una nena bien ahora en baires (parte 1)

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Pasó un tiempo desde la vuelta de la costa y casi no tuve noticias de Agustina. Me había pedido el teléfono. Me negué. No por falta de ganas pero si para alejar riesgos innecesarios. También recibí su solicitud de amistad en una red social. Aún no la respondí. En definitiva, quería encontrar el tiempo y lugar para poder disfrutar por completo a la pequeña Venus, y Baires no parecía ofrecerme oportunidades para ello. Hasta la semana pasada. Al escribir este relato tengo los recuerdos muy frescos pues trata de lo ocurrido este último fin de semana. Con motivo del cumpleaños de la hija de nuestros amigos (quienes nos habían alojado en la costa), armamos un grupo de wapp para los preparativos. Nada especial, pero como resulta ser una red cómoda, nos pareció buena idea. La cuestión es que el lunes pasado estaba chateando con la gente del grupo cuando recibo un mensaje desconocido con la frase “Hola profe”. Respondí, con la idea de que era alguna de las alumnas de la facultad pero enseguida me dí cuenta que no era ninguna de ellas, sobre todos por el tono de los mensajes. Como me estaba imaginando el número de teléfono terminó siendo el de Agus. Con la excusa del cumple, se había sumado al grupo y ahora me estaba mandando mensajes privados. Cuando ví que era ella, le pregunté si estaba sola y ante su respuesta, la llamé (si algo aprendí es que los llamados se pierden pero los mensajes no!!!). Hablamos de varias cosas hasta que en un momento me dijo “¿Cuándo nos volvemos a ver?”. Bromeando le respondí “El sábado, en el cumple!”. Y me respondió “Si te la bancas, en el cumple te agarro y listo. Por mí no hay problemas”. Sabiendo de la veracidad de sus palabras, por un lado temblé por lo incómodo de la eventual situación pero también me excité de sólo pensar en volver a poseer a tan hermosa ninfa. Enseguida se me ocurrió de un hueco por la tarde y le dije “¿Viernes por la tarde? Yo tengo un buen rato para poder estar tranquilos ¿Te va? Te paso a buscar por el sur”. Me dijo “Mejor yo me acerco. Nos encontramos en Pto Madero”. Así fue que el viernes, puntual a las 14 horas estaba esperándome en la puerta de una universidad ubicada en la zona. Estaba vestida muy tranqui: jean, remera blanca, bolsito y zapatos con algo de altura pero lo suficiente para levantarle esa hermosa cola que tiene. Pese a estar vestida muy tranquila, yo la veía muy puta. Se subió al auto y me dio un beso casi en la comisura de los labios. Bromeando le dije que le había agarrado un ataque de timidez, pero me respondió que era por mí porque la zona estaba llena de colegas que podían conocerme. Y tenía razón, máxime frente a esa facultad. Empezamos a charlar y llegamos a un hotel muy cercano, en una esquina. Había pensado en ir más lejos pero la ansiedad nos ganaba a cada semáforo y nuestras manos hacían de lo suyo, tratando de disimular – como un juego – hacia el afuera. Las cosas cambiaron a entrar al hotel. Ya sólo al bajar del auto la tomé, la apoyé contra la puerta y nos besamos, frotando nuestros cuerpos de manera frenética. Pedí la habitación y volvimos a encontrarnos enfurecidos en el ascensor. Ya dentro no hubo tiempos para perder. Casi arrancándonos las ropas, nos apoyamos sobre una mesa. Apoyé mi mano sobre su vagina y al comprobar lo mojada que estaba la penetré ferozmente. Agustina lanzó un grito agónico, mezcla de placer, sorpresa y, también, algo de sufrimiento por la repentina intrusión en su cuerpo. Apenas recuperada me miró a los ojos y me pidió que la cogiera con fuerza. Fue una orden que acaté. Pendeja descarada pidiéndome que la penetrara sin más vueltas. A los pocos minutos, siempre en la misma posición, Agus me regalaría el primer orgasmo de una tarde llena de ellos. Continúe con mis movimientos hasta que la sentí recuperarse y estar lista para uno