pero nada más eh?
-       Una chica se bajó el escote un poquito solo, la otra tiró de él un poco más, esta al verlo se picó y bajó otro poco, la otra más aún al final se lo bajaron hasta enseñar todo el canalillo, si lo hubieran tenido, claro.
-       Me lo hacéis cada vez más difícil, la verdad es que tenéis poquitas tetas y os tengo que decir que personalmente me gustan las tetas pequeñas, para mi unos pezones pequeños, pero sensibles con unas areolas anchas y rugosas que me llenen la boca para chupar y morder lamiendo con la lengua hasta hacerlos salir como garbanzos.
Las chicas mientras yo les metía en situación ellas se lo imaginaban y con los suéter tirantes para enseñarme el escote sus pezones iban reaccionando sin darse cuenta, una marcó en seguida dos bultitos con dos puntos claramente, la otra tardo algo más pero cuando empezaron a ponerse duros, los suyos aventajaron con creces a los de su compañera, no solo eran puntos, era toda la areola la que se hinchaba y como coronación dos aceitunas quedaban marcadas.
A mí tampoco me fue indiferente la conversación pero mi polla fue lo bastante descarada para marcarse y las chicas se dieron cuenta.
-       Bueno me arriesgaré, sé que puedo perder, pero tú, cómo te llamas?,
-       Yo Tina y ella Susa.
-       Bien sé que voy a perder, pero me gustaría que pierda o gane me lo demostréis.
-       Vale, te irás seguro de tu derrota.
-       Pues tú Tina tienes más tetas que Susa, pero ella tiene más pezones que tú.
-       Las chicas se miraron incrédulas, no podía ser que lo hubiese acertado.
-       Como lo has sabido? Imposible notarlo, si ninguna llevamos sujetador, ella te ha engañado.
-       Ella me ha engañado pero sus pezones no, fíjate como los tiene.
Se miraron en un espejo, efectivamente los pezones de Susa seguían marcándose duros.
-       Y bien, por lo menos me dejareis ver los motivos de la competición.
-       Claro, ven detrás de este expositor.
-       Me llevaron detrás de una estantería de publicidad, Tina se sacó el suéter por la cabeza y me enseñó unos pequeños bultos que se distinguían por sus pequeños pezones, pero Susa cuando se quitó la ropa, se marcaban las areolas sobre la casi plana piel, los pezones con el fresco de la tienda aún se pusieron más duros.
-       Sois maravillosas las dos, pero creo que los vencedores se merecen un premio no?
-       Claro tendrás el descuento.
-       No me refería a un buen beso.
-       Ellas cuando entendieron mi intención se rieron y se juntaron como siamesas, las cogí a las dos y primero a Tina y luego a Susa les chupe las tetas o mejor dicho los pezones hasta dejarles un cerco rojo alrededor.
-       Luego me llevé la colonia que más le gustaron a ellas con un descuento considerable.
Me fui a un bar a almorzar, un bocadillo y una cerveza, cuando estaba bebiéndola me acordé de mi madre, a ella también le gustaba, sobre todo la botella vacía.
Abrí en móvil y comprobé que había wi-fi libre, busque tiendas de swarovski, apenas habían dos pero una no estaba lejos y fui hacia ella, antes de cerrar el teléfono aproveche la conexión y pulse los botones verdes de las chicas, donde estuvieran en estos momentos seguro que daría saltos y no precisamente de alegría.
La tienda era de mucho lujo, con una decoración oscura en estanterías en negro y los artículos muy bien iluminados resplandecían, pregunté a la dependienta, me atendió muy bien sobre todo porque le pedí exactamente lo que quería, me dio a elegir entre varios modelos, le pedí consejo dedicado a una chica joven, me quedé con el que me recomendó, no era el más barato, pero no quería escatimar con Alba.
