Trabajos Sexuales cap 11

Hola chicos! bienvenidos a un nevo capítulo! y gracias por sus mensajes y sus felicitaciones!




En cualquier otra circunstancia no me importaría bañarme con Lilith. Lo habíamos hecho desde niñas, pero ahora, viéndola frente a mí con su desarrollado cuerpo de mujer, me entraba un nosequé que me estaba poniendo la piel de gallina. Mientras ella se relajaba con los ojitos cerrados mientras el jabón exfoliante hacia su efecto. En su rostro, yo la contemplé con más detenimiento. Su piel era más clara que la mía, con los hombros estrechos como si pudieras romperla al abrazarla, unas tetas no muy grandes pero ni tan pequeñas, lo suficiente como para que cupieran en una mano, con pezones pequeños y rosados. El pelo húmedo le caía por los hombros y algunos mechones se le pegaban a las mejillas. ¡Dios! Quería follármela allí mismo.
—Iré a ver a Demian —dije y me salí antes de que mis deseos sexuales se hicieran más fuertes. Lilith sería la última chica con la que tendría sexo. Aunque me moría de ganas, era una cuestión de principios.
Al regresar al cuarto, vi que Demian ya se estaba poniendo los pantalones y la camisa.
—¿Te vas tan pronto?
—Surgió una emergencia de trabajo. Me tengo que ir pero volveré a verte por la mañana e iremos al mar si quieres.
—Mm. Lo siento, es que acompañaré a Lilith a su sesión de fotos.
—Entonces será en otra ocasión —me dio un profundo beso en la boca —. Descansa, y llámame.
—Lo haré.
Fui con él hasta la puerta y lo vi marcharse en su coche. De inmediato me sentí sola, y todavía algo deseosa de sexo. Tenía un consolador en mi cuarto, pero lo que yo quería era carne real dentro de mí, algo vivo moviéndose y apretando las paredes de mi coño. ¡Joder! Pocas veces me había sentido así de caliente.

Me fui al cuarto a escuchar música, que era una de las cosas que más me relajaban. Funcionó porque al poco rato ya estaba más perdida en mi mundo y los deseos de coger pasaron a segundo plano. Fue entonces que vi los restos de la bebida que mamá me había dado y recordé que fue desde ese momento que mi libido se encendió como una antorcha rociada con gasolina. Olí los restos de la sustancia dentro del vaso. No pude identificar qué era, pero me jugaba el orgullo a que mama le había puesto algo. Ella era muy dada a los afrodisiacos.
Más tarde Lilith y yo empezamos a preparar la cena. Mamá no se había aparecido y no fue hasta más tarde, mientras lavábamos los platos, que entró con un nuevo hombre. Era un señor cuarentón, guapo y con unas cuantas canas en su cabellera negra. Vestía de traje y con un gran relój dorado en la muñeca. Él estaba sobrio, aunque mamá algo borracha.
—Aura ¿por qué no me dijiste que tenías dos preciosas como hijas?

Vi la mirada que el tipo le echó a las piernitas de Lilith. Mi hermanita como era habitual andaba con sus pequeños shorts. Le encantaban, y a mí me gustaba mirarle los muslos y el comienzo de la curvatura de sus nalgas. Lilith se sonrojó ante la descarada mirada y disimuladamente tomó la escoba y se fue a barrer. No me extrañó que actuara así. A ella le gustaban los hombres de su edad, o en otro caso, aquellos que no pasaran de los treinta, así que se ponía nerviosa cuando alguien la miraba con una lasciva muy descarada.

—Ella es mi hija mayor, Ashley. La lolita que se acaba de ir es Lilith.
El hombre me saludó con un beso en la mejilla. Olía a una fragancia muy varonil.
—Hija, te presento al señor Gerald. Es un buen amigo y fue mi jefe durante unos cuantos años cuando trabajé en su compañía.
—Mucho gusto —le saludé.
—¿En dónde está el baño, Aura?
—Arriba, segunda puerta a la derecha.
El hombretón se fue confiado subiendo las escaleras. Yo me acerqué a mamá y le pregunté si ese era su supuesto amante.
—No, nada que ver. Mi ex amante es un imbécil así que hoy terminé definitivamente con él. Ese sujeto podría ser tu futuro padre, querida.
Me sonrojé.
—¿Qué? ¿Viste la mirada que le echó a Lilith?
—¿Y? Tú hermana mañana hará una sesión de fotos eróticas. Tiene que acostumbrarse a las miradas lujuriosas. ¿Y te gusta? Es atractivo ¿verdad?
—Pues… lo es, y mucho.
Mamá me acorraló con el refrigerador y puso su mano sobre mi coño.
—¿Qué haces…?
—¿Quieres hacer un trío con nosotros? ¿Qué dices?
—¿Estás loca? Nunca…

