El sábado

Aquel sábado había transcurrido como el típico de descanso y relax tras una semana cargada. El teléfono sono y una voz desconocida preguntó por mí. Se trataba de un amigo mas jeje, marido de Rosa, una pareja con la que he coincidido por el barrio, hacia ya algunas semanas. Aquel día nos tomamos unas copas y charlamos. Lo agradable de la situación nos llevó a intercambiarnos los números de teléfono. El motivo de la llamada era emplazarnos a una cena, que diera pie a seguir la conversación anterior.

Ell tráfico provoco un pequeño retraso, y cuando llegamos al restaurante, mi amigo y su mujer ya habían decidido tomar una tentempié. La cena de tapeo estuvo de lo más distraído. En el ambiente se podía palpar una brisa de complicidad y feeling, que hacían subir la temperatura.

Con el fin de seguir la noche, nos dirigimos a una bar-musical. Allí, un simple roce, un susurro al oído, no hacia mas que confirmar la agradable química que había entre los tres. Al salir del club, alguien propuso tomar la segunda copa en un club de parejas de intercambio y como eramos tres yo llame a un colega y lo lie para que viniera y entraramos, a lo que nadie puso la menor objeción. La casualidad hizo que yo tuviera el coche aparcado muy cerca del pub, sin embargo mi amigo no tuvo la misma fortuna, por lo que tuvimos que acompañarlos en busca del suyo. En ese momento Rosa se decidió a ocupar el asiento del acompañante, mientras que mi colega, y mi amigo ocupaban los asientos traseros. La visión que me proporcionaba el retrovisor era de lo más excitante.

Finalmente llegamos al local. La excitación por ambas partes era grandiosa, por lo que pedimos unas cuantas copas mas y nos desplazamos directamente a la zona naturista del local. Una vez desnudos, y únicamente cubiertos con toalla, decidimos tomar una ducha. Deje la toalla junto al whisky y me dispuse a realizar tan refrescante paréntesis. Mientras el agua calentita me ponia mucho mas a tono, pude escuchar que la puerta de la cabina de ducha se abría, por un momento pensé que era mi colega. Unos brazos me rodearon , desde el pecho hacia mi coño que en unos segundos había empezado a chorrear ma que el mango de la ducha. Al mismo tiempo que un polla bien ergida me rozava el culo y me dava golpecitos para poder meterla. Me di la vuelta y era mi amigo el marido de Rosa, me miro y sin mediar palabra, se arrodillo ante mí, e introdujo mi coñito humedo en su boca, trabajándolo con un suavidad haciendome pensar que no queria que terminase aquel momento.

De repente mi amigo se detuvo, se levanto y puso su rostro frente a la ducha que seguía proporcionando un agua cada vez mas fresquita. Invertimos los papeles y ahora era yo la que desde su espalda acariciaba sus pectorales, recorría su cintura y finalmente alcanzaba su enorme polla lubricandola con mi boca asta el fondo. Nuestras lenguas se entrelazaron mientras el sujetaba mi nuca y nuestras caderas se contorneaban a un son delicioso. Los dos decidimos detenernos para alargar el momento y reunirnos con los demás.

Al regresar a la zona naturista, el panorama no era menos excitante. Rosa se encontraba sentada en uno de los cómodos sofá, mientras mi coleega le saboreaba el lubricado encanto que tiene. Ya no esperamos mas y los cuatro nos desplazamos a una de las camas, que se encuentran en la zona un tanto reservada. La química era tan buena que no podíamos permitir que nada ni nadie nos interrumpiera queriamos hacerlo entre los 4 ya sin parar.

En el momento de alcanzar la cama, Rosa fue la primera en tomar posición. Acto seguido mi colega se acomodó a su lado, y entre las dos iniciaron un mas que excitante juego sexual. yo me pueo encima, y me meti la polla del marido de mi amigay empece a follarle mientras su mujer me mirava y ella empezava con mi colega. Los tres se movían a un ritmo frenético. La simple contemplación de tal espectáculo haría correrse a cualquiera.

Los jadeos de unos y otros se encadenaron y nos corrimos los cuatro, en lo que fue un magnifico colofón a lo que tenia que ser un sábado de lo más tranquilo.
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