Miré la tarjeta de la corsetería que me había dado Vicenta, ya era hora casi de cerrar y aún quería pasarme a ver a mis tías por lo menos a Ana así que apreté el paso y llegué a la esquina de la calle justo a tiempo, era un chaflán pequeño con un escaparate a la calle y una puerta estrecha, estaba muy bien decorado aunque se notaba que la casa era antigua, fui directo a ella, había tiendas que ya estaban cerrando y cuando estaba a 20 m. las persianas eléctricas de la tienda empezaron a bajar, corrí hacia la puerta, estaba cerrada por dentro con el letrero “cerrado” me apoye en la persiana mirando al interior oscuro, los maniquís lucían prendas preciosas, unas muy sexis y otras muy elegantes, pero estaba cerrado, había perdido la ocasión, tendría que ir a un gran almacén y a elegir lo que tuvieran.
Ya me había alejado unos metros cuando oí que la puerta se oía abrirse desde dentro, una chica salía de espaldas y volvía a cerrar, yo ya estaba desanimado pero se me encendió la luz y me acerque a preguntarle con la tarjeta de Vicenta en la mano.
-       Perdone por favor, a qué hora abre esta tarde? Es que me ha recomendado una amiga suya que viniera a su tienda.
Le di la tarjeta, ella la leyó y le dio la vuelta, sonrió y luego me miró y me dijo…
-       Tienes algo que hacer hasta las cuatro?
-       No nada, me iba a algún centro comercial a ver que tenían.
-       No pierdas tiempo pues, si vas a buscar un gran almacén, subir escaleras, encontrar la sección, explicarle a la dependienta lo que quieres, que lo entienda, hacer cola para pagar y volver, te costará más tiempo que si me acompañas a comer aquí el lado, luego te llevo a la tienda aunque no sea la hora de abrir y te busco lo que quieras, te gusta el plan?
-       Solo si me permites que te invite a comer.
-       Solo porque te envía Vicenta.
Fuimos a un mesón cercano, en el barrio antiguo había muchos sitios donde se comía bien y barato, la chica eligió uno donde ya conocía, nos llevaron a una mesa que ya tenía reservada todos los días y nos sentamos.
El camarero vino enseguida y la chica le dijo que hoy tenía prisa, el chico voló hacia la cocina.
-       Bueno pues… antes que nada yo me llamo Carmela, y tú.
-       Yo me llamo Manu, encantado y te agradezco el favor, me sabe mal molestarte en tu tiempo de descanso.
-       No te preocupes, me aburro hasta la hora de abrir. Y que es lo que quieres?,
-       Pues quisiera un conjunto de lencería, lo más bonito que tengas, es un regalo para una chica muy importante para mí, quiero quedar muy bien.
-       Tu chica?
-       No, no es mi chica, es un caso especial…
-       Ya lo sé, me lo ha contado Vicenta por teléfono, así adelantábamos tiempo, ya te tengo preparadas varias cosas.
-       Y como has sabido que era yo?,
-       Te estaba esperando y cuando he visto que te apoyabas en la persiana estaba segura, luego he visto la tarjeta, Vicenta y yo nos mandamos unos códigos para recomendar clientes, en tu tarjeta pone en una esquina “diamante”, lo ves?
-       Y eso que quiere decir?
-       Mejor no te lo digo.
Acabamos de comer y volvimos a la tienda, pasamos sin encender las luces a la trastienda, allí ya encendió todo, estaba lleno de estanterías y más adentro había un pequeño despacho con una mesa, un sofá pequeño y más estanterías llenas de catálogos de canto.
Carmela me llevó a una gran mesa que había en el almacén, allí estaban amontonadas varias cajas, ella me estuvo preguntando por los gustos de la chica, yo no sabía mucho sobre eso porque siempre la había visto en casa con ropa más o menos normal pero a mí el negro es uno de los colores que más me gusta, también el blanco o el granate, pero a Alba no le había visto ninguno de ellos, más bien usaba los colores carne o rosa, me preguntó sobre la talla, en esto creía que estaba más al día y le dije que la 100, porque una vez le había visto la etiqueta en uno de los sujetadores que llevaba, la chica sonrió.
-       Manu la talla cien no dice mucho, eso indica el contorno del tórax, hay chicas con más cuerpo o más estrechas según, lo que importa es el tamaño de la copa, comprendes? La copa es el tamaño real del pecho o más claro la teta, tu sabes que tamaño tiene de copa? La A, la B, la C, la D? te advierto que la D es para una gran teta ya.
