El novio sustituto 3

Me despertó mi madre gritándome desde la sala de estar:
— María al teléfono, sal ya de la cama y contesta!
En un momento salté de la cama y me afané en responder.
— Hola?
— Hola! Qué tal, te quedaste bien descansado ayer?
Mi madre todavía estaba cerca y recé para que no me viera en ese momento; me había puesto rojo como un tomate.
— Si... Bueno, ya sabes. Gracias. –medio balbuceé.
— Me alegro. Espero que estés listo para ir a la piscina. Te vienes?
— Vaya.. De hecho me acabo de despertar. Necesito un ratito para prepararme.
— Okey no pasa nada. Entonces yo me voy para allá y te espero ya dentro.
— Vale gracias, hasta ahora.
 
Me preparé rápido y quince minutos más tarde ya me encontraba de camino a la piscina. Eran unas instalaciones bastante nuevas y modernas. Tenían varias piscinas con diferentes temperaturas de agua tipo ‘spa’ y una zona lúdica con toboganes y mucho césped para tomar el sol. Cuando llegué me encontré a María ahí estirada sobre su toalla, y a su lado habían dos de los chicos de ayer, hablando con ella.
— Hola! –saludé al llegar. María tenía cara de circunstancias... Seguro que esos dos caraduras se aprovecharon de verla sola para pegarse a ella como lapas.
— Hola! Por fín has llegado cariño! –María saltó como un resorte y vino a recibirme. – Veis? Ya os he dicho que le estaba esperando. Has tardado cariño, ven ponte a mi lado, hacéis un hueco para mi novio, verdad chicos?
Los dos chavales, que no me dijeron ni hola, se apartaron a regañadientes para dejarme un sitio al lado de María. Al llegar yo les había aguado la fiesta. 
— Te necesitaba para ponerme crema –y echándome una mirada que lo decía todo me dijo– Aquí los amigos de mi hermano han insistido mucho en ayudarme... pero ya les dije que tu estabas a punto de llegar...
 
María llevaba un bikini verde manzana muy llamativo. La braguita era tipo brief, muy ajustadita y atada con unos lazitos a los lados. El top eran dos triángulos también todo atado con unos lazitos en la espalda y el cuello. Ella se estiró de espaldas sobre su toalla y me di a la faena de untarle con crema.
— Ahora más abajo cielo – me dijo y levantó un poquito su culito para indicarme dónde quería la crema
Me regalé magreándose las piernas desde sus pies hasta su culo, que yo acariciaba sin pudor ahí donde la braguita no tapaba. Ni me molesté en pensar que esos dos payasos estaban observándonos, yo disfrutaba como un enano.
 
Cuando terminé María se giró y me lo agradeció con un cálido beso con lengua.
— Ahora te doy yo, cariño –y me estiré sobre la toalla mientras que ella, sentada en mi trasero empezó a darme crema en la espalda.
—Bueno nosotros nos vamos a bañar un rato– dijo uno de los tíos esos, supongo que bastante rayados por el hecho que yo llegara a cortarles el rollo con María, y de que ella los ignorara para estar conmigo. 
— Vale adiós–dijo María sin siquiera dignarse a mirarles.
Cuando nos quedamos solos me dijo:
—Uff... Menos mal que has llegado pronto. No sabia que iban a estar aquí, qué pesados. Me querían poner crema e insistían en que me quitara el top del bikini. Van más salidos... Ya se lo he advertido a mi hermano, pero dice que soy una niñata y que exagero. Es igual de capullo que ellos...
— Bueno aquí estoy yo para salvar el día- le dije sonriendo.
— Si, –me dijo sonriendo– pero ves con cuidado que el bañador no te va a tapar mucho si se te pone dura, amigo.
La verdad que con la mini sesión de masajes ya la llevaba morcillona, y a ella no le había pasado por desapercibido. 
 
Al poco rato los dos amigos de su hermano volvieron y se sentaron otra vez a nuestro lado. María, para ni siquiera dar pie a que nos hablaran, empezó a besarme como el día anterior. Era increíble volver a sentir su lengua entre mis labios, una delicia. Su manera de besarme era tan caliente que al poco rato mi poya empezó a crecer, y estirados como estábamos era difícil para mí  disimularlo. María se percató de ello y rápidamente para no dejarme en evidencia me empujó hacia atrás y se sentó sobre mi paquete. Luego continuamos besándonos. Era evidente que ella sentía mi pene bien duro entre sus piernas, y ese pensamiento aún me excitaba más. Creo que ella también se estaba excitando porque sus mejillas estaban más sonrosadas de lo habitual.
 
