La vida secreta de las memorias

En la vida secreta que duerme en las memorias,

esas que creemos borrar con un click para siempre,

sobreviven remembranzas de sexo y fuego...





Es increible lo que me ocurrió no hace mucho tiempo. Aún sigo incrédulo, no lo esperaba ni lo planeé, todo se fue dando de un modo casi diría natural.

Una de esas historias que, cuando las lees, pensás que te estan verseando, que es puro grupo, que algo así no pasa nunca. Pero pasa.

Y lo vivo todavía confundido. Todo comenzó con un inocente pedido. Mi sobrina me trajo una tarjeta de memoria de una cámara para que le bajara fotos. Así arrancaron los hechos que paso a narrar.

Se hizo tarde, le llamé un remís y decidimos que yo bajaría todas las fotos y a un cd y ella lo pasaría a buscar en la semana. Esa madrugada, aburrido, navegaba por la web cuando vi la sd card ahí sobre el escritorio, e inmediatamente recordé un programita que había bajado hace tiempo, el cual permite recuperar las fotos de una tarjeta de memoria (aún las borradas).

De puro chusma, con esa tentación voyeur de espiar un poco mas, me dije; "¿Porqué no?" y puse la tarjeta en el lector y éste en el puerto usb. Abrí el programa y lo puse a trabajar. Quería ver si en una de esas, tenía fotos del boludo de mi cuñado de vacaciones y cagarme de risa un rato, ya que lo acompleja su buzarda y en la playa se pasea todo el dia en remera.

Al cabo de unos 20 minutos, el rastreo de archivos finalizó y me dirigí a la carpeta que contenía las imágenes. Recuperó mas de 400 fotos, las cincuenta y tantas que ella calculó del cumpleaños y un video.

Me puse a mirar y enseguida mi corazón se sobresaltó.
No eran las vacaciones de mi cuñado ni por asomo. No lo podía creer.

Docenas de imágenes con contenido sexual, mi sobrina en todas ellas, ¡Mi sobrina! En pelotas, cogiendo en las mas variadas posiciones y escenarios, cual actriz porno, Enseguida noté el toque artístico en cada imagen, sensuales, bellas, eróticas. Pero porno al fin!!!

Se me paró al toque, obvio, pero no podía salir del shock, de ese estado de asombro total, porque no daba crédito a lo que estaba contemplando.

Si bien la "nena" estaba en edad de pulirse la argolla todo el día, lo que jamás imaginé es verla así, matándose en la cama, en alfombras, en la cocina, en una escalera, en los sillones del living...pero con MUJERES!!!

Nunca lo habría siquiera sospechado. Allí estaba la intimidad de mi sobrina, había corrido el velo que la ocultaba.

En la vida secreta que duerme en las memorias, esas que creemos borrar con un click para siempre, sobrevivían remembranzas de sexo y fuego.

Mi sobrina se llama Mariana, tiene 24 añitos, un cuerpo no muy cuidado, porque no le gusta la actividad física, tetitas mas bien pequeñas y un culo 6 puntos, nada de manzanita parada, un culo fofo, grandote, de esos que en calzas puede hacerle caer las babas a cualquier tipo (incluso a mi) pero que sin el soporte de la lycra, irremediablemente se caen, víctimas de la implacable ley de gravedad.

Para colmo ya se notaban rastros de una celulitis incipiente. No es que se lo haya estudiado mucho, aclaro. Jejeje. Le miraba el orto cada vez que tenía oportunidad, se lo ojeaba prácticamente.

Pero lo que mas me ha gustado siempre de ella, es su boca. Una boquita bien carnosa, bien grande, con esos labios gordos y sensuales. Miento si digo que nunca fantaseé con un pete de esa boquita...

Pero todo quedaba en el terreno de la fantasía. Incestuosa fantasía, pero no pasaba de eso. Como cualquier tipo común, con una líbido en los estándares normales, cada mina con la que tenemos relación laboral - familiar - casual - etc, uno tiende a imaginar las cosas que le haría en el terreno amatorio.