Mis palabras se quedaron en el aire cuando mamá empezó a mover sus dedos en círculo por encima de mis shorts. Pese a mis quejas, me gustaba sentir cómo mi coño era estimulado, el calor y las palpitaciones en mi bajo vientre que eran más bien involuntarias. Miré a mamá a los ojos y recordé la follada que me había dado hacía horas. Noté de nuevo ese brillo de lujuria, esa hambre de coger como loca y sus labios vueltos una sonrisa de seducción. La mente se me quedó definitivamente en blanco cuando ella metió la mano dentro de mi ropa y me tocó directamente la vulva.
—Algo me dice que te gusta la idea.
—¿Por qué insistes en arrastrarme a tus juegos sexuales, mamá? Es decir, soy tu hija. Tú hija. Sangre de tu sangre.
—Por eso mismo es que quiero que participes. Es la mejor forma de relacionarnos de nuevo ¿no lo crees? Una sesión de incesto tan placentera que no volverás a sentir algo mejor. Además… yo he notado la forma en la que miras a Lilith. Siempre has sido muy unida a ella desde que eran niñas. Incluso jugaban a ser las noviecitas cuando estaban en primaria —se acercó a mi oído —. Ese cariño que le tienes a tu hermana no es precisamente un amor fraternal.

No negaré que Lilith me gustaba física y emocionalmente. Pero por Dios ¡era mi hermana! Había compartido charlas sexuales, le había enseñado a masturbarse. Sin embargo follármela ya era arena de otro costal. No quería creer en las palabras de mamá, y mucho menos dejarme influenciar por ella. No obstante, la forma en la que usaba sus manos para separar mis pliegues y acariciarme el clítoris me estaba nublando la consciencia.
—Estaré en mi habitación si es que quieres unírtenos.

Y diciendo esto se llevó a los labios los dedos empapados con un poco de mis jugos. Luego subió las escaleras. Yo me quedé de piedra, con la espalda pegada a la puerta del refrigerador. Durante los siguientes cinco minutos me la pasé recordando la sensación de su lengua en mi culo, la manera tan brutal en la que me había follado y los deseos eróticos que su afilada lengua puso en mí acerca de la relación con mi hermana menor.

Todo eso me dejó de nuevo caliente. Mucho. Me fui al cuarto y agarré mi consolador para metérmelo incluso por el ano, pero ni con todo eso yo dejaba de imaginar las posibilidades de incestar tanto con mamá como con mi hermana. Me dedeé, pero no fue suficiente. Quería más. Y sabía dónde encontrarlo.

Así pues, vestida sólo con una bata, fui a ver a Lilith. Sólo para asegurarme de que la chica estaba tranquila. Me asomé y vi que dormía plácidamente. Mañana tendria que madrugar. Entonces volví sobre mis pasos y abrí la puerta del cuarto de mamá. Las luces estaban apenas encendidas y ella estaba ejecutando con Gerald la posición del misionero. El culo del hombre era fantástico, por cierto.

—Ma… mamá.
Gerald se separó. Su verga no era larga, pero sí muy gruesa y con un pelambre negro cubriéndola. Me gustaban los hombres depilados, pero debo admitir que me gustó su paquete.
—Viniste, hija. Ahora acércate y vamos a divertirnos.
Lo hice. Antes le puse seguro a la puerta y a gatas subí a la cama y me acerqué a mamá.
—Antes que nada quiero poner una condición, madre. Lo haré pero quiero que dejes de meter a mi hermana en mi mente.
—Hecho. Ahora sólo tienes qué disfrutar. Gerald, ven, querido. Danos tu polla a las dos.
Obedeciendo, el hombre se recostó con la verga apuntándole al techo. Mamá me guiñó un ojo.
—Supongo que sabes desenvolverte en la cama ¿necesitas que te enseñe a mamar?
—Puedo hacerlo sola —repliqué, mosqueada.

