Exámenes Calificatorios - Capítulo 1

- Por qué estoy acá? - me preguntaba en voz alta sentado solo en el frío, silencioso y rígido consultorio. Yo conocía la respuesta: el aviso era demasiado interesante para ser ignorado, "SE NECESITA: Hombres con defectos cardíacos congénitos estables para estudiar los efectos cardíacos del orgasmo. Alérgicos al látex: abstenerse."
Yo encajaba con los requisitos: nací con una deficiencia cardíaca, que ha permanecido estable durante años, no soy alérgico al látex (gracias a Dios!) y me encantan los orgasmos. Además, me gano la vida haciendo investigaciones sobre cuidado de la salud, así que ser un "conejito de indias" sonaba interesante. Empecé a sentirme ansioso, solo con mis pensamientos en el consultorio, pero el sonido de pasos acercándose a la puerta llamaron mi atención.
La puerta se abrió y entró una hermosa, esbelta y delgada mujer de más o menos un metro setenta, de unos veinticinco o veintiocho años, de buen físico, cabello marrón que caía justo bajo sus hombros, nariz respingada y grandes ojos verdes. Llevaba puesto un ambo celeste y zapatos blancos de taco alto. Por sobre el ambo celeste llevaba un guardapolvos blanco desabotonado y con las mangas arremangadas hasta el codo.
Sus tacos resonaban en el piso de baldozas del consultorio a medida que se acercaba, trayendo una carpeta entre sus brazos. Extendió su mano y se presentó.
- Hola - dijo con voz confiada - Me llamo Nikky y soy la asistente de la Dra. Marisa en la investigación. Un gusto conocerlo. Ya completó los formularios?
Le dí a Nikky los formularios completados. Ella se sentó frente mío, cruzando las piernas y ajustándose el guardapolvos para que le dé apropiado marco a su figura. Rápidamente revisó la información en los formularios.
- Bien - dijo sonriendo y con ojos traviesos - parece que califica para participar en nuestro estudio. Yo le voy a hacer los exámenes preliminares y después la Dra. Marisa le va a hacer un examen más profundo. Alguna pregunta?
"Podemos hacer el amor ahora mismo?" pensé para mí ya que me había excitado mirando las atractivas piernas de Nikky. Pero terminé preguntando otra cosa.
- Qué institución está realizando este estudio?
- La FSN, Fundación de Sexualidad Narcisista - contestó Nikky - la Dr. Marisa es una autoridad mundial en narcisismo, gente que desean sexualmente su propio cuerpo. Su estudio se concentra en cómo hombre y mujeres utilizan guantes de goma consigo mismos para satisfacer su deseo sexual.
- Y cuáles son sus antecedentes? - pregunté escéptico - Seguramente una mujer tan joven y atractiva...
- Me gradué de Médica en la UBA y tengo un Master en Salud Pública.
- No me diga! - respondí - Linda y además inteligente! En serio? en la UBA?
- Increíble, verdad? - rió Nikky - Y sí, realmente me gradué en la UBA. Alguna otra pregunta?
- No - contesté obedientemente, intimidado por esta perfecta combinación de belleza física e intelectual.
- Bien - dijo poniéndose de pié - Sacate toda la ropa y ponete esta bata. Que quede abierta al frente... ya vas a ver por qué... cuando terminás, te sentás en la camilla. Mientras tanto yo voy a buscar algunas cosas que voy a necesitar para revisarte. Ya vuelvo.
Dio media vuelta y dejó el consultorio. Mis ojos se revolearon ante el duro trasero de Nikky, revelado por el guardapolvos que se sacudió cuando ella salió.
Me desvestí rápido, avergonzado por la erección que tenía. Me sacudí el pene un par de veces, tratando de hacer que se achique, pero la imagen de la Dra. Nikky era más fuerte que mis esfuerzos de ponerme en vereda. La puerta se abrió de nuevo, tomándome casi por sorpresa sentado y mirando a mi miembro erecto.
