Cuentos para un albañil, la tia.

Como para que me recuerden soy Mario, el albañil diplomado en otro relato que comparto con ustedes.
Corría mitad de enero del año siguiente, Marta había venido a vivir conmigo y fueron casi tres meses que me desquite de lo que no la había puesto en esos cinco de castidad mental, la culiaba con locura todos los días y ni que hablar de los fines de semana. Ese día que llegué a casa tipo 18.30, no me esperaba encontrar a mi suegra y a la hermana de Marta, las caras de que se había muerto alguien, la AFIP y la dirección de trabajo, habían allanado el Taller de ropa en el que eran casi esclavas, metido en cana al dueño, a la calle a los empleados sin una moneda, casi peor el remedio que la enfermedad, nos acomodamos como pudimos y como a la semana decidieron volverse para sus pagos, parado en el andén, viendo como se marchaba el colectivo, los ojos achinados de Marta mas chiquitos que nunca del llanto, se fue.
Estaba como apaleado a morir, Marta se había convertido en el centro de mi vida, salía de la obra desesperado, me esperaba la pieza impecable, mi ropa más todavía, una comida riquísima, su charla sencilla y adorable y después su entrega en la pasión, después de ella tener que llegar a mi pieza, el olor a encierro, el desorden, el desgano, la soledad mas enorme.
Dos de febrero de ese año, jamás me voy a olvidar de la fecha, salgo de la obra con mi bici en mano, charlando con un amigo, un grito emocionado
• Mario!!!!!!!!!!!!!!!
Mi hermana Silvana, corriendo a mi encuentro con los brazos abiertos y su llanto en la cara, mis otras dos hermanas en la misma, un poco más atrás y el cuadro más conmovedor, a mi madre caminando casi cayéndose, con mi viejo que la sostenía, llorando desgarradoramente buscando abrazarme, no puedo describir el abrazo de mi viejo, primera y única vez que le veía los ojos húmedos, quise pedirle perdón y no pude, rompí en llanto en su hombro.
Esa semana fueron muchas emociones juntas, de sanar los afectos, de curar el corazón, de mimar y ser mimado, en una charla muy franca y abierta con mi viejo, trate de disculparme con él como se lo merecía, cosa que no me dejo hacer y acoto sabiamente que ambos habíamos aprendido mucho y reiterándome que debía retomar mis estudios que todavía tenía tiempo de inscribirme ese año, algo dijo en toda esa charla o anterior que me hizo descubrir que deseaba estudiar, ingeniería en construcciones, albañil diplomado y que podía ir a la tecnológica, en horario vespertino, cosa que pudiera seguir trabajando y que con la ayuda económica de mi viejo, la pasaría mucho mejor, cosa que tranquilizo a mi viejo, a mi familia.
En todo eso, la hermana de mi madre, menor que ella, vivía en la misma ciudad, cosa que yo sabía, pero la había visto por última vez cerca de los 12 años y de la forma que yo llegaba a esa ciudad, haciéndome el echado de mi casa, no daba ni para llamarla, la cuestión que mi madre coordina con ella para un encuentro un sábado a la tarde.
