mis vecinas gemelas 7

A la mañana siguiente las hermanas subieron como todos los días y me encontraron en el living, se sentaron una a cada lado; ya estaban calientes, Mariana, me tocaba la pija por arriba del pantalón, mientras Marina, me comía la boca, yo tenía a las hermanas abrazadas, agarrándole una teta a cada una y castigando el pezón. Marina no pudó más y me bajó el pantalón que junto con los boxers se quedaron en mis tobillos, y se fue a chuparme la pija con mucha ansiedad, Mariana ahora me besaba casi ahogándome con la lengua, sin dejar de besarme, se fue sacando la ropa. Marina estaba tratando de tragarse toda mi pija y de a poco estaba logrando meter más en su boca.

Mariana vio esto y le apretó la cabeza contra mi pelvis, Marina tuvo arcadas, pero suaves, la saliva salía a chorros de la boquita, manchándome las bolas y el sillón. Mariana sacó a su hermana de mi pija y ella se sentó arriba apoyándome las tetas en el pecho.

Marina nos miraba, así que la subí al sillón y quedando entre Mariana y yo, me puse a chupar esa conchita rosadita, que a cada pasada de mi lengua se mojaba cada vez más.

Marina, tenía los ojos cerrados, y se apretaba las tetas, pellizcando el pezón, en un momento, mi lengua rozó la de Marina, que estaba muy entretenida castigando el culo de su hermana, así que mientras mi lengua le daba a la concha la de Mariana le daba al culo; sentirse doblemente chupada, tuvo una acabada muy grande, no me pude tomar todo los jugos que destilaba la concha, toda esa humedad me corría por mi mentón y cuello.

Con bastante dificultad, Marina se salió de su encierro, se sentó a nuestro lado, aún con rastros de la acabada que nos había regalado. Se quedó al costado nuestro, mirando como su hermana se empalaba en mi pija, Mariana se levantaba hasta casi sacarse mi verga de la concha y se dejaba caer.

Mariana arqueaba su espalda, con la cabeza mirando el techo, lo que hacía que las tetas las tuviera en todo su esplendor casi contra mi cara; como bebe hambriento me puse a chuparlas, alternando entre las dos, hasta que ví que Marina estaba sin hacer nada, la agarré del pelo y la puse sobre las tetas de su hermana.

Todo este tratamiento, llevó a Mariana a un largo y profundo orgasmo, cuando estaba acabando, dejó de saltar arriba de la pija para empezar a moverse atrás y adelante, estuvo casi dos minutos acabando, mientras Marina no se despegaba de las tetas, a veces mordía los pezones, que ya estaban rojos y duros como piedras.

Mariana se cayó arriba mío, Marina la besaba, un mar de sudor nos cubría a los tres, las dos hermanas sin importarles, se chupetearon por todos lados, cara cuello, el pecho; Mariana se salió de encima mío y Marina se puso a chuparme la pija como loca, se la metía casi toda, lo que era un logro para una minita recién iniciada en el sexo, pero como intuía, las dos hermanas eran igual de calientes.

Marina, se puso en cuatro arriba del sillón, con el culo bien levantado, invitándome a clavársela; sin hacerla esperar, se la mandé de una hasta el fondo de la concha, que chorreaba. Le dí varias embestidas bien fuertes tratando de meterle hasta los huevos, Marina, tenía la cabeza apoyada sobre los brazos, verle las tetas colgando y bamboleándose, me volvieron loco, la saque de la concha y Mariana le separó las nalgas, soltó una buena cantidad de saliva en la raja del culo, que fue bajando hasta dejarle el agujero inundado, sin demora, puse la punta de la pija y Marina suspiró.

Haciendo poca presión, ese culo fue tragándose la pija, los músculos de la espalda de Marina se tensaban, aflojé un poco la presión pensando que le estaba doliendo, pero ella con un solo movimiento hacia atrás se la clavó toda, un gemido largo salió de su garganta. Mariana metió una mano por debajo de su hermana y le pellizcaba el clítoris, Marina no tardó en acabar, acallando sus gritos de placer contra la tela del sofa. Después de la actividad con Mariana y ahora el culo de Marina, estaba a punto, la saque del culo y puse a las dos hermana con las caras juntas, las dos bocas se juntaban esperando mi leche, Mariana, la más experimentada, me pajeó y apunto a sus bocas, fueron cuatro chorros de leche a presión los que salieron directo a las bocas hambrientas de mis putitas.