Dejar volar la imaginación en lo mejor de su anatomía, ya sean tetas, ojete, boca, argolla de labios pulposos, etc.


Siempre nos llevamos muy bien con la pendeja, he sido en mas de una ocasión su confidente, le dí una mano las veces que, sin que se entere su viejo, me vino a pedir unos mangos.

Conmigo charlaba de muchas de sus cosas con confianza, pues yo siempre mantuve nuestras charlas en la mas estricta confidencialidad, ni con mi esposa hablaba de ellas.

Compartíamos el gusto por la fotografia (de ahí los detalles en sus fotos, en las se notaba la mano de alguien experimentado) el cine y la lectura, por lo que venía seguido a casa a intercambiar libros, a charlar de algún lanzamiento o a buscarnos (a mi mujer y a mi) para ir al cine.

Como aclaré, mentiría si dijera que jamas la miré como mujer, me calentó mas de una vez cuando me abrazaba o me masajeaba los hombros mientras le buscaba algo en la compu o le preparaba un compilado de música, su perfume, su vocecita, esa boca (ufffff!) que me sonreía inocente...Ay, ay ay!!!

Me tenía que hacer bien el pelotudo para ocultar las monstruosas erecciones que ella provocaba en mi. Y cuando venía con sus calzitas negras...

Bueno, directamente andaba con la punta de la poronga babeada durante toda su visita. Pero siempre tuve claro que todo no pasaría de ser un deseo, pertenecía al terreno de lo imposible e impensable.

Ahora estaba allí, frente a la pantalla de la computadora que me mostraba a Mariana haciendo un 69 con una pelirroja, lamiéndole la concha a una morocha tetona, con la cual se comían la boca y las vaginas en otras pics, la vi tirada boca abajo en el sillón con una flaquita que abriéndole las nalgas, le chupaba el ojete...

Me prendía fuego mirando. Las fotos descubrían su faceta mas salvaje. Y bué! Estaba en edad, con las hormonas en una montaña rusa y con un levante tremendo. Repasé las imágenes varias veces.

Jugaba con las luces y las sombras, en muchas se apreciaban crepúsculos y amaneceres colándose por la ventana, bañando los cuerpos desnudos con delicada luminosidad.

Mi "sobri" (así le digo cariñosamente) en primer plano, con su lengua enterrada en una concha, otras en las que le comían las tetitas, haciendo tijereta, frotándose las conchas con una rubia deliciosa, lamiéndole los dedos de los pies a una japonesa en otra...
Un verdadero festival para los ojos.

Bajé el volumen del PC y puse el video.
Ufff!!! Una locura!

Maru estaba en pelotas, boca abajo entre las piernas de otra mina, a la que se le veían las tetas y el monte de venus sin depilar, con una abundante mata de pelo negro formando el triángulo del deseo.

Estaban en la cama de los viejos de Mariana, mis cuñados!

Enseguida reconocí a Lucía, una compañera de facultad que un par de veces vino a casa, ahora estaba gimiendo de placer y restregándose un pezón con la mano libre.

Apenas se le veian los ojos y el flequillo a mi sobrinita, porque tenía la cara hundida en la conchita de Lu.

Temblaba la cámara en las manos de la morocha mientras recibía sexo oral.
-Asiii amorrr!!! Asiii!!!.-Le rogaba a mi sobrina que la pajeaba y chupaba a la vez.
Maru levantó la vista, ahora estaba en primer plano, con la lengua chorreando flujos y saliva.

Tenía esa mirada lujuriosa que instintivamente me hizo acariciarme la pija, que rebalsaba el elástico del bóxer, pugnando por ser liberada.

Me baje la cremallera del cierre, acomodé el miembro sacándolo por la abertura de la tela de la ropa interior y empecé a sobármela mientras miraba a Mariana garchando.

-Te gusta putita?.-Preguntó mirando a cámara.
-Siiiii mi amor me gustaaaa!!! Soy tu puta bebe!!!.- Gritó Lucía.

Su mano enredada en los cabellos de Maru, la empujó nuevamente a su sexo.
Se filmaban una a la otra, pasándose la cámara.

