Confesiones de una Madre (Parte Final)

"Confesiones de una Madre: Al fin, mi hijo yo, follamos"


Escuché como la joven se retiraba de mi casa a eso de las 7 de la mañana, ya había salido el sol y mi hijo ni siquiera la acompañó a la puerta. Tiene que haber sido una de esas muchas chicas que el buscaba solo por diversión.

Ya eran cerca de las 1 de la tarde, el almuerzo lo tenía casi listo y mi hijo, aun no salía de la pieza. Entre silenciosamente a su cuarto para despertarlo, en forma silenciosa, para que no se fuera a molestar.

Sobre la cama, completamente desecha, dormía mi hijo, completamente desnudo, con las piernas abiertas y con todo su sexo al aire. Mis ojos no daban crédito a lo que veían, ¡su pene era realmente enorme! , aun estando en reposo. Al ver su cuerpo ahí desnudo, en todo su esplendor me excitó inmediatamente y me quedé contemplando parada en la puerta el hermoso ejemplar de macho que tenía dentro de mi casa. Podría haber estado ahí horas y horas admirando cada parte de su físico, pero un movimiento suyo, me hizo salir de la pieza y cerrar la puerta silenciosamente.

Justo en ese momento, tocan el timbre y era uno de sus amigos. Le dije que Eduardo aun dormía y que si quería, entrara a despertarlo. A si lo hizo. Entro al cuarto y despertó a mi hijo. Venía a buscar algo. Al rato, siento que mi hijo se levanta, saliendo solo con slip, me saluda y se entra a duchar. Entré a ordenar su cuarto, a correr las cortinas, abrir las ventanas y hacer la cama. Como supuse, encontré grandes manchas de semen en las sabanas, las que eche inmediatamente a la lavadora, no sin antes sentir el excitante olor de estas.

Era día sábado. El calor era insoportable y Eduardo solo paseándose en pantalones cortos por la casa, hacía más caluroso ese día.

Al fin llegó la noche y pero el calor no se esfumó. Mientras veía televisión, Eduardo salió de la casa, seguramente a una de sus muchas noches de juerga, despidiéndose de mí con un beso en la mejilla. Se veía todo un hombre, muy arreglado, con las camisa blanca que le encantaba usar, a la cual yo dedicaba más tiempo al momento de plancharla.

Me fui a acostar, el calor de la noche era insoportable y aun con la ventana abierta no podía conciliar el sueño. Eran cerca de las 3 de la mañana cuando escucho que la puerta de la reja de calle se abre. Me asomé oculta a través de la cortina y veo que mi hijo nuevamente traía una de sus conquistas a la casa.

Era un joven muy delgadita, pero con buena figura, se notaba de muy buena situación económica. Me moría de celos al saber que ella seria la afortunada que recibiría la verga de mi hijo esa noche, mas de todas formas, me excitaba la idea de volver a escuchar como mi hijo se sacaría las ganas con ella, y yo. Tras su puerta, imaginando que esa joven mujer, era yo.

Algo pasó y la joven se resistía a entrar. A las finales, mi hijo, luego de mucho insistir, le dijo una grosería, y cerró la puerta, dejando a la joven en la calle.

Escuché que entró a la cocina y se calentó algo para comer. Me imaginaba a mi hijo con sus ganas de follar frustradas y pensé que quizás esa noche sería mi noche afortunada y recibiría al fin nuevamente su visita en mi cama.

Pero quizás, ya era hora que yo pusiera algo de mi parte, para incentivarlo. Prendí la luz y rápidamente me saque mi corto pijama de algodón, quedando completamente desnuda, mirándome al espejo.

Me sentía muy bien, toda una hembra, excitada, ardiente, mis pechos grandes, redondos, con mis pezones negros muy marcados, aun mantenían su dureza. Yo sabía muy bien que ellos eran mi mayor carta de presentación.

Aun mantenía mi cintura, con mis anchas caderas, y mi entrepierna, apenas poblada por un poco de vello, que latía de solo pensar en lo que podría pasar.

