Sol, mi sobrina

Hola poringueros y poringueras. Debo confesarlo, soy un adicto. Mi conducta no es para nada normal. Olvidé compromisos y obligaciones, terminé con mi matrimonio de apariencia exitoso y feliz y en cuanto me vea mi cuñado David probablemente me cague a palos o me vuele la cabeza de un escopetazo. Nada me importa, nada excepto seguir cogiendo a Sol, mi sobrina de 19 años.
Todo comenzó el año pasado, Sol es mi sobrina, hija del hermano de mi mujer, se vino de su provincia natal para estudiar ingeniería en sistemas. Hacía unos diez años que no la veía, la última vez que lo había hecho era una simpática niña que corría de aqui para allá, inquieta, muy aplicada y estudiosa. Sus notas en el colegio de monjas que iba no bajaban del 9. En ese colegio terminó la secundaria con un promedio 10 en todas las materias, cuadro de honor histórico del colegio y con un primer puesto en el torneo provincial de matemáticas. Recuerdo que, con mi mujer, la fuimos a buscar a Aeroparque, y allí no podía salir de mi asombro. Pelo lacio largo, estaba con una musculosa azul y un pantalón de babucha de seda blanca, de esos que a trasluz se dibujan el contorno femenino.
Nos saludamos y tanto ella como mi esposa se adelantaron dejándome las valijas para que me haga cargo. Cuando salía hacia la puerta corrediza llegué a ver en el trasluz su tanguita escondida en el ojete y a partir de allí perdí el control. Vivía como un adolescente alzado. Nada fue igual...
A partir de allí toda mi conducta apuntaba a una dirección, cogérmela. No fue difícil, ella muy ingenua, como le decimos aca con poca calle, abocada unicamente a la facultad. No salía a bailar, no socializaba con nadie, menos aún con algún pibe. Nada la sacaba de la facultad. Yo, a pesar de mis 40 pirulines, me mantengo bastante bien. Las amiga de mi hija me piropean y hasta me indican que mis canitas me hacen un tipo sexy. Tengo 1,86, una voz gruesa bien masculina y mucha parla, mucho chamuyo. A los pocos días, y a pedido de ella, le conseguí laburo como administrativa de un viejo abogado amigo de mi viejo, un carcamán de casi 70 años con olor a naftalina. Con unos mangos que le giraba mi cuñado más sus propios ingresos alquiló un departamento de dos ambientes. A pedido de mi esposa la ayudé a acondicionarse. Le instalé el calefón y la cocina mientras le hacía el verso.
La invité, a modo de bienvenida a la vida independiente, a un barcito de Villa Devoto a tomar unos traguitos. El primer paso estaba hecho, el siguiente fue más fácil. Mimitos, caricias, chistes, sonrisas y el alcohol que estaba haciendo mella en su débil resistencia.
No me olvido más como estaba vestida, mini de jeans, musculosa, unas chatitas en sus pies y un suave perfume. Su sonrisa, aunque algo torpe por el efecto del alcohol aún mantenía su brillo. Mágicamente apareció un beso que fue ganando intensidad, fue un beso fogoso donde nuestras lenguas jugaban entre sí y mi mano derecha se fue filtrando por debajo de su mini. Fuimos a un telo de Liniers, cuando ingresamos a la suite la tomé de golpe, casi de un tirón le quité su mini de jeans y descubrí su culito apenas cubierto por una diminuta tanguita blanca. Ella se la veía algo agitada, con la respiración entrecortada, gemía tan solo con el tacto de la yema de mis dedos. Su musculosa yacía por el suelo y de sus pequeños pechos lucían dos pezones firmes, bien duros. La empujé contra una mesa, y mientras la mantenía presionada con sus pechos apoyando en el mármol con una mano, con la otra le arrancaba sus tanguita de un tirón y acariciaba su conchita de la que chorreaba sus flujos. Era una tentación para mi lengua que gustosa quería probar de aquel néctar.
Apenas empecé a lamer su clítoris empezó a experimentar un intenso orgasmo, gritaba al borde del llanto, sus manos se aferraban al mueble como si su vida dependiera de ello. Con dificultad caminó hacia la cama y allí me esperó. Mi pene lucía la firmeza de sus mejores épocas, completamente excitado. Tímidamente lo tomó, le dio dulces besitos a la cabeza roja y de a poco, casi con un leve asquito; pero en pocos segundos la tenía hasta el fondo de la garganta. Con frenesí me la chupaba como una profesional. Después y en un espacio de una noche resultó ser cada posición de ella una acabada. Más disfruté cuando estaba en cuatro (o en posición de perrita) y su culo hermoso estaba a mi merced. Y en cada ocasión ella gritaba, se movía espasmódica, lloraba y reía descontrolada... Nos quedamos rendidos aquella noche, de entre sus piernas corrían grandes cantidades de esperma; su piel brillaba de transpiración y su cara era una mezcla de cansancio y satisfacción.
La escusas de esa noche fueron inverosímiles y con el tiempo fueron moneda corriente con mi mujer. La pasaba a buscar a la facultad y camino a su casa frenábamos por algún lugar oscurito y no perdíamos tiempo, ya no escupía mis acabadas sino que las tragaba con gula. El culo se lo hice hasta cada vez más frecuente y terminábamos manchando su ropa y el tapizado de mi amado Torino ZX.
No pasó mucho tiempo para que mi mujer sospechara y, finalmente, nos descubriera in fraganti a la vuelta de casa. Perdí mi familia, mis contactos sociales, mis suegros que me adoraban no quieren ni escuchar de mi y ni hablemos de David y Karem, los padres de Sol. Estas serán mis palabras con la que comenzaré mi sesión con el psicólogo que me tratará. No sin antes darle una buena cogida a mi sobrina...

Sol, mi sobrina

Aqui les dejo una imagen de una teen muy parecida a mi sobrina, como para que entiendan mi situación.

9 comentarios - Sol, mi sobrina

predilecto22 +2
Cuenta como le hiciste la cola...excelente relato
ChristianJed +2
Muy bueno
Felicitaciones
Con una sobrina asi yo hubiero hecho lo mismo
Pasate x mis post
fl22lf +1
muy buen relato
perchacubo +1
Entre los relatores debemos apoyarnos, pero este es un buen relato, merece puntos. Vamos
tocogunther +1
La verdad, excelente relato. Si ella tiene una semejanza con tu sobrina y si yo haría casi lo mismo.
xxxdios +1
🤤 🤤 🤤 🤤
maxpower271 +1
fotos de ella con la cara tapada o cuerpo subi capo