- Ah bueno, ya estás listo - se sonrió Nikky mientras entraba al consultorio cerrando la puerta a su espalda.
- No te preocupes - dijo Nikky notando mi vergüenza - Igual te vamos a necesitar erecto durante casi todo el examen.
Traía una bandeja de acero inoxidable y la apoyó en una mesa al lado de la camilla. Una paño de cirugía verde cubría la bandeja con varios paquetes e instrumental de acero inoxidable, la brillante y fría luz del consultorio iluminaba sobre el paño de cirugía.
- Acostate - me ordenó Nikky. Buscó en la bandeja y abrió un pequeño sobre cuadrado. Sacó un electrodo de electrocardiograma, abrió un poco mi bata y pegó el auto adhesivo a mi pecho. Repitió el procedimiento con otros tres electrodos, los conecto a un equipo de monitoreo cardíaco y encendió la máquina. En seguida, un suave y estable "bip" "bip" "bip" se empezó a escuchar en el consultorio, correspondiendo con cada latido de mi corazón.
- Vamos a medirte - me dijo Nikky antes de alejarse a un mostrador y abrir unos cajones. De un cajón sacó dos cajas que decían "Guantes de Látex para Examinación - Entalcados No Estériles". Puso las cajas en la bandeja y ví que una caja decía "Chico" y otra "Mediano". Nikky sin bajar las mangas arremangadas de su guardapolvos, sacó un guante de la caja que decía "Chico" y lo deslizó por su mano derecha, asegurándose que el guante calce perfectamente y llegue hasta la punta de sus delicados dedos. Después sacó un segundo guante de la caja y otra vez deslizó su mano ajustándolo con un delicioso "snap!". A través del delgado y ajustado látex de sus guantes podía ver sus uñas pintadas.
Nikky giró hacia la bandeja con el instrumental nuevamente y levantó un pequeño paquete, de unos 5 cms. cuadrados. Lo abrió y extrajo el contenido del paquete sobre la toalla que cubría la bandeja. El aroma del látex y el lubricante quirúrgico invadieron el aire. Ella levantó el lubricado condón de latex con sus dedos pulgar e índice de su mano izquierda cubierta por el guante de látex y vino hacia mi, tomó firmemente la base de mi pene erecto con su enguantada mano derecha. El suave látex se sentía fríó y liso alrededor de mi creciente miembro. La velocidad de los beeps del monitor cardíaco se incrementó, reflejando el aumento de mi excitación.
Nikky agarró una regla de acero inoxidable de 30 cms de la bandeja, apoyando suavemente uno de los extremos al borde de mi escroto.
- Quieto - me dijo. Y agregó - Esto puede estar un poco frío.
Agarró mi pene y sostuvo mi órgano erecto contra la regla.
- Mmmm... - murmuró - unos 16 cms.
- Está bien? - pregunté con una sonrisa en el rostro.
- Digamos que promedio, a lo mejor un poco más que el promedio - me contestó Nikky.
La puerta del consultorio se abrió de nuevo, miré a través de la habitación para ver entrar a otra mujer. Treinta y pico, bastante alta, con un cuerpo bien proporcionado para su altura. Cabello marrón no mucho más largo que la altura de sus hombros, y hermosos ojos azules. Lleva puesta una minifalda de cuero negro y una blusa de seda blanca coronada por un collar de perlas alrededor de su cuello, medias de nylon color café y zapatos de taco muy alto de cuero negro que brillaban tanto que reflejaban las luces del techo del consultorio. Sobre la ropa llevaba una chaquetilla médica blanca con cuello mao con el cierre de cremallera abierto, revelando sus grandes pechos.
- Hola - me dijo la mujer con voz suave mientras se acercaba a la camilla - Soy la Dra. Marisa. Parece que Nikky ya se estuvo ocupando de vos. Nikky, terminaste con el examen?
