La Cross sumisa del electricista 1: mi comienzo como Camila

Mi nombre es Gabriel y tengo 30 años. Estoy casado con Carla, una mujer hermosa, y no tengo hijos. Vivo bien, en el sur del Gran Buenos Aires. Tengo un trabajo de oficina, sin sobresaltos. Todo normal, salvo que mi normalidad incluye también que, cuando me quedo solo, cuando puedo disfrutar de la intimidad absoluta, me gusta vestirme de mujer. Me pongo de todo, en general ropa de mi mujer, a la que le he regalado de todo para tener oportunidades yo también de probarme su ropita. Mido 1,70 y peso 56 kilos. Casi todo me queda impecable.

Fantasías tuve desde siempre miles, pero nunca había concretado nada. Algo de ratoneo en el anonimato de la web y de algunos chats, pero nada más. Hasta que a mi vida llegó Oscar y la revolucionó.

Empezó todo hace algunos meses, cuando en mi casa se cortó la luz una noche de lluvia. Cuando ya estaba insultando a Edesur, como siempre, notamos con Carla que éramos la única casa de la cuadra con el corte. Alguien nos pasó el número de Oscar. Mi esposa lo llamó y quedaron en que iba a pasar al día siguiente, un sábado, cerca de las 11 de la mañana.

Nos bañamos y dormimos como pudimos porque hacía mucho calor, y al despertarnos Carla me dijo que se iba a la casa de una amiga hasta que el electricista arreglara el problema.

Me quedé solo y, como siempre, ante la perspectiva de una mañana de soledad, me puse un conjuntito rojo de mi mujer que me encantaba. Delicadísimo, precioso. Me miré al espejo un rato, hice algunas poses provocativas, me reí como una nena pícara un rato y después me puse a hacer cosas de la casa así vestida. Barrí, ordené un poco y planché con la comodidad de la bombachita y el corpiño.

Como miré cientos de películas triple x, obviamente saboreé la idea de un electricista viniendo a mi casa, conmigo solo y esperándolo en ese conjuntito tan sexy. Me imaginé recibiéndolo así y las mil posibilidades que se abrían. Sólo imaginación, puras fantasías.

Lo que me despertó de la fantasía fue el sonido del timbre. Espié por la mirilla y era el electricista, con su caja de herramientas. Atiné a gritar "¡Ya va!" y, corriendo, me saqué y tiré por ahí el corpiño. Me puse una remera y me calcé el primer jean que tenía a mano y unas zapatillas. La bombachita quedaba a salvo abajo del pantalón.

Abrí y la verdad que para lo que estaba imaginando, Oscar no me impresionó demasiado a primera vista. Con el pelo cortado al ras y barba de tres días, era bastante más grande que yo (no es difícil, la verdad). Pero tenía un andar dominante y decidido, me di cuenta ni bien cruzó la puerta. Después de las presentaciones y de una breve explicación de lo que había pasado con la luz, le indiqué dónde estaba la caja de la electricidad y le ofrecí algo para tomar.

Mientras Oscar trabajaba me paré cerca por si necesitaba algo y la conversación fluyó por lugares comunes: el clima, los líos con los cortes de luz, los precios, etc. etc. Hasta que yo hice un comentario sobre las cosas que daría cualquiera por un poco de luz después de un corte de varios días.

-Uff, a mí un par de clientas me pagaron muy bien por arreglarles la luz y con cortecitos de un par de horas -dijo Oscar poniendo énfasis en el "muy bien".

-Te pagaron...imagino que no con plata, ¿no?

-Je, je..no, no con plata.

Nos quedamos en silencio los dos, pero tenía ganas de seguir esa conversación. Una llamita se había encendido en mi cabeza.

-¿Y qué tal estaban ese "par de clientas"? ¿Valió la pena?

-Nene, la vida hay que vivirla y a nadie que realmente lo quiera se le niega un poco de carne -Me dijo sin mirarme, concentrado en el cablerío- Primero, no fueron un par, fueron varias. Y segundo, hubo de todo: pendejas solas que hacía mucho que no tomaban la leche, maduritas en la misma, pero con menos vueltas, y casadas que no estaban bien atendidas. A esas... a esas, las detecto en dos segundos.

