Haciéndome de amigas…




Post anterior
Post siguiente
Compendio II


😏
Hay un chiquillo coqueto y picaflor, conocido de uno de mis ramos de nivelación, que me anda haciendo los puntos.
Yo le escucho, con mucha paciencia, de sus desgracias.
Que “su novia es demasiado seria” y que “No le atiende como corresponde” y me tira el aviso que como yo paso una semana sin mi marido, podríamos juntarnos, “Para hacerme las cosas que no me hace mi marido…”
😆
La semana pasada me invitó a salir y yo acepté.
Pero le puse una condición…
“Que invites a tu novia…”
😳
¡Él me miró con ojos enormes!
“¿Qué? ¿Nunca has estado con 2 chicas a la vez? ¿No que “ibas a hacer cosas conmigo que no me hace mi marido”?” le pregunté, por molestar.
😈
Dejé que su mente rellenara los espacios vacíos de su imaginación.
Pero yo le avisé a mi marido para que cuidara a las pequeñas y por supuesto, invité a mis amigas.
La verdad, que del chico me va y me viene.
Pero su polola actual, es otra cosa.
Se llama Ann y se ve una chica preciosa y decente.
Sé que está con ese chico porque es apuesto, pero está a punto de romper con él, porque solamente piensa en llevarla a la cama y por la manera que él la manosea y ella se resiste, estoy casi segura que eso no ha pasado.
😠
¡Lo que me da rabia es que Jess y Sandy viven quejándose de no tener pareja y que cuando propongo que hagamos algo distinto y salgan a conocer chicos, se acobardan!
Pero Lara aceptó ir conmigo, porque era viernes.
Así que nos aparecimos en un pub cerca de la universidad, donde me invitaron.
Al chico le alegró verme llegar con Lara, porque obvio, ella es hermosísima.
Ann, por otro lado, estaba nerviosa.
Tiene el cabello café bien cortito y no tiene un físico tan llamativo como el de nosotras.
Es más bajita, delgada y tiene una carita redonda y blanquita, de chica estudiosa y responsable, como me simpatizan más a mí.
Además, sus labios son rosados y muy finos, con una naricita chiquitita y tierna, de esas que te dan ganas de apretar, para hacerle sonreír con ternura y unos ojitos cafés muy bonitos y brillantes.
😆
Me senté al lado de ella y Lara, a mi otro lado (porque ni loca me iba a quedar con ese chico pedante y canchero) y empezamos a conversar tranquilamente.
Sencillamente, me encantó que esa chica ordenara una malteada de vainilla, mientras que su novio pedía una cerveza y Lara y yo pedíamos unos jugos naturales.
😅
Lo que no se esperaba el chico era que al poquito rato que llegamos, más compañeros de mis clases actuales se aparecieron, en aire festivo porque los “Blacks” habían ganado un juego o algo.
Al verme, como soy ratona de biblioteca, algunas parejas pasaron a saludarnos y como quedaba espacio en la butaca, nos metieron conversa.
Al chico se le salían los ojos, ya que otra de mis compañeras que es de las coquetonas, llamada Vanessa, estaba muy interesada en meterse a la conversación.
Tiene el cabello rizado y usaba una banda negra en la frente. Andaba con una camisa sin cuello (negra también), que resaltaba su linda figura y unos bermudas cortos y apretados, que ponían a mil a cualquier chico.
Además, es medio trigueña, con labios gruesos y una nariz con forma de gancho, que no me gusta tanto, pero con ojos negros bien intensos.
También había otras chicas con sus novios, pero cuando los muchachos de la otra mesa recibieron el barril metálico con cerveza, emigraron como patos en invierno.
😈
El chico estaba relativamente atrapado en el cielo, porque mis compañeras no le dejaban salir y como siempre me pasa, empezaron a preguntarme por qué me casé tan joven.
Les resumí un poco la larguísima historia de cómo conocí a mi marido y cómo es él físicamente, pero al igual que yo, mis compañeras estaban entretenidas con lo romántico que ha sabido ser y de la manera que me ha tratado.
El chico se había desencantado de la situación, porque se le veía bastante aburrido.
Hasta que Vanessa le hizo la pregunta que él quería saber:
“En la cama, ¿Cómo es?”
😳
¡Me sentía genialísima, porque era el centro de la atención y el chiquillo también andaba muy entusiasmado por saber!
“¡Es estupendo!” les respondí, saltando de alegría.
Mis compañeras se rieron con mi honestidad, pero a mí nunca me ha dado vergüenza hablar de eso con otra gente.