Mariana no dejaba de pajearme, la leche seguía saliendo, pero ya sin fuerza, por lo que corría por la cabeza de la pija hasta la mano de Mariana. Marina pasaba la lengua sorbiendo cada gota de leche, para después entre las dos dejarme la pija reluciente.

Mandé a las dos niñas a su casa con los agujeros bien abiertos, tanto ajetreo sexual con mis vecinas me tenía muy mal, estaba bajando de peso y eso que había dejado el gimnasio.

El lunes a la mañana nuevamente mis vecinitas me despertaron con una tremenda chupada de pija, forcejeaban entre ellas para adueñarse de mi verga; ver las dos cabelleras rojas, sobre mi pija, sentir esos cuatro labios disputándose el mayor trozo de mi masculinidad, tienen un efecto afrodisíaco, lo que me hizo largarle la leche en las caritas.

Entre las dos se lamieron los restos de leche y se fueron a la cocina; mientras me vestía se sentían las risas de las dos;

Ana me mandó un sms.

Ana – están mis hijas ahí?

Yo – si ya se van a la facultad, vinieron por su ración de leche.

Ana – y para mí no hay nada?

Yo – por hoy no, si querés, vení a casa y buscate algún juguetito de esos que compraste.

Las niñas se fueron, al igual que yo, dejé la bolsa del sex shop en la mesa del comedor, por si Ana quería algo.

El día en el trabajo fue terrible, tuve que hacer varias correcciones y unir todos los módulos, para que estuvieran listos para la entrega del martes. Cuando terminé, le avisé a Laura para que juntos viéramos que no hubieran errores. El resto de la tarde lo pasamos en la sala de reuniones viendo los resultados de tanto esfuerzo.

Laura – esta muy bien, todos los módulos funcionan perfecto.

Yo – ha sido muy trabajoso, pero acá esta todo listo.

Laura – Esperemos que le guste a los clientes.

Se hizo la hora de salir, y casualmente nos juntamos con Laura en el ascensor, bajamos a la cochera charlando de trivialidades, nos despedimos y me fui a casa.

Apenas entre, estaba Ana en el sofá con las piernas abiertas y un consolador metido en la concha, lo agitaba furiosamente, sin esperar, me saque la ropa, dejándola tirada por todos lados, y sin hablar, le apunté al culo, que quedaba al borde del sillón, cuando Ana sintió la punta de la pija puerteandola, quiso sacarse el consolador, pero no la dejé y aumenté la presión, como tenía la concha ocupada, el culo estaba más cerrado; no me importó y empujando se la fui metiendo entera.

Ana – uffffffff, me estas partiendo, aaahhhhhh como me llenaaaaassssss

Yo – mmmmm que apretado tenés el culo, vamos a tener que mantener esa concha siempre llena.

Ana – aaaaaaaaahhhhhhh, dale papi, dame con todo, que estoy acabando, aaaaaahhhhhhhh mátame – y acabó, un mar de jugos salieron de la concha, esta vez no fue un gran chorro, sino fue como si se meara, un fino pero interminable chorrito de líquido salía sin parar.

No me pude contener más y moviéndome con saña, como queriendo desfondarla, le largué la leche en el culo. Ya no me salía a presión, pero si mucha cantidad, me quedé adentro hasta que mi pija empezó a desfallecer. Repetí lo mismo que con Marina, le puse un tapón de algodón en el culo.

Yo – no te lo sacas hasta mañana, quiero que al igual que tu hija, duermas con mi leche en las tripas.

Ana – mmmm amo, ya me están dando ganitas de nuevo.

Yo – no, es suficiente, si tenés muchas ganas ahí tenés el consolador, sino sacate las ganas con el cornudo.

Me dí una larga ducha, y les mandé un sms a mis putitas, apenas llegaran se metieran los vibradores en la concha, y esta vez Ana también, que los tuvieran durante la cena. Ana en la tarde había estado cocinando y dejándome el freezer con bastante comida hecha, arriba de una tarta había una nota:

“Amo necesita alimentarse bien, para tener fuerzas para sus putitas”

Ese gesto, me enterneció, pero no iba a dejar de manejarlas a mi antojo.

