Confesiones (corregido)

(Si se vale, repongo el post corregido para quitar los motivos por los que fue retirado. Reglas son reglas)


--Nunca antes había hablado sobre esto. Por vergüenza siempre lo callé.
Rodrigo levantó la taza y bebió un largo sorbo de café. Miro alrededor y cuando descubrió a la mesera le hizo una seña pidiendo que volviera a llenar su taza.
Aurora lo miraba fijamente, prácticamente inexpresiva, a la espera de que continuara su relato.
Después de unos momentos de silencio, cuando la mesera se hubo retirado, Rodrigo retomó la palabra entre el barullo que a esa hora de la mañana se percibía en la cafetería.
--Entonces yo tenía 20 años… parece tan cercano y ya pasaron diez años. Había crecido en una familia disfuncional. Apenas recuerdo a mi padre, Fue muy poco lo que convivió con nosotros, lo recuerdo, más que otra cosa, por su malhumor en todo momento. Un día salió y no lo volví a ver, a mí siempre me dijeron que había emprendido un viaje muy largo, Años más tarde me enteré de la verdad: Simplemente se fue con otra mujer y se olvidó de nosotros. Jamás hablé de sexo con nadie, casi no tenía amistades, era muy reservado. Nada sabía sobre sexo, pero, como es natural, fueron despertando en mí sensaciones que me eran extrañas, deseos que no entendía.
--Puedes ser más específico –Solicitó Aurora
--Sí, tengo dos hermanas, Alicia, tres años mayor que yo, y Sara, cinco años mayor. Cuando Sara tenía 23 años yo tenía 20, había pasado la adolescencia y era un ignorante en cosas de sexo. De pronto me descubría mirando los pechos de mis hermanas, observando su desarrollo y me llamaban mucho la atención, sentía como… como unas ganas de… de tocarlos, de mirarlos al desnudo. Los de Alicia parecían mayores que los de Sara, a pesar de tener menor edad. Eso me confundía. No entendía por qué era así. Las caderas de ambas se habían redondeado. Constantemente se las miraba, sentía algo como calor y… bueno… Sentía deseos de mirar sus cuerpos desnudos.
Volvió a beber de la taza de café, en sus ojos se podía percibir que estaba recreando las escenas recién descritas, se tomó unos momentos antes de continuar.
--Entonces ocurrió algo, necesitaba mirarles sin la ropa, tenía que buscar la manera de conseguirlo, pero ¿cómo? Mirar por el ojo de la cerradura del baño fue lo primero que se me ocurrió, pero lo descarté porque las cerraduras ya no son como antes, las cerraduras yo no tienen ese gran ojo indiscreto. Entonces busqué alguna grieta en la puerta, pero no entré nada. El baño colindaba con mi habitación, con frecuencia pegaba el oído a la pared mientras se duchaban y escuchaba caer el agua de la regadera, lo demás lo imaginaba… Imaginaba el agua caliente recorriendo todos los recovecos de su piel blanca y tersa. Y tenía que conformarme con eso. De ahí surgió la idea de hacer una horadación en la pared para mirar hacia la ducha, pero sería muy notoria, en mi habitación podría ocultarla con un poster u otra cosa, eso sería muy sencillo, pero en el baño qué podría hacer…No encontraba manera alguna para disimular el agujero. Sólo habría una manera: ¿Y si abriera la puerta del baño con la llave, sigilosamente mientras alguna de ellas se duchaba? Entraría con todo cuidado, sin hacer el menor ruido, la cortina de la ducha sería mi aliada para ocultarme y miraría por alguna obertura. Estaba tan obsesionado con la idea de mirar desnudas a mis hermanas que llegué a creerme que sería cosa sencilla, después de todo, no había opción. Entonces esperé un par de días hasta que las condiciones fueron las ideales para emprender mi absurdo plan. Sólo estábamos Alicia y yo en casa. Yo miraba televisión en mi recámara cuando escuché que mi hermana entraba al baño, sabía que se ducharía para salir con su novio, así que pegué el oído a la pared como lo había hecho tantas veces. En breve escuché el caer del agua, así como el correr de la cortina que me ayudaría a lograr mi obsesión. Era ahora o nunca. La adrenalina comenzó a fluir por mi cuerpo tembloroso, la boca se me secó y me preguntaba en la mente si sería capaz de hacerlo. Sentía como dos fuerzas en pugna, una que me detenía y otra que me impulsaba a seguir, Sentía miedo, mucho miedo, pero curiosamente, ese mismo miedo me inducía a continuar. Con la llave en las manos, llegué hasta la puerta del cuarto de baño, desde allí escuchaba con más intensidad la cálida lluvia que estaría recorriendo el cuerpo que se había convertido en objeto de mi pasión, imaginaba la escena que se desarrollaba en el interior del baño, el miedo me paralizaba por instantes, pero el deseo me impulsaba a no desperdiciar esa oportunidad. Fui metiendo la llave en la cerradura. Lo hacía muy poco a poco, no quería hacer el menor de los ruidos. Cuando entró del todo sentía que mi corazón iba a estallar, incluso pensé que me podría delatar el bump… bump... bump… que emitía. Al mismo tiempo la emoción era grande, sólo tenía que girar la llave para destrabar el seguro y un mundo de satisfacción se desplegaría frente a mis ojos hambrientos de eso que no entendía, pero que tanto estaba deseando. Y sonó un “crac” que en ese momento me pareció un gran estruendo. Se acabó, pensé asustado y estuve a punto de salir corriendo, pero mi oído se agudizó y noté que nada había cambiado. Crecía en mí esa necesidad de parar. No sigas, no sigas, me repetía en la mente, pero ganó el deseo de no detenerme, después de todo ya había logrado