Enrollé los dedos alrededor del pene de Gerald. Era tan grueso que apenas podía sostenerlo en mi puño. Hervía. Las venas se le saltaban por debajo de la suave piel, y sin más que hacer, movida por la más caliente de las lujurias, la metí a mi boca abriendo grande para que entrara el glande. Yo era de una boca pequeña. Igual Lilith, y me costó un poco hacer que entrara. Era deliciosa, ardiente y le deslicé la lengua por toda la superficie, sorbiendo el líquido seminal. Expulsé un chorro de saliva que resbaló por toda la base y entonces procedí a lamerlo con la misma intensidad con la que estaba acostumbrada. Sus huevos se movían libres dentro de su saco, y yo jugué con ellos. Los chupé y succioné, arrancándole al hombre unos cuantos suspiros. Mamá mientras tanto estaba con su culo en la boca de Gerald, y se sostenía de la cama para conservar el equilibrio. Restregaba sus caderas para que toda la cara de su amnante se llenara de sus jugos. El señor le abría las nalgas y por primera vez vi el ano de mi madre penetrado por unos dedos. Fue una imagen sumamente excitante que hizo que se me mojara toda la concha.

Sin poder contenerme más, monté al hombre y cabalgué. Su verga debía medir unos 16 centímetros, y me entró con toda la presión en mis paredes vaginales a causa de su grosor. ¡Qué rico se sentía tener algo tan grande en mi interior! Me agarré las tetas y pellizqué mis pezones a la vez que movía las caderas. En su momento mamá se giró hacia mí. Todavía con su coño en la boca del hombre. Me sonrió con lascivia, sus grandes tetas operadas se movían de manera artificial, no como las mías, que al ser naturales, tenían movimientos más libres y suaves.
—Así hija. Así. Aprende a cabalgar como tu mamá.

—Ay, sí mamita. Sí —repliqué, y nos tomamos de las manos. Luego nos inclinamos y nos besamos con tanta fuerza que nuestras lenguas se entrelazaron como dos serpientes intentando devorarse. El sudor resbalaba del cuello de mamá.
—Cambiemos. Quiero verga —pidió.
Era una especie de duelo entre las dos. Intercambiamos el lugar. La barba hirsuta de Gerald me hizo cosquillas en el culo y en la vagina. Sin embargo a pesar de mis risas, su lengua recogió todos los jugos que brotaban en abundancia. Mamá separó sus fuertes piernas bronceadas y vi su concha sin ningún pelo abrirse. La verga le entró con mucha facilidad en comparación conmigo. Supuse que mamá era toda una experta cogiendo. Cabalgó tan fuerte que empezó a darle
gemidos de placer a su hombre los cuales yo apagaba al asentarle mi culo en la boca.

El señor lamió el espacio entre mi anito y mi vagina, y ¡Dios! Se sintió de maravilla. Mamá se echó para atrás, sus tetas inmóviles no eran algo que me gustara mucho ver porque parecían soldadas a su pecho. Sin embargo su coño brillaba con el piercing entre sus pliegues. Le escurrían unos jugos blancos que embarraban toda la verga de su amante. ¡Me moría por probarlos, así que me incliné al frente, deslizando mi lengua por el estómago de Gerald hasta llegar a la base de su polla. Él apenas se movía. Era la vagina de mamá la que devoraba esa verga con mucha facilidad. Los gemidos de las dos llenaron el cuarto.
Después de cabalgar, mamá se bajó y se puso como una perrita a cuatro patas. Yo me coloqué justo debajo de ella, mamándole las tetas operadas. No se sentía igual. Eran muy duras, pero sus pezones sabían deliciosos cuando los manché con saliva.
—Oh, sí mi amor. Chupa las tetas de mamá. Chúpalas. Desde niña siempre te ha gustado morderme los pezones. Muérdelos, querida. Así, así. Más duro, como si quisieras arrancármelos. ¡Ay! ¡Ay!

