Mí timidez y mis tías 25

Mi madre se sentía ilusionada como una adolescente.
Mi madre se notaba muy ilusionada con los preparativos, Benito la animaba viniendo todos los días a tomar café y a charlar con ella, se les notaba ya ciertas confianza, yo los descubrí más de una vez como se cogían la mano a través de la barra del bar y como mi madre se estiraba el vestido para que se marcaran las pocas tetas que tenía, Benito por su parte se deshacía en elogios y eso derretía a Clara, Elvira por su parte todavía no había terminado el que le estaba cosiendo y por mediación de Raquel todo era mandarle recados urgiéndole a acabarlo.
Cuando por fin le dijo que ya lo había acabado y que pasara yo a por él, mi madre con la urgencia que tenía no dudó en mandarme a su casa, aunque yo le aconsejé que debía ir ella para una última prueba, me contestó que ya se lo probaría en casa antes de acudir a la cita, pues confiaba con Elvira.
Cuando le avisé que iba a ir a recogerlo me dijo que mejor por la mañana, pues le faltaba algún retoque, pensé que era porque Raquel su hija, iba a estar en el restaurante trabajando.
Cuando llamé a su puerta me dio la impresión que me estaba esperando, la puerta se abrió al instante, me hizo pasar, estaba muy arreglada, incluso algo maquillada y con los labios pintados de rojo, indudablemente sabía cómo resaltar sus virtudes, cuando pasé a la salita de pruebas me enseñó el paquete que contenía el vestido de mi madre, ya lo tenía preparado, me alegré y cuando lo cogí con intención de llevármelo me detuvo mimosa, pidiéndome por favor que le aconsejara sobre uno que se estaba haciendo para ella, yo me armé de paciencia, presentí que la mañana no había acabado.
Yo esperaba que se lo probara sobre la ya conocida banqueta y que yo opinaría como en las otras ocasiones pero ella me dijo que lo tenía en su habitación, cuando entré vi que estaba todo preparado, sobre la cama había en perfecto orden una serie de prendas, desde un conjunto de bragas y sujetador blanco de blonda a un camisón corto y una serie de blusas y faldas hasta vestidos de noche, parecía que iba a hacer un pase de modelos, yo me dispuse a pasar la mañana en casa de Elvira.
Me dijo que estaba muy preocupada pues no sabía que elegir para ir a una cita en la ciudad, me contó que había conocido a un chico joven y quería que le aconsejara cómo comportarse y como vestir. Sin más preámbulos cerró la puerta del dormitorio y sobre la alfombra se descalzó, realmente era bastante alta, apenas un centímetro menos que yo sin zapatos, por lo que cuando se ponía unos tacones altos era un monumento, la camisa que llevaba se la quitó en un segundo, sin dar importancia te quitó también la falda, yo no quería demostrar la impresión tan impactante que hacía en dos piezas, el sujetador era de color lila, de raso que hacía que se le marcaran los pezones sin dejar verlos, las bragas a juego igual, no trasparentaban nada pero se marcaban los labios, al apretarlos por los lados no se notaba ni un solo pelo rizado.
Me dijo que si este modelo era juvenil o debía ponerme otro más provocativo, le dije que este estaba bien pero que las copas estaban un poco bajas, Elvira interpretó que le decía que tenía las tetas caídas ya y me quiso demostrar que todavía las tenía en su sitio, se soltó el sujetador y se puso frente a mí para que le dijera si realmente las tenía caídas, yo las cogí, las levanté dejándolas caer un poco, no eran las de una chica de 18 años, pero estaban mucho mejor que las de su hija Raquel, que tenía doble teta que su madre, le dije que era porque estaban flojos los tirantes del sujetador, le cogí los pezones y se los masajee y luego las lamí, la piel de las tetas se erizó y se volvió más turgente y brillante, con un lápiz que encontré de perfilar las pestañas lo puse bajo de la teta y le dije que se pusiera en una posición normal, el lápiz apenas se mantenía pellizcado, pero con mi boca estuve lamiendo el otro pezón hasta que vi como las tetas revivían y se ponían duras, al lápiz no tardo en caerse, Elvira me miraba admirada de ver como sus pechos cogían el vigor que ella misma creía perdido, me abrazó en agradecimiento apretándose contra mí con sus tetas y su pubis, me dijo que si quería se probaba el otro conjunto.