-       Pues ni idea, no le he visto nunca ningún sujetador, no suele usar.
-       Eso es buena señal, es que no los necesita, y del tamaño no sabes nada?
-       Bueno, si te sirve de algo este es el tamaño aproximado.
Le puse delante las dos manos abiertas formando el hueco de las tetas.
Carmela se reía a carcajadas, yo como un tonto con las manos abiertas como faros de coche.
Le hizo tanta gracia que me siguió el juego.
-       Puede valer Manu, vamos a darnos una idea.
La chica se quitó la camisa y se quedó en sujetador, llevaba uno precioso, más bonito aún que el de Vicenta, y de color burdeos!
Se puso frente a mí y se acerco hasta que metió sus tetas en mis manos abiertas, claramente no coincidían, ella lo justificó porque el sujetador por necesidad comprimía las tetas para darles forma, se volvió de espaldas y se lo despasó luego se volvió de repente y con las tetas desnudas las metió en mis manos otra vez, esta vez se me llenaron, quizá demasiado, yo ya vi que Alba no tenía tanta teta, pero le dije que casi era su talla, pero las tenía más redondas y se le salían por los lados, Carmela una vez que me había enseñado sus tetas ya no se las cubrió, y fue buscando modelos y enseñándomelos puestos.
Cada vez yo ponía mis manos como referencia, los pezones de la chica ya acusaban el tacto de mis dedos, a mi a la vez mi polla ya pasaba de tallas y solo notaba la suave piel de las mamas de la chica.
Como no avanzábamos mucho en las tallas me excuse, realmente yo no le ponía a Alba las manos en las tetas como dos embudos delante de ella, por lo que Carmela cambió de táctica, me dijo que la cogiera de la misma forma que le cogía a Alba, me puse detrás de ella y pasando las manos bajo sus brazos le cogí las dos tetas a la vez, aprisionándole los pezones con dos dedos.
-       Eh! Manu, que los pezones no entran en la talla.
-       Es que cuando se los acaricio se le ponen tan duros que necesitaría otra talla a lo mejor.
-       Bueno tú sabrás, pónmelos duros, no te costará pues con lo que me los has tocado me estás poniendo caliente.
-       Lo siento, pero si te soy sincero a mí tampoco me es indiferente tener en mis manos tus preciosas tetas.
Carmela se apoyó hacia atrás contra mí y en su culo notó la dureza de mi polla, se apretó para que no tuviera duda de que me había notado.
Cuando ya le había masajeado de todas las formas posibles las dos tetas elegí el modelo que llevaba puesto, era de forma de balcón y los tirantes se podían quitar y poner según el vestido.
-       Solo falta completarlo, supongo que las braguitas serán tamaño único verdad?
-       Pues según, crees que tenemos las mismas caderas?
Le puse las manos en las caderas y las subí hasta la cintura apretándola contra mí y haciéndole sentir mi polla en sus nalgas otra vez.
-       Más vale que lo comprobemos,
Se soltó la falda estrecha que llevaba y me dijo que la iba a dejar en el sofá para que no se manchara, allí se quitó las bragas granate que llevaba y se puso las del conjunto de Alba, luego me llamó.
Entré en el despacho y la vi con el conjunto completo, le sentaba precioso, lo elegí negro pues Alba era bastante blanca de piel, la chica se dio dos vueltas para que la viera de todos los ángulos, me acerque a ella para comprobar una vez más el tamaño de sus caderas, ella se agacho poniendo las manos en sus tobillos y dejando su culo en pompa, me preguntó.
-       Qué te parece, me hace alguna arruga?
-       Déjame ver.
Le pase la mano por todo el contorno de las bragas, por fuera de ellas y por todas las nalgas, estaban perfectas, tenía un culo duro y alto, pero le pasé los dedos entre las nalgas cerca de los labios del coño.
-       Has encontrado alguna arruga?
-       Pues la verdad, parece que no se ajusta bien.
-       Pues ajústalo tú mismo que sabes dónde queda mal.
