Mi Recatada Esposa Cap 1 Escena 3

Mi Recatada Esposa Cap 1 Escena 3 (La Fase 10)

Por favor., entiéndase que no es que en realidad no tenga amigos o aprecie la amistad de algunas de las personas con las que colaboro o de manera frecuente acostumbro ver para conversar mientras tomamos algún buen trago, y a con quienes ocasionalmente María Isabelle también me acompaña para departir con ellos. Incluso debiendo admitir que sin ser mi intención en momento alguno la de apartara a mi esposa de ellos, dado lo sexy que la encuentro desde que la conocí, cuando por razones de trabajo, algún otro impedimento o plan que ella pudiera tener no iba conmigo, constantemente si no es que de manera demasiado frecuente caía ella en el centro de la conversación de varios de ellos, quienes decían, y a la fecha sostienen que es ella una de las mujeres más atractivas casadas con alguno de sus amigos aunque quizás un tanto tímida y reservada, a no ser que tomara uno de aquellos "Rusos Negros o Blancos" que tanto le gusta beber. De cualquier manera, aunque durante mis labores y citas del día me encontré un tanto inquieto y molesto, por la noche cuando llegué a la casa sin haber convocado a Samuel a la tertulia que mi esposa había organizado, me dispuse a poner mi mejor cara para recibir a sus invitados., mas cuál no sería mi sorpresa, luego de un rato de estar esperándolos a que llegaran, cuando al entrar Erick seguido de mi amigo Ricardo, con quien ahora trabajaba mi mujer desde hacía alrededor de seis mese, justo detrás de ellos entró un sujeto enorme y con la piel más oscura que hubiera jamás atrevidose a llegar hasta nuestra puerta. - Hola Daniel, ¿cómo dices que estás?... Te presento a Tomás, el jefe de tu señora...- Hizo Ricardo las introducciones, sin inmutarse en la sorpresa que me ocasionaba la presencia de aquel hombre en mi hogar. - Vaya... ¿qué tal mi hermano?... Hasta que conozco al esposo de tu mujercita... Tanto gusto mi hermano, gracias por invitarme. Me llamo Tomás, pero tú puedes llamarme Mister Obama como me dicen los amigos allá en Miami... ¡Pinches gringos!... No distinguen la diferencia entre un africano, su presidente y un cubano... Para ellos todos los puros le saben a Cohiba. Para ellos antes de Obama todos éramos negros - Sin más, antes de estrecharme la mano soltó la perorata con un modulado acento entremezclado de la voz de un norteamericano con raíces isleñas. ...Ja, ja ja... - De inmediato se escucharon las risas de mis dos conocidos celebrándole el chascarrillo, al tiempo en que yo mas que por cortesía , quizás un tanto intimidado por su presencia y arrojadas maneras le tendía la mano para saludarlo, en tanto que me daba cuenta que aparte de su prolongada estatura, que sobrepasaba fácilmente por más de una cabeza mi metro setenta y cinco de altura, en realidad, salvo por lo modales si tenía cierto parecido con el cuasi flamante presidente de color moreno del beligerante país del norte. - Oye... ¿y Isabelita no está?... Le dijimos que íbamos a llegar temprano.- Cuestionó mi joven entenado. -Ehr... ahh si, me dijo... Pero me llamó para decirme que pasaría a comprar algo a la tienda y unos bocadillos para que comiéramos...- Aclaré cuando el enorme hombretón me devolvió los dedos de la mano. ¿Y Samuel?... ¿Si va a venir o te dijo que le pegaba su señora y se tenía que portar bien?- Preguntó el flemático director de la compañía donde ahora laboraba mi esposa....¡Que le va a pegar su mujer! ...Si el argentino ese ya se ha despachado a más de medio banco y las esposas de los que trabajan con él... Nada más ve faldas y ya sabes que de seguro él allí anda metido... - Con gesto de fingida desaprobación soltó el inapropiado comentario en tono jovial mi anterior protegido, y ahora casi pariente, mientras que le recién llegado y yo los escuchábamos. - No, si es buena persona Samuel.