Le dije que sí por supuesto, ella se agacho para ponerse las bragas, vi como se quedaban sus nalgas hacia mí y la espalda se arqueaba hacia delante, cuando levantó una pierna para pasarse la prenda casi perdió el equilibrio, la sostuve de la cintura pero mi polla ya dura se quedó pegada a su culo, ella no prosiguió en vestirse y esperó a mi reacción, solo tuve que separarme lo indispensable para sacar mi polla y pasándola como un pincel se la metí en el coño.
Sujetada como la tenía de las caderas la empuje hasta llevarla hasta la orilla de la cama, hizo mención de subir, pero solo le dejé subir una pierna, con más amplitud le clave la polla hasta quedarme pegado a ella, Elvira gimió y quiso subir la otra pierna, sus tetas caían de lado las dos y mi mano se apoderaba de su clítoris, le dejé subir la otra pierna cuando empezó a correrse, fue de improviso, ni ella lo esperaba, pero el efecto de mi polla en su útero fue muy fuerte para ella, solo pudo alcanzar el sujetador, y acercárselo, yo no creía que se lo iba a poner después de follar, pero se lo puso entre las piernas con las copas hacia arriba, cuando me corrí, el semen que se salía entre la polla y la vagina se fue deslizando hasta el sujetador, en la otra copa cayo la mayor parte de lo que salió al retirarme, después de unas contracciones de su vagina apareció una masa espumosa y blanca que goteó en la copa, cuando se volvió hacia mí se sentó en la cama y cogiendo las copas del sujetador con las manos se bebió mi leche, la prenda estaba empapada cuando ya vacía se la puso sobre las tetas, entonces sí que eran como una segunda piel, se tumbó con las piernas colgando de la cama, se quedó con los brazos en cruz, yo tenía la polla dura aun, me había corrido demasiado pronto igual que ella.
Levantó las piernas y las dejó bajo sus brazos a su lado, el coño quedó elevado en el canto de la cama, no me hizo falta subir, con los pies en la alfombra me acerque, fui a metérsela otra vez en el coño empapado de semen, pero ella elevó un poco el culo y lo encaró a mi polla, yo seguí el trayecto que llevaba y apoyándome en el ano empujé con cuidado pero sin dejar de presionar, ella cerró los ojos y suspiró, luego los abrió y se incorporó para ver cómo le entraba mi polla poco a poco, me dijo que así le dolía menos, cuando desapareció dentro de ella se relajó y me dijo que la follara todo el tiempo que quisiera, aunque ella se corriera, sus tetas saltaban al ritmo de mis empujones mientras ella se sujetaba las piernas pegadas a ella, los esfínteres rodeaban mi polla cerrando herméticamente, se corrió suavemente sin decirme nada para que yo no la imitara, noté como mi polla salía mojada de su culo pero seguí clavándola hasta que no pude más, se lo dije aunque ya lo había notado por los latidos en mi capullo, me rogó que me corriera en sus tetas.
Cuando la saqué estaba con el glande morado de la tensión, mis huevos me urgían a vaciarse, pero Elvira quería más, se dio la vuelta y quedó tumbada en la cama pero con la cabeza colgando en la orilla, me cogió de los muslos y me atrajo hacia ella, su boca se tragó la polla, mejor dicho desapareció en ella, solo su garganta denotaba el paso de mi glande en su cuello, el sujetador estaba empapado todavía pegado a sus tetas, consideré que ya tenían demasiada leche y seguí metiéndosela hasta la campanilla, con los ojos llorosos, seguía tragando la barra de carne hasta hacerla desaparecer en su cuello, me apretó los huevos, no sé si fue una buena idea, o tal vez sí, lo cierto es que una fuente de leche le fue llenando la garganta, lo que no podía tragar directamente le salía por la nariz incluso los lagrimales le blanqueaban, pero Elvira aguantó hasta el final, me tuvo agarrado para que no me saliera de su boca hasta que mi polla se rindió, de una barra de carne dura y gruesa se fue desinflando hasta quedar en un trozo de carne fláccido y húmedo, los huevos también mojados se pasearon por la cara de Elvira, su maquillaje había desfigurado su cara pero seguía siendo guapa, el carmín de los labios hacía tiempo que había desaparecido pero ella estaba satisfecha y yo también y agotado.
Cuando después de darme una ducha rápida salí con el vestido bajo el brazo, se lo di a mi madre, ella me miró, me vio un poco demacrado y me dijo…
-       Que te ha pasado que vienes con esa cara?
-       Pues que he tenido que esperar a que lo terminara y me he tomado una cola y no me ha sentado muy bien.