- Sí doctora - contestó Nikky. La Dra. Marisa levantó la carpeta que contenía mi historia clínica y lo que habían anotado hasta ahora.
- Sí Sergio, deberías ser un excelente candidato para nuestra investigación. Nikky te explicó todo?
- Bestante - fue todo lo que se me ocurrió decir con Nikky parada allí sosteniendo mi pene erecto entre sus manos enguantadas.
La Dra. Marisa se quitó el guardapolvos.
- Nikky - dijo - Que el especimen gire y quede boca abajo en la camilla mientras me preparo. Dónde están las batas descartables?
- En el cajón de la izquierda doctora - contestó Nikky - Sergio, date vuelta, boca abajo... manos y rodillas en la camilla... te ayudo para que no te enredes con los cables del monitoreo.
La Dra. Marisa sacó una bata celeste, larga hasta la rodilla, de mangas largas que cubría toda su ropa.
- Nikky, atame por favor - Nikky se quitó los guantes e hizo lo que le pedía la doctora, atándole la bata a su espalda, a la altura del cuello y la cintura de la Dra. Marisa. Después Nikky le dió un barbijo a la Dra. Marisa que ató las tiras de abajo alrededor de su cuello, y las de arriba por subre su cabeza. Nikky también se quitó su guardapolvos blanco y se puso una bata celeste sobre su ambo y se colocó un barbijo mientras me observaba y sonreía detrás de la máscara.
- Guantes? - preguntó la Dra. Marisa
- De examinación o quirúrgicos doctora? - preguntó Nikky
- Quirúrgicos. Talle 7. Se ajustan mejor y son más finos, me dan mejor sensibilidad al tacto.
Nikky abrió un cajón y sacó un sobre largo y no muy ancho. Sus dedos cubiertos por los guantes de látex tomaron un extremo del sobre y separó los bordes abriéndolo y dejando caer una cubierta de papel sobre la bandeja. Giré mi cabeza para leer "Guantes Estériles", "Mano Izquierda" y "Mano Derecha" impreso en el papel. Sin tocar el contenido, Nikky cuidadosamente abrió la cubierta de papel, exponiendo el par de guantes de cirugía de color marrón.
Instintivamente tomando la precaución de no tocar la superficie interior de los guantes. Nikky agarró el extremo del guante derecho, lo sacó de su envoltura estéril, le dio una pequeña sacudida para abrir los dedos y lo estiró al máximo para ofrecérselo a la Dra. Marisa. La doctora depositó su mano derecha hasta el fondo del guante tanto como pudo, empujando el guante fuera del agarre de Nikky mientras los puños de unos 20 cms. de látex se cerraban sobre la manga de la bata de la Dra. Marisa a la altura de la mitad de su brazo. Noté que la blanca mano de la Dra. Marisa dentro del ajustado y fino guante de goma tomaba un color chocolate claro, combinando con el café de las medias de sus sedosas piernas.
Nikky sacó el guante de la mano izquierda de su envoltura, lo sostuvo, Marisa insertó su mano izquierda dentro del segundo guante, el puño de látex otra vez se cerró ajustadamente contra el brazo de Marisa. La Dra. Marisa entrecruzó los dedos de sus manos ahora cubiertas por los guantes de cirugía para asegurarse que se ajusten a sus manos, mientras se dirigía al frente de la camilla sobre la que yo estaba arrodillado.
- Doble guante? - le preguntó Nikky a Marisa.
- No, basada en la historia clínica y tu análisis del especimen, no creo que sea necesario - contestó Marisa.
- Sergio - me dijo la Dra. Marisa - Antes de avanzar con tu estudio, tenemos que revisar algunas cositas. Te voy a hacer un examen rectal para determinar el tamaño de tu próstata y cuánto podemos dilatar tu recto. A lo mejor es un poco incómodo. Tratá de relajarte - mientras Marisa me hablaba sus encantadoras manos gesticulaban lo que ella iba a hacerme. Los guantes de cirugía eran tan finos que realmente podía ver las huellas dactilares de la Dra. Melody a través del látex.