lo que me parecía más difícil, había destrabado el seguro y podría abrir la puerta y entrar. Así que giré con suavidad el pomo de la cerradura, comencé a empujar la puerta y de inmediato sentí en mi rostro el vapor del baño… Acercaba el ojo a la pequeña separación que había entre la hoja de la puerta y su marco, empujé un poco más y entonces… entonces ocurrió, ahí estaba la cortina blanca, traslucida que ocultaba la desnudez de mi bella hermana. Abrí apenas lo suficiente para poder entrar. Podía mirar su silueta que al acercarse a la cortina se definía como un cuerpo. Frotaba sus piernas con el jabón y sus redondas nalgas tocaron la cortina, pude distinguirlas con mucha claridad… mi respiración se había acelerado tanto que me producía pavor. Luego frotaba sus grandes senos, más grandes que cuando los miraba vestida, quería mirarlos a detalle, pero se ocultaban a mi vista los pezones que los coronaban. Enormes protuberancias… En un instante, uno de los pezones se acercó tanto a la cortina que pude distinguirlo, noté un círculo rosado, sobre el blanco del resto de su piel. Fue sólo un instante, pero la imagen quedó grabada en mi mente. Y de nuevo, uno de sus glúteos pegado a la cortina, muy pegado, lo percibía como si no existiera la cortina blanca… Pero en ese momento comenzó a cerrar la llave de la ducha, estaba por salir y no podía permitir que me descubriera en tan comprometedor momento, me sentí aterrado, no sabía si me daría tiempo de huir antes que corriera la cortina.
Cerré la puerta algo apresurado, sin tanto cuidado que puse para abrirla y me apuré a llegar a mi habitación en donde me encerré, hasta entonces noté la humedad que había entre mis piernas, humedad que escurría hasta una de mis rodillas. Mi cara estaba enrojecida y el calor invadió todos mis sentidos. Todo me temblaba, pero aún tenía aquellas imágenes grabadas en mi mente. Toqué mi miembro sobre el pantalón y lo noté muy duro, más grande que en aquellas erecciones nocturnas que tantas veces me habían despertado, erecciones que algunas veces me hicieron tocarlo suavemente, con miedo, pero ese día bajé mi pantalón muy decidido, agarré mi pene, era una necesidad sin siquiera pensarlo y comencé a masturbarme, jamás lo había hecho, no sé cómo fue que aprendí a hacerlo, surgió instintivo. Y en eso estaba cuando se abrió de golpe la puerta de mi habitación… El mundo se me vino encima, allí estaba ella, envuelta sólo en diminuta toalla que apenas cubría lo más necesario, se acercaba a mí con decisión, sin pronunciar palabra, quedé paralizado, profundamente avergonzado esperando lo peor, pero lo que dijo me sacó del camino, me confundió tanto…
--Deja que te ayude.
Su mirada no se apartaba de mi entrepierna, al estar a un par de pasos de mí permitió que la toalla cayera al suelo dejando al descubierto toda su desnudez, dejando escapar la fragancia de su cuerpo recién aseado. Bajé la mirada, no sé si apenado o porque me movió el instinto, buscando algo en particular, pero me concentré en el pelambre que cubría una pequeña rajadura entre sus muslos, tomó el pene, lo acarició, lo sobó con suavidad, arrodillándose ante mí… lo… lo besó repetidamente, hasta recorrerlo todo. La sensación de sus labios, de su lengua que lamía sensualmente me habían embriagado tanto que no acertaba a responder ni con la voz ni con algún movimiento, simplemente me entregué a la pasión. Las caricias fueron aumentando en intensidad, era un acelerado jalar y soltar, apretaba su mano diestra cada vez con más fuerza y yo sentía que me iba, fue cuando una sensación helada, placentera, recorrió mi cuerpo, desde el cerebro hasta la punta de mis pies y un grito ahogado salió de mi boca, fuertes punzadas en el pene y el chorrear de semen caliente, muy pegajoso, completaron la locura de lujuria que estaba experimentando… En medio de tantas sensaciones algo me distrajo, algo cortó de golpe todas mis emociones… era la voz de ella que desde afuera de la habitación, al otro lado de la puerta, preguntaba con voz confundida pero a la vez impositiva, interrogante, exigente:
--Rodrigo, tú entraste al baño mientras me duchaba?
Miré mi mano embarrada de semen, mis pantalones y mis calzones en los tobillos, entonces comprendí que los últimos momentos habían sido sólo una fantasía, una jugarreta de mi mente, había sido mi mano y no la de ella la que me llevó al éxtasis total… Pero también comprendí algo que resultaba aterrador: Me había descubierto, estaba muerto, no había más para mí… No sabía qué responder… Y vino lo peor.
--Me di cuenta -agregó ella – esto lo va a saber mi mamá, eres un idiota ¿pero en qué estabas pensando?
Lo que ocurrió después de ese día podrás imaginarlo, fueron los días más aciagos de mi vida.
Rodrigo bebió el último sorbo que había en la taza de café, miró los ojos de Aurora y le dijo:
--Así fue mi primera experiencia sexual, con un final que marcó el resto de mi vida. Ahora te toca a ti, cuenta la tuya…

5 comentarios - Confesiones (corregido)

rosex62
Muy buen relato, muy excitante, espero que sigas escribiendo y lo compartas, me encantó.
xavimysk
Un relato cortito, pero muy bien escrito. Tienes más o es tu primero?

Felicidades y saludetes!
TommyBonifacioNu
Muy buen relato, muy excitante, espero que sigas escribiendo y lo compartas, me encantó.
Confesiones (corregido)
kramalo
Bastante boludo, como todo pendejo...ja!
Tan mal escribiste, que te lo hecharon para atrás...?