Mi madre es una mujer físicamente normal, alta, pocas tetas, bien conservada para sus cuatro hijos y 45 añitos, se caso jovencita, tuvo los hijos en jovencita, así que si vos la vez, te da como a una rica madura, mi tía es cinco años menor que ella, casada con un tipo de mucha pero mucha guita, mucho mayor que ella, un solo hijo, la casa impresionante, personal de servicio, etc etc, pero más espectacular era mi tía, riquísima señora de las cuatro décadas, ojos verdes aceitunas de los lentes de contactos, tuneada finamente, tetas hechas, como dos limoncitos grandotes paraditos, cintura finita, colita paradita redondita como de muñeca, a pesar de las cirugías en la cara, denotaba jovialidad y frescura, el color de la piel de la cama solar le quedaba fantástico, se mataba en los gimnasios, así que imaginen el lomo, dientes parejitos blanquitos y el pelo cuidado por demás, a la altura de los hombros, castaño bien claro, siempre bien peinado y un perfume de esos caros, que te entran en las nariz y se quedan, quieras o no, reloj caro, anillos caros, aros de los caros, una cadena de oro con una medalla que valía el auto de mi viejo colgada al cuello, nos recibió de forma efusiva como en un pre living de la casa, donde a la pasada se saludaron el esposo y mi padre, porque le esperaba un partido golf, mientras mi madre y mis hermanas, charlaban con mi tía, en esa pequeña charla de mi papa con el hombre y yo que estaba pero que no participaba, sentía que algo me decía que debía mirar a donde estaban las mujeres y me encontré con la mirada especial de mi tía, capaz que uso un término medio anticuado, pero mi tía me estaba “marcando”, cuando yo le fijaba la vista, ella me mostraba dulcemente sus dientes blancos con una sonrisa y desviaba la mirada como atendiendo lo que estaban hablando mis hermanas o mi madre y no fueron una o dos veces, fueron varias veces, luchaba diciendo, che es tu tía, podes ser tan pajero que te mira y te crees que te quiere voltear y por el otro el veterano no debe rendir para ese lomo, porque no, en fin… en esos 20-25 minutos fueron cruces de miradas varias, después el jugador de golf se despidió y con mi viejo nos fuimos dejando a las mujeres en sus charlas a buscar un departamento chiquito, para alquilar para mí.
Al atardecer más bien noche, regresamos a buscar a las mujeres, por suerte habíamos encontrado un dpto. Mono ambiente, lindo, linda zona, no muy caro y encima nos los dieron al toque, así que ese sábado hasta la mudanza hicimos con mi viejo, mi viejo como buen milico quería viajar de regreso el domingo temprano, el lunes trabajaba, dejando todo más o menos listo, así que estaba muy tranquilo, cuando se despedían las mujeres de mi tía, ella se acerca y me da una tarjeta muy bonita, con bordes en relieves, con sus teléfonos, cualquier cosa no dudes en llamarme, bla bla y saco un celular de esos caros a dos manos y me agendó, chau chau, ya sabes.
En las semanas siguientes, anotarme en la Universidad, el curso de pre-ingreso, trabajaba como ayudante medio día con un electricista de obra, se gana mejor y se burrea menos, mi viejo me compro una moto, permanente comunicación con mi familia, el mono ambiente iba quedando mejor, lo tenía más ordenado y limpio, merito sin dudas de Marta y bueno, iba sumando semanas de no ponerla, con las cosas mas ordenadas en mi vida, el libido empieza a apretar.
Un llamado de mi tía, me sorprende una noche tarde, tipo 22 hrs y creo que a media semana, -
-¿como estas, como te está yendo etc.
• bien Tía, vos como estas,
• no me digas tía que me siento vieja, llámame por mi nombre Lucrecia o Lucre si queres, solo conserva las formas delante de otros, sino te molesta digo
• para nada Lucre,
• jajajaja así me gusta más, ¿cuándo vas a venir a visitarme?
• Yo medio difícil, vivís lejos en un country, el de seguridad te quiere hacer un Papanicolaou para entrar y medio que
• jajajaja que tonto que sos, como decis jajajajaja
• porque no me visitas lucre unos de estos días, medio humilde donde vivo pero el corazón grande y no te revisan tanto.
• jajaja que malo papanicolaou sos de terror
Bueno hablamos un de boludeces y quedamos con que alguna día me llama para venir, nada concreto me parecía, mas de cortesía que otra cosa. Esa noche no di mas, PAJA para tratarla de usted, en el buen nombre de mi tia.
A la semana siguiente, miércoles creo, mediodía, teléfono
• hola lucre, ¿como estas preciosa? (caradura de una)
• hola… me sorprendiste con el halago
• bueno decime que me miento y me mato, sos preciosa Lucre, no te hagas queres…
• no me hago pero bueno… gracias ¿Como estas?
• ¿Bien y vos?
• Bien, aceptas visitas más tarde, tengo un arroyado de pollo con ensalada rusa y helado para que compartamos.
• en serio me decís, sabes qué sino estuvieras casada ya mismo te pido te cases conmigo no.
• jajaj tonto siempre me haces reír, bueno tipo nueve estoy por ahí, voy en remis asi que espérame
• ok, Lucre te espero, besitos
• besos.
