Una aventura en el cine



Hola me llamo "Alfredo", estoy casado y tengo 44 años. Aquel día mi esposa tenía que trabajar y mi mejor amigo Oscar se encontraba de viaje por motivos de trabajo, la tarde resultó lluviosa y me fui al cine a ver el último estreno. No había excesiva gente ante la taquilla, y la fila avanzaba con cierta rapidez. Detrás de mí se encontraba un señor de unos sesenta años, bajito, calvo y barriguita cervecera
Al poco rato noté como algo me rozaba mi culo, no le dí más importancia, pasado unos instantes volví a sentir no uno sino varios roces en mis nalgas de lo que pude identificar como una mano. Luego noté como un bulto se apoyaba contra mi culo y me volví hacia el viejo, la fila no era grande y no había motivo alguno para que estuviese tan cerca mío, y me encaré con él:
-Estese quieto de una puñetera vez, le dije.
-Que te pasa gilipollas me contestó con una voz firme y autoritaria.
No pude menos que callarme ante el tono de voz empleado por el viejo.
Nuevamente, el viejo volvió a empujarme con su paquete bien pegado a mis nalgas manteniéndose bien arrimado a mi culo durante varios e interminables segundos. No me atreví a girarme. La fila avanzó y el viejo nuevamente me punteó con su enorme y caliente verga, no se que me ocurrió, me excité y mojé al sentir ese pedazo de carne pero no me moví del sitio.
Por fin, llegué a la taquilla y saqué la entrada. Compré las palomitas y bebida de rigor, y antes de entrar en la sala fui a los servicios. Mientras me encontraba meando entró el mismo viejo que me había punteado, se dirigió al urinario contiguo al mío, se desabrochó los pantalones y sacó su verga para miccionar.

