Cuentos para un albañil, Sin códigos - Parte Dos.

Que pedazo de salón y que fiestón de bautismo, todo decorado, mesas vestidas, comida variada y abundante, bebidas... en fin, me recibió Víctor con un abrazo y me llevo a la mesa donde iba a estar, estaba dos de sus hermanos, su compadre y la esposa, su padres, me sentí a gusto y sin mayores preámbulos le di al diente, regado con un buen tinto cogote largo, en esas charlas iniciales veo que se acerca la pendeja Sofía, con él bautizado en brazos en esos trajecitos tan típicos, la pendeja me saludo como quien me conoce de años y me dejo que lo alce al pendejo, era la cara de Víctor, comprador el pendejo ahí nomas risas y juegos me metió en el bolsillo, relacionado en mi memoria a mi sobrino Lucas, el hijo de Andrea y en esa nostalgia o no sé cómo llamarlo, le pido que me lo deje un rato, me quedo jugando con el hijo de Víctor, charlando con Víctor y su compadre, Sofía viendo que casi estaba de mas, dice que enseguida lo viene a buscar que va a ver las cosas de la fiesta, al rato viene y cuando lo hace, estaba acompañado de una mujer hermosa, unos treinta años generosos, un poco más baja pero más cuerpo, un trajecito de pollera y saquito color rosa con estampados, bien pegado al cuerpo y camisa con bordados crema, el pelo recogido como un rodete y mechos sueltos al costado, en esa cara angulosa, sofisticada, aros visibles pero discretos, un gargantilla donde se inicia su cuello que le quedaba bárbaro…
-Mario déjame que te presente a mi mamá… Sandra
Que hermosa mujer por favor, la pendeja estaba buena, pero la original a pesar de los años estaba mejor, cuerpo armonioso como el de la pendeja pero más carne, buenas gambas con caderas de mejores curvas, dos tetas de las buenas, no grandes, pero lindas gomas proporcionadas y bien paraditas, la piel blanca, el pelo castaño bien claro sin ser rubia, una sonrisa amplia, me pidio el pendejo y en los mimos típicos de la abuela joven, se sentó tres sillas de por medio, Víctor, Sofía y Sandra, yo charlaba con Víctor y sus dos hermanos que estaban a la par, pero la pendeja no lo dejaba, interrumpía preguntando bolu… como del que ponía la música, de las bebidas, cosas que ya estaban contestadas y me incluía en sus comentarios
-estoy muy nerviosa, quiero que salga todo bien
Dicho como justificativo, pero a la vez esperando que yo siga la charla, yo nada con la pendeja, conocía los celos de Víctor y además su trato en el centro de salud no me había gustado. Hasta que bastante embolada que no podía encajar en la conversación, medio como ordenando le pide a Víctor, que la acompañe a ver... bla bla, en eso que se iban los dos, viene una sobrina de Víctor y se lleva al pendejo y quedamos dos sillas de por medio, su suegra y yo,
-vení acércate, ¿te sirvo algo?
-si, por favor que con los nervios no probé bocado ni tome nada
Le serví un poco del vino riquísimo, acerque dos o tres platos, algo conversamos los dos en el medio hasta que dijo
-por fin te conozco, Víctor nos conto como lo ayudaste con la casa
-¿sí?, que bueno, porque él jamás me conto nada de ustedes
Y vinieron esas charlas, donde descaradamente le pregunte que hacía, donde trabajaba, si tenía pareja, sin darnos cuenta charlando, con ganas, se reía de alguna tonteras que le conté, medio a los gritos por la música, vasos de vino de por medio, llego la hora del baile, nos agarramos de las mano y meta cumbia nomas, no nos soltábamos, nos reíamos, nos mirábamos, apoyábamos nuestros cuerpos sin vergüenzas, sin recatos… hasta que cambió la música, vino la ceremonia de la torta, un animador bastante simpático desarrollaba toda su rutina en honor al bautizado, yo encare para la mesa, llene mi vaso de vino y encare para un pasillo que estaba al fondo del salón, justo en el centro, que salía a un patio jardín donde había mesita y sillones, terminando el pasillo y antes del patio, dos puertas a izquierda y derecha, la de la derecha baño para hombres, empuje y te topas con esos baño típicos casi calcados, a la derecha un mesón con tres o cuatro piletas lavamanos, al frente en fila cuatro o cinco mingitorios y un pasillo que te conduce a cuatro o cinco boxes, con inodoro con su puertita para mayor privacidad en el trono, hago lo que tengo que hacer y cuando voy a encarar para la fiesta de nuevo, se me da por sentarme en esos sillones del patio jardín, la noche era hermosa, fresca, de muchas estrellas, esa brisa algo helada que te acaricia la cara, respiraba hondo disfrutando ese momento, cuando la voz de Sandra me interrumpe, se sienta a mi lado muy cerca, traía un plato grande con un trozo generoso de torta
-acá estas, ¿de que te estas escondiendo?
-de todo lo tuyo
-¿de mi?
- De vos no, de lo que me producís vos