“¿Por qué? ¿Cómo es? ¿Es rudo? ¿Romántico? ¿Fuerte?”
“De todo un poco.” Respondí y se quedaron en silencio.
Me miraban confundidas.
“¿Se han fijado que los martes, a veces me cuesta caminar? Pues, mi marido llega los días lunes de su trabajo con todas las ansias de quererme… y me deja agotada y adolorida.”
Vanessa se veía cada vez más interesada.
“¿Por qué? ¿Qué te hace?”
😈
“Que no me hace sería más fácil de decir. Me hace el amor por varias horas, a veces hacemos 69. Pero siempre, me termina haciendo la colita.” Le respondí con una tremenda sonrisa.
Mis compañeras cuchicheaban de lo lindo, porque no se lo esperaban de mí.
El chiquillo estaba con unos tremendos ojos mirándome.
Lo único malo fue lo que dijo Lara.
“¡Cerdo!”
😡
“¡Eso lo dices tú, porque nunca lo has probado!” le respondí, enojada con sus celos tontos.
“Pero… pensé que hacerlo por detrás era muy doloroso…” dijo con mucha timidez Ann.
“¡Lo es un poco las primeras veces! Pero mi marido sabe bien cómo hacerlo… y una lo disfruta bastante después.” le respondí más contenta.
“¿Por qué? ¿Cómo lo hace tu marido?” preguntó otra vez Vanessa, más interesada.
“Pues… él te lame bien despacio, bien tierno y mete la lengua en tu colita. Se empieza a sentir bastante rico y a mí, a veces me empieza a chorrear por delante. Entonces, él te mete un dedito y te lo sacude lentamente, para que te vayas acostumbrando… después otro y después otro… bien paciente, esperando que lo empieces a disfrutar. Entonces, cuando tú ya estás muerta de las ganas, te empieza a presentar su puntita.”
😆
Ann estaba colorada, mientras que mis compañeras seguían cuchicheando unas con otras y Vanessa estaba sonriendo de oreja a oreja.
La única que me miraba incomoda, aparte del chico ese, era Lara.
“¿Y de qué porte la tiene?”
¡Vanessa fue la voz del pueblo!
😊
Empecé a separar mis índices lentamente, a propósito.
A algunas, se les cortaba la respiración, mientras iba creciendo y hasta el mismo chico se sentía intimidado.
No sé si será muy grande o normal, porque he visto solamente la suya, la del vecino y la del malnacido novio de mi amiga azafata.
Pero por la cara que ponían, parece ser lo suficientemente grande.
“¡Vaya!” dijo, muy divertida Vanesa.
“¡Y con este grosor!” les dije, girando rápidamente mi mano.
😂
¡Maté a casi todas, salvo a Vanessa!
“Y… ¿No te duele?” preguntó, bien sorprendida Ann.
Su novio, obviamente, se había “aburrido” de la conversación.
“No mucho. Se siente muy rico y cada vez, es como la primera vez… porque te va ensanchando de a poquito. Aparte que él va bien lento y muy preocupado que te vaya a doler… entonces te sientes que te rellena y rellena… y es una sensación fantástica, porque te preguntas cuándo va a acabar de avanzar… y avanza y avanza, hasta que casi se te detiene el corazón.”
Todas las chicas, con la boca abierta, escuchándome en completa atención, porque la mayoría de sus novios conocen la velocidad de película:
“Rápida y furiosa”.
Mientras yo, que sigo siendo la más pájara y distraída, tengo de marido a un hombre mayor que me sabe atender excelente.
😤
“Entonces, como lo quiero mucho y me ha tenido ardiendo por él tanto tiempo, me da un beso apasionado, tipo de película y recién ahí, se empieza a mover y a hacerme el amor…”
“¿Te tiene ardiendo por tanto tiempo? ¿Por qué?” preguntaba con una tremenda intriga Vanesa.
“Porque antes, me come bien rico la rajita…”
😆
Ahí, los murmullos eran tremendos. Ann me miraba como hipnotizada y hasta Lara parecía caliente por mis palabras.
“A él, le encanta lamerme. Dice que como yo pruebo su pene todas las mañanas, es lo mínimo que puede hacer por mí…”
“¿Se lo comes… todas las mañanas?” me preguntaba Ann con toda su atención, mientras su chico parecía no poder liberarla de la hipnosis.
“¡Claro! Sus juguitos son deliciosos… y lo quiero mucho. Es mi mejor amigo y siempre me ha cuidado. ¿Nunca has probado un pene que se te antoje comer todos los días?”
Mis compañeras hacían un tremendo revuelo, porque parece que sus novios no son tan considerados con ellas, como lo es mi marido conmigo.