Supongo que la escena acabó de incomodar a los dos burros esos, y ella para rematarlo se dirigió a ellos diciendo:
—Oíd chicos, me gustaría estar sola con mi novio. No os importa cambiaros a otro sitio?
—Será calienta-poyas la put....–empezó a decir uno, mordiéndose los dientes, pero el otro rápidamente lo cortó, probablemente sopesando las consecuencias de insultar a la hermana menor de su amigo.
— Vale María –dijo– cuídate y saludos a Manuel cuando lo veas. – Y empujando al otro que estaba muy cabreado se fueron a otro lado a tomar el sol. Los vimos poner sus toallas unos metros más lejos. 
— Continuemos, que seguro nos vigilarán durante un rato– me dijo María, y así continuamos besándonos ardientemente. María me tomó una mano y directamente me la condujo hacia sus nalgas, que yo acaricié por encima y por debajo de sus braguitas sin discreción. Ella empezó un vaivén sobre mi pene, que estaba ya completamente duro. Había roce entre nuestros sexos a través de los bañadores y supe que María lo disfrutaba ya que gemía sutilmente mientras nos besábamos. Por suerte para mí no había mucha gente todavía en la piscina, y supongo que eso ayudaba a que María estuviera más desinhibida. 
 
Durante unos minutos no existió nada más, pero el chillido de unos niños jugando a pelota que pasaron corriendo cerca de nosotros, nos hicieron recobrar consciencia de dónde nos encontrábamos. Nos estiramos cada uno sobre nuestras toallas (yo boca abajo por obvias razones) y guardamos silencio durante un rato.
 
— Tienes una poya bastante grande parece ser, te lo tenías guardado!–me dijo ella en voz baja.
— Bueno, normal, creo –respondí un poco incómodo por el atrevido comentario.
— Oye, me he dejado llevar, no me he podido retener.- me dijo medio excusándose. 
— Si que lo he notado...
— Es que me lo estoy pasando bien, espero que no te moleste.  
— No, claro que no, yo también me lo paso bien.- respondí. 
— Gracias, y bueno, no te preocupes; luego te ayudo a solucionar lo tuyo, como ayer– y me guiñó un ojo.
 
Todo el tiempo que estuvimos en la piscina lo hicimos como si fuéramos novios. Con la confianza que yo iba ganando me iba atreviendo a tocarla más atrevidamente, cosa que ella aceptaba con naturalidad, incluso era ella misma que me animaba a aprovechar. 
 
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Al aplicarle crema por segunda vez, le di por delante y por detrás, por cada rincón de su piel que estaba expuesta al sol. Ella también se atrevía conmigo y en más de una ocasión, sobretodo estando en el agua, me rozó con la mano mi bulto por encima del bañador mientras me besaba. 
— Que te parece si nos vamos ya? Empiezo a tener hambre –dijo María cuando ya pasaban del mediodia.
— Okey, sí yo también.

Recogimos y nos fuimos hacia los vestuarios. Esas piscinas tenían una zona de duchas que era separada para hombres y mujeres (obviamente), pero después se accedía a una zona de taquillas y vestuarios que era común para todos, aunque con cabinas privadas para cambiarse. Seguramente era asi para permitir a las familias de ir juntos. 
 
Antes de entrar en las duchas María me dijo:—Espérame al otro lado, vale?
Y así lo hice, me duché rápidamente sin quitarme el bañador, sólo para lavarme el cloro de la piscina y la esperé a la salida de las duchas. Cuando ella salió iba envuelta en su toalla y con el bikini en la mano. Juntos fuimos a buscar nuestra ropa en las taquillas y al llegar a la zona de vestuarios María me tomó del brazo.
— Entra conmigo. – y me arrastró con ella dentro de una de las cabinas privadas– No me gusta cambiarme sola– me dijo sonriendo.
 