- Intercedió por el aludido Ricardo. -No, si yo no digo que no... Ya sabes que me cae bien Richard pero de que es un caliente y le encanta la fiesta y el olor a pantaleta, no me digas que no...- Ahora rieron los tres después de escuchar el socarrón comentario., e inmediatamente enseguida nos apartamos de la puerta para dirigirnos hacia la sala. Al poco rato de haber comenzado a beber, por fin Isabelle llegó con los bocadillos y algunas otras bolsas más que se apresuró a guardar y subir a dejar algo al piso de arriba para luego bajar a reunírsenos. ...Hoy vi a Samuel.- Declaró muy satisfecha de que la escucharan. -Me dijo que iba a tratar de venir pero no sabía si pudiera por que tenía algo que ver con su esposa y no sabía si se pudiera zafar -Pues le hubieras dicho que viniera con ella- Le amonesté por no haber corrido la cortesía. Intercambio de palabras al que tanto los dos hombres con los que colaboraba como Erick, tan sólo respondieron con sendas sonrisas que me parecieron de complicidad. - Ya ustedes... par de payasos... - Dejando fuera de la jugada al oscuro cubano quien también se sonrió, les recriminé recordando muy claramente sus comentarios al respecto de él y las esposas de los que trabajaban con él, pues como era de suponerse me pareció lo que estaban pensando o al menos usando ahora para bromear a costa de mis costillas. De esa manera, luego de aquella situación finalmente mi esposa se nos unió y en seguida Erick se ofreció a prepararle una copa de lo que le gusta beber., encargándose después de que aunque su vaso de Old Fashion pareciera pequeño, se encontrara por lo menos a la mitad, y rellenándoselo en cuanto comenzaba a bajar. Pasamos un buen rato bebiendo, contándonos chistes y hasta luego de lo que sin duda habrá sido mi cuarto o quinto trago de whisky, dejándome ver que en realidad no tenían la menor prisa por irse, fue Erick el que sugirió que jugáramos algo mientras escuchábamos música. -Sí, órale, me parece bien... si me dejan, voy a ver cómo están los niños y bajo el tablero de damas, el domino, unas cartas o el juego ese nuevo que trajimos de dados, ahora que estuvimos en Orlando- Se ofreció ella entusiasmada de siempre por los juegos de mesa. -¿Qué juego trajiste mamita? ... ¿El Fase 10?- De la manera más inusualmente casual le pregunto el moreno Tomás a mi esposa. -Si , ese... ¿Te gusta?...- Como si aquel modo de dirigirse hacia ella no le pareciera para nada inadecuado de oírle, le preguntó al replicante del mandatario norteamericano. -Si ,mejor baja ese para que puedas jugar, por que si jugamos cartas, estos me querrán sacar hasta la camisa., y con el domino teniendo aquí a Mister Obama, directamente bajado de un avión de la Habana, va a hacernos pedazos y quien sabe que quiera para que le paguemos...- Quizás debido a los efectos del alcohol que ya se dejaban sentir en mi cuerpo, no hice mayor queja y hasta bromeé con el hombre para que hacerle sentir que no me hallaba tan intimidado por su presencia y enorme tamaño. -Si, mejor bajo ese porque si no con los otros de seguro nos ganan... ¿Me esperan entonces tantito?...- Se ofreció finalmente dirigiéndose a todos....¡No , si ahora si ya se armó!