Kogiendome a la perra de mamá

No pensaba cogerme a mamá, pero...

Hace justamente un mes, después de bañarme, me vestí con un jean azul ceñido y una sudadera amarilla más ceñida aún, que se amoldaba bastante bien a mi cuerpo. Saldría a distraerme, conocer alguna chika o chiko, qué importaba. Me despedí de mamá, quien se quedo viéndome coqueta y me dijo: - huy hijo, no te vayan a robar. Y entre diciéndome y dándome el besito de despedida, me masajeó suavemente los pectorales. –Huy mami, qué rico. Y mientras sentía el estremecimiento electrizante recorrerme enterito, me dirigí a la puerta y salí.

Hace algunos días pasó algo parecido. Busqué a mamá para despedirme y me detuve a conversar brevemente con ella, comentándome que iría al mercado, compraría algo para la comida del medio día. –Así que vuelve a medio día, dijo. Me beso suavecito con la parte interior de sus labios, mientras su mano recorría la parte exterior de mi brazo. Yo sentí la humedad tibia de su boca y escuché con interés lo que me dijo: - huy hijo, pero que peludito eres, eso si no lo había notado. –Por qué lo dices? Pregunté. - Es que siento los vellos de tu brazo. Entonces extendí mi brazo frente a ella, quien volvió a recorrerlo dándome pellizconcitos suaves a lo largo. - Ay, mami, dije, mientras con mi cuerpo hice un ademán convulsivo dándole a entender que sus pellizcones me estaban haciendo estremecer. De nuevo desaparecí tras la puerta de la calle mientras ella sonreía.

El miércoles santo, ocurrió lo mismo y algo más. El calor nos empujó a vestir ropas más livianas. Así que ese día me puse una bermuda blanca y un camiseta celeste de esas que te descubren los hombros y si no te la colocas bien, o si te alguien te observa de lado, hasta los pectorales y tetillas. Mamá, por su parte, se puso un vestido oscuro escotado que le llegaba un poquito más arriba de las rodillas y que en la parte alta le ceñía adecuadamente insinuando y resaltando el bulto de sus pechos.

A eso de las diez coincidimos en la cocina y comenzamos a platicar, ambos de pie, ella apoyada sobre la mesa al centro de la cocina, yo apoyado en el lateral de la cocina que se pegaba a la pared. Comentamos de las noticias raras del día, chismeamos de lo que sucedía con los vecinos, yo no dejé de notar la insistencia en la mirada de mi madre, viéndome los pectorales. Así que con cierto disimulo fui observándome a mí mismo, hasta que me di cuenta que una de mis tetillas estaban descubiertas.

Ello despertó mi curiosidad en mamá. No dejé de preguntarme por qué esa insistencia de su mirada o será que yo estaba equivocándome. Con la excusa de espantar una mosca me acerqué a ella de modo que en lugar de medio metro, quedamos al alcance de nuestras manos. Seguimos hablando de cosas por un rato más, hasta que se le escapó a mi mamá: - ay hijo, en serio, que velludito estas. Claro, o sea que si, le llamaba la atención no solo mis pectorales, mi tetilla descubierta sino que mi vellosidad. –Ya veo que te atrae la vellosidad, eh mamita. –Ay si hijo, es que tu papi, no era así, el no era muy velludo que digamos, en cambio tú. Vi su mano alargarse hacia mí. Su mano toco el centro de mi pecho, sentí sus dedos rasgarme suave, halar uno a uno mis vellos, juntarlos haciendo un paquetito de vellos y halármelos de nuevo. – Ay mami, no me los vayas a arrancar. –No me vayas a decir que te dolió? - Un poquito le dije, pero se siente rico.

