lo hizo como nadie

Y un día apareció. Con tanta red social, pudo ubicarme y llegamos a contactarnos despues de muchos años, más de veinte.
Era compañera de la escuela primaria, y a partir de ella nos fuimos reencontrando con aquellos que también no veíamos desde esa época. Pasaban las semanas y alguno ya habiamos contactado y pronto tambien recibiriamos el ok para –quizá- poder encontrarnos todos los que podamos.
Y si, no pudimos dar con todos, solo con aquellos con los que nos juntábamos, y alli estaba ella. Valeria, ahora abogada, casada con dos chicos, al igual que casi todos, casados, separados, divor-ciados, fue muy lindo encontrarnos, por momentos daba la sensación que no habia pasado ni un año sin vernos.
Claro que, como pasa siempre, a medida que el tiempo pasaba, no nos encontrabamos siempre los mismos, y el grupete de a poco se fue reduciendo. Por mail todo era más facil y práctico, pero por distintas circunstancias fui dando con valeria, con quien nos pusimos al dia y nos hicimos re compinches, ella me contaba sobre sus reuniones con las chicas y yo le podía contar lo poco que los hombres hablamos de nosotros mismos, como el lector o lectora se podrá imaginar.
En un momento de complicidad, le dije a Valeria que en la primaria me gustaba mucho, ella no había cambiado, sus ojos miel, su cabello largo castaño oscuro, pecas, pasaba el metro setenta facilmente, linda piel aunque su voz por momentos era muy aguda y eso en mis oídos molestaba como a veces me molesta esa gente que te habla de corrido hasta que se quedan sin aire, luego, respiran y siguen con su discurso.
Ella nunca hablaba de su marido, más que de la organización familiar y de las empresas que tenían con la familia. Hasta que en un momento nos cruzamos en el centro, ella cumple en diciembre y le había comprado un libro, me dijo que se lo lleve al estudio, cerca del obelisco.
Fue un viernes, donde me acerqué hasta el estudio, creo que era el tercer piso a la calle. Subí y me tenía preparado un rico mate. Era un estudio chico, tres ambientes, en uno habia un escritorio, y me comentó que el otro abogado viene de mañana, y con él comparten los gastos del alquiler. Luego otro ambiente donde se hacen las mediaciones y el despacho de ella, que daba a la calle.
Siempre de pantalones, y camisa, porque dice que no le gustan como le quedan las polleras, amante del invierno, el helado y carlos aute. Me pidió que cebara yo el mate, ya que ella tenía que terminar con un escrito, y yo agarré el termo y le cebé.
Al rato de seguir hablando comencé a caminar por el despacho hasta llegar a sus espaldas donde habia un gran ventanal que da a la avenida corrientes. Por suerte, hacia calor, habia aire acondi-cionado y el bullicio de semejante avenida no se sentía desde el estudio.
Le servía mate parado detrás de ella, mientras seguía tipeando unas instrucciones para otra per-sona, vía e-mail. A medida que me iba acercando para dejarle el mate, podía entrever por su camisa un escote imponente, y en minutos comencé a fantasear.
Mi compañerita más linda de la primaria, estaba delante de mí y yo cebandole mate, cada vez que me acercaba le decía algo en broma sobre lo que escribía, y ella me decía que no la molestase porque se iba a equivocar.
Yo seguía, hasta que en un momento me acerque, cuando ella giró a su izquierda, y sentí su per-fume, y ella me dijo: basta que me haces cosquillas!!! Mira como me pones? Me dijo, mostrándome el antebrazo y todo su bello erizado.
Segui haciendo mate! Y yo me excusé y aduje que no lo iba a hacer más. Ella rapidamente aclaró: no te dije que me molesta, solo que me hace cosquillas! Ahora si me haces masajes, no me molestara en absoluto.
Entonces dejé el mate y me dedique a masajearle los hombros, automaticamente dejo de escribir y abrió automaticamente sus manos como si una descarga la hubiese obligado suspender su trabajo.
