Trío sorpresa (VI)


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El otoño fuera de casa se hace sentir, pero puertas adentro está que arde. Desde nuestro atrevido depilado pélvico estamos como conejos con mi esposa. No existen días ni horarios que nos marquen el ritmo.
Se acerca mi cumpleaños y ella me prometió un regalo importante. Trato de investigarla, observo sus movimientos, trato de pescar algo en sus llamadas pero todo suena muy normal. Tocar su celular nunca fue una opción. Aunque me sentí tentado ese es un límite que tácitamente hemos acordado no cruzar.
Con anticipación había pedido una semana de vacaciones y así aprovechar que la empresa donde trabaja Ludmila cierran por balance. Era una excelente oportunidad para disfrutarnos a mil.
El día tan esperado llegó y comenzamos con unos mates en la cama unidos a unas ricas facturas. Luego salimos a pasear y me dió a elegir el menú. Tallarines frescos acompañados por una salsa con albóndigas. Después de almorzar llego el helado y una peli bien tranqui. Yo estaba muy ansioso por dentro, trataba de arrancarle algún dato entre diálogos pero no había forma de quebrar su mural para la sorpresa.
Llegadas las 17 hs me invita a darnos una ducha. Acá empezamos pensé. Ella se ocupó de mi cuerpo y yo del suyo, pero no pasamos del toqueteo y algunos besos. Estábamos super calientes pero eso sólo era para entrar en clima.
Al salir del baño fuimos para la pieza, estaban los muebles corridos y en el medio una camilla para masajes. Me indicó que me acostara boca abajo y coloque mi cara en el espacio que tiene previsto para ello. Si nunca lo han hecho, les cuento que es muy difícil abrir los ojos en esa posición, y sabiendo lo que se venía no quise molestar a mis otros sentidos viendo el piso. Asique con los ojos cerrados esperé a que mi amor se prepare para hacer lo que tenía planeado conmigo.
Un aceite con aroma a lavanda comienza a bañar mi cuerpo. Sus manos me masajean de punta a punta. Desde mi cuello, hacen un formidable trabajo en mis trapecios, descienden por mis homoplatos, imprimen menor presión en las costillas pero la incrementan rodeando la zona lumbar. Vuelven sobre mis hombros y recorren hasta mis manos. Luego se sitúan en mi culo amasándome los cachetes y rozan con picardía mis huevos. Continúan hacia mis piernas y culminan con mucho labor en mis pies. Dicen que desde allí se destruyen todas las contracturas del cuerpo, por ende en estos extremos se concentró bastante.
Me pidió que gire y me ubique boca arriba. En medio del proceso cubrió mis ojos con una almohadilla que dejaba mi vista en plena oscuridad.
Nuevamente el trabajo comenzó de arriba hacia abajo. Mis pectorales, mi abdomen y llego hasta la parte superior de mi pene, acariciandolo apenas. Se dirigió a mis brazos y luego paso a mis piernas. Todo con mucho amor y una gran precisión. Pensé en que realmente se había tomado esto muy a pecho y había estado estudiando. No sabía que era tan buena para los masajes.
Otra vez se encontraba amasijando mi pecho cuando mi piel empezó a notar algo raro. Las manos hacían un tipo de movimiento, luego se separaban de mi y copiaban el dibujo. Pero en donde la palma y los dedos indicaban una dirección, luego se apoyaban a la opuesta. Ella no podría dar la vuelta a la camilla tan rápido, amén de que no tendría sentido hacerlo.
La deje hacer y volví a comprobarlo con otra aplicación de sus manos. Algo me olía extraño.
En un momento deje de sentirla, oía como se untaba aceite y por fin me agarró la verga. Comenzó a acariciarla, de arriba a abajo, me manoseaba los huevos, se me puso dura al instante. Luego sujeto con una mano la base de mi pija y me empezó a estirar los testículos. ¡Me encanta que haga eso! Volvió a tomar mi pija desde la base, y empujaba hacia abajo. Con su otra mano cubrió mi miembro y me masturbaba. En eso siento que me frota el glande y me aprieta los huevos, todo a la vez. ¡Apa! ¡Esas son cuatro manos! Me inclino y me saco la almohadilla de los ojos.
Ludmila a mi derecha y Camila a mi izquierda, la depiladora.
Ambas sonríen, me miran y al unísono me dicen: ¡Sorpresaaa!Yo estaba atónito. Pensé ¡lo logró! ¡Camila logró que hagamos un trío, ella, mi mujer y yo! No sabía qué decir o qué hacer. Ellas esperaban una reacción y yo me quedé helado. Se dibujó una sonrisa en mi cara y ellas volvieron a retomar los masajes. Ahí entendí como es que Ludmila tenía tan buena mano para los masajes y las vueltas que hacían sus dedos.

C- ¿Cómo lo estamos haciendo?
L- ¿Te gusta?
F- ¡Son geniales! Me encanta. ¿No se nota?
C- Sí, la tenés re dura. Más dura que cuando me la clavaste a mí.

¡Chan! ¿Cómo va a decir eso? ¿Y enfrente de Ludmila? Me puse pálido.

L- Ya me contó del "ejercicio" que hicieron cuando te depilaste. (Mirando a Camila) Conmigo también hizo ejercicio. (Se ríen)

No podía salir de mi asombro. No sólo se estaba animando a hacer un trío, sino que además ya había tenido sexo lésbico. Con razón estaba tan caliente el viernes que viajamos a Córdoba.
Siguieron trabajandome la pija que se me explotaba y ya me empezaba a retorcer del placer. No querían que acabe tan pronto asique seña de por medio me soltaron.