Nikky mientras tanto también se había puesto un nuevo par de guantes de cirugía, levantó un tubo de lubricante quirúrgico de la bandeja y exprimió una generosa cantidad sobre la mano derecha de la Dra. Marisa. La doctora suavemente acarició con su guante lubricado la piel entre mi recto y mi escroto, y después aplicó más lubricante alrededor del aro de mi recto. El monitor cardíaco se aceleró.
- Más lubricante - le pidió Marisa a Nikky. Nikky exprimió otra generosa cantidad del claro y espeso gel sobre el guante derecho de Marisa.
- Sergio, cuando te penetre, vas a sentir ganas de ir al baño, pero no te preocupes, no va a pasar nada
la Dra. Marisa hizo un puño con su mano derecha y escuché al lubricante como chapotear mientras se derramaba entre sus dedos enguantados. La Dra. Marisa me agarró firmemente la nalga izquierda con su mano izquierda cubierta por el guante de cirugía e inmedíatamete sentí como insertaba lentamente la lubricada punta de su dedo índice derecho dentro de mi recto. Casi en seguida, mi pene empezó a latir. La Dra. Marísa sentía mis contracciones, mi esfinter oprimiendo rítmicamente contra su dedo finamente cubierto en látex justo dentro de mi recto.
- Nikky, el especimen está iniciando el proceso eyaculatorio y todavía no es el momento apropiado. Procedé - dijo la Dra. Marisa y Nikky se acercó a la camilla ajustándose los guantes y buscó en mi entrepierna, atrapando mis testículos con su mano enguantada, presionando suave pero firmemente contra mi vesícula seminal con sus dedos para detener el inminente flujo de mi semen.
- Mucho mejor - comentó la Dra. Marisa - Podés liberar el escroto.
La Dra. Marisa continuó con la penetración, ahora más rápido, y empecé a sentir un suave ardor en mi esfinter externo que involutariamente intentaba expulsar al intruso.
- Relajate... - me ordenó la Dra, Marisa mientras lenta pero firmemente deslizaba su dedo índice a través de mi esfinter externo, penetrando cada vez más profundo.
- Buena tonalidad del esfinter externo... la bóveda rectal se percibe vacía - Nikky eficientemente registraba los resultados del examen en una hoja de la carpeta. La Dra. Marisa seguía penetrándome, palpando mi dura próstata con su dedo enguantado.
- Localizada la próstata... es chica... suave y consistente. Sergio, voy a examinarte más profundo, relajate.
Apreté los puños y dejé escapar un grito de dolor mientras la Dra. Marisa empujaba su dedo más allá de mi inflamada próstata y del aro muscular de mi esfínter interno.
- Mmm... esfinter interno extremadamente estrecho... Debés tener unos orgasmos muy explosivos, verdad Sergio?... Nikky anotá que probablemente usemos un #6-B para la intervención del especimen.
En lo profundo, dentro mío sentía a Marisa rotando lentamente su dedo cubierto por el guante de lado a lado, palpando todos mis tejidos con sus perceptivo tacto. Un tranqilo lamento de placer se me escapa cuando el dedo de Marisa me estimula terminales nerviosas que yo ni sabía que podían existir.
- Sergio, voy a retirar mi dedo. Vas a sentir como una necesidad de ir de cuerpo. Pero no va a sar nada.
Marisa se retira lentamente, mis esfínteres se relajan a su tamaño normal mientras su dedo se desliza hacia afuera. Marisa retira por completo su dedo de mi ano, notando algo de materia fecal de tono verde amarillento en el guante de su dedo índice. Usa una toalla estéril para limpiar el dedo índice de su guante derecho, descartando la toalla sucia en un recipiente para residuos. Después abre un trozo de gasa embebida en alcohol y limpia cuidadosamente ambos guantes, al humedecerse los guantes brillan bajo la luz del consultorio.
