El ardiente masaje a Hermione Granger Relato Erotico

Hermione Granger se encontraba en su habitación del mundo muggle leyendo por decima vez su libro Reglamentario de Hechizos nivel 4, para prepararse para el inicio de su quinto años en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Hermione había dejado crecer su cabello castaño hasta la mitad de su espalda, había comenzado a maquillarse con más hincapié y empezaba a utilizar zapatos con tacos para reuniones con su familia durante las vacaciones. Otro tema que la muchacha comenzó a notar, es el aumento que habían sufrido sus pechos durante el verano. En sus vacaciones había sufrido numerosos actos de vergüenza cuando iba a nadar, ya que, todos los hombres se quedaban observando sus globos como hipnotizados, haciendo que Hermione se ponga colorada.
Pero en el pasado habían quedado aquellos hechos, solo restaban 20 días para el primero de septiembre, día donde el expreso de Hogwarts, partía rumbo al colegio. Dentro de dos días vendrían a buscarlos los Weasley para quedarse en su casa: La Madriguera, por el resto del verano.
Como despedida de su barrio la tarde anterior a su partida, decidió salir a caminar.
El sol que se estaba escondiendo, rebotaba en los cabellos lacios de la castaña, dejándolos bellísimos para ella. En ese momento paso frente a un gimnasio y observó por la ventana como diez mujeres ejercitaban sus cuerpos para verse más bellas.
Algo ocurrió en el interior de la muchacha, al observarlas, algo extraño… les parecían muy bellos y excitantes. Como si una fuerza ganara dentro de ella, se dirigió a la puerta y entró.
—Hola— dijo amablemente una chica delgada, de unos 17 años, que se acercó a ella—. ¿Eres nueva por aquí? Mi madre no está, ella es la dueña de este gimnasio, asique yo te inscribiré si quisieras empezar. ¿Te gustaría que te tome los datos en la otra sala? Ahh… mi nombre es Emma.
Hermione se sintió sorprendida por lo amable que era la muchacha… además de muy atractiva. —Gracias, te sigo entonces.
La castaña siguió a Emma por todo el gimnasio. Su cuerpo era sumamente estilizado, bien formado. Hermione quedo con los ojos abiertos al bajar la vista sin querer y ver la cola de Emma, oculta tras una pollera ajustada y luego la levantó rápidamente, por miedo a que fuera vista.
—Por aquí por favor— dijo Emma, señalando la entrada de una pequeña oficina.
La misma carecía de ventilación salvo por una pequeña ventana que se encontraba cerrada.
—Toma asiento. Puedes pasarme tus datos, mientras. Solo nombre y apellido y edad.
—Bien dijo Hermione cruzándose de piernas sobre la silla. Me llamo Hermione Granger y tengo quince años de edad.
—Muy bien—dijo Emma, copiando los datos en una libreta—. Como regalo por tu inscripción se te concede un masaje gratis. ¿Lo aceptas?
Hermione estaba emocionada por saber quién sería su masajista seguro sería un chico alto y atlético, pensó. La idea la excitaba y se le hizo la piel de gallina.
—Pasa por esta sala que dentro de dos segundos voy.
El rostro de Hermione cambió rotundamente. La idea de que un chico lindo le haría masajes se desvaneció y comenzó a sentirse insegura.
Ingresó en la habitación continua donde había una camilla para masajistas con varias toallas y batas blancas.
—Vendré en un segundo, tú mientras quítate toda la ropa, acuéstate boca abajo que ya comienzo— dijo Emma, asomándose por la puerta.
Hermione comenzó a quitarse las zapatillas negras, se soltó el pelo que llevaba recogido en una cola de caballo y continuo desvistiéndose. Sentía una sensación rara, en unos segundos una mujer la tocaría, eso la excitaba, pero a la vez la asustaba y continuó desvistiéndose con esa idea en su mente. Sintiendo las manos de Emma recorrer todas sus curvas sensualmente y lentamente.