Cené mirando que pasaba, Manuel estaba tenso e inquieto, yo con los controles les empecé a dar unos toques vibratorios a las tres, a veces eran las dos hermanas, se veía como se movían en las sillas; cuando le di un toque prolongado a Ana, se le cayo uno de los cubiertos al suelo, se disculpó diciendo que estaba muy torpe esa semana. Así estuve jugando mientras cenaban. Mariana, se levantó y se encerró en el baño, aproveché para darle un toque continuado al control y tuvo un orgasmo cruzando las piernas y mordiendo la toalla para que no se escucharan los sonidos de su orgasmo. Marina tuvo su turno en su habitación, a Ana la deje recontra caliente para que se sacara las ganas con el cornudo. Apagué la TV con la intención de irme a dormir, pero después de dar vueltas en la cama me levanté nuevamente.

Prendí la TV y estaba Manuel hablando en el cuarto con Ana, las niñas estaban jugando con los vibradores en la suya; me centré en la conversación de Manuel y Ana.

Manuel – es así Ana, después de lo del domingo, estoy muy mal, me siento un estúpido habiéndole hecho caso ciegamente a todo lo que José me decía.

Ana – Ya está, gracias a Dios, mostró la hilacha y dejó ver lo que realmente era.

Manuel – Ana, he pedido el traslado a otra sucursal, me siento el pelotudo de la ciudad, estoy hasta paranoico, ciento que la gente me mira.

Ana – como que cambio de sucursal?, y las niñas, ya estamos ubicados acá.

Manuel – se que te tendría que haber consultado, pero es lo mejor, cambiar de ciudad, gente nueva…

La cara de Ana era de sorpresa, segundos después miró la cámara, su cara ahora era de preocupación y tristeza; me imaginé por donde venía la situación. Más tarde esa noche me llega un mensaje:

Ana – amo, escucho a mi marido?

Yo - ¿a quien?

Ana – Al cornudo, aunque no me gustaría seguir llamándolo así.

Yo – si, estuve mirando, ¿por?

Ana – lo que dijo de irnos de acá

Yo – Si Ana, sabíamos que esto algún día se iba a acabar.

Ana – Mañana subo con las niñas ¿puedo?

Yo – si, subí, tenemos que hablar

Me fui a la cama, pensando en que siempre tuve claro que tener a las niñas y a la madre de esclavas sexuales no iba a durar para siempre, entre las tres me estaban literalmente matando, también estaba la posibilidad de que Manuel nos descubriera y se armara tremendo quilombo, con el cual me tendría que mudar de edificio. Me dormí en medio de todas mis lucubraciones.

A la mañana siguiente, eran tres bocas las que se peleaban por mi pija, que con la erección matinal estaba a full, No tardaron mucho en hacer que la poca leche que había acumulado por la noche saliera directo a las bocas ansiosas de mis vecinas. Cada mañana me estaba costando más levantarme de la cama, la debilidad general por tanto sexo se hacía notar.

Ya en el comedor, con el desayuno servido, nos pusimos a hablar sobre lo que nos depararía el futuro:

Ana – que vamos a hacer Amo?

Yo – Ana, vos amas a tu marido, y lo hemos hecho abrir los ojos; por lo que veo, a partir de ahora, se van a poner al día.

Mariana – y nosotras?, así de facil nos vas a olvidar?

Yo – No mis perritas, pero siempre supimos que esto tenía un final, aparte ustedes ya saben el poder que tienen con los hombres, y como insinuar sin mostrar, recuerden lo que les he enseñado.

Yo – Lo que vamos a hacer esta semana es que vamos a estar en ayuno sexual, les prohíbo masturbarse y jugar con sus conchitas, nada de subir a casa, vamos a preparar una despedida en toda regla, así que las quiero bufando de calentura, a vos también Ana, si Manuel quiere sexo, agarralo esta noche, pero hasta el sábado nada de nada.

Me fui a trabajar, teníamos la presentación, que fue del agrado del cliente, hubo algunas cosas que modificar, pero a pedido del cliente, por lo que el trabajo estaba bien, pero había que terminarlo en la semana, me vendría perfecto que mis vecinas me dieran un descanso.

