Vanesa y la pijita - última parte

PARTE V (Ultima) - Parte IV

El resto de la tarde, y esa noche, Vanesa la pasó pensando en la pija de Cacho. En su tamaño diminuto. En como le había costado pararla y lo rápido que había acabado una vez que se paró. En la leche que había tragado. Cada tanto se calentaba y se mojaba un poco, y evitaba seguir pensando y se distraía con la familia. Era como si su cabeza abriera un tema y cerrara otro, pero cada tanto recaía en lo mismo.
Se fue a dormir con su marido igual de caliente. Pensando lo mismo. Imaginando que hasta hace un rato su boca recibía la pija (y la leche) de otro hombre. Al otro día, se despertó sobresaltada pensando que haría con Cacho, si bien ese sería su último día en la casa, debía estar segura de dejar bien en claro que no habría más posibilidades. Se levantó junto con su marido, y se volvió a vestir igual de insinuante, ya que supuso que eso le daría cierto poder sobre el pintor. Una tanga bien diminuta, una minifalda deportiva y una musculosa sin corpiño.
Al bajar estaba Amanda, algo que pese a lo común no había previsto. Cacho estaba en el fondo, como si nada, trabajando. Cuando Vanesa salió al fondo, Cacho le preguntó socarronamente si iba a comer algo especial, con una mano en el bolsillo, obvio. Vanesa quedó perpleja, excitada, indignada, caliente, humillada. Entró rápido y mandó a Amanda a comprar cualquier cosa al chino. Consiente del tiempo que le llevaba ese supermercado y que le daría aire para aclarar las cosas con Cacho.
Cuando escuchó la cerrar la reja. Lo llamó a Cacho, que rápidamente se acercó adentro de la casa. Lo miró firme y volvió con una moralina estúpida, que a esta altura no tenía ningún valor y que ni ella misma creía. Cacho bajó la cabeza, pero esta vez mantenía una risa socarrona. Como sabiendo que tenía las de ganar, que nuevamente le tocaba recibir placer. Vanesa lo miró. Cachó estaba tocándose la pija por el bolsillo. Lo invitó a sentarse en el sillón y se arrodilló delante de él. Le bajó el pantalón y nuevamente se encontró con la pija diminuta, muerta.
Vanesa miró a Cacho a los ojos y le dijo: es tu último día acá, es la última vez que voy a hacer esto. Y se metió la pija en la boca. La chupó nuevamente con ganas, saboreo su glande con la lengua, y lo succionó. La pija se mantenía fláccida. No entendía como se resistía a eso, ella sabía que era realmente buena, esa situación la excitaba más, la humillaba, la alentaba a seguir chupando. Sacó sus tetas de la remera, para incentivar a su complacido. Lo miró, paso sus pezones por la cabeza, pero nada, seguía a media asta. Cacho la miraba con cara de disfrutar de la situación. Con sus brazos a los costados, sin hacer el mínimo esfuerzo por nada.
Ella levantó su pollera dejando ver la tanga. Se metió un dedo adentro de la concha y para contener el gemido, se metió toda la pija adentro de la boca. Estaba frotándose el clítoris. Con los huevos y pija adentro de su boca. Succionaba con fervor y sintió como la pija nuevamente se paraba. Advertida por su anterior experiencia, doblegó esfuerzos en su paja. Y escuchó que Cacho, le decía: Chupa la pijita mami, chupala que te gusta. La frase denigrante potenció a mil su calentura, su concha chorreaba a borbotones y ya tenía casi tres dedos intentando alcanzar su punto G. La cabeza de la poronga latía adentro de su garganta, y al segundo explotó en leche. Escuchó de nuevo a Cacho: tomate la leche de la pijita, dale. Esa frase rebalsó su calentura y terminó acabando, temblándole las piernas, chorreandose por completa.
Cuando recuperó el aliento, Cacho seguía sentado con su habitual cara de pajero. Con su pija flácida y chiquita. Había tenido uno de sus orgasmos más intensos con una pija diminuta que ni siquiera la había penetrado. Se volvió a sentir humillada y excitada. Pero también deseada y poderosa. Cacho volvió a su actividad y ella se recompuso segundos antes que volviera Amanda. Llegada la tarde Cacho había terminado con sus trabajos en la casa, habló con Ignacio para recibir su pago y se fue. Nunca volvió a pasar siquiera por la puerta de esa casa. Vanesa no supo más de él, prefirió que su marido contrate a otro en un próximo trabajo. Pero esa estadía le sirvió para aprender que el cerebro es el órgano sexual más poderoso de todos.

FIN

5 comentarios - Vanesa y la pijita - última parte

Buen_Sicario +1
jjajaja muy bueno , parece esas cosas que no te van a pasar en la reputa vida
HJTompson
Y si, de eso se tratan los relatos, de cosas que no pasan en la puta vida
taypostre +1
te deje mis ultimos +5 por el relato completo!
HJTompson
Gracias!
leoscaaarzon +1
Moraleja: todas la pijas de alguna manera llegan a un equis objetivo...

Una pija chica te puede dar varios orgasmos en un encuentro...

Rompiendo moldes!
HJTompson
Tengo que justificar mi pija, jajajajaajja