Le levante el elástico que presionaba su ingle hasta pasar los dedos cerca de los labios, ella separó las piernas arqueándola espalda, elevo el culo y ya mis dedos fueron recorriendo todo el elástico del camal de las bragas, notaba la humedad que se marcaba en las bragas y pasé los dedos hasta ponerlos en la misma entrada de su vagina, estaba empapada.
-       Todavía está mal colocada?
Creo que lo he estropeado más, voy a centrarlo o por lo menos intentarlo, le ladee la braga a un lado dejando el coño al descubierto, las dejé en un lado de la nalga mientras me sacaba la polla, ella se apoyo en el reposabrazos del sofá y separó las piernas abriendo los labios.
Me mojé la polla con saliva, y la acerque a la vagina de Carmela, la fui hundiendo hasta que me dijo que parara un momento, respiró y luego me dijo que siguiera otro poco, en tres empujones entró toda hasta dentro, la chica había hundido su cabeza en el asiento del sofá poniendo por medio el reposabrazos, el culo elevado a mi altura por lo que hundí la polla hasta dentro varias veces seguidas, ella no podía huir ni tampoco lo intentó, pero yo me apreté contra ella, se corrió y levantó los pies del suelo, solo apoyada del vientre sobre el reposa manos, le estuve penetrando mientras ella me pedía más polla mientras braceaba y movía las piernas en el aire.
Le pregunté donde quería que me corriera y me rogó que dentro no, le saqué la polla en el último instante y le eche la leche sobre las bragas negras hasta la espalda, cuando se levantó tenía la cara colorada de la postura, nos sentamos en el sofá un rato.
Me confesó que Vicenta le había encargado que me follara y que hiciera correrme pues en el tren no había podido.
Le pregunté que iba a hacer con el conjunto, me dijo que se lo quedaría ella a precio de costo, le encantaba y más con la historia que tenía ya.
Le besé las tetas hasta que fue hora de abrir la tienda, cuando se vistió se puso las bragas negras y se guardó las granate.
Me hizo un precio especial y me dio un conjunto nuevo sin estrenar para Alba.
Cuando salí de la tienda le llamé a mi tía Ana, tardó un poco en contestar y en la voz se le notaba que estaba acostada, le dije que estaba en la ciudad y que me gustaría verla, pero que tenía el billete del tren de vuelta y solo sería un momento, me dijo que no me perdonaría si no iba a verla.
Calcule la hora, iba muy justo pero como estaba a dos calles de la estación me pasé y lo canjeé, ya cogería el último tren.
Al primer taxi que pasó lo abordé y le dije la dirección, no tardó mucho en llevarme, cuando llamé al telefonillo del patio de mi tía tardó un momento en abrir, la puerta del piso la encontré entornada, llamé con los nudillos y desde dentro dijo que pasara.
Fui al salón directamente, luego supuse que estaría en la cocina preparando café pero en ningún sitio la encontré, fui habitación por habitación hasta que me asomé a la suya, en la cama se notaba el bulto del barrigón, en cambio su cuerpo apenas levantaba la sabana.
Me preocupó verla en la cama pues no me había dicho que se encontraba mal, la besé en la frente por si tenía fiebre y le noté la temperatura normal, me interesé por su salud y por el embarazo, me senté en un silloncito en frente de la cama y ella me estuvo contando con evasivas que estaba bien, pero no me convencía mucho, me acerqué y me senté a su lado en la cama, ella enseguida me cogió la mano y me la apretó, me fijé en su cara, sus ojos no mentían, estaban tristes incluso llorosos diría yo, me tumbé a su laso sobre la sabana y pegando mi cara a la suya le insistí.
-       Venga Ana, cuéntame qué te pasa, te noto muy triste.
Ella me cogió la cabeza y la pegó contra la suya, me besó en la mejilla y empezó a llorar calladamente, sus lágrimas corrían entre su cara y la mía.
-       Ana por favor dime qué te pasa, te lo ruego, el niño está bien? Tu llevas bien el embarazo?
-       Si todo está bien, no te preocupes, todo está bien.