Era seguro que mi hijo querría tener una mujer así, para saciar sus instintos. Busque en mi cajón un camisón muy delgado, corto y de color blanco.

Rápidamente me lo coloqué y al verme, me sentí toda una puta, me veía hermosa, muy sensual, casi no ocultaba nada de mi cuerpo, ya que lo que no quedaba expuesto, su transparencia lo haría notar. Pero algo de pudor en mi, me dijo que no podía ir con mi sexo al desnudo y opté por ponerme un calzón, claro que el mas diminuto que tenía, también de color blanco.

Entré a la cocina y lo vi sentado casi terminando de comer lo que quedó del almuerzo. Lo saludé. Vi como sus ojos se quedaron clavados en la figura de su madre, y con voz entre cortada, apenas me pudo devolver el saludo. Como una gata, me acerque al refrigerador y me serví una vaso de bebida. Sentía como sus ojos debía estar clavado en mi culo, que incluso doble un poco para agacharme a sacar el envase. Mis pezones estaban durísimos , mezcla de la excitación contra el frió que salió del refrigerador.

Siento que el se levanta y dejando el plato en el fregadero, pasa lentamente por detrás mío.

― Bueno viejita … me voy a acostar (parándose justo detrás de mí, apoyando toda su mano en mi culo casi desnudo, dándome un tremendo apretón) … y déjame decirte que te vez muy bien así

Mi mano temblaba al sentir su cuerpo atrás y su mano tocándome directamente las nalgas. Quise decir algo, pero las palabras no salieron de mi boca. Luego de eso, me dejó sola en la cocina. Estuve a punto de darme vuelta y besarlo, pero mi timidez no me lo permitió. Tuve que volver sola y aun más excitada a mi cuarto, muy molesta conmigo misma por no haber sido un poco más osada.

Mi sexo pedía agritos que lo tocaran, pero aun pensando en que en cualquier momento mi hijo entraría a mi cuarto, me contuve de masturbarme. Debe haber pasado como media hora, y yo no podía conciliar el sueño, me estaba volviendo loca de calentura por mi hijo, y el no se daba cuenta que su madre lo deseaba desesperadamente.

Quería tenerlo junto a mí, quería besarlo, tocarlo, sentirme nuevamente tocada por un hombre, pero no por cualquiera, si no por Eduardo, fruto de mi vientre. Eran muchos años de no sentir una verga dentro de mí y casi me volvía loca de deseos. El calzón de solo pensar en el, estaba húmedo y me hacía mas mal aun sentir esa presión entre mis piernas, a si que me lo saqué.

Como una leona enjaulada, me daba vueltas por mi cuarto, sin saber que hacer, hasta que no se por que salí de el y me detuve afuera de la puerta de mi hijo. Sentía adentro los grandes ronquidos de mi hijo, y mi corazón a punto de estallar. No sabía que hacer, solo que pensé en despertarlo, aduciendo que había escuchado unos ruidos en el patio. Entre silenciosamente, la ventana estaba abierta y la cortina corrida para permitir que entrara mas aire en esa calurosa noche. Casi se me sale el corazón al ver, por la luz que entraba desde la calle, como nuevamente mi hijo estaba completamente desnudo con su gigantesco miembro dormido entre sus piernas.

Era demasiado para mi, como mi hijo podía hacerme sufrir de esta manera. Con mi corazón latiendo a mil por hora, sigilosamente, tratando de no tropezar con la ropa botada en el piso, me acerqué a el. Casi a un metro veía su hermoso miembro descansando. Mis pezones endurecieron inmediatamente y sin darme cuenta mi mano automáticamente comenzó a acariciar mi cuerpo. Ardía en deseos, y mi hijo durmiendo no se daba cuenta que su madre estaba parada ahí al lado suyo, como hipnotizada con su cuerpo.