Desde arriba, el panorama era increíble, a medida que se sucedían los masajes, podía apreciar sus enormes senos, y mi sangre comenzó a correr como en una carrera de formula uno. Ella como si nada, solo se escuchaba su respiración y la música que salia de los parlantes de su notebook.
En un momento, hizo un movimiento como queriendo levantarse, me pidió permiso y se fue al toilette. Me corrí para atrás, la dejé pasar, mientras yo saboreaba uno de los últimos mates, ya que no sabía como los primeros, y seguí mirando pasar los autos desde aquella ventana.
A los minutos, oigo su caminar y me doy vuelta, ya estaba más relajada, con el cabellos suelto, y la noté más exhuberante y desprejuiciada. Espero que no te moleste! Me dijo, quiero estar más comoda! Y mientras la escuchaba y la veía acercarse al escritorio para terminar con su escrito, note que ya no tenía soutien, y el mismo caminar hizo que sus pechos amenazaran con disparar esos botones a presión que tenía la camisa.
Cabe aclarar que había una diferencia notable entre el toilette y el despacho, basicamente por el aire acondicionado, volvió ella frotandose los brazos como diciendo, esta fresco aca! Queres que apague el aire? Le dije, y ella se ofreció para aumentar al temperatura del ambiente.
Todavia hoy recuerdo su regresar el toilette como en cámara lenta, sintiendo el frío de golpe, su pelo suelto, sus enormes pechos y sus pezones que estaban más erectos y duros que jamas haya visto yo.
Dale, segui con los masajes no te hagas el sota, me dijo. El mate ya estaba intomable, por ende me dedique a masajear y disfrutar de sus hombros. Espero no te moleste me dijo, quiero estar más cómoda, como refiriendose a la prenda que ya no tenía. Estamos en confianza le dije. Por eso, me vas a masajear solo los hombros?
Y me miró, y me dijo, acá tenes más para masajear! Y desabotonó uno de su camisa, haciendo inmanejable la situación, me temblaban las piernas, taquicardia, y con una sonrisa de caricatura trataba de disimular el volcan que había en mi.
Ella se sentó y tomo mis manos y las acercó para que yo empiece de una vez. Y asi fue, los minutos iban pasando y su piel me recibía con dulzura y perfume, y comenzó una danza de música, gestos, suspiros y respiraciones que iban y venian. Mi sangre hizo lo suyo, se amotinó como nunca y yo queriendo disimular el gran bulto en mi pantalon de jean.
Sono el telefono y ella atendió en forma profesional y tranquila, era su marido, estuvieron hablando un largo rato. Yo no podía dejar de apartar mis manos por su piel, era como un imán (reconozco amigo lector, que siempre me han atraído las mujeres de pechos grandes) pero estos eran por demás adictivos, solo con la yema de mis dedos disfrute toda la conversación mirando al techo, y apoyandola por detrás mientras ella discurría con su pareja.
Ya habia terminado de escribir cuando me hizo señas para que baje la persiana en claro signo de que pronto tendríamos que irnos de alli. Le hice caso, baje la cortina del ventanal y la luz fue solo la artificial que nos iluminaba. De pronto el despacho se inundó de sombras, y de pronto, como por arte de magia, ambos giramos, y quedamos frente a frente, yo parado y ella sentada.
Su boca directamente daba a mi cintura, y como si nada, me miró, se acomodó el auricular del telefono en su hombro y con las dos manos, me desabotonó el pantalón, me bajo el slip y tomo con una de sus manos, eso que tanto deseaba, sus ojos se abrieron aún más, como sorprendida por semejante tamaño, ella no lo dudó, me miró fijo a los ojos, mientras le respondía a su marido todo lo que el le preguntaba, y comenzó a masajearme, suavemente de arriba para abajo.
Fue increíble, intensa, salvaje, todo en silencio, solo suspiros y música, los gemidos nos los guar-damos para siempre bajo nuestra piel.
Al irnos prometió que quería contarme una fantasía que tenía, y que solo me daría pistas, pero que tenía que ver con una sorpresa, por lo menos para ella.
Se trataba de: piel, nosotros, pero no ibamos a estar solos.

…continuará

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