Entonces sentí su mano avanzar hasta que uno de sus dedos se detuvo en mi tetilla empezándolo a amasar. –mmmmmm. - Vaya, veo que te gusta. – Es que lo haces rico. Ella hurgó entre mis vellos hasta dejar mi tetilla descubierta, lo pellizcó. Gruñí y dejé escapar un oooohhhh. - Vaya, sí que lo disfrutas. Entonces le dije: -agarra mis dos tetillas y los pellizcas suavecito al mismo tiempo. Obediente, mamá metió sus dos manos entre las mangas de mi camiseta, primero amasó mis pectorales y luego fue buscando mis tetillas hasta que hizo lo que le pedí. –Dios, dije, que delicia! Sabes que me gusta también. –Qué hijo? Dime. - Que me los chupeteen. Mamá, no lo escuchó dos veces. Su boquita se posó en una de mis tetillas y empezó un chupeteo y un mordisqueo de ensueño. – Uy mami, que bien sabes hacerlo. Mientras la veía hacer pensaba en lo caliente de la situación y en lo perra que, sin duda, era mi madre. Se atrevería a chupar lo que le pidiera? Y es que después de un par de minutos de iniciada esa sesión, mi verga estaba que reventaba allá debajo de la bermuda.

Yo también alargué las manos en la espalda de mi mamá, empecé a recorrerla desde el cuello hasta las pompas. Ella seguía chupando mis pechos, yo de vez en cuando palmoteaba sus pompas, las estiraba debajo de la tela, y las volvía a palmotear, mientras sobre su vestido intercalaba mis dedos hurgando a lo largo de la raya definida entre sus nalgas, donde sentía desaparecer la tela de su tanga. Mamá no decía nada y yo pensaba: - de modo que la perra esta ganosa. Subía mis manos y masajeaba su cuello, pellizcaba con suavidad los lóbulos de sus orejas. - Ay mamá, que ganas de cogerte. Sentía mi liquido seminal resbalando por mi uretra, en un rato más mojaría mis bragas. Mamá debería de probarlo.

Mamá dejo de chupar mis tetillas, levantó su rostro. Yo la vi directo a los ojos y le dije: - Mami, que boquita más deliciosa. La atraje hacia mí, besé su cuello, lo recorrí con mi lengua, metí mi lengua entre sus oídos, sentí su estremecimiento, busqué sus labios, los besé, metí mi lengua entre sus labios, sentí su boquita abrirse, empujé con ganas mi lengua hacia adentro. Su lengua calientita y húmeda vino a recibirme, y así estuvimos un buen rato, mientras allá debajo de su espalda mis manos seguían masajeando sus pompas, abriendo sus nalgas, estirando su tanga, hurgando su raya, palmeando. Qué ganas de cogerme a esta perra.

- Dios mami, que rico besas, tu boquita sabe tan bien.
- Tu también hijito, se ve que tienes experiencia, me encanta lo suave que lo haces y que no te pones impaciente.
- Pero vaya si no estoy impaciente, ve abajo, tengo algo más para ti.
Vi sus ojos empezar a bajar. Mi verga quería reventar mi bermuda.
- Sacame la camiseta. Le dije. Así lo hizo. Mi mamá en su vestido. Yo con el pecho descubierto, y allá abajo mi bermuda estirada.
– Quítame la bermuda de una vez.

Mamá se inclinó. Metió sus manos a los costados de mi bermuda y me la fue sacando poco a poco. En ese afán, claro que su cara se pego a mi calzoncillo, claro que sintió la dureza de mi verga, claro que sintió mi olor de macho necesitado de su concha. Sentí y oí el beso que dio sobre mis calzoncillos. Alzó sus ojos, vio que yo la contemplaba, sonrió y sacó su lengua recorriendo con ella sobre mi calzoncillo. La puta volvió a sonreír. Su hijo era completamente suyo. Su lengua empezó a recorrer la parte interna de mis piernas, llegando a la base de mis bolas, presionó con su lengua que se hundió entre mis bolas por sobre la tela.

Levanté mi pierna y apoyé el pié en la pared. La lengua de mami la recorría. Saqué mis bolas. Un instante después mami las engulló con su boquita. Dios, qué ricura! Los haló, los chupeteó. Mis jugos empezaron a mojar mi calzoncillo. Reptó con sus labios por mi otra pierna. Volvió a mis bolas.- Oooohhh mami, que bien lo haces, se ve que eres una experta. Me incliné hacia ella. – Ahora chupa mi verga. Ella me vio con su sonrisa de puta. Mordió mi calzoncillo y empezó a tirar hacia abajo. Mi verga saltó. Ella acercó su boca, levanto los ojos, sacó su lengua, lo pasó sobre mi glande, mientras sus manos terminaron la faena de quitarme el calzoncillo.