No me atreví a despertarlo, quería verlo detenidamente, mientras mis manos sin control buscaban cada espacio de mi cuerpo, pero un movimiento de su cabeza, me hizo alejarme inmediatamente, casi tropezando con su ropa. Parada al lado de la puerta, vi que el seguía durmiendo y mi cuerpo aun ardía en deseos. Con mis manos ya sin control me levantaba mi corto camisón y dejaba todo mi sexo al aire, acariciando mis nalgas, pensando en sus manos. El aroma a macho que había en es cuarto era delicioso. Era un aroma muy exquisito que llegaba hasta lo más profundo de mi ser. Con mi mano acariciando mis vellos y mis nalgas nuevamente me acerco a el, tratando de sentir mas cerca el aroma de su cuerpo. Me arrodille al lado de su cama y su pene a solo centímetros de mi, expedía un olor que me movía loca. No se de donde saque fuerzas para no tomarlo y llevármelo a la boca, para chuparlo desesperadamente. Solo quería olerlo, cada vez mas cerca, hasta que mi nariz se acerco casi a un centímetro de el, llenándose de su olor.

No podía creer lo que estaba haciendo, arrodillada al lado de la cama, con mi cara a pocos centímetros del sexo de mi hijo, aspirando su olor. Fue tanta mi cercanía a su miembro que en un cerrar de ojos, mi nariz, rozó esa deliciosa piel, haciéndome estremecer. Vi que mi hijo no se movió para nada, y nuevamente me aventuré a repetir el contacto, pero ahora suavemente, muy suavemente con los labios.

Sentir ese monstruoso pene contra mis labios, me hizo temblar de placer. Mi corazón estaba a punto de estallar y mi respiración casi me asfixiaba.

Sabía que mi hijo tenía un sueño muy pesado y que por la hora, mas los tragos que llevaba encima, no despertaría, eso sumado a mi calentura me llevó a aventurarme un poco mas y abrir la boca para colocarla con la verga de mi hijo atravesad en mis labios.

Su tamaño era realmente sorprendente y solo abriendo al máximo la boca, pude tenerlo. Quise alejarme pero no pude, mi cuerpo no respondía. Miraba como el dormía como una roca. Confiada en lo pesado de su sueño, no se en que momento tuve el valor de tomar su pene con mis dedos y levantarlo un poco para que esta vez, fuese la punta de este, el que entrase, mi idea era ponerlo solo dentro de mi boca, para luego irme a mi cuarto y masturbarme como loca.

Mi mano apenas sostenía ese tremendo pedazo de carne, tratando de no apretarlo mucho, hasta que por fin logré levantarlo y comenzar a introducirlo a mi boca , tratando de no aprisionarlo, solo meterlo ahí.

Era tremendo, me decía a mi misma que ya era suficiente y que lo dejara, pero mi boca no quería que ese momento terminara jamás. Con toca la boca abierta, y el pene de mi hijo en esta, trataba de no tocarlo, pero mi saliva casi se caía y obligadamente tuve que cerrarla un poco para evitar que esta cayera sobre mi hijo. Con la boca cerrada, apretando lo menos posible el pene de mi hijo, mi saliva se fue juntando dentro de esta y no me quedó mas opción que tragármela.

Con esto le dí la primera chupada al pene de mi hijo, que con la chupada de saliva este ingresó un poco mas a mi boca. La sensación fue divina y ya sin saliva, volví a repetirla suavemente, una . otra , otra vez, diciendo siempre que esa era la última, pero sin contenerme le daba otra mas, y luego otra.

La verga de mi hijo, al sentir esas chupadas comenzó a despertarse poco a poco, creciendo cada vez mas, lo que aumentó mas mi calentura y disminuyendo menos las ganas de sacármela de la boca. Sabia que era un locura y que mi hijo, de continuar a si se despertaría, pero su verga me tenía hipnotizada y cada vez se la chupaba mas fuerte, haciendo que esta se pusiera mas y mas dura, creciendo de una forma descomunal.

Ya mi mano apenas contenía ese vergón aprisionado y mi cabeza tenía que levantarse más para poder meterla en mi boca. Sentí que mi hijo se movía, junto con un pequeño gemido, pero no tuve el coraje de soltar la presa que tenía en mi boca y ya entregada completamente al placer, le chupaba lo más fuerte que podía. Ya nada me importaba, solo saborear esa presa un y otra vez, cosa que no paraba de hacer.