Mientras pasaba la semana no perdía detalle de lo que pasaba en la casa de mis vecinas, Ana le cumplió a Manuel, pero después nada, las hermanas dormían inquietas, transpiradas, la calentura que tenían era casi incontenible.

Durante la semana, nos juntamos bastante con Elena, mi compañera de trabajo, para ultimar todo; debo aclarar que era una mina muy piola y nos complementábamos muy bien, ella en la parte de creatividad y yo plasmando todo en la computadora. El viernes a medio día quedó todo listo, y lo subimos al servidor, para que Laura lo pudiera ver.


Tuvimos una reunión, estaba todo listo, toda la lista de modificaciones estaba terminada, por lo que me tomé el resto de la tarde libre.

Pasé por el sex shop y compre unos antifaces, unas esposas y un consolador con correas, para que se lo pusiera una de las vecinas y me diera una mano cogiéndolas, pero tenía algo especial preparado para mis vecinas; me fui a casa, allí me cruce con Ana, había fuego en sus ojos, la saludé como saludaría a cualquier vecina.

El sábado, por la mañana, me llega un sms de Marina:

Marina – amo, no damos más, cuando vamos a tener la fiesta??

Yo – fiesta? No hable de ninguna fiesta, las voy a coger hasta que se me gaste la pija, si vos crees que eso es una fiesta, mejor.

Marina – bueno es un decir, pero estar cogiendo un rato largo es una fiesta.

Le mando un mensaje a Ana:

Yo – Ana, prepárense para esta noche, dale unas pastillitas al cornudo, para que se duerma y no nos moleste.

Ana – bien amo, he andado toda la semana muy caliente, nos tiene a las tres chorreando.

Yo – bien es lo que queremos ¿no?

Ana – si, no veo las horas de que llegue la noche.

Se hicieron las nueve y los vecinos estaban ya cenando, Ana le dio dos pastillitas a Manuel, que para las diez y media ya estaba listo para irse a dormir. Para tener una despedida como la gente, me tomé una de las pastillas que me regalo el encargado del sex xhop.

Antes de las once, las vecinas entraban a mi casa, la cara de calentura que tenían era increíble, en un abrir y cerrar de ojos, estaban en bolas, Mariana me estaba agarrando la pija por arriba de los pantalones.

Yo – a ver, pónganse estos antifaces – ellas sin protestar se los colocaron.

Estaban las tres una al lado de la otra, eran realmente unas esculturas, una por una le fui poniendo las manos detrás del cuerpo y esposándolas, una vez hecho las hice ponerse de rodillas con el torso bien derecho; tomándome mi tiempo, me desvestí, sentía un calor tremendo en mi entrepierna y tenía la pija dura como un palo.

Les ordené que abrieran la Boca y la dejaran abierta. Una por una fui pasando y metiéndole la verga hasta el fondo, apretándolas contra mi, forzándolas para que mi pija les llegara a la garganta, Mariana no tuvo problemas, Marina tuvo algunas arcadas, pero seguí forzando con la pija para que se la tragara toda; tanto insistí que al final su nariz toco mi pelvis, la saque y quedó un puente de saliva desde la boca a la pija. Era el turno de Ana, que de las ansias que tenía ya se había babeado las tetas, le apunté sin tocarle los labios y en el mismo momento que se la metía la agarré firme de la nuca y se la mandé toda, ella se sorprendió, pero lo aceptó, a Ana me la cogí por la boca, le bombeaba los hilos de baba, me mojaban las piernas, estaban algo frios, pero me calentaban más aún. Por momentos se la dejaba hasta el fondo y le movía la cabeza con mis movimientos copulatorios. Cuando estaba casi a punto se la saque de la boca, y le saque el antifaz y las esposas, en absoluto silencio.

Las dos hermanitas estaban como las dejé, algo de la saliva que habían largado se les estaba secando, y hacían un esfuerzo por limpiársela con la lengua, pero no les llegaba. Le puse a Ana el consolador con arnes y la acosté en el suelo, la pija de plástico quedaba apuntando al techo. Levanté a Mariana, le separé las piernas y le metí dos dedos hasta el fondo, estaba chorreando, la hice sentarse en la pija de plástico, gimió cuando la sintió entrando hasta el fondo.