Y volvió a llorar en silencio, yo besaba las lágrimas que corrían por sus mejillas, ella me dio un beso suave en los labios y se apretó contra mí, aunque nos separaba la sabana, notaba el calor de su cuerpo.
-       Manu te puedo pedir un favor?
-       Claro Ana lo que quieras,
-       No quiero molestarte ni entretenerte, pero me gustaría que te metieras conmigo en la cama, me gusta sentirte cerca.
Sin decir nada me quité la ropa, me dejé los calzoncillos y Ana abrió la sabana, vi que estaba desnuda y antes de entrar me quité también el calzoncillo, cuando estuve a su lado me cubrió con la sabana apretándome contra ella.
Procuré acoplarme a su cuerpo, no quería molestarle y me mantuve un poco alejado, ella buscó la manera de pegarse a mí, quería sentirse acompañada, al fin lo logró poniéndose de espaldas a mí, me cogió el brazo y se lo puso sobre el estomago, mientras apretaba el culo en mi regazo, estuvo un rato en silencio, en mi mano sentía los latidos de su corazón justo bajo de la teta izquierda pero no moví ni un dedo para rozarla.
Quizá fuera la expectación que sentía, que mi polla estaba quieta apenas gruesa pero quieta pagada a las nalgas de Ana.
Al rato empezó a hablar como si fuera un pensamiento en voz alta.
-       No lo entiendo, no puedo entenderlo, si le doy todo lo que me pide y parece que no es bastante, que no seré bastante mujer para un hombre?
-       No sé a qué te refieres pero a lo de ser mujer te puedo asegurar que eres la más maravillosa mujer que conozco y que puedes hacer feliz al hombre más exigente.
-       Pues no lo consigo y yo no sé hacer más.
-       A qué te refieres? Si eres inteligente, bonita, buena compañera, buena ama de casa y buena amante, que más puede pedir un hombre?
-       Pues eso, lo último que has dicho, no soy buena amante, no llego a ser amante siquiera.
Se volvió hacia mí y me abrazó, no hizo mucho caso de obstáculo que nos separaba, pues aplastó su vientre contra el mío, se estrecho mientras las lagrimas acudían otra vez a sus ojos.
-       Jorge, mi marido, no me hace caso, ya no le satisfago.
-       Es normal que el sexo ahora no sea exactamente como antes, quise consolarla, pero seguro que te quiere igual.
-       Espero que me siga queriendo, pero en la cama prefiere a otras.
-       Eso te lo figuras tú pero seguramente no será así, no te digo que pueda tener algún desliz pero siempre te preferirá a ti.
-       Si yo le hago todo, siempre tengo la boca a su disposición, le lamo, le chupo, le hago correrse en mi boca, me trago su leche, o con mis tetas que tengo ahora le puedo masturbar con ellas, hasta mi culo está disponible siempre para él tengo un tubo de crema en la mesita preparado para cuando le apetezca, a la hora que sea y como sea me la mete en el culo, muchas veces sin preparación, hasta el coño es suyo, me la mete de la forma que quiere, por detrás, que es como más me profundiza, o con las piernas separadas o abriéndome las piernas muchas veces apoyándose en mi vientre y aún así a veces viene oliendo a leche que ha derramado en otro coño.
-       Y has hablado con él?
-       Claro, y me ha dicho que no quiere a nadie, es que a veces no lo puede remediar, está obsesionado con el sexo y donde ve un coño disponible la mete sin pensar, hemos llorado juntos mucho los dos por su adicción.
-       Pues si es un problema de adicción deberíais tratarlo con un profesional, es mejor cortarlo cuanto antes, piensa que tú no te sientes feliz pero él es muy desgraciado.
-       Yo había pensado parle un tiempo, hasta que nazca el niño, igual se da cuenta y cambia.
-       Eso ya lo había pensado yo, pero no sé, me gustaría que fuera así.