Otro gemido y una mano en mi cabeza me hizo darme cuenta que mi hijo comenzaba a despertarse.

Al parecer el aun dormido no se daba cuenta que la mujer que tenía entre sus piernas, era su madre.

―Ahhh … que rico lo chupas... ¡Mamá! … ¡eres tu!

―¡Si hijo … perdona … pero .. no puedo mas!

―Ahhhhh ¡pero que haces mamá! … ahh …

―Perdóname hijo.. ( sin dejar de hacer, lo que estaba haciendo)



Mi hijo había despertado, encontrándose con que la mujer que le chupaba tan desesperadamente el pene , era su madre.

Un gran gemido y su cabeza hacia atrás, me confirmaron que recibía su aprobación y ahora con más ganas seguía y seguía chupándosela, ahora afirmando toda su verga solo con mi boca, ya que mis manos acariciaban su pecho y sus piernas.

Ya entregada por completo a mis instintos, dejando atrás toda moral, me subí a la cama, sin soltar lo que tenía en la boca metiéndome entre sus piernas abiertas. Su verga había crecido de un tamaño descomunal y por más que abría la boca al máximo y la metía lo más adentro que podía esta no entraba en su totalidad. Me imaginaba sentir eso dentro mió y me volvía loca

Mi hijo acariciaba suavemente mis cabellos, mientras su madre, con su boca llena de carne, al fin cumplía lo que tanto deseaba.

Sentí sus grandes manos llevándome hacia arriba, besando su pecho llegue hasta sus labios y fundiéndonos en un apasionado beso, quedé sentada sobre su tremenda cosa, que casi me quemaba mi sexo, mientras sus manos me acariciaban descaradamente el culo, haciéndome estremecer.

El comenzó a buscar mis grandes pechos, y yo, queriendo entregarme por completa a el, me levanté y me despoje de mi delgado camisón quedando sentada sobre el completamente desnuda.

Sus manos se aferraron a mis tetas, manoseándolas de una manera exquisita. No aguanté mas y las puse sobre su cara recibiendo un placer indescriptible, al sentir como mi bebe de 17 años, me las chupaba fuertemente haciéndome temblar de placer, frotando su cara sobre ellas, lamiendo mis pezones, dejando aprisionada su cara entre ellas.

Aun sin estar penetrada por el, estar sentada sobre semejante pedazo de carne me tenía como loca, y me movía de adelante hacia atrás, frotando mi clítoris contra su dura verga.

Ya no aguantaba mas, quería sentirlo dentro mió, a si que levantando mi culo, con una mano agarre ese grueso miembro y lo dirigí a la entrada de mi vagina.

Casi me muero al sentir su tremenda verga entrando poco a poco dentro de mí. No podía creer como mi concha era capaz de abrirse tanto para alojar perfectamente su verga que ocupaba la totalidad de mi húmedo sexo.

Centímetro a centímetro me entraba carne por mi concha, bajando cada vez más trataba de llegar al fin, pero su verga era sorprendentemente grande. Sentía todo mi cuerpo lleno de verga y aun me faltaba más carne que meterme. Igual sentía algo de dolor al sentirme penetrada por semejante pedazo, pero mi calentura era mas fuerte y no me detendría hasta llegar a metérmela por completa.

Casi la podía sentir que llegaba a mi estomago, hasta que por fin quedé completamente sentada sobre el, con todo mi cuerpo repleto de su pene. Me sentía en el cielo, y apretando mi concha, sentí perfectamente todo lo que dentro de esta se almacenaba. Lentamente fui subiendo sacando ese monstruo de mi interior, para volver a sentarme sobre el.

Ya acostumbrada a su tamaño, casi sin dolor, comencé a moverme de arriba abajo, quedándome sentada con todo eso metido, mientras mi hijo, con sus grandes y fuertes manos en mis nalgas me hacia mover de lado a lado.