Mariana al estar con las manos en la espalda, no se podía recostar sobre Ana; Sujeté a Marina de los hombros y la levanté, la llevé a mi habitación y la recosté sobre mi cama, cerre la puerta, para evitar que escuchara lo que haríamos a Mariana.

Llegue al comedor y Mariana estaba saltando sobre el consolador, con ayuda de Ana la recostamos, sus tetas hacían que quedara un gran espacio entre las cabezas de ambas, Me agaché y le hice una seña a Ana que le separara las nalgas a la nena, le íbamos a hacer el primer sándwich. Le puse lubricante en el culo, y le metí la pija de una y hasta el fondo, Mariana lanzó un grito al sentirse completamente llena. El culo de Mariana estaba estrecho como cuando se la metí por primera vez, me apretaba la verga casi hasta extrangularla. Me moví como endemoniado, entrando y saliendo lo más rápido que podía.

Mariana – ahhhhhhhhhh, me van a mataaaaarrrr, ahhhhhhmmmmm que placer, te siento muy grande atrás amoooooooooo – y tuvo la primer acabada, seguí metiéndosela furiosamente hasta que me vacié en las tripas.

Yo – ahhhhh sentis putita como te estoy llenando mmmmmm, que fuerte que estoy acabando mmmmm.

Mariana – ahhhh amo siento la leche en el culo, esta muy caliente ahhhhh.

Me salí de Mariana, y la pija seguía al palo, saque a Mariana de arriba de Ana, los jugos de la nena, chorreaban por toda las correas del arnés, y los de Ana manchaban el piso. Le saque el antifaz y vió la sorpresa que les teníamos preparada.

Fui a la habitación y traje a Marina, repetimos la operación, pero esta vez al revés, Senté a Marina de espaldas a Ana y le metió el consolador en el culito, que ya estaba acostumbrado a recibir visitas. Recline a Marina sobre su madre y abriéndole las piernas, le forcé la concha con mi pija, Marina al sentirse llena, se empezó a mover sola. Me hizo acordar al párrafo de un cuento erótico: “ como una diosa pagana furiosa, se agitaba tratando de empalarse sobre esos miembros”.

Marina, estaba que no daba más, Mariana no perdió tiempo y se ubicó entre nosotros, quedando su culo rebosante de leche al alcance de la boca de su hermana que gustosa la empezó a chupar. Todo el placer que le dábamos a Marina, se reflejaba en como se chupaba el culo a su hermana, la que estando aun sensible por el orgasmo reciente volvió a acabar.

A Marina no le faltaba mucho, por lo que desde mi posición, le agarré fuertemente las tetas y le pellizque los pezones, Marina abrió mucho la boca y desarmándose sobre su madre acabó llenando todo de jugos. Mariana como podía se movía, ya que todavía estaba esposada al igual que su hermana.

Levanté a Marina, y les saque las esposas a las dos, estaban felices, habían gozado mucho las dos, pero Ana estaba que se moría de calentura, le ayude a levantarse del piso, y le saque el arnes, se lo dí a Mariana, ella se lo empezó a poner.

Me senté en el sofá y ubique a Ana encima mío, ella sola se empaló mi verga en el culo, hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas Ana se empezó a mover como loca, Mariana, ya con el arnés puesto, se metió entre las piernas de su madre y de a poco le fue metiendo el consolador en la concha, Ana se retorcía con las dos pijas en su interior. Cuando las tuvo bien adentro, Mariana se empezó a mover cogiendo a su madre; podía sentir el movimiento de la pija de plástico en mi verga, esa fina membrana que separa ambos conductos, me hacia sentir cada rugosidad del consolador.

Ana no tardó en acabar, fue un orgasmo largo, esta vez soltó poco líquido, a comparación de otras veces, pero la acabada se la hicimos durar varios minutos. Sentía los músculos del culo como me apretaban la pija espasmódicamente.

Ana – Aaaayyyyy como estoy acabando ahhhhhhh, no termina maaaaasssssssss

Mariana – acaba mami, disfruta de estas pijas – y seguía moviéndose a todo ritmo, clavándole el plástico a su madre bien adentro.

Yo – mmm Anita, como me apretas con ese culo, mmmmm, te lo voy a llenar de leche.