- Celebró Erick al tiempo en que se apresuraba a escombrar la pequeña mesa en la que se hallaban los vasos, ceniceros y adornos que mi mujer había puesto para decorar. De esa manera, jugamos, primero una y después una segunda mano, durante la cual el alcohol siguió corriendo especialmente hacia mi garganta y la de Isabelle., hasta que durante una de las pausas que mi mujer uso para ir al tocador y checar de nuevo a los niños, si no mal recuerdo fue Erick el que comentó que ya entendiéndole al juego, este bien podría también jugarse con apuestas. Y no fue otro sino Tomás el que dijo que si, que si bien no por dinero, si yo no estuviera allí, él habría sugerido que lo jugaran por prendas. Comentario ante el cual, movido ya por el estupor del alcohol, queriéndome hacer fuerte una vez más ante él, le contesté que no era yo para nada el del problema, pero consideraba que de ninguna manera la anfitriona de la casa aceptaría tal sugerencia. Así, no obstante mis consideraciones respecto a lo que mi esposa diría, cuando María Isabelle bajó y yo me ausenté por un par de minutos para ir hacia el baño y servirme otro vaso de whisky, al regresar los escuché alegando: -Ándale mamita., ¿Qué puedes perder?... Tu marido ya dijo él no tenía problema, tú todas las veces haz pasado la fase a la primera, sacado el bono por los doscientos puntos y hasta ganado una de las dos manos...- Era Tomás el que la azuzaba a aceptar mientras los otros dos con caras de brutos, no perdían detalle de la que yo suponía que era nada mas que una inadecuada aunque vana negociación, producida por la necedad del estado de conciencia que a veces el licor en exceso ocasiona....Si, Isa. Sólo el que no pase la ronda tendría que quitarse algo que traiga puesto. Se asoció a la propuesta rapaz Erick. -¡No!... ¡¿Cómo crees Erick!?... Además de Ricardo. También Daniel... Imagínate que cosa diría... No les ayudes mocoso... Tú ni siquiera deberías de estar tomando si vas a manejar luego...- Le escuché alegando a mi esposa. Preguntando enseguida: ¿De verdad si les dijo que podíamos jugar como ustedes me dicen Ricardo?...- Dirigiéndose al que mas confianza le representaba. Mientras que yo sorprendido de que aquella conversación estuviera realmente teniendo lugar entre ellas y nuestros invitados hice tiempo cerca del sitio en que se encontraban sentados., queriendo saber que otra cosa más alegaban. Hasta que escuché contestar al aludido con toda sinceridad. -Bueno si , es cierto... Dijo que él no tenía problema si tú aceptabas, pero que no creía que nuestra linda anfitriona se atreviera o cumpliera si llegaba a perder. Añadió a su propia versión. -Mi amor... ¿Ya oíste a estos locos?... Dicen que tú les dijiste que podíamos apostar prendas en vez de dinero. ¡Ven y rescátame antes de que me digan que les ofreciste otras cosas también!.- Escuché a Isabelle llamándome en voz alta por lo que finalmente no me quedó otra salida más que aparecerme delante de ellos. -¿Qué?... ¿Siguen con eso?... ¿Están locos o que cosa les pasa?... Ricardo no me digas que tú también le haces caso a este mocoso- Apelé al buen juicio. -No., si no fue Erick el de la idea Daniel... ¿Te lo pregunté a ti o no Daniel?- En tono más severo le aclaró el moreno aquel dirigiendo la mirada hacia mí, pero manteniendo de alguna manera la vista alternándose entre mi persona y la de Maribelle. -Dile que contestaste...- Me conminó finalmente a que me confesara. Por lo que un tanto intimidado por el tono y la presencia del tremendo moreno, no me quedó ya más que asentir y decirle que era cierto lo que decían, mientras que ella apartando la atención de Tomás me lanzó una confusa mirada, llena del más silente aunque profundo reproche y promesa de escarmiento a la vez, al mismo tiempo en que después de quedárseme viendo por unos cuantos instantes más, terminó por sonreír hacia mí al decirles: - O.K. ... ¡va!... Si mi marido dice que puedo jugar , juguemos. Pero sólo le aclaro a él y a ustedes que no es fuerza que me quite lo que ustedes quieran y si me hacen trampa me salgo del juego y me voy a dormir... Comentando enseguida -Que de todas maneras tú Danielito, hoy te toca la tina y tu almohada...