Oscar había arrancado y se embaló. Yo empecé a mirarlo con otros ojos. Tenía un tono algo dominante que me empezaba a generar calorcito. Mientras él seguía hablando, pensé en que cuando se fuera me iba a hacer una paja con la bombachita puesta imaginando que él me cogía.

-Una vez estaba haciendo un trabajo grande en una casa para una pareja grande. El laburo no estaba yendo bien y el marido estaba hinchado n las pelotas de no tener luz y tenerme ahí con los cables y las herramientas. Un departamento era, acá cerca. La mujer estaba bien y habíamos cruzado un par de miraditas y algún comentario de doble sentido, una boludez. En un momento era todo un quilombo y yo estaba a las puteadas. Y necesitaba un repuesto que no tenía. La mujer lo mandó al marido a comprarlo, y cuando el tipo salió se me vino encima y...¿Sabés que me dijo?

-...

-¡¡¡"Dejame hacer algo para que puedas trabajar tranquilo"!!!! Yo no entendía nada. La mina se arrodilló, me bajó los pantalones y me empezó a chupar la pija ahí nomás. Me agarró desprevenido pero en dos segundos se me puso como un garrote. Era una bestia. En dos minutos terminé. La mina tragó, me la limpió, se levantó y me dijo "Ya está, ahora vas a trabajar tranquilito". Y encima mientras se arreglaba un poco el pelo me guiña un ojo y me tira "Espero que mi marido no se dé cuenta del aliento a leche que tengo". Yo estaba con los ojos como platos. Y lo mejor fue cuando apareció de vuelta el marido, a los cinco minutos.

-¿Qué pasó?- Le seguí la corriente, mientras cambiaba la postura para que no se notara que su relato me estaba provocando una erección importante.

-Llega, la mujer agarra el repuesto, me lo da y me guiña el ojo. Entonces lo abraza al marido y lo pone de espaldas a mí y lo empieza a besar. Dos, tres besos bien, de lengua. Y cada vez que lo besaba, me guiñaba de vuelta el ojo. Increíble.

-Guau, sí, la verdad que increíble.

-Como esa nunca. ¿La mayoría sabés cómo te busca? Con la guita. Terminás el trabajo, decís cuánto es y te contestan "Ay, no te puedo creer, no me alcanza la plata". Y ahí pim, pam, pum, es como seguir un guión. A los diez minutos te las estás montando o te están haciendo un lindo pete.

Tenía ganas de preguntarle a Oscar si alguna vez algún hombre se le había insinuado, pero me pareció demasiado y me quedé en silencio. El estaba terminando ya su trabajo, se notaba. En un momento, como hablando para sí mismo, puso la vos aflautada y repitió:

-"Ay, no te puedo creer, no me alcanza la plata", jajaja. Está lleno de putas...

Me quedé turbado. Estaba cada vez más excitado y empecé a actuar con torpeza. Primero volqué un vaso con agua, después me llevé puesto una silla. Estaba también algo sonrojado y no podía ni mirar al electricista, que ya guardaba sus herramientas.

Al final, terminó de ordenar todo y probó la luz, que ahora funcionaba perfecto.

-Listo, viejo, quedó todo bien, cualquier problema que tengas me volvés a llamar.

-Eh, ah, sí, gracias Oscar. ¿Cuánto te debo?

-Y, serían 500, ¿sí?

Parado enfrente de Oscar, con la billetera abierta en la mano, calculé que tenía unos mil pesos. Pero en vez de darle cinco billetes, saludarlo y seguir mi vida, dije algo que ni siquiera pensé, fue como si otra voz hubiera hablado por mí. Lo dije en un susurro:

-Ay...no puede ser...no me...no me alcanza la plata

Pasaron diez segundos de terrible incomodidad. Yo me quedé duro como estaba, mirando la billetera, nervioso, mientras la cara se me ponía tan colorada que me quemaba. Diez segundos en los que llegué a percibir que Oscar había quedado descolocado, sin saber muy bien cómo reaccionar. Al final, dijo con media voz:

- ¿Es un chiste?

Entonces reaccioné. Sentía que me estaba muriendo de vergüenza. Cerré la billetera y empecé a balbucear, mientras me movía de un lado al otro.