C- Como que hace calor, ¿no?
L- Sí, pongámonos más cómodas.

Ludmila estaba con una bata, tal como salió de la ducha. Se la sacó y automáticamente quedó desnuda. Camila comenzó sacandose la remera, mientras daba unos pequeños saltitos para que le reboten las tetas. ¡Sabe que me vuelven loco esas tetas! Mi esposa da la vuelta.

L- Espera que te ayudo.

De una manera muy sensual se ubicó detrás de Camila y comenzó a acariciar todo su cuerpo. Ellas también estaban re calientes y no podían aguantarse las ganas que se tenían. Lentamente la recorrió entera, le agarró fuerte sus glúteos, sus pechos, hundió sus manos entre sus piernas. Besó su cuello y se dispuso a bajar su calza. Al llegar al piso y tener el culo contra su cara lo mordizqueo y se lo llenó de besos. Retiró la prenda y voló a una silla. Ya desde el mismo lugar le mordió la tanga y se la bajó con los dientes. Mientras, la rubia no soportó la tentación y empezó a masturbarme. Tenía debilidad por mi palo. Ya desprovista movía sus caderas mientras mi esposa se inmiscuia entre los cachetes de su cola, lamía su ano y su concha. Desde abajo metió su mano derecha entre sus piernas y le coló dos dedos por su raja. Camila suspiró y me apretó la pija con fuerza. Ludmila se puso de pie y desabrocho el corpiño que sujetaba esos pechos firmes. Cayó lejos en el piso y sus manos fueron directamente a apretar esos melones duros y calientes. Su par de pezones me miraban directamente y reclamaban que me los comiera.
Me incline a mi izquierda y me apoye sobre mi codo. Esas tetas hermosas quedaron justo a la altura para que las chupe como una sanguijuela. Camila era atacada por dos frentes. Yo arriba, en sus mamas, y Ludmila de rodillas le mandaba lengua y dedos en sus orificios prodigiosos.
Que placer enorme me daba compartir con mi señora ese cuerpo esbelto que teníamos en el medio.

F- Ludmila... ¡Te amo! Te amo con todo mi corazón. Me siento super feliz de tenerte a mi lado y que podamos compartir este minon en la intimidad. Gracias por este regalo.
L- Yo también te amo mucho. Hace un tiempo atrás no sabía de lo que me estaba perdiendo. Tragar tu leche, abrirnos sexualmente a otras experiencias, todo es gracias a vos ¡y me encanta!

Volvimos a ocuparnos de Camila y la hicimos acabar a chorros. Nos levantamos y nos besamos mucho entre los tres mientras rozabamos y acariciabamos nuestros cuerpos.
Nos fuimos para la cama y era el momento de mi mujer. Se acostó boca arriba, yo separe sus piernas y le comí la panocha. A su vez Camila la avanzó sobre su cabeza y se acomodó para comerse las tetas entre ellas. Alce la vista ante semejante escena y con más ganas chupe esa concha. Que calentura que había en la habitación. Luego de unos minutos Ludmila tuvo un respiro. Nuestra amiga se levantó y siguió para adelante. Esta vez con las piernas bien abiertas le puso su concha en la cara a mi mujer. Ella, ansiosa por devorarla. Me acabó en la boca y dije adentroooo! Me arrodille y tome sus piernas con mis manos llevando sus tobillos hacia arriba. La depiladora que estaba masajeando las tetas de mi mujer me agarró el miembro y lo apuntó a la raja de mi esposa. Empuje con suavidad y se la meti entera. De a poco subí la frecuencia y largue con el bombeo a full. Ya no aguantaba las ganas de estar adentro de Ludmila. Arriba nos besabamos y le agarraba las tetas a Camila mientras ella con la mano derecha frotaba el clítoris de mi señora y con la izquierda le manoseaba las tetas. En agradecimiento por su parte le lengueteaba toda la concha y se tragaba sus flujos.
No pasó mucho tiempo hasta que mis huevos pedían pista y mi acabada se volvió inminente. Empecé a gritar y todo el trío se fundió en un orgasmo colectivo. Los tres nos moviamos frenéticamente segregando nuestros fluidos. Yo acabé en la concha de Ludmila y ella me cubrió en su flujos y sus músculos apretados. Camila la ahogó con sus fluidos que terminaron mojando toda la sábana.
Caímos exaustos, borrachos de placer. Todos enredados en la cama más ardiente del mundo. Disfrutando del olor a sexo, el contacto de nuestras pieles, el calor corporal, los pechos agitados por la respiración. Un clímax perfecto.
Con regocijo nos fuimos reincorporando y pasamos a darnos una ducha, cada uno a su turno. Nos alabamos por lo bien que la pasamos y nos prometimos repetir la experiencia. Nos acercamos a la puerta, y esta vez fuimos nosotros quien le partimos la boca de un beso a Camila.
La saludamos con naturalidad y volvimos a nuestro hogar.

Continuará...

http://www.poringa.net/posts/relatos/2997989/Apasionante-reencuentro-VII.html

3 comentarios - Trío sorpresa (VI)

vinzavinza +1
Excelente!
Karanchh
Gracias! Es la sexta entrega
Catacapum +1
Muy buen relato,pasen dato depiladora....
Cholito18 +1
Lindo post gracias amigo