Las puertas de la Percepción

«Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito». William Blake.


link: https://www.youtube.com/watch?v=bw3F--uPVYc



Caminabamos por las calles oscuras, como en los viejos tiempos, los años no habían pasado, tu pelo negro caía hasta la cintura, tus cachetes blancos eran empujados por tu sonrisa, decorada por esa infinidad de pecas que te caracterizaban. El hecho de que ibamos de la mano, me indicó que estabamos en un sueño, por ende, decidí hacerlo mio y por lo menos tenerte un rato de nuevo para mí. Es así como tomé a Soledad fuertemente de las caderas, metiendo el dedo, donde debería ir el cinturón, cosa que no necesitabas, porque tus huesos grandes y fuertes, junto al tamaño de tu cola, era los encargados de sostener tus oxfords, pegados a tus piernas, desde donde nacía tu bajo vientre.

Esa franja casí circular blancusca se resaltaba aún más con tu eterna remera roja de los Stones que por casualidad llegaba hasta un par de centimetros más abajo de tus tetas.

-Te juro que la corte como venía...

Reías a carcajadas porque ni vos crías semejante mentira. Tampoco era casualidad las mangas cortadas y el cuello extraido, Yo sabía que te encantaba mostrar las tetas, ese regalo divino que la vida te dio. Agradecida, las lucias siempre que podías, resaltandolas con Push Ups y escotes. Te perfumabas del cuello al medio de los pechos, marcando el camino, que cuando lo recorría te hacía extremecer. Miraba tus tetas de reojo y no aguanté más, te traje hasta mí, y te besé, la luna sobre nosostros, comenzó a iluminar la noche, era el sueño perfecto, tu lengua ancha de nuevo chocando con la mía y tus saltitos de exitación para calentar al besador rosando pancita con pancita. Siempre te trataba de dominar y te agarraba con la fuerza justa en un abrazó para contenerte contra mí y al mismo tiempo dejarte un mínimo de movimiento, para que sigas saltando y rosándome con todo tu frente.

Tenía miedo de despertar y quedarme con las ganas y la tortura de no poder llamarte y verte. Nueve años, Nueve malditos años y cada día que pasa lo siento como el primero. Aparecimos en el Jardín de nuestro colegio, las ventajas del sueño. Luchabamos para ver quien besaba más, adelante mi pierna y te derrumbe al suelo, me sambullí en voz...desabroché uno a uno los botones y sin gastarme en bajarte el oxford, toqué la bombachita Azul y húmeda, procurando que mi pulgar quedé en tu clitoris y los dedos guitarrearan los labios. Contorneaste y lo acompañaste con un siseó que terminaba en exhalación. No dejaba de Besarte y apretar la conchita húmeda, sentía como mis yemas se llenaban de flujo. Mi pene duro como piedra explotaba en el pantalón.

Le dí libertad, y apenas sentí el aire húmedo de la noche y el roció del pasto flotando, me comenzaste a masturbar sólo la cabeza, envainandola con la piel, sin dejar que el glande apareciera, te tocaba a vos, devolver un poco de placer. Tomé tus manos de largos dedos ( de pianista como me decias vos) y liberé a mi pene de ese placer, para sentir el otro, el que disfrutaba mis yemas. Te resististe pero el sueño era mio, así que gané una vez más y aprisioné tus manos en la hierba, era dificil el angulo de inserción, puesto que tu pantalon estaba sobre la rodilla.

Sin soltarte y agilmente, lo saqué con el talón, te abriste y como un teledirigido mi pene se insertó en vos, lo recibiste siseando y exhalando como a vos te gustaba, para distraer las posibilidades de un ataque de asma. Con las primeras envestidas te conformabas besándome, pero luego, cuando la falta de aire era enminente, te arqueabas buscándolo por detrás y yo, en mi egoísmo te besaba las tetas juntitas, primero una, luego la otra y luego, las dos, recorriendo el camino a tu cuello.

Porque hacerte sufrir en mis sueños...porque no pasar a un lugar más tibio y cálido, para que te lucieras y pudieras respirar. Dejarte respirar....no podía pasar por el mismo error otra vez...recordé la vieja capilla de las monjas....era hora de dejar el paganismo del campo y entrar al suelo sagrado. Caminamos alegres y temerosos, el camino de piedra que conducía al patio principal, una puerta a las aulas, las otra a las habitaciónes y la tercera a la capilla.

-Esta cerrada.

-Esta Abierta, no te diste cuenta Sol, es un sueño....¿cómo podríamos estar juntos de nuevo?

-No me dejabas respirar, lo sabías...

Un beso sello el reproche y otra vez caminabamos por el vestíbulo a las sancadas y de ahí derecho a las puertas de la capilla. Me mojé las manos en el receptáculo del agua béndita pero no hirvió. Me senté en el banco de madera de adelante y apoyé las suelas en el escalón, que dividía la sala del altar....

-Sole montame, que Jesús en la cruz sea testigo de este rencuentro.

-Qué fumaste gordo....

-¿No te acordás? es un sueño...¿cómo podríamos estar juntos de nuevo?

-No me dejabas respirar, lo sabías....

Pasó sus largas piernas por el respaldo hacía el apoya pie del banco de atrás. Se encastró. me tomó la cara y me miró largamente con sus ojos negros. Comenzó a saltar propulsándose con el banco de atrás. Con cada caída rechinaba las tablas...yo acompañaba sus piruetas tomándola fuertemente de las tetas, para escurrirlas y que los pezones rosas escapara por mis dedos. Quería que fuera monumental, estaba a segundos de despertar, lo presentía. Tenía que elegir el final...

-Sole....Te Amo.

Interrumpio sus gritos de dolor y placer....se sentó sin dejar escapar mi pene mientrás se seguía columpiando. Blanca, con sus labios rojos y ojos negros delineados con Kohl, me miraba profundamente, su amor se trasnformó en odio y luego en tristeza....

-No me dejabas respirar, lo sabías....

Despierto exitado, al palo y con una congoja terrible. Me dirijo al baño...el semen se iba por el drenaje de la pileta junto a mis lagrimas. Necesitabas libertad y yo un dolor que me durara toda la vida, todavía me pregunto de donde saqué las fuerzas para dejar que me abandonaras.

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