Bañadito, afeitadito, perfumado, mejor pilcha, el departamento parecía un quirófano, cuando me dice que ya está llegando que la espere en la esquina, cosa que hice.
Cuando se bajo del remis, que hermosa hembra, pantalón jean ajustado perfecto, botas tipo vaqueras marrones, cartera, cinto, todo del mismo tono, camisa tipo blusa marrón más clara con un pañuelo al cuello, campera de cuero finito del mismo tono marrón que las botas, una cowboy del lejano oeste, altamente cogible, cuando la miraba caminar y menear ese culito redondito, bello como una obra de arte por favor, hacía rato que me había olvidado que yo era un pendejo de 20 años y que ella podía ser mi mama o la hermana de mi mama.
El momento de la cena altamente disfrutable, había dejado esa actitud de mina de plata, disfrutaba a mi entender, los platos normales, los vasos normales, la cerveza fría, pero la normal, la mesa del mantel normal, todo normal y en eso de las charlas me pregunta
• ¿y novia no tenes?
• Tenía hasta hace poco. Y le conté la historia de Marta, metiendo en el medio el lio de mi casa y en algún rato le dije
• ¿y vos novio no tenes?
Se rio con un dejo de tristeza,
• capaz que debería buscarme uno… (Hice silencio a propósito), quizás de esa forma no me sentiría como el objeto caro que forma toda esa vida cara y de lujos.
Y me conto su historia, jovencita, muy linda, que conoció un tipo maduro casado, que le seduzco su poder, el dinero, la forma de manejarse, que fueron amantes y quedó embarazada, él se separa de su ex para estar con ella y que desde allí hasta ahora todo ha sido igual, ella un objeto mas de los muchos caros que tiene y que probablemente a ella le pasaría o ya le estaría por pasar lo mismo, cuando su esposo la cambie por un modelo mas nuevo, como hace con su mercedes cupé, una lagrima se deslizaba y al levantarse a buscar un pañuelo de su cartera, la tomo del brazo con firmeza, pero sin torpeza y la hago que se siente en mi pierna, me miro con sus ojos marrones claros, naturales, sin lentes de contactos y me realizó una dulce caricia en la mejilla…y dijo emocionada y con la voz entrecortada
• el otro día cuando te miraba, me embobaste con tu juventud, tu risa de hombre al que poco le importa nada, recibir tu mirada descarada, me hizo sentir linda, deseada, halagada y acá estoy emocionada, sentada en tu regazo, feliz…y no pienso mas en nada
Y nos besamos, algo dulce y romántico si se quiere, caminar tomados de las manos, mirándonos hacia la cama, una famosa canción lo resume
Pisadas de fuego al andar, su figura ya no es la de los quince pero el tiempo no sabe marchitar, ese toque sensual y esa fuerza volcánica de su mirar.
Qué forma de mirarme y luego de besarme Lucrecia, mezcla de pasión, mezcla de ternura, experiencia, sapiencia, control, me iba guiándome, me sentó en la cama y abriendo las piernas se me sentó nuevamente apoyándome la verga, su brazos apoyados en mi hombros, comiéndome la boca en besos, caricias con sus cara, caricias con su mirada, saco la remera de mi pantalón metiendo sus manos suaves, por debajo, acariciándome la espalda y con besos chiquitos me recorrió los brazos, los hombros, el cuello, gimiendo imperceptiblemente, quedándose con el olor de mi piel en su boca, mordiscos suaves en mi orejas y metiendo mis dedos en su boca indicándome que se los chupe, mirándome hacerlo, guardando para ella, la imagen de cómo sería luego, cuando sea su cuerpo sea el que esté, bajo mis caricias.
Me pidió que me pare, antes me había sacado los mocasines y medias y la remera, me pido que me de vuelta y pude sentir sus besos y sus caricias en mi espalda, los dos parados, me raspaba suavemente con la punta de sus uñas la espalda, como si fuera a arañarme, suavemente, que calentura por favor, que calentura, ni que decir cuando desde atrás me soltó el cinto, me bajo el cierre y metió su mano buscándome la pija por dentro del bóxer, con pequeños y suaves masajes a manera de una paja incipiente, las caricias con sus uñas a los huevos, todo lo hacía desde mi espalda y metiendo comentarios mortales
• mmm que buena cosita para la tía (cuando me tocaba la pija y me la pajeaba)
• mmm que llenos que parecen estos cositos (huevos), rascándolos suavemente con sus uñas, no está bien eso, hay que hacer que se alivien
Me mataban sus caricias en mi espalda, sus caricias desde mi espalda, su lenguaje a mis espaldas.