- Lubricante - solicita la Dra. Marisa. Nikky exprime una buena cantidad de lubricante quirúrgico en el guante derecho de Marisa. Esta vez la Dra. Marisa se frota ambas manos cuidadosamente, cubriento completamente ambos guantes con la clara y espesa jalea.
- Más - Nikky exprime más lubricante y Marisa vuelve a frotarse las manos hasta que sus guantes gotean de lubricante quirúrgico.
- Sergio - empezó la Dra. Marisa - Tenemos que determinar cuánto podemos dilatar tu recto. A lo mejor el procedimiento se torna un poco incómodo, pero vamos a usar mucho lubricante y te vamos a penetrar muy despacio para que tu esfinter se adapte.
Otra vez cierro los puños anticipando el dolor mientras siento a la Dra. Marisa agarrándome el muslo izquierdo otra vez con su mano enguantada. Me agarra mucho más fuerte que antes, y esta vez noto una agradable lubricación en su toque. Siento el dedo índice derecho de la Dra. Marisa entrando otra vez en mi recto. Su dedo cubierto de látex se desliza fácilmente esta vez, con mucha menos resistencia que antes. Después siento como la Dra. Marisa empieza a deslizar su dedo mayor hacia adentro junto al índice. Dejo escapar una queja de dolor en cuanto Marisa intenta penetrarme con su segundo dedo.
- Relajate! Nikky el especimen no se relaja lo suficiente. Procedé.
Nikky vuelve a ubicarse a mi lado, hurgando en mi entrepierna y rápidamente agarrándome el pene con su mano derecha cubierta por su guante de látex. Suavemente empezó a frotar mi miembro todo a lo largo, mientras me susurraba al oído.
- Portate bien chiquito, después te vamos a dejar eyacular... ahora portate bien... - mi pene otra vez se llenó de sangre mientras pensaba en la belleza de Nikky, que me sometía mientras yo estaba arrodillado sobre la camilla.
Marisa sintió relajarse a mi esfinter externo alrededor de si dedo índice, y otra vez introdujo su enguantado dedo medio en mi recto al lado de su índice.
- Asi... mucho mejor - comentó la Dra. Marisa. Después insertó su dedo anular junto a los otros dos dedos que ya estaba dentro mío. Grité de dolor.
- Quedate quieto! - ordenó la Dra. Marisa - Portate bien... Relajate... Nikky, voy a penetrarlo un poco más.
- Sí doctora - contestó Nikky y aceleró la forma en que me frotaba el pene.
Con tres dedos en mi interior y mi ano ardiendo bastante, sentí a Marisa penetrándome, lenta y profunda, profundamente. La sensación de ardor interno se volvió casi placentera cuando Marisa llegó a mi próstata, y después a mi esfinter interno primero con su dedo medio, seguidos por el índice y el anular. Ella decidió que mi esfinter, particularmente el interno, era demasiado estrecho para soportar más de tres dedos.
- Ya está. Nikky el especimen ya puede eyacular. Procedé - sentí que la Dra. Marisa apoyaba las puntas de sus dedos cubiertos de látex contra mi dura próstata y empezaba a masajear suavemente mi glándula con sus lubricados, húmedos y enguantados dedos.
Nikky se puso a mi lado, buscó entre mis piernas, y rodeó mi escroto con los dedos cubiertos por el guante de látex de una mano. Mi miembro empezó a latir ante el estímulo de Nikky. Nikky frotaba de arriba a abajo todo a lo largo de mi pene, cada vez más rápido y ella podía percibir los espasmos de mi órgano en respuesta a su suave estimulación.
- Oohhhh.... oohhhh... - me quejé. Mi respiración era corta y rápida, el monitoreo cardíaco mostraba que mi corazón latía a más de 150 latidos por minuto.