-       Te voy a decir que yo solo ambiciono estar con una persona que me quiera, que me acompañe, sentirlo cerca, solo con notar su calor me siento feliz, fíjate ahora mismo nosotros, nos queremos pero no como pareja, pero solo con notarte aquí a mi lado, respirando tu aliento y notando el roce de tu piel, ya ves que si lo pensamos más, estamos dos personas desnudas en la cama, que podemos follar sin impedimentos hacer toda clase de posturas y darse placer y además sentimos un gran cariño entre nosotros, en cambio, estamos abrazados piel con piel, pero tú estás con la mano en mi corazón, sintiendo mis latidos, sabiendo que muy cerca están mis tetas que tanto te gustan y me gusta que me las acaricies, además mi vientre está pegado al tuyo con un bebé que aunque no es tuyo, has contribuido a que viva, si no es por ti no estaría ahí, y sobre todo porque tu polla está descansando sobre mi muslo, muy cerca del coño que tantas veces has hecho tuyo, igual que mi culo, y estás tan comprensivo que no te excitas y no es por falta de deseo, sino por exceso de cariño, y no es cariño de sobrino, es de hombre que sabe lo que es una mujer y le da lo que ella necesita, eso es lo que yo necesito ahora, amor de hombre.
Tuve que esconder mi cara entre la melena de Ana, me había hecho un retrato de nuestra situación real, yo sentí también no poder ofrecerle más de lo que le daba, pero lamentaba que Jorge siendo un hombre estupendo no valorara lo que tenía en casa, quizá Ana tenía razón el niño podía ponerle los pies en el suelo.
Le puse la mano en mi pecho para que sintiera como latía mi corazón en estos momentos, estuvimos sintiendo como iban al mismo compás, a la distancia que estábamos nos miramos, realmente no nos veíamos pero sentíamos como nuestras bocas se acercaban como imanes, cuando la de Ana se iba acercando se iba abriendo enseñándome los dientes primero y luego su lengua saliendo entre ellos, yo sin darme cuenta le imitaba y cuando giramos un poco las caras para que se acoplaran a la perfección, sentimos como un chispazo nos recorría la espalda.
Le susurré en el oído…
-       A qué hora viene tu marido?
-       Ha salido de viaje, hasta mañana por la tarde no volverá, a qué hora sale tu tren?
-       He cambiado el billete, mañana puedo coger el que quiera.
-       Me gustaría pasar la noche contigo.
-       Y a mí, me gustaría que pasaras una noche de amor.
-       Contigo estoy segura que seré feliz, llama a tu madre y le avisas que te quedas conmigo, si quieres le dices que vamos a dormir juntos.
-       Ya lo hice antes de venir, no sé porqué pero lo presentía, y mi madre se lo imaginará, solo quiere que seas feliz.
Fue como pulsar el botón ON a nuestros cuerpos, los labios se apretaron con desesperación saboreando nuestras bocas, me rodeó con sus brazos, aplastando sus tetas contra mi pecho, su vientre se adaptó al mío, mi polla no llegó a su coño, pero el capullo le rozaba el bajo vientre, y nuestras piernas se enredaron, estuvimos mucho rato así sin movernos solo sentirnos unidos.
Ana fue la primera en reaccionar, por mí habría pasado la noche abrazado a ella, pero mi primo Manuel rompió el encanto del momento, con una serie de patadas nos reclamaba nuestra atracción, las sentía como creo que ella, me imagino que eran de saludo aunque Ana me dio otra versión.
-       Sabes con qué nos golpea Manuel?
-       Supongo que con los pies o con las manos.
-       Pues no, es con su polla, ya le gusta follar.
Nos miramos y nos echamos a reír a carcajada limpia de la ocurrencia de Ana, comprendí que había pasado la nube de tristeza y quería vivir y vivir la noche juntos.
Mi mano ya buscó su teta y la encontró suave, me pareció que me buscaba y la apreté amasándola hasta ponerla tersa, hacía poco era impensable que iba a tener unas tetas tan turgente i por supuestos lo mejor que tenía, sus pezones habían crecido todavía más que antes, era una delicia para la vista el tacto y el gusto, tenerlas cerca.
Ana pasó su mano por mi espalda, por donde iba la piel se me erizaba, llegó a mis nalgas y las apretó, las rodeó buscando mi polla, cuando la cogió se quedó quieta, luego volvió a rodearla y volvió a pasar la mano por todos los huevos, levantó la sabana y me miró de cerca.