Ya dentro y con la puerta cerrada se deshizo de su toalla, y sí, María se quedó completamente desnuda delante mío. Se quedó mirándome desafiante un rato, mostrándose a mi. Yo me quedé embobado mirándola. Verla así desnuda al completo era mejor que todo lo que yo me había imaginado hasta entonces. Sus piernas, sus caderas, su cintura, sus pechos... todo formaba una harmonía de formas y curvas que rozaba la perfección. Sus pezones eran grandes, pero no demasiado, en equilibrio con el tamaño de sus pechos. Y su coñito era una delicia, abultadito y recubierto de una fina capa de vello castaño claro. Además, por el hecho que solía tomar el sol en bikini, se notaban en sus tetas y su pubis dos tonos distintos de piel en comparación con el resto de su cuerpo, lo que hacia la escena aún más provocativa.
 
— Que te vas a quedar ahí parado? Venga, quítate el bañador –me dijo tranquila pero descaradamente.
Le hice caso, aunque bastante lentamente por mi timidez. Fui deslizando el calzón hacia abajo hasta que finalmente apareció delante suyo mi pene con una muy decente erección.
— Sí, como me imaginaba, la tienes durísima – añadió – debes estar que revientas, vas a necesitar un poco de ayuda.
Y sin más se me acercó así como estábamos, de pie, y me agarró el pene con las manos... Empezó a hacerme una paja suavemente.
— Oye, gracias otra vez, me has ayudado mucho...  –decía sin parar de masturbarme, y continuó diciendo— Te hago un trato, tu me haces el favor de hacer de novio éste verano, y yo me aseguro de que lo disfrutes.
— Okey... –dije con un hilo de voz. Mientras, ella iba aumentando el ritmo de la paja.
— Venga, tócame las tetas, no te cortes, para eso están – me dijo. Y seguía acelerando el ritmo.
 
Yo estaba en éxtasis. Me iba a correr en cualquier momento. Sus cálidas manos hacían maravillas, y mientras, yo le iba magreando los pechos y pellizcándole los pezones.
 
Cuando ya no pude aguantar más la avisé:
— María, que me voy... – Pero ella aceleró sin apartarse, incluso acercó su pubis hacia adelante haciendo que la punta de mi pene rozara su vello púbico. Me corrí al momento. Mi semen salió disparado directamente sobre su pubis. Ella se apartó un poco y más goterones salpicaron en su vientre y sus piernas...

— Joder! Cuánto te sale! – exclamó sin dejar de sacudir mi poya con sus manos. Cuando saqué la ultima gota me dijo – Siéntate un momento, seguro que te hace falta.   
Me senté en el banquillo del vestuario como me aconsejó y me quedé observándola. Tenía grandes charcos de mi semen que empezaban a escurrirse bajando por su piel. También había una buen charco que se había pegado a su vellos púbicos, e incluso en sus manos tenía restos de mi corrida. 

 
Seguidamente, ante mi asombro, empezó a vestirse, sin limpiarse antes para nada. Fue manchándose con los rastros de mi semen mientras se vestía.  Se puso unas braguitas de algodón color naranja y al subírselas y entrar en contacto de los restos de mi corrida, se mancharon por delante, haciendo la tela un poco transparente. Lo mismo hizo con su vestido de verano, que al deslizarlo por su torso y cintura se fue manchando y allí donde mi semen había caído sobre su piel, se formaron manchas húmedas. 
No me lo creía, iba a salir así tal cual a la calle, con mi semen dentro de sus braguitas y sobre su piel.
— Espabila que no tenemos todo el día. –me dijo sacándome de mi estado paralizado de asombro.
 
Pronto estuvimos los dos listos y en la calle. Como de costumbre caminamos juntos hacia su casa. Al llegar a su portal me dió otro beso con lengua.
— Oye, tenía plan de salir con unas amigas del instituto esta noche. Pensaba que tendría que ir yo sola e iba a decirles que no. Pero si te va bien, podemos ir tú y yo juntos. Te parece?
— Claro María, lo que necesites.
— Eres un cielo. Hasta luego entonces!
La observé un momento antes de irme. Sus pezones se notaban endurecidos y se marcaban sobre la tela de su vestido, como iba siendo habitual en verano cuando no usaba sostén. Las manchas de mi semen aún eran visibles, y pensar en ello me excitó de nuevo.
 
Otra vez en casa me hice una buena paja, pensando en lo ocurrido. Y me eché una siesta soñando en lo que pudiera ocurrir con María esa noche

Continuara

2 comentarios - El novio sustituto 3

locuravip
La continuacion con urgencia!!!
KndMauro
Buenísima la historia!!!!!!