Comenzó a quitarse el top negro deportivo sumamente corto que tenía, que le llegaba más arriba que el ombligo. Al quitarlo dejó al descubierto un corpiño negro también. Luego continúo con su pollera deportiva color blanco, que realzaba su cola. Al quitársela, tenía una tanga sumamente pequeña del mismo color.
Muy lentamente y con algo de pudor, Hermione se despojó de su ropa interior, dejando a la vista unas tetas sumamente redondas, duras y paradas con los pezones rozados; y una cola chica, en comparación con sus tetas, pero también sumamente parada y redondita. Su rajita estaba depilada y era sumamente rosadita.
Se acostó sobre la camilla y aguardó la espera de Emma.
La muchacha que se había cambio el atuendo deportivo, por una bata rozada se acercó a Hermione. Tomó una de las toallas y la colocó sobre las nalgas de la joven que esperaba una relajante sección de masajes.
—Comenzaré por masajearte la espalda y tus piernas. Tu solo relájate y déjame trabajar a mí.
Hermione cerró los ojos y comenzó a relajarse. Sentía las suaves manos de su masajista en cada centímetro de su hermosa piel, desasiendo nudos y contracturas y haciendo sentir a Hermione muy satisfecha.
—Realmente me sorprendes— dijo Hermione—. Eres muy buena masajista.
—Gracias— respondió Emma—. Pero relájate, esto recién comienza.
Emma tenía razón. A medida que pasaban los minutos la muchacha investigaba, y masajeaba con mayor interés, los sitios en donde Hermione sentía una terrible excitación. Su piel se erizaba y su cuerpo parecía poseído por Emma que aprovechaba cada oportunidad para tocar los pechos de Hermione.
Luego descendió hacia las piernas, sumamente estilizadas de Hermione. Y como antes, Emma acariciaba suavemente y a través de roces la rajita de la muchacha. Hermione sufría esto, ya que su respiración se agitaba y su pecho se alzaba más de lo normal. Continuó así durante otros minutos, luego comenzó a usar cremas y geles para que los masajes sean más eficaces. Los utilizó en la cola durita de Hermione.
—Bueno ¿qué te parecieron los masajes? —preguntó Emma, acariciando y presionando una de las nalgas de la muchacha, cosa que a Hermione le pareció excitante.
—Muy buenos— respondió la muchacha, con la respiración agitada.
Nunca le habían hecho masajes, y menos una mujer, asique unos cuantos minutos después continuó así, con la respiración agitada.
—Me alegro que te hallan gustado, porque ahora viene la segunda parte del masaje, pero necesito tu aprobación para ello.
Hermione escuchaba atentamente a Emma, mientras la observaba y pudo ver que se había despojado de su jean, dejando al descubierto una tanga roja sumamente pequeña y se había colocado un corpiño mucho más chico en talla que realzaba sus pechos. (Su bata de arriba se encontraba desabrochada unos botones para realzar su escote).
—Necesito que te voltees para que masaje toda tu delantera preciosa. ¿Estás dispuesta? — preguntó, tocándose uno de sus pechos ocultos tras su escote.
—No hay problema— respondió Hermione. La idea le interesaba
Asique la muchacha se volteó y dejó a la merced de Emma sus perfectos pechos, con sus pezones duros mirando al cielo. Hermione observaba fijamente a Emma, la cual se mordía el labio inferior como signo de aprobación y placer.
La muchacha le colocó un almohadón en la nuca y comenzó a untar con gel, ambos pechos de Hermione.
Comenzó a masajearlos, apretujándolos y presionándolos, mientras se oían los leves gemidos de Hermione. Se colocó detrás de su cabeza y pasó las manos afuera de ella, para continuar el masaje. Hermione pudo observar el excitante escote que tenía su joven masajista, tras continuar con los gemidos.
