Vivir pensando en cremas y dulces (IV y final)




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Compendio II


☺️ ☺️ ☺️
¡Recién ahora pude ver el gol de Chile! ¡Todos animados, porque vamos a cuartos de finales!
Y fue mi marido el que me mostró del “dedo de Jara”.
😆 😆 😆
¡Esa es una de las razones por la que lo quiero tanto! Yo soy más de llevar la camiseta de futbol y él me acompaña, porque me quiere.
En la mañana, no quise ver el partido, porque no estaba él y porque la selección uruguaya me asusta.
😕 😕 😕
Me impresiona su juego aéreo y encuentro que son rápidos, pero patean bastante y encuentro que actúan demasiado las faltas.
A nosotros nos gusta más el futbol honesto. Ese que se mide por la “garra” de los jugadores, que se pelean la pelota hasta el final y por eso, encontramos que esta selección es una de las mejores, porque lo representa bastante bien.
😈 😈 😈
Pero volviendo a esa loca noche, yo estaba muy entretenida “dedeando” a Liz, mientras mi marido me chupaba.
La pobrecita lo estaba disfrutando tanto que paró de besarme y se acostó a mi lado, mientras que yo metía y sacaba los dedos de su rajita, que me chupaba intensamente, tocándose el vientre y mordiéndose los labios de lo bien que lo hacía.
😤 😤 😤
¡Me dio gusto que no hubiese perdido el estilo!
Durante esos primeros meses de pololeo, cuando yo y mi hermana dormíamos juntas, nos “dedeabamos” por la noche.
Nunca pensamos que era algo malo. El instinto le había enseñado a mi hermana que “algo con forma de dedo” tenía que entrar por ahí y ella me enseñó a mí, porque eran cosas que no nos iban a enseñar las monjitas de la escuela.
☺️ ☺️ ☺️
Me acuerdo especialmente de las noches heladas cuando hacíamos competencias sobre quién se mojaba primero, porque era una manera rica para mantener el calor y aunque solamente nos metíamos los dedos no tan adentro para dejar de ser señoritas, igual alcanzábamos unos orgasmos medio raro, pero nunca tan bueno como el que se consigue con un hombre de verdad.
😈 😈 😈
Pero yo le metía los dedos a Liz, queriendo sacarle un orgasmo.
😩 😩 😩
Ella luchaba, acariciando su cara muy afligida, perdiendo todo el prejuicio de estar recibiendo algo tan rico de manos de una mujer.
😅 😅 😅
Ni siquiera me di cuenta cuando mi marido paró de lamerme, porque los gemidos de Liz eran bastante fuertes.
😖 😖 😖
Se empezó a estirar y a estirar, alzando su vientre para que metiera mis dedos más adentro y no aguanto más y tuvo un orgasmo súper intenso.
💦 💦 💦
Se veía igual de agitada, como si hubiese hecho el amor con un hombre y suspiraba muy fuerte, mientras que su rajita palpitante seguía chupando mis dedos, pero no tan fuerte.
😊 😊 😊
La dejamos recuperarse y se veía muy tierna. La pobrecita estaba tan roja que no se notaban sus pecas y cuando abrió los ojos, nos vio a los 2 mirándola.
“Si quieren, las dejo jugar a solas…” nos dijo mi marido, como niño taimado.
😠 😠 😠
A Liz le dio vergüenza, porque parecía su primera vez jugueteando con otra mujer.
“¡No seas así! ¡Lo hemos hecho porque a ti te gustan esas cosas!”
“¡Si, claro!” protestó mi marido, sin creerme, con intenciones de irse…
¡Y se puso de pie!
😳 😳 😳
Nosotras lo queremos, porque él se preocupa mucho de nosotras: me ayuda a estudiar, nos cocina, se encarga de jugar y mudar a las chiquititas, nos anima a esforzarnos más y es muy apuesto y gentil.
😛 😛 😛
¡Pero lo que tiene entre las piernas, nos quita la respiración!
¡Es grande, poderosa, venosa, gruesa, lindísima y muy bien parada!
¡Yo sé lo afortunada que soy porque sea mi marido, porque es su buen garrote y que da por horas y horas sin descansar!
Incluso, con lo que ya nos había hecho con su boquita nos tenía satisfechas, pero verla así de parada y esplendorosa, nos hizo sonreír a las 2 en nerviosismo, deseando sentirla una vez más.