El viejo me miró directamente a la cara y yo con una sensación de inferioridad no tuve más remedio que bajar la mirada. Pude observar la verga del viejo, era grande, mediría más de 20 cms, muy gruesa y con un glande muy cabezón y oscuro.
-¿Qué haces mirándome la polla?, ¿te gusta nenaza?, dijo el viejo.
No contesté y rápidamente salí de los servicios y me dirigí a la sala. Me senté pensando en todo lo ocurrido sintiendo como mi polla estaba totalmente empalmada mojando mi ropa interior. Observé como el viejo entraba también en la sala, con la de salas que hay en ese multicine tuvo que venir a ver la misma película pensé.
El viejo me vió y se sentó justo a mi lado obligándome a quitar la cazadora del asiento
-La sala está casi vacía y tiene que sentarse justo aquí, le dije.
-Cálate imbécil me dijo sino quieres que …
Su tono de voz era realmente autoritario y atemorizador, me callé y no dije nada. Las luces de la sala se apagaron y comenzó la película.
Al poco rato noté como una mano se posaba en mis muslos, la retiré y procedí a levantarme con la intención de cambiar de asiento. Las manos del viejo me asieron con fuerza y me obligaron a sentarme de nuevo.
-Siéntate gilipollas y no se te ocurra decir nada.
Me senté y la mano inmediatamente se posó sobre mis muslos. Intenté retirar la manaza del viejo pero asiéndome con fuerza me inmovilizó causándome dolor. El viejo me soltó y me dijo: estate quieto.
Su manaza nuevamente se posó sobre mis muslos, instintivamente cerré las piernas pero el viejo se abrió paso con su manaza y siguió magreándome los muslos a conciencia hasta alcanzar mi paquete. Envalentonado por mi pasividad, desabotonó mis vaqueros e introdujo su mano por dentro de mi boxer acariciando mi verga y mis huevos.
-Estas empapado cabrón, si te gusta abre las piernas putita me dijo.
Accediendo a su orden me abrí de piernas para que el viejo continuase con sus caricias.
El viejo soltó una risotada de satisfacción mientras apretaba mis huevos y mi verga totalmente mojada. Quiero ver como te la meneas para mi putito, me dijo.
Como un autómata saqué mi verga y empecé a pajearme para el macho que me estaba sometiendo por momentos.
Mientras yo me la meneaba el viejo con una de sus manos me agarraba los huevos con fuerza, mientras que metiendo su otra manaza por debajo de mi camiseta empezo a pellizcarme mis tetillas y pezones con mucha fuerza.
Mis jadeos y gémidos eran audibles para el macho, ¿te gusta pajearte cabrón?, avísame cuando vayas a correrte puta, me dijo.
Pasado un rato de pajearme y entre jadeos le avisé al viejo que estaba a punto de correrme, en ese instante el macho me apretó violentamente los huevos y tapándome con el boxer me corrí, cinco o seis trallazos de leche mancharon mi camiseta y mi boxer mientras el viejo me decía:
-Córrete puta que esto no acaba aquí.
Tras la mejor paja de mi vida, el viejo violentamente me agarró de la mano, me levantó y casi sin poder taparme me llevó hasta los servicios. Entramos, afortunadamente estaban vacíos, me empujó hasta el último baño individual pasamos y cerró con pestillo.
El viejo estaba como loco y poseso, se bajó sus pantalones enseñando un calzoncillo blanco mugriento.
-Desde que te ví en la fila me dí cuenta que eras una perfecta nenaza, ahora arrodíllate y cómete mi verga, ordenó.
Me arrodillé y empecé a morder su pedazo de carne por encima del mugriento slip, olía a orín pero su aroma me excitó más. Mordí su slip y lo bajé hasta sus tobillos en señal de total sumisión. Lamí sus piernas y muslos peludos hasta llegar a la altura de su enorme verga. Besé su glande, lo mordí levemente y chupé todo su tronco hasta llegar a sus cojones peludos. Me los metí en la boca y succioné alternativamente mientras el viejo asqueroso empezó a gemir.
-Continua perra, cómeme el culo zorra dijo el viejo dándose la vuelta.
En pleno éxtasis por mi parte abrí las peludas nalgas del viejo y pasé mi lengua por la raja de su culo hasta introducirla en su asqueroso ano. El viejo se encontraba en la gloria gimiendo e insultándome con todo tipo de improperios.
-Que bien lo haces puta que gusto me das, dijo.
El viejo dándose la vuelta puso su enorme polla a la altura de mi cara y comenzó a darme vergazos. Yo abrí la boca con la intención de mamar ese pedazo de carne pero el viejo no me dejaba. Finalmente, me cogió de la cabeza y restregando su verga por mi cara comenzó a follarme la boca. Llegó hasta el fondo de mi garganta provocándome náuseas y casi sin poder respirar. Mientras me comía su polla y masajeaba sus huevos el viejo me agarraba del pelo obligándome a continuar con la felación. Pasado un rato me sacó su enorme pollón de la boca y me dijo: no quiero correrme todavía ramera.
El viejo me arrancó los pantalones y mi boxer manchado y poniéndome en forma de L contra los fríos azulejos de la pared me obligó a chuparle los dedos de su manaza. Bien humedecidos me introdujo uno de sus dedos en mi esfínter, yo grité pero enseguida mi dolor se transformó en placer, el viejo introdujo un segundo y tercer dedo dilatando mi ano mientras con su otra manaza me propinaba unas tremendas nalgadas.
Yo gemía y jadeaba como una puta perra por el placer proporcionado por esos dedos y por la enorme humillación a la que estaba siendo sometido. No me importaba que alguien pudiese oir mis gemidos y jadeos, sólo quería que aquella enorme verga me follase y llenase mi culo
Cuando mi ano estuvo bien dilatado el viejo se sentó en la taza del váter con su enorme verga como un mástil y me dijo:
-Siéntate perra tu mismo vas a ser quien te folles.
Me puse encima de él y el glande de su verga empezó a abrirse paso lentamente por mi esfínter. Poco a poco la enorme verga fue entrando en lo más íntimo de mi culo hasta que sentí los cojones del macho contra mi entrepierna. Empecé a moverme lentamente, moviendo mis caderas, follándome yo mismo y sintiendo como su enorme cipote me partía y rompía el culo. El viejo con una de sus manazas me acariciaba los huevos y la polla y con la otra tiraba de mis pezones hasta hacerme daño. Cogí la mano de mi macho y la puse sobre mi dura verga, el viejo entendió mis intenciones y empezó a pajearme mientras yo meneaba mis caderas para que me follase más a gusto.
-Te gusta que te rompa el culo verdad putito.
-Si fóllame, rómpeme el culo, dame por el culo te lo suplico conteste.
-A partir de ahora yo seré tu macho y tu mi zorra, te follaré y montaré cuando quiera y donde me apetezca, dijo entre gemido y gemido.
Al oir sus palabras me corrí como un verdadero cerdo mientras seguía moviendo mis caderas para que mi macho me penetrase y rompiese el culo a placer. Pasado un buen rato el viejo dijo:
-Me voy a correr dentro de ti, como los perros preñan a sus perras.
-Jódeme y córrete dentro de mí, te lo suplico mi macho.
El viejo dándome una última embestida se corrió dentro de mi ano, grandes trallazos de lefa inundaron mis entrañas. El macho todavía estuvo un buen rato dentro de mí, con su verga dentro descargando toda su caliente leche dentro de mi culo. Finalmente, el viejo me descabalgó y me obligó a limpiar su ahora flácida verga.
El macho, mi macho se llevó mi boxer como recuerdo, abrió su cartera y con despreció me tiró su tarjeta y un billete de cinco euros y se largó. El viejo me dejo extenuado y sudoroso en el baño, pero eso sí muy satisfecho.

By: Rulo_de_fuego

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