- No..no, esperá, ehm...creo que por acá debo tener...sí, no, esperame, creo que por acá tengo, a ver...

Oscar también reaccionó de la sorpresa. Más aplomado, dejó en la mesa la valija de herramientas que ya tenía en la mano y se me acercó en una de mis idas y venidas por el living sin saber muy bien qué hacer ni cómo zafar. Me frenó con una mano en el hombro.

-Esperá, esperá. Ya está, todo claro- Me dijo y se quedó pensando unos segundos, con la mano todavía en el hombro. Yo miraba al suelo. No podía creer que había dicho eso, pero a la vez la excitación se me había disparado junto con los nervios. Oscar me agarró de la nuca y se me erizó la piel. Me habló cerca del oído.

-Yo te voy a dar lo que vos querés, pero me tenés que animar un poco. Hoy hablé con tu esposa. ¿Cómo se llama?

-Carla

-Bueno, mostrame dónde guarda las bombachas.

En silencio, fui hasta la habitación con Oscar siguiéndome. En el placard, abrí el cajón en el que Carla guardaba sus bombachas y me quedé parado al lado. Oscar empezó a revolver las prendas. Tomaba una, la miraba, la dejaba y tomaba otra.

-Hay muchas cosas interesantes acá. Parece que tu mujer es bastante puta -dijo mientras enroscaba en el índice una microtanga con hilo en v- ¿Cuándo va a volver?

-Cuando yo le avise que está arreglada la luz -dije con un hilo de voz

-Muy bien, muy bien...Bueno, esto es lo que vamos a hacer: voy a elegir una bombacha de tu esposa, te la vas a poner enfrente mío y después me vas a llevar a la cama donde dormís con tu esposa. Ahí te prendés de mi pija y no la soltás hasta que le saques la leche. Me la vas a chupar en bombacha, y nada más, a ver si así se me para bien. ¿Está claro, putito?

Yo asentí mirando al suelo. Oscar suspiró y sentí que se relajó aún más después de ver que me había hablado así y yo lo aceptaba.

Finalmente agarró un culotteless negro con lazos y puntilla, de lo más sexy que yo le había regalado a Carla y me dijo que me lo pusiera. Ahí yo me di cuenta de que yo ya tenía una bombacha puesta. Por algún motivo, volví a sonrojarme otra vez, como una nena.

-Es que...ya tengo una bombacha puesta -dije en un susurro

Oscar estalló en una carcajada. Me pellizcó la mejilla y me sacudió un poquito la cara, mientras se seguía riendo.

-Jajajajaj...¡Pero mirá que bien! Me hubieras recibido así y ahorrábamos tiempo. ¡Qué putito previsor! Me hubieras recibido así y me la chupabas mientras te arreglaba la luz. Te hubiera encantado eso, ¿no? Jajajaja. A ver, date vuelta entonces y quedate en bombacha. Quiero ver cuál elegiste para mí.

Oscar ya estaba encantado con la situación, pero yo seguía muy nervioso. Me di vuelta, me saqué primero las zapatillas y al inclinarme mi cola rozó sus pantalones. Después me saqué la remera y finalmente me saqué el jean. Quedé solamente con la bombacha roja metida bastante en la cola, quieto como una estatua.

-¡Ah, pero qué revelación! -dijo Oscar y empezó a acariciarme las nalgas con mucha suavidad -Tenés un culito de nena de 20 años, esto está muy bien.

Pasó el índice por debajo de la tela para apenas tocarme la entrada, me apretó una nalga, después otra. Me dio una palmada livianita, después otra más fuerte. Yo estaba perdiendo los nervios, muy caliente, y realmente lo disfrutaba. Oscar empezaba a respirar agitado. En un momento me apoyó.

-A ver, frotate un poco putito, te dije que me ibas a tener que animar. Bueno, frotate. Calentá a tu macho, putito...¿O debería decir putita? ¿Qué preferís? Y basta de hablar para adentro. Frotate y decímelo clarito: ¿Qué preferís?

-Putita...putita -Dije con claridad, con más confianza, mientras deslizaba mi cola para arriba y para abajo bien pegada al pantalón de Oscar. Se le notaba que ya la tenía parada, y eso me alentó a acelerar los movimientos.

