La depravada - Parte 17

La depravada - Parte 17



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La depravada


Parte 17


Adaptado al español latino por TuttoErotici
 
EL otro día la señora Picard, vino de improviso a visitarme.
—Vamos a ver, Véronique —me dijo—, no entiendo… Dicen que tenés no sé cuántos amantes…, y al señor De Chanvy se lo considera un tremendo mujeriego…, y sin embargo parece que forman la pareja más unida, más feliz de todo París.
—¡Sin exagerar, es la pura verdad! —contesté sonriendo.
—El otro día, cuando fui al palco con ustedes en el teatro Montparnasse, durante el entreacto, tu pose no dejaba lugar a dudas ; estaba sentada atrás tuyo, estabas de pie, y él tenía la mano metida por abajo de tu vestido… La forma en que tus nalgas se agitaban demostraba todo el placer que sentías…
—¡Ah! ¡Sí!
—Pero entonces, no entiendo… Con todo lo que cuentan de sus travesuras recíprocas, todavía me pregunto si no estaba soñando…
Recordando aquel acontecimiento, empezamos a meternos mano apasionadamente.
Calmadas…, pero sin dejar de manosearnos deliciosamente entre los muslos, charlábamos sobre el sofá.
—¡No, no soñaste, Suzanne! Es verdad que sentía un placer exquisito dejándome meter mano por mi marido,en esa sala repleta. Le encantan esos juegos, y los dirige de maravilla.
—¡No lo dudo!
—Sin embargo, lo que no entendés es muy simple, preciosa. Todo el secreto de nuestra felicidad es no ser celosos el uno del otro. ¡Al contrario!
—¿Qué querés decir con «al contrario»?
—¡Escuchá!
Y le conté la historia de Paul Seger hasta los más mínimos detalles.
¡No podía creerlo!
—Sos peor que Mesalina…, ¡y él peor que Casanova!… Y, para colmo, ¿se cuentan todas sus pequeñas infamias?
—¡Sí! ¡Acordamos decirnos todo! ¡Si supieras hasta qué punto eso hace que nos deseemos el uno al otro!… No podríamos separarnos nunca… Sabés, con nadie más podría conocer tanta felicidad, tanto placer… ¡Nos amamos, nos adoramos como locos, porque somos parecidos, porque somos dos viciosos que tuvieron la suerte de encontrarse!…Mirá, esta noche, por ejemplo, sabrá lo que estamos haciendo las dos… ¡Eso me valdrá, podés estar segura, una buena cogida!
—¡Cómo! —dice con un resplandor lúbrico en sus ojos azules—, ¿se lo dirás todo? —¡Y cómo!Incluso, si lo querés…, podés unirte a nosotros.
—¡Oh! —exclama—,¡qué cerdos que son! Pero, después de todo, no me incomodaría…
Muy excitada, me acaricia la concha. Le devuelvo enseguida el cumplido, y nos lanzamos a una masturbación recíproca llena de encanto.
—Si el señor De Chanvy nos viera…
—¡Estaría encantado! Lo vuelven loco de alegría todos los placeres que yo disfruto… Y en lo que a mí respecta, tengo el mismo tipo de sentimiento hacia él.
—Pensándolo bien…¡Empiezo a darme cuenta de que tenés toda la razón!
—¡Oh!… ¡Por supuesto!… Después de todo, es la mejor manera de amarse el uno al otro…, ¡y es el secreto de nuestra felicidad!
—¡Ah! Ya que encontraron ese secreto, lo voy a aprovechar. ¡Voy a convertir a mi esposo!
—Probarán los mejores regalos de la vida… ¡y estarán  también entre las mejores parejas de París!
—¡Te agradezco!…¡Ah! ¡Ah!… ¡Qué placer ahí, en mi clítoris!
Nos callamos…,frotándonos suavemente la una contra la otra…, atentas al obsceno ascenso de nuestro goce.


CONTINUARÁ...

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