Tocándote en las escaleras

Eran algo más de las 3 de la mañana y volvíamos después de una salida solos. Después de estacionar el auto en el garage del edificio y llamar el ascensor nos enteramos en un beso de esos que nos ponen calientes, mientras se escuchaban los estruendosos rayos de la tormenta que se había desatado afuera. En calentamos estábamos cuando se cortó la luz. Eso rompió el clima, no quedaba otra que subir las escaleras. Emprendidos viaje hacia arriba. Las luces de emergencia no iluminaba mucho, pero lo suficiente como para que pueda deleitarse viendo el movimiento se tu cola mientras subias los escalones. Había un silencio que sólo se cortaba con los truenos. Aquel beso del subsuelo me había dejado caliente, y si a eso le sumamos los bailes que hicimos tomándonos un rato antes, bastaba para entender como venía a esa altura. En  el intrépido del primer piso no aguante más. Acelere el pasó y te sorprendí girándote de golpe y apoyándose contra la pared. Volvimos a repetir el beso del subsuelo. Pero esta vez mis manos fueron derecho a tus nalgas. Las apreté y te apreté contra mi. Podía sentir como mi puja se iba endureciendo apoyada a tu cuerpo. El beso fue largo. Cuando paramos nos miramos y cuando iba a abalanzarme otra vez me paraste con un “acá no”, que no me pareció muy convincente, por lo que decidí seguir susurrando al oído “acá Sin, para después bajar derecho a tu cuello. Te sentís respirar profundo. Casi gemir en silencio. Mi mano recorrió tus piernas, llegó a tu vientre para desabrochar tu pantalón. Volviste a intentar pararme pero fui derecho a besar tu boca cuando mi mano se metió adentro de tu tanga. Mis dedos te acariciaron y te hicieron soltar un gemido intenso. Mi mano se mojaba más y más con cada caricia. Tu respiración se aceleraba al tiempo que yo aceleraba el movimiento de mis dedos. Bastaron unas caricias para sentir como te estremecías. Te temblaron las piernas mientras soltaba un gemido intenso pero silencio no. Deje mi mano quieta unos segundos , hasta q abriste los ojos. Ahí fue cuando la saqué despacio dando una última caricia. Estábamos listos para seguir subiendo las escaleras.

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