-Bueno, entonces Gabriel no va. No es nombre para alguien que me la va a chupar en bombacha. Tengo que elegirte otro. Te voy a llamar Camila. ¿Cómo te llamás?

-Camila

-De nuevo, ¿cómo te llamás?

-Camila. Me llamo Camila.

-Muy bien, Camila, ahora llevame al baño. Me voy a echar un meo antes de darte pija.

Caminé adelante de él otra vez, pero ahora moviendo las caderas de modo más femenino, sabiendo que Oscar venía atrás mirándome la cola. Lo guié hasta el baño y entramos. Me ordenó que me arrodillara a un costado y él se acomodó para hacer pis. Sacó su pija, que había bajado un poco pero estaba húmeda y brillante en la punta. Era oscura y gorda, y se me hizo agua la boca nada más mirarla. Oscar sacó un largo chorro de pis y tenía una sonrisa burlona porque yo casi no podía sacar la mirada de esa verga. Era hipnótica para mí.

-Vení, no tengo ganas de sacudirla y de paso ya vamos tanteando esa boca de puta, Camila. A ver, abrí la boca trolita.

De rodillas, abrí la boca, cerré los ojos y Oscar metió la punta de su pija. Estaba caliente y sentí en la lengua cómo caían cuatro o cinco gotas de pis, y un chorrito mínimo, bien calentito y final, que se fue directo a mi garganta.

Cuando sentí que ya había salido todo el pis que quedaba, cerré la boca sobre la punta de la pija de Oscar y con mucha suavidad empecé a jugar con la lengua en el glande. Iba despacio, nunca lo había hecho, pero lo había visto tantas veces que me resultó natural. Abrí los ojos y mientras rozaba con la lengua el glande, como acariciándolo, miré a Oscar a los ojos con una expresión de zorra extasiada. Oscar sonrió y me dejó unos segundos, pero en un momento sacó la pija y se la volvió a guardar.

-Acá no, llevame a la cama donde dormís con tu esposa, Camila. Llevame como las putitas como vos llevan a sus machos.

Me levanté, lo agarré de la mano y volvimos a caminar hacia la habitación, pero esta vez ya moví la cola con desenfado, para que Oscar la apreciara bien. Mientras lo llevaba de la mano me di vuelta para sonreírle y vi que tenía la mirada clavada en mi orto con una expresión de tremenda lascivia.

-La próxima vez que venga, Camila, te voy a hacer la colita. Hoy no, vas a tener verga pero te quiero dejar con las ganas. Me parece que la luz de tu casa va a tener muchos problemas estos días.

-Creo que sí, va a andar todo mal, muy mal -le dije pícara, ya de lleno en mi rol.

-Jajajajaja. Me parece que voy a probar con vos todas las cosas que no puede hacer con mi mujer...No sabés las cosas que te voy a hacer.

Me indicó que me pusiera en cuatro patas arriba de la cama, mientras que él se quedó parado. Mi cara volvió a estar a centímetros de su pija, pero conmigo con las piernas bien abiertas, como una perrita.

-Primero quiero verte lamerla bien, de las bolas a la punta, como si fuera un heladito. Y los ojitos bien abiertos, eh. Nada de cerrarlos. Quiero que me mires todo el tiempo.

Empecé a lamer despacio, ya fuera de mí, súper caliente. Sin agarrarla, apretaba bien la lengua contra la pija de Oscar y la deslizaba con suavidad para arriba. Lo hice una, diez, veinte veces, hasta que la verga de mi electricista estaba durísima y brillaba con mi saliva. Entonces Oscar me agarró de la nuca y la metió con suavidad en mi boca. Empecé a mover la cabeza y la pija entraba y salía de mi boca. El sabor era maravilloso, un manjar. Y descubrí que tenía más habilidad de la que yo pensaba.

-Eso es Camila, putita, te ves muy bien con una pija en la boca. ¿Te gusta, no, pedazo de trola? Qué puta que sos, sos muy puta. Sacátela de la boca y contestame mientras te la pasás por toda la cara. ¿Te gusta la pija?

-Me encanta tu pija. Solamente la tuya, es lo único que quiero en la boca -le contesté mientras frotaba mi cara por toda la verga, como una perrita, y ya con la lengua suelta, súpercaliente.