Ana – amo, la quiero en la boca, quiero que me llene la boquita de leche calentita.

Esto me terminó de enloquecer, de un empujón la saque de arriba mío y me puse a centímetros de su cara, Ana sola se metió mi pija hasta el fondo y ahí comencé a descargar mi leche. En un arranque de locura, la agarré del pelo y le empecé a mover la cabeza, casi caigo al piso del placer que me dio.

Marina y Mariana veían el espectáculo, Ana se había vuelto una excelente feladora. Tomé a las dos hermanas de la cintura y me las llevé al baño.

Yo – bueno nenas, ahora se van a bañar la una a la otra.

Abrieron las canillas del agua y la regularon, era una locura ver a las dos hermanas iguales enjabonándose, entreteniéndose en la hendidura de la concha, las tetas, haciendo énfasis en los pezones, las dos se estaban calentando, se miraban a los ojos, Marina, le metió dos dedos a su hermana, que se acercó y la besó, a Mariana le temblaban las piernas. Se separaron del beso y siguieron por el cuello, Mariana se apoyaba en Marina, estaba sintiendo mucho placer.

Viendo esto, sumado al efecto de la pastilla que me había tomado, tenía nuevamente la pija lista para un nuevo asalto, me fui al comedor y Ana estaba descansando, se acariciaba suavemente la concha; le metí la pija en la boca y empezó a chupar, con muchas ganas, dando chupones largos y profundos, después de haber acabado dos veces esta vez iba a tardar bastante en volver a soltar algo de leche.

Levanté a Ana del sofá, le puse el antifaz y la acosté sobre la mesa y con las piernas en mis hombros, se la metí hasta el fondo, Bombeaba lento, hasta el fondo, una vez que tenía toda la pija adentro, hacía fuerza para que le llegara más profundo todavía; Ana tenía la boca muy abierta, con las manos se agarraba la cabeza.

Miro a mi lado y veo a las hermanas abrazadas mirando como me cogía a su madre, con una seña las llamé y al oído les dije que una se pusiera sobre la boca de Ana y la otra que se dedicara a chuparle las tetas; las niñas sin dudar, obedecieron.

Mariana se ubicó sobre la cara de su mamá, con las piernas abiertas, Ana al darse cuenta empezó a pasar la lengua, Marina, se aferraba a los pezones de su madre, con las dos manos agaraba la teta de la base y la apretaba, haciendo que se hinchara y quedara el pezón inflamado.

Ana, estaba como loca, si no fuera por que una de sus hijas estaba tapándole la boca, los gritos hubieran despertado a todo el edificio. Se retorció y tensándose, acabo, en ese momento arrecié en las bombeadas y Ana estuvo acabando por más de tres o cuatro minutos.

Cuando termino, se la saqué, un hilo de flujo quedó uniendo nuestros sexos; Marina sin pensarlo, se puso a chuparme la pija desesperada. Ana aún estaba teniendo espasmos. Me llevé a Marina al sofá y nos pusimos haciendo un 69, mientras me entretenía comiéndole la concha a Marina, ella se mandaba mi pija hasta la garganta; a veces cambiaba de agujero y trataba de meterle la punta de la lengua en el anillo del culo, hasta que me sorprendí, cuando Ana con el arnés puesto, empezó a forzar el culo de su hija.

Marina aulló cuando sintió la pija de plástico violándola, Ana no era cuidadosa, por lo que le largue un escupitajo al agujero, que se abría a medida que entraba el arnés. Cuando Ana terminó de meter el consolador en el culo de Marina, tenía a mi disposición las conchas de la madre y la hija.

Mariana no pudo quedarse afuera de la escena, y se puso entre mis piernas ayudandole a su hermana a chuparme la pija, mientras yo chupaba una concha y otra, a veces cuando Ana se quedaba al fondo de su hija, yo aprovechaba y pasaba un lengüetazo largo pasando por las dos conchas a la vez. Esto calentaba a Ana y le bombeaba erráticamente el culo a Marina, a veces le hacía daño, y yo lo sentía en mi pija, ya que Marina me mordía. Mariana Se metía las bolas en la boca, sentía el calor y la rugosidad de la lengua Mariana en mis huevos.