Nuevamente lo bese, quedando con mi cuerpo doblado sobre el, con mis tetas aprisionadas con su pecho y sin moverme, sentía como levantaba su culo, penetrándome de una forma exquisita. Me sentía completamente llena, y comencé a gemir en su oído, haciendo que el se excitara mas aun, aumentando la fuerza de sus puñaladas de carne.

Luego me hizo sentarme nuevamente. Esta vez apoyé mis pies en la cama y sentada como si estuviese meando, con mis manos apoyadas en mis rodillas, comencé a subir y a bajar, enterrándome todo su miembro. Mis grandes tetas subiendo y bajaban golpeándose contra mi cuerpo, mientras mi hijo con unos ojos completamente abiertos, veía como su madre se llenaba de el.

Mis piernas comenzaron a cansarme y en un descanso que hice, mi hijo me acostó de espaldas y se subió sobre mi, besándome apasionadamente con sus manos en mis nalgas.

No podía creer que al fin lo tenía ahí, desnudo, sobre mi, acariciándome, tocándome, chupando mis tetas, con su tremenda verga , gruesa y dura chocando mis piernas. Se arrodillo entre mis piernas abiertas, y con sus manos levantaron mis piernas por el aire, dejando todo mi culo expuesto.

Con solo una de sus grandes manos, me tomo de los dos tobillos, y me mantuvo en esa posición. Sentí como con la otra mano me acariciaba mi sexo, y la entrada de mi agujero. Era como una niña ante la gran fuerza de mi hijo. Entregada completamente a el, con mis piernas en el aire, todo mi culo a su disposición, sentía como sus dedos jugaban con mis dos entradas.

Reconozco que sentí miedo de que me penetrara con semejante cosa por el culo, y le pedí que por favor no me la metiera por ahí. El me metía uno de sus gruesos dedos por la concha y cuando lo tuvo bien mojado, me lo llevó al ano, penetrándome lentamente.

En esa posición, con mi ano completamente abierto fue metiendo su dedo poco a poco. La sensación me encantó, 1000 veces más rico que meterme mi propio dedo. Ahí me di cuenta, que ni en sueños podría meterme su cosa por ahí. El estaba extasiado viendo como tenia a su madre, con su dedo hurgueteándole el culo. Luego lo sacó y colocándose en posición me volvió a penetrar. Nunca me había sentido tan objeto. Era un juguete para mi hijo, con mis piernas completamente en el aire, me tenía servida en bandeja para penetrarme por donde quisiese. Pero sentirme así de vulnerable, incluso con algo de miedo por lo que el me pudiese llegar hacer, también me tenía enferma de caliente. Sin soltarme los tobillos, con todo mi culo expuesto, me hijo me llenaba de verga una y otra vez, haciéndome gritar de placer. Con que facilidad me sostenía en esa posición, mientras con su mano libre, me manoseaba fuertemente las tetas o me daba palmazos en el culo.

Luego me puso de lado y me tuvo tal cual como la primera noche que pasamos juntos, Con la diferencia que ahora estábamos desnudos. Su cuerpo apoyado en mi espalda, una de sus manos apretándome las tetas y con la otra masturbándome, más su gruesa herramienta entre mis piernas.

―¡Como me excitan tus tetas mamá!

―¡Vamos sigue no pares!

―¡Te voy a follar toda la noche!

―Eduardo, ¡tómame por favor!, ya no resisto mas…. ¡Soy toda tuya!

―Te gusta sentir a tu hijo tocándote

―OHhhhhh siii pero vamos, por favor ¡métemela que quiero acabar!

―Tengo una madre muy caliente… ¡como me gusta!

―¡Dame por favor, quiero tenerte dentro mió! ..

―¡Así!

―Ahhhhhhhhhhhhh . ¡ Asi Eduardo! … ¡si soy tuya … tu zorra! .. ¡métemela cuando quieras!

―¡Mira como te la meto! ………¿Sientes como te la meto?