Arrodillándose me bajo el pantalón y al rato nomas el bóxer, cuando se paro lo hizo pasándome la lengua por las piernas, mordía casi al punto del dolor, mis cachetes de la cola y las uñas raspando mis espaldas, fatal por favor, luchaba con mi deseo, de darla vuelta y partirla a pijasos, hasta que por fin me dio vuelta buscando mi boca y le hice lo mismo, la pedí que me la espalda y la empecé a desnudar, primero la blusa camisa, de unos cuantos botones que siempre no sé porque se complican en esos momentos al querer desabrocharlos, ella me ayudo y quedo al descubierto su torso, la piel suave, de una mujer de 40, algunas arrugas hermosas, escondidas alguna pequitas, la besaba con los ojos cerrados, exploraba cada cm con mi lengua para volver a tomar su boca y baje mi mano derecha recorriendo su pancita plana, buscando el botón y el cierre del pantalón, trate de bajarlo, pero era muy ajustado así que ella me ayudo en la tarea, tenía un conjunto interior semitransparente, marrón, la tanguita un hilito en la cola metida escondida y adelante apenas un triangulo, que no tapa nada, pero ahí está, el corpiño, finito, tapando apenas los pezones y aureolas, todo casi transparente, todo, todo me volaba la cabeza, cuando por ahí detenía mis besos, Lucrecia me agarraba con las dos manos y me llevaba hacia ella, apoyándose la verga en los cachetes de su cola y en movimiento invitándome a que la penetre… aguantaba, esas ganas demente de penetrarla, la di vueltas y me fui derecho a sus tetas, duritas, de siliconas, el pezón un tanto arriba, la chupaba a los bestia agarrándole la cola orteandola, creyendo que le hacia una caricia, cuando pude soltarla, ella se sentó en la cama y me busco la pija, de una se la metió en la boca, no hacia presión, me la recorría suavemente con los labios, metiéndosela y sacándosela de la boca, ayudándose con la mano pajeandome y sin dejar de mirarme, que manera sutil, mortal de petearme, mortal, la pija parada a no dar más, las venas hinchadas, mis gemidos interminables, Lucrecia en su experiencia me peteaba magistralmente, no a lo porno, no a lo caliente, me peteaba con la experiencia, en algún momento contracciones en la pija, se llevaba las primeras gotas sueltas.
Se paro en el borde la cama, se me colgó del cuello, abriendo las piernas buscando que la penetre, me incline flexionando un poco mis piernas, ella apoyo sus pies en mis pantorrillas y la penetre, conchita depilada, toda mojada, caliente la perra, gimiendo, subía y bajaba, penetrándose, me besaba con pasión, con calentura, mientras colgada de mi cuello bajaba y subía penetrándose, me arañaba la espalda y me comía la boca…
• Marioooooooo siiiii, grito un poco mas fuerte, acelerando el ritmo, besándome, mirándome en su calentura
La apoye despacio en el borde de la cama, patitas al hombro, le entre al fondo toda mi pija y empecé a bombear, recorría entera la pija, desde la punta de la cabeza, hasta sentir los huevos en su cola, en el fondo ella me decía que le dolía, peor me calentaba, mas fuerte le entraba, dure muy poco, abrí las piernas un poquito instintivamente, empuje al fondo lo que más podía y me salto la leche en mi grito, mas bombeos mas chorros, chorros mas chiquitos, me vacié dentro de ella, hasta que pude soltarles la piernas, quedarme tirado encima de ella con mis rodillas en el suelo, rendido a su talento, en el arte de amar, recordando la letra de la bella canción.
Lo que paso hasta el domingo a la noche, son otras y muchas historias.

3 comentarios - Cuentos para un albañil, la tia.

jorvac164 +1
Que lindo que se está poniendo,van los puntine que quedan.Saludos