Clara me cogió el vestido con impaciencia y me dijo que subiera con ella para probárselo, dejó al cuidado de la barra a Lisa y subimos de dos en dos escalones, cuando cerró la puerta de la habitación a su espalda ya se había despasado el uniforme que llevaba en el bar, desde la puerta hasta el armario, todo lo más a 3 metros, ya se había quitado las bragas y en sujetador, abrió las puertas y buscó la lencería que se había comprado, cuando se agachaba buscando en los cajones sus nalgas quedaba enfrente a mí, tentado estuve de pegarme a ella pero me contuve, además no me habría dado tiempo, ya llevaba las dos prendas en las manos en señal de victoria, sus menudas tetas parecían moverse más de lo normal también celebrándolo.
Se puso las bragas andando a pata coja, y se las ajustó a las caderas lo mejor posible, guardo meticulosamente sus labios bajo la prenda hasta que en el espejo comprobó que no se le marcaban, cuando se puso el sujetador se colocó las copas sobre sus tetas y me dijo que se lo abrochara detrás, le hice con cuidado, ella con las manos se arreglaba con cuidado para que estuvieran lo más sujetas las dos, se volvió y me preguntó…
-       Qué tal Manu como me queda?
-       No está mal, pro te han quedado desniveladas.
-       Pues arréglamelas tú, pero date prisa.
Me puse de frente y las ojeé, la izquierda estaba más baja que la derecha o mejor dicho no se le notaba igual, simplemente metí los dedos bajo de la prenda y estiré hacia arriba, la suave piel contrastaba con la aspereza del pezón, cuando me separé para ver el efecto le di el visto bueno, se volvió hacia el espejo y vio ilusionada como por encima de la puntilla de la copa le salían dos bultitos de carne que se juntaban casi en el centro, se volvió y me dio un piquito en los labios.
Buscó el vestido entre el envoltorio de papel de seda, lo extendió sobre su cuerpo para ver el efecto y me pidió que se lo pusiera, lo dejé caer por encima de su cabeza y después de colocárselo en su sitio le subí la cremallera lateral que lo ajustaba a la cintura, me miró a la cara para ver mi expresión antes de volverse al espejo, le gustó como me vio y se volvió para verse de cuerpo entero.
Efectivamente estaba bonita, me la imaginaba con un poco de maquillaje, los ojos y los labios arreglados y estaría preciosa de verdad, por el escote bastante pronunciado se le veían sus tetitas, intentando salir, parecía que solo las retenían los pezones desde debajo del vestido, se dio una vuelta entera para ver el vuelo de la falda y no se resistió a ponerse los zapatos de tacón alto que se había comprado para la ocasión, el resultado fue radical, estaba muy orgulloso de mi madre.
La abrace por detrás sin arrugar el vestido, la pasé mis manos sobre el estómago, ella se pegó a mí y cogiendo mis manos las subió a sus tetas, le di un beso en la nuca y noté como se erizaban los pezones, con mucho dolor de corazón me separé de ella, no quería estropearle el momento ni el vestido y me senté en la cama hasta que se lo quitó, se sentó a mi lado y me cogió las manos.
-       Sabes una cosa Manu?, estoy muy ilusionada con esta cita, hace mucho que ningún hombre se interesa por mí, bueno además de ti claro, pero yo ya me había resignado de que estaría sola siempre, sé que te tendré a ti, pero tú te harás mayor y encontrarás a una chica de tu edad, te enamorarás y tendréis hijos, todo eso es lo más normal del mundo, pero ahora si tengo suerte de que una persona me quiere y quiere compartir su vida estaría completamente feliz.
-       Y yo también sería muy feliz, pero mamá no quisiera que te ilusionaras demasiado, me encanta verte tan alegre, pero no te lances, pues si por lo que fuera no llegarais a nada me entristecería mucho que te afligieras.
-       Ya lo sé hijo, pero estos momentos no me los quita nadie, ni me acuerdo cuando estuve tan nerviosa, y solo espero que si Benito y yo seguimos os llevéis también muy bien y entre los cuatro formemos una familia.
La besé en la boca, fue un beso limpio, deseándole lo mejor.
Cada vez que venía Benito mi madre se arreglaba más, ahora siempre llevaba los labios un poco pintados y el pelo arreglado, el uniforme inmaculado y andaba como una paloma en época de celo.
Estaba yo leyendo el libro que había comprado en una mesa tras de la ventana, cuando vi pasar a mi perro Thor, iba estirando como siempre del carrito de la compra de la señora Encarna, salí corriendo y no lo llamé hasta cuando estuve a su lado para evitar que saliera en mi dirección y tirara a la señora.