Medio cursi lo mío, pero la cara de pícaro, lo atrevido, lo desvergonzado y la sonrisa, suma porotos, me pidió que me calle, que si quería torta, que la ayude sino se la comía toda y no debía, por verse o sentirse gorda, en típico argumento femenino y como había un sola cuchara abrí la boca para que ella me lo de, son esos momentos que se producen, que se disfrutan, ella que te trae el pedazo de torta y lo pone en tu boca, la forma que me miraba hacerlo, una risa mezcla de placer y algo de vergüenza, hasta que me pregunto qué me había llevado sentarme acá, pensaba la respuesta cuando Sandra con su mano, intenta limpiarme la cara de crema y se acerca, encontrar nuestras miradas casi gemelas, su caricia limpieza, con esas manos suaves, al costado de mi boca y cuando quiso alejarse, puse mi brazo en el suyo a manera de detenerla y me le quede mirando a los ojos, mirada que me fue correspondida, con una sonrisa tímida y la bese, el cierre de sus ojos, el inhalar mas aire que de costumbre, estremecerse mezcla de pasión, deseo, romanticismo fue único, dejo el plato en la mesa y los siguientes besos, mordiditas en los labios, caricias con mi nariz en la suya, en su boca, en su cuello, fue encendiendo algo que ya estaba, que había nacido en esa charla con descaro, en los roces y apoyadas al bailar cumbia y mas besos vinieron con pasión, aparecieron los gemidos, su caricias en mi pecho, en mi hombro, en mi mejilla, besos intensos, mojados, caricias de esas manos suaves y chiquitas en mis brazos y por ratos me devolvía miradas, la mezcla exacta como pocas veces, de romanticismo y la calentura, con suavidad pero con dulzura me paré, la tome de la mano y encare para el baño de varones que estaba a un paso, quiso esgrimir algún pero, sin el menor convencimiento, esa adrenalina que mas enciende las pasiones, pasamos derecho al último box, caminando rápido, sin mirar si había alguien, cerré la puerta y se colgó de mi cuello, me partió la boca, me apoyo el bulto a lo rea, me lamia el cuello y me fue abriendo la camisa, soltó el cinturón con maestría, bajo el cierre y metió su manito por debajo del bóxer… su gemido y el mío, cuando su mano se encontró con mi pija dura, latiente, es difícil de describir, bajo la tapa del inodoro y se sentó, con las dos manos y la mirada fija, un pete salvaje de pura raza, envolviendo con esa boca enorme, sopapa de mi pija, me mirada por ratos putamente, un pete lleno de adrenalina, sentimos el ruido de dos hombres que entraban al baño y charlaban fuerte y a las risas y nosotros acallamos nuestros gemidos, sin dejar ese pete mortal, dedicado como debe ser, Sandra, como una buena hembra en celo que se precie, me daba con gusto, con pasión, hasta que tuve que pararla sino me llevaba puesto sin tocar tronera, se paró, se subió la pollera, se bajo las medias esas transparentes hasta los tobillos, se dio la vuelta y se apoyo con las dos manos abiertas en la pared, la colita para arriba un medio perrito, que hermosa perra por favor, me incline un poquito, corrí la tanga con los dedos y solo basto apoyar la cabecita en la puerta de esos labios vaginales húmedos para que ella solita empuje, penetrada sin escalas, un viaje húmedo y sentido, hasta el fondo, su gemido contenido por ruidos de gente que usaba el baño, mis pantalones que terminaron en mis tobillos, mis dos manos en sus caderas tomándolas con fuerza un movimiento frenético con ritmo de entrar y salir de Sandra, no dure nada, nadie en su sano juicio puede hacerlo, Sandra sintió la presión de mis manos en sus caderas, abrió un poco más las piernas, levanto la colita, entre profundamente y me salió el chorro, veloz, espeso, sentí como Sandra, se estremeció y como buena putita, realizo los movimientos de cadera siguientes, justos, para llevarse tres chorros mas, gotas y hacer que me desplome en su espalda, buscando bocanadas de aire, tratando que mis piernas debilitadas no se doblen, me dejo que disfrute de mi momento, al pararse me pidió que le pase papel, que me fije sino había nadie y raudamente salió del baño de hombres para meterse en el de mujeres, en la puerta del frente.
Me senté en la mesa, busque mi vaso de vino, tenía el olor del sexo en mi piel, en mis manos, en mi boca, entre lo incrédulo y saciedad, Sofía se acerco y me pregunto que si había visto a su madre, no la vi le conteste casi sin mirarla, me miro fijamente como buscando una mentira y acoto,
-pensé que estaba con vos.
Le di un trago al vino, tenía el olor de Sandra y conteste atorrantemente
-ojala ella pensara como vos… no me molestaría para nada.
Sonrisa burlona, mi sorna y suficiencia, gire buscando algo que comer, la pendeja me seguía mirando furiosa… sin nada más que poder decir, se dio la vuelta repicando los tacos, masticando mi insolencia.
Continuara….

3 comentarios - Cuentos para un albañil, Sin códigos - Parte Dos.

PICURU44 +2
moooooooyyyyyyyyyyyyyy bueno.......que no se corte.
Mertus
Gracias por pasar, espero que mejore mas todavia. saludos
InsaciableLover +1
Se se, va como piña!
Siga, siga maestro, la hinchada pide mas!
Mertus
Gracias, trataremos de hacerlo lo mejor posible.
galocasto +1
excelente
Mertus
Muchas gracias, siempre motivan muchos los elogios.