-¿Y querés ser una puta? A ver, Camila, contáme qué tan puta querés ser. Adornalo bien.

- No quiero ser una puta, quiero ser tu puta. Quiero que me uses la boca cuando quieras, o la cola, quiero que me uses de inodoro, que me metas lo que quieras, que me ordenes lo que sea para cumplirlo como la mejor de las trolas y ganarme de premio tu pija -dije, fuera de mí, y mientras me seguía pasando la pija por toda la cara.

Oscar me ordenó que me la volviera a meter en la boca, pero empezó a mover la cintura para correr su pija, para divertirse viendo como yo trataba de embocarla de nuevo con la boca abierta y desencajada. Después de reírse un poco, me dejó chuparla de nuevo y yo la empecé a succionar con desesperación, tratando de metérmela cada vez más y más adentro de la garganta. Finalmente, llegué a metermela toda y Oscar, satisfecho, me apretó de la nuca para que mi frente tocara su panza.

Después de chuparla un poco más, Oscar volvió a sacarla. Y dijo:

-Abrí la boca que te falta un poco de saliva, Camila, te la estás dejando toda sobre mi verga.

Abrí la boca lo más grande que pudo. Oscar se agachó a la altura de mi cara, hizo ruido de juntar saliva y me encajó una enorme escupida en la boca.

-Gracias -Le dije revoleando los ojos y pasando la lengua por los labios. Y eso lo hizo calentarse mucho, porque me volvió a meter la pija en la boca, pero él empezó a meter y sacar moviendo la cintura. Yo solamente me quedé quieta, lo dejé usar mi boca a su placer y sólo lo miraba a los ojos.

-Camila, putita, te voy a acabar en la cara. Te quiero ver la cara llena de leche -dijo entre jadeos.

Finalmente, gemió un poco, sentí unos espasmos de su pija adentro de mi boca y la sacó justo para que cuatro o cinco lechazos se estrellaran contra mi cara. Tuve que cerrar los ojos un poco y cuando los volví a abrir tuve que dejar el derecho medio cerrado. Lo cubría el semen salado. Sentía que me habían tirado un baldazo de leche en la cara.

-Limpiamela, Camila, pero tu cara se queda así, ni se te ocurra limpiarte.

Mientras se me caían de la cara hilitos de leche, algunos al suelo y otros deslizándose por mi pecho, le dejé a Oscar la verga reluciente. El sabor de su semen era tan hermoso que me lamenté de que no hubiese elegido acabarme en la boca. Hubiera saboreado mucho, así que aproveché cada lenguetazo que di para limpiarle la pija.

Después de unos minutos, Oscar me apartó y se subió el cierre del pantalón. Me pidió que le abriera para irse, pero antes me miró de pies a cabeza, me hizo dar una vueltita y dijo para sí mismo.

-Qué buena puta me encontré...¡Y cómo la voy a usar! Me voy a llevar un recuerdo de esa colita hasta la próxima vez que me llames o yo te llame, para ver qué es lo que voy a romper. Ponete ahí contra la pared que te saco una fotito.

🙂

9 comentarios - La Cross sumisa del electricista 1: mi comienzo como Camila

polvorojo
que linda estas mamu
AlinaCD
Gracias papi!
Joseso177 +1
te quiero dar la lechita ne la boca y meterte los dedos en esa colita
AlinaCD
Mmmm
Joseso177
@AlinaCD no soy electricista pero quiero hacerte mi putita tambien
AlinaCD
@Joseso177 Pero Paraguay queda tan lejos
Fontanachota
La pregunta del millón:
Cómo es posible que haya sonado el timbre si NO había luz en la casa?
AlinaCD +2
Jajajajaja...buen punto 😉
AlinaCD +2
Cosas más raras pasan en las pelis porno, o no?
josegroso +1
muy caliente...yo se cambiar enchufes je je
van p
chanchogua +1
hola Cami.
me calento tu relato, asique le puse diez punto.
ydespues me hice una paja
AlinaCD
Que lindo!!! Gracias
chanchogua
algun dia me gustaria entrate....
AlinaCD
Hablemos por privado. Besitos.
GIEGUI
Me pasas el número de ese electicista