El perro saltó sobre mí y me lamió la cara, parecía que me hablaba mientras me ladraba de contento, la señora se alegró también de verme, me dijo que su nieta Raquel le había dado noticias mías y que nos llevábamos muy bien, lógicamente me ofrecí a acompañarla a casa y a subirle la compra, me quedé un rato con ella y me contó que Raquel era su nieta mayor, tenía otro nieto más mayor y otra nieta más jovencita de otra hija, mientras yo jugaba con mi perro, ella sacaba la compra y la organizaba en el frigo, me dijo que por la tarde iba a venir Raquel un rato para hacerle compañía y me invitaba a merendar si quería acompañarlas, le dije que sí enseguida, creo que hasta el perro ladró de alegría.
Por la tarde me presenté con una caja de bombones, no sabía si podría comer por algún problemas de salud, pero preferí arriesgarme a no decirle nada a Raquel que íbamos a encontrarnos en casa de su abuela. Cuando llegué Raquel no estaba en casa, me dijo que le había llamado que se retrasaría un poco y ella no le había dicho que yo iba a ir, estuve jugando con Thor, el perro no me había olvidado, casi a media tarde la señora encarna recibió una llamada, creí que era de su nieta pero era de la óptica que le decía que ya habían recibido sus gafas nuevas y debía ir a ajustárselas, a la mujer la vi un poco violenta, pero comprendí que debía irme, y me dirigí a la puerta de la calle acariciando a Thor, para despedirme, la señora me detuvo, me dijo que esperar un momento que había pensado una cosa, me dijo que como Raquel estaría al caer que me dejaba la merienda preparada en la mesa y que merendáramos cuando viniera, que no sabía lo que tardaría.
No me gustaba mucho abusar de la mujer ni de su confianza, pero tampoco me parecía bien desairarla y me quedé jugando a tirarle un juguete a mi perro.
Thor iba a recoger el juguete y me lo traía otra vez, era incansable, yo se lo tiraba cada vez más lejos para que tardara más en volver, una de aquella vez se lo tiré demasiado lejos y fue a meterse en la habitación grande de matrimonio, el perro se metió como una tromba y salí detrás de él para que no rompiera nada, me fijé que la cama estaba abierta y con la ventana apenas cerrada con las cortinas moviéndose con el brisa que entraba, me acordé de la tarde que pasé con Raquel en aquella cama y me senté en la orilla, el colchón era muy blando y se estaba fresco con la brisa y la penumbra, Thor por su parte también debía estar cansado y se tumbó sobre la alfombra jadeando.
No me di cuenta pero me apoye sobre un codo y luego que tumbé mirando la lámpara, no me acuerdo de más, solo que estaba soñando, las imágenes se me mezclaban, había de todo, de clase, de mis tías, las chicas, mi madre, por eso no le di importancia al fresco que noté en la polla, soñaba en las situaciones en que sin quererlo expresamente había estado tan bien acompañado, yo que nunca había ido detrás de ninguna chica por vergüenza y por no saber cómo hablarles para conquistarlas, ahora hasta mi polla se acordaba de cada una.
Ciertamente estaba a gusto, con los brazos en cruz, y sobre mi cabeza un grupo de caras de chicas con un sinfín de tetas de todos los tamaños y formas, y coño, cuantos coños, todos tan sabrosos cuando me los comía, podía sentir cuando metía la polla hasta dentro del todo, su calor, su suavidad, sus contracciones cuando querían ordeñarme, tan distintos y tan iguales y aquellos culos, unos solo las nalgas, otros con los culos cerrados otros con los culos abiertos o otros también rellenos de mi carne dura, era como una película sin fin, me veía mi polla dura, gruesa, vertical y a punto de correrse.
Dijo de correrse?, y tanto, como que me iba a correr, y no podía hacerlo, no sabía dónde estaba pero no podía correrme así como así, me iba a poner perdido de leche, pero mi polla no sabía de pantalones ni nada de eso y seguía a su ritmo.
Me incorporé sobre mis codos, miré, no vi nada, no podía comprender nada, cuando mis ojos se acostumbraron vi apenas la lámpara sobre mí, me acordé de que estaba en una cama y no era la mía, miré hacia mi polla, no la vi tampoco, empecé a sudar, mi polla seguía a punto de eyacular y yo no sabía ni donde la tenía, un momento después distinguí la cabellera de una cabeza, se movía sobre mí, no podía coordinar mis pensamientos, al mirar por un momento vi como la cabeza se paraba, estaba quiera, pero eso no me tranquilizaba, pues mi polla estaba soltando leche a sacudidas regulares, me dejé caer otra vez sobre las sabanas, quería que terminara el sueño, o quizá no porque había tenido una corrida de las mejores de mi vida, pero donde estaba la leche?, no estaba empapado como era de esperar.