Entre el calor ambiente y el calor que generaban nuestros cuerpos, estábamos sudando a mares, las gotas de transpiración de mis mujeres me caían en la cara y se mezclaban con sus jugos, nunca he vuelto a probar semejante manjar; Marina, ya se clavaba mi pija hasta el fondo y la dejaba ahí hasta que se quedaba sin aire, cuando se la sacaba de la boca, su hermana agarraba la posta y seguía.

Todo esto me llevó a abismo imposible de salir y empecé a acabar, me salió mucha leche a pesar de haber acabado dos veces antes, Ana cuando se dio cuenta abandono el culo de su hija y se fue a buscar su porción de mi leche, la que Mariana compartió con su madre y hermana. Marina había acabado varias veces. Terminamos los cuatro rendidos sobre el sofá, que estaba empapado de nuestros fluidos corporales, poco me importaron las manchas que podían quedar.

Descansamos un rato, solo se oían nuestras respiraciones que de a poco se iban normalizando; eran casi las 5 de la mañana cuando las vecinas se vistieron y se fueron a su casa, apenas llegaron se fueron a las respectivas habitaciones, por las cámaras veía la cara de agotamiento y de felicidad a la misma. Ana se dio una ducha y Manuel se despertó por el ruido de la ducha, Fue hasta el baño y le preguntó a Ana:

Manuel – Ana ¿Qué pasa? ¿por qué estas duchándote a esta hora?

Ana – es que me desperté muy acalorada, y estaba dándo muchas vueltas en la cama, asi que me vine a dar una ducha.

Manuel – mee……. me dejarías ducharme con vos?

Ana – Manuelll, ¿cómo?

Manuel – perdón, no quise…

Ana – vení mi amor, me gustaría mucho que nos bañáramos mutuamente.

Manuel – siempre quise hacer estas cosas, pero me daba vergüenza decírtelo.

Ana – dejá de hablar y vení.

Ana sorprendió a Manuel, manoteándole la verga, se besaron y se amaron nuevamente, Ana era incansable, hicieron el amor en la ducha, Ana se dio vuelta y se inclinó, Manuel estaba enloquecido, se la metió con ganas, no podía dejar de ver el culo de su mujer, si hubiera tenido más experiencia, se hubiera dado cuenta de lo rojo que tenía el agujero.

Terminaron y entre risas se fueron a la cama. Me fui a dormir, el domingo me despertaron ruidos, miré las cámaras y los vecinos estaban embalando todo en cajas, Mariana miró una de las cámaras, me tiró un beso y las empezó a guardar.

Esa tarde aparecían mis vecinas gemelas, esas pelirrojas calientes a despedirse, ya que el Lunes partían a Tucumán. Me entregaron una caja con todas las cámaras y les correspondí con una bolsa con todos los accesorios que habíamos comprado en el sex shop. Nos besamos largamente, Mariana estaba más fría, pero Marina, no podía dejar de llorar, se ve que a ella, la más dura para entregar la concha era a la que mas falta le iba a hacer una pija.

Yo – No llores, guardemos esto como un lindo recuerdo, escríbanme para saber que es de sus vidas, y recuerden siempre, nunca se regalen, y eviten andar mostrándose ante vecinos depravados como yo jajajaja.

Mariana – Jamás me voy a olvidar de vos, sos quien nos abrió los ojos y nos hizo probar las mieles del placer. -


Nos besamos largamente, chupándonos las lenguas, hasta que Marina, me abraza por detrás, sentía su carita apoyada en mi espalda; me separé de Mariana y me di vuelta, para quedar de frente a mi otra putita, la abracé y también la bese, las lágrimas caían por las mejillas. Le agarré la cara con mis manos, y mirándola a los ojos, le pasé varias veces la lengua por los labios, como si fueran de helado.

Marina – nunca me imaginé que me iba a costar tanto despedirme de un depravado como vos – me dijo casi llorando.

Nos abrazamos nuevamente los tres, y me despedí definitivamente de mis vecinas gemelas.

2 comentarios - mis vecinas gemelas 7

juannetes +1
por toda la saga te doy 10 puntines. salu2
gerardoriker +1
si fuera un relato real te envidiaria con toda mi alma
arerbacsa +1
envidie nomas jejejejee
gerardoriker +1
@arerbacsa jajajajajaj hay fotos de las nenas entonces jajajaj