Luego Emma se dirigió a las piernas de la muchacha y continúo el masaje, centrándose en su entrepierna. Hermione tenía los ojos cerrados y no se dio cuenta de lo que ocurría. Emma masajeaba levemente sus labios vaginales, disimuladamente. Lo estaba haciendo bien, ya que la muchacha habría sus piernas lentamente, como signo de aprobación y para que continuara.
En ese momento Emma quedo completamente desnuda y se acercó a su rajita, comenzándola a chupar.
Hermione abrió sus ojos, la idea la había sorprendido. Emma continuó chupando y saboreando los jugos de la muchacha que poco a poco salían. De vez en cuando, mordía un poco el clítoris, suavemente, pero sin dejar de utilizar su lengua.
Hermione gemía sin parar, su espalda se arqueaba y su pecho se alzaba, debido a la excitación que sentía. Se encontraba transpirada y despeinada, pero completamente entregada a la merced de su masajista.
En ese momento Emma se subió a la camilla con ella, y se dirigió hacia su boca, buscándola, rastreando los generosos labios de la boca de Hermione, que esperaban un beso. Y llegó.
Hermione comenzó a abrir su boca mientras ambas se besaban y empezó a investigar la boca de su compañera, buscando su lengua, para jugar con ella, hasta entrelazarlas.
En ese momento Hermione, no era la chica de siempre había cambiado, porque en ese instante volteo a Emma sobre la cama, quedando la castaña sobre ella. Continúo besándola.
Luego se dirigió a los pechos de la masajista. Con sus 17 años, tenía las tetas, más grandes que Hermione, con unos pezones duros, por la excitación y una aureola pequeña. Hermione comenzó a chuparlos, mientras metía dos dedos dentro de la vagina de la muchacha.
Luego se dirigió hacia la rajita, y comenzó a chuparla y de vez en cuando a meter un dedo, o dos.
—Ahora pagaras por lo que me hiciste hermosa— dijo Hermione, antes de empezar a chupar y morder, con su inexperiencia en el lesbianismo, la rajita y el clítoris de Emma.
—Siii, soy tuya Hermione… no paress… mmmmmm— dijo Emma, entre gemidos.
Hermione comenzó a lamer con más velocidad y utilizó 3 dedos para penetrar la vagina de la muchacha.
Emma se arqueaba y se movía sin parar. Y eso a Hermione le encantaba, y continuó aumentando la velocidad durante unos minutos hasta que…
—Me corro, me corro, preciosa— dijo Emma.
Y se corrió en la boca de la muchacha. Hermione, trovó sus jugos y se acercó a su portadora para que los probara. Volvieron a besarse.
Hermione quería experimentar lo mismo, asique colocó su trasero en el rostro de Emma y formaron un 69 perfecto.
Ambas chupaban y mordían los labios de la otra, buscando el clítoris y dedicándole un rato de su tiempo. Emma, al ser mas experta se atrevió a meter dos dedos en el ano de Hermione, la cual al ser inexperta, no decidió probar en Emma. Al cabo de unos minuto…
—Que bien que lo haces Emma— dijo Hermione entre gemidos—. Eres excelente.
—Gracias hermosa.
—Me corro, me corro— dijo Hermione.
—Yo también—dijo Emma.
Y ambas se corrieron en la otra, en una abundante corrida.
Volvieron a besarse. Hermione sabía que estaba acabando el masaje.
—Será mejor que te vayas hermosa— dijo Emma, con rostro triste, mientras continuaban besándose—. Mi madre no tarda en venir, y si te ve aquí, tendré problemas.
—Está bien— dijo Hermione, separándose de ella, pero aun acariciándola.
—Cuando quieras repetimos, preciosa, ya sabes dónde encontrarme.
Y Hermione se dirigió a su casa muggle con una sonrisa. Una sonrisa de felicidad, algo había cambiado en ella. Ya no veía a las mujeres como amigas, le gustaban, le atraían, más allá de los chicos. Y ya sabía cuál sería su siguiente objetivo, que se encontraba en la Madriguera… Ginny Weasley.

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