“¡No te vayas!” le pedimos las 2, casi en coro.
“¡De verdad, Amor! ¡Lo hicimos por ti! ¡No te vayas! Al menos, déjanos aliviarte. ¡Por favor! ¡Haremos lo que tú quieras!” le suplicaba yo, mirándole a los ojos.
Liz en cambio, se relamía con intenciones de chuparla.
😋 😋 😋
¡Es que se veía enorme e intimidante!
Yo le he visto excitado, pero esa vez parecía más gruesa de lo habitual y yo me mojaba de solo imaginarla en cualquiera de mis agujeros.
😠 😠 😠
Pero él se dio cuenta y empezó a jugar con nosotras.
“¿De verdad? ¿Cómo qué?” nos preguntó, girando un poco, haciendo que se tambaleara su cosa.
Liz parecía una gata, dispuesta a saltar para atrapar un ratón.
🐱 🐱 🐱
“¡Lo que tú quieras! ¡Podemos chuparla, ponerla entre nuestros pechos, hacernos la colita…!” le empecé a enumerar.
“¿Incluso hacerme la comida?”
😡 😡 😡
¡Ahí fue que me enojé!
Me gusta que sea sencillo y no pretencioso. Además, las 2 estábamos dispuestas a hacer lo que nos pidiera y no era un momento para tirar bromas.
“¡Oye, no me mientas! ¡También te ha gustado ver eso! ¿O no?” le pregunté desafiante, en español.
😍 😍 😍
Y como por arte de magia, volvió a ser el mismo chico humilde que yo amo.
“La verdad, sí. Se ven muy bonitas.” Me respondió, con sinceridad.
😈 😈 😈
“Tal vez, podamos hacer algo que nos guste a los 3.” Le dije, con una idea en mente.
Le pedí a Liz que se acostara en la cama una vez más.
Me apoyé sobre ella, como cuando lo hago con mi marido a lo perrito y quedamos con las caras bastante cerca, por lo que estábamos un poquito nerviosas y avergonzadas, pero nuestros pechos se encontraban de una manera casual y excitante.
Con mi rodilla derecha, yo rozaba la matita de Liz y estaba lista para que mi marido la metiera en cualquiera de mis agujeros.
“¡Cuando tú quieras!” le avisé.
¡Y mi marido la metió de golpe!
😲 😲 😲
¡La sensación fue impresionante!
¡Era como si un tren se metiera entre mis piernas, ensanchándome y quemándome sin detenerse!
¡Me habría sacado un tremendo alarido, de no haber visto tan de cerca la sonrisa de Liz!
Yo suspiraba, medio riéndome de lo rico que se sentía y Liz me miraba entendiéndome.
En mi corazón, me sentía tan bien, porque ella también debía aguantar que mi marido se pusiera así con ella y empezamos otra vez a besarnos.
😘 😘 😘
No es que me gusten las mujeres también. Pero pienso que mi marido tiene razón cuando dice que somos más bonitas.
Porque el cuerpo de nosotras es más suave y delicado. Mucho más preparado para dar cariños.
Somos formas más redondas y pronunciadas, que envuelven con amor a las personas que amamos, ya sea con nuestros pechos y vientres.
Nosotras cuidamos la vida y estamos ahí para darle porras a nuestras parejas cuando se sienten derrotados o cuando la presa se arranca y no puede proveernos.
Estamos ahí para escuchar sus quejas y para que se fijen en otras cosas y no anden todo el tiempo tan serios o pensando solamente en el trabajo.
☺️ ☺️ ☺️
Pienso que fue divertido, más que excitante, porque los 3 estábamos haciendo algo que no era bien visto, pero no podíamos contenernos por lo placentero que se sentía.
Liz me besaba abiertamente, pero no sentía amor, como cuando he besado a mi hermana o a mi marido.
Ni siquiera había lujuria y me daba la sensación que era más una travesura que por deseo.
Mi rodilla se mojaba con la matita de Liz, pero era porque ella podía sentir lo fuerte que me daba mi marido.
Lo que si aprovechó Liz fue de manosearme los pechos. Tal vez, le llamen tanto la atención como a mí me llaman las enormes areolas que ella tiene.
😋 😋 😋
Pero lo que era yo, disfrutaba a concho.