―Ahhhh Eduardo .. me llenas completamente

―Dime que te gusta sentir el palo de tu hijo metido hasta el fondo

―Ahhhhhhhh siiiiiiii … me encanta sentirte dentro mió hijo … te deseaba … ahhhhhhh … la tienes muy rica hijo mió …me moría de ganas de estar así contigo

―Ahhhhhhhhhhhhh ……que mas …..

―Quería sentir tu pene en mi boca … chupártelo como lo hice … ahhhh

―Ahhhhhhh si lo chupas muy rico… ¡ que mas!

―Quería sentir tu manos en mi cuerpo…. Apretándome los pechos

―¡Tus tetas madre! …¡tus tetas! ….. ¡querías que te chupara estas tetas!

―Ahhhhh si …. Mis tetas …. ¡Chúpame las tetas! …¡ Chúpamelas tetas hijo mió … Ahhhhh

―Mmmmm que ricas las tienes mamá … que grandes .. ¡déjame chupártelas!

―Si … házmelo … pero no dejes de metérmela … ¡me encanta sentirte dentro! …ahhhhhhhh

―Estas muy rica madre … ¡te follaría toda la noche!

―¡ ay Eduardo ¡ … ¡Me matas! …. me vas hacer acabar .. ¡me tienes hirviendo!

―… dime que sientes … ¡me calienta escucharte!

―Ahhhhhhhhh ……¡me tienes muy caliente! …. ¡Me tenias muy caliente! … ¡me masturbaba pensando en ti! .. me tocaba pensando en tí

―¡ uhh! Sigue… ¡que me calientas! … donde te masturbabas ..

―….¡Mientras me duchaba me tocaba pensando en ti! …. Ahhhh …. ¡no pares .. métemela mas hasta el fondo! …. ¡Me imaginaba tu verga dentro mió! …. ¡Así como ahora! …..

―Ahhh …… ¡te metías los dedos en tu concha ¡……¿te tocabas las tetas?.. ¡dime mas!

―Me imaginaba tus manos tocándome …. ¡hijo voy a acabar¡….. ahhhhhhhhh te siento entero dentro de mi ….

―¡Ahhhhhh! …¡Dime mas! …. ¡Te voy a llenar como querías!

―¡Me imaginaba tu leche en mi cuerpo! ….. ahh aaaa ¡como ahora! … siento tu leche llenándome hijo! …. ¡Estas acabando! . ahhhhh … ¡¡¡me matas !!!

―Ahhhhh ¡¡¡¡¡¡¡mamá acaba!!!!!!

―AAAAAAAAOhhhhhhhhhhhhhh me corroooooooooooo ahhhhhhhhhhhh …

―¡Mama que rico te mueves! … ¡siente como te lleno de semen ¡ ….

―Ahhh …. ¡siente como acabo! .. todos esos jugos son por ti hijo! ahhhhhhhhh

―Ahhhhhhhhh



Mi hijo me puso boca abajo y apoyado en sus brazos a mi lado, me penetró una y otra vez. Mi orgasmo no cesaba y me sentía la concha repleta de verga y semen. ¡Me moría de placer sentirme en esa posición con la verga de mi hijo entrando y saliendo rápidamente!. Aun después de haber acabado mi hijo aun la mantenía dura como roca, y yo aun seguía caliente.

No se cuanto rato me habrá follado en esa posición, pero fue mucho, hasta que se salió de mi, acostándose a mi lado, solo acariciándome las nalgas con su mano. Me sentía muerta de placer, envuelta en un sueño, una fantasía que no quería que terminase nunca. Mí orgasmo había sido monstruoso y mis fantasías con el habían quedado muy cortas en base a todo el placer que sentí.

Lo vi dormir por largo rato, aun no podía creer lo que acabábamos de hacer. Me parecía increíble que ese bebe que alguna vez estuvo en mi vientre, se hubiese transformado en todo un hombre, y yo, esa casta y pura madre, en la hembra de turno por esa noche.

2 comentarios - Confesiones de una Madre (Parte Final)

kiki_mirlos +1
Muy bueno la verdad me dejó a mil
belumita
me calento muchisimo tu relato.