- Vengoooo! - grité de golpe. Mientras mi espalda se arqueaba, la Dra. Marisa sentía las crecientes y violentas contracciones del orgasmo que se edificaba a través de mi recto, mi esfínter contrayéndose alrededor de sus dedos en mi interior. Retiró sus dedos un poco hasta que pudo palpar mi glándula mejor que nunca a través de la punta de sus dedos enguantados. Yo eyaculé explosivamente dentro del condón que me cubría el pene, sintiendo mi próstata crecer a medida que los dedos de la Dra. Marisa la liberaban. Mis piernas estaban débiles y casi me caigo de la camilla. La Dra. Nikky liberó mi escroto, pasando su brazo alrededor de mi cintura para ayudarme a mantener el balance mientras terminaba de sacudir mi pene. Mi pulso lentamente volvió a la normalidad.
La Dra. Marisa me examinó internamente con sus dedos, palpando mi glándula y notando que mi próstata estaba mucho más pequeña que antes de eyacular.
- Nikky, cuando intervengamos al especimen, probablemente sea mejor hacerlo eyacular antes de penetrarlo con el vibrador, así deslizar el instrumento a través de la próstata con más facilidad.
- Sí doctora. Tomo nota - contestó Nikky.
Marisa lentamente retiró sus dedos de mi recto. Otra vez sentí la agradable sensación del ardor cuando el antinatural sentimiento de llenado provocados por los dedos de Marisa se deslizaron fuera de mi esfinter. Marisa me liberó de su agarre en mi muslo, levantó una toalla de una bandeja cercana y cuidadosamente me limpió muslos, ano y escroto. Descartó la toalla en un cesto y con cuidado se quitó el guante de la mano derecha. Lo hizo un bollo con el puño de su mano izquierda y se quitó el otro guante rápidamente, dejando el guante sucio dentro. Descartó ambos guantes en el cesto.
La Dra. Marisa fue hasta la máquina de monitoreo cardíaco, desatando las tiras de arriba de su barbijo de modo que lo dejó caer sobre su pecho y leyó el papel de la máquina.
- Bastante bien - dijo la Dra. Marisa - No tuvo arritmias que lo puedan poner en peligro. Vamos a someterlo a cirugía dentro de tres días. Mientras tanto el especimen debe abstenerse de tener sexo o masturbarse, así obtenemos el máximo efecto durante la operación. Nikky, podes limpiar al especimen... es un buen especimen!
Marisa apagó la máquina de monitoreo y escuché el clic-clac de sus tacos desaparecer a medida que se alejaba en el consultorio. Se desató la bata y la tiró al cesto. Volvió a colocarse la chaquetilla médica y abandonó el consultorio, cerrando la puerta a su espalda. Nikky todavía me sostenía.
- Estás bien? - preguntó.
- Sí... creo que sí. Éso fue muy intenso. Nunca antes tuve un orgasmo como ése! Me hicieron acabar metiéndome ésos dedos con guantes en el trasero! Todavía siento las piernas débiles.
- Vamos... acostate - me dijo la Dra. Nikky - Te voy a quitar el condón, tenemos que medir el volumen de semen que producís.
Nikky se ajustó los guantes y suavemente deslizó el condón por mi pene marchito que ahora estaba púrpura y arrugado como una pasa. Nikky puso el condón en un recipiente para muestras de plástico para enviarlo al laboratorio, y levantó un paquete estéril de la bandeja.
Lo abrió sobre mi pubis, y una fría toalla quirúrgica verde cayó sobre mi pene. Con los guantes puestos, la Dra. Nikky suavemente me limpió el semen de mi pene, con movimientos suaves como una especie de masaje. Mi pene empezó a recobrar su color y forma normal y hasta empecé a tener una pequeña erección.
- La Dra. Marisa dijo que sos un buen especimen - dijo la Dra, Nikky mientras me seguía limpiando los testículos con la toalla - Sabés lo que quiso decir?