Podía escuchar bien clarito los chupones, entre los gemidos y grititos de Lucía. Mi sobrina la dedeaba mientras le comía la argolla. Su brazo iba y venía con ímpetu, enterrándose una y otra vez entre esas piernas.

-Siiiiii!!! Siiii!!! Asiiii mi amorrrrr!!!.- Gritó la morocha.
Maru le arrebató la cámara y la abrió bien de piernas, para mostrar como la pajeaba.

Cada tanto bajaba a darle lamidas al clítoris, y trataba de enfocar la carta de gozo de su pareja, que se retorcía arañando las sábanas.

-Te voy a comer el orto bebé!.-Anunció Marian

Acto seguido se podía apreciar como no solo le abrió mas las piernas a su chica, sino que separándole las nalgas, dejó a la vista el agujero amarronado de su ojete, al cual le entró a lenguetazo limpio al principio, para luego enterrarle un dedo salivado, al que alternó con su lengua.

Para esas alturas mi paja estaba a pleno, ya la verga se me sublevaba, venosa y dura. La mojaba salivando mi mano y untándola desde el tronco a la cabeza.

- Hmmm Maru! Como me gustaría que me comas así la verga pendeja!.-Pensaba yo totalmente desatado, embriagado de placer.

Se me escapo un gemido de lo caliente que me pusieron las pendejas, no me dí cuenta, tal el estado de lujuria en que me encontraba, y al toque oí la voz de mi mujer, desde el dormitorio, que me llamaba:
-Pa, sos vos? Estas ahi?

Me sobresalté. Escondí la verga, cerré el reproductor, me cagué en las patas. Todo junto, todo a la vez jajaja! Improvisé un bostezo sonoro, para disimular;

-Si negri, me estaba desperezando en bostezos, ya voy a la cama vida!.-Le respondí haciéndome bien el pelotudo.

Con honda congoja y pesar acomodé el cierre de mis pantalones, aprisionando a mi erecta poronga, y cerré el Windows. Pero Maru ya estaba en mi cabeza, tenia sus garches grabados a fuego en mis pensamientos.

Salvé todo el material en un pendrive y oculté éste en mi morral, dentro de la agenda, para prevenir cualquier "accidente" y que cayera en manos equivocadas.

Con la pija dura me fui a cepillar los dientes, siempre con mi sobrina entre ceja y ceja. Acto seguido me di a la dificultosa tarea de mear con la verga al palo, tratando de domar ese falo que se retobaba, pidiéndome en su silencioso y erecto idioma, mas de Maru, mas de esa pendeja .

Me metí al dormitorio. Sol abrió los ojos, somnolienta, y me dijo:
-Es tarde pa, te quedaste boludeando y no venias malo.-Me hizo puchero, protestando.
Ni le respondí. Le comí la boca de una, mientras con una mano le masajeè una teta. Respondió con su lengua al instante.

Yo cerraba los ojos y me la imaginaba a Maru, me hacía la película que era ella la sorprendida por mi fogosidad. Sol estaba medio dormida y no le puso mucha onda a mi arrebato de pasión al principio, por lo que tuve que sacar mi as de la manga e ir al hueso, a matar o morir.

Mi mujer muere por una buena chupada de concha. Es su punto débil. Después de muchos años, he aprendido a conocerla, a saber cómo, cuánto, cuando y a que velocidad le gusta. Me escabullí entre las sábanas y viajé directo a su pubis.

Ella dormía con un piyama chiquito, tipo minishort de lycra, así que solo tuve que correr la prenda unos centímetros para hacerle a mi lengua sobre su sexo.
-Ahhhhhh!!!!.-Gritó sorprendida.
Mi lengua la recorrió, lamidita a lamidita, paseandose por sus labios y los birdes del clítoris.

Se mojó enseguida. Con una mano le pellizcaba los pezones, con la otra la pajeaba despacio al inicio, luego con mas y mas velocidad. Ella se estremecía, jadeaba...