-       Te has depilado la polla y los huevos!
-       Te gustan?
-       Me encantan, y parecen doble grande, pues si antes me llenaban ahora me van a reventar.
-       Espero que también le gusten a mi primo.
-       Eso seguro, vamos a enseñárselas.
Ana se sentó a la orilla de la cama y levantó las piernas hasta mis hombros, yo desde el suelo me fui inclinando sobre ella hasta que mi polla se apoyó entre sus labios, Ana separó las piernas en V y me dijo…
-       Manu enséñale a tu primo el regalo que me has traído, y dile que tome nota, que por lo menos tenga lo mismo que tú.
Me acerqué a ella y se fue metiendo el glande dentro de su vagina, estaba un poco seca a la entrada pero cuando entró dos centímetros un mar de flujo me recibió, parecía que me absorbía porque entré hasta dentro, noté el fondo del útero, mi primo estaría pendiente de mí.
Ana apretó su vagina presionando mi polla, la sentí como cerraba los ojos y me saboreaba, a saber que sensaciones estaría recibiendo mientras entraba y salía en ella, me cogió las manos y las llevó a sus tetas, ella misma se la apretaba teniéndolas las mías bajo de sus manos, se pellizcaba los pezones gimiendo, eran unas caricias a cuatro manos, esas sensaciones fueron las que desencadenaron su primer orgasmo, cerró sus piernas y me atrapó, notaba como me estrujaba la verga dentro de ella a la vez que sus manos apretaban sus pechos junto a las mías, fue una corrida suave pero profunda, le duró mucho, la iba dosificando para que durara eternamente.
Estuve lo más quieto posible, solamente entrando y saliendo lentamente de su coño.
-       Mmm, ya ha pasado, que orgasmo más tierno me has proporcionado, gracias Manu, ahora me toca corresponder, cómo quieres que te haga feliz?
-       Yo soy feliz con solo verte correrte, pero te dejo improvisar.
-       Bueno pues espero que te guste.
Me hizo subir a la cama de nuevo, me tumbé a su lado pero ella me hizo subir hasta estar sobre su cara, creí que le apetecía un 69, y me agache buscando su coño, pero ella me dijo que me mantuviera erguido me senté en cuclillas, de rodillas en la sabana, Ana fue reptando hasta meter la cabeza entre mis piernas, me buscó los huevos y se llenó la boca con ellos, mientras me cogió la polla y la fue acariciando con las dos manos, con un puño cerrado la recorría de delante atrás, cuando llegaba al final con el otro puño lo seguía, y volvía a comenzar en un movimiento continuo, sentía la sensación de estar metiéndosela en su coño sin fondo, las dos manso pasaban seguidas y mis huevos en su boca, cuando ya creí haber llegado a lo más alto sus labios soltaron mis huevos y avanzaron un poco más hasta llegar a mi culo abierto, dio un lametazo que lo mojó todo, luego lo rodeó haciendo un circulo hasta llegar al dentro y con la lengua en punta metió solo un poco.
Sus mansos seguían haciéndome una paja continua una follada eterna según se mirara.
Los chorros de leche le cayeron desde el cuello a sus tetas, las llenaron de salpicaduras, Ana dirigí a mi polla para que regara las dos, mucha de la leche cayó en sus pezones, no paró hasta que mi polla fue flaqueando, el último beso fue para mis huevos blandos.
Caí a su lado, con la mirada estaba esperando un comentario calificativo.
-       Ha sido lo más grande que me habían hecho.
-       Espero mejorarlo más. Te mereces lo mejor.
Estuvimos abrazados casi toda la noche, mi tía había preparado unos bocadillos que nos comimos sentados en la cama, luego seguimos acariciándonos y follando a ratos, a la madrugada nos rindió el sueño, por la mañana me despertó con un beso, a continuación me puso un pezón en mi boca y cuando me faltaba aire me despejé y la abrace haciéndola rodar en la cama, la besé hasta cansarme, luego entre juegos aún tuvimos tiempo de follar como despedida, el tren me esperaba.
Continuará

0 comentarios - Mi timidez y mis tías 37