Gimió como una gata en celo cuando Gerald le hundió la verga y empezó a empujarla. Yo me deleitaba mamando los pechos de ella y oyendo sus gemidos. Le exprimí los implantes y los llené todos de saliva. Luego de eso ella se corrió con un orgasmo monumental y se echó a mi lado.
—Ahora métemela a mí —le pedí a Gerald. El hombre no tuvo ni que preguntarlo. Me abrió las piernas y colocó sus tobillos en los hombros. Luego enterró su polla en mí, y los ojos casi se me desorbitaron. Mamá se dio prisa y se montó sobre mi boca, ofreciéndome los blancos jugos de su coño. Le escurrían como una crema deliciosa, y yo la atrapé con mi boca. Separé sus pliegues para comer de los juguitos de mi mamita, mientras una verga inmensa me perforaba hasta el útero.
—Por el ano —pedí, y mi voz de niña llorona hizo a mamá sonreír.
—Ya oíste a la chica.
Gerald se puso un condón y luego volvió conmigo. Mamá se bajó de mí y se puso conmigo en un 69, aunque fue más para estar cómoda y abrirme los glúteos. Sentí su saliva mancharme el culo, y luego metió dos dedos dentro de mi segundo agujerito. La irrupción de ella me arrancó jadeos.
—Métela despacio. Está muy húmeda. Mi hija es toda una zorrita.

Me excitó que me llamara así. De la concha de mamá seguían manando deliciosos jugos blancos, y me apresuré a recogerlos con le lengua como una gatita tomando leche. Sentí el condón texturizado que me entraba por el ano, y mi cuerpo entero se sacudió por el dolor y el placer. Los músculos atraparon la verga y se apretaron para que no la dejara ir. Acto seguido, el hombre la sacó y la volvió a meter, esta vez noté que llegaba más profundo. A la tercera estocada, ya la tenía muy adentro, y retomé mis lamidas a la vagina de mamá. Jugué con el arete que tenía en sus carnosos labios y mordí su clítoris con suavidad. Al tiempo, ella me metía dos dedos dentro de la vagina, alternando sus clavadas con la verga de su amante. Sus dedos entraban, la verga salía. La verga entraba, sus dedos salían. ¡Dios! Qué maravillosas sensaciones.
—¡Me voy a correr! —gritó Gerald —¡Está muy apretada y caliente!
—Nada de eso, señor.
Sacó la verga. Mamá le quitó el condón y abriendo la boca como una ballena, se tragó completa la polla de ese hombre. Yo me excité nada más verlo, y también me fui hacia ella, mamándole las bolas, jugando y de vez en cuando cruzando la lengua con la de mi mamita y mezclando nuestra saliva. Las dos tomamos el pene de la base y masturbamos mientras nos mirábamos y reíamos como dos colegialas jugando. Ella chupaba el glande, yo recorría el tronco con la lengua y luego cambiábamos de posición.
—Te advierto que Gerald lleva quince días sin correrse. Querida, quiero que toda esa leche te la tomes tú.
—Sí. Gracias.

Mamá me dejó mamando sola, y finalmente la descarga de semen me llenó la garganta. Estaba caliente. Era muy líquido y sabía entre dulce y salado. Lo sentí en mi lengua, en la parte interna de mis mejillas y como me resbalaba por la garganta fundiéndose con mi saliva. Mamé con más fuerza, y me permití succionar de su glande. Él suspiró de placer y dolor mientras yo intentaba absorber hasta la última gota de esa rica leche.
Finalmente, con la boca enlechada y el culo dilatado, me dejé caer en la cama. Mamá a mi lado me comió a besos, mientras que Gerald, desnudo y cansado, se sentó en el sillón y los tres permanecimos así un buen rato, recuperándonos.


***

Vaya putilla que resultó ser la mamá xD madura pero con experiencia verdad? comenten y voten si les ha gustado! nos vemos! saludos y besos

4 comentarios - Trabajos Sexuales cap 11

gadielcomingsoon +1
jajajaja me rio porque acabe todo sobre la notebook espero que todavia funcione. que suspenso le estas poniendo, voy a guardar leche para cuando se garche a la hermanita, estoy seguro que va pasar. besos y estoy a la espera!
hammer30 +1
jajja pobre computadora xD, mas te vale que todavía sirva sino como seguirás leyendo, y guarda un poco de lechita para después eh,
Yosoy277 +1
Excelente como siempre!
Vos sabés cómo mantengo con tus relatos!
hammer30
Gracias!
pablooo_2
Muy bueno!!! Me encantó...
Y ese trío, así, todo sexo duro, y morboso... me gustó mucho este capítulo!!

Aunque también me gustan los otros, con trama 😉

gracias por compartir!
hammer30 +1
jajaj duro contra el muro! como debe ser
pablooo_2
@hammer30 así es!!
jstronger +1
Ese trio!!!
hammer30
jaja bastante didactico
jstronger
@hammer30 Tremendo