- Asi, asi...Asi, asi, asi!!! Ahhhhhhhh
Le mamé la argolla hasta hacerla acabar, terminó en un grito largo y ahogado:
- Ahhhhhhhh!!!! Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!.-Quedó hecha una seda.
Me incorporé y le pedí el orto, yo estaba al palo.

Ella terminó de recuperarse con mi verga en la boca. Se la puse en la puerta de los labios y la chupó con ganas.

Luego se levantó, me empujó a la cama boca arriba y se sentó despacio hasta que su ojete tragó mi pija hasta los huevos, y posteriormente, me comenzó a cabalgar de espaldas a un ritmo frenético.

Pensé que me iba a arrancar la pija ya que su ojete apretaba como si fuese una mano, y movía el culo como una licuadora. No habrán pasado tres minutos cuando agarrando sus nalgas y mirando como mi pistón de carne entraba y salía brillando de ese ojete oscuro, le llené las tripas de leche caliente.

Mi querida esposa ignoraba que en mi mente solo estaba Maru. Pensaba y me hacía la cabeza que ese era el ojete de Maru, mi sobrina. Ella gozó mi frenesí de modo poco habitual, con cada uno de los latidos de mi cabeza escupiendo semen en su culo, gritaba de placer.

Al cabo de un rato, se detuvo, lentamente se paró y mi pija salió más muerta que viva de ese agujero negro, me dio un beso en la boca y se fue a lavar el orto, que ya escupía leche muslos abajo.

Cuando se durmió volví a la computadora.
No se me iba de la cabeza ese descubrimiento. Había en el video mucho morbo, mucha cachondez, era una lujuria impresionante.

No me la esperaba, pero la gozaba. Miré todas las fotos y el video por los menos tres veces mas. Entre tantas, sólo una la tenía con un hombre. Foto rara, entre tantas escenas de lesbianismo.

Con un flaco todo tatuado, que le sacó la foto sin ninguna aspiración artística, simplemente apuntando al espejo de un telo mientras ella le besaba la poronga sin mucho entusiasmo.

No supe que hacer, pero tenía en claro que seguía siendo mi sobrina, que no por haber dado con esta faceta de su sexualidad, tenía piedra libre para intentar algo con ella. A partir de ese momento, supe que debería hacer grandes esfuerzos para no mirarla sin pensar en estas fotos.

Por otra parte, trataría de sacar el tema en alguna de nuestras charlas, mas que nada para hacerle saber que en mi tenia un confidente, que podía abrirse a contarme de su sexualidad sin dramas.


Porque ante el hallazgo empecé a atar cabos.

A recordar sus etapas melancólicas (que atribuía a su manera de ser) pero ahora cobraban otro sentido, pues también tenía en mi mente la explícita homofobia de mi cuñado; su papá, el cual, siempre que se le presentaba la oportunidad, vociferaba en contra de los gays, los insultaba y denigraba con asco y violencia.

Se jactaba cada vez que tenía oportunidad diciendo: "Nunca me trajo un problema la nena con noviecitos, aca en el barrio mas de una pelotuda se dejó preñar por cualquier pajero, pero mi piba siempre ha sido centrada, no se engancha con cualquier infeliz!"


Obviamente los gustos de la nena no tenían a las pijas en 1º lugar en el podio.
Me di cuenta que Mariana tal vez se sentía sola e incomprendida, pues amaba a su viejo, aunque fuera un imbécil, pero por el amor que le tenía no podía revelarle esa parte de su vida.

Me cayó la ficha de lo que sufriría al no poder expresarse libremente, al no poder siquiera pensar en llevar a una pareja a su casa y presentarla como tal...

Qué solitaria se debe sentir una persona, cuán infeliz, al no poder compartir con quienes ama, aquello que la hace libre, que la eleva, que la hace sentir plena...

Me quedé pensando un rato largo en todo aquello.

Antes de irme a dormir le mandé un mensajito a Mariana para encontrarnos en el barcito de siempre, al otro día.

3 comentarios - La vida secreta de las memorias

morochadel84 +1
Interesante relato. Te dejo los puntines que me quedan y un abrazo grande.
martinfcd
Me gustó tu relato. Escribí algunos acá con situaciones parecidas.