- "¿Que no de todas maneras tú bien podrías decirles lo que yo les había dicho que de seguro dirías?., ¿y decirles que o importando lo que yo quisiera o les haya dicho tú no juegas" ... - Recuerdo que me quedé pensando en tanto que veía a Erick pararse de su sillón y con su sonrisa de bobo pasar justo a mi lado para ir a rellenar su vaso y el de Ricardo antes de que la función comenzara. ( De seguro que después no querría tener que pararse y perderse de nada de lo que sucediera ) -Mira mamita... De alguna manera todos tendremos que pagar algo si no pasamos la ronda. Puede ser una prenda o un castigo, según lo prefiera el que pierda en su turno... ¿Te parece Daniel?... Le dijo el cubano, dirigiéndose a ella al principio para terminar después preguntando por mi opinión. A lo cual asentí aun sin poder comprender como era que mi recatada y habitualmente reservada señora había decidido acceder tan sólo para castigar mi genial ocurrencia y falta de tino. Quizás el exceso de alcohol, mi indiscreción o el hecho de que ella era la única fémina presente entre tres hombres aparte de mí era lo que había ocasionado que todo se precipitara de tan inesperada manera y que ahora habiendo arrojado el sombrero del otro lado de la barda, no nos quedara ya mas otra salida que ir a buscarlo... De alguna forma pensé para mí. - Aunque no podía evitar sentirme engañado embaucado por todos, incluidos principalmente María Isabelle que bien podía haberse negado a participar de aquel juego o con menor culpa Ricardo, a quien siempre había considerado persona ecuánime y bien portado., lo que más me pesaba era pensar que quizás yo mismo había caído y accionado la trampa en la que me había dejado enredar., y ahora de no ser que armara un escándalo y los corriera de mi casa, habría que esperar muy atento a ver que otra cosa más sucedía o que tanto problema era cruzar al otro lado del rio y regresar a esta orilla de la mejor manera posible y sin ahogarse uno a la mitad del trayecto o después. De cualquier forma, intuía que pronto tendría una respuesta a tal ansiedad. Isabelle aun usaba el coordinado de color hueso con falda corta tableada, blusa de tono oscuro con un elegante moño que, anudado al frente, evitaba que fuera demasiado evidente ante los ojos ajenos todo el contorno de sus opulentos y voluminosos pechos de mujer madura y aun apta para la maternidad. Y encima de la cual, en cuanto acepto el reto de la comprometedora apuesta que el tipo aquel había osado ofrecerle, de inmediato volvió a colocarse el saco del mismo color que la falda y los llamativos zapatos de altísimo tacón, que, aunque no estaba yo seguro de haberle visto, supongo yo que eran los mismos que llevaba puestos cuando salió para ir a dejar a los niños al colegio por la mañana. Aunque, pensé para mí., dado que, como bien me había demostrado la noche anterior sin ella saberlo con la ropa que había encontrado en el cesto de ropa, Isabelle bien podría traer puesto algo semejante a aquellas prendas o las que habitualmente usaba tan femeninas, las cuales aun cuando como ya he comentado anteriormente , pese a no ser tangas o nada demasiado descocado para una señora casada y madre de dos hijos, pese a ser elegantes y apropiadas para su edad y confeccionadas con los mas sugerentes encajes; eran también a veces demasiado pequeñas o transparentes como los panties que a veces se ponía para mí. Y en realidad lo que me preocupaba más no era lo que se veía allá arriba, sino lo que traía o pudiera traer puesto debajo y que no había tampoco yo visto. Y pudiera llegar a ser que no tomando en cuenta ella ese detalle siquiera, alguno de nuestros invitados fuera a ver bastante más de le cuenta o lo ya de por si inapropiado que el simple hecho de la apuesta parecía sugerir que verían.

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