nuevo. Me pidió mi leche. Me negué. Para esa tarde tenía otros planes y quería guardar energías. Fuimos juntos a la ducha. Abajo del agua comencé a enjabonarla como una excusa para volver a abusar de su cuerpo. Apoyé su espalda sobre mi pecho mientras mis manos bajaban desde su cuello hasta sus juveniles pechos y continuaban hasta depositarse sobre su sexo. En cada recorrido ella quería voltearse pero no se lo permitía. Cuando noté que el agua de la ducha no podía limpiar la cantidad de flujo que salía de su interior, comencé a jugar con mis dedos dentro de ella. Jadeaba y decía guarradas. Nada propio de la edad sino de una verdadera yegua en celo. Mientras la penetraba con mis dedos, alternaba entre su sexo y su cola. Cada vez se abría más y más. En un momento fue su cola la que se llevó toda mi dedicación. Ella me dijo “Haceme la cola. La estuve preparando para hoy”. Sentí que era demasiado para una pendeja como ella. La tomé por el cuello apoyando mi glande en su cola, pero no penetrándola sino pasándola y frotándola por toda su entrepierna. Gimió. La tomé aún más fuerte del cuello y sumé su pelo. Le prohibí que acabara. Me miró con los ojos desorbitados “Ahora quiero que me la chupes”. Sin soltarle el pelo, la arrodille frente a mi verga y comenzó a chuparla. Creo que en ese instante no supo que hacer. La situación y mi actitud habían despertado una timidez que nunca había visto en ella. Al punto tal que comenzó a mamarla como si fuera novata en ello. Saqué el miembro de su boca y mirándola le dije “Vos querías un macho que te cogiera en serio. Acá lo tenés. Hoy lo único que me importa en violarte como tanto deseabas. Así que chupala como vos sabés”. Con mi otra mano le abrí la boca, metí mi verga y se la enterré hasta el fondo de su garganta. No la saqué hasta que vi la primera lágrima salir de sus hermosos ojos. Recién ahí la saque junto con una catarata de saliva que cayó en la ducha. La llevé hasta la cama y seguimos allí, más cómodos. Agustina parecía desconcertada. A cada momento la acariciaba y notaba su excitación; su flujo era abundante, tal como yo ya sabía. Pero había adoptado una actitud sumisa ante mí. Me tiré en la cama y la solté para que pudiera trabajar mejor. Pareció recuperarse y comenzó a chuparla como ya lo había hecho antes. Recorría todo mi miembro, de la cabeza hasta su base. Hacía desaparecer todo dentro de su boca hasta sentir arcadas, para luego liberarlo junto a todos los flujos que le inundaban su boca. Ya había contenido mucho tiempo mis ganas de llenarle la boca de semen, así que antes de acabar le ordené que se tocara y que acabara conmigo. Le encantó. Mientras me chupaba jugaba con una mano sobre su concha. Y gemía mientras le penetraba la boca. Le dije que también se abriera la cola. Soltó mi verga y con sus dos manos se penetraba por su vagina y por su culo. La sentí venir y en el mismo momento le agarré la cabeza y la acompañé en el orgasmo. Dejé todo en su boca y nada fue rechazado. Volvió a tomar el miembro con sus manos impregnadas de su sexo, brillantes y húmedas. Terminó de limpiarlo y le pedí que me mostrara como se había tragado todo. Cuando abrió su boca, introduje mis dedos y jugué con sus labios. Con mi otra mano comencé a acariciarle sus pezones, transformados en dos pepitas rígidas y sensibles a las yemas de mis dedos. Agustina me miraba desbordada. Extasiada. Le pregunte “¿Esto es lo que querías?¿ Así querías que te cogiera?”. Me respondió un sí con la cabeza, y enseguida agregó “Ahora quiero más”. La volví a tomar de su larga cabellera y nos fuimos a la cama…la tarde apenas había empezado.

autor: por animal_nocturno

6 comentarios - una nena bien ahora en baires (parte 1)

Tiroloco63
Excelente aporte muy buen relato, felicitaciones
chitara13
realmente motivador!!! quiero ser tu proxima agustina 🤤 🤤 🤤
25cmt
👋 👋 👋 👋 👋 🤤
exiliado39
genial gracias totalesssssssssss 🤘 🤘 🤘 👏 👏 👏