La duda se fue despejando, y fue el oído el primer sentido que empezó a funcionar.
-       Vale chicos, que la merienda está esperando ya hace rato.
Era la señora Encarna la que llamaba, entonces donde estaba yo? claro, me había quedado jugando con Thor, pero y la cabeza?
Cuando se levantó la cabeza y pude ver los ojos, los míos se abrieron como platos, me miraban sonrientes, bajo de ellos estaba la boca de Raquel rodeando mi polla que poco a poco iba escurriéndose entre sus labios, cuando salió del todo la chica abrió la boca enseñándome la legua en forma de cuchara, la tenia blanca de semen, por la comisura de los labios se le salían una gotas, ella cerró la boca y tragó, luego se relamió los labios y recogió lo que le salía, después volvió a tragarse mi polla y la repasó con la lengua, cuando volvió a salir brillaba pero de limpia.
Me fijé que no llevaba pantalones, estaban a mi lado junto al bóxer, ella de rodillas en la alfombra se había quitado la camiseta y el sujetador, las dos grandes tetas cubrían la visión del resto de su cuerpo, también estaba desnudo.
Cuando me miró y vio que estaba despierto se subió sobre mí me dejó sus tetas al alcance de mi boca y me cogió la polla entre sus piernas, no estaba dura al cien por cien, pero ella la sostuvo lo suficiente para meterse el glande, el resto entró después siguiéndolo, estaba tan mojada que no tuvo que esforzarse, la polla siguió el camino de su vagina, cuando estuvo dentro ella se ocupo de masajearla moviendo el culo haciendo círculos, cuando notó que estaba llena hasta la matriz, se corrió, se dejó caer sobre mi hasta que terminó de soportar los espasmos que le sacudieron todo el cuerpo, yo pude ver a la señora Encarna mirándonos desde la puerta entreabierta hasta que Raquel empezó a moverse y sacarse mi polla, me besó y me dijo…
-       Hola buenas noches, has tenido un buen despertar?
Le sonreí y me levanté, mientras ella salía de la habitación tapándose un poco el coño con sus bragas, pasó por delante de su abuela, que sonrió, cuando salí yo todavía soñoliento y subiéndome la cremallera de la bragueta, la abuela separó una silla de la mesa y me dijo que me sentara a la cabecera, frente a mí no había una merienda sino una suculenta cena.
Cuando salió Raquel del baño le dio un beso de agradecimiento a su abuela y se sentó a mi lado, me alargó el vino y me escanció en la copa, su abuela me sirvió en el plato, luego a Raquel y por último a ella misma, luego nos cogió de las manos y nos sonrió a los dos.
-       Hoy me habéis dado una alegría muy grande, me habéis hecho recordar tiempos muy gratos para mi, cuando he llegado esta tarde de la óptica te he visto durmiendo plácidamente en mi cama de matrimonio, os tengo que contar que en esa cama he vivido muchos momentos gloriosos, he gozado de muchos orgasmos, unos con mi marido y otros no, si Raquel, tu abuela será vieja ahora, pero no hace muchos años le gustaba follar como a la que más, y creo que mi hija y mi nieta han salido a mí, y espero que mis otros nietos también, cuando llegó Raquel se me ocurrió una idea y le dije que tenía una ocasión preciosa para follar contigo sin ningún obstáculo ni prisa, al principio le dio un poco de reparo, pero yo misma te quité los pantalones y el calzoncillo, te cogí la polla tan hermosa que tienes y se la ofrecía Raquel ella te la chupó hasta ponértela dura como una estaca, y sabes una cosa?, pues que Raquel me hizo un regalo, me pasó tu polla, la chupé con deleite, ya no me acordaba del gusto que tenían, por lo recordé pronto, si no hubiera sido por mi nieta te la hubiera mamado hasta llenarme la boca con tu joven semen. Pero preferí que fuera Raquel la que tuviera ese privilegio, la desnudé también mientras te la comía y cuando se subió sobre ti se la metí en el coño, luego me marché aunque os estuve viendo desde la puerta, me encantó ver como se llenaba la boca con tu leche y se la tragaba, eso era lo que más me gustaba a mí, y bien ahora a comer.
Thor también comía en su plato en un rincón.
Continuará

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