“¡Claro que te entiendo, Marisol! ¡Hay penes que no puedes dejar pasar!” me dijo Vanesa, con una sensacional sonrisa.
😃
¡Ya me había hecho de una amiga nueva!
“¿Y… cómo lo hace?” preguntó Ann, cada vez más interesada.
“¡Ann, vámonos!” le decía su novio.
Pero ni ella le quería escuchar ni mis otras compañeras querían moverse, para dejarle salir.
“Pues… él se pone de rodillas, delante de ti y te da besitos en el vientre. Luego, de poquito a poquito, se empieza a acercar más y más a tu botón… se siente todo tan tierno y precioso, que es como un primer beso cuando te lame ahí… y lo único que te queda es suspirar… y empieza a besarte y besarte, jugueteando con su lengua en tu botón y metiéndolo tan adentro de ti, quemándote de una manera asombrosa. Sientes una corriente rica en todo tu cuerpo y una felicidad enorme, porque él te desea a ti de esa manera. Empiezas a sentir un orgasmo tras otro y él no se detiene. Te lame y te lame y te vuelve a lamer, hasta que tú lo único que deseas es que por favor te la meta…”
😉
Por supuesto, yo le pongo énfasis, porque de acordarme igual me calienta y me moja un poco y mis compañeras me miran medio desanimadas, porque sus novios no son tan preocupados.
“¿Y… cuánto dura?” pregunta Vanesa, con agua en la boca.
“Bueno… cuando lo dejo que se descargue completo, unas 6 horas. Pero si yo tengo clases al día siguiente, lo hacemos por 3.”
Escuché que alguien repetía por ahí “¡6 horas!”, en voz baja.
😈
“Pero cuando me va haciendo el amor, me va besando el cuello, que es lo que más me gusta. Me mira con ojitos muy, pero muy tiernos y me dice que me ama. Sus manitas van recorriendo mi cintura y mi trasero, lenta y cariñosamente. Pero lo más rico es cuando me come los pechos…” les digo, tomando un poquito de jugo.
“¿Por qué? ¿Cómo lo hace?” me pregunta Ann, casi con impaciencia.
“Pues… antes no lo sentía tan rico, porque era un poco más plana que tú. Pero él se ha vuelto muy atento y sabe probarlos. A veces, les da mordiditas suavecitas, como que si quisiera comerte el pezón. Pero otras, les da sus lamidas locas y suaves. A mí, la mejor parte es cuando me las empieza a chupar…”
Otro traguito de juguito, porque la garganta se me seca de tanto hablar… XD
“¿Por qué? ¿Qué te pasa?” pregunta Vanessa, demasiado ansiosa.
“Porque se siente mejor que cuando mis chiquititas prueban mi leche. Ustedes no lo saben, porque no son mamás todavía. Pero cuando él me lo hace, se siente tan rico cuando pasa la leche tibiecita por mis pechos… que ni siquiera me dan ganas de estar con otro hombre, cuando él no está.” Dije, mirando claramente a los ojos del chiquillo.
😠
Cuando terminé de contarles, porque se nos ha pasado la hora y quiero volver a mi casa, todas mis compañeras van recontra cariñosas a ver a sus novios, que siguen probando cerveza.
“¡Eres una chica muy divertida, Marisol! ¡Deberíamos juntarnos más a menudo!” me dice Vanessa.
“¡Claro! ¡Es una lástima que mi marido se haya quedado cuidando a las peques hoy, porque me habría encantado presentárselos! Como vivo estudiando en la biblioteca, el pobrecito pasa varias tardes solo y se me olvida invitarle.”
“Si… porque parece una persona muy interesante.” Me responde y me da su número de teléfono, con una mirada que lo dice todo.
😏
Pero entonces, me vuelvo con mi objetivo principal.
“¡Oye, Ann, te encontré muy simpática! ¿No te gustaría tener mi teléfono, por si necesitas ayuda con algún trabajo de investigación?”
Como que lo duda un poco y mira a su novio, que parece estar enfadado hasta los pies.
“Si no puedo ayudarte yo, a lo mejor te ayuda mi marido, que es bastante inteligente y también, le interesa y sabe mucho de historia…”
“¡Me encantaría!” me responde al instante, sin siquiera consultar con su chico.
Mientras nos marchamos, Lara, que ha sido casi una tumba toda la tarde, me pregunta muy interesada:
“Marisol, ¿En verdad lo disfrutaste tanto cuando tu marido te lo hizo por detrás?”
😉


Post siguiente

1 comentario - Haciéndome de amigas…