Mi marido me daba duro y me quemaba intensamente y yo lo único que quería era quejarme.
Yo buscaba la lengua de Liz, como si estuviera sedienta en el desierto y sentía palpitar mis ojos de lo rico que se sentía.
Además, la cama se sacudía tan fuerte y es que él no se frenaba.
Se afirmaba de mi cintura con fuerza y me rompía en mil pedazos.
Me sentía tan contenta, por tener un marido tan poderoso que pudiera hacerme sentir así.
Me pasa igual como a él con su Hannah, que también extraño a mi pololo, pero a pesar de todo, no cambio a mi marido por lo que se ha vuelto.
Yo ya metía la lengua completamente descerebrada en la boca de Liz, pero ella me entendía que era por lo bien que lo estaba haciendo él.
Bombeaba imparable y a las 2 nos hacía gemir, porque más que un hombre, nos parecía una fuerza de la naturaleza, como un tifón o un terremoto.
Y nosotras estábamos atrapadas en medio de su camino, con nuestros cuerpos agitándose ardorosamente pegados uno al lado de la otra.
Éramos compañeras de armas y Liz me animaba, abrazándome para que no me llevara la ola.
Sus labios ya no me eran suficientes para calmar mis gemidos y me encontré chupeteando su hombro, como cuando lo hago con mi marido.
La sensación tan distinta de sentir pechos calientes y grandes juntos con los míos era extraña y seductora a la vez y la cantidad de jugos que pasaban por mis rodillas parecía una vertiente inacabable de placer.
Llegamos a un punto en que las 2 gemíamos, esperando que el terremoto, el tifón o la catástrofe acabara, aunque era la única que sentía ese garrote ardiente y palpitante, enterrándose cada vez más dentro de mi ser.
Y entonces, hubo una explosión entre mis piernas y el terremoto lentamente fue acabándose, conmigo llorando de placer que me quemaba las entrañas.
😌 😌 😌
Muchísimo más aliviada y resoplando, me di cuenta que Liz y yo estábamos embarradas y pegajosas en sudor y restos de comida.
No teníamos claro cómo, pero de alguna manera, ese monstruo de mi marido nos había hecho sentir placer a ambas, atravesando incluso a una mujer.
Y obviamente, no podíamos estar más enamoradas.
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Y cuando retiró su poderosa cosa, imponente y parada, como el legendario y poderoso martillo de Thor, Liz y yo nos miramos con una sonrisa nerviosa, sabiendo que otra onda expansiva nos llegaría en un momento más.
Eran casi las 2 de la mañana cuando terminamos. Liz y yo quedamos agotadas y mi marido sonriente hasta las orejas.
Ni siquiera nos había hecho la cola, pero tras semejante remecida, poca falta nos hacía.
Nos acostamos juntos y le vimos cómo se dormía, impresionadas ante tal individuo que siendo tan normal, tranquilo y cotidiano por las tardes, fuese semejante y amoroso monstruo por las noches, durmiéndonos una a cada hombro, como si fuéramos solamente suyas.
😴 😴 😴
Por la mañana, sentí a las pequeñas balbucear y me levanté a darles pecho.
Cuando volvía al dormitorio, sentía claramente los gemidos de Liz.
😳 😳 😳
Abrí un poquito la puerta y pude apreciar el torso de la niñera cabalgando a mi marido, sacudiéndose como látigo, mientras las manos de él se apoyaban por encima de su cintura.
☺️ ☺️ ☺️
La entendía por aprovechar su ratito a solas y disfrutar de su erección matinal.
Así que bajé, encendí el hervidor y me preparé el desayuno, tomándome mi tiempo.
Cuando volví al dormitorio, Liz reposaba a su lado y el aroma nuevo a sexo otra vez se sentía en el dormitorio.
Me acosté y me acurruqué a su lado otro poquito.
Pero a las 10, mis pequeñas despertaron.
“Liz, ¿Te importaría verlas tú ahora? Me gustaría estar a solas un ratito con mi marido…”
Ella me sonrió y obedeció contenta, mientras yo le sonreía radiante a mi marido.
“¡Feliz día del padre!” le dije, colocándome sobre su cintura y dándole un beso.
Y sintiendo su cosita muy hinchada, ya sabía que al menos yo la pasaría feliz también.
😈 😈 😈


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