- No - contesté
- Bueno - dijo Nikky - Ahora te vas a quedar acá quietito - Nikky se quitó el barbijo y me sacó los electrodos del monitoreo del pecho. Después se alejó para quitarse la bata, el barbijo y los guantes y descartarlos en el cesto. Mientras volvía sacó un par de guantes de látex de la caja sobre la bandeja y empezó a calzárselos y lubricarlos justo en frente mío.
- Ahora te voy a revisar yo - anunció la Dra. Nikky.
- Pero... no dijo la Dra. Marisa que... yo no podía... hacer nada.... antes de la operación?
- Sí - me explicó frotándose los guantes - Pero es tan pronto después de tu última eyaculación que no va a afectar los resultados del procedimiento. Cuando me dijo que eras un buen especimen la Dra. Marisa me estaba autorizando a hacerte el examen pre quirúrgico. Pero como sos un tierno. Además te voy a hacer una extracción de semen. Ahora, te vas a quedar quieto mientras te reviso?
- S... sí... - contesté.
- Sí... qué? - me intimó.
- Sí... doctora?
- Muy bien - me dijo mientras me empezaba a revisar con sus dos manos enguantadas y me agarraba mi pene que otra vez estaba erecto. Me frotó suavemente la punta del pene, podía sentirlo retorciéndose. Con una de sus manos siguió frotando y apoyó la otra contra mi pecho, sentí el suave látex y el húmedo lubricante. La Dra. Nikky me frotaba todo el pene. La sensación de su mano atrapando mi órgano era más de lo que podía tolerar. La Dra. Nikky siguió frotando y con su otra mano cubierta por el guante de látex acariciaba la corona y el glande de mi pene provocando descargas eléctricas en cada punto que tocaba.
Traté de pasar mi mano por debajo del ambo celeste de mi doctora, La consecuencia fue que violentamente tiró mi prepucio hacia abajo, sacudiéndome e inhibiendo mi intención.
- El examen pre quirúrgico no admite semejante conducta del especimen... está claro?
- Sí... sí doctora - contesté muy excitado por la actitud dominante de la Dra. Nikky.
- Está claro??!! - preguntó de nuevo volviendo a someter a mi prepucio.
- Sí doctora! Sí doctora! - le contesté muy excitado, mientras ella me atrapaba el escroto con su otra mano cubierta por otro guante de látex. Sentir su guante de látex contra mis forzados testículos fue como una descarga eléctrica, y de nuevo mi cuerpo respondió sacudiéndose.
La Dra. Nikky retomó su trabajo frotando hacia arriba y abajo cada vez más rápido. Mis caderas cobraron vida y mi pene duro y palpitante comenzó a tener espasmos.
- Doc... doctora!! - grité mientras mi pene explotaba con renovados poderes sexuales desde la punta de mi duro pene. La Dra. Nikky atrapó con fuerza mi órgano sellando cualquier posibilidad de escape de mis ríos de semen.
Finalmente la Dra. Nikky agarró una toalla verde de la bandeja. Envolvió la toalla alrededor de mi pene, todavía sucio con mi semen, y finalmente terminó de limpiarme.
- A partir de ahora vas a hacer todo lo que te diga - me dijo - El especimen no tiene permitido copular ni masturbarse desde ahora y hasta que te sometamos a la operación. Quedó claro?
- Si... sí doctora - le contesté.
- Nos vemos en tres días.
La Dra. Nikky se quitó los guantes sucios de mi semen y los descartó en el cesto. Se volvió a poner el guardapolvos blanco pero lo dejó abierto y con las mangas a medio arremangar y giró para abandonar el consultorio.
- Vestite y andá nomás. Te quiero de vuelta acá en tres días. Te vamos a operar.
Nunca en mi vida había estado tan satisfecho sexualmente. Casi no podía levantarme de la camilla.
- Sí doctora - fue lo único que pude decir mientras escuchaba los pasos de la Dra. Nikky alejándose.

1 comentario - Exámenes Calificatorios - Capítulo 1

garcheskikpo
Ja te rompieron el culo y no te dejaron coger