Vi como mis jugos se prendieron a su lengua. Su lengua recorrió mi verga. Su boquita se abrió y capturó mi glande, presionó sus labios mientras me veía. Siguió presionando sus labios y a devorarse mi verga. Sentía la succión, sentía la presión, sentía su lengua moviéndose. Se la sacaba, se la volvía a meter. Lo hizo así un par de veces. Yo no aguanté más y bombeé. Mi verga se fue hasta adentro. Agarré el rostro de mamá. Me ladeé y volví a bombear. Vi como su pómulo se estiró. Se la volví a sacar y se la volví a meter. Sentía su lengua jugueteando. Ya no podía más. Sentía que me venía. Me hubiera gustado ver mi leche en la boca de esa perra, pero me resistí. Se la saqué. Musité a sus oídos: - ahora quiero lamer tu concha. Separado de ella, vi un hilo de mis jugos que como cordón umbilical mantenía la unión entre la boca de mamá y de mi verga. Rompí aquel hilo con mis labios mientras la besaba le metía la lengua y le chupeteaba los labios.

- Vamos al sillón, ahí te chuparé la concha.
La tomé de la mano, y la llevé a la sala. Yo completamente desnudo, ella completamente vestida. Esa imagen se reflejó en el espejo y por Dios que me causó una nueva excitación. La empujé hacia el sillón, la hice que se recostara mientras levante sus piernas, encogí su vestido hacia arriba, abrí sus piernas y las acomodé en los respaldos laterales. Toqué el calzón de encajes que tapaba su vulva. Lo hice a un lado. Me arrodillé en el piso, vi que mi verga quedo a la altura de su concha. Qué ganas de metérsela. Pero no, hundí mi cabeza, su conchita tenía una vellosidad suave, estaba dilatada, pasé la lengua, escuché un ooohhhh. Y entonces me detuve a lamer.

Recorrí esa vulva de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo. Sentía su olor de hembra penetrante, saboreaba sus jugos de puta en celo y la penetraba con mi lengua. De vez en cuanto, bajaba más mi lengua y daba un lengüetazo rápido en su ojete pensando que se opondría. Volvía a su conchita, me quedaba hundido ahí, de nuevo mi lengua jugueteaba de abajo hacia arriba de arriba hacia abajo, y en una de esas pasaba dando un lengüetazo en su culo. Lo hice varias veces hasta que me detuve a lengüetear en su ojete una y otra vez. Escuchaba un - ooohhhh, mmmmmm, sigue hijo, sigue, que bien que lo haces. Que rico lo haces hijo y también quiero ver.

Bajó sus piernas, se quitó el vestido, yo terminé de bajar el calzoncito de encaje que usaba y quedó desnuda frente a mí. La volví a recostar, me incliné sobre su cintura y me detuve otro rato a lamer su concha y lengüetear su culito. Entonces me enderecé, levante sus piernas y las coloque sobre mis hombros.

– Ahora si mami, te voy a coger como te mereces.
– Oooh si hijo, hazlo, dame lo que merezco, cógeme de una vez.

Su mano agarró mi verga, lo masturbó y lo condujo a su puerta. Yo lo restregué en su concha una y otra vez, también lo restregué contra su culo dejándolo ahí un instante, mirándola retador y diciendo: - también te cogeré por el culo mami. Ella sonrió. Haló mi verga hacia su concha. Yo sentí la entrada y dejé ir mi estocada. –Ooooooh. Mamá gimió. Yo empezaba a bombear mientras besaba los labios de mamá. Nuestras lenguas se chupeteaban y mi cintura se movía rítmicamente hacia adentro y hacia afuera.

Después junté sus piernas, las recosté a mi costado y me la seguí cogiendo con dedicación. Instantes después le dije: - ahora te quiero en cuatro. Nos separamos, la puta obediente se dio media vuelta y se puso a gatas sobre el sillón. Su culo quedó frente a mí. Yo tomé sus nalgas con mis manos, coloqué uno de mis pies sobre el sillón, abrí su culo y deje ir mi verga. Después de un rato, bajé mi pie, y me acomodé frente a su culo. Agarré sus brazos y los tiré hacia mí, mientras bombeaba veloz. Después de un rato solté sus brazos y coloqué mis manos a los costados de su cintura. Seguí bombeando exquisitamente. Bombeaba con mi cintura, y con mis manos la atraía y la separaba. Palmoteaba sus ricas nalgas. Después de un rato sentía que acababa y se lo dije:
– Mami, ya siento que terminó
–Dale hijo, dale, cógeme duro, y dame toda tu lechita.
– Te lo voy a dar todita mami, pero en tu culo, prepárate.
Saqué mi verga de su vagina y la dirigí hacia su ojete. Presioné. Dejé un instante que mis jugos lubricaran. Empecé a empujar con fuerza pero con lentitud. Sentía mis jugos que salían de mi uretra. No sabía cuánto esperar para que mis jugos hicieran su trabajo. Seguía empujando. Mi glande desapareció. Seguí empujando. – Aaaayyyy. Me llegaban los gritos de mami. – Aaaaaayyyy. Mi verga seguía entrando de a poco. Ya casi había entrado a la mitad. Me detuve. Le palmoteé las nalgas, se las abrí, se las volví a palmotear. Rasgué con suavidad a lo largo de su espalda, empecé a presionar sus trapecios intentando un masaje burdo. Solo quería que pasara el tiempo, mis jugos lubricaran más adentro de su culo y mi verga se acomodara. Quería ensartarla toda de un envión. Me moví hacia atrás para que mi glande se asomara de su culo, entonces volví a empujar hacia adentro, lento pero firme. La volví a sacar y la volví a meter. Volví a esperar otro rato mientras me entretenía palmoteando sus nalgas, meter mi mano en su vientre, jugar con su concha, subí a presionar sus tetas, amasarlos, pellizcar sus pezones, y sobarlos de abajo hacia arriba y viceversa.

De nuevo saqué mi verga y de nuevo volví a hundirla. Sentí que esta vez entró más suavecito. Seguí entrando y saliendo. Que rico el culo de mi madre. De ver mi verga ensartada en su culo sentía el deseo ya inevitable de acabar. Así que decidí hacerlo. Prendido a su culo, me subí al sillón, enrollé mechones de su cabello entre mis manos y empecé a cogérmela velozmente, con fuerza, con intensidad, estrellándome en la sartén de sus nalgas, mientras halaba su cabeza hacia mí.

Mami gemía, gritaba, se estremecía. Su hijo estaba a punto de acabar en su ojete. Y así lo hice. El placer era intenso, sentí la erupción de mis adentros, la sensación de espeso líquido atravesando mi uretra y escaparse de mi glande, me moví unas cuantas veces más y se la saqué. Mientras abrí sus nalgas, vi mi semen derramarse en la raya de su culo. Junté sus nalgas presionando con ellas mi verga y seguí moviendo masturbándome como nunca me había masturbado, entre las nalgas y el culo de mi madre. – Ooooohhh Dios. Y pensé que en semana santa la carne estaba prohibida.

Un rato después descansábamos recostados en el sillón, yo acariciando su pelo, ella acariciando mi verga. Desperté una hora después. Una sensación de frio me recorrió. Vi a mi madre igual, estremecida y encogida por el frio. Sentí las ganas de volvérmela a coger y como mi verga reaccionaba al deseo. Fui por una sabana y la tapé, fui a bañarme. Otro día me la cogería de nuevo. Por hoy, tenía que conservar la energía. Había quedado de verme con un chico y eso sería unas cuantas horas más tarde.

11 comentarios - Kogiendome a la perra de mamá

dajuwilli +1
con este relato e quedado sin palabras
maluchii10
está bueno pero es larguísimo. No pude terminar de leerlo. A favoritos!!! Cuantos años tienen vos y tu madre? La calentura a veces gana...
edul6rr
muy bueno sin palabras yo quisiera poder hacer eso mismo con mi madre pero aun no se como proponerlo ni como hacerlo pero exelente historia
kal-el33
y pensas que me lo voy a creer?
fredericKP
Independientemente si es verdad o no, es excelso, me encanta tu narrativa te hace sentir la historia, y la extensión del texto es justa, y bueno que decir de la temática